Capítulo 6
Noté su presencia segundos antes del estruendo por encima de la tormenta. La lluvia me impidió saber de qué se trataba (rayo o disparo) era evidente, que había alterado al animal al punto de que a ella le costaba controlarlo. El segundo ruido despejó mis dudas. Le estaban disparando.
Hasta ese entonces, me había detenido y me mantenía alerta. La tormenta aún no alcanzaba su pico más alto, podía ver al detalle al jinete, caballo y a sus alrededores. El poco control que logró lo perdió en el tercer disparo. El que sea atacaba, no estaba a la vista, se ocultaba en algún punto del espeso paraje.
Hice mi primer disparo a aire al salir del remolque, sin perder de vista al animal ni a su dueño. Alguien respondió dentro de la vegetación, pero el viento fuerte y la lluvia le hacían difícil al tirador lograr dar en el blanco.
Eso no le impedía seguir disparando, no contaron que alguien saliera en su defensa, no ese sitio tan solitario y con esta lluvia. Por unos minutos mantuve la duda sobre quién auxiliar primero, al caballo o jinete. Lo primero era una yegua blanca, bastante costosa para que alguien se paseara en un paraje solitario y en medio de la tormenta.
El jinete era una mujer que se encontraba tirada en el suelo, con una herida en el brazo derecho a la vista. No tuvo el control de la caída, la lluvia, lo agitado del animal o los disparos lograron derribarla por sorpresa.
Un par de disparos más hacia el sitio en que la están atacando y el no recibir respuestas me permiten relajarme. El hermoso animal sigue inquieto, pero no se ha alejado de su dueña, lo que me facilita hacerse a las riendas antes de tomar a su compañera del suelo.
—Jaken. —me dice al abrir sus ojos un instante, rebelándome las dos esmeraldas más hermosas jamás vista por este servidor. — me gusta tu aspecto de chico de rancho. —susurra antes de perder la consciencia.
¿Qué probabilidades existe de que un ser humano repita situaciones? Pocas, y yo cuento con dos de ellas parecidas, todas involucran a una mujer en apuros. La primera no logré ayudarle como debía y su asalto fue a manos de su prometido.
A la que tengo en el remolque mientras lidio con la testarudez de su mascota que se niega a cooperar e ingresar en el vagón, fue un acto de irresponsabilidad. ¿A quién cojones se le ocurre andar con un animal tan costoso? Sobre todo, en un mundo tan repleto de individuos sin ganas de trabajar y amante al dinero fácil.
La ato a la parte trasera del remolque, ingreso al interior y abro la ventanilla, en espera que el olor de su dueña haga lo imposible, que ingrese y no me joda más este día. La lluvia está alcanzando terrenos altos, la visión de la carretera es cada vez difícil, estoy estresado y enojado.
No es el mejor de mis días, un negocio pendiente que involucraban a nuestras mejores crías se convirtió en tortura. Mi querida madre olvidó decirme la identidad del cliente. Un miserable acosador con manos ágiles y mucha testarudez. Deslizo la rampa, suelto la su rienda y dejó que el instinto haga lo propio. Mi paciencia se fue al carajo, en el maldito último roce indebido por ese hijo de puta homosexual.
—Vamos, cielo —le insto acariciando su pierna. —no podemos quedarnos aquí
—Es una dama Jaken —le siento decir con voz débil —jamás ingresará a una habitación con un desconocido.
Aliviado al ver que ha recobrado el conocimiento e ignorando que por segunda vez que me ha llamado con ese nombre, le lanzo una mirada a la yegua. Seguimos estando el riesgo, quienes quisieron asaltarla deben seguir allí ocultos. No es mi mejor día para morir, menos por una inconsciente.
—Tu hermoso trasero ha llamado la atención —le riño —no soy yo el herido, es tu dueña y por culpa de las dos. Una por irresponsable, otra por hermosa.
—Delilah.
El llamado débil de su dueña, viene acompañado de un silbido. En respuesta, la yegua golpea sus patas delanteras y resopla al tiempo que mueve sus orejas. Intento ponerme en su lugar, acaba de ser asustada con disparos, la dueña no se encuentra a la vista y un desconocido quiere obligarla a ingresar al cámper.
—¿Puede hacerlo otra vez? —le pido a la mujer —estamos expuestos en este lugar.
—Puedo —dice con voz débil.
Su segundo silbido es más prolongado que guía al animal hasta el interior. No pasa desapercibido que en el final el ruido se opaca y ella lanza un lamento. Con el animal en el interior y el vagón asegurando me lanzo hacia el timón.
—Gracias.
Al no obtener respuesta le doy una mirada, descubro que se ha vuelto a desmayar y el sangrado en el brazo ha aumentado. El pueblo se encuentra a tres horas, el rancho a cuarenta y cinco minutos. Cuento con poco tiempo para decidir el camino a escoger, pero el sentido común me hace ir a casa.
*****
La tormenta continua cuando piso los terrenos del rancho. La figura de Freddy corriendo hacia los establos para abrirme las puertas me sale al paso a través de la capa de blanca gracias a la lluvia que cae a mi alrededor.
La luz en el interior la proporciona las lámparas de aceite cuidadosamente dispuestas en diversos puntos. Por varios sitios del establo salen los chicos al notar mi sorpresiva llegada. Había hecho planes para tardar tres días, no me esperaban cuarenta horas después. Retiro la llave del auto y el retrovisor me hace ver Tom con las puertas del remolque abierto y observando el interior con curiosidad.
—Dale de comer y asegúrate que entre en calor. —le pido cuando su mirada choca la mía y afirma regresando la atención en la yegua.
Retiro el cinturón de seguridad y hago lo propio con el de mi acompañante, aun inconsciente. Hice un torniquete con su brazo, lo que impidió que siguiera sangrando. No es suficiente, hay que verificar que la bala no esté, suturar y evitar infección.
—¿Por qué no hay luz? —pregunto apresurado para sacarla del vehículo.
Abro el puesto del copiloto con los chicos siguiendo mis pasos y lanzando preguntas sobre la yegua. Cada uno de ellos empiezan a explicarme al mismo tiempo lo sucedido con el servicio de luz. Han visto que no llegué solo y desean saber quién me acompaña.
—Un rayo impactó en el TC. —señala Fred.
—Hace dos horas, la explosión fue fuerte...
—¿Le trajo novia a Deacon? —pregunta Salvador y me sorprende ver a Tom lograr sacar a Delilah.
—¿Dos por uno? —bromea un tercero al verme sacar en brazos a la chica. —una chica para Deacon y otra para usted.
—¡Oh! Mierda. —los siento decir —está herida.
—¡A un lado! —ordeno al girar con ella en brazos.
El ruido en todos viene de la mano de diversas órdenes y de todos abrirme campo hacia la casa grande. El llamado de mi madre a gritos y el anuncio de mi llegada con una chica herida.
Mis papás se asoman en la puerta de entrada y ante la escena se hace a un lado impartiendo órdenes a todos. No hay tiempo en hacer preguntas, la escena debe hablar por sí sola.
****
—¿Dices que intentaron asaltarla? —pregunta papá y afirmo viendo a mi madre vendar su herida. —pudo ser por la yegua, si ha estado por esta zona, llamó la atención.
—A esa conclusión llegué —confieso —¿Disminuyó la fiebre?
—Sí. Al fin descansará —susurra mi madre retirando un mechón húmedo de su mejilla —Es increíble que una criatura tan hermosa transite desprotegida y que nadie le extrañe.
¿El tal Jaken no la extrañará? Lo llamó en varias ocasiones, durante el viaje y en medio de sus desvaríos por la fiebre. Nombró a muchas personas, maldijo a otras y acusó a alguien de asesinar a su madre.
¿Realidad o pesadillas? Solo ella lo sabe. Papá lanza un suspiro, se incorpora de la silla en la que se encuentra y se ubica en el lugar contrario de la cama. Ella queda en mitad de los dos, cada uno con un rostro de tristeza, como si a quien viera fuera un cadáver.
—Nadie debería estar tan solo —habla papá tomando sus manos.
—Por eso te rogué que la buscaras cuando desapareció —confiesa mi madre. —nadie me quita de la cabeza que algo la hizo huir.
Intenté seguirle el rastro, a pedido de mamá, Travis y Magdalena. Travis deseaba saber si estaba bien, si su huida del rancho fue por decisión u otra cosa. Mi hermana darle las gracias y mamá. Bueno, ella se sintió unida a ella por la soledad que la envolvía.
—Lo sabrás cuando despierte —papá rompe el círculo incorporándose y me enfrenta —puedes decirle a ese investigador que la búsqueda acabó.
—Será lo primero que haga a primeras horas de la mañana —prometo siguiendo sus pasos y me dirijo a la puerta.
—¿Por qué volviste antes? —pregunta mamá cuando he llegado a la puerta.
—Debiste decirme a quién vería. —reclamo —¿Tienes idea de lo difícil que fue?
—Será mejor tener esta conversación en otro lugar —aconseja papá.
Mamá lanza una risita, papá desea saber el nombre y una vez mi madre lo dice, maldice. No tengo problemas con las inclinaciones sexuales de los demás, siempre y cuando no me perjudiquen.
Ella sabía de los problemas que he tenido con ese bastardo en el pasado. En lugar de rechazar la oferta, la aceptó y me envío a mí a manos de ese buitre. Una vez en el pasillo, papá me pide controlarme y a mamá le exige saber por qué no dijo de quién se trataba.
—¡No iría Malcolm! —gruñe, exasperada —está siempre encerrado, rodeado de animales y amargándose —me mira un instante y suspira. —pensé que te hacía un favor
—¿No encontraste algo mejor que Josep, mamá? —acuso — ese bastardo no dejó de hacer comentarios malintencionados en medio de la reunión.
Tuve que llenarme de una enorme fuerza de voluntad para no golpearlo. Con la única persona que he perdido el control es con ese bastardo. Por su mala costumbre de tocar zonas indebidas mientras mantiene una conversación.
—Entregué los animales y no volví —le señalo antes de seguir —cancelé todo trato con ese animal, no pienso hacer negocios con él. Le advertí que era el último. Pagaré la maldita cláusula.
—Josep es un buen chico, deberías...
—¡Alice! —la voz de protesta de papá es por la risa intempestiva de mamá —¿Qué es tan divertido?
—¿La verdad? —pregunta viendo a uno y a otro.
—¡Por favor! —respondemos al unísono.
—Pensé que te gustaban los chicos —sacude las manos al ver el rostro molesto de papá y el de sorpresa mío —y quise darte una mano —responde apresurada —o un empujón. —corrige —Eres joven, me niego a verte morir lentamente porque esa zorra te daño —alza el dedo índice acusador hacia mí —¡Me niego!
—¿Y si no fui feliz con Yalitza, Josep sería el perfecto? —sigo por ella—¿Hablas en serio?
—Solo quiero tu felicidad, cielo.
—Me alegro saber que eres de mente abierta—confieso dirigiéndome a mi habitación —pero a futuro, te pido no intervenir.
—¿De dónde sacaste que pega con las dos piernas? —pregunta papá en medio de risas —¡Eres única!
—¡Patrick! —me llama en medio de ruegos.
—No quiero verte en lo que resta del día —le pido perdiéndome en la habitación.
****
El ruido incesante de un móvil me hace removerme en la cama. La pesadez en ciertas partes del cuerpo me impide abrir los ojos y apagar el aparato. Mis intentos por abrir los ojos en los primeros acordes, me resultan difíciles y cuando lo logro quedo en shock.
—¿Dónde carajos estoy?
Una habitación lujosa, de paredes en beis y blanco, dos grandes puertas que dan a lo que parece un balcón, cubiertas por cortinas blancas. Una enorme chimenea, un tocador en el costado opuesto, dos mesas de noches, una mecedora en madera y sobre ellas mi morral con mis pertenencias. Sigo revisando a mi alrededor algo conocido y la única pintura que adornan las paredes llama mi atención.
La imagen del rancho que se muestra en ella, parece sacada de un cuento de hadas. Irreal rodeado de jardines y con varios caballos pastando a su alrededor. Reconozco esa imagen como la del rancho Mallory.
Los interrogantes van en aumento intentando incorporarme de la cama. Un fuerte dolor en el brazo y un mareo me lo impide. Una mirada al motivo me muestra el brazo vendado. Los recuerdos del ataque llegan a lento, pero el ruido del móvil me impide pensar.
Sobre una de las mesitas de noches se encuentra mi móvil, lo tomo en manos una vez logro levantarme. Encuentro varias llamadas perdidas de Jaken y Landon. La hora en la pantalla muestran las tres de la tarde y la fecha señalan un día después de mi ataque.
—Jaken. —saludo descolgando la llamada.
—¿Dónde rayos te has metido?
¡Delilah! Iban a robarme a Delilah, recuerdo. Ignoro los reclamos de Jaken, pongo el altavoz y me dirijo al balcón. La imagen de mi querida y entrañable compañera pastando junto a varios caballos me hacen liberar el aire.
—Luisa —lo escucho gruñir —te hice una maldita pregunta.
—¿Recuerdas al hombre que rescaté? —suspira.
—¿Qué con él?
—Estoy en casa de su esposa.
Comento al reconocer el jardín, los establos y partes de la fachada de la casa. Aunque de momento no tengo ni puta idea de cómo llegué hasta aquí. El último recuerdo que tengo es que Jaken me rescató de ese ataque.
Si está enojado y sin saber donde estoy, es por qué no fue él.
—El rancho Mallory —responde luego de un largo silencio.
—Dijiste que era un sitio seguro. —le recuerdo —aunque no quisiste decirme por qué los sabías si aseguraste no conocer a los dueños.
Sobre el tocador diviso una fotografía y me voy tras ella. Jaken parece haberse quedado mudo luego de mi comentario. La fotografía fue tomada en una boda, un acercamiento a los presentes, me muestran al hombre que rescaté, a Magdalena (los novios), la señora Alice abrazada a un hombre bastante alto de tés trigueña y una hermosa sonrisa.
Lanzo un respingo al ver el último integrante de la foto. El enorme parecido entre ese individuo y Jaken es obvio, de ojos oscuros, con más musculos y más alto.
—¿Estás sola? —lo escucho preguntar —¿Conociste al resto de la familia?
—Jaken —susurro —en esta casa hay un hombre muy parecido a ti.
—...
—Debe ser Patrick Mallory ¿No es raro?
El silencio que sigue no sé cómo tomarlo y continúo revisando la fotografía. Salvo por un par de detalles, bastante obvios, el hombre es inconfundiblemente parecido a Jaken. ¿Lo curioso? La misma diferencia existe entre Jaken y Landon, su padre. Aquí radica lo curioso, el tal Patrick es el vivo retrato de Landon Giles cuando era joven.
—¿Cómo llegaste allí?
—¿Quién es Jaken? —quiero saber y me siento en la silla del tocador en espera de esa respuesta.
—Te hice una pregunta.
—Que no voy a responder hasta que no obtenga lo que deseo —refuto en calma —¿Quiénes son estas personas? ¿Son familia tuya?
—Solo una —gruñe en un suspiro —Patrick Mallory, antes Patrick Giles Curtis.
—¡No me jodas! —sonrío —¿Hablas en serio?
—Por desgracia, no.
—¿Por qué no lo dijiste?
—No pensé que lo volverías a ver. Te creí más inteligente y que te mantendrías lejos de Percy Simons.
—Hablaste sobre enfrentar mi pasado, Jaken. Es lo que hago —le miento —¿Por qué tienes un hermano y no lo sé? —insisto.
Me explica que es su medio hermano, hijo del primer matrimonio entre su padre y Alice. Hace unos años, se quitó el apellido y empezó a llevar el del hombre que se casó con su madre.
—Se lleva mal con nuestro padre, no ha querido conocerme y hasta donde me han confesado, me odia. —sus palabras salen cargadas de dolor y lamento tocar un tema tan delicado —la última vez que vio a mi padre tenía doce o catorce años.
—No debería odiarte, no es tu culpa...
—Puedo entenderlo —lo defiende con vehemencia —no es fácil reconocer y aceptar a un hermano cuando fue gestado en una infidelidad.
—¡Dios mío!
—Era demasiado joven para recordarlo, nos llevamos dos años.
Una vez se enteró de que su medio hermano fue gestado estando en matrimonio con su madre y no después, como creía, se retiró el apellido. Mostró su deseo de quitarse el único vínculo que le ligaba a Logan, siendo mayor de edad, poco y nada pudo su padre hacer.
—Lo siento mucho, Jaken. No debí preguntar. —me excuso.
—Si le dices que eres mi amiga o tienes tratos con papá... te sacará de allí a patadas—ríe, pero es una risa sin humor —lo mejor es que no lo hagas.
—Sigues siendo inocente Jaken. —insisto —Es culpa de tus padres, no de ustedes.
—No es tan fácil, linda. —admiro la manera en que defiende el odio en su hermano y eso no hace que lo admire aún más —Alice Curtis, la madre de Patrick. Perdió a un hijo, tendría mi misma edad. Papá no supo manejar esa perdida.
Su padre, asegura que esa perdida fue el detonante para que la relación se quebrara, lo pone en duda. Culpa a su padre de la destrucción de su hogar y a su madre de mezclarse con un hombre casado.
—Es difícil que alguna vez me acepte como hermano. —concluye.
—Lo siento, Jaken.
—No más que yo —acepta —han sido años de lidiando estos sentimientos. Odiándome y entendiéndole por qué no me quiera conocer.
Confiesa que su madre tiene gran parte de culpa, le confesó cierta vez mucho antes de saber él la verdad, que tuvo que luchar mucho por el amor de su padre. En un comienzo, Logan Giles, no se mostraba interesado hasta que en una mezcla de copas y defensas bajas logró seducirlo. El resultado fue el embarazo que lo traería al mundo. Al obtener la mayoría de edad, su padre le confesó la verdad y todo cobró sentido.
—Papá dudó que el hijo era suyo y se alejó de ella —confiesa —le dijo que se haría cargo solo si el niño era suyo y eso solo se sabría al nacer.
—Tu padre no es tan inocente. Era un hombre casado.
—Lo sé, pero mamá también lo sabía e insistió.
—Y él cayó redondito ¿Dónde estaba el amor a su esposa? ¡Quien ama no mientre, no daña! —ataco —los dos son culpables y las únicas víctimas, Alice y ustedes. ¡Fin!—Jaken sonríe por mi explosiva respuesta lanza un largo suspiro antes de responder.
—Papá no ha dejado de amar a Alice y mamá lo sabe. Si se ha mantenido a su lado, fue porque ella amenazaba con hacerse daño o dañarme. Es una de las razones por las cuales estuvo en ese centro psiquiátrico.
Las puertas de la habitación se abren y giro mi cuerpo encontrándome con la versión de Jaken. En persona el parecido está allí, aunque menos obvio. Me apresuro a quitar el altavoz y él se detiene en la entrada. Me muestra un cabestrillo que tiene en sus manos mirandome de manera inquietante.
—Te traje esto —se excusa mostrándome lo que trae en sus manos —estarás mejor.
—¿Está allí? —pregunta, ansioso y respondo con un «ajá» casi inaudible —llámame en cuanto estés sola.
—Lo haré. —cuelgo la llamada y contemplo su humanidad en silencio.
En vaqueros y remera blanca, cabello humedecido y el olor a la colonia después de afeitar me llega cuando se detiene ante mí.
—Buenos días —saluda—veo que has despertado.
—Dormí demasiado—alcanzo a decir y no sé por qué siento nervios, si es todo lo que Jaken es y con él no tengo estos episodios.
—Eso habla bien de la hospitalidad de mi madre, es ella la que se ha encargado de ti.
Sonríe por primera vez y allí no hay similitudes con su hermano. Siento un poco incestuoso que me atraiga, Jaken es lo más parecido a un hermano y Landon me ha protegido como un padre.
—¿Tú me rescataste? —afirma torciendo los labios en una sonrisa. —gracias.
—Es un placer.
Tres palabras bastante sencillas, pero que en sus labios y con esa sonrisa logran erizar mi piel. Recoge el cabestrillo que ha dejado al lado del tocador y se acerca.
—Te ayudaré con esto —susurra —le diré a mi madre que has despertado. Hay que llevarte al pueblo para que te revisen la herida. Esperaremos a mañana para hacerlo.
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