CAPÍTULO 17
10 de diciembre, 2021
Desde hace un par de días decidí salir a correr, estar en casa todo el tiempo empezaba a estresarme y no estoy en cuarentena como para seguir encerrada.
Veo a Ivar y Daven con ropa deportiva corriendo detrás de mí y sonrío. Pedí que lucieran casuales, como si no vinieran cuidándome la espalda. Nick se encuentra vigilándonos a lo lejos acompañado de Finn. Aprovecho la vista que me da central park, hay gente alrededor haciendo su vida como mejor les parece y no veo a nadie mirando con ojos criticones a otros. Es algo que me encanta de Nueva York, aquí puedes ir vestido de pollo y la gente no va a mirarte mal, te aplaudirán por el buen disfraz que luces.
Doy una vuelta más y me dejo caer en el césped, creo que llegué a mi límite.
—¿Estás bien? —indaga Ivar.
Asiento tapando mi rostro con mi antebrazo.
—Dame un par de minutos —pido.
Recupero el aliento y me levanto recibiendo la botella de agua que me ofrecen.
—Ya fue suficiente. Volvamos —sacudo mis extremidades y emprendo el trote hacia mi edificio.
Es temprano, me levanté a las cinco y recién son las siete. Tengo tiempo para desayunar, ducharme y alistarme porque tengo una sesión de fotos para una marca de ropa. Benjamin me envió la información hace una semana, vendrá dentro de un par de horas para ir juntos al estudio.
Hace unos días aprendí una receta de avena y fruta, es la cosa más sencilla y logra llenar mi estómago. ¡Ni siquiera debo encender la cocina! Fue el descubrimiento del año. Me alimento y alisto todo lo que necesito para hoy, mi primera aparición con marcas luego del escándalo. Ya no hay reglas estúpidas, solo yo y quién quiero ser.
***
—Hey, tranquila. —Benja da un apretón a mi mano que se aferra al volante—. Dijiste que ellos siempre eran amables.
Asiento.
—Ser quien soy —musito para mí misma liberando el pobre timón.
Bajo del auto y camino con mi representante al lado, las reglas de Rosalie vienen a mi mente pero logro quitarlas y relajar mi postura, no necesito estar tensa. Saludo a todos con una sonrisa sincera y me llevan con el grupo de chicas que se encargarán de maquillarme.
—No quiero que cubran mis pecas —pido—, ¿se podrá?
Se miran entre ellas y me informan que consultarán. Espero con la paciencia que no poseo a que llegue la encargada de la fotografía.
—He pasado años cubriéndolas, no quiero hacerlo más —explico—. No creo que perjudique en nada la imagen de la marca. Por favor.
Se lo piensa, supongo que analiza si puede concederme ese deseo sin dañar a la empresa. Evito mirarla para evitar ser insistente, pero ella me sonríe y les ordena a las chicas que no cubran pecas ni estrías ni cicatriz. Agradezco con un gesto afable, cierro los ojos entregándome a las manos de las estilistas, que son amables y no hacen preguntas sobre lo que sucedió. Retocan mis uñas y terminan con las ondas de mi cabello.
Le sonrío a quien me maquilló y ella me devuelve el gesto sincero. Traen las prendas que usaré, se las pasan entre ellas y me ayudan a vestirme guiándose por las imágenes de una tablet.
Me piden que baile e incluso ponen música para hacérmelo más fácil, la falda se balancea y cierro los ojos disfrutando la música. Rio dejando que saquen más fotos y toca cambio de vestuario. Esta vez es un bikini que admito me encanta. Poso según me indican y me enorgullece que todo aquello que oculté ahora sea visto.
Resulta ser una mañana agitada, pero me divierto. Esta es la clase de cosas que no disfrutaba por las reglas de Rosalie. Antes estaba tensa todo el tiempo por miedo a decir algo inadecuado o por no sonreírle a alguien, ahora solo me guío por lo que yo creo correcto. No soy una mala persona, decir palabrotas no me hace una criminal; es más, una vez leí por ahí que éramos de las personas más honestas.
15 de diciembre, 2021
Kary viene mandándome muchos mensajes en los últimos días, del tipo «Oye, Ada, la jodí pero extraño tus privilegios y quiero volver» ignoro el último texto que llegó. De verdad tengo ganas de bloquearla, pero está el tema de Billy, por más que esté resentida con ella no me gustaría que la lastime.
—Adara —me saludan y alzo la vista.
Sonrío.
—Doctora, buenas tardes. —Correspondo al abrazo que me da.
—Un placer por fin conocerte. —Se hace a un costado y deja espacio para que pase—. Adelante.
Es mi primera cita con ella, no tardé mucho en elegir; tenía tres opciones y Benjamin se encargó de que estuvieran disponibles, pero el rostro de Summer hizo ese clic conmigo.
Camino siguiéndola, la habitación que me recibe es realmente acogedora, usa tonos cafés que convierten el ambiente en uno cálido y de confianza. Hasta provoca tomarse una tacita de té y acurrucarse a dormir. Hay cuadros minimalistas con frases en distintos idiomas. Me distraigo por un instante reparando la decoración, pero decido dejar de husmear para sentarme en el sofá que se encuentra frente al escritorio de mi nueva psicóloga.
—¿Cómo estás? —pregunta con una sonrisa comprensiva en el rostro.
Le pasé a Benja el expediente que había hecho mi psicóloga en Miami para que Summer pudiera estar al día con todo lo sucedido. No me apresura, espera pacientemente a que organice las ideas en mi mente y logre articularlas.
Esa pregunta suele tener una respuesta automática, que en la mayoría de casos es la mentira que oculta tu verdadero estado de ánimo. Es la frase que nos refugia de desnudar aquello que nos hiere con quien podría no comprendernos. Mi lengua está por soltarla, pero tardo un par de segundos en darme cuenta de que con ella no debo mentir, no si quiero que me ayude.
—Estoy bien... pero no lo estoy —admito—, no sé si tiene sentido.
Asiente.
—Otórgale el sentido —me indica con amabilidad.
Suspiro.
—Vale, yo... —Paseo la vista por la oficina y aprieto las manos en mis rodillas—. Cuando estoy acompañada logro disipar ciertos temores o ideas negativas; pero al estar sola, todo vuelve... El miedo a las críticas, a que no me acepten, a que... a que me juzguen.
Un par de lágrimas caen y ella me alcanza un pañuelo para secarlas.
—Me alegra que seas sincera. —Me da una mirada comprensiva—. Eso quiere decir que estás aquí para ayudarte a ti misma y no para complacer a otros, ¿verdad?
—No quiero que mi vida esté controlada por las críticas —hablo con el nudo gigante en mi garganta—, no quiero sentir que me voy abajo solo por una mala mirada.
Dialogamos durante una hora o quizá más y salgo con los ojos hinchados al haber liberado emociones que ni siquiera sabía que estaba reteniendo. Summer se sienta junto a mí, me transmite la certeza de que lograré dejar esos miedos atrás.
—Soy tu aliada —me asegura sonriendo—, te ayudaré a impedir que los miedos controlen tu vida, porque vas a seguir teniéndolos, es normal sentir miedo ante ciertas circunstancias, pero no podemos dejar que aquello dirija nuestras decisiones, ¿vale?
Asiento.
Al salir me siento más liviana, como si me hubiera quitado un peso de encima, le hago adiós con la mano y me adentro en el auto de Benja, es quien me trajo.
—¿Cómo te fue?
—Ella me agrada —respondo.
—¿Quieres ir por un helado?
—Estamos a cinco grados, Benjamin —le recuerdo.
Sonríe.
—Es solo un número.
—Ese número va a traernos problemas de garganta luego, valoro mi voz, gracias. ¿Qué tal un chocolate?
Resopla.
—Vale, lo tomo.
Se desvía y nos lleva a un Starbucks, donde estacionamos y hacemos el pedido para llevar. Pasar el rato con Benja es agradable, tenemos gustos similares por lo que no faltan temas de conversación . No soy una amante de la política, pero estoy lo suficientemente informada como para debatir al respecto, así que no me amilano cuando ese es el enfoque.
Me deja en el departamento y bajo encontrándome con Nick que parece ansioso, lo que es raro puesto que él casi nunca denota emociones fuertes en sus facciones. Intenta distraerme, pero me empecino en subir, algo no anda bien. Y por supuesto que las cosas no están bien, tengo las paredes insonorizadas pero si la puerta está abierta cualquier discusión puede escucharse.
—¡Que te largues! —Lexie se oye muy molesta, pero ¿qué hace Lexie aquí?
—¡Eres una aparecida! —Vale, esa es Kary, me apresuro para llegar—. ¡Me conoce de años, tú llegaste apenas!
—¡Esta aparecida jamás la lastimaría ni traicionaría como tú hiciste!
Llego y me encuentro con la imagen de ambas, Lex parece haber llegado recién, pues tiene las maletas en la entrada, pero Kary si está cómoda dentro.
—¡Ada! —intenta acercarse pero la aparto—. Es tradición venir aquí para navidad.
—Era —la corrijo—, cuando no eras una traidora.
Su gesto de superioridad desaparece.
—Ada, somos amigas, debemos perdonarnos —insiste.
Nick se acerca queriendo sacarla, pero lo detengo, aún hay cosas que debo decirle.
—Perdonar —rio con ironía—. Claro, obviamente perdonaría a la hipócrita que ha revelado mis intimidades al mundo, por supuesto que lo haría.
Parece no notar mi sarcasmo porque sonríe feliz.
—¿Viste? —Extiende sus brazos—. Un abrazo de la amistad, anda.
Arrugo el entrecejo, no está actuando como ella.
—No te perdono, no lo hago —le aclaro—, y quizá no lo haga jamás, porque me estoy permitiendo ser una jodida persona rencorosa que se pone a sí misma por encima. Así que haz el favor de largarte, no quiero emplear violencia.
Sus ojos se abren de par en par y balbucea un poco.
—Pero...
—Pero nada —concluyo tajante—. Te he apoyado siempre, tus padres no podían pagarte la carrera que querías y te di el dinero para que cumplieras tu sueño, porque quería que fueras feliz. Yo sí te apreciaba, creía en ti y en tu potencial. No te pedía que te quedaras a mi lado por compromiso o porque te sintieras en deuda. Lo que hice, lo hice de corazón; sin embargo, considero que mínimo merecía respeto por las cosas que en algún momento te confié. Podías largarte si te apetecía, nunca te encadené a mi lado, pero preferiste cagarte en mi vida y lucrar con temas privados.
»Lárgate, Kary, no quiero verte más aquí.
—Pero, ¿ella? —señala a Lexie que toma su dedo y lo echa abajo.
—No te atrevas a señalarme otra vez —le advierte.
—¿Por qué ella se queda?
—Porque es mi mejor amiga y a mí se me antoja que se quede.
—¡Pero acaba de aparecer!
—Joder, no seas inmadura, Kary, entiende que perdiste, ¿sí? No soy la nena que perdonaba que me culparas de tus travesuras, tampoco soy aquella que justificaba que hablaras a mis espaldas. Abrí los ojos, no vas a justificarte otra vez porque no te creeré.
Se niega a irse por lo que dejo que Nick haga acto de presencia para motivarla a salir. Toma sus cosas y abandona el lugar. Debo cambiar la cerradura porque no quiero tenerla dentro otra vez.
Abrazo a Lexie dándole la bienvenida, no sabía que venía hoy.
—Cumples años en unos días —explica—, adelanté la prueba de vestuario para lograr llegar.
La apretujo y presto atención a su rostro. Está cubierta de maquillaje, quizá demasiado, por más que le encante maquillarse nunca usa tanta base.
—¿Todo bien, cariño? —indago.
Su sonrisa flaquea pero la recompone rápido.
—Sí —asegura. Sé que está mintiendo, pero no refuto.
—¿Sabes que estoy para ti, verdad?
Asiente y besa mi mejilla. Cuando esté lista me lo dirá, no quiero presionarla si no quiere conversar sobre ello. La llevo a la que será su habitación y sonríe viendo armada la cama que pidió .
—Estaba aburrida y no se veía difícil. —Me encojo de hombros—. Le pedí a Daven que la revise para comprobar que estaba bien hecha.
Se deja caer en el colchón y la ayudo a acomodar todo. Terminamos tan exhaustas que paso mi rutina para mañana, el cuerpo no me da para trabajarlo más.
—Tienes una vista preciosa desde aquí —celebra mirando el atardecer.
Está recostada sobre el espaldar de su cama, me ubico a su lado para obtener la misma vista.
—Lo sé —sonrío.
—¿Qué sabes de Lois?
—No lo veo desde hace cuatro días, hemos hablado por llamada, pero el trabajo lo tiene ocupado —le cuento—. Me dijo que llegó un cliente importante y se está encargando de todo con Kallie.
—¿Kallie?
—Una amiga suya —respondo.
Entrecierra los ojos y se acaricia el mentón.
—Amiga...
Rio.
—Es solo su amiga —le aclaro—. Confío en Lois, no le armaré una escena de celos por ella, se oye amigable.
—Vale, te estaba probando, pero veo que si hay confianza —sonríe—, ¿sabes si Eli cocina igual de rico que su hermano?
Le doy un empujoncito con mi hombro.
—No usaré a mi amigo así.
—Bien, bien —suspira—, pidamos algo, todavía no he captado todos los truquitos de tu novio.
—Aún no es mi novio.
—Se han acostado, ¿no?
—Sí, pero eso no quiere decir que sea mi novio —respondo.
Le resta importancia.
—Son detallitos, verás que pronto lo será.
Sí, quizá sí.
Lois
Los ojos me arden por lo irritados que están, he olvidado las gafas en casa y la luz azul de la pantalla logra cansarme.
—Sería más fácil si me dejaras ayudarte en eso también —se queja Kallie—, trabajas doble por gusto.
Sigue resentida por el mes libre. De reojo veo como se cruza de brazos y me observa como suele hacer cuando hago algo que le disgusta. Tarda unos segundos en esa posición, pero cede al notar que mi atención no recae en ella.
—Ya me falta poco —sí, como unas cincuenta páginas más.
Hago anotaciones y resalto los datos que me interesan. Kallie deja su orgullo para revisar la montaña de material físico. Es un caso grande, debo hacerlo bien; si ganamos, la firma tendrá mucho más reconocimiento y eso nos favorece en demasía.
—Mira esto —Kallie me acerca un documento que encontró—, ya nos vi ganando en ese estrado.
Sonríe orgullosa.
Bostezo, pero no dejo que el cansancio me distraiga, tengo que seguir.
—Lois —me llama y la ignoro porque sé lo que dirá, sigo leyendo—, ¡Lois!
Desvío la mirada a su rostro carmesí.
—Continuemos mañana —pide—, o déjame ayudarte ¡joder! Tienes que confiar en mí, me estás dejando lo fácil y te cargas la parte dura, soy igual de capaz que tú.
Lo sé, soy muy consciente de eso, pero me cuesta.
—Kallie...
Se pone de pie y me enfrenta desde arriba.
—Kallie una mierda, me importa esto tanto como a ti, estoy igual de comprometida que tú. No creas que voy a relajarme porque no lo haré, ya te leíste el noventa por ciento del material, déjame ese diez por ciento y vete a descansar.
Últimamente discutimos mucho y es más mi culpa que suya, siempre le ha enfadado que no le confíe los casos importantes, pero ahora lo demuestra más, no se calla los reclamos.
Dudo, pero lucho conmigo mismo y le envío el expediente actualizado.
Recibe el email y sonríe gustosa.
—¿Viste que no es tan difícil? —indaga—. Te prometo que lo haré bien y si tengo alguna duda voy a llamarte.
—Así....
—Así sea de madrugada y estemos en medio de un sismo —bufa completando—, lo sé, ahora largo, anda con tu rubia.
Se acomoda emocionada y me despido saliendo de la oficina. Aún es temprano, hay gente trabajando en casos menores, les hago adiós y salgo con dirección a mi auto.
Recibo una llamada de papá, atiendo.
—Lois, ¿me vienes a recoger? —pregunta—. Tu madre no me da indicaciones claras y no puedo tomar un taxi.
—¿Taxi? ¿Dónde estás?
—¿Dónde crees que estoy, hijo? —suspira—. A veces te me pones estúpido, estoy en el aeropuerto.
¿Cómo carajos es que llegó sin que sepa?
—¿Hijo? ¿Vienes o no? Tu hermano no me responde el teléfono.
—Estoy yendo, espérame.
Cambio el rumbo del vehículo, de noche el tráfico apesta por lo que tardo más de lo que había estipulado. Espero en el estacionamiento a que llegue mi papá y reviso mi teléfono en busca de algún mensaje.
Ada: No me dijiste que tu papá venía hoy, Hazel me invitó a cenar, estoy yendo con Lexie, supongo que te veré ahí.
Ada: Esto va a sonar muy cursi, pero me alegra tener una excusa para verte.
Sonrío.
Lois: ¿Me crees si te digo que me acabo de enterar?
Lois: Papá me llamó para decirme que estaba en el aeropuerto y yo ni enterado de que llegaba hoy.
Lois: Quizá he estado muy metido en el trabajo, hoy progresé un poco y dejé que Kallie terminara lo que empecé.
Lois: Te he echado mucho de menos, te veo en un rato.
Me responde al instante con una foto de la ropa que usará.
Joder, es preciosa.
La llamo y no tarda mucho en responder.
—Hola a ti —saluda haciéndome sonreír.
—Ese vestido hace cosas locas con mi mente —advierto.
—También con la mía, me encanta, es muy bonito, ¿verdad? —inquiere, coqueta.
—Tú eres muy bonita —agrego.
Se queda callada.
—¿Brontë?
—Aquí estoy —responde—. Debo colgar, ya saldremos, te veo ahí, ¿vale?
—Vale —escucho su respiración—, oye.
—¿Sí?
—Me gustas.
Puedo imaginarla sonriendo.
—También me gustas, Lois.
Cuelga y papá aparece en mi campo visual. Bajo del auto para ayudarlo con la maleta, pero no me deja, él mismo sube sus pertenencias en el asiento trasero.
—No soy un anciano, Lois —se queja y corresponde a mi abrazo—, tu mamá tenía razón.
Me mira por un largo rato y palmea mi mejilla.
—¿Mamá tenía razón con qué? —inquiero alejándome para rodear el vehículo y subir en mi puesto.
—Luces distinto —contesta con brevedad, se monta en el asiento de copiloto.
—¿Me ha salido un tercer ojo? —Bromeo—. ¿O es que tengo tentáculos y no lo he notado?
Niega sonriendo. Enciendo el auto, quiero llegar pronto a casa.
—¿Entonces, papá? —insisto. Mi mirada está al frente, pero percibo la suya mientras salgo del estacionamiento—. ¿Qué es lo que tengo distinto?
Mamá es chispeante, enérgica; papá es más tranquilo y analítico.
—No lo sé —responde—, tienes un brillo distinto.
—¿Cómo Tinker Bell? —Me divierto con su rostro durante el segundo que me permito observarlo—. Sabes que siempre quise ser un hada.
—Cuando vayas a Londres te compraré el disfraz e iremos a Disney —promete—, ahora déjate de tonterías y cuéntame más de esa chica: Betty.
No le dije el verdadero nombre y parece que mamá no me contradijo. Papá no es ajeno al tema, obviamente la conoce. Le hablo de Adara y me escucha atento, hace una que otra pregunta que yo respondo con sinceridad.
—Entonces de verdad te gusta.
Asiento.
—No voy a mentirte, me asusta un poco lo rápido que ha calado en mí, pero la sensación es tan gratificante que disipa cualquier miedo. —Sonrío—. Ella es maravillosa, ya lo verás.
Tardo otra hora en llegar a mi edificio y estaciono dentro, esta vez sí me deja tomar la maleta. Estoy en el piso veinte por lo que el ascensor no sube tan rápido como me gustaría. Abro la puerta de mi departamento y sonrío viendo la escena delante de mí.
Ada está distraída bailando en la sala con mi hermano una canción de Taylor Swift, Lexie hace numerito alrededor y mamá aplaude riendo. La rubia tarda un par de segundos en notar mi presencia y correr hacia mí. Rodeo su cintura, ella hace lo mismo con mi cuello. Inhalo su perfume y cierro los ojos disfrutando la sensación.
—Acabas de llevarte a mi pareja de baile —me regaña Elián divertido pasando por mi lado para saludar a papá—. Anciano padre, he extrañado tu sabia presencia.
Ada me suelta de a pocos y sonríe sonrojada. Beso su frente y la pongo a mi costado para que papá la vea. Él abre y cierra la boca muchas veces, me aguanto la risa ante su reacción.
—Ella no se llama Betty —señala y niego.
—Papá, ella es Adara.
Ada me mira con ojitos risueños, pero pronto espabila y extiende su mano.
—Adara Harmony, un placer conocerlo, señor Aymerick —sonríe.
Tiene una sonrisa tan cautivadora que resulta imposible no corresponderla, papá no es la excepción.
—El placer es mío, Adara. —Le da un ligero apretón a su mano—. Por favor, llámame Henry, estamos en confianza.
—Vale, Henry.
Mamá viene a saludarlo y logro llevar a Ada a un costado.
—¿Te has dado cuenta de que tu acento se está marcando más? —inquiere en voz bajita.
—Ni siquiera lo había notado.
Tomo los mechones de su rubio cabello entre mis dedos retirándolos de su rostro, quiero verla mejor. Ella se sonroja y me vuelve consciente del sentido que poseía el detalle que notó en mi voz.
—¿Quieres que diga algo, pequeña pervertida?
Golpea mi pecho suavemente y mira detrás de mí, todos están distraídos; papá está conversando con Lexie, no creo que se haya imaginado que hoy conocería a dos estrellas de Hollywood.
—Sé creativo —pide.
Me acerco a su oído y susurro:
—Estoy muriendo por quitarte ese vestido.
Se aferra a mi muñeca y percibo en mi cuello como libera el aire sin prisa.
—Sí, definitivamente tu acento británico me prende.
Sonrío y dejo un corto beso sobre sus labios.
La cena transcurre tranquila, Lex alaba la comida de mamá y Eli se queja de haber sacado la sazón de papá. Por otro lado, Henry Aymerick parece encantado con Adara, me sonríe, cómplice y se encarga de reaccionar a los chistes malos de mamá.
—Hazel, tú y tu hijo me tienen incrementando mi amor por la comida. —Sonríe Ada limpiando las comisuras de sus labios—. Estuvo delicioso.
Mamá infla el pecho orgullosa.
Ambas amigas se ofrecen a meter los platos al lavavajillas, mamá se niega, pero ellas terminan convenciéndola. Limpio la mesa y les alcanzo lo que queda para dejar todo impecable.
—Estoy muerta —se queja Lexie—, me quedaré de una pieza hoy.
—Nadie va a levantarte mañana —le responde su amiga—, prometo no hacer ruido.
Terminan con la labor y Ada viene hacia mí, me rodea el torso con los brazos y pega la mejilla a mi pecho.
Lexie suspira y nos mira con ojos soñadores.
—Procedo a retirarme, veré si Eli me hace espacio para una sesión de fotos. —Se va dejándonos solos en la cocina.
Miramos, durante un par de segundos, el lugar por donde desapareció la pelinegra, pero no tardamos en cruzar nuestros orbes otra vez.
—¿Puedo quedarme contigo? —Indago—. Ya sabes, papá necesita descansar.
Entrecierra los ojos.
—Hazel mencionó algo con respecto a ti teniendo habitaciones de sobra —tantea.
—Atrapado —sonrío.
Me encanta que Ada pueda ser la persona más agresiva y coqueta pero siempre logra hacerse un espacio para sacar su lado tierno; ahora, por ejemplo.
—Puedes quedarte —accede—, pero estoy cansada, así que solo dormiremos, ¿lo tomas?
Sostengo su mentón entre mis dedos temiendo que malinterprete mis intenciones con ella.
—¿Crees que te quiero solo para sexo? —Inquiero y no responde—. Si es así, lo siento por no dejar las cosas claras. El sexo contigo es increíble, pero no sucederá más si crees que es lo único que me interesa de ti; quiero todo, Ada y por supuesto que eso involucra dormir contigo, solo dormir.
Su rostro se tiñe de un rojo intenso.
—Oh, deja de mirarme así —se queja—, y de decir esas cosas bonitas.
Sonrío viendo cómo se suelta y va a mojarse la cara. Voy tras ella y la hago voltear tomando su cintura entre mis manos.
—Te dije que mi ruleta rusa tenía tu nombre —le recuerdo y forma un ligero puchero con los labios—. No quiero asustarte, Ada.
—¿Por qué lo harías? —logra articular en medio de un susurro.
—Porque estoy sintiendo demasiado —acaricio mi nariz con la suya—, y quiero sentir aún más.
Toma mi rostro entre sus manos y repara cada parte de él, parece habérsele esfumado la timidez.
—Eres bonito —sonríe—. ¿No quieres ser mi novio bonito?
Alza y baja las cejas, está jugando conmigo.
—¿De qué va eso de ser tu novio bonito?
—Oh, ya sabes —dice coqueta—, sexo caliente... muchos orgasmos, pero también mimos, llamadas de noche y mensajes cariñosos.
—¿Incluye besos?
—¡Por supuesto! —Asiente—. De todo tipo, desde intensos arrebata aliento, hasta los dulces y llenos de ternura.
Me encanta tanto, joder.
La atraigo más contra mi cuerpo y deja caer las manos sobre mi pecho, como si buscara los latidos acelerados de mi corazón.
—Entonces, acepto —sonrío.
—¡Dijo que sí! —aplaude haciéndome reír.
Le doy uno de esos besos que ella llama "intensos arrebata aliento" y sonrío cuando ella corresponde con la misma intensidad. Me tomo el tiempo de acariciarla, de disfrutar tenerla entre mis brazos. Retengo cada suspiro, cada roce, guardo todo en mi memoria que se nutre de ella y de lo que su presencia involucra.
4/4
Amo los capítulos narrados por Lois, perdón.
You know i love a london boyyyy, boy... i fancy youuuu.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top