CAPÍTULO 3
11 de octubre, 2021
Ha transcurrido una semana desde que la "bomba" explotó y se ha puesto peor, cada día salen más compañeros de series o películas en las que he tenido roles importantes a decir pachotada y media.
"Una engreída"
"Uf, sí, de hecho no es quien aparenta"
"Se creía superior y nos rebajaba en todo momento"
"Súper mandona, intentaba decirnos qué hacer en cada escena, creo que quería quitarle el trabajo al director"
No esperaba nada de ellos, pero pudieron guardar silencio, más aun si son conscientes de que lo que dicen es falso. Sin embargo, no van a hacerlo, hablar mal de mí les garantiza dinero y no van a rechazarlo. Todas sus declaraciones puestas de acuerdo me hacen quedar como la peor escoria, si saliera a decir algo sería mi palabra contra la suya. Soy una y ellos más de diez, creo que sabemos bien quién ganaría esta batalla.
Más de tres películas que creía aseguradas han enviado mensajes pidiéndome perdón por tener que quitarme de sus elencos. Tengo suerte de haber sabido ahorrar y tener una reserva de dinero suficiente para sobrevivir sin trabajo hasta que esto se solucione. Rosalie ha dejado de insistir con respecto a las entrevistas, su sentido común ha vuelto y se ha dado cuenta de que salir ahora, más que inteligente, sería estúpido de parte mía; me acabarán, tienen material para hacerlo.
Tomo mi celular al ver que se ha encendido por una notificación. Es Lexie, mi co-estrella en una serie que grabé hace un par de años.
Lexie Jones: Voy a hacerte una videollamada, cubre tu cámara. Ya te diré yo cuando puedes mostrarte, reina.
Frunzo el ceño, ella es de las pocas que no han salido a hablar en mi contra, así que con un ápice de confianza hago lo que me pide en cuanto veo su foto iluminar mi pantalla.
Contesto.
Está con la cara cubierta de una pasta que parece hecha de aguacate, sin poder evitarlo, sonrío.
—Hola a ti —me saluda sonriente—, perdóname por no haberme manifestado antes, Ada; debiste creer que era parte del grupo de imbéciles que ha estado diciendo estupideces sobre ti.
—No te preocupes —es lo que respondo y soy sincera.
—Vale, probablemente no confíes y es comprensible, la perra que tenías como amiga te ha traicionado de la manera más vil y baja que existe. —Se rasca la nariz con el dorso de su dedo—. Heme aquí viéndome lo más ridícula posible, no me mostraría así ante los medios, por más descarada que sea.
»Y para terminar de ganarme tu confianza, voy a contarte algo sobre mí que solo yo y un par de personas más sabe. Grábame para que puedas usarlo si me pongo en modo Kary.
—No hace falta, Lex —aseguro. Que quiera dejar garantía de su lealtad para que me sienta segura a su lado ya dice mucho.
—Anda, bonita, graba la pantalla —me anima y cedo—. Tienes permiso para reírte si gustas, es la peor estupidez que pude haber hecho alguna vez. —Sonríe recordando y empieza su relato—: Hace unos meses me fui de vacaciones a Colombia y anduve en coqueteos con un bombón colombiano que estaba más rico que el pastel de fresa. —Se saborea los labios haciéndome sonreír—. Sucede que, una noche nos fuimos de fiesta, las cosas se pusieron calientes y no se nos ocurrió mejor idea que hacerlo en las orillas del mar; no te voy a negar que fue la cosa más sexy, la adrenalina de estar en un lugar público y todo lo demás. —Hace un gesto sugerente que me da entender a qué se refiere—. Hasta ahí todo perfecto, me despedí de él porque al día siguiente salía mi vuelo de regreso. Volví a mi hotel y por la mañana, desperté con una picazón insoportable en el coño.
Ahogo un grito, no esperaba ese final.
»Tu queridísima compañera de elenco tenía hongos en la vagina, la pasé malísimo durante el vuelo. Apenas llegué, mi ginecóloga vino a verme y me dio la regañada del año. No fue culpa del chico, él estaba limpio, fue el ambiente; resulta que durante el "mete y saca" alguna bacteria se había unido a la fiesta y dejó sus consecuencias en mis partes bajas.
Mueve el dedo índice como indicándome algo.
»Moraleja: no tengas sexo en la playa por más seductora y atractiva se vea la idea, aguanta la calentura hasta llegar al hotel.
Hace una ligera reverencia y me avisa que ya puedo cortar el video.
—Lo siento mucho por eso —le digo—, se escucha demasiado incómodo.
—Sí que lo fue. Esperar a que la medicina hiciera efecto fue casi tan intolerable como cuando estás en un restaurante y tardan en traer tu plato preferido.
Rio por su comparación. Decido quitar mi dedo de la cámara para que ella pueda verme también.
—Quien pudiera lucir así de diosa después de toda la mierda que te han hecho, Ada.
Me encojo de hombros.
—La hinchazón de mis ojos ha disminuido a comparación de ayer, creo que mis lágrimas se han agotado.
Veo como su semblante se torna serio.
—Yo quería llamarte apenas empezaron los rumores, pero estaba en el set y no pude hacerlo. Nos tenían grabando todo el día, los teléfonos estaban prohibidos; terminamos ayer y hoy volví al país. Alex me contó lo que sucedió.
Le sonrío.
—Gracias por llamar ahora, significa mucho para mí. —Lo hace, no he recibido una sola llamada de apoyo, ella es la única que se ha atrevido a contactarme para ver cómo me encuentro.
Se queda callada y me mira como pensando si decirme o no lo que tiene en mente.
—Eres especial para mí, Ada; lo eres desde que te encontré bailando en tu camerino esa noche —se sincera—. Sin embargo, tengo buen ojo para ciertas cosas y supe que no aceptarías mi amistad; tenías a la garrapata de Kary pegada a ti día y noche, tu confianza estaba puesta en ella y no querrías a nadie más a menos que ella no esté.
»Mi intuición rara vez se equivoca y no la sentí real, algo no me cuadraba con ella, pero no me conocías, era obvio que no confiarías más en mí que en tu amiga de toda la vida.
Me sorprende un poco escucharla hablar así, lo poco que compartimos en el set me mostró la falta de formalidad presente en su personalidad. Se la pasaba bromeando a cada rato y me agradaba, pero no creí que tuviera sus momentos de seriedad también.
—Siempre me dijeron que no debía fiarme de la gente famosa, que puede ser peligroso mantener relaciones amicales.
—¿Tú harías daño a alguien famoso solo para sacar provecho de ello?
Niego con la cabeza, jamás lo haría.
—¿Y no te pusiste a pensar en que podemos haber más como tú? —Vale, tiene un punto—. Sé que puedo parecer la persona más desinteresada y descarada, pero tengo valores y sé querer. Cuando quiero a alguien lo cuido con uñas y dientes, nadie se mete con quienes aprecio, Ada. Yo te quiero, aunque lo dudes, verte bailar ese día me ayudó muchísimo, puedo parecer confiadísima, pero tengo muchas inseguridades, bailar contigo me hizo amarme un poquito más.
—No lo pensé y pido disculpas por ello —suspiro, me he equivocado—. Tenía miedo, miedo de que me traicionen, de confiar demasiado y salir lastimada... ¡Carajo! me llenaron el cerebro de mierda absurda y la asumí sin analizar siquiera. Lo lamento, Lex.
Me hace un gesto despreocupado con la mano, pero no disminuye la culpa que se ha instalado en mi pecho por haber sido tan prejuiciosa con ella, vuelvo a pedir disculpas y ella me asegura que todo está bien.
—De los errores se aprende, cariño. —Se pone de pie dejando el celular enfocándola—. Ahora conecta tu teléfono a algún parlante, haremos algo.
Hago lo que me pide y a todo volumen se escucha Strip de Little Mix, es la que bailamos esa noche en mi camerino. Escucho la voz desafinada de Lexie cantando a toda voz y moviéndose alrededor de lo que parece ser su sala.
—Baila y sacúdete el problema; lo vamos a solucionar, lo prometo —grita para escucharse por sobre la música.
Mi habitación es espaciosa, lo que me permite moverme con la libertad que exige la melodía. Dejo que la música invada mi cuerpo y me "sacudo el problema". Una sensación de paz me envuelve entera conforme la letra me recuerda lo importante que es mostrarte y amarte tal cual eres.
—Esa era la sonrisa que quería ver. —El aguacate se le ha chorreado y ha manchado su pijama—. He cumplido mi misión.
Hace una reverencia dramática que me hace soltar una sonora carcajada.
—Joder, Ada, eres genial, tus fanáticos amarían tu verdadero yo. —Mantiene su sonrisa—. Verte reír así, como foca descontrolada, sin la delicadeza estúpida que te hacen fingir. A mí me adoran y no soy tan maravillosa como tú.
—Calla, tonta, eres increíble.
—Lo sé, solo quería subirte el ego y recordarte lo amazing que eres; valora el esfuerzo.
Vuelvo a reír con fuerza ante sus ocurrencias.
—Gracias —repito y una parte sensible de mí quiere romper a llorar por lo lindo que ha resultado su gesto—. No había reído así desde hace mucho.
—Siempre que quieras, bonita. —Me manda un beso—. Ahora, tengo que dejarte porque esta cosa está chorreando mucho y he embarrado toda la sala.
—Vale —le sonrío—, un abrazo.
—Te quierooooo —dice antes de colgar.
Lexie Jones está loca, pero me agrada y ha hecho que sonría sin tener que fingirlo. Me siento tan estúpida por haber alzado mis barreras con ella.
22 de octubre, 2021
Nick me entrega la caja de pollo frito que pedí por delivery, le sonrío y lo invito a pasar. Es el primer guardaespaldas que tuve y en el que más confío.
—Adelante, pasa —lo incito, pero él se niega—. Dale, no quiero comer sola, aquí hay para los dos.
Finalmente cede, su gran anatomía se adentra en mi departamento ocupando buena parte de mi campo visual. Camina a mi lado hasta la cocina donde me encargo de traer los platos y cubiertos que necesito para servir la comida.
—Pensé que hoy no trabajabas —digo mientras termino de acomodar el pollo y las papas.
Se encoge de hombros.
—Finn tuvo una emergencia —responde con brevedad.
—Pero hoy cumple años tu pequeña, Nicky —le recuerdo—. No hacía falta que te quedes, los paparazzi no tienen permitido ingresar y yo no pienso salir.
—Es mi trabajo cuidarte —insiste.
—Bueno, si soy quien manda, te doy el día libre.
Dejo la comida frente a él y su rostro serio se sonroja apenas antes de esbozar una pequeña sonrisa.
—Muchas gracias, Ada.
—No hay por qué. Le compré algo a Lizzy antes de que toda esta mierda iniciara —le comento—, te lo daré para que se lo hagas llegar.
—Vale.
Comemos en silencio, no me incomoda por lo que no soy quien lo rompe.
—¿Cómo te encuentras? —inquiere con preocupación tras unos minutos—. No soy un experto, pero los escándalos de la farándula no suelen durar tanto, contigo están sobrepasando los límites y no creo que seas inmune a ello.
Suspiro, a él no puedo mentirle.
—Me ha afectado recibir tanto odio —me sincero—. Estaba acostumbrada a ciertas críticas de vez en cuando, pero esto es diario y no solo por parte de la prensa, sino por personas que han trabajado conmigo, con quienes quizá no fui cien por ciento real, pero jamás los traté mal. Mis inseguridades intentaron volver, pero una buena amiga me ha hecho volver al camino del amor propio.
»Estoy sobrellevando la situación lo mejor que puedo. Todavía no estoy lista para dar declaraciones, no me siento lo suficientemente fuerte como para hacerlo, no podré defenderme como debería.
Asiente y estira su mano hasta alcanzar la mía, le da un ligero apretón.
—Te he visto crecer en este entorno, Ada. —Vale, creo que voy a llorar otra vez— Eras una niña aún cuando iniciaste y ellos te han moldeado a su antojo; sin embargo, tu esencia sigue intacta. Cuando te veo, sigo vislumbrando a la pequeña que me miraba con miedo por lo grande que era, a la perseverante jovencita que no se dio por vencida hasta que logró vencerme en lucha. —Sonríe recordando; lo imito, son buenas memorias.
»Tómate el tiempo que necesites, tienes permitido caer siempre y cuando la caída sea momentánea. Debes alzarte otra vez y mostrar de qué estás hecha; no por ellos, por ti. Te sentirás mejor cuando te muestres al mundo tal y como eres, sin tapujos.
Seco mis mejillas y le agradezco.
—Siempre estaré para ti, pequeña.
Me levanto y camino hacia él para abrazarlo. Nick no es solo mi guardaespaldas, ha cuidado de mí tal y cómo hace un padre. Mi papá falleció cuando yo era pequeña, yo tenía siete años y mi hermana uno, desde entonces solo hemos sido nosotras tres, nos hemos protegido y apoyado. Cuando inicié mi carrera en la actuación tuve que separarme de ellas; no quise que mis decisiones afectaran a Kiara, dejé que llevara una vida normal, lejos de las cámaras, hasta que eligiera lo que quería ser. Las extraño, pero su bienestar me sirve de consuelo.
Nick me rodea y me hace sentir a salvo entre sus brazos, deja un beso en mi coronilla. Le sonrío al separarme de él y me apresuro a traer el regalo que le compré a su hija, se lo entrego y lo despido con rapidez para que llegue a tiempo.
Me dejo caer en el sofá, pero vuelvo a sentarme cuando el nombre de Rosalie ilumina mi pantalla.
—No voy a dar declaraciones, joder, entiéndelo —digo al contestar, pensé que ya se había rendido con esto.
—Estás tirando todo lo que invertí en ti al basurero —me responde.
—Que yo sepa, te he pagado un muy buen sueldo, no lo has hecho gratis.
—No quiero seguir peleando contigo, Adara —concluye.
—Vale, entonces deja de insistir en que mienta, no lo haré. Esperaré a que las cosas bajen de intensidad y decidiré qué hacer.
Cuelga la llamada y me recuesto dejando descansar mis ojos. Despierto al sentir algo mojando mis piernas.
—¡Mierda!
He manchado el sofá y la cara interna de mis muslos están teñidos de rojo. ¡Se supone que llegaba la otra semana! Me dirijo al baño con rapidez para limpiarme y busco en el cajón donde suelo guardar las toallas higiénicas.
—Deben estar aquí —murmuro.
Vale, no están.
Tomo una ducha rápida para limpiarme y me pongo protectores diarios para retener el fluido en lo que consigo toallas nuevas. Dejo el cojín en la lavandería para lavarlo cuando vuelva. Quizá no es mi idea más brillante pero necesito con urgencia esas toallas, me cubro lo más que puedo y cojo una peluca negra de mi closet.
—No luces como tú. —Miro mi reflejo—. Estás perfecta.
Salgo de mi apartamento, bajo para salir por la puerta trasera del edificio, me aseguro que no haya paparazzi y parto casi corriendo en dirección al supermercado que se encuentra a unas cuadras.
Debí pedir un reemplazo para Nick.
Llego y compro sin ningún inconveniente, nadie me reconoce, deben creer que soy una loca que se cubre la cabeza con pashminas y usa lentes de sol en plena noche. Salgo victoriosa por la puerta del estacionamiento y es ahí donde detecto las voces de los tiburones.
—Han visto a una tipa sospechosa. —Oigo a lo lejos—. Debe estar aquí.
—Pero no la vieron salir del apartamento —contesta otro.
—Hay puertas que quizá no conocemos, idiota —lo regaña un tercero—. Yo entraré a registrar el lugar, ustedes vayan por los alrededores.
¡Mierda! Me quito los lentes para ver mejor y camino escondiéndome entre los vehículos, me encargo de seguir cubriendo mi rostro con la pashmina.
Un auto frena, la bocina me ensordece. Volteo al ver las luces y doy un traspié yéndome de culo contra la pista.
¡Y la sigues cagando, Adara!
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