Capítulo II: Día 1.
- ¿que acabas de decir?... ¿es una broma verdad? ¡¿verdad?!- gritó con compañia de sus lágrimas.
- es difícil de creer.. Pero yo lo escuché, esas cosas.. Alcanzaron a mamá.- bajé la mirada.
- ¡vámonos de aquí! Tenemos que.. Tenemos que regresar..- sus labios temblaban junto con sus manos.
- bien, ¡corre!- los dos salimos del salón.
Corriendo por los pasillos se escuchaban personas gritando; la desesperación era traumante, gente llorando y corriendo desesperada. Cuando mi hermano y yo llegamos a las puertas del colegio nos encontramos con una escena peor, habían policías dentro disparándole a todas esas cosas que trataban de pasar sedientos de sangre, los dos quedamos en estado de shock viendo como mataban a personas sin inmutarse, pero todo empeoró cuando uno de los policías fue tomado del uniforme por uno de ellos que estaba putrefacto, le mordió la cabeza y comenzó a comerse toda esa parte.
- D-Dios mío..- dijo Júlian (mi hermano)
- c-corre ¡no podemos quedarnos mucho tiempo esto va a ser un nido de ellos!- comenzamosba correr para la salida de emergencia.
- ¡atraparon a Sánchez!- gritó un policía.
- ¡disparenle de inmediato!- ordenó el capitán.
Mientras corríamos se escuchaba el ruido de las armas al dispararle a ese pobre hombre que simplemente cumplía su trabajo. Chocabamos con muchos estudiantes desesperados, mis compañeros y profesores no los reconocía, eran unos animales salvajes tratando de huir de una red, llegamos a la salida de emergencia y estaba peor que la salida general, todos estaban desesperados empujándose entre sí, otros se gritaban e insultaban de manera bestial, las dos salidas estaban colapsadas y no sabíamos como salir de ese infierno.
- T-Tengo una idea..- dijo Júlian mirando hacia el techo.
- ¿que cosa? Si es para salir de aquí ¡dilo ya!- grité desesperado.
- sigueme.- corrió hacia atrás de nuevo.
Corríamos lo más rápido posible, de nuestros pies casi salía fuego y sudabamos frio, ¡desearía no haberle hecho caso a mi hermano con su estúpida idea! Todos.. Todos los policías de hace un momento ahora eran esos monstruos come humanos, vi con mis pripios ojos como se comían a mis compañeros y profesores, mis ojos voltearon involuntariamente a ver a una chica como de nuestra edad ser atacada por un estudiante muerto, me volví loco y mis jodidas ganas de ayudar no faltaron, miré a todos lados frenéticamente buscando un arma para ayudar, logré ver un bate al lado de un chico al parecer muerto.
Corrí como pude para tomarlo mientras mi hermano sólo me miraba confundido.
- ¡idiota! ¡¿que haces?!- preguntó furioso.
- ¡aaaah! ¡súeltame Harold! ¡¿por qué me haces esto?!- decía la chica mientras forcejeaba con el chico muerto al parecer llamado Harold.
- ¡dejala!- grité pegándole un home run a la cabeza de esa bestia.
- H-Harold...- susurró la chica moviendo sus manos a su cara.
- ese ya no era Harold..- dije mirando su cabeza tirada a unos metros de allí.
- gra-cias..- dijo entre lágrimas.
- no tenemos mucho tiempo hermano, si viene con nosotros ¡que se apure!- dijo mi hermano acercándose.
- está bien, Chica ¡no hay tiempo para explicar pero tienes que venir con nosotros si quieres sobrevivir!- dije tomándola de la mano
- e-está bien.- dijo ella levantándose para correr con nosotros.
Y así íbamos nosotros tres subiendo las escaleras para llegar al parecer al tejado, no sé que planeaba Júlian, cada escalón era el sonido de un golpe en la cabeza de un muerto diferente, me estaba comenzando a despreocupar esto de asesinarlos, otra vez.
- soy Miranda..- soltó de la nada mientas seguíamos subiendo.
- yo soy Jake, ¡y el es Júlian!- grité lo último empujando a un zombie con la punta superior del bate.
- ¿por qué me han salvado?- se preguntó ella confundida.
- ¡no hay tiempo de explicarlo!
Cuando llegamos a la puerta del tejado quería matar a mi hermano, estaba cerrada.
- ¡vienen muchos!- gritó Miranda.
- joder ¡no abre!- respondió mi hermano forcejeando la cerradura.
- a ver, pateemosla juntos.- propuse mientras cada vez más se acercaban muchos de ellos.
Nos echamos unos pasos hacia atrás y juntos pateamos la puerta con todas nuestras fuerzas logrando abrirla.
- ¡ya están aquí!- gritó desesperada.
- rápido Júlian trae todo eso.- señalé un montón de madera.
Miranda cerró la puerta apoyándose en ella mientras Júlian traía esa madera y yo otras cosas para impedir a toda costa que esos pasaran.
Bloqueamos la entrada con éxito y nos alejamos lo más que pudimos.
- bien, ya nos encerraste afuera, ¿ahora qué?- dije furioso por la estupidez infinita de Júlian.
- bien, donde está...- dijo mirando por debajo del edificio.
- qué, ¿que haces?- le pregunté aún mas furioso.
- ¡ahí está! ¿vez ese contenedor de basura? Estaba rogando para que estuviera abierto.
- es.. ¿en serio?- dije respirando hondo y chocando mi mano contra mi frente. - ¡eres un idiota!- grité .
- sé que es estúpido pero es la única forma de salir de aquí casi ilesos.- explicó tratando de calmarme.
- tiene razón, es idiota, pero ingenioso.- añadió Miranda.
Fuertes golpes se escuchaban desde la puerta, parecían ser muchos tratando de abrirla, si no hacíamos algo tendríamos compañía muy pronto.
- ok, ¿quien va primero?- pregunté nervioso
Los dos me quedaron mirando serios.
- oh ¡vamos!- dije acercandome a la orilla del tejado.
- ten cuidado hermano.- me dijo Júlian mirando la puerta.
- es más fácil decirlo que hacerlo..- cerré los ojos - aquí voy..- le puse el bate en el pecho y di un pequeño salto esperando el golpe de la caída.
- dwaagh..- se cayó la puerta y con ella unos tres de ellos.
- ¡ya está!- grité desde abajo, Huelo mal pero no me dolió mucho.
- bien, ahora tú Miranda.- dijo Júlian apretando el bate que conseguí
- está bien, después te lanzas rápido, ya vienen.- saltó sin ningún remordimiento.
- « debí ser el primero... Odio las alturas..»
- ¡¿que esperas?! ¡Te están alcanzando!- grité desesperado.
Estaban a simples pasos de Júlian y el cerró sus ojos nervioso, se volteó, y se dejó caer.
- ¡agh! Mi nalga..- se quejó mientras se sobaba.
- rápido vamos a casa, esos estúpidos son capaces de lanzarse.- propuse y enseguida continuamos corriendo vía hacia la casa.
Allí nos estarían esperando unos cuentos amigos vivos muertos, nuestras espadas y comida, también necesitaba un arma para Miranda.
Esa chica, sus ojos escarlata y su cabello castaño me enamoraron al instante, por eso sentí esas ganas de ayudarla, su piel blanca y suave a simple vista y su mirada calmada y relajada tranquilizaba hasta al más nervioso.
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