Capítulo 20

Tener a Landon Giles lanzando amenazas de demandas y revoloteando a mi alrededor, no era fácil, como tampoco saber que Jake sufrió un ataque que debía recibir yo. Me odiaba por ello, debí insistir en que se quedara en la ciudad o negarle alojo. ¡Maldición! Era consciente del riesgo en el rancho, por mínimo que fuera. ¿Cómo fui tan confiado?

«Unos centímetros más abajo y no viviría para contarlo». Las palabras del cirujano oprimen mi pecho al repetirlas mentalmente. No puedo negar que odiaba a Landon con todas mis fuerzas, pero no a Jake. Estos días junto a él, me sirvieron para entender el error que cometí al mantenerlo al margen.

Y en nada tenía que ver la posibilidad de compartir la misma madre.

Jake me demostró ser un hombre divertido y abierto a nuevas experiencias. Con ansias de aprender algo nuevo todo el tiempo, no le importaba ensuciarse las manos, tomar una pala o una cortar el césped. Asegurando que su sueño es tener una vejez en el campo, por considerar que el futuro de la humanidad se encontraba allí.

Encontré un par de detalles en común, más allá de llevar el mismo padre. Jake, al igual que yo, odiaba las injusticias, razón por la cual se hizo abogado. Sus padres nunca influyeron en esa decisión, de hecho, su oficina estaba por fuera del bufete familiar.

Era usual en él los casos pro bono, motivo de disputas con su madre, su padre se había acostumbrado a esos actos. Dentro de sus planes estaba, tener una familia, casarse con su novia y alejarse de su madre. Al respecto, no dio mayores detalles, salvo que era necesario para poder formar un hogar con Yuliana, su novia.

Y sí, era, ni más ni menos, que la chica que me había amenazado en la oficina.

No dejó de reír escuchando mi relato, asegurando que cuando se trataba de él, Yuliana era sobre protectora. Era su novia desde hace cinco años, el mismo tiempo que llevaba trabajando para su padre. En unos meses se graduaría como abogado y tenían pensado trabajar juntos.

—¿Han visto a Luisa? —le pregunto a Magdalena y a Travis.

—La vi salir hace unas horas —responde Travis. —cuando el alboroto de Landon estaba en todo su furor.

—Debe estar en la cafetería o tomando aire.

¿Cómo no me di cuenta de que no estaba? Estaba tan concentrado en Landon que la perdí de vista y olvidé su presencia. Lo último que ese infeliz le dijo debió alterarla, donde sea que esté se debe sentir culpable.

No pude decirle que su padre no es el único sospechoso, la presencia de Landon, lo impidió. Alfred Vass ocupa junto a Augusto Taylor, el renglón de los sospechosos.

El primer ataque que se tiene registro, fue antes de que Luisa regresara a nuestra vida. Fue durante la convalecencia de Travis, diez días después que ella huyera dejando la recompensa.

Es difícil que Alfred me atacara cuando su supuesta hija ya no estaba en el rancho. Aunque con ese hombre, todo es posible. Y, en todo caso, de ser él, los ataques se hubieran incrementado cuando lo saqué a patadas del rancho y ocurrió todo lo contrario.

¿Era estrategia? ¿Esperaba que me relajara para atacar? De ser cierto, le había salido genial. En la misma época en que ocurrió ese asalto, Augusto, envío a su hermano Dorian para ocupar su lugar. El que cesara de hostigar a Magdalena y se hiciera el digno, va en contra de su naturaleza.

Demostró ser un hombre orgulloso y vengativo que no le perdonaba a mi hermana haberlo olvidado y menos que su reemplazo fuera Travis Odam. Un hombre al que consideraba inferior y con un pasado turbio entre sus padres que complicaba todo.

¡Tanta conspiración me va a volver loco!

Inspiro y suelto el aire, sacudiendo mis pensamientos.

—Iré a buscarla —comento en voz alta incorporándome —también me servirá alejarme de aquí.

—¿No vas a entrar? —quiere saber Magdalena y niego. —¿Por qué? Pensé que se llevaban bien.

—No mientras él este cerca. Cuando él no esté, lo visitaré.

Su presencia me asfixia, producto de los recuerdos que genera. Admiro a mi madre y su capacidad de soportarle, cuando yo he estado a punto de reventarle la cara. ¡Acusar a Luisa! Cuando no tiene motivos. Me calzo el sombrero siendo observado por mi hermana y su esposo con rostro preocupado.

—Deberías ir a descansar —le aconsejo —si algo ocurre, te mantendré al tanto.

—En cuanto lo vea —insiste y resoplo.

—¡Lo acabas de conocer! —le reprocho —¿Por qué el interés?

—Es tu hermano —se encoge de hombros —es más que suficiente.

—Buscaré a Luisa y al volver no te quiero aquí —le señalo y en respuesta me saca la lengua y mi dedo apunta a Travis, que la observa divertido —¡Tú eres el hombre! ¡Ejerce tu puto derecho!

—Ya la oíste —mueve la cabeza hacia ella —nos iremos cuando lo veamos.

—¡Debería darte vergüenza! Recibir órdenes de una pulga —sonríen en respuesta, inclino la cabeza a manera de despedida y salgo en búsqueda de Luisa.

Mi avance a la salida, es con la vista fija en todos los sitios. En algunos puntos, me parece verla, pero al detenerme encuentro que el rubio no es igual. Durante esas equivocaciones, me doy cuenta de lo única que es, lo bien que me hace su presencia y lo diferente que se siente estar con ella.

La llegada a la salida del hospital es sin rastros de ella, ni en los pasillos, recepción o en el estacionamiento. Pregunto por ella a un par de conocidos, pero nadie la ha visto, estoy por marcarle, pero recibo una llamada de Salvador antes.

—Jefe, el sheriff estuvo aquí —empieza a decir —hizo un par de preguntas, se acaba de ir.

Retiro el sombrero y lo lanzó a la parte trasera de la camioneta. ¡Lo que me faltaba! Tener a ese hijo de perra revoloteando alrededor de Luisa. He visto como la mira cuando cree que nadie lo observa y no olvido el suceso con el imbécil que quiso propasarse con ella.

¡Lo dejó en libertad! Según él, por falta de pruebas, desde ese día no se sabe nada de él y Luisa no ha querido hablar al respeto. Lo cierto es la llegada de Jake, desvío mi interés en protegerla y me centré en él. Olvidé el motivo por el cual me niego a dejarla ir, como también el enemigo que subestimé.

—¿Quién le llamó? No he dado la orden de que lo hicieran —acuso enfadado

—Pensamos que había sido usted —resopla —fue lo que insinúo, nos pidió llevarlo a la zona.

—¿Qué les dijo? —quiero saber —¡Por lo menos fue útil!

—No soltó nada, por más que le insistimos —suspira —dijo que hablaría con el dueño, recalcó que era su padre y no usted.

¡Hijo de perra! Resentido.

Espero que mi padre no esté equivocado en darle confianza a ese truhan. Yo sigo manteniendo reservas en todo lo que le rodea, una parte de mí sabe que es interés, que le muestra a Luisa lo que nubla mi razón, pero no puedo frenarlo.

—¿Cuándo fue eso? —pregunto cuando el enojo ha bajado.

—Hace dos horas, más o menos. —comenta —Media después antes de Luisa —me tenso al escuchar esto y alejo mi cuerpo de la camioneta.

—¿Luisa está allí?

—Se fue hace diez minutos antes que el sheriff , está en el paseo con Delilah —responde contrariado —le preguntamos por el joven Jake, nos dijo que estaría bien.

—¿Quién la llevó? ¿Lo viste?

—Un taxi —duda unos minutos y luego retoma su diálogo — Tom le preguntó por qué había regresado y dijo que no era necesario su presencia

Hay un maldito disparando en mi territorio y a ella se le ocurre dar un jodido paseo ¿Qué les pasa a las mujeres?

—Hazme un favor y tráela de vuelta —le ordeno y puedo sentir que sonríe —no me importa lo que tengas que hacer, pero la quiero en casa y protegida.

—¿Y luego? ¿Rezo un exorcismo? —bromea. —ella no es fácil, joven.

—Usa tu ingenio, Salvador o encanto, pero no tanto o te las verás conmigo. —advierto colgando la llamada.

Busco su contacto y le marco un par de veces, sin respuesta alguna. Insisto un par de veces más, con el mismo resultado. Ingreso a la camioneta azotando la puerta y cerrando los ojos. Maldiciendo la hora en que la perdí de vista por centrarme en Landon me quedo dormido y despierto cuando la vos de mi madre me llama.

Mamá tiene el rostro asomado en la ventana, ojos rojos, pestañas y mejillas humedecidas. Jake ha despertado, ya todos lo han visto, solo falta Luisa y yo. Su genial padre piensa que espera mi visita, no deja de ver hacia la puerta.

—No hace falta saber a quién espera.

¿A su novia? Incluso a la desquiciada de su madre puede querer ver. Lo que me recuerda, no cuento con un número de teléfono de su prometida al que llamar para dar la fatal noticia. Confío en que el bueno, para nada de su padre, se convierta en su ser útil y lo haga.

En unos minutos llegará el sheriff con miles de preguntas, necesitará estar descansado. Mi madre puede dar los detalles que conozca, pero el testimonio de Jake es importante, él estaba de frente y puede que algo haya visto.

—En su estado sería lo ideal que descansara. —sugiero avanzando con mamá hacia el interior del hospital.

—Olvida por un momento a Landon y céntrate en Jake. —habla mi madre en tono conciliador —deja el orgullo a un lado y piensa en tu hermano, deberías llamar a Luisa, querrá verlo.

—Luisa está en el rancho —no puedo evitar enojarme con ella por largarse sin decirlo y mi madre me ve sorprendida —no me preguntes, sé tanto como tú —respondo abriendo los brazos —le diré que está dormida en el auto, es mejor a que se largó sin verificar que aún respira.

¡Mujeres! Y yo de imbécil, preocupada por ella.

Diez minutos después, cubierto de la cabeza a los pies, ingreso a la habitación. Jake sigue despierto, aunque no por mucho tiempo. Me muestra lo más parecido a una sonrisa y mueve los dedos sin alzar la mano de la camilla.

—Deberías descansar —aconsejo tomando su mano —me costó que Luisa lo hiciera, pero en estos momentos duerme —le miento.

Tiene la vista fija en mi rostro y rastros de llanto en sus mejillas. Abro y cierro la mano libre, controlando los impulsos por limpiárselas. Detrás de una enorme ventanilla de cristal, su padre y los míos contemplan la escena.

—¿Puedes oírme? —le pregunto y mueve sus ojos —¿Recuerdas lo que paso?

Sus ojos se detienen y me observa sin parpadear. La única muestra que está consciente es leve apretón de manos y mi vista se detiene a la figura en traje oscuro detrás del cristal.

—Vestías como yo —empiezo a decir —me temo que esa bala era mia, te pido perdón —confieso regresando la atención a él y de nuevo aprieta nuestras manos. —¿Viste al tirador? —susurro viendo una lágrima deslizarse por su mejilla, —¿Es esa carta de tu novia la que te tiene sentimental? —esta vez no me importa romper el protocolo y limpiar su mejilla. —somos dos Jake, tus monstruos y los míos tendrán que esconderse en adelante.

Permanezco en silencio observando sus intentos por vencerle al sueño. Intentando comprender que hace a un hombre llorar como él lo hizo. Por un momento, sentí que era un niño el que estaba en esa camilla y no un adulto con miles de proyectos en puerta.

Una vez pierde la batalla me quedo unos minutos más hasta que sus dedos aflojan mis manos, incluso un poco más. Vigilante a su sueño y buscando en alguna de sus facciones algo que me permita entender el motivo de su llanto.

Al salir de la habitación, no hay rastros de mis padres, solo Landon se encuentra. Intento rodearle, pero me lo impide cruzándose en mi camino.

—La verdad es mucho más difícil de lo que se ve —empieza a decir —Tú me habías dejado claro que me querías en tu vida, solo lo tenía a él y a mi fracaso matrimonial.

—Y al dinero de tu esposa —el recuerdo retirando el gorro de mi cabeza —Pudiste convertirte en hombre y hacerla aún más feliz —mis pies parecen de plomo y mis piernas no adquieren la suficiente fuerza para lograr moverse. —decir la verdad no es malo, todo lo contrario.

—Jake, ador a su madre, hay un vínculo fuerte con ella —suspira dando un paso atrás, pasa una mano por su cabeza y tira de su cabello con fuerza —deja el pasado atrás ¿Qué importa cómo fue?

—Estás siendo egoísta —sonrío con sorna —¡Qué novedad!

—¿Alguna cosa te afecta? —me recrimina y en ese instante me permito verle —¿Tienes una máscara o eso que veo es real?

—¿Quieres ver mis emociones Giles? —le reto —toca a mi madre, a mi padre o alguno de los míos y las veras todas —le señalo la habitación que he dejado atrás antes de seguir —te daré la oportunidad que seas tú quien se lo digas, resulta que no estoy interesado en tu verdad.

—¿No? —interroga —¿Qué fue ese espectáculo en mi oficina?

—Te advertí que llegaría a ella sin tu ayuda —comento doblando el gorro y cubrebocas —te pagaron mucho dinero por tu silencio, no importa si estás a un pie de la muerte, no vas a sincerarte.

—Me odias tanto que incluso en un momento como este —me acusa — no puedes hacerlo a un lado, por el bien de tu hermano...

—¿Qué esperas de mí? —pregunto en calma —¿Es acaso Jake una réplica barata de Jesús? ¿El que limpió con su sangre los pecados del mundo? —sonrío apuntándole —¿Tu mundo y tus pecados, Landon?

—Patrick...

—¿Sabes que pienso? —le interrumpo —que desde el minuto uno, sabías la verdad y la callaste por las ansias de dinero —muevo las manos buscando controlar mi enojo.

—Gabriel murió ese día. —sacudo mis manos cuando intenta tomar mis hombros.

—He tenido tiempo para pensar, guiándome por las cosas que me dijeron —inspiro y suelto el aire —el niño que murió ese día fue el de tu amante o quizás nunca lo estuvo—continuo —te hicieron una oferta, que no pudiste despreciar...

—Tu hermano murió ¡Acéptalo! —insiste —¿Hablaste con Gabriel? Solo él pudo meter esas historias baratas en tu cabeza.

Deslizo el cierre del traje azul y le doy espacio al bolsillo de mi camisa, de donde extraigo un documento que dejo en sus manos.

—Prueba de hermandad, Landon —le digo al ver que retira el documento del sobre —Jake Nayid Giles Curtis a llegado a casa, después de veintiocho años —anuncio el apellido de mi madre y sonrío ante su rostro pálido.

Ingreso a la habitación contigua en donde me retiro el resto del traje azul, con la certeza que no es un buen momento que mamá se entere. Hay que esperar que Jake, se encuentre estable y que puedan hablar. Veinte minutos más tarde, estoy buscando a mis padres dentro de la cafetería y los encuentro con el sheriff. Al verme llegar se incorpora y estira su mano en mi dirección que estrecho con algo de duda.

—La señorita Nevill, fue a visitarme. Ante el miedo que le generaba que el señor Alfred Vass tuviera las manos en esto —me manifiesta y me invita a sentar, papá tiene el rostro tenso, al tiempo que mamá se muestra preocupada.

—Percy visitó el rancho —comenta mi padre —se enteró que antes de ese hubo un par de incidentes ¿Por qué lo callaste?

—No pensé que trascendería a esto —les confieso sentándome al lado de mi padre y tomando mis manos —pensé que podía controlarlo.

—Entiendo el sentimiento de preocupación hacia su padre, señor Mallory —habla Simons con vos autoritaria —lo que me ofende es que no buscara apoyo en mis hombros.

—¿Qué encontró en el rancho distinto a lo que ya sabemos? —le reto enfrentándole —hay dos investigaciones del rancho una nos compromete a Luisa y a mí, otra solo a Luisa —le recuerdo y le veo tensarse —en esta ultima le entregué a su atacante ¿Qué hizo? lo dejó en libertad.

—Vamos por partes señor Mallory —me sonríe inclinando su cuerpo hacia mí —a ese malviviente tuve que dejarlo en libertad, por la paliza que usted le dio. Amenazó con levantar cargos en su contra, en cuanto a la investigación del ataque de ambos en carretera, usted se negó a cooperar.

—Simmons tiene razón —habla mi mamá —lo mejor es dejar en manos de expertos todo esto, si ese hombre tiene que ver, debe pagar.

—No hay forma de que Alfred Vass tenga que ver —anuncia Simmons —hice un par de llamadas al recibir la visita de la señorita Luisa.

Me revienta la manera que tiene de pronunciar su nombre tanto o más que ella le buscara por ayuda. Intento controlar mi descontento viendo hacia la calle y eso empero las cosas. Luisa viene acompañada de Salvador, este último mantiene una sonrisa radiante.

—El señor Alfred Vass se encuentra en atendiendo la desaparición de su hijo Ludov —le escucho decir, ya que toda la atención esta en la llegada de Luisa —hay el rumor que ha estado vendiendo todas sus posesiones y el rancho pasó a manos extrañas.

Acompaño la llegada de Luisa hasta que se sienta a mi lado y sonríe a mi madre. En todo lo que pienso viendo su rostro es que no le permitiré acudir a Simmons, nunca más. Asi me toque encerrarla en una habitación bajo llave, sedarla o esposarla a mi mano.

—Le dije a la señorita Luisa lo sucedido —dice señalándola a ella —por si deseaba hacerse presente, aseguró no estar interesada.

—¿Segura? —le pregunto y afirma sosteniendo mi mirada que acaba en una sonrisa.

—Es tu hermano y tus tierras —le recuerda mi madre, aleja la atención de mi rostro y la busca en la mesa.

—El señor Simmons prometió mantenerme al tanto de su desaparición —le sonríe a es imbécil y mi sangre hierve.

—Mi esposa trabaja para el alcalde de la zona, ella prometió ayudarme.

—¿Esposa? ¿Desde cuando Simmons? —alza la mano y muestra la argolla sonriente —hace un par de semanas, fue una reunión privada, espero puedan entender.

Ni siquiera el anuncio que ese animal es casado, logra bajar mi enojo.


¡Ella le ha sonreído! Y va a pagarme es acto.

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