CAPÍTULO 12
Este capítulo incluye contenido sexual, están advertidos.
Abre la puerta y se detiene en el umbral para buscarme con la mirada. Tomo las hojas y bajo del auto haciéndome notar. Mis ojos se encuentran con los suyos y sonríe. Esa maldita sonrisa que cada vez me gusta más.
—¿Qué sucede? —indaga y le entrego el guion que escribí en mis días productivos—, ¿de qué película es esto? ¿Conseguiste un nuevo rol?
—Solo sígueme la corriente, es más una improvisación.
Frunce el ceño pero cede, lo observo mientras lee y las mariposas se hacen presentes cuando curva los labios regalándome otra mirada.
—¿Listo?
Asiente y sonrío metiéndome en el personaje.
—No puedo, ¿vale? Ya no resisto esto —suspiro—. Tú, todo tú ¡joder! Es que me encantas y no es justo...
Las palabras se quedan en mi garganta porque sus manos sostienen mi cuello paralizándome la lengua.
—¿Estás actuando o lo dices en serio? —pregunta en un susurro—. Eso no está escrito ahí.
—¿Tú qué crees? —respondo.
Desliza su palma a la parte trasera de mi cabeza y me atrae más a él. Nuestras respiraciones se mezclan pero ninguno hace algo para romper el pequeño espacio que queda.
Me mira como nunca nadie lo ha hecho antes, su cielo vaga por mi rostro volviendo a concentrarse en mis labios antes de subir a mis ojos.
—Bésame, Lois —pido en un susurro, sin poder contenerlo más.
Acaricia su nariz con la mía haciéndome ansiar tanto el contacto que termino siendo yo quien se alza para alcanzar su boca.
No voy lento, siento una desesperación que ni yo misma comprendo; baja una mano a mi cintura pegándome contra él y jadeo en respuesta dándole acceso a su lengua que logra quitarme el control que poseía al inicio. Succiona mi labio inferior y roza su lengua con la mía mandando descargas que mi entrepierna no duda en recibir.
Pierdo mis dedos en su sedoso cabello sin querer que se aleje. ¡Joder! Nunca me habían besado así. Separamos apenas nuestras bocas para obtener algo de oxígeno, pero tan pronto lo conseguimos volvemos a lo mismo. Mordisqueo el labio que me ofrece disfrutando lo delicioso que resulta besarlo. Deja suaves caricias en mi mejilla haciéndome suspirar, sonríe sobre mis labios sin dejar de besarme.
La erección crece en su pantalón y no conozco la definición de vergüenza cuando me restriego contra él, mi centro exige contacto. Avanza haciéndome retroceder hasta dar con su auto. Tanteo la puerta, él quita el seguro para que pueda abrirla y adentrarme con él en el asiento trasero.
Abraza mi cuerpo con uno de sus brazos sin dejar de besarme y yo envuelvo su cintura con mis piernas queriendo hallar algo de fricción. Me siento desfallecer cuando sus caderas chocan contra las mías arrancándome un gemido.
—Ada, mírame —pide en un susurro.
Lo hago y ¡mierda! Su azul cielo ha adquirido un tono oscuro que admito me gusta, me gusta que me mire así.
—Va a sonar muy soso, lo siento —besa mi barbilla—, pero no tengo condones.
La maldita protección, ¿cómo pude olvidarlo?
Me remuevo porque, aun cuando me está diciendo eso, sigue besándome en zonas que no permiten que la calentura se me vaya.
—Entonces para y deja que... —suspiro, que delicia—. Solo deja que recupere la cordura.
Siento su sonrisa contra mi piel y niega.
—Tranquila —mueve los labios a mi oído—, voy a darte tu orgasmo, bonita; aún podemos divertirnos.
Gimo porque ¡estoy malditamente caliente!
Se deshace de mis shorts y adentra su mano en mis bragas que ahora son inservibles por lo mojada que estoy. Acaricia el nudo de nervios haciendo que muerda mi labio inferior para retener los gemidos.
Empieza a tocarme y me besa para que los sonidos que quieren escapar mueran en su boca. Balanceo mis caderas contra su mano ansiando más. Sus dientes mordisquean mis labios y sus dedos pellizcan los lugares precisos que me remueven bajo su cuerpo. Mi piel se humedece, el sudor se acumula en mi frente y me aferro al cuello de Lois cuando la tensión se reúne en mi vientre, pero él deja ir mi boca y quita su mano de mi entrepierna. Quiero refutar, pero me callo cuando noto su intención. Quita mis bragas colocando mis piernas por encima de sus hombros y me mira mientras da suaves mordiscos en las caras internas de mis muslos antes de arremeter contra mi coño.
¡Virgen santísima!
No sé a dónde aferrarme y decido prenderme de su cabello en cuanto su lengua inicia sus certeros movimientos entre mis pliegues. Succiona mi clítoris y echo la cabeza atrás cuando un sinfín de sensaciones se apodera de mi cuerpo llevándome de la tierra a algún planeta en donde los orgasmos se vivan de esta manera.
—Lois —respiro con pesadez. Él no sube aún, sigue chupando cuanto líquido libero.
Introduce uno de sus dedos en mi interior y me meneo pidiendo más.
—Joder —gimo.
Su lengua no se cansa de arremeter contra mi centro y un par de dedos más se unen a la fiesta de "consigamos otro orgasmo". Encuentra ese maldito punto y lo estimula haciéndome imposible la tarea de callar los sonidos que escapan de mi boca. Otra de sus manos sube a mi pecho y la falta de sujetador le facilita el acceso a mis pezones que se fruncen cuando su índice y pulgar se unen en el pico erecto. La estimulación extra en mi torso acelera el proceso de conseguir mi clímax.
Lois limpia los bordes de sus labios y me sonríe. Debería ser ilegal que sonría así luego de haberme provocado dos orgasmos solo con su boca y dedos.
Se sienta dejándome temblorosa, mantiene la vista al frente con la sonrisa aún dibujada en rostro. Acaricia mis piernas y con algo de dificultad me incorporo colocándome a horcajadas sobre él.
—Sigo sin tener un condón —me recuerda.
Conecto mi mirada a la suya, no creo que haga falta decir algo cuando nuestros ojos mantienen una excelente comunicación. Me remuevo sobre él haciéndolo jadear y apretujar mi trasero en respuesta. Acerco mi boca a su cuello sin parar el vaivén de mis caderas, beso, lamo y succiono su piel sintiéndolo cada vez más duro debajo de mí.
—Lois —gimo en su oído volviendo a bajar por su clavícula.
Me aprieta contra él y la fricción es exquisita... ¡Joder! Muerdo la piel de su barbilla y clavo las uñas en su cuello. Sus caderas se mecen coordinándose con las mías haciendo todo mucho más placentero.
—Ada —susurra en medio de un jadeo.
Paseo la yema de mis dedos por su abdomen y dejo que mi mano se pierda dentro de su bóxer. No lo veo, pero siento las venas marcadas y la longitud no es para nada decepcionante. Jugueteo con su glande sin dejar de moverme logrando que más gemidos salgan de esos labios que muero por besar otra vez.
Deja mi culo para pasear sus manos por el resto de mi torso acariciando por encima de la tela, se cansa y termina introduciendo sus manos tocando mis pechos pequeños. Gimo su nombre y mis pezones se alzan ansiosos por recibir su atención otra vez. Los chupa metiendo la cabeza dentro de mi camiseta holgada y baja una de sus manos para estimular mi clítoris.
Siento que todo arde y me dejo ir en mi tercer orgasmo a la par en que un líquido lechozo empapa mi mano.
Lois respira sobre mi pecho, no puedo evitar sonreír complacida. Deja un casto beso en el valle de mis senos antes de salir de su escondite y mirarme con fijeza.
No me cohíbo a pesar de que estoy desnuda de la cintura para abajo, me sostiene y se estira para alcanzar una camiseta.
Limpia el desastre entre mis piernas y el derrame de mi mano.
—Tus habilidades kamasutrales son impresionantes —suelto—. Diez de diez.
Ay, mierda, no debí decir eso.
Los tres orgasmos me dejaron tonta.
Su risa ronca se hace presente y vuelve a mirarme de esa manera.
No la mirada mojabragas, la que me acelera el corazón.
—Solo tú dirías algo como eso —acaricia mi mejilla y cierro los ojos ante el contacto.
Me atrae a su pecho y me dejo acurrucar. Acaricia mi espalda por debajo de la tela transmitiéndome calma.
—Me gustas, Brontë —confiesa.
—También me gustas —correspondo dejando un suave beso en su cuello.
Baja sus caricias a mis piernas arrancándome un suspiro.
—¿Te imaginaste que acabaríamos así? —pregunta.
—Yo vine por un beso y terminé con tres orgasmos —respondo haciéndolo reír—, es el claro ejemplo de "vine buscando cobre y encontré oro".
—¿Y ese guion?
—Lo escribí en uno de mis días productivos y puede, solo puede, que mi inconsciente haya pensado un poquito en ti cuando lo hice.
—Tu inconsciente me adora.
—La parte consciente también —corrijo—, y no es por los orgasmos.
—Claro que no —bromea.
Golpeo su pecho con suavidad antes de recostarme ahí.
—Si quisiera solo orgasmos me quedaría con Eros, es lindo y pasamos buenos ratos —mi mano sube a su mejilla—. No sé qué demonios sucede aquí, pero me gusta y esta sensación, esta charla post orgasmo, no me la da un juguete.
Toma mi mano y deja un beso en la palma. Me derrito con el gesto.
¿Desde cuándo soy así de sentimental?
—Mírame —pide y me alzo para quedar frente a él.
Acuna mi rostro entre sus manos y me acerca.
Me besa con suavidad, delinea mi labio inferior con su lengua solicitando permiso para ingresar, permiso que le concedo ansiando sentir más del cosquilleo en mi estómago. Ladea el rostro profundizando el beso y vuelvo a prenderme de su cabello, bendita sedosidad.
Me roba más de un suspiro y creo que voy a llorar porque esto es tan lindo y tan desconocido para mí. Joder, no quiero arruinarlo.
—Hey —se separa para secar mis lágrimas.
Lloro y ¡mierda! Estoy siendo tonta.
—Lo siento —susurro.
—No lo sientas —me besa la mejilla—. Está bien.
Vuelve a acurrucarme contra su pecho y decido que me agrada la sensación. Me gusta esta clase de intimidad, es nueva e incierta, pero me gusta.
—¿Qué sucederá ahora, Ada? —pregunta tras un rato.
Vuelvo a colocar mi rostro frente al suyo. Muerdo ligeramente mi labio inferior sin saber qué decir.
—¿Amigos que follan en coches durante la madrugada? —inquiero divertida.
Sonríe y me atrae para otro beso que gustosa recibo, es más corto que el anterior, pero no menos placentero.
—Yo diría que te haré sentir lo que se supone sientes cuando estás enamorado —susurra contra mis labios—. Mi ruleta rusa tiene tu nombre y no hay competencia.
A continuación: me hice papilla, nos vemos después del corte.
Dejo esto y me retiro lentamente.
Nos vemos luego con otro capítulo <3
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