CAPÍTULO 18
Lois
17 de diciembre, 2021
Estoy más tiempo en la oficina que en casa con mi familia, pero está valiendo la pena porque a este paso terminaré antes de navidad. Tengo a Kallie a mi lado, nos falta poco para culminar el documento que debemos enviar; una vez recepcionada la demanda, es cuestión de esperar a que nos citen y programen la audiencia.
—Te faltó agregar esto —Kallie me entrega un post-it con la información que olvidé.
Corrijo y continúo con lo poco que me falta. Me he metido tanto en el caso que he hecho el trabajo, que suele costar un mes, en tan solo dos semanas. Mi amiga revisa desde su laptop lo que voy avanzando y corrige los errores que pueda haber cometido. Consulto los libros que tengo a los costados y Kallie me recuerda datos que suelo pasar por alto.
Cuatro horas después, terminamos.
—Yo creo que nos merecemos una pizza —alega terminando de chequear lo que redacté.
—Vale, yo invito.
Reviso mi teléfono mientras ella le da una última leída antes de enviarme el archivo.
Tengo una foto de Adara junto a Lexie consiguiendo su árbol de navidad.
Ada: Dime si no es el árbol más bonito que has visto, fue amor a primera vista.
Sonrío.
—Es injusto que no me digas más sobre ella —se queja Kallie—, soy tu mejor amiga, nunca me has ocultado tus ligues.
—Ella no es un ligue.
—¡Por eso!
—Pronto —prometo.
Murmura maldiciones entre dientes y la escucho renegar mientras tecleo mi respuesta a la fotografía que ilumina mi pantalla, el nombre de Elián se interpone en mi misión, está llamándome, le contesto.
—Tengo un pequeño problema —alerta.
—¿Qué sucede? ¿Estás bien?
—Sí, es solo que estoy en esta tienda buscando un regalo para Ada y no sé qué comprar.
—¿Regalo?
—Su cumpleaños es en dos días, Lois; ya sé que es tarde y debería haberlo comprado antes, pero estoy aquí y no sé, hay muchas cosas atractivas.
—¿Su cumpleaños es en dos días? —indago queriendo golpearme por imbécil.
—¿No sabías?
—¡No la he buscado en google!
—Oh, vale —murmura distraído—, ahora lo sabes.
¡Carajo! dos días y no tengo nada.
—¿Sabes? El otro día mencionó algo de que quería un corsé, aquí hay uno muy bonito, creo que le llevaré esto y... ¡Oh! Vale, hablamos luego, ya no te necesito.
No tengo tiempo de indignarme, cuelgo pensando en que puedo hacer.
—¿Problemas en el paraíso? —indaga Kallie con una sonrisa de suficiencia, sabe que la necesito.
—Su cumpleaños es en dos días y no he hecho nada.
Se acaricia la barbilla y me pregunta que le gusta.
—Bailar, cantar, el ballet, salir a caminar, fangirleó un par de veces sobre Harry Potter teniendo un remake... —enumero y mi foco se enciende—, debo hablar con Le...Leila.
—Realmente no me necesitas —se burla—, solo debes decir las ideas en voz alta y todo cobra sentido.
Beso su frente cuando me echa diciendo que ella terminará y enviará todo, dejamos la pizza para otro día. Le envío un mensaje a Lexie preguntándole si puede hablar y me manda un «yep» como respuesta.
—Hola, guapo —saluda.
—Sé que esto es malísimo, pero pido que entiendas.
—Ada está bien, así que lo que sea no es motivo para enfadarme —responde—, ¿Qué sucede?
—Acabo de enterarme de que su cumpleaños es el diecinueve.
—Vale, igual lo suponía —suelta—, ¿tienes algo en mente?
—Quiero separar un par de entradas para "El cascanueces", ya sabes, ballet. —Avanzo hasta mi auto—. Pensaba que podríamos juntarnos todos después, no lo sé, ¿karaoke?
—Tenía algo como eso en mente y justo iba a llamarte para pedir que la distraigas —baja la voz—. He separado un box en una discoteca que le gusta, puedes traerla luego del teatro.
—Fantástico —respondo—, ya mismo compraré las entradas, muchas gracias.
—Es ayuda mutua, no hay deuda —simplifica—. Te veo luego.
Cuelga y compro las entradas vía web, tengo suerte de encontrarlas en buen lugar. Paso por una floristería de camino a casa y separo el arreglo más grande de rosas rojas, vendré a recogerlas el domingo antes de ir donde Ada.
Fisgoneo un poco en las tiendas y encuentro un collar que me hace pagar sin ver siquiera el precio, la he visto con collares, este parece ser del tipo que le gustan. Recuerdo que me comentó que el único libro que no había leído de las hermanas Brontë era Jane Eyre por lo que me paseo de librería en librería buscando el ejemplar más bonito.
La sex-shop que se encuentra al frente llama mi atención, decido comprar algo ahí también, la encargada me atiende y le hago caso a su recomendación que promete darnos una pizca más de diversión.
Chequeo mi lista mental y he cumplido con todo, mis habilidades culinarias se encargarán del resto.
18 de diciembre, 2021
—¿Qué haces? —indaga curiosa.
No puedo responderle que estoy alistando los ingredientes para su pastel porque eso arruinaría la sorpresa así que suelto algo que mamá llama "mentirita blanca".
—Estoy dándole un último vistazo al documento que debo enviar —respondo, intentando sonar casual.
—Oh.
—¿Qué sucede?
—Oh, nada, nada, olvídalo —se apresura—. Estás ocupado, ya luego será.
—Ada...
—Vale, mamá y Kiara están aquí, pensé que podías venir a cenar —guarda silencio—, ya sabes, para que las conozcas.
Guardo los ingredientes otra vez.
—Estaré ahí en veinte minutos.
—No quiero que te perjudiques, Lois —pide—; es tu trabajo, esto puede esperar.
—No me estoy perjudicando, Brontë —la tranquilizo—, ya llego.
—Gracias —responde bajito—, y me encanta mi nombre con tu voz, deberías decirlo más seguido, ya sabes...
Sonrío, amo como pasa de ser tímida a sugerente en un par de segundos.
—Lo anoto.
Cuelga la llamada y no debo despedirme de nadie porque todos salieron a ver el árbol de navidad del Rockefeller Center. Conduzco hasta su edificio, saludo a los dos chicos nuevos que se encuentran en la puerta y una pequeña rubia de ojos grises me abre la puerta.
Separa un poco la boca y asumo que ella es Kiara.
—Hola, Kia —saludo—, tu hermana me ha hablado mucho de ti.
Me guardo la risa cuando sacude la cabeza tal y como hace Adara cuando espabila.
—Mi hermana suele tener buen gusto, pero contigo se pasó —dice haciéndome espacio para pasar—, adelante.
Avanzo y Kiara pasa por mi lado sin quitarme el ojo de encima.
—Soy Lois —me presento.
—Kiara, pero eso ya lo sabes. —Sonríe—. ¡Ada, llegó tu sumiso!
No puedo evitar sonreír porque ella tiene una chispa similar a la de su hermana.
—Kiara Elizabeth —advierte mi rubia caminando hacia nosotros—, te daré de comer todos los días de tu estadía por hacerme pasar vergüenza.
—¿Vergüenza? —inquiere indignada—. No vas a decirme que no lo has tocado, porque eso sería mentir y tú no me mientes, está prohibido.
—Oh, cállate y ve con Lexie, la dejaste picada con ese libro.
La pequeña rubia le saca la lengua y se va.
—Tiene la lengua algo suelta —suspira—, pero la amo.
—Es una tú pequeña —digo atrapando su cintura.
Asiente rodeando mi cuello.
—¿No vas a saludarme? —Me sonríe con picardía—. Es de mala educación no saludar.
—¿Tu mamá? —susurro concentrando mi mirada en sus labios rosados.
—Salió —me informa y no necesito más para saludarla como se debe.
Siento su sonrisa contra mis labios y presiono mi agarre, besándola tal y cómo pidió.
—Me encanta como saludas —musita aún con los ojos cerrados—, pero más que vale que solo me saludes así a mí.
Rio.
—No me apetece saludar de esa manera a nadie más —le aseguro dejando otro corto beso.
—¡Bombón londinense! —Esa es Lexie—. Pensé que ya no llegabas.
La puerta se abre y una tercera rubia ingresa. Me mira y abre la boca en una ligera "o".
—¿Él es...?
—¿Mi novio bonito? Sí.
La señora sonríe y se acerca a mí, le da las bolsas a Kiara que no se lo toma muy bien.
—Sarah. —Extiende su mano—. Un placer por fin conocerte.
—Lois. —La tomo, me sorprende cuando me jala para un abrazo, me encorvo y se lo correspondo, palmea mi espalda y creo escucharla sorber por la nariz.
—Perdona la tardanza —dice al separarse de mí—, ya mismo está la cena.
Me mira otro poco y finaliza con otra sonrisa sincera. Quiero ayudar a poner la mesa, pero Sarah no me lo permite.
—Ya me ayudas luego con los platos —me susurra Ada al oído.
Admiro lo bonito que quedó el árbol y logro ver los adornos de Harry Potter. Hace un buen equipo con Lexie.
Traen mi plato a la mesa, me maravillo con lo delicioso que luce. El olor llega a mi nariz, mi estómago ruge en respuesta. Todas se sientan y logramos tener una cena amena, incluso con los comentarios de Kiara.
—¿Te gusta Taylor Swift? —Indaga—. Porque Adara está loca por su música, aún recuerdo cuando se dibujaba el trece en la mano.
—Me gusta mucho, la verdad —respondo.
—Oh, genial —sonríe—, al menos tendrá a alguien que la entienda.
Lexie luce muy divertida con la escena pero no interviene.
—¿Y... sí practicas el BDSM? —curiosea—. Ada no, pero siempre quiso intentarlo.
—Oh, Dios mío —esa es Sarah—, Kiara, lo estás incomodando.
—Pero él no luce incómodo, mami —repone—, ¿verdad que no, Lois?
Sonrío y niego. Me estoy divirtiendo con ella.
—¿Ves? —Le señala a su mamá—, pero vale, no respondas esa pregunta, mejor... ¿Eres bailarín? Vi esa foto de ambos bailando en la habitación de mi hermana.
Ada patea a su hermana por debajo de la mesa pero recibo gran parte del impacto, ella murmura un «lo siento».
—Soy abogado —aclaro—, pero bailo ballet desde pequeño, así que domino el baile.
Asiente procesando y me animo a preguntar por la comida que estuvo deliciosa.
—Oh, muchas gracias —Sarah se sonroja—. Es un plato típico de Perú, la primera vez que lo probé quedé tan encantada que decidí aprender la receta.
—Está muy rico, nunca me he aventurado en la gastronomía peruana, supongo que debería hacerlo —comento—, es agradable al paladar.
—De por sí me encanta la comida peruana, si la preparas tú podría convertirse en mi favorita y destronar a las pastas. —Sonríe Ada interviniendo después de mucho—. Mami, te amo y amo tu sazón, pero Lois... ¡Joder! es tener el mismo cielo en la boca.
Lexie y Kiara voltean a verla sugerentes.
—¡Hablo de la comida! ¡Mamá!
Incluso Sarah sonríe un poco viéndola y ella se refugia en mi pecho sin querer más miradas. Nadie lo nota, pero está dejando muchos besos sobre mi suéter. Sonrío y acaricio su cabello.
Sé que no es normal que su mamá me observe tanto, como si quisiera abrirme y ver que tengo dentro, pero hago como si no me diera cuenta, entiendo su preocupación.
Ada decide salir por fin de su escondite y alza la barbilla como si el episodio anterior no hubiese sucedido. Nos habla de las audiciones para los tres papeles y cuenta un poco de cada personaje, ya me lo ha dicho, pero de igual manera la escucho atento, tiene un tinte distinto y hermoso cada que habla de aquello.
—Creo que Effie es mi favorita. —Sonríe—. Es maravillosa, al menos en lo poco que he leído sobre ella, me encanta su personalidad.
Sarah le hace algunas preguntas que ella contesta gustosa y así es como termina nuestra cena. La envía a dejarles comida a los chicos y se acerca a mí.
—Perdona por mirarte así —empieza y presiento que su voz va a romperse—, es solo que... ella luce tan feliz.
—No es por mí —le aclaro sosteniendo su mano—, Ada es fuerte, Sarah.
—Yo lo sé. —Seca su mejilla—. Ella cree que no lo noto, que no noto cuando finge sonrisas, pero soy su mamá y claro que lo hago. He notado cada una de esas sonrisas falsas a lo largo de los años, ahora tiene esa chispa que no he visto desde que tenía quince.
—Está cortando sus cadenas —le sonrío—, y se está permitiendo disfrutar más de la vida, solo soy un peón más al que ella está dándole el chance de convertirse en su compañero. Ada sigue siendo la pieza importante del tablero.
—Te agradezco por la compañía, entonces —sorbe—, gracias, Lois.
No creo que haya algo que agradecer, porque la compañía es mutua, pero tomo el "gracias" si eso la hará sentir mejor.
—Tengo las mejores intenciones con ella —informo—, Adara me gusta mucho, Sarah. Y, quizá suene tonto porque no ha pasado mucho desde que la conocí, pero la quiero y considero que el cariño no es un sentimiento que merezca ser reprimido.
Acaricia mi mejilla y me mira con ternura.
—El tiempo no se tiene en cuenta cuando de sentimientos hablamos —sonríe comprensiva—, la conexión no se rige en madera de días, meses o años.
Ada llega y nuestra conversación finaliza, me regala una última sonrisa y se va para regañar a Kiara que está queriendo cambiar el orden de los adornos.
—Bueno, sexy caballero —Hace una reverencia—, ¿me acompaña a meter los platos en el lavavajillas?
—Con gusto, sensual doncella.
Ríe y me lleva con ella, le alcanzo todo lo que ensuciamos y ella va introduciéndolos hasta llenarla.
—Supongo que ya debes irte —musita y asiento—, ¿cuándo te veré otra vez?
No menciona su cumpleaños y puedo apostar a que es para no crearme compromisos cuando, según ella, aún tengo trabajo pendiente.
—Debo solucionar un par de cosillas que quizá me tome dos o tres días —miento—, pero luego ya tendré la agenda más holgada, Kallie está obligándome a delegar.
—Kallie... ya quiero conocerla, siento que podríamos ser amigas.
—Seguro que sí. —Sonrío—. Está bastante curiosa con respecto a ti.
—¿Aún no le has dicho quién soy? —Niego—. ¿Por qué? Es tu amiga, Lois, puedes hacerlo, no tengo problemas con ello.
—Ella es de confianza —aseguro.
—Por algo es tu amiga —sonríe.
La apretujo contra mi pecho y suspira haciéndome reír.
—No quiero que te vayas —se queja apretando su agarre alrededor de mi torso.
Quien diría que alguien tan pequeña podría poseer tanta fuerza, creo que puede echarme al suelo sin dificultad.
Beso su frente y ella apoya su barbilla en mi pecho, sorprendiéndome con el verde de sus ojos. Es un verde que transmite calma, pero a la vez tiene un esplendor que grita «¡vive!» su verde es una mezcla de locura y paz, tal y como es Ada.
—No sé si algún día me acostumbraré a la manera en que me miras —susurra.
—¿Cómo te miro?
—Bonito —constata.
Sonrío y dejo un corto beso sobre sus labios. Me pesa, pero debo irme, sino terminaré cediendo a sus encantos y arruinaré lo que tengo planeado para mañana.
—Te acompaño a la puerta —dice con pesar.
Me despido de todas y la beso por última vez antes de volver a casa.
Hoy no se duerme.
19 de diciembre, 2021
Es temprano, conduzco con cuidado de no dañar el pastel que se encuentra junto a mí, recojo las rosas que ordené y las acomodo en el asiento trasero.
No tardo mucho, ya que el tráfico es un mito a esta hora.
Creo que le agrado a Nick, porque aun cuando siempre me mira ceñudo, a veces lo atrapo relajando el rostro. Él me ayuda con el pastel y abre la puerta del departamento para no despertar a nadie.
Me pongo manos a la obra con el desayuno, intentando hacer el menor ruido posible. Kiara se asoma con los ojos somnolientos y temo no estar siendo cuidadoso.
—No... —Bosteza—. Me desperté temprano para leer un libro, descuida. Huele delicioso.
Me relajo y continúo con el desayuno de cumpleaños.
Le pregunto de qué va su libro y me sorprende narrándome una historia con mucho sexo que parece encantarle. Ahora sé de dónde saca las preguntas listillas.
—La autora actualizó hoy en la madrugada —concluye—, el capítulo estuvo muy bueno.
—Se oye interesante —comento.
—¡Lo es! —se emociona—. ¿Quieres que te pase el link? Prometo que vas a disfrutarlo, incluso puedes comentar tus dudas conmigo, ya sabes, para reforzar el vínculo de cuñados.
Nunca he sido prejuicioso con respecto a la lectura, si algo me llama la atención lo leo, no importa el género que sea, así que no rechazo la oferta de Kiara.
—No prometo leerlo ahora mismo, pero te avisaré cuando empiece.
Asiente inquieta y me sonríe diciendo que su hermana esta vez sí se pasó conmigo.
Escuchamos ruido y ambos guardamos silencio.
—Creo que ya despertó —murmura—, déjame, iré a ver.
Termino con la fuente que contiene su desayuno y me aseguro de que luzca bien.
—Ve, ve, ve, está aseándose pero saldrá pronto —me apura Kiara empujándome a la habitación, es rápida y me trae el enorme arreglo para que todo esté listo cuando Ada termine—, ¡suerte!
Sale con sigilo y cierra la puerta.
Ada no tarda mucho y abre los ojos de par en par al verme sentado en su cama. Pasa la mirada de mí a las rosas, vuelve a la fuente con comida. Camina lentamente hasta mí y no sé si es consciente de su meneo de caderas, pero eso me afecta y mucho. Hay cosas que no puedo controlar, como el instinto lujurioso que despierta en mí. Sonríe cuando llega a donde estoy y se sienta a horcajadas sobre mi regazo.
—Así que eres un pequeño mentiroso —musita rodeando mi cuello con sus brazos.
Asiento dejando mis manos sobre sus piernas desnudas, lo que no solo la afecta a ella y lo nota.
Mira sugerente hacia abajo y toca sobre la tela volviendo su verde a mí.
—Parece que no soy la única que acaba de despertar.
—Luces tan ardiente con esa lencería, joder —empieza a moverse.
—Dame los buenos días, anda —pide.
La sostengo contra mí y le pongo seguro a la puerta. Toma un condón de su mesita y saca mi miembro para colocarlo. Se alza un poco y abre el body de encaje para dejarse caer con una lentitud tortuosa.
Gruño sujetando sus caderas y el gemido que libera en mi oído hace que la bestia despierte ansiando todo de ella. Sonríe complacida y va más rápido marcando un ritmo jodidamente placentero. Ondeo las caderas consiguiendo que no contenga los ruidos que salen gustosos de su carnosa boca. Me está enloqueciendo.
Tomo su cabello en un puñado y la acerco a mis labios besándola con fiereza, porque puede lucir como una doncella inocente, pero debajo es una mujer ardiente que ama el placer que un orgasmo puede concederle. Mis manos se deslizan sobre su cuerpo cubierto por el encaje y me deshago de la pieza de ropa que se arremolina en su cintura. El contacto directo con su piel ocasiona gemidos por parte de ambos, acuno uno de sus senos y presiono, ella se arquea ofreciéndomelos.
Adara corresponde al beso con el mismo arrebato sin dejar de moverse sobre mí, y la misma brusquedad la demuestra no queriendo que suelte sus labios, al menos no hasta que ella lo decide, porque decide que mi tacto no es suficiente y baja mi boca a sus pechos que beso y muerdo con gusto.
Me deleito con la sensación de su piel bajo mi boca, tomo su pezón entre mis dientes y mis oídos se complacen con el gemido alto que emite.
La dejo contra la cama y alza la pelvis pidiendo que me mueva, lo hago y aferra las manos a las sábanas cuando toco el botón hinchado que veo perfectamente desde donde estoy.
—Lois... ¡Mierda! —gime.
Presiono la piel de sus caderas entrando y saliendo de ella con movimientos que la hacen arquear la espalda y echar la cabeza hacia atrás.
Me encanta que tenga la confianza suficiente como para no reprimir ninguno de los ruidos que provoco. Se deshace sobre la cama y sus paredes se aferran a mi miembro dándome el orgasmo que me hace gemir su nombre.
No termina de recomponerse cuando salgo de ella quitándome el condón y bajo a su humedad, un néctar como el suyo no puede ser desperdiciado así.
La complazco con mi boca y dedos ocasionándole otro orgasmo.
—Joder... —jadea agitada.
—Feliz cumpleaños, Brontë —le digo recostándome junto a ella, sonríe.
—Quiero que mi cumpleaños sea todos los días —murmura risueña.
Sonrío dándole un beso suave que la hace suspirar.
—Me encanta como puedes ser una bestia sexual y a la vez un novio tierno que da besos como estos —ríe—, hoy más que nunca me doy una palmadita de felicitación por haber adquirido las paredes insonorizadas, afuera deben estar pensando que me estás haciendo mimos.
—Pero sí que te he consentido —susurro acariciando su mejilla.
—Oh, sí, por supuesto que lo hiciste —palmea mi abdomen.
Sus piernas aún están temblorosas por lo que espera a recomponerse para levantarse y tomar algo que cubra su desnudez. Sonríe viendo las rosas y se relame los labios dispuesta a tomar su desayuno.
—Pensé que no me habías buscado en google —comenta picando las fresas.
—No lo hice —respondo.
—¿Elián? —Asiento—. No te lo dije porque no quería que te sientas comprometido, pensé que aún tenías trabajo pendiente.
—Lo terminé hace unos días, lo de Kallie obligándome a delegar no era mentira, se encargó de lo que faltaba, es por eso que estoy libre hoy —explico—, ¿me haces espacio en tu agenda a partir de las siete?
—¿A dónde iremos?
—Te va a gustar, lo prometo.
—Vale, soy toda tuya a partir de las siete.
Me sonríe y un estremecimiento me recorre entero queriendo atesorar esa sonrisa para siempre.
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