CAPÍTULO 25
6 de marzo, 2022
Me duele todo el cuerpo, siento como si un camión me hubiera pasado encima. Abro los ojos con algo de dificultad y me percato del lugar, vale, creo que no he muerto. Mi mente rememora todo lo que sucedió antes de que la oscuridad me atrapara y me llevara a la inconsciencia.
Kiara.
Escucho los monitores disparar los sonidos e intento moverme pero una mano me detiene.
—Está bien —un rostro se cierne sobre mí y sus ojos hacen que la tensión disminuya.
—¿Dónde está? —inquiero con la voz rasposa, hablar duele.
—En otra habitación —responde recostándome otra vez.
Tiene ojeras pronunciadas y sus ojos están rojos. Toso un poco, me está lastimando la garganta, pero vuelvo a hablar.
—Quiero verla —pido—, quiero ver a mi hermana.
Asiente, pero no se va.
—Está con Sarah —me informa—. Despertó hace un par de horas, también pide verte, pero no podemos moverte aún.
—Estoy bien.
Niega.
—Te han lastimado mucho, Ada. —Acaricia mi mejilla y no sé por qué carajos mis ojos se llenan de lágrimas—. Debes descansar, el golpe de tu cabeza no ha dejado secuelas, te hicieron todos los exámenes, pero sigues en observación.
Lois se recuesta a mi lado al ver que no puedo dejar de llorar y me rodea con sus brazos. Ignoro el dolorcito que recorre mi cuerpo y lo abrazo dejando ir todo lo que he retenido las dos últimas semanas. Besa mi frente y me repite que todo está bien, pero mis lágrimas no detienen su caída, mojo la camiseta a la cual me aferro permitiéndome caer porque sé que está aquí para sostenerme.
Acaricia con cuidado mi espalda, no me suelta hasta que poco a poco mi llanto cesa.
—Debo llamar al médico —advierte y asiento, volviendo a sentir el dolor.
Por primera vez reparo mi cuerpo, además de las vías, tengo numerosos vendajes.
No tardan en venir los doctores que me revisan, paso por una serie de exámenes y me devuelven a la habitación a la espera de los resultados. Lexie se encuentra también cuando vuelvo, tiene los ojitos hinchados y luce igual de ojerosa que Lois.
—Tonta, me asustaste mucho —se queja besando mi frente.
—Los extrañé —murmuro, la garganta me sigue doliendo y pido agua—, quiero lavarme, por favor.
La enfermera les dice que puedo ir al baño si me ayudan. Lois me alza en brazos, me sostiene y lava mis dientes, no puedo asear mi rostro como me gustaría pero él limpia las lagañas de mis ojos con un algodón húmedo.
—¿Ya puedo ver a mi hermana?
Lex sale a preguntar y me deja a solas con Lois que me lleva a la cama otra vez.
—Te quiero —susurro haciéndolo sonreír—. Lo siento tanto, no quise dejarte, lo prometo.
Niega y besa el dorso de mi mano.
—Lo entendí cuando leí la nota. —Mis lágrimas vuelven a caer—. Ada, no.
—Tuve mucho miedo —sollozo bajito—, no quería que la lastimara y aun así lo hizo, lastimó a mi hermanita, debe estar odiándome.
Vuelve a acomodarse junto a mí y acaricia su nariz con la mía, repitiéndome que nada de eso es cierto.
—Está contándole a todo el mundo que te viste fenomenal pateando traseros —me dice—. Kiara no podría odiarte jamás, te ama mucho, bonita.
—¿Qué pasó con él? —Inquiero recordando lo último que escuché—, oí un disparo.
Su mirada vaga reparando la habitación y sé que quiere pasearme.
—¿Tú disparaste? —joder, no.
—No lo maté —dice rápido porque mi pulso vuelve a dispararse—. No apunté, solo disparé cuando lo vi encima de ti, le perforé un pulmón y ciertamente casi muere, pero se salvó. Nick está encargándose de todo, la policía lo está custodiando.
—¿Los demás?
—No mataste a nadie, Ada —me tranquiliza—, pero si rompiste muchos huesos, fueron cerca de cincuenta y acabaste con todos tú sola.
Lo único que recuerdo es el sonido de los impactos, el olor a sangre y la ira corriendo por mis venas.
La puerta de la habitación se abre y Lois besa mi frente cuando mi hermana aparece en una silla de ruedas empujada por mamá que luce fatal.
Sale dejándonos solas.
—Mi niña —me repara llorando y le digo que estoy bien—, no podría soportar perderlas, esto... las amo tanto.
Toma nuestras manos y las lleva a sus labios, me dice que vendrá pronto y acerca a Kiara a mi cama. Ella también luce mal, de su mano sale una manguerita que se conecta a una bolsa de suero, los pómulos se le marcan y aún tiene los hematomas pero me regala una bonita sonrisa.
—Primero que nada, ¡no sabía que eras una jodida Celaena Sardothien! —exclama haciéndome sonreír—, ¡Dios! Necesito que Nick me entrene así.
—Te amo mucho, Kia —le digo acariciando su mejilla—, lamento todo esto.
Niega.
—Me entregué, Ada, lo hice porque no quería que te lastimara, me dijo que si iba nada te sucedería ni a ti ni a mamá.
Duele, duele que lo haya hecho para protegernos, una chica de su edad no debe lidiar con ese tipo de encrucijadas.
—Lo hice porque las amo —insiste—, no pensé que serías tan estúpida de ir cuando te dije que no lo hicieras.
No puedo evitar reír.
—Claro, es que iba a quedarme tranquila gozando de mi vida mientras te tienen cautiva —ironizo.
Resopla.
—Solo fueron unos cuantos golpes, nada intolerable —me tranquiliza—. Es físico, Ada, se cura; él te estaba arruinando mentalmente y eso sí que deja secuelas, no iba a permitir que volviera a suceder.
Pasea los dedos por mis brazos y forma un ligero puchero.
»Pero gracias —sus ojitos se enlagunan—, gracias por ir por mí aun cuando no lo pedí.
Seco las lágrimas de sus mejillas.
—Tú te entregaste por mí, era lo mínimo que podía hacer.
Sacude la cabeza y sonríe.
—Dejemos el sentimentalismo, mis ojos ya están hinchados —se queja—. Mejor cuéntame cómo van las cosas con mi cuñado bello, ¿viste que está leyendo lo que le recomendé?
Le cuento con más detalles lo que sucedió en Londres y ella me escucha atenta, gesticula y sus muecas me hacen saber que no la han roto, que pudieron manchar su piel pero su esencia sigue intacta.
—Le rompiste el corazoncito —se lamenta—, Lexie me dijo que Kary había armado el escándalo y ¡agh! la odio tanto.
Me deja fría.
¿Qué?
—Creo que acabo de joderla, por supuesto que tú no sabías eso. —Mira a los costados y llama a Lois que no tarda en llegar—. Perdona, metí la pata.
Él la saca y mi hermana me sonríe haciéndome adiós con la mano.
—Íbamos a decírtelo —advierte apareciendo con Lexie detrás—, solo queríamos que mejoraras un poco más.
—No va a golpearte, tarado —le regaña Lexie—, solo quiere saber el chisme.
Una carcajada brota de mis labios haciendo que ambos relajen la postura.
—Te tiene miedo desde que vio lo letal que puedes ser —bromea mi amiga y acerca una silla para empezar a contarme todo.
Vale, admito que me sorprende y en cierta parte me causa pesar.
¿Joder a alguien así por un chico?
Quizá habría preferido seguir creyendo que lo hizo por el dinero, pensar que estuvo tras de mí todos estos años para lograr "vengarse" en algún momento... Ella me repudia porque tomé una decisión que ella no pudo tomar y yo no tengo la culpa. Si me hubiera dicho que salía con Billy, jamás me habría involucrado con él, tengo mis códigos bien establecidos y puede sonar tonto pero no me habría enredado con el exnovio de mi amiga.
—La he dejado con Finn —me indica—. Sí está embarazada, le hice una prueba cuando estábamos en Nueva York, no me fiaba de su palabra.
Asiento.
—No ha estado involucrada directamente en lo que sucedió con Kiara, lo sabía, pero no hizo más que averiguar todo sobre Lois y encargarse de que su información saliera a la luz junto con la llamada de Billy.
—Pudo decírmelo.
—Haz lo que gustes, cariño —me dice—. No puede acusarnos porque no tiene marcas que prueben que la sacamos a la fuerza de su casa, sería su palabra contra la nuestra y esa pizarrita no la deja muy bien parada.
Me trago el resentimiento por el nene que trae dentro, porque el solo hecho de saberlo la convierte en cómplice y lo que hizo Billy no fue nada suave. Secuestrar a una menor le va a traer consecuencias y muchas más tendrá por todos los negocios ilegales que hizo crecer en la zona oscura de Miami.
—Quiero hablar con ella —pido, Lois me pregunta si estoy segura y asiento—. Lo necesito.
Él se queda conmigo mientras Lexie va por Kary que no tarda en ingresar sola a la habitación. No logro descifrar del todo lo que su mirada quiere decirme, noto la furia, pero también el miedo y la nostalgia.
Lois se rehúsa a irse y permanece en una esquina dejándola frente a mí.
—Nunca te traté mal —empiezo—, siempre te apoyé y cuidé tu espalda.
—Me lo quitaste —masculla y vislumbro a una Kary que jamás conocí.
Niego.
—Nunca supe que fuera tuyo —respondo con frialdad.
Sus mejillas se encienden combinándose con el cabello rojo que luce enmarañado.
—Sabes bien, porque me conoces, que nunca me habría metido con él sabiendo que lo querías —señalo—. Tú sí me conocías, porque jamás fingí frente a ti; yo ya no sé qué parte de ti me mostraste realmente. Todos mis recuerdos son falsos, esa chica no eras tú, era solo un espejismo que me hiciste ver.
»Entiendo que te sientas mal por haberlo perdido, pero no fue mi culpa, no te lo causé ni mucho menos lo deseé porque nunca supe de su existencia.
Abre y cierra la boca, es una persona a la que siempre admiré, es inteligente, bonita y, hasta donde creía, leal; me dolió su traición, pero seguí admirando su inteligencia para mover sus cartas y engañarme.
—Eres brillante, Kary —le digo con pesar—, te apoyé a cumplir tus sueños porque creía en ti, aún lo hago; toda la mierda en la que te has revolcado no quita lo buena que eres en tu trabajo, sin embargo, tu inteligencia se ha visto aplastada por un rencor estúpido que dirigiste a la persona incorrecta.
—Tú lo tuviste, a ti te amó —espeta con la rabia salpicando cada palabra.
—Amor... —Sonrío sarcástica— Eso no era amor, se aferró a mí de la misma manera en que yo lo hice con él. Me cegué y dejó de importarme todo; mis creencias, mis reglas, arrasó con cada una de ellas haciendo que mi único propósito fuera curarlo y sanar las heridas que tanto lo aquejaban. Yo quería sentir algo y él lo consiguió, pero no fue amor, nunca lo fue.
»Yo era todo lo que no le gustaba pero vio la posibilidad de manipularme y cambiarme a su antojo, lo consiguió sin esforzarse siquiera.
—¡Pero lo tuviste! —insiste y noto como Lois se acerca—. ¡Yo quería que me mirara como a ti!
—¿Cómo qué? —indago manteniendo la calma—. ¿Cómo un títere al que podía controlar a su antojo? Porque eso fui, y lo sabes, me viste y estuviste ahí; se metió tanto dentro de mi cerebro que lo modificó como quiso. No tenía voz, no era yo misma.
»Y esa sensación, la que tienes tras salir del trance, no se la deseo a nadie. Sientes la culpa de no haber podido detenerlo, de haber permitido que vaya tan lejos... El vacío en mi interior hizo que buscara algo que lo llenara, él logró hacerlo y supo cómo mover los hilos para tenerme a sus pies.
—Te amó —vuelve a repetir.
—Amó la tabula rasa que vio en mí —la corrijo—, amó trazar las líneas que dirigirían mi conducta. No se enamoró de mí, porque nunca fui lo que él quería, es por eso que me cambió.
Kary puede transmitir tanto con su mirada, ahora mismo siento ese rencor que no parece querer desvanecerse.
»Vas a largarte, Kary —ordeno—, porque voy a dejártelo pasar solo por el feto que traes dentro; tengo la esperanza de que cuando nazca logre ablandar el odio que cargas.
»No te atrevas a volver a atentar contra mí o cualquiera de los míos, y sí, estoy amenazándote, me entero de que intentas lastimarnos y te juro que no tendré piedad.
—No me lastimarías —asegura altiva.
—Antes no lo habría hecho, pero supiste que tocarían a mi hermana y lo callaste —respondo, esta vez dejando que la molestia se cuele en mis palabras—. Lo guardaste aun sabiendo que ella no tenía la culpa de los temas en los que me involucré. Joderme es una cosa, pero meterte con quienes amo es otra muy distinta. No te perdono, ni lo haré nunca, solo te estoy diciendo que te esfumes y no vuelvas a cruzarte en mi camino. No brindo ayuda, ni apoyo a traidoras como tú.
»No oses provocarme, Kary, porque sabes bien que lo que prometo lo cumplo y te estoy prometiendo que no seré benevolente. Vete.
Lexie vuelve a entrar y se la lleva lanzándome un guiño que capto sin problemas.
—No sé por qué pensé que no podrías defenderte —niega Lois llegando a mi lado—, yo me asusté y la amenaza no iba para mí.
—Quería dejarle claro un punto y creo que lo conseguí—suelto recibiendo su mano que se entrelaza con la mía—. Me da pena, ella nunca superó las secuelas que Billy suele dejar, pero eso ya no es tema mío. Estoy dolida y como le dije en Nueva York, me estoy permitiendo ser rencorosa.
Se sienta en el pequeño puf que dejaron junto a mi cama y se inclina para besar mi mejilla.
—No tienes porqué solucionar líos que no te corresponden, Ada —me dice con cariño—. Hiciste mucho dejándola ir, podíamos acusarla y saldrías victoriosa.
—Ya no quiero hablar de ella —pido, necesito que mi mente viaje a escenarios más bonitos—. ¿No quieres hacerme cariñito?
Sonríe.
—Joder, eres tan letal y tierna a la vez, ¿cómo pasas de matar a alguien con la mirada a lanzar corazoncitos?
—Es un don —respondo—, el tuyo es hacerme cariñito, así que úsalo.
—Sus deseos son ordenes —le hago espacio en la cama de hospital y se recuesta a mi lado—, pero no pidas brusquedad porque no te la daré, esos golpes necesitan sanar.
Resoplo.
—Vale, lo tomo.
Toma mi rostro y lo acerca al suyo besando mis labios, un largo suspiro se me escapa cuando percibo el primer roce. Lois me lleva al mismísimo cielo y siento que floto con las caricias suaves que reparte su boca sobre la mía. Logra ser posesivo sin lastimarme, es cuidadoso sabiendo que partes de mi rostro tocar. Me deleito con el cosquilleo en mi estómago, añoré tanto esa sensación cuando me escondía de todos, sus ojos azules escaneándome y gritándome que soy lo más bonito que ha visto nunca. Mordisquea mis labios haciéndome sonreír, los monitores sonando hacen que nos separemos.
—¿Así te dejo siempre? —inquiere deslizando los dedos a lo largo de mi cuello.
Asiento.
—Claro, que muchas veces no solo late mi corazón —murmuro distraída y veo como alza las comisuras.
Estoy contra su pecho y tengo un vendaje cubriendo parte de mi cabeza, por lo que me muevo con cautela al momento de lamer el centro de su garganta, lo siento tensarse y sonrío victoriosa. Bajo la mano a su pantalón notando la erección que empieza a formarse.
—Ad...
—¡Adara Brontë!
Me alejo de golpe y eso hace que todo mi cuerpo duela.
—¡Ay, mierda! —sostengo mi cabeza porque el dolor se extiende con rapidez—. ¡joder, podías tocar!
Lois toca un botón en la pared y una enfermera no tarda en llegar para inyectar un líquido en la manguerita que me sale del brazo.
—Va a calmar el dolor, evita hacer movimientos bruscos —me aconseja—, te va a adormecer, no luches contra ello.
Mamá llega hasta mí y se disculpa.
—Nunca te preparas para ver a tu hija toqueteando a su novio —me reprocha—, ambos son adultos y es obvio que no viven a base de besos de pico, pero ¡caray! No esperaba verlos así aquí.
—No lo he visto en dos semanas, mamá —me quejo sintiendo los párpados pesados—. Quería un beso caliente, eso es todo, no soy tan estúpida como para montarlo estando con la cabeza rota.
Lois se mantiene al otro lado y sonríe negando.
—Par de lujuriosos —resopla mi madre—, controlen las ganas para cuando estén en un lugar privado.
—Ahí las cosas se ponen intensas...—arrastro las palabras—. Él ¡mierda! es una máquina de orgasmos...
Siento su mano cubriendo mi boca y sonrío.
Joder, esta medicina me está aflojando la lengua.
—Duerme, bonita.
Sus labios se apoyan en mi frente y aquello es lo último que percibo antes de rendirme ante el efecto del calmante.
Aquí les dejo la playlist de spotify <3
https://open.spotify.com/playlist/3wLxlc30NGqzFDgWOKKCKq?si=f0298c9cf5de447c
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top