CAPÍTULO 13
22 de noviembre, 2021
Después de derretirme ante la confesión, volvió a besarme y lo hizo tan, pero tan bien, que me cuestioné si realmente había tenido besos antes porque ninguno se sintió así.
Me dio más besos de despedida y conduje de regreso al edificio sintiéndome drogada y ansiosa de sus labios, ¿cómo no ocasioné un accidente? Ni puta idea, de milagro llegué viva. Han pasado tres días y me encuentro recostada en mi cama recordando la suavidad de sus manos, la fogosidad de sus labios y la dulzura de su mirada.
Suspiro.
—No creo que le cueste mucho conseguir las sensaciones que dijo —me informa Lexie—, ya andas suspirando.
Le lanzo un cojín y ríe.
—¿Qué? Solo digo la verdad —sigue riendo cubriéndose de mi ataque—, y no es algo malo, no hay un tiempo estipulado para enamorarte. A veces solo se da y ya, no te hagas lío.
—¿No será que aún estoy atontada por el orgasmo? —inquiero.
—Tienes la cara de atontada desde antes que él te tocara siquiera —replica—. No lo hagas ver difícil, Ada; te gusta, le gustas, tienen química sexual y sentimental, ¡joder! ¿Para qué detenerlo cuando pueden ser un remolino caliente de emociones?
Tocan el timbre y Lexie se levanta poniéndole pausa a la película que veíamos, una buena toma del trasero del actor queda congelada, río y me meto un puñado de palomitas en la boca.
Escucho la puerta abrirse y volver a cerrarse, los pasos se aproximan y definitivamente quien se encuentra en la puerta no es mi amiga.
—Lex dijo que tenía que alimentar a su perro y que debía irse pronto —advierte confundido.
¡Ni siquiera tiene un perro!
—Sí, ella obviamente quería dejarnos a solas —le digo haciéndole espacio a mi lado.
No balbuceaste, felicidades.
Sonríe alzando lo que trae en las manos y veo la cubeta.
—¿Te apetece?
—Es helado, por supuesto que sí.
Me lo alcanza y acerca quizá demasiado su rostro al mío, pero solo hace eso y se va a la cocina por cucharas.
Vuelve y se recuesta junto a mí, clava la mirada en la pantalla y me mira nuevamente.
—¿Qué andaban viendo, traviesas? —inquiere divertido y me sonrojo con rapidez recordando el trasero desnudo del chico.
Le quito una de las cucharas y empiezo a comer ignorando su pregunta. Saco la película para que el menú de netflix quede a la vista.
—Vale, haré como que no lo vi —suelta aún con una sonrisa en el rostro mientras se mete una cucharada de helado en la boca.
Se relame los labios y debo usar todo mi autocontrol para no írmele encima.
—Lamento no haber escrito —dice haciendo que vuelva la mirada a sus ojos—, y siento venir tres días después. Solo quería darte tiempo para procesarlo, creí que enloquecerías luego de lo que pasó.
—Enloquecí de la mejor manera, si me lo preguntas —sonríe ante mi confesión—. Fue cosa de dos, Lois, no me obligaste a nada.
Extiende su brazo haciéndome espacio a su costado y gustosa me recuesto sobre su pecho. Su fragancia me envuelve, suspiro.
—Vine por una cita —me informa—, ya sabes, ver una película y comer helado, no quiero que creas que lo que dije ese día era pura palabrería post-orgasmo.
Asiento.
—¿Puedes incluir en tu cita un par de besos? Porque realmente quiero que me beses.
Deja el helado a un lado y toma la cuchara de mi mano para acomodarse frente a mí.
—Solo un idiota se negaría a esa petición —sus labios se curvan y hace la antesala larga antes de iniciar lo que considero un beso arrebata oxígeno.
¡Joder! Es que este hombre sí que sabe besar.
Acaricia mi cintura y yo me aferro a su cabello queriéndolo más cerca. Muerdo su labio inferior y él gruñe en respuesta haciendo que la tensión sexual se instale.
Cita, una cita.
Vuelvo a bajar la intensidad y Lois se separa de mi boca para dejar un camino de besos a lo largo de mi rostro, mi nariz, las comisuras de mis labios, mi frente para volver y darme un beso casto. Abre los ojos y me observa logrando intimidarme así que me hago bolita otra vez en su costado.
Su pecho se sacude cuando ríe, exhalo con lentitud.
—Me miras bonito, no es algo a lo que esté acostumbrada —me sincero.
Vuelve a besar mi coronilla y alcanza el helado para que sigamos comiendo.
Me cuenta sobre un caso que aceptó y está llevando aquí, parece que va a alargarse más tiempo del que tenía estipulado, pero lo está manejando para culminar antes de que viaje.
—¿Cuándo te vas? —indago.
—Elián debe terminar con tus fotos —responde—. Ha separado un estudio de fotografía para mañana y creo que quiere tomar otras fotos en el exterior, dijo que te llamaría más tarde para "culminar los últimos detalles".
Sonrío.
—Se ve emocionado —acaricio su pecho con mi nariz
—Lo está, no lo había visto así desde hace mucho —suspira—. Ayer habló con papá y le contó todo lo que haría, luego él me llamó y me preguntó si era cierto o si estaba soñando.
»Papá es quien más comparte con él, Eli vive en Londres y es papá quien lo ha visto cerrarse en su mundo, sin querer grabar. Se limitaba a tomar fotos y no parecía disfrutarlo, salvo cuando mamá era su modelo.
No sé por qué, pero derramo un par de lágrimas que él nota porque mojo su camiseta.
—Estaba muerto en vida —señalo y asiente secando mis pómulos
—Nos empezó a preocupar, incluso consideré irme a Londres a pasar un par de meses con él, pero vino y no sé, tiene un tinte distinto y poco a poco veo al que era mi hermano mayor —dibuja líneas en mi espalda baja y continua—. Ese día hasta bromeó contigo y cada vez ríe más.
»La ruptura con su novia lo dejó realmente mal, más que su corazón, rompió su espíritu y la confianza que tenía en sí mismo. Un mes antes de que venga, papá lo convenció de que fueran a terapia y lo aceptó, eso debe haber contribuido a su cambio aquí.
Lo escucho contarme anécdotas de cuando eran pequeños y rio ante las travesuras que hacían. La relación de sus papás terminó por mutuo acuerdo y eso sirvió para que la separación no fuera dura para ellos, ambos mantienen una relación amical y se reúnen de vez en cuando como viejos amigos.
—Le hablé de ti —agrega mirándome bonito otra vez, caray—, y como es un chismoso llamó a mamá para que le cuente más.
Sonrío, su papá se escucha agradable.
—¿Le gusté?
—¿A quién no? —baja a mis labios y contengo el suspiro que lucha por querer salir—, y aun si no le hubieras gustado, lo importante es que me gustes a mí y me encantas.
Ay, ay, ay.
Momento de distracción.
Acaricio el rastro de barba que dejó crecer, no me desagrada.
—¿Te gusta?
Asiento.
—Te ves bonito —susurro deslizando mis dedos por su piel.
—¿Más? —Asiento nuevamente—. ¡Vaya! Creí que no era posible.
Suelto una carcajada y palmeo su mejilla.
—Siempre se puede ser más bonito —aseguro—. ¿Sabes cómo puedes ser incluso más bonito?
—¿Cómo?
—Dicen que si besas a una chica rubia de ojos verdes, actriz, bailarina y con buen culo, te aumenta un diez por ciento el índice de belleza —le indico divertida.
Sonríe y me acerca a él.
—¿No quieres ayudarme a ser un poquito más bonito?
Asiento, estoy muy dispuesta a ayudarlo.
Enredo mis dedos en su cabello y lamo su labio inferior para luego succionarlo e iniciar el beso. Me muerde la boca y compruebo que me encanta este tipo de rudeza. Presiona su mano sobre mi cadera atrayéndome más. Tengo la seria teoría de que toda mi piel es erógena cuando de su toque se trata, porque por supuesto que ese apretón me enciende. Me remuevo buscando algo de calma pero todo se apaga cuando mi teléfono suena.
Emito un quejido sin querer separarme de sus labios, me sostiene por la cintura dejándome a horcajadas sobre él y me alcanza el móvil. Suelto su boca cuando veo el nombre de mi hermanita.
—Kia —saludo y su sollozo hace que la calentura se me vaya—. Hey, cariño, ¿Qué sucede?
—Papá dijo que me amaba, Ada —llora y siento una necesidad tremenda de ir y sostenerla—. Yo... yo nunca lo había oído decir mi nombre, no lo recordaba y me odiaba tanto por eso.
Me aferro al brazo de Lois reteniendo las lágrimas que quieren salir. Los recuerdos se aglomeran en mi mente y decido dejarlos salir, no es mi memoria quien debe coleccionarlos.
—Solía cantarte canciones de cuna para dormir y te sostenía entre sus brazos cuando llorabas —le cuento—, te amaba mucho.
—¿Lo extrañas? —inquiere.
—Todos los días —respondo—. Su ausencia pesa, pero a él no le gustaría ver que nos apagamos, es por eso que a pesar del dolor debemos seguir.
—Quiero verte —susurra—, te extraño mucho, hermanita.
—Solucionaré todo cuanto antes y prometo que nos veremos —le aseguro—. Hay algo que debo contarte —agrego para distraerla un poco.
Lois enarca las cejas y se señala, asiento sonriendo.
—¿Le pateaste el trasero a Kary? —indaga—, ¿Encontraste a alguien que practicara el BDSM contigo?
—¡Kiara! —exclamo.
La escucho carcajearse y me felicito por haber conseguido algo que la haga reír.
—Vale, vale —dice todavía riendo—, pero, en serio. Yo sé que estás perfectamente sola, pero ¿no querrás conseguirme un cuñado? Ya sabes, de los bonitos y geniales con los que puedes bromear. No me traigas ningún ogro gruñón, por favor.
Lois sonríe y pasea los dedos a lo largo de mis piernas, lucho con mi mente para no distraerme.
—Anotado, nada de gruñones —concuerdo—, ¿qué sucedió con Bruce?
Suspira y suena más como un suspiro de exasperación.
—Estamos juntos —confiesa.
Suelto un gritito.
—Pero no te emociones —se adelanta—, no creo que duremos mucho, es muy pegajoso, quiere estar junto a mí todo el maldito día y yo necesito mi espacio; además, es todo muy rutinario, me aburre.
—Entonces ¿ya no te gusta?
—Sí... pero no lo sé, no creo que tengamos futuro.
Sonrío.
—Bueno, tampoco te ibas a casar con él, Kia —le recuerdo—, pero si no te sientes cómoda lo mejor es que cortes esa relación cuanto antes.
Vuelve a suspirar.
—Ajá, creo que eso sucederá —responde—, ¿comerías helado conmigo?
Rio.
—Vale, pero ¿no serás tú quien romperá su corazón?
—Ya, pero eso no quita que vaya a dolerme también —se queja—, así que quiero mi helado, hermana.
—Está bien —le envío un beso—, comeremos helado en honor al corazón roto de Bruce.
—Deja de burlarte, tonta, me siento mal —me regaña y hace una pausa—. Gracias por contestar, iré a planear lo que le diré a Bruce.
—Vale, te amo —le digo—, y papá te amaba mucho, Kia.
—Lo sé —respira profundo—. También te amo, nos vemos, hermanita.
Cuelga y solo me da tiempo de dejar mi teléfono a un costado cuando Lois gira dejando mi cuerpo bajo el suyo.
Se me escapa una risa y él la calla con un beso.
Que delicia.
—¿Así que BDSM?
—Tengo curiosidad —confieso—, ¿no quieres saciarla?
Sonríe.
—Creo que podríamos intentarlo —besa mi barbilla—. ¿Quieres bailar? He descubierto que realmente disfruto bailar contigo.
Asiento y me lleva con él hasta la sala, me deja sobre la alfombra y camino hasta el parlante para poner música.
Teach Me How To Love empieza a sonar y me atrae nuevamente a sus brazos.
No bailamos como otras veces, esta vez no me suelta, me sostiene frente a él y me lleva de un lado a otro siguiendo el ritmo de la música. Río porque apuesto a que nos vemos ridículos, pero se siente tan bien que me importa una mierda. La canción termina y ambos sonreímos.
—Voy al baño, espéreme, dulce doncella —se divierte y hago una pequeña reverencia.
Me siento en el sofá pero de inmediato me levanto porque tocan el timbre. Abro y mi sonrisa se esfuma cuando veo el rostro del otro lado de la puerta.
—Copito —saluda.
Me aferro a la madera y no soy capaz de reaccionar, no hasta que él hace ademán de tocarme. Su palma fría se posa sobre mi antebrazo y, a pesar de que mi cerebro no es el mejor dando órdenes ahora, consigo que mis músculos se defiendan con el entrenamiento que recibí años atrás. Mi codo se clava en el costado de su cuello, lo desestabilizo y me impulso para patear su pecho. Me suelta y su cuerpo choca contra la pared frente a mi puerta.
—Estás más ruda —se burla—, me gusta.
Mi mente débil sabe que no podemos entrar en pánico; sin embargo, me preocupa el hecho de que haya conseguido entrar y que sepa cuál es mi departamento.
—¿Cómo carajos has ingresado?
Hace una mueca de disgusto.
—Sabes que no me gusta que hables así, dulzura —vuelve a acercar su mano pero la baja antes de que me toque, ríe—. Tenemos una conversación pendiente.
Niego.
—No tenemos nada pendiente, Billy —le aclaro—, no quedó nada entre nosotros, así que lárgate.
—Ese bebé también era mío.
Una risa cargada de odio se escapa de mi garganta.
—¿Bebé? No hay ningún bebé, nunca lo hubo —me recuerdo que no debo llorar, no frente a él.
—Abortaste a nuestro hijo, él no tenía la culpa.
Mi estómago se revuelve.
—¡No hay ningún hijo nuestro! —exclamo—, y exacto, no tenía la culpa, no podía castigarlo trayéndolo al mundo cuando la que iba a ser su mamá se encontraba hecha mierda psicológicamente y su adorado padre era un violento drogadicto que no hacía menos que lastimar.
Una lágrima cae y la seco con furia.
»Lárgate, porque no tienes derecho a reclamarme nada.
—Yo te amé —confiesa y rio con cinismo—, aun lo hago.
—El amor no duele, Billy —espeto—, y tu "amor" laceraba, nunca me amaste, pero yo sí lo hice, te amé de manera enfermiza, te amé más de lo que me amaba a mí misma y eso me consumió. Te perdí y dolió, pero sirvió para que hallara ese amor que realmente necesitaba y no era el tuyo, era el mío.
»No te necesito ni quiero aquí, no hay ninguna conversación pendiente y no hay asuntos incompletos. Haznos un favor y vete, cumple la maldita promesa que dejaste.
Hace amago de acercarse y no me siento capaz de alejarlo otra vez, no me encuentro bien. De inmediato un cuerpo se interpone, dejándome tras su espalda.
—Está diciendo que te vayas —recalca y solo puedo aferrarme a su brazo.
La sonrisa de suficiencia en el rostro de Billy al verlo logra causarme escalofríos, alza las manos y murmura un «cuídala», antes de largarse.
Mis ojos se enlagunan y él me abraza cuando gira. Sollozo sobre su pecho e intenta llevarme con él a la habitación, pero me detengo en el baño porque no resisto más las náuseas.
Todo vuelve y no es justo, no quiero que perturbe mi mente nuevamente.
Mi abdomen se contrae y me aferro al retrete mientras echo fuera el contenido de mi estómago, no me detengo hasta que percibo la bilis y Lois me obliga a parar. Sus manos sostienen mi frente y retienen mi cabello en una coleta para que no lo ensucie. Mis lágrimas se mezclan con el sudor y como un robot le permito que me levante. Cepillo mis dientes para evitar caer en lo mismo, mis piernas fallan cuando me veo en el espejo y por un segundo contemplo a la adolescente que tuvo que lidiar con el peso de decisiones que se tomaron sin pensar.
Lloro echando fuera el miedo, el disgusto y el rechazo que siento por Billy. ¿Cómo se atreve a cuestionar lo que hice cuando él no estuvo presente? Sé que tomé la decisión correcta, no estaba en condiciones de traerlo al mundo, no tiene derecho a cuestionarme cuando me abandonó luego del accidente. Lois me estrecha contra sí y nos transporta a la habitación donde no me abandona ni un segundo.
Respira, Ada, ya te destruyó una vez, no sucederá de nuevo.
Resulta complicado, pero me ordeno parar y recoger los pedazos que ha aflojado para ajustarlos otra vez.
Quedé rota luego del accidente; sin embargo, tras la terapia logré reconstruirme. Billy pretende desestabilizar mi vida y ha logrado que me balancee pero no he caído y aún puedo plantarme firme para pensar con la cabeza fría.
Mi ojiazul me mira preocupado, me pide que me recueste, pero no puedo hacerlo porque hay hilos sueltos que debo poner en su lugar. Llamo a Nick y le pido que revise las cámaras, no hay manera de que haya entrado por la puerta principal sin una invitación. Debí darles un rostro, error mío.
Nick envía a Taylor para que se asegure de que estoy bien mientras él se hace cargo de las cámaras.
Taylor se queda en la sala mientras Lois me abraza, ya no lloro, pero admito que tengo miedo de su alcance.
Mi teléfono suena.
Kary.
—Por favor, no cuelgues —ruega.
—¿Qué quieres? —inquiero y soy consciente de que en mi voz se nota que he llorado.
—Dime, por favor, que no te ha lastimado —pide—maldita sea, me amenazó y tuve que darle tu información, lo siento.
No puedo evitar reír.
—Estoy cagándome el cerebro pensando en cómo puede haber burlado la seguridad y fuiste tú quien le puso todo en bandeja de plata.
—Tenía miedo —se excusa—, dijo que divulgaría mis fotos.
—Pudiste avisarme y habría estado atenta —respondo—, o pudiste mantener la boca cerrada con respecto al tema, porque sabes bien que él no habría vuelto si no hubieras mencionado lo que hice en televisión internacional, pero claro, la ambición pudo más.
»Entiendo que revelaras mis datos por miedo, pero nadie te puso un cuchillo en la yugular cuando fuiste soltando temas privados.
—Adara...
—¡Adara una mierda! Estuvo frente a mi maldita puerta y quien sabe que pudo haberme hecho si no fuese por que tenía compañía. Has traído mis demonios de vuelta al revelar todo, pero tranquila continúa con tu vida y goza del dinero mal ganado.
Cuelgo la llamada porque no quiero amargarme más.
Nick aparece y me revela lo que ya sé.
—Cambiamos el código de ingreso, los vecinos se mostraron de acuerdo, de ahora en adelante habrá alguien aquí en la puerta —se acerca a mí y acuna mi rostro—, ¿segura de que estás bien?
Asiento.
—Lo estoy —respondo regalándole una pequeña sonrisa—. No le digas a mamá, por favor.
Frunce el ceño.
—No solucionaremos nada diciéndoselo, va a asustarse y no quiero preocuparla.
—Ada...
—Por favor.
—No saldrás sola a ningún lado, iré tras de ti a donde sea y nada de escaparse a hurtadillas —exige, lo veo justo así que accedo—. Voy a reforzar todo aquí para que no vuelva a aparecerse, pero, por favor, Adara, solo te pido que no lo subestimes.
Asiento otra vez.
—Quiero hablar contigo —pide y mira a Lois.
—Vale —me levanto de su regazo entendiendo que quiere hablar a solas—, ya vengo.
Lois asiente y salgo al comedor con Nick.
—¿Confías en él? —indaga.
Arrugo el entrecejo sin comprender a qué viene su pregunta.
—Lo hago —respondo—, ¿por qué?
—No lo sé, apareció recién y ya lo dejas entrar, pasa mucho tiempo aquí —comenta, preocupado.
—Lois me ha ayudado mucho, Nicky —le sonrío—, puedo defenderme con cualquier persona pero con Billy el tema es distinto, al final me congelé y, si él no hubiera estado, quien sabe que pudo haberme hecho.
Parece procesarlo y le doy un apretón a su mano.
—Pasa mucho tiempo aquí porque me gusta —le digo y baja la mirada sorprendido—, y yo le gusto a él.
Siento mis mejillas enrojecer.
»No sé qué va a suceder, pero planeo seguir escuchando lo que mi corazón diga. Es de confianza, no te preocupes por él.
—Te seguiré de igual manera.
—Por supuesto, admito que fue irresponsable lo de salir a hurtadillas —me disculpo—, no volverá a suceder.
Me abraza y sonrío sintiéndome protegida.
—Lamento no haber estado aquí, no todos pueden ingresar por la puerta trasera y bajamos la guardia —susurra—, no me perdonaría si algo te sucede, Ada.
—Tranquilo, hierba mala nunca muere —bromeo evitando llorar por lo nostálgica que me encuentro.
—Déjate de bromas —me regaña—, ve con ese chico que te mira con ojos de corazones.
Le saco la lengua y me sonríe.
Lois está recostado en la cama y me lanzo a su regazo haciéndolo reír. Retira el cabello de mi rostro y besa mi nariz.
Uf.
—Lo siento por tardar —musita acariciando mi mejilla.
Niego.
—Llegaste a tiempo —respondo.
Me apretuja contra su pecho y escucho la voz de Lexie preguntando por mí.
—Joder, dime que estás bien y que no te lastimó —indaga llegando a donde estamos.
—Estoy bien, Lex —la tranquilizo, sentándome nuevamente—. Finn es un chismoso.
—Es mi espía —responde guiñándome un ojo.
Se sienta en la cama y le sonríe a Lois a modo de saludo.
—¿Saben cómo entró?
—Kary —respondo y su rostro se tiñe de rojo.
—Esa maldita —gruñe—. ¿Qué carajos le pasa? ¿Cómo te expone así?
La tranquilizo pero tiene pinta de que golpeará a la primera persona que se le cruce.
—Dime que lo golpeaste —le pide a Lois.
—No lo hice —responde él sereno—, Ada estaba pálida, atacarlo solo lograría asustarla, quién sabe si se desmayaba y se daba un mal golpe. Tuve ganas, sí, pero debí priorizar.
Lexie se lo piensa y termina asintiendo.
—Finn me dijo que Nick está reforzando todo —dice—, esa misma protección la debes tener allá, no bajemos la guardia solo porque vayas a mudarte.
Le doy la razón y ella me mira antes de abrazarme.
—Gracias —le sonríe a Lois y besa mi mejilla—, vine a asegurarme de que estés bien, debo ir a otra entrevista, me tienen hablando como lora y vaya que me encanta.
Ríe.
—Te veo mañana, quiero estar en esa sesión de fotos y conocer al famoso Elián.
Se despide de ambos y se retira.
—¿Te quedas? —inquiero, han de ser las seis de la tarde.
—Hasta que me eches —bromea halándome a él y besando mi coronilla.
Entre arrumacos logro conciliar el sueño y soy despertada por Elián que se mueve de un lado a otro probándome lo que se supone usaré mañana.
—Amo verte emocionado, pero bájale un par de tonos a tu intensidad, la estás mareando —le reclama Lois.
Eli suspira mirándome y respondo encogiéndome de hombros.
—¿Escogiste la lencería? —inquiere ignorando a su hermano.
Asiento.
—Está en la bolsa de allá —señalo la bolsa de papel que se encuentra en la entrada, olvidé acomodar el paquete cuando llegó—. Me gusta este tutú.
Muevo la cadera haciendo que la tela se balancee y rio.
—Te ves preciosa —dice Lois queriendo tocarme pero Elián le da una mala mirada—, ¿qué?
—Vas a ensuciar la ropa —regaña.
—Eli, está bien —lo tranquilizo poniendo las manos en sus hombros—. Relájate, ¿sí? Todo saldrá perfecto.
Lo hago inhalar y exhalar sacándole una sonrisa. Me pide que pruebe las zapatillas de punta, pero son nuevas y no podré usarlas sin antes quebrarlas un poco. Se lo hago saber y cede dejando eso para mañana.
—Ahora, ¿un poco de karaoke? Quiero relajar mi mente —no sé qué ven en mi rostro pero logro convencerlos.
Me paso el resto de la noche cantando con ellos que se emocionan igual que yo con la discografía de Taylor Swift y cantamos a viva voz Blank Space.
—Definitivamente los llevaré conmigo al próximo concierto de Taylor —suspiro.
Ambos chocan palmas por encima de mí.
Lois cambia la expresión de su rostro haciendo que mire a Eli confundida.
—Perdón, debo hacer una llamada, lo olvidé por completo.
Converso con su hermano mientras él se aleja para hablar por teléfono, es realmente divertido cuando no está tensionado por las fotos. Me cuenta todos los detalles de mañana y que debemos estar a primera hora en el estudio, después quiere ir a una zona lejana para probar distintas tomas.
—¿Kallie? —inquiere Eli cuando Lois vuelve y él asiente.
Mi vena chismosa quiere saber quién es y parece que mi mirada lo da a notar porque sonríe sentándose junto a mí.
—Es una amiga y socia en Nueva York, la dejé a cargo de todo en el trabajo, ya la conocerás cuando vayas —explica y asiento.
—¿Solo Kallie?
—Kalliope —completa—, pero ella lo acorta a Kallie.
—Bonito nombre —sonrío.
Recuesto mi cabeza de su hombro disfrutando la quietud que termina pronto, Eli lo apura porque "debo descansar" y hace la cosa de apuntarme con un dedo pidiéndome que me acueste temprano.
Se lo lleva con él y solo consigo un beso en la frente antes de que se vayan.
Soy obediente yendo a la cama a las diez de la noche, pongo la alarma para que me levante mañana.
Siento que será un buen día.
Ahora sí me voy, disfruten.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top