CAPÍTULO 16


7 de diciembre, 2021

Eros ha sido de mucha ayuda con mi tensión, porque de verdad me siento tan malditamente caliente durante casi todo el día. Tengo un monstruo sexual dentro y no se cansa de las sensaciones que vienen con el orgasmo. Me preocuparía si no fuese porque sabe en qué momento despertar, lo está haciendo cuando termino de hacer mis quehaceres, en mis ratos libres, por lo que no interfiere con mi rutina diaria.

Lo desinfecto guardándolo antes de meterme a la ducha para quitar los restos de sudor.

Me alisto porque hoy Benja vendrá para grabar las audiciones, me hidrato y le escribo a Lexie para preguntarle qué tal va todo por allá. Repaso lo que debo decir y pongo algo de música para relajar el cuerpo. Benjamín llegó hace dos días, está acomodando todo solo porque Alex está en Canadá con mi amiga.

Llega agitado y me saluda con un abrazo.

—Me encanta Nueva York pero aún no me acostumbro al movimiento —suspira—, ¿ya te adecuaste?

—Aún no he salido, me la he pasado aquí desde que llegué, pensaba salir hoy por la noche.

Asiente, saca su cámara y trípode para ubicarlos, hace un breve ensayo en el que me da una que otra indicación antes de empezar.

Me meto en personaje y actúo la escena que me otorgaron. Me siento en ventaja, me dieron más información de la que suelen dar y eso se debe a que soy el rostro que le pusieron a su personaje cuando lo crearon, el papel es noventa y nueve por ciento mío, esto no es más que formalidades.

He estado investigando sobre la época en que se desarrolla la serie, para según eso moderar mi lenguaje corporal y la tonalidad de mi voz.

Paso de ser una dulce doncella a una asesina a sueldo de un momento a otro, bebo agua entre grabaciones y continúo con la faena.

—Genial —susurra Benja, apagando la cámara—. Amo tu versatilidad.

Sonrío, orgullosa.

—Extrañaba esto.

—No vas a extrañarlo por mucho —me recuerda—, olvidé decirte que el descanso se podrá hacer, pero hay algunas cositas con las que sí debes cumplir.

Asiento, para que continúe.

»Rosalie pactó contratos con distintas marcas que te han dado espacio debido al escándalo, pero están llamando para solicitar que hagas acto de presencia. No puedo romper esos contratos, cariño. Lo lamento.

—No hay problema, de igual manera, me servirá para distraer la mente un poco; ellos siempre fueron amables conmigo, el lío era Rosalie y sus estúpidas normas.

—Vale, te pasaré las fechas de las reuniones para que apartes sitio en tu agenda —besa mi mejilla—. Te dejo porque ese departamento necesita un poco de orden.

Asiento y lo acompaño a la puerta, se despide de los chicos y abandona el lugar.

Como una fruta antes de hacer mi rutina de ejercicios y activo mis músculos que dejaron de doler hace un par de días. He encontrado este restaurante a un par de cuadras que prepara comida sana y deliciosa, así que pido algo para almorzar y le indico a mis chicos que pidan algo para ellos también. Comen conmigo entrando más en confianza y se retiran a seguir trabajando. Bailo un poco y tomo otra ducha sintiéndome más relajada.

Estoy recostada en el sofá cuando el nombre de Eli ilumina mi pantalla, le respondo.

—¿Estás ocupada? —inquiere.

—Hola, Eli, sí, estoy genial, gracias —bromeo.

—Vale, ¿cómo estás?

Rio.

—Todo bien, acabo de hacer mis pendientes del día y no, no estoy ocupada.

—¿Quieres acompañarme a un museo de fotografía? Tengo dos pases.

—¿Al que está aquí en Manhattan? Fotografía...

—Fotografiska —me corrige.

—Sí, sí, eso —me levanto—. Vale, te acompaño, quiero salir.

—Genial, ¿nos vemos ahí?

Le digo que sí y cuelga. Cambio mi ropa de casa por algo más abrigador y salgo rumbo a la galería, le pedí a Nick que me siguieran de lejos, no quiero llamar mucho la atención ni hacer la salida incómoda para Eli.

Estaciono mi camioneta cerca del lugar y bajo buscando con la mirada a mi amigo. Alza la mano y corro hacia él rodeando su torso con mis brazos.

—Ya, exagerada, me has visto hace unos días —ríe dando palmaditas en mi espalda.

Beso sonoramente su mejilla y se queja diciendo que deje las cursilerías para su hermano.

Recibo miradas curiosas pero ninguna es vulgar o irrespetuosa, algunos me saludan con la mano y les sonrío. Elián entrega los pases al de seguridad y nos dejan pasar, Nick espera afuera con Finn y Taylor que cambiaron con los dos chicos nuevos.

No soy experta en esto, y entiendo poco de lo que mi amigo me explica pero logro captar la belleza y el sentimiento que expresa cada fotografía.

—Dios...—musito, deteniéndome frente a una que realmente llama mi atención.

Es una mujer con la mirada perdida en el horizonte, su rostro denota un brillo extraño y melancólico. Tiene el cuerpo tenso y aferra las manos a las barandas del jate en el que se encuentra.

—Va a... —tanteo captando la escena. Eli asiente.

Sé que no es más que una modelo, pero no puedo evitar que una lágrima caiga imaginando cuántas personas se sienten tan desoladas como para tomar esa decisión. Mi amigo me lleva con él haciendo que olvide la tristeza de la foto anterior y conversa conmigo para distraer mi mente.

—¿Lois te dijo? —indaga tras un rato en silencio.

Creo que sé a qué se refiere, pero actúo como si no.

—¿Qué cosa?

Parece creerme porque profundiza en un tema que su hermano solo había mencionado superficialmente.

—Yo... te agarré cariño, Ada —suspira y me mira—. Confío en ti.

Sonrío, creo que basta con eso para que sepa que puede contarme lo que necesite dejar salir.

»Mary me destrozó —su voz se rompe y me aferro a su brazo para darle algo de apoyo—. No fue el hecho de que terminara la relación, eso podía aceptarlo, pero usó tantas palabras despectivas para referirse a mí... como asegurándose de que no volviera a ser el mismo después de ella. No soy como Lois, mis amigos nunca llegan a conocerme tanto, no cuento mis problemas y eso hace que me los trague sin tener siquiera el chance de desfogar.

No digo nada, no creo que lo amerite, solo sigo aferrada a él, diciéndole no verbalmente que puede continuar.

»Tenía sueños, tenía metas, ahora solo voy por la vida andando como un fantasma más. No me gusta, lo detesto, pero no puedo controlarlo; quisiera hacerlo, pero no puedo.

—Hay cosas que por más que queramos no podemos conseguir solos, Eli.

—Papá me convenció de ir a un psicólogo allá en Londres —me cuenta y ya sabía, mas no lo hago notorio—. Me ha ayudado, pero aún no estoy bien.

Suspiro. Me gustaría poder hacer más que escucharlo; sin embargo, se escapa de mis manos, no soy profesional en este aspecto.

—Los problemas no se solucionan de un día para otro, Eli —acaricio su brazo—. ¿Sabes cuánto me tomó recuperarme de lo que sucedió? Dos años, y "recuperarme" entre comillas, he separado cita con una psicóloga aquí porque parece que aún hay heridas por sanar. No es un proceso fácil, pero te prometo que conforme avances te sentirás mejor.

—¿Tú crees?

Estiro mi meñique y le sonrío.

—Es una promesa —respondo y él engancha su dedo con el mío—. Cualquier día, a cualquier hora que necesites de alguien, sabes que cuentas conmigo y estoy segura de que tanto Lois como tus padres estarán ahí para ti también.

Me abraza y apretuja entre sus brazos.

—Bendito sea mi hermano por traerte a nuestras vidas —sonríe—. Hace mucho no lo veía así de emocionado por una chica.

Pongo una mano en mi pecho.

—Vaya, me haces sentir importante —bromeo.

Ríe negando con la cabeza.

Seguimos viendo la exhibición, distrayéndonos de los problemas que estamos atravesando. Eli me explica algunas técnicas de fotografía a las que era ajena, le presto atención porque noto que es algo que realmente le interesa. Terminamos de recorrer el lugar, quizá un par de horas después de que ingresamos y nos retiramos. La infraestructura es impresionante y lo noto recién cuando estamos fuera.

—Gracias por acompañarme —vuelve a abrazarme—. Disfruta tu noche, Ada.

—Creo que tendré una noche de películas —le sonrío—, dale un abrazo a tu hermano de mi parte.

Rueda los ojos y murmura algo como «cursi». Le hago adiós con la mano antes de montarme en el vehículo para volver a casa.

***

Tarareo una canción mientras abro la puerta de mi departamento, lo que veo adentro me hace sonreír.

—¿De cuándo aquí vienes e invades mi propiedad? —inquiero quitándome el abrigo.

Suspiro cuando el olor a comida llega a mis fosas nasales. Escucho como manipula las ollas y no tarda en llegar a donde estoy. Sonríe y baja las manos a mi cintura para saludarme con un beso que recibo gustosa. Subo mis dedos por su pecho hasta alcanzar su cabello y enredarlos en él.

—Buenas noches a ti —susurra sobre mis labios.

—Y vaya que son buenas —sonrío.

Me besa cortamente antes de llevarme con él a la cocina. Estoy tonta, lo sé porque camino como flotando sin soltar su mano.

—Lamento no haber venido antes.

Le resto importancia.

—No estarás pegado a mí todo el rato —le digo—. Tienes una vida aparte de mí, yo también la tengo.

Me acerco y lo rodeo por detrás deleitándome con lo rico que huele la comida.

—¿Eso quiere decir que no me has extrañado? —bromea.

—Oh, sí que lo he hecho. —Beso el centro de su espalda y acaricio con mi nariz—. Te he echado mucho de menos. ¿Qué tal el trabajo?

Me cuenta que no ha dormido mucho los últimos días y que Kallie se ha enfadado con él por dudar de su trabajo.

—¿No crees que deberías darle más crédito? —inquiero—. Ya sabes, si compartes el mini imperio quiere decir que confías en ella.

—Lo hago —responde apagando la cocina, le alcanzo los platos—, pero es algo que no puedo controlar. Tengo que revisar todo o no me quedo tranquilo, también me sirve para estar enterado de los movimientos que se hicieron.

Acomodo la mesa mientras lo escucho y él viene con la comida.

—¿No te entrega un informe? —curioseo.

Hace una mueca que me indica un gran "sí".

—Le he pedido perdón, es que en serio no puedo no hacerlo, necesito tener el control de todo lo que sucede en el trabajo o mi ansiedad se manifiesta. No es que dude de ella, porque no lo hago.

Le sonrío y tomo su mano.

—¿Le dijiste eso? ¿Se lo explicaste?

Niega.

—Quizá podrías hacerlo, dudo mucho que siga enojada contigo después de ello —le doy un apretón.

Suspira.

—Gracias —me sonríe.

—Siempre que quieras, bombón —le guiño un ojo.

Le presto atención a mi plato por primera vez y siento que me derrito ante la belleza que desprende. Puede que yo esté seriamente enamorada de la comida de Lois.

—Dicen que a las chicas se les conquista por el estómago —dice en tono despreocupado haciéndome reír—, ¿funciona?

—Por supuesto que sí.

Envuelvo la pasta en mi tenedor y meto el primer bocado en mi boca.

¡Mierda bendita! Esto sabe cómo la gloria.

No logro controlar el gemido bajito que sale de mi garganta y puede que resulte incómodo pero me importa poco, estoy teniendo un orgasmo gustativo.

—¡Joder! Me tienes loca, Aymerick —confieso.

—Que sincera confesión —sonríe—, puede que quiera hacer algo al respecto luego de cenar.

Sí a todo.

—¿Qué tal quedaron los videos? —indaga cambiando de tema.

—Perfectos —respondo—, va a sonar pretencioso pero estoy orgullosa de mi talento.

—Para nada, no veo qué tiene de malo aceptar que eres bueno en algo —se encoge de hombros—. ¿Qué tal te fue con Elián?

Sonrío.

—¿Lo enviaste a distraerme? —indago.

—Solo saqué un poco de provecho de su salida —contesta—. Justo había terminado de revisar todo cuando lo escuché llamándote y tomé la oportunidad para preparar algo aquí. Nick fue difícil de convencer, pero terminó cediendo.

—Fue un lindo gesto —destaco—, y la pasé bien, hubo muchas fotografías que llamaron mi atención.

Le hago un breve resumen de todo lo que vi, omitiendo mi charla con su hermano, no creo que sea correcto contársela.

—La foto de esa chica me impresionó bastante —le cuento—, quizá fue porque me recordó a Patty, interpretarla me costó trabajo, debía interiorizar su dolor para poder transmitirlo y ella estaba tan rota como la modelo de la fotografía.

—¿The Garden? —Asiento—. Mamá dijo que había llorado mucho con esa, tengo miedo de verla.

Sonrío.

—Fue mi primer Oscar y me enorgullece tanto —suspiro—, le tengo un gran cariño y respeto a Patty, su historia no fue fácil de contar.

—Estaba viéndome Yellow antes de venir, seguiré ahora que tengo la agenda más holgada, apenas la termine me veré The Garden y te llamaré cuando esté nadando en mis propias lágrimas.

Rio terminando mi pasta.

—Que delicia —suspiro dando palmaditas en mi barriga.

Espero a que él termine y verlo relamer sus labios hace que cosas no muy sanas vaguen en mis pensamientos. Estoy fantaseando despierta y me pierdo tanto que no noto que ha terminado, ya.

—Puedo posar desnudo, si gustas —sonríe liberando el labio que tenía retenido entre mis dientes.

Su pulgar está entre mis labios y lo lamo haciendo que el panorama se torne jodidamente caliente. Cierra los ojos cuando me prendo de su dedo como si fuera el más delicioso de los dulces. Se levanta y camino por inercia hacia él, ¡es tan hipnotizante, maldición!

Me pego a su cuerpo y rodea mi cintura para dejarme sobre la isla de cocina. Apreso su cuerpo con mis piernas, él sonríe con ese aire coqueto que me hace lubricar con rapidez. Me remuevo inquieta pero Lois se toma el tiempo de acariciar mis piernas cubiertas por el jean.

—Creo que me estorba tu pantalón —susurra.

—Quítalo —ordeno.

Hace lo que le pido desabrochando el botón con una lentitud exasperante. Abraza mi cintura y alzo el culo para que retire la prenda. La baja sin prisa tomándose el tiempo de tocar mi piel en el trayecto.

Me estoy volviendo papilla.

Mis ojos se encuentran con los suyos y, de verdad, amo como su azul se oscurece cuando me mira. Pasea sus palmas por mis piernas desnudas, logrando que gima con algo tan simple como aquello.

—Tócame... —ruego—. Tócame, Lois.

—¿Dónde quieres que te toque? —Inquiere en mi oído—. ¿Aquí?

Presiona su pulgar contra mi clítoris cubierto por las bragas. Echo la cabeza atrás ansiando más.

—¿O aquí? —mete las manos por debajo de mi blusa tocando mis pechos desnudos.

Gimo y agradezco ser tan lista como para comprar siempre departamentos con paredes insonorizadas; de lo contrario, todo el edificio sabría lo mucho que estoy disfrutando esto.

—¿Brontë? —me llama.

Pasea los dientes por mi cuello y el rastro de barba, que ahora luce con más frecuencia, hace cosquillear mi piel. Mi mente es un nudo de ideas que no consigo unir, estoy cegada por el placer que su toque genera.

—Todo —logro emitir—, lo quiero todo.

—Vale —me abraza contra su cuerpo y arremete contra mis labios.

Suspiro feliz de tener por fin lo que ansiaba. Me aferro a su cabello y dejo que introduzca su lengua en mi boca robándome el aliento. Camina conmigo a cuestas y le indico por donde debe ir para llegar a mi habitación. Siento la erección creciendo debajo de mí, me meneo contra él ansiando más de la fricción.

Sus dientes mordisquean mi piel y me deshago en sus brazos. ¡mierda, mierda, mierda! tengo la libido por los cielos. Correspondo con la misma fiereza, mi organismo reacciona por instinto buscando aquello que nos complace.

Me deja caer al pie de la cama y desnuda el resto de mi cuerpo, quedo completamente desnuda frente a él y el que pasee los ojos cargados de lujuria por mi torso hace que sienta mi piel ardiendo porque me toque otra vez. Las rodillas me tiemblan y la boca se me hace agua cuando se quita la camiseta.

Paseo la vista por su pecho, sus hombros, sus brazos, su abdomen... todo es músculo, no en exceso pero tal y como me gusta. Se sienta al borde del colchón, camino hacia él que planta las grandes manos en mi cintura. Acaricia mi abdomen con su nariz y gimo con el suave mordisco que le da a la piel de mi cadera, sus dedos acarician mis muslos deleitándome con la sensación.

Cierro los ojos y vuelvo a abrirlos de golpe cuando siento su boca sobre mi sexo.

Me siento caer pero Lois me sostiene estrujando mi trasero mientras su lengua me brinda placer estimulando mi clítoris, arqueo la espalda y definitivamente mis piernas fallan, pero él no me suelta en ningún momento. Mis manos lo mantienen justo donde lo necesito, su cabello se pierde entre mis dedos que ajustan su agarre con cada embestida de su boca. La tensión se forma en mi vientre y mi cuerpo estalla en un orgasmo que me rompe y vuelve a armarme en cuestión de segundos.

Lois gruñe contra mi centro y siento como mis muslos se humedecen, mi vulva está demasiado sensible. Mete las manos debajo de mis rodillas y me coloca a horcajadas sobre su cuerpo.

—Eres preciosa —susurra mirándome a los ojos.

Sonrío atontada y dejo salir el aire de mi boca con lentitud.

No tarda en pegarme contra su pelvis y es cuando gimo alto porque mi entrepierna se encuentra con el bulto que sobresale de su pantalón. Mi cuerpo reacciona por sí solo y me obliga a moverme sobre su erección.

—Espera —advierte.

—Lo necesito, Lois —gimoteo.

Me voltea dejándome sobre el colchón y termina de desnudarse. Gimo de solo imaginar lo que se viene y es que Lois grita por todos lados que es la clase de hombre que te hace sentir de todo durante el sexo. Mi mano baja y me toco intentando calmar la necesidad de más. Sus dedos reemplazan los míos, abro los ojos.

—Guíame —pide.

Dejo que mi mano descanse sobre la suya y oriento sus movimientos, cuando consigue el ritmo que me complace lo dejo continuar solo. Me dedico a disfrutar la maravilla de sensaciones que despiertan con su toque entre mis piernas. Es fuego, lava y todo lo caliente que existe. Lois es eso y más.

Mis extremidades tiemblan cuando pellizca drenando toda la energía acumulada en mi vientre. Grito su nombre entre respiraciones entrecortadas y escucho su risa ronca contra mi cuello.

Lo miro, está sonrojado y con el cabello despeinado. Su miembro se alza frente a mí y ahora mi sexo exige algo más que dedos y lengua. Mis fluidos humedecen la cara interna de mis muslos, estoy más que lista para recibirlo.

Me arrastro en el colchón para alcanzar un condón del cajón de mi mesita de noche. Vuelvo a mi lugar, quiero ser quien se lo coloque.

—Mujer prevenida, ¿eh? —bromea retirando los cabellos de mi rostro para que pueda ver mejor.

—No quería que tuvieras excusas —sonrío.

Dejo un corto beso sobre la punta antes de cubrirlo con el látex. Aprieto y él cierra los ojos antes de venirse contra mí.

Me besa toda la piel que tiene al alcance antes de llegar nuevamente a mis labios, me aferro a sus hebras negras y abrazo su cuerpo con mis piernas. Siento su erección contra mi coño y jadeo soltando sus labios. Alzo la pelvis pidiendo que lo haga ya, baja los dedos a mi centro para comprobar que esté lista, sí que lo estoy. Se adentra de una sola estocada y un gemido de absoluto placer escapa de mi garganta.

No se mueve, se queda dentro y siento como mis paredes se aferran a su miembro.

—¿Todo bien? —indaga y asiento—, vale, porque no planeo ir suave.

—No quiero que lo hagas —susurro.

Sale y entra nuevamente meciendo sus caderas contra las mías en un ritmo que me tiene delirando.

—Mierda... —jadeo.

Arremete con fuerza y no me quejo porque me encanta la fiereza que denota cada una de sus facciones. Baja los labios a mis pechos y muerde la piel de la zona empeorando mi estado, estoy desvariando.

Reduce la velocidad entrando con una lentitud que me hace gemir con fuerza para volver a golpear. Se engancha una de mis piernas en el hombro llegando más lejos. En estos momentos amo tanto mi flexibilidad. Besa mis labios arrebatándome el aliento y rodea mi cintura para cambiar de posición; quedo sobre él.

—Voy a confirmarte que de top te ves como una diosa del olimpo —pasea los dedos a lo largo de mi torso y se detiene en mi cintura—. Muévete, bonita.

Tardo un poco en hallar el ritmo que logra complacernos a los dos pero cuando lo encuentro todo se vuelve más caótico y candente. Me ayuda a marcar los movimientos balanceando sus caderas también y ¡joder! Esto es más de lo que alguna vez he sentido. Me cosquillea todo el cuerpo y exploto cuando Lois baja los dedos a mi clítoris para estimularlo y hacerme llegar a ese punto de éxtasis que me tiene en otro universo.

Gimo sin vergüenza alguna cuando mis paredes lo aprietan, sigo moviéndome hasta que él alcanza su orgasmo segundos después.

Me dejo caer sobre su pecho y lo beso.

—¿Diosa del Olimpo?

—Absolutamente —acaricia mi espalda desnuda.

Nos voltea y sale de mí para quitarse el condón. Vuelve a mi lado, me rodea con sus brazos y atrae mi cuerpo a su pecho. Cierro los ojos disfrutando del clima post-orgasmo.

—¿Tienes trabajo que hacer en la noche? —pregunto en un susurro.

—Ya he hecho todo —responde besando mi frente.

—Quédate —pido.

Acuna mi rostro con una de sus manos y me acerca a sus labios.

—Me quedo —concede haciéndome sonreír.

Me siento en un paraíso de sensaciones que desconocía y no hablo del rápido bombeo de sangre a mi corazón, sino de las sonrisas inconscientes que se dibujan en mis labios y los besos que nacen sin siquiera planearlos acompañados de las tiernas caricias que deja a lo largo de mi piel.

Me gusta, me gusta tanto...

3/4

Cuz i'm so into youuuu

Ya vengo con el próximo capítulo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top