Extra Parte 1

Su vista era filosa, en silencio, controlaba cómo descargaban los armamentos y bolsas de quienes pasaban a ocupar esos lugares en donde las cajas estuvieron situadas. Las gafas cuadradas lo hacía ver mucho más imponente y misterioso, nadie sabía hacia dónde se encontraba mirando, pero sabían que desde su lugar, lo veía absolutamente todo.

— No me acostumbro a verlo así. — Musitó Yoongi con la mirada fijada en Jimin. — Sola ha pasado un año desde que nos casamos y comenzó a ser parte activa de Indigo, pero es raro.

— Yo no me lo imaginé exactamente así, pero siempre supe que podría llegar a ser de temer si se lo proponía y entrenaba para ello. — Agregó Namjoon con una sonrisa porque era gracioso ver esa escena.

Tal vez un año era tiempo suficiente para acoplarse y adaptarse, sin embargo, para ellos, Jimin seguía siendo algo valioso que debían proteger. Sin importar que ahora los tres eran como un tridente liderando la organización, todos seguían protegiéndose mutuamente. No obstante, el caso del menor de los tres era un poco diferente, todavía estaba verde, sí, fue una semilla que se plantó, creció hasta convertirse en un frondoso árbol en muy poco tiempo, pero todavía no daba frutos. Su tronco, ramas y hojas aún se encontraban demasiado verdes.

— Todas las bolsas de dinero tienen que llevar un rastreador, no es algo nuevo. — Los dos escucharon a Jimin hablar, haciéndolos mirar en su dirección. — Hace dos semanas tuvimos problemas con uno de los cargamentos que tú dirigías, hace cinco días, los dispositivos de rastreo instalados por ti estaban fallando. ¿Cuántas oportunidades piensas obtener de mí?

Jimin parecía estar mirando a lo lejos debido al ángulo de su cabeza, su cuello estirado y torso recto con las manos a su espalda.

— Fueron dos fallos, este es el tercero. — Se escuchó como el sonido del seguro de una pistola fue eliminado, al segundo siguiente, Jimin disparaba contra uno de los muslos del sujeto. Para no causarle un daño permanente incluso apuntó más al exterior, dándole un leve roce. — No será un aviso la próxima vez. Asegúrate que todo esté marchando correctamente.

— Sí, señor. — Respondió el sujeto maquillando su dolor con un asentimiento.

— Retírate.

Yoongi sonreía con orgullo ante esto, recostándose un poco al mayor. Lo cierto era que Jimin seguía sin matar a nadie al no ser que se encontrara en una situación de vida o muerte, un poco diferente a ellos. Fueron muy pocos los casos en los que se vio obligado a matar, la primera vez fue justo en ese museo en el que ahora se encontraban y servía como fachada para sus actividades ilícitas. Justo antes de ser herido con gravedad a punto de caer en coma, Jimin le disparó por primera vez a alguien para salvar la vida de sus hombres.

La segunda, fue justamente cuando regresaron de su luna de miel en donde fueron atacados por un grupo menor, solo ellos tres, rodeados por un número mucho mayor de individuos. La respuesta llegó fácil, su puntería continuaba siendo un poco precaria por aquel entonces comparando su alcance actual, pero de igual forma disparó y mató a tres hombres.

Desde aquel momento, si ya Jimin entrenando lograba hacerle frente a los dos, en la actualidad, el pollito se había convertido en un gallo de potentes espuelas y más peligroso de lo que aparentaba ser. Seguía teniendo sus convicciones, era Jimin después de todo, no obstante, supo que para encajar y evolucionar debía dejar de lado ciertos pensamientos.

Él ejercía el trabajo que Taehyung por años hizo, pero también un poco más aunque sus esposos no lo dejaran esforzarse tanto como ellos. Preferían ir un poco más despacio y seguros aunque no lo detuvieran.

Se había creado una rutina, apenas despertaba, siempre que ellos no lo arrastraban a otra ronda de besos o cuando no estaba demasiado perezoso aprovechando que estuvieran en casa, se levantaba para hacer ejercicio. Cuando el agotamiento comenzaba a llegar, hacía algunas rondas de disparos en el sótano de la casa y luego comenzaba verdaderamente su día. A veces les hacía desayuno, si no estaban, tomaba una pequeña siesta si no surgía algo urgente y luego salía a trabajar.

— Nos vamos en diez. — Avisó Jimin esperando una respuesta de sus mayores que no llegó. Con sus manos en los bolsillos de su pantalón se dio media vuelta, notando como Namjoon golpeaba el hombro de Yoongi para que dejara de reírse. — ¿Hay algo gracioso ocurriendo aquí? Hasta donde yo sé estamos trabajando y acabo de decirles que nos vamos en diez minutos. ¿No deberían estar organizando o puntualizando todo? — Una de las cejas del pelinegro se enarcó con cierta molestia, mas Jimin tampoco cedió su mirada, ahora que se había levantado sus gafas para que lo viese bien, fue Namjoon quien tuvo que interceder.

— Jefe... — Llamó a un Yoongi que continuaba observando al castaño que pasó de él, volviendo a concentrarse en los hombres que intercambiaban la mercancía. — Min... — Musitó esta vez cerca de su oído. — Camina.

— Se recuerdan los dos que la cabeza principal de esta organización soy yo, ¿cierto?— Protestaba Yoongi enderezándose para arreglar su traje. — El jefe soy yo. — Fue lo último que dijo antes de al igual que Namjoon, irse a terminar las actividades correspondientes, ignorando la sonrisa que adornaba los labios de Jimin.

— Es que yo tengo los mejores jefes. — Sonreía con un bajo nivel de coquetería.

Más allá de las reglas, los rangos dentro de una organización debían marcarse correctamente, respetarse. Cada papel desempeñado era importante y ahora que formaba parte activa de una, Jimin lo comprendía mejor. Usualmente, cuando ellos tres estaban rodeados de muchas personas, él jamás se iba por encima de Min o Kim. Si había algo que no le gustaba o molestaba, se los decía en otro lugar o momento.

Su mayor victoria era una vez en casa porque ahí, oh, ahí las cosas eran muy diferentes. En ese momento le dio una orden para molestarlo un poco, porque toda esa aura intimidante desaparecía cuando parecía un gato regañado que se volvía arisco. Antes, podía llegar a inquietarse, tener miedo, ahora, simplemente se divertía con eso. Otro motivo por el cual lo hizo fue porque en ese instante estaban relativamente solos, sin personas que pudieran causar problemas.

— Estoy enamorado de los hombres más trabajadores. — Namjoon se volteó para dedicarle una sonrisa, Min era claro que no lo imitaría, pero ambos sabían cómo temblaron esas comisuras intentando liberarse.

— Un día le voy a dar un escarmiento. Al menos le pondré cinta adhesiva en la boca y le clavaré agujas en la piel. Mientras más confianza toma más fastidioso se vuelve. — Protestaba Yoongi seguido de su mano derecha. — ¿Qué me miras?

— Cuando te pones así, me dan muchos deseos de pegarte contra una pared y perderme en ti hasta oírte gemir. — Susurró cerca de su jefe, recibiendo un fuerte golpe al costado su torso que le hizo doblarse mientras reía.

— Vete a la mierda, Kim.

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Las velas ardían en el fondo, el aroma de vainilla y algo llamado "galletas de pan de jengibre y menta" que Jimin preparó un rato antes impregnaban el aire en el lugar complementándose, haciendo que cada aliento fuera dulce y cálido. A gusto de Min, el sonido de las teclas de un piano aligeraban el ambiente de la habitación, las notas sensuales del saxofón acompañante provocaban el humor en un espíritu sensual juguetón.

No existía nada mejor que, después de todas las obligaciones y de la parte más oscura o cruda de sus vidas, permanecer en un entorno tan tranquilo. Jimin yacía de espaldas con los ojos cerrados, casi tarareando junto con la melodía de la música escogida por su esposo, amando que estuvieran teniendo ese momento especial para ellos en su aniversario tripartito.

— No sé por qué todavía pasamos tanto tiempo en el departamento de Namjoon cuando somos dueños de una casa. Quedamos en que no los venderíamos porque necesito este edificio, pero acordamos que no vendríamos más aquí un año atrás. — Yoongi se quejaba mientras entraba a la habitación.

Él no tuvo voz o voto en el asunto, Park decretó que se reunirían allí y así lo hicieron, todo lo que Yoongi pudo decidir fue la música que quería escuchar mientras que Namjoon dijo lo que deseaba comer. Eso fue todo.

Mirando al menor de los tres, Yoongi suspiró, acercándose a la cama que se hundió en cuanto comenzó a trepar. El sonido de las sábanas crujiendo hizo sonreír a Jimin cuando el calor familiar de uno de sus amantes se arrastró sobre él, envolviendo su cuerpo bajo el de Min mientras este besaba senderos por su cuerpo.

— Que conste que te permito besarme porque fuiste un poco obediente hoy.— Se burló escuchándolo gruñir sobre su piel. — Este apartamento es especial. — Relamió sus labios cuando se giró de lado para mirar a Namjoon. — Es el lugar que más significa para nosotros, me gusta. Es acogedor y me trae buenos recuerdos, muy buenos recuerdos. — Le guiñó un ojo al mayor de todos.

— Ohh, el clima afuera es espantoso... — El peligris comenzó a hablar cuando la canción cambiaba a otra.

— Pero el fuego es tan encantador... — Continuó Yoongi, buscando el lado libre del cuello de Jimin porque el otro ya estaba siendo ocupado por Namjoon. Mientras se acurrucaba un poco más y recibía un beso en su cabeza por parte de Jimin, la lengua de Kim se movía para lamer sus clavículas.

— Y como no tenemos ningún lugar adonde ir... — Murmuraba Namjoon sobre la piel contraria, escuchando como Jimin dejaba escapar un profundo suspiro. Los ojos del menor se cerraron rápidamente ante la sensación de opresión y plenitud en su pecho.

— Tengamos sexo, tengamos sexo, tengamos sexo. — Yoongi casi cantó sensualmente en el oído de Park, lamiendo el lóbulo de su oreja mientras el contrario extendía la mano para agarrar su cabello, soltando una carcajada junto a su gemido.

— Estoy de acuerdo... — Habló esta vez Namjoon, distanciándose un poco de Jimin para mirar a Min. — Estoy deseoso de perderme en ti, ya te lo dije.

— Voto a favor de esa idea. — Agregó Jimin divertido porque esos dos siempre tenían una batalla para ver quién cedía cuando de ellos se trataban, todavía recordaba la primera vez que estuvieron juntos luego de haberse casado. A él le daba igual, si solo recibía estaba feliz, si daba igual y si solo los miraba a ellos también terminaba contento. Estaba bien con absolutamente todo.

Además, había algo que solo Kim Namjoon pudo sacar, fue quien descubrió facetas, gestos, sonidos y mañas que incluso el propio Yoongi desconocía sobre su persona.

— ¿Saben a qué me recuerda este momento? — Preguntó Jimin estirando su cuello con una sonrisa, sintiendo los labios que lo besaban encontrarse sobre su manzana de Adán mientras sus manos recorrían todo su cuerpo. — Nuestra luna de miel...

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Para Jimin que no viajaba regularmente, fue como un sueño subirse en un avión comprado estrictamente para ellos. Ese fue el regalo de bodas que Padre y Fantasma le entregaron esa noche. Cuando subió agitado debido a la carrera y el forcejeo en el que se vio envuelto con sus esposos, el olor a nuevo invadió sus fosas nasales, sorprendiéndose gratamente al saber que incluso lo estaban estrenando, nadie más que ellos tres eran los dueños de esa belleza.

Nunca le importó mucho las ganancias que la vida poco escrupulosa que los mayores llevaban pudieran generar, después de todos, no es que se la pasaran disfrutando, pero debía admitir que trabajando honradamente como lo hizo por algunos años, no le hubiese dado un avión así y tampoco hubiese disfrutado demasiado.

— ¿Te gusta? — La voz de Namjoon llegó a su oído junto con la suavidad de su mano rodeando su cintura.

Volteándose, Jimin se encontró con unos hermosos hoyuelos y un pelinegro que recostado a uno de los asientos los miraba con calma, sus comisuras elevadas. Lo vieron acercarse lentamente, rodeándolos a ambos entre sus brazos antes de que alguna palabra fuera dicha para buscar sus labios.

— Me fascina, creo que hay ventajas no dichas en todo esto. — Musitó Jimin apretando sus traseros simultáneamente, haciéndolos reír. — Veamos el resto.

— Tendrá que ser rápido, el capitán ya tiene una ruta atrasada y dentro de poco estaremos despegando. — Fue Min quien habló esta vez, siguiéndolos por todo aquel lujoso lugar.

Aquel avión privado y de lujo incluso tenía una gloriosa mesa de juntas que seguramente más adelante serviría para sentar a personas muy importantes, cabezas de organizaciones comenzando por La Familia solo para poner un ejemplo. Le fue imposible a Jimin no pensar por un segundo en Taehyung, como este le había dicho la tensión y adrenalina que sentiría cuando se sentara a la cabeza de esas reuniones junto a sus novios. No lo pensó mucho en sus momentos, al pelirrojo le gustaba meterle ideas poco decentes en su cabeza, pero no pudo evitar recordarlo.

Justo ahí, sobre esa enorme mesa, quería hacerle el amor a ambos y, cuando se volvieran a reunir o estrenaran ese lugar, cuando se sintiera nervioso, con solo pensar que justo ahí habían tenido sexo, que él se había perdido en el interior de esos dos hombres. El resto del mundo vulgarmente hablando, le podía chupar su polla porque él también era uno de los jefes. Ahora faltaba la parte en donde los convencía de ello, pero trucos eran los que le sobraban.

Todo lucía elegante, pero carecía de muchas decoraciones. Solo al llegar a la recámara sus ojos se iluminaron, ese era el romance que él por muchos años idealizó, esas cosas cursis que los otros dos no terminaban de amar del todo. No podía haber velas reales, pero algunas artificiales decoraban el suelo y lugares estratégicos. Había flores a los costados de la cama, todo color índigo, incluyendo algunas ventanillas.

Jimin desconocía cuánto duraría el vuelo, pero de su cuenta corría que antes de volver a descender, ellos hubiesen probado cada rincón de aquel avión, principalmente la recámara. No sabía si la sorpresa de Seokjin y Fantasma fue para todos y si alguno de los otros tuvo al menos una idea de lo que ocurriría, pero no le importaba. Estaba amando ese regalo de boda que podrían disfrutar los tres por igual.

— Jimin... — La voz de Namjoon lo sorprendió a su espalda, rozando sutilmente sus brazos para que se girara. — Debemos regresar a los asientos para el despegue en breve. — Con un asentimiento, estiró sus labios para besar a Namjoon, viendo como Yoongi avanzaba hacia el exterior de la recámara.

Al llegar a los asientos, se encontraron con una mujer uniformada que parecía ser la azafata de ese vuelo y parte de la organización. Era algo obvio, pero por segundos Jimin se olvidaban que tenían profesionales en todas las áreas de trabajo que formaban parte de la plantilla de Indigo o la Familia. Seguramente los pilotos también eran hombres suyos.

Cada uno recibió una copa de champán para hacer un brindis silencioso que resonaba en sus oídos porque sus miradas decían todo aquello que sus sonrientes labios callaban. Yoongi rodeó la cintura de Jimin sintiéndose rebosante de alegría, atrayéndolo a un beso lento que alternó con los labios de Namjoon, agradeciendo nuevamente por tener a esos dos pacientes, valientes e increíbles hombres a su lado.

No fue un momento extenso, pronto tuvieron que entregarle a la mujer que volvió a aparecer sus copas sin terminar para sentarse y abrochar sus cinturones. Ella ávida y profesionalmente le dio las instrucciones de vuelo y advertencia, luego volvió a desaparecer dándoles privacidad. Jimin estaba entusiasmado, apenas los miró durante el despegue porque todo lo que hacía era admirar la vista fuera de la ventanilla, por momentos contemplando el anillo que compartía con los otros dos. Rememoraba la ceremonia que tuvo horas antes, toda su vida y el camino por el cual transitaron hasta llegar ahí. Jamás esperó ser amado por dos maravillosos hombres, ni siquiera su familia lo quiso, pero ellos le demostraron después de tanto qué tanto podría valer, cuánto lo podrían amar.

— ¿Todo bien? — Indagó Yoongi al verlo levantarse de su asiento en cuando escucharon por los altavoces que si deseaban ya podían desabrocharse los cinturones.

— Sí, solo necesito usar el baño. — Le respondió con una sonrisa, pasando por delante de ambos hombres que lo siguieron con la mirada hasta que se encerró en el baño.

— ¿Tú estás bien? — Volvía a preguntar el líder de Indigo, pero esta vez a un Namjoon que enarcó la ceja un tanto confundido por la pregunta. — Sé que lo hablamos antes, pero... ¿Te sientes bien después de la boda? Realmente no quiero que dudes o te sientas fuera de esto. No lo hablé delante de Jimin para que no se preocupara sin razón, pero no quiero que te alejes de nosotros creyendo que por no haber firmado ese papel significas menos en esta relación, Kim.

— No podría irme aunque quisiera, si no eres tú, la Familia e incluso sus socios irían detrás de mí. No puedo salir de esto. — Los ojos de Min se ensancharon ante el serio tono de Namjoon.

— ¿Es esa la razón por la que permaneces con nosotros? ¿Se trata solo del temor a las represalias y no porque realmente quieres estar aquí? — La ausencia de respuesta en Namjoon despertó en él un temor y una rabia que no creyó estar sintiendo ese día en que tan feliz había sido. — Aunque te metas debajo de una piedra te encontraré. — Logró decir con su voz algo rota.

— Lo tengo claro. — Respondió mirándolo apacible, conteniendo sus deseos de sonreír ante la agitada imagen de Min. — Ven aquí...

— Vete a la mierda, Kim. — Espetó caminando por el pasillo de aquel avión, ignorando la puerta del baño que comenzaba a abrirse y un Jimin que quedó completamente sorprendido al ver el cambio en la atmósfera con Namjoon corriendo detrás de Yoongi. — Si quieres irte, lárgate de una puta vez. No me interesa tenerte a mi lado solo por obligación. Ahora, dejarme a mí no significa que puedes dejar la organización y lo sabes, yo mismo te daré caza si lo intentas.

Después de tanto tiempo, aquí les comparto el extra de esta historia. Como verán, he tenido que dividirlo en más de una parte por su extensión, pero pronto estaré publicando la otra. Espero que les guste y no se hayan olvidado completamente de esta historia jejeje.

LORED

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