Capítulo Final

Yoongi deseaba que le dieran una razón para alejarse, así no tendría que tener esa conversación consigo mismo tratando de encontrar una razón remotamente válida para convencerse de que necesitaba hacerlo, terminar todo. Deseaba tener las bolas para terminar con eso.

Ansiaba ser un hombre más fuerte y poder dejarlo ahora. Dejar a Jimin y a Namjoon. Evitar toda la miseria que enfrentarían en el momento que eligieran estar con él. Porque la miseria era todo lo que podía prometerles: no tenía nada más que ofrecer.

Si aprendió algo de sus relaciones pasadas, fue que cualquier relación en la que se metiera terminaría mal. Perdería interés, diría algo sin corazón o sin tacto, comenzarían con discusiones, terminarían con peleas. Habría lágrimas, las cosas podrían arrojarse de un lado a otros mientras él iba perdiendo los estribos hasta amenazarlos de muerte para facilitarse la salida. A eso estaba acostumbrado, era todo lo que podía ofrecer.

Miseria y dolor. Dolor, eso estaba casi garantizado con el trabajo que tenía y en el que estaba metiendo cada vez más a Jimin. ¿Cómo podría permanecer con todo esto y vincularse a alguien más? Yoongi desearía nunca haber llevado a Jimin a esa vida. Una que lo había dejado con un agujero a su lado, su sangre preciosa e inocente derramada. Jimin no eligió esa vida por sí mismo, pero Min sí lo hizo.

Eligió llevarlo a vivir con él sabiendo que eso lo involucraría si se sabía de su existencia o Jimin averiguaba lo que hacían, lo apresó cuando podría haber sido libre, de él y toda su mierda. Aunque se entrenara y cogiera una pistola en sus manos, no era como Min, no era como el peligris. Ellos eligieron esta vida, Jimin no. Sin embargo, ahora estaba íntimamente involucrado con los dos.

¿Qué había hecho?

Quiso proteger, que fuera feliz, seguro y amado, pero terminó llevándolo a su vida, ahora lo estaba atando a ellos dos junto a esa vida llena de violencia y peligro. Deseaba que no fuera tan aterrador considerar romper su corazón para protegerlo. Deseó que la imagen del rostro llorón de Jimin, una expresión de dolor en sus dulces rasgos, dejara su mente en paz. Quiso que la expresión de decepción en el rostro de Namjoon también lo dejara en paz. Sabía que ambos estarían heridos y decepcionados, al saber que estaba teniendo pensamientos como estos.

Fue una tortura quedarse con sus propios pensamientos. Pero no pudo parar, todos sus miedos golpeándolo a la vez porque tampoco estaba acostumbrado a las cosas buenas o bonitas. Estaba teniendo dudas acerca de sellar la relación legal y oficialmente. Estaba teniendo un tercer pensamiento e incluso un cuarto. No podía dejar que esos pensamientos lo arrastraran, necesitaban detenerse aunque desconocía cuándo sucedería

Tal vez necesitaban frenar todo porque no era justo para ellos ligarse a un hombre con dudas y miedos. Precisaban pensar eso una vez más. ¿Quién se beneficiaría de esa unión? ¿Cuáles eran los pros y los contras o si valía la pena los riesgos?? ¿Deberían quedarse como estaban? Después de todo, no tener un documento legal para decir que tenían alguna relación entre ellos no cambiaba nada entre ellos. Mejor aún, eso significaba que Namjoon y Jimin eran libres de dejarlo cuando quisieran. Dejarlo a él y a la miseria que les traería. Les daría una salida, porque lo necesitarían.

Yoongi secaba sus lágrimas, estremeciéndose al recordar lo que pasó anoche. La herida de Jimin se había reabierto cuando estaban hablando por su culpa una vez más y el menor no dijo una palabra mientras se aferraba tanto a Namjoon como a él, repitiendo que nunca quiso que se separaran de él, que quería una vida juntos oficialmente.

No comprendía cómo le dio más importancia a esas palabras que podía decir incluso en otro momento, soportando ese tipo de dolor, ese riesgo solo para decirles algo tan... ¿Incierto? No quería abandonarlo, no le haría eso. Nunca lo dejaría sentirse solo una nuevamente o estar en peligro sin él a su lado nunca más.

Pero, ¿por qué querría algo con él oficialmente? ¿No sabía que antes que él, su historial demostraba que era un hombre incapaz de comprometerse a largo plazo? A pesar de todo Jimin todavía quería eso con él. Ese hombre que ahora incluso se atrevía a dispararle, le contestaba sin temor y lo mandaba a la mierda sin importarle nada, quería fervientemente casarse, algo que era importante para el castaño, pero que para Min nunca fue siquiera una idea hasta que estuvo con él.

Se pasó los dedos por el pelo con cansancio porque no había dormido ni un poco. No podía debido a que su corazón todavía estaba saltándose latidos al recordarlo. Si los médicos no hubieran irrumpido para controlarlo, podría haberse desmayado por la pérdida de sangre. Solo Dios sabía cuánto tiempo le habría llevado despertarse nuevamente esta vez. Sus manos aún estaban húmedas por el recuerdo, por el hecho de que casi lo perdía de nuevo. Cuando lo volvieron a dejar en el hospital casi pereció por el miedo. Demasiado cerca de la muerte una vez más.

— ¿En serio te quedaste despierto toda la noche en ese sofá? — Yoongi se sobresaltó, girando la cabeza rápidamente con el ceño fruncido al escuchar la voz de su pareja. — Tomaré esa expresión sin afeitar y sinceramente horrible en tu cara como sí. — Namjoon levantó la ceja divertido. — Sabes, te envió de regreso a casa para que pudieras descansar. No para que hicieras lo mismo que si te hubieras quedado en el hospital? — Yoongi bufó medio en burla.

— Ambos deberían saber más que eso porque me conocen.

Realmente no era una buena idea por parte del peligris recordarle que él fue el elegido por Jimin para que se quedara con él en el hospital. Lo echaron, lo enviaron a casa a "descansar". Quizás su arrebato con él fue injustificado, quizás Jimin seguía castigándolo por ello, consciente de que le dolía más eso que una bala en su propio cuerpo.

— Está preocupado, Yoon. — Namjoon se colocó detrás de él, pasando sus manos por su cuello y masajeando sus hombros.

Yoongi se apoyó en su toque, inclinando la cabeza hacia abajo para que pudiera acceder mejor al cuello tenso. Dios, sus manos estaban haciendo magia. Necesitaba eso. Alguna forma de afecto, algún tipo de consuelo que solo ellos podían brindarle. Namjoon fue un enviado de Dios desde el día uno, Park tenía razón.

— No has sido tú mismo desde hace mucho tiempo. No has estado comiendo o descansando bien. Puedes funcionar lo suficientemente bien como para mantener al grupo en marcha y los negocios pueden seguir como siempre, pero no creo que a Jimin le importe que le vaya bien en el trabajo si su cuerpo no está bien aunque ahora sea considerado como el tercer jefe y tu segunda mano en Indigo. — La voz de Kim se redujo a un suave susurro.

La gentileza mezclada con firmeza del peligris siempre lo ponía en un estado de ánimo vulnerable. Admitía que no era fácil para él abrirse, ni siquiera a sus novios, pero en estos días estaba aprendiendo que realmente valía la pena decir lo que sentía o cuáles eran sus intenciones. Tantos malentendidos nacieron del silencio y las suposiciones que no quería repetirlo. No tenía la fuerza para defenderse frente a los dos hombres de vida.

— No pude dormir. No es que no quiera. — Admitió con amargura.

— ¿Demasiado emocionado por la boda? — Namjoon preguntó.

Yoongi podía darse cuenta por su voz que él era escéptico de que esos fueran sus pensamientos. Él lo conocía bien y no había necesidad de que le hiciera frente o negara. Odiaba a ese hombre que pretendía obedecerle y con una mirada al igual que Jimin lo doblegaba. Por eso le respondió honestamente.

— No. No es emoción. — Tragó nerviosamente. La sensación de ansiedad en su pecho volvió a aumentar. — Puede que haya estado de acuerdo ayer, pero fue únicamente porque estaba siendo arrastrado por el ritmo de Jimin. Ahora que tengo un poco de tiempo para pensar las cosas... — Namjoon vio como se apagó, inseguro de cómo posicionar sus pensamientos hacia él sin implicar algo incorrecto o lastimarlo.

— ¿No quieres casarte con Jimin? — El ceño arrugado en su frente era notable sin siquiera mirarlo.

— ¿Parece una remota buena idea hacerle eso? — Le preguntó, sonando más tímido de lo que pretendía. — Es un inocente por Dios, a pesar de todo lo ocurrido de sus deseos o nuestras ideas de meterlo de a lleno en el negocio. Tú y yo somos diferentes. Elegimos esta vida para nosotros mismos. Nos involucramos en este peligroso negocio porque podíamos manejarlo y encontramos nuestro lugar mientras lo hacíamos. Llegamos lejos y tiene sentido que estemos juntos... — Realizó una pausa, levantando la mano para agarrar la de Kim mientras se daba la vuelta para mirarlo. — Tiene sentido que estemos juntos nosotros dos, pero Jimin... — Soltó un suspiro. — Él es inocente y nunca se convertiría en un miembro de una pandilla tan endurecido como nosotros. Él no tiene eso dentro y un solo momento de duda es todo lo que define si vivirás o morirás al segundo siguiente. Casarse conmigo, estar con nosotros oficialmente, eso sella su vida no solo para nosotros, Nam. Lo sella a la familia más que ahora. ¿Cómo puedo hacerle eso?

Los tres habían recorrido un largo camino, pero seguía faltándoles mucho y Namjoon lo sabía. Jimin no se convertiría en meses en lo que a ellos le costó muchos años y sangre aprender. Comprendía el motivo de la preocupación del pelinegro, si llegaban a una situación en el que Jimin no apretaba el gatillo, en el que se quedaba frisado o dejaba que sus emociones lo sobrepasaran, estaban acabados los tres.

El alma de su ángel podía ser pura, pero ya no era del todo inocente, aunque quisieran, no permanecería así con o sin ellos en sus vidas porque existen cosas que una vez que se ven, no se pueden borrar. Eso era algo con lo que Min aún tenía que trabajar, pero eran gigantesco los pasos dados con solo aceptar aquello que le preocupaba. Era hermoso ver el amor saltando en sus pupilas, pero sus decisiones no las consideraba correctas aunque las tuviera que respetar. Sus dedos se entrelazaron a los de Yoongi y dio un paso más cerca.

— Sabes, sin Jimin, nunca habría habido un nosotros. Esto que actualmente tenemos tú y yo, esto que construimos no existiría. — Los ojos del mayor comenzaron a llorar y el pecho de Yoongi se estremeció de dolor al pensar que lo estaba lastimando. — ¿Cómo puedes pensar por un segundo que podríamos hacer esto sin Jimin?

— ¡No estoy diciendo eso! — Levantó la voz un poco. — ¡No digo que no quiera a Jimin, no digo que terminaremos o lo alejaremos! ¡Estoy diciendo que tal vez el matrimonio es innecesario! — Yoongi se sentía exasperado, un poco presionado demasiado, no por nadie, sino por sus propios pensamientos envenenados.

— Eso es lo mismo que decirle a Jimin que quieres romper, es lo mismo que mandarlo lejos, Yoon. — Explicaba con tacto mientras sacudía la cabeza. — Ya deberías conocerlo bien, aunque se haya fortalecido, existen convicciones o deseos que simplemente no se quiebran y esa parte romántica empedernida de Jimin no cambiará aunque cree su propio cementerio y ponga a los muertos a bailar cumbia para él. Yoon, por primera vez, él habló y te dijo claramente lo que quiere. No lo dio a entender, no lo insinuó, no esperó en silencio y lo deseó como siempre lo ha hecho toda su vida en lo que respecta a ti. Te dijo alta y claramente lo que quería contigo, conmigo, con nosotros. ¿Cómo puedes pensar que negarle lo que quiere lo hará sentir deseado?

— ¿No tienes miedo? — La mano que agarraba la de Namjoon se aflojó y dejó caer sobre su rodilla débilmente. — Después de lo que le sucedió, ¿no temes que se repita nuevamente y la próxima vez no tengamos tanta suerte? La próxima vez podríamos perderlo para siempre.

— Lo tengo, miedo no, estoy acojonado, en pánico. Sin embargo, confío en nosotros y también en él, es mucho más fuerte de lo que el mundo piensa o de lo que él mismo imagina. Jimin podría igualarnos e incluso pasarnos porque nunca se sabe cuál será el detonante de una persona o cuán fuerte sea. Tal vez, se mezcle, pero jamás complete su metamorfosis y me da miedo. — No dudó en hablar. — Pero honestamente creo que estaré mejor asustado cada día viviendo con el temor de que podemos perdernos a perderlo ahora rompiendo cada parte de su alma y ser porque sería como una muerte en vida para los tres. No importa si no somos dependientes del otro, si continuamos nuestras vidas por separado, pero hombres como nosotros tres que han tenido una vida de mierda, después de experimentar esto, quedaríamos muertos en vida. Y si nos conozco aunque sea un poco, aunque lo intentemos, le cerraremos la puerta a cualquier cosa que siquiera tenga pinta de felicidad.

Maldito Namjoon que con sus palabras siempre bombardeaba su cerebro. Eso ponía una perspectiva diferente en su cabeza. Miraba sus ojos con tanta transparencia que lo desarmaba aún más que con lo recientemente dicho.

— Porque, Yoon, no me malinterpretes. Si le dices a Jimin ahora que no te casarás con él, que no puedes casarte con él, es probable que pelee contigo primero, intentará convencerte. O tal vez ni siquiera hará eso. Pero ya sabes, si lo mantienes a distancia constantemente, si le dices que puede tener su pastel, pero no puede comérselo, ¿cuánto tiempo crees que seguirá esperando por ti? Porque razones para mandarte a la mierda le has dado desde el inicio de los tiempos, pero esto... ¿Cuánto tiempo piensas que pase antes de que el rechazo lo coma por dentro hasta que haya tenido suficiente y decida alejarse por completo? — Namjoon negó con la cabeza. — ¿Pensaste que él nunca te dejaría porque está completamente enamorado de ti o porque le teme a la familia? — Soltó una carcajada. — Es capaz de pararse delante de todos para que lo abaleen con la mayor valentía. Si alguna vez, por un momento, piensas que podrías hacerle eso a Jimin porque piensas que no se irá, entonces estás jodidamente mal y no mereces al hombre que tenemos, ese que nos ama incondicionalmente.

Min negó rápidamente, ni por un momento le pasó por la cabeza que le haría eso a Jimin solo porque sé que se quedaría conmigo. De hecho, tenía más miedo de que el menor lo dejara. Hacer algo que provoque eso absolutamente no ha estado jamás en sus planes por mucha basura que haya pensado.

— Además, ¿qué pasó con "eres permanente"? — El mayor se sentó en el sofá a su lado, sus manos extendiéndose para agarrar las contrarias con fuerza. — Sabes, me estaba diciendo anoche que tenía miedo de que cambiaras de opinión. — Dejó escapar una risa amarga. — Dijo que una de las razones por las que quería que te fueras solo a casa era para que pudieras procesar lo que hablamos, que estaba seguro de que te arrepentirías de haber prometido casarte con él. Me reí cuando me dijo eso. Le dije que si eras el hombre que siempre supe que eras, estoy seguro de que cuando dijiste que era permanente, realmente lo sentiste. Permanente, Yoon. Eso es para siempre. Si quieres que sea permanente, es lo mismo que casarte con él, ¿no? ¿Qué cambió, te acobardaste? ¿Eso es lo que sucedió?

¿Lo que sucedió? Casi lo perdió, eso era lo que pasó. Se suponía que Namjoon debía entender. Él estuvo allí, cada momento de cada día que tenían que ver a Jimin en esa cama, luchando por su vida. Estuvo allí cuando todo lo que podían hacer era mirar y rezar para que cada respiración que Park luchara por tomar no fuera la última. ¿Cómo podría no entender el miedo que corría por sus venas con cada latido de su corazón? ¿Cómo podía Namjoon no tener miedo?

— Fue apuñalado, atasajado con una espada. — Yoongi se aclaró la garganta con la espesa saliva que se había acumulado junto con sus emociones. —Ahora cada vez que cierro los ojos, me despierto en pánico porque tengo miedo de estar soñando con todo esto y él todavía esté inerte en aquella cama de hospital, inconsciente. Eso es lo que ha cambiado. — El peligris mordió el interior de sus mejillas.

— Pero él no está así, está vivo, Yoon. Está vivo y quiere pasar el resto de su vida vivo junto contigo. ¿Realmente vas a cambiar una vida donde sabes que serás amado y amarás, por una vida mediocre, miserable y solitaria, porque temes perder a Jimin por algo peligroso?

— No es un miedo infundado, ¿sabes? — Le replicó y el mayor asintió.

— Lo sé. Estoy dolorosamente consciente de eso y lo recuerdo cada vez que salimos a la calle.

Ellos llevaban el peso de perder sus vidas en cualquier momento cuando salían de la casa. Demonios, incluso la casa podría no ser segura. Estaban respirando con un objetivo pintado en sus espaldas por lo que hacían. Sin embargo, no le importaba los de ellos dos, podía morir mañana y no haría diferencia, pero Jimin era otra cosa. Dejó caer la cabeza con cansancio, pellizcándose el puente de la nariz al sentir el dolor de cabeza que se formaba por su falta de descanso.

— Lo que me lleva al siguiente punto. Conoces nuestro trabajo, Nam, sabes en qué peligros prácticamente nos arrojamos. Qué te hace creer que de alguna manera no vamos a terminar nuestras vidas prematuramente y dejar a Jimin antes del final de sus días. Lo dejaremos solo, con un agujero enorme en su vida. Le traeremos tristeza, lo sé con certeza.

— Temores fundados. Sí, pero todos mueren, Min Yoongi, incluso las personas con la vida más sanas, todas las parejas se separarán en algún punto de la vida porque no todo el mundo tiene la misma esperanza de vida, la misma fortaleza o destino. Así mueran de viejos, nadie tiene la seguridad de que se irán el mismo día, uno dejará al otro ¿Estás diciendo que solo porque terminaremos muriéndonos significa que no todos merecemos amar, ser felices o estar con alguien a quien amamos? ¿Estás diciendo eso porque llegaremos a conocer la pérdida, que no deberíamos ganar?

Preguntó Namjoon con sinceridad. Claramente había decidido dónde iba a estar con Jimin y con él. Al parecer era Min el único uno luchando con esa incertidumbre.

— Estoy diciendo que tengo miedo. — Repitió como si Namjoon no lo hubiese escuchado las veces anteriores, sintiendo ganas de llorar.

— Yo también. — El peligris se inclinó más cerca y lo besó en el costado de la cabeza. — Pero estoy diciendo que tomes ese riesgo a pesar de tus temores, Yoon, con nosotros. Ama con todo lo que tienes, hasta que no puedas. Estoy diciéndote que si sabes que podrías perder esto maravilloso en cualquier momento, atesóralo mientras lo tienes. No lo tires solo porque tienes miedo de perderlo. Mereces ser feliz, nos mereces como nosotros te merecemos. Elígenos, Min Yoongi. Elígenos porque te necesitamos. Elijámonos porque al final del día, estar contigo nos hace felices, define nuestras vidas y lo que queremos de ella, somos lo más destacado de nuestras vidas. Si no quieres ser egoísta, entonces nos darás lo que queremos, una vida contigo, juntos, oficialmente y para siempre sin importar cuán longevo sea ese tiempo.

Maldición, nunca en toda su vida Min había llorado tanto y tan seguido. Miró a Namjoon con lágrimas en los ojos. ¿Por qué ese imbécil era tan elocuente y convincente? ¿Cómo se tomaba unos minutos para desglosar todas las razones por las que había anotado en su cabeza que debía retroceder? ¿Cómo le hizo querer ser mejor cediendo a sus sugerencias?

Es que estaba tan malditamente enamorado de ese idiota por siempre decirle lo que necesitaba escuchar sin endulzarlo. Quería confiar tanto en él. Como si fuera uno de sus libros abiertos y listo para ser leído, Namjoon sostuvo el rostro del más bajo para admirarlo con seriedad aunque había unas comisuras rebeldes, haciendo que el pelinegro se tragase el nudo en su garganta.

— Estoy diciendo, no te vayas. — El mayor se ahogó cuando su voz se quebró. — Estoy diciendo que lo vales, que lo valemos y que deseo que nos hagas permanentes.

Presionó con cierta fuerza las mejillas de Yoongi y se inclinó, suspirando cuando notó que el otro le permitió a sus ojos cerrarse para entregarse a él sin reservas o pensamientos. Mordió sus propios labios gruesos detallando esa cara preciosa mientras acercaba sus labios a los contrarios, besándolo deliberadamente, usando sus labios para decirle sus intenciones.

Convenciéndolo de que no tenía otra opción, que era él, era Jimin y eran ellos, eso era todo lo que el líder de Indigo tenía permitido elegir. Aunque pareciera imposible para el propio Min que sentía sus piernas querer ceder, estaba ahuyentando todos sus miedos y dudas. Sus labios eran gentiles contra los del menor, pero decididos.

A Yoongi no le importaba, le gustaba como esos hombres tenían la potestad otorgada por sus corazones para hacer con él lo que quisieran. Por eso se entregó y dejó que lo alejara de la oscuridad en su mente, en su corazón. Renunciaba a su control sobre la oscuridad a la que se había acostumbrado. Dejaría que él y Jimin le dieran paso a la luz para que entrara en su vida. Lo dejaría ir. Él ganó, ellos ganaron. Maldito fuera todo, a la mierda todo.

+++

— ¿Yoongi? ¿Podrías ayudarme con esto? — Jimin frunció el ceño y se lo arrancó del cuello de nuevo, odiando que todavía no lograba emparejar correctamente las longitudes por enésima vez.

— ¿Cómo diablos es que has crecido al punto de dispararle a tus objetivos en movimiento y derribarnos, cuerpo a cuerpo, a nosotros dos, pero aún no sabes cómo atar una corbata? — Yoongi se burló entre dientes mientras lo miraba a través del espejo que tenía delante. Jimin con enojo tiró la maldita serpiente de una tela al suelo, con deseos de dejarla como coladera.

— Olvídalo, me voy sin esa cosa. ¿Quién necesita una corbata? A pesar de la ocasión la corbata negra es opcional.

— Lo haré. — Mordió sus labios para no reír tren a esos carnosos y abultados labios en puchero. — Ven. — Le hizo un gesto para que se acercara a él.

— No, prefiero a Namjoon que no se burlará de mí. No me gustas. — Cruzó los brazos e hizo un puchero exagerado. — Esta maldita pieza de tela me odia y el sentimiento es muy mutuo.

— Pobrecito, todavía cree que Nam no se burla.

Jimin le dio un codazo para virarse y lo tomó por cuello hasta hacerlo colisionar con la puerta, viendo la sonrisa de Min. Chasqueó la lengua y al final le dio un beso, dejando que lo volteara para terminar de arreglarle esa cosa. Sonrió cuando su trasero fue apretado sin reserva, dándose la vuelta guiado por un Min que lo contemplaba con lo afecto y amor en sus ojos, pero el menor apenas tuvo tiempo de verlo.

— No te engañes... Me amas y ya deja de compararme con Namjoon. — Musitó liberando su trasero solo después de apretarlo al punto que las venas en la frente de Jimin se mostraron.

— Deja de darme una razón para hacerlo. — Resopló, inclinando la nariz lejos de él, no sin antes tirarlo de su nuca para plantarle una fuerte mordida.

— Eres jodidamente adorable cuando estás enojado. — Min bajó el tono de su voz y el contrario sintió que su estómago se retorcía. Había una mirada animal en su rostro mientras lo miraba, decía que lo odia, pero le encantaba.

— Está bien, suficiente, los dos. — Espetó el mayor de los tres cuando entró en la habitación, ya vestido con su traje. Extendió su mano hacia un Jimin que la tomó, mirando a Yoongi. — No usarás corbata para tu ceremonia. — Le rozó las mejillas. — Llevarás un lazo.

— ¿Por qué entonces ustedes llevarán corbata y yo no?

— Porque odias ponértelas, no saber hacerlo y esto te será más práctico. Deja de andar protestando por todo, guarda ese fuego para la cama o el trabajo.

Extendió su mano para presentar otra tela con forma de serpiente ignorando la mueca del castaño. Cuando Jimin alcanzó las solapas de su traje, notó una vez más cuán dolorosamente atractivo podía ser Namjoon.

— Te ves bien. Muy atractivo.

Jimin se sonrojó, mirando el peinado cabello de los tres que era muy similar, descubriendo sus frentes, con una parte hacia atrás y un leve volumen que amenazaba con caer en sus frentes sin hacerlo. Más abajo, todos tenían el cabello bien rebajado y a decir verdad, lucían extremadamente atractivos con esos cortes junto a las hermosas sonrisas que se dirigían. ¿Por qué Namjoon siempre intervenía en el momento adecuado para mejorar su vida?

— Bueno, el chico tiene que verse lo mejor posible por hoy ¿eh? — Kim colocó la tela negra alrededor del cuello del más bajo, tirando de él expertamente para hacer un perfecto lazo como por arte de Magia.

— ¿Dónde está Antman? — Yoongi preguntó, moviendo sus manos para enderezar su corbata mientras los miraba a ambos.

— ¿Hombre Hormiga? — Repitió Jimin confundido mientras jugueteaba con el botón del chaleco de Namjoon.

— El abogado de la familia. Su nombre es Antonio. Desafortunadamente para él, a Min le agrada. Por lo tanto, consiguió un nombre de mascota. — El peligris explicó, inclinándose hacia adelante mientras seguía abrazando su cintura para besarle en los labios.

Posiblemente le tocaría retocarse el maquillaje nuevamente después de haber besado también a Yoongi, pero no le importaba. Se inclinó hacia el beso, rebosante de afecto.

—Eso es ... Lindo, tierno incluso. Nombres de mascotas eh. No tenemos ninguno para nuestro felino.

— Nada de gatito, Park. — Le advirtió viendo como el nombrado hacía otro puchero. — Intentaré buscar nombres de mascota adecuados para los tres, pero para usar solo en nuestro ring privado. Entonces, ¿ha llegado Antman? — Preguntó de nuevo, caminando hacia ellos, vestido impecablemente una vez más de pies a cabeza como un jodido modelo aunque no fuese del tamaño estándar. — No quiero que lleguemos tarde.

Su atractivo rostro que resaltaba aún más los detalles por el maquillaje tenía embobado a Jimin. Esos hombres eran demasiado atractivos para su propio bien y lo sabían bien. ¿Lo mejor? Es que Jimin tenía la seguridad de que sus ojos solamente estaban posados en él, eran suyos y él era de ellos.

— Todavía podríamos presentar la adopción más tarde, Yoon. — Namjoon hizo los ajustes finales a mi corbata y dio un paso atrás para admirar su trabajo con una sonrisa.

— ¿Qué? No. Quiero hacer esto primero. — Yoongi frunció su rostro.

— ¿Por qué? ¿Cuál es la prisa? — El peligris preguntó con una ceja levantada.

— Ninguna. — El pelinegro se apartó de ellos mientras se ocupaba de algo más no muy lejos.

— ¿Yoon? — Jimin lo llamó. Ver a Min inquieto o inseguro siempre le hacía sentir raro aunque se hubiese acostumbrado y le diera su espacio. Este idiota era su perdición.

— No es nada. — El menor dio un paso hacia él, tocando el brazo con preocupación.

— Es algo. Cuéntanos. ¿Cuál es el problema? — Insistió

— No hay ningún problema.

— Entonces, ¿qué es? ¿Por qué tanta prisa? — Indagó Namjoon. — ¿El jefe dijo algo? — Yoongi besó el dorso de la mano del castaño, pero este se negó a distraerse con ese acto de afecto.

— No.

— ¿Entonces qué es eso? — El mayor de todos preguntó, su voz comenzando a sonar preocupada.

— Pensarás que soy estúpido.

— Sinceramente, creo que eres estúpido por muchas otras razones de todos modos. Solo dinos. — Espetó Jimin sabiendo que podría haber sido un poco grosero, pero realmente solo quería saber. Yoongi lo miró en silencio por unos momentos, antes de decidirse hablar.

— Es solo que... No puedo casarme con los dos aunque quiera...

— Sí... Lo sabíamos. Hacerlo habría causado que nuestros matrimonios fueran nulos y sin valor. Sabíamos esto. Por eso me estás adoptando. ¿Qué sucede con eso? — Namjoon se paró junto a ellos, su mano yendo a la cintura de Jimin para abrazarlo.

— Es estúpido.

— Yoon... En serio, solo dinos.

— No quiero que Namjoon piense que es menos importante en esta relación porque no está casado con ninguno de los dos. Quiero que completemos la adopción primero porque tal vez una parte idiota de mi cerebro pensó que de alguna manera validaría su lugar en nuestra relación más al pasar a compartir los tres el mismo apellido...

Los ojos de Namjoon se cristalizaron porque era cierto que en el pasado pensó en eso. Sintió que era injusto, se sintió desplazado y sin derechos, como si no fuera nada importante en la vida de ellos dos. No obstante, sin papeles, sin te amos repetidos constantemente, él pudo sentir el amor que ambos le brindaban y eso era todo lo que buscaba. Amar y ser amado por los dos era lo único que necesitaba. Sin embargo, que el Yoongi al que nada de eso le interesaba en el pasado, ese que no quería algo con él le dijera esas palabras, habían removido muchas cosas bonitas en su interior.

Jimin le levanté una ceja al pelinegro, sintiendo que su pecho se apretaba dolorosamente. Se lamió los labios, deseando no llorar. Para el estándar de Min Yoongi, eso era más consideración de lo que nunca pudo imaginarse que podría tener por cualquiera.

— No es estúpido en absoluto. Es realmente bastante entrañable, Yoon. — Jimin expresó más enamorado que nunca.

Namjoon tragó y se rio entre dientes, extendiendo la mano para sostener la parte posterior de la cabeza del pelinegro, inclinando su frente contra la de su jefe por un momento.

— Realmente lo es. Pero permítanme decir que si bien realmente aprecio el pensamiento de Yoongi, deberían saber mejor que no soy tan sentimental como para que esto me afecte. Conozco tus razones para las decisiones que tomamos juntos. Sé que la adopción en realidad no me convierte en tu hermano, ni hace que mi lugar sea diferente en nuestra relación. Es solo un procedimiento legal en el que elegimos participar debido a las restricciones de la ley. Sé dónde estoy con ustedes dos.

— No quiero que simplemente te conformes, Namjoon. Quiero darte todo lo que pueda.— Yoongi dijo en un susurro mientras tocaba un lado del rostro del peligris mientras Jimin solo trataba de contener o tragar las lágrimas que pudiera.

— Y no tiene por qué ser una ceremonia de boda. Puedo pensar en un montón de otras cosas que podrías darme, ¿sabes? — El mayor le guiñó un ojo al pelinegro logrando que el menor de todos soltara una carcajada, apretando suavemente el brazo de Namjoon.

— Maldita sea, estoy hablando en serio aquí, Namjoon. — El líder gruñó.

— Yo también. No seas tonto. Si lo que ha sucedido entre nosotros no te lo ha demostrado, te lo aclaro, se necesita mucho más para alejarme de ti. Puedes intentarlo, pero sabes que mi obstinado trasero va a quedarse con o sin boda.

Atrajo a Yoongi para estrellar sus labios en un momento que Jimin se negaba a interrumpir porque desde que descubrió sus sentimientos por Namjoon, desde que ellos aceptaron darle riendas a esa locura, fue todo lo que deseó. Sus vidas ahora estaban completas. Tres hombres que se amaban, tres mafiosos, un líder y sus dos manos derechas. Las tres cabeza de Indigo.

Porque Índigo no solo era el nombre de la organización, del clan, era ese arbusto de tallo derecho que parecía solitario, pero que, con sus hojas compuestas y flores rojizas como el amor o la pasión, se entrelazaban y agrupaban como ellos tres.

Índigo, son aquellas personas que pueden parecer desviadas, solitarias o rudas, pero que en el fondo eran sensibles, inteligentes y creativos. Personas que por muy malas que pudiesen llegar a comportarse con alguien, sentían gran empatía. Eran seres que podían batallar con la ira de diferentes modos, mostrándola con enojos, callando y analizando o llorando. Esos que quieren estar solo, que les cuesta encajar o adaptarse y, una vez que lo logran, se asientan ahí eternamente.

Índigo era un color indefinido que no podía ser azul, pero tampoco violeta aunque pudiera entrar con ambos. Era esa fruta tan rara que pocos conocían, rica en todos los sentidos. Índigo, eran ellos tres.

¡HEMOS LLEGADO AL FINAL DE ESTA HISTORIA!

Ya saben que tenía esto escrito desde hace mucho tiempo, por eso me parece mentira finalmente haberla publicado en casi su totalidad. Nos queda el epílogo y un extra.😈

LORED

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top