CAPÍTULO 37


Lois

10 de agosto, 2022

—¿Hasta cuándo vas a quedarte? —pregunta Kiara caminando a mi lado.

—¿Estás echándome? —bromeo.

—Para nada, me divierto más contigo aquí. —Sonríe—. Ya sabes, los chicos son geniales, pero no hay tanta confianza como contigo.

La miro y ella solo se encoge de hombros.

—Planeo estar aquí hasta fin de mes —le respondo—, quizá un poco más, estoy trabajando de manera virtual y Kallie está encantada de tener el control allá.

—Bien por mí. —Engancha su brazo al mío—. Tengo una afición por los dinosaurios desde que vi Jurassic World, ¿viste lo divino que se veía Nick Robinson?

—Creo que tu afición fue más por Nick que por los pobres dinosaurios.

—Oh, vale, puede que sí, pero es que es taaan lindo —suspira—, a veces no me agrada del todo lo de no ser figura pública, porque si lo fuera Adara podría llevarme a las premieres y conocería a los actores y cantantes que tanto me gustan.

—Tu hermana sabe porque te mantiene fuera del foco, Kia —le recuerdo.

—Lo sé y lo entiendo, solo quizá... sería agradable verlos y hablar con ellos sin que me crean loca. Julian me agrada aun cuando solo he conversado con él en un par de ocasiones y pude hablar con Andrew Yates el otro día, ¡Andrew Yates!

Sonrío viendo su emoción.

—Andrew es genial —alego.

—Lo es y muy guapo también.

Sé que está exagerando sus gestos de manera dramática, pero la sostengo cuando parece que va a desvanecerse.

—Muy guapo también —concedo.

—Te adoro tanto —canturrea—, mira que halagar la belleza de otro hombre sin que te preocupe que tu hombría desaparezca resulta atractivo, es injusto que no tengas hermanos menores.

Nos adentramos en el museo que visitamos hoy y ella se maravilla mirando la infraestructura del lugar, olvidándose por completo de la queja a mi falta de hermanos de su edad.

—¡Joder! ¡Qué hermoso!

Avanza con rapidez yendo a la sala que indica la presencia de fósiles, me cuesta alcanzarla sin correr, pero intento no perderla de vista. De alguna manera entiendo la adoración que siente Adara por su hermana, Kiara tiene un brillito que provoca ver siempre. Me alegra que no se haya dejado vencer por lo que sucedió a inicios de año, ha sabido sobrellevarlo sin faltar a sus charlas con la psicologa que se le asignó. Benjamín se encargó del caso y, ayer que conversé con él, me informó del estado de la sentencia. Secuestrar a una menor no es un delito leve, involucra muchos años en prisión, a eso se le suma el tiempo que le darán por los negocios ilegales que se le descubrieron.

Billy no será más un dolor de cabeza para la familia Harmony. No sé qué trato puede haber hecho Ada con el moreno que se le acercó en Miami, pero confío en que servirá para protegerlas.

—¡Lois, mira esto!

Camino hasta ella y escucho su explicación sobre el fósil que está mostrándome. Resulta tierno que se parezca tanto a su hermana, Ada es igual de parlanchina cuando algo le emociona. Kia me lleva por todo el museo enseñándome cada exposición y presto atención a la avalancha de información que suelta acerca de los dinosaurios.

Cuando terminamos de recorrer todo, volvemos a las calles de Toronto.

—Compré esta guía y dice que venden buena comida a unos veinte minutos de aquí.

Frunce el ceño leyendo el pequeño libro y revisa su teléfono buscando el lugar donde quiere almorzar.

—Sip, veinte minutos, quizá menos si mueves el culo.

Avanza dejándome atrás y tengo que trotar para alcanzarla.

—Olvidas quien está a cargo —le recuerdo—, no hay apuro, deja de hacerme correr.

Ríe.

—Tranqui, no olerás mal cuando Ada termine de grabar.

La miro con severidad y ella se estremece haciéndome sonreír.

—Admite que soy buena compañía —me pica el costado con su dedo—. Vamos que tengo hambre.

Nos subimos al auto que alquilé y conduzco guiándome por el mapa de su teléfono. Había venido antes a Toronto, más por trabajo que por turismo, pero es la primera vez que me estoy tomando el tiempo de disfrutar lo hermosa que es la ciudad.

—¡A la derecha! —grita Kiara.

—Harás que nos accidentemos —la regaño—, sé que debo voltear.

Sonríe haciendo una mueca de «Lo siento».

—Vale, es aquí —me estaciono frente al restaurante que ella señala.

El restaurante es rústico, con mesas de madera y plantas por doquier, las pinturas son de la selva y el bosque haciéndonos sentir que nos encontramos en alguna cabaña. Almorzamos y ella me cuenta que está teniendo una pequeña encrucijada con respecto a lo que estudiará.

—He escrito algo —confiesa—, pero tengo miedo de no ser buena, no lo ha leído nadie más que yo, así que no sé si ir y estudiar para ser escritora, no quiero decepcionar a mi familia.

»Ada es brillante, sobresale en todo lo que hace y yo...

—Tengo entendido que eres igual de empeñosa —la interrumpo haciendo que sus mejillas se tiñan de un rosa suave—. No te compares con tu hermana, Adara es Adara, Kiara es Kiara; son personas distintas que destacan a su manera.

Me mira y mordisquea su labio inferior como dudando si decirme o no lo que tiene en mente.

—Puedes confiar en mí, Kia —le recuerdo—, soy el novio de tu hermana, pero creo que dejamos claro el hecho de que puedo ser tu amigo también.

Suspira.

—¿Me darías tu opinión honesta si te muestro lo que he escrito? —pregunta de manera rápida, pero logro entenderla, tengo práctica.

—Podemos hacer un intercambio, si gustas —le sonrío—. Tengo un manuscrito de algo que escribí cuando tenía tu edad, tu juzgas mi habilidad como escritor y yo juzgaré la tuya; por supuesto, con honestidad siempre.

Sus ojos brillan y asiente.

—Pero no se lo digas a Adara —pide—, yo... la amo y confío en ella, pero prefiero que no sepa de esto aún.

—Vale —concedo, no es algo del otro mundo, debo respetar su decisión de mantenerlo para ella. Al menos sé que no está lidiando sola con la confusión de tomar una decisión tan importante.

Vuelve a comer, pero noto que sus hombros están tensos, juega con la comida perdida en sus pensamientos.

—Kia —la llamo y ella alza la vista—, es bueno que vayas pensando en que quieres para tu futuro, pero no olvides que aún tienes tiempo, intenta no agobiarte, ¿sí?

Sus ojos se enlagunan y de inmediato me muevo a su lado para abrazarla.

—¡Qué jodida mierda! —maldice sorbiendo por la nariz—. Yo no pensaba en eso, Lois, no lo hacía, esperaba por el clic que Adara siempre menciona, pero no llega.

—¿Ni siquiera cuando escribes?

—No sé si es un clic, pero se siente bonito cuando estoy frente a la laptop deslizando mis dedos en el teclado y tejiendo oraciones.

Acaricio su brazo.

—No creo que tu clic sea similar al de tu hermana, su pasión es actuar y lo descubrió plantándose frente a un escenario, es algo momentáneo, no escribes un libro en dos horas, puede que tu clic llegue cuando lo termines o cuando leas lo que has escrito.

—Ya no sé nada. —Sus lágrimas siguen cayendo y eso parece desagradarle—. No le digas a nadie que estoy llorando por esto, me siento ridícula.

Levanto mi meñique y ella lo entrelaza con el suyo murmurando «infantil».

—¿Por qué has empezado a estresarte por todo este asunto? —le pregunto.

Se encoge de hombros.

—Todos hablan de ello, muchos hasta están buscando universidades y ser la única que no tiene una puta idea de que hacer resulta incómodo.

Y vaya que la entiendo, se lo hago saber para que vea que no es la única y deje de sentirse así de ridícula. Sus ojos se abren de par en par mirándome como si no creyera que yo me he encontrado en la misma situación cuando terminé la secundaria.

—¿Tú?

—Vale, estás mirándome como si fuera un extraterrestre —sonrío—, soy tan humano como tú, pequeña rubia.

—Pensé que siempre habías sabido que querías ser abogado.

Niego.

—No fui así de afortunado —seco sus mejillas—. Aunque no lo creas, son pocos quienes saben desde pequeños lo que quieren estudiar; podría apostar a que varios de tus compañeros se encuentran igual que tú ahora, solo que no lo dicen por miedo a que los miren y crean que son ridículos.

—¿Cómo lo supiste? —inquiere.

—Estuve con un psicólogo vocacional que me ayudó bastante y fue paciente al momento de ver conmigo que tan bien pegaba en cada carrera —le explico—. No fue un proceso fácil, Kia, pero creo que puedo ayudarte para que no la pases tan mal como yo.

Me sonríe.

—¿Harías eso?

—Claro que sí —La apretujo—. Eres mi cuñadita.

Consigo hacerla reír y la libero para que termine la comida de la que tanto me habló en el camino. Es agradable pasar tiempo con ella, nuestro día de turismo termina y volvemos al departamento donde ella se encierra a leer y yo avanzo con lo que debo mandarle a Kallie.

13 de agosto, 2022

—Entonces... —Observo a Andrew—. Adara me dijo que tenías madera de escritor, verás, no estoy enamorado ahora mismo, pero tengo este concepto para una canción y me está costando un poco dar con las palabras justas.

Me escribió hoy por la mañana preguntando si podíamos vernos y tomar algo, accedí, porque él me agradó cuando lo conocí y fue amable en las ocasiones que hemos tenido la oportunidad de conversar.

—Veamos que tal me desenvuelvo en este ambiente —le sonrío aceptando su propuesta indirecta.

—¡Genial! Hay una sala allá atrás, la he separado en caso de que aceptaras, ya sabes, para poder escribir sin todos ellos mirándonos.

Asiento y camino detrás de él que luce emocionado.

—Me gustó mucho la canción que sacaste, por cierto —me sonríe agradecido—, estuvo buenísima, me hubiera gustado escucharla cuando pasé por esas crisis.

—Creo que a todos nos hubiera gustado hacerlo.

Toma una guitarra y me pasa otra.

—Vale, puedo ayudarte con la letra, pero apesto con esto —le digo devolviéndole el instrumento.

—Oh, claro, claro, no hace falta.

Me explica lo que tiene en mente y me alcanza el cuaderno donde está anotando las ideas que vienen.

—Debería hacerlo con mi equipo, ¿sabes? —Sonríe con timidez, resulta raro verlo así cuando lo he visto reír a carcajadas antes—. Pero aún no tengo mucha confianza con ellos.

»He actuado desde los diecisiete, la música es un mundo desconocido para mí, por lo menos ahora. Va a sonar estúpido, pero me siento como un niñato temiendo a no agradar.

Niego palmeando su hombro.

—No creo que sea estúpido, todos tenemos miedo cuando entramos a un ambiente nuevo, es normal.

Parece conseguir la seguridad que necesitaba y empieza a tocar la melodía que acompañará con la letra anotada en la libreta.

—Esa línea no encaja —frunce el ceño—, debo cambiarla.

—¿Qué tal... «The milky way on my chest when our hands are intertwined»? —sugiero—, en vez de galaxy.

Vuelve a tocar esa parte y parece gustarle porque sonríe y anota la corrección. Continuamos con el trabajo por horas que transcurren volando, nos traen bebidas que ayudan a activar la inspiración porque facilitan el que pueda imaginar a Ada estando aquí con esa sonrisa tan bonita que tiene.

—La amo mucho —murmuro.

Escucho la risa de Andrew.

—Sí, me he dado cuenta, ella también lo hace.

Sacudo la cabeza porque el alcohol está yendo muy lejos, ya perdí la cuenta de la cantidad de vasitos que estoy bebiendo.

—Descarté lo de Romeo y Julieta, es muy trágico.

—Y la versión bonita ya la escribió Taylor Swift —añado.

—Cierto.

Rasguea las cuerdas y canto la letra que hemos reescrito.

Vale, me gusta.

Alza la mano y choca su palma con la mía cuando parece contento con el resultado final.

—¿No querrás trabajar a medio tiempo de compositor?

Rio.

—Me lo voy a pensar —respondo, él sabe que estoy bromeando, por lo que ríe también.

—¿Con qué nombre quieres salir en los créditos?

—¿Nombre?

—Eres autor también, no voy a llevarme los aplausos solo, estás dejando tu marca aquí, Lois.

Me lo pienso un poco.

—Luc Patterson —respondo—, es el apellido de soltera de mamá.

—Lindo —lo anota y me ofrece la mano para cerrar el trato, le doy un apretón—. Un placer trabajar con usted, Luc Patterson.

—Jo, deja la formalidad —sonrío.

Me lleva de regreso al estudio donde estoy quedándome con Adara y uno de sus guardaespaldas lleva mi auto porque aun cuando no estoy cayéndome por el alcohol, sería irresponsable de mi parte conducir cuando he bebido de más.

—Me lo has embriagado —lo regaña mi novia, pero de inmediato le sonríe—, ¿se divirtieron?

Asentimos.

—Me alegro. —Rodea mi torso para darme soporte y le envía un beso a Andrew—. Ve a dormir, rubio, esa resaca estará fea mañana.

Nos despedimos y ella me lleva al tráiler para recostarme sobre la cama.

—Terminé hace un par de horas —me cuenta—, hoy no tuve que grabar mucho, solo una escena que tardó porque era de las complicadas.

—¿Y Eli? —pregunto.

—Se quedó con Josie, ellos siguen grabando.

Me alcanza un pijama y me lo pongo haciéndole espacio para que se acomode a mi lado.

—Luces bastante bien para estar ebrio —señala.

—Nunca me afecta mucho —respondo acariciando su cabello—, ¿ya comiste?

Asiente.

—Fui a comer pizza con una de mis compañeras, la pasé muy bien. También visité a Kiara, llamamos a Lena y hablamos un rato con ella y Gryffin, están pasándola muy bien, todavía no empiezan sus clases.

—Se hacen extrañar —sonrío recordando al pequeño de rizos traviesos.

—Sí, los echo de menos.—Hace una mueca triste.

Me pide que le chismee sobre lo que hice con Andrew y le cuento todo con los detalles que exije.

—Él es jodidamente bueno, debiste ver a toda esa gente en el concierto, no sacó muchas canciones, pero las cantaron desgarrándose las gargantas, en especial la última.

—Esa fue mi favorita.

—Una de las mías también.

Nos quedamos callados, solo oyendo nuestras respiraciones y tocando nuestras pieles.

—¿Lois?

—¿Sí?

—Te amo.

La sonrisa en mi rostro se dibuja en automático, mis brazos se aferran a su cuerpecito y beso su nariz cubierta de pecas.

—Te amo, Brontë.

—Es bonito escucharlo.

Está quieta por unos minutos más; sin embargo, tras un rato se pone de pie y camina alrededor del trailer en busca de algo. La observo curioso y obtengo una buena vista de su trasero cuando se agacha a recoger algo de una caja. Se alza con dos botellas de agua y regresa a donde estoy.

—Bebe —ordena—, he aprendido bien mi lección, no quiero dejarte mal mañana.

—Amor...

Su mirada no da para que objete.

—No estoy preguntando —señala y cedo sentándome para beber lo que me entrega.

Se ubica en mi regazo y rodea mis hombros acariciando mi clavícula con su nariz. Cuando termino la primera botella, me alcanza la otra. Tararea una canción que, si mi memoria no falla, es de Miley Cyrus. Descanso y me dedico a devolverle la mirada intensa que está dándome.

—Venga, yo inicié la disputa. —Entrecierra los ojos y sonrío dejándola ganar.

Besa mi mejilla y se levanta para sacar su maleta. No me ofrezco a ayudar porque sé que es muy capaz de levantar esa monstruosidad de valija. La veo remover su ropa y finalmente dar con lo que buscaba. Lo alza y me sonríe dejándolo a un lado para acomodar todo y guardarlo.

—Aún no tengo sueño y es temprano, ¿quieres leer conmigo o tienes trabajo?

—Mandé todo hace unos días, no tengo nuevos casos. —Me encojo de hombros—. Así que acepto la propuesta de leer contigo.

Vuelve a echarse junto a mí y lee en voz alta mientras termino mi segunda botella, su dulce voz acaricia las palabras deleitándome con el lenguaje poco usual para la época, pero que le da ese encanto que poseen los libros clásicos.

Me recuesto sobre su pecho y ella juega con mi cabello sin dejar de leer para mí. Consigue su cometido cuando termina de adormecerme y me dejo ir entre los arrumacos y cortos besos que deja sobre mi cabeza.

—La imaginación no le hace justicia a las escenas como estás —murmura y entre sueños la escucho—. Siempre soñé con tener al amor de mi vida escuchando lo que leo, pero no se compara con tenerte aquí, respirando contra mi piel y rodeando mi torso así... eres una versión mejorada de mi sueño, amor.

La última palabra me hace alzar el rostro adormilado para mirarla, es la primera vez que me llama así.

—El cansancio no era tanto, ¿eh?

—Nada es para tanto cuando mi novia me llama "amor" —respondo posando mis labios en su barbilla, sonríe.

—Eres mi amor —concede—. Ahora duerme, me gusta leer para ti.

Me inclino para darle un suave beso en los labios y se derrite bajo mi cuerpo dejando el libro a un costado para rodear mi cuello con su brazo.

—Sesenta y nueve —murmura sobre mi boca.

Me alzo para asegurarme de que lo dice en serio.

—Hey —me regaña atrayéndome otra vez—, decía el número de la página, en caso de que lo olvidara.

Sonrío.

—Pervertido —suelta una risita—, aunque no me desagrada la idea, siempre podemos ponernos creativos.

Enarco las cejas y ella las acaricia con las yemas de sus dedos.

—Eres muy bonito, Aymerick —arruga la nariz en un gesto tierno.

Me empuja contra su pecho otra vez y vuelve a adormecerme con su voz.

Estas son las noches que añoraba estando en Nueva York, estar sin ella es algo que puedo hacer, es solo que no me apetece hacerlo, no después de probar lo placenteras que son las conversaciones y los arrumacos antes de dormir; no después de saber lo hermoso que es verla suspirar entre sueños y lo acogedor que resulta que su sonrisa sea lo primero en mi campo visual cuando despierto. 

¡Llegué!

Puede que  a nadie le importe pero la canción de Lois y Andrew se llama "Make It Easier", está re buena la verdad *guiño, guiño*.

Andaba aburrida y le hice una plantilla como si estuviera sonando en spotify je, la subiré por ig.

Quizá un día ponga como extra la canción completa, por ahora, eso es todo. 

Que tengan linda noche <3


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