Capítulo 30
— ¿Qué te hace pensar que no encontraré mi propia liberación afuera? — Min se atrevió a preguntar.
Jimin tragó por un segundo. De acuerdo, era posible que no haya tenido en cuenta el hecho de que a Yoongi podría no importarle serle fiel. Su pequeña amenaza para él podría no significar nada en absoluto. Relamió los labios, mirándolo lastimado por esa pregunta, pero logrando recomponerse alejando su vista con la mandíbula tensada.
— Mierda. Solo estaba bromeando. — El pelinegro se acercó a él, pero el menor apretó los puños, alejando su mano cuando este intentó tocarlo.
— No me toques.
— Está bien. Está bien, no lo haré. Pero, ¿podrías mirarme, Jimin? — Min suplicó y él respiró hondo antes de mirarlo reticente. Todas sus inseguridades estaban comenzando a aflorar con su estúpida broma. — Por favor, no me mires así, Jimin. — Se lamió los labios. — No quise decir una palabra de lo que dije. Nunca te haré eso, lo prometo. Fue una broma.
— No fue gracioso. — Namjoon permanecía sentado a los pies de la cama escuchando a los otros dos con una mirada incómoda en su rostro.
— Yo no haría eso. — Agregó Min. — Fue una broma, ¿de acuerdo? Nunca lo haré.
— Da igual. — Murmuró, acercando la almohada a su pecho, abrazándola.
— ¿Jimin?
— Está bien.
El silencio hizo gala entre ellos por varios minutos antes de que Jimin simplemente se acostara en su lado de la cama, el humor juguetón entre los tres se perdió completamente después de esta broma de mal gusto.
— ¿J-Jefe?
El menor volteó la cabeza lentamente en la almohada para observar a Namjoon, sus ojos se abrieron increíblemente mientras veía a Min avanzar hacia el peligris con una mirada depredadora en su rostro. Su mano se soltó para agarrar el cuello de Kim para atraerlo hacia él violentamente.
— Vamos, mi bebé quiere lo que quiere y se lo vamos a dar. — Gruñó contra los labios de Namjoon antes de hacerlos colisionar como si tuviera la intención de devorarlo.
Fue... Raro, al menos los primeros segundos cuando ellos realmente estaban interiorizando que sus labios se habían unido por primera vez. Se estaban besando, jefe y subordinada, el líder y la mano derecha.
Los labios gruesos de Namjoon, los finos de Yoongi, la diferencia física entre ambos y el deseo acumulado por meses. Por la sorpresa y por todo su lío de cálculos, a Jimin le costó un poco reaccionar, simplemente estuvo dejándose besar hasta que su mano agarró la nuca del pelinegro.
Sus lenguas eran salvajes, decididas, dominantes, su primer encuentro fue explosivo y cada una quería ganar el terreno de la otra. Sus salivas se mezclaron, sus labios se saborearon, sus ojos se compenetraban cada vez que se encontraban.
El corazón de Jimin dejó de latir por un par de segundos mientras contenía la respiración, tanto por el término de cariño posesivo como por el acto que se desarrollaba frente a sus propios ojos. No lo había esperado ni en sus sueños más salvajes, a pesar de que fui él quien lo solicitó.
En su pecho parecía haber un tren de carga y no un corazón mientras veía la lucha de poder entre los dos hombres de su vida. No fue para nada como los besos que él había compartido con ellos. Su beso fue agresivo mientras luchaban por ver quién era más dominante. El menor no podía apartar los ojos de ellos mientras los veía tratar de comerse las caras el uno al otro.
Yoongi dejó escapar un gruñido bajo cuando sintió que los musculosos brazos del más alto lo estaban dominando, su mano derecha no se iba a salir con la suya tan fácil. Apretó el pelo de Namjoon y le echó la cabeza hacia atrás ligeramente, sus labios estaban rojos, maltratados hinchados. Eso no había estado tan mal para ellos, mejor de lo que esperaron. El peligris extendió la lengua para lamer sus labios obscenamente, el menor le devolvió el gesto tirando con mayor fuerza de su cébelo. Cuando volvió a alargarla, Yoongi le mordió su lengua haciéndolo sisear.
Jimin se relamió los labios con anticipación al verlos. Ahora entendía por qué les gustaba mirar tanto. Su entrepierna se agitó y esto lo hizo removerse en la cama.
— ¿Pensaste que te dejaría superarme, Kim? — Preguntó Min contra los labios del mayor ignorando como Jimin se ponía de pie preocupado por el tono grueso de su voz.
Es que el menor no estaba seguro de si Min estaba enojado o solo incómodo, pero había una mirada seria en sus ojos que le preocupaba, temía que lastimara a Namjoon por haber querido luchar por el dominio. Sin embargo, Kim solo dejó escapar una risa, perdido en los labios de Yoongi.
— ¿Temes que te guste, jefe? ¿Temes probar lo rico que follo y que quieras seguir yendo abajo conmigo? — Min le dio una mirada llena de cinismo.
— El hecho de que todavía me llames jefe cuando puedo envolver muy fácilmente mis manos alrededor de tu virilidad y hacerte cosas que te harán llorar me dice que no eres tan rudo y valiente ahora, Kim. — El pelinegro envolvió una mano alrededor de la garganta del mayor con una mueca, sintiendo la adrenalina azotarlo como pocas veces en su vida, calculando mentalmente el grosor del miembro que había palpado, estaban casi parejos. — ¿Prefieres llamarme papi mientras te sometes para mí?
Los miembros de esos dos hombres sintieron sus pulsos claramente. A ambos les estaba gustando esa lucha de poder que cualquiera podía ganar. Oh, Namjoon quería castigar muy fuertemente a su jefe por todas las cosas malas que había hecho y Min, bueno, él también tenía muchas cosas por las cuales castigarlo. Los dos querían destrozarse mutuamente.
Jimin se atragantó un poco después de que su respiración se detuviera por sabía Dios qué número de vez esa noche. Namjoon hizo un movimiento para luchar contra Yoongi, pero perdió cuando buscó al castaño con la mirada preocupándose por su reacción dado que había dejado por completo de prestarle atención. En ese segundo perdido, Yoongi lo sometió, sujetándolo contra la cama, hundiéndole su cara en las sábanas, con un brazo detrás de él mientras el pelinegro aplastaba su ingle desnuda contra el trasero de Namjoon.
— Ahora, sé un buen chico y tómalo.
Jimin abrió la boca para intervenir cuando vio el ceño de Namjoon fruncirse, este incluso apretaba las manos en puños con su mandíbula tensada. Maldición, esa había sido una mala idea, a quién se le ocurría poner los fósforos y la gasolina juntos. Fue a hablar, pero Yoongi se apresuró a hablar por encima de su voz.
— Quiero que mires, Jimin. Esto es lo que querías ver después de todo. Abre bien los ojos y no te atrevas a parpadear.
El mayor y el castaño hicieron contacto visual y el estómago de Jimin se retorció cuando lo vio apretar los dientes cuando Min tomó el lubricante que había quedado en la cama de la sesión anterior y apretó una buena cantidad entre sus nalgas.
— Yoon... — Su voz baja, salía con dificultad. — Yo... — Su corazón tartamudeó y sus manos temblaron.
— Cállate y mira.
Yoongi ordenó, sus manos cavando en el brazo de Namjoon mientras este maldecía en silencio apretando los dientes cuando su cara presionó las sábanas otra vez. Sus ojos atraparon los de Jimin por un momento y este lamentó haber dicho que quería que hicieran algo por él. Vio el orgullo herido brillar en los ojos de Namjoon, supo cuánto le costaba no luchar contra Min.
— ¡No, para! ¡Para esto, Namjoon puede decir que no si no se siente cómodo con esto! — Finalmente habló cuando encontró su voz, apresurándose hacia el nombrado, extendiendo la mano hacia su brazo que estaba retorcido detrás de su espalda, con la intención de ayudarlo a liberarse de Yoongi.
— Jimin. — La voz de Kim fue baja mientras levantaba su cuerpo ligeramente con su otra mano libre. —Ven aquí. — El menor extendió la mano para tocar su brazo torcido, pero el peligris negó con la cabeza. — No, ven aquí. — Él asintió con la cabeza hacia el espacio frente a él en la cama. — Siéntate aquí y abre las piernas frente a mí para que pueda saborearte. — La sangre de la cabeza castaña se drenó instantáneamente a su ingle, sintiendo que su entrada se apretaba.
— ¿Q-Qué? — Yoongi se rio entre dientes lo vio dudar, Jimin era un ser tan puro, tan dulce, que continuamente lo hacía dudar sobre meterlo por completo en el negocio.
Aunque no quisiera, iba a perder gran parte de su alma una vez que entrara, cuando viera la primera atrocidad, después de la primera pelea donde mataba o moría, cuando se diera cuenta de que sus manos le habían arrebatado la vida de una persona.
No quería nada de eso para él, siempre prefirió pasar por todo eso solo porque él su estaba hecho para eso, nunca fue un niño muy cuerdo que digamos. Sus padres incluso tuvieron que llevarlo con un psiquiatra a temprana edad. Cuando el doctor le preguntó si alguna vez había pensado en suicidarse se lo confirmó inmediatamente, él fue la primera persona a la que sus manos intentaron dejar sin vida, la única víctima que logró contar la historia.
Sus difuntos padres por aquel entonces no lo entendían, él mismo no se entendía, ¿quién podría haberlo entendido? Pero un día apareció Jimin, esa persona que no buscaba entenderlo, que quiso estar a su lado sin preguntar, sin atosigarlo o empujarlo al lado más oscuro de su ira. Alguien que por momentos hizo sentir mejor su depresión, esa que se convirtió en nada o huyó cuando la mente que quería consumir se volvió tan negra que la propia depresión se asustó.
Él cambió su juventud por poder, el monstruo en su interior siempre demandó por más. Más dinero del que sus padres tenían y que no era tan limpio como parecía. Más poder dentro de la organización que era equivalente a más poder mundial. Más cuerpos muertos con los que calmar su sed violenta y más pieles para aumentar la lujuria.
Ese monstruo que por momentos intercambiaba lugar con él o le ponía el collar con que él intentaba detenerlo, así buscaba arruinarlo y tragarlo con codicia. Pero entonces la luz que emanaba Jimin lo cegaba, su pureza los aplacaba, a su monstruo interior y él.
De alguna forma, esa bestia fue desapareciendo, aunque todavía no sabía si era porque se volvió más monstruo que él o si fue Park que con su luz eliminó la oscuridad. Si la luz de Jimin se apagaba entrando a ese mundo, temía que ese otro lado de él regresara. ¿Entonces, qué lo iba a detener?
Esa era otra de las razones por las que lo protegía y cuidaba tanto. Porque Jimin hacía su corazón latir, recordándole que tenía vida. Lo abrazaba y le hacía respirar. Ahora lo tocaban recordándole que era un ser humana. Por eso quería tanto conservar su pureza.
Pero también estaba Namjoon, ese hombre que un día se paró a su lado y no huyó ni siquiera cuando se enfrentó al monstruo. El peligris era leal, mas podía volverse letal. Era quien caminaba a su lado y podía entrar a la oscuridad con él porque la conocía también. Cuando la luz no ganaba, el combate era en la oscuridad y ahí, estaba siempre Kim.
No obstante, tenía también la capacidad de empujarlo hacia la luz cuando no llegaba correctamente a él. Muchas veces se convirtió su puente entre ambos lados. Era el ojo afilado que notaba sus cambios, quien sabía siempre cómo tratar con él. Conocía el momento para enfrentarlo, pero también cuándo someterse. No lo había notado, pero ellos dos, eran sus pilares.
Miró a Jimin, luego a Namjoon y su corazón se sintió cálido, se sentía completo y de cierta forma, estaba experimentado un lado de la felicidad que siempre le rehuyó.
— Muévete, Jimin, haz lo que él dice. — Comentó viendo sus ojos brillantes y el rojo que recorría su cuerpo. — Ahora, Jimin.
El menor se quedó donde estaba, aturdido y confundido por lo que estaba pasando entre ellos en este momento.
— Jimin, si tengo que decírtelo una vez más... — La expresión determinada de Min en su rostro lo hizo tragar. — Haré esto aún más doloroso para Namjoon. — El castaño se estremeció levemente antes de moverse de acuerdo con la demanda de Min, haciendo lo que el peligris le instruyó. Un rubor se extendió por todo su cuerpo como fiebre. — Ahora Kim, tratemos de hacer venir a Jimin mientras yo cabalgo sobre tu trasero, ¿me oyes?
Ordenó con voz ronca, comenzando a aplicar el lubricante al mayor, liberando el brazo torcido.
— Sí, papi. — Las piernas de Yoongi temblaron al escucharlo, Jimin se ahogó en una tos.
Namjoon siseó, lamiéndose los labios mientras le daba a Jimin una mirada vulnerable, ubicado entre sus piernas. Podía sentir el frío líquido tocándolo, él había estado abajo solo una vez en sus treinta años de vida, no fue algo que deseó volver hacer.
Su orgullo estaba herido, no quiso perder ante su jefe, de todas las personas en el mundo, no quiso perder frente a él. Ahora estaba ahí, sometiéndose frente al hombre que amaba, el mismo hombre que Jimin amaba con locura. Ese que a él también le gustaba, a quien respetaba. Sin embargo, obedecerlo en el trabajo como líder y mano derecha era una cosa, estar de bajo de él incluso en la cama, era otra.
Quizás gracias a la práctica todos esos meses con Jimin, pero el pelinegro realizaba un buen trabajo con sus dedos a la hora de prepararlo.
El cerebro de Jimin se arremolinó violentamente y de repente fue muy consciente de lo excitado que estaba cuando Namjoon envolvió sus fuertes brazos alrededor de su cintura para acercarlo más a él, envolviendo su longitud en la boca. El castaño gimió en voz alta, mirando fascinado mientras Yoongi preparaba al mayor a fondo como lo hizo con él antes.
— Si te lastimo Kim... — Min bajó su pecho contra su espalda mientras le susurraba en el oído. — Puedes gritarle a Jimin.
El aludido apretó las sábanas con todas sus fuerzas, con la boca abierta mientras veía con los ojos muy abiertos como Yoongi comenzaba a posicionarse detrás de Namjoon.
—N-Namjoon si quieres em...
— Con mucho gusto, papi. — Jimin no se esperó esa respuesta también dirigida a él. Hasta el momento, nunca se vio como el "papi" de Namjoon, pero le agradaba la confianza del mayor en él. Que lo viera también de ese modo a pesar de todo.
Le regaló una sonrisa antes de inclinarse para besarlo con un poco de dificultad. Luego regresó a su posición colocando la cabeza de Kim entre sus piernas, ahuecando sus mejillas para dirigirlo a su miembro. Entonces, la mirada del ángel se volvió diablo, mordiéndose el labio mientras enredaba sus dedos en el cabello de Namjoon para dirigirlo al ritmo que él quisiera, como él quisiera, no como el mayor quería.
El peligris era bastante diferente de Jimin, su físico era como ese de los hombres que Yoongi no encontraba atractivo. En pasado, porque no a otro, pero a Kim, estaba amando tener ese cuerpo que lo sobrepasaba sometido ante él. Sabía lo mucho que significaba para Kim estar así, seguramente como hubiese sido para él. Ellos compartían una conexión diferente que también lo excitaba, lo provocaba. Quería hacerlo tan suyo como a Jimin, los dos eran de él.
Aferró sus manos a esos glúteos más oscuros que los de Park o los yuyos propios. Pasó las uñas por sus muslos desde las rodillas hasta su trasero y, cuando llegó a este, lo nalgueó con excesiva fuerza, haciéndolo gruñir. Sin embargo, el mayor no gritó, algo que desanimó al pelinegro que repitió el golpe, sonriendo ladeado cuando escuchó lo que quería.
— Mierda, voy a destrozarte.
Oh, fue glorioso tanto para Min como para el castaño el momento de su entrada, la bienvenida de esa retaguardia y las vibraciones en el miembro de Jimin causadas por los jadeos fueron maravillosas. Yoongi le dio su tiempo para que se acomodara mientras acariciaba su espalda y le mandaba un beso al menor que manipulaba ca cabeza entre sus piernas.
No quería tampoco lastimarlo, así que fue lento, incrementando la intensidad de sus embestidas paulatinamente. Fue solo cuando sintió el cuerpo entre sus manos relajarse, que se aferró a sus caderas e inclinó para morderlo, queriendo dejar en él una marca tan hermosa como las que le dejaba Jimin. Luego lo besó y succionó su piel mientras aumentaba la velocidad.
Jimin tiró de la cabeza de Namjoon para poder ver su expresión, la baba mezclada con pre semen untada en esos carnosos labios entreabiertos, lo escuchó respirar salvajemente. Al ver que podría escucharlo bien, Min se concentró en volver a tocar la próstata por la que de vez en cuando pasaba, solo que esta vez, no se alejó, comenzó a castigarla sin piedad, escuchando los gemidos de Kim romperse. Maldición, quería venirse dentro de él, que supiera que era suyo. Salió por completo del mayor retirándose el condón.
— Voy a entrar en ti sin condón, Kim. — Este pareció no escuchar, por ello Jimin palmeó su rostro. — Dije que entraré en ti sin condón. ¿Me lo permites? — Namjoon pensó varios segundos, pero asintió. — Jodido, Kim. — Besó su espalda.
— Yoongi, quiero venirme, ¿cuánto te falta?
— Estoy cerca bebé. Vamos a intentar llegar juntos en nuestro hombre. — El castaño asintió con una sonrisa mordiéndose los labios. — Tócate, Kim, quiero que te corras con nosotros.
Los tres fueron detrás de sus orgasmos, Namjoon perdido entre dos hombres como no esperó estarlo y Yoongi amando todo eso también como jamás imaginó, incluso Jimin estaba en éxtasis. Apoyando una mano en la cama para buscar soporte, el castaño alejó un poco la cabeza de Kim para ser él quien moviese sus caderas, penetrando salvajemente su boca mientras sus mirabas se encontraban.
Yoongi nunca había visto a Jimin así, sacando su lengua con maldad mientras arremetía contra el mayor de los tres. Aceleró su ritmo sintiendo sus piernas hormiguear y tensarse, apoyando todo su peso en el empeine para pararse de puntillas.
Pudo sentir como el mayor se tensaba, estaba llegando y quería llegar con él aunque sea una vez, como siempre lo hacía el peligris y el menor. Apretó su trasero con fuerza, penetrándole hasta que sintió ser apretado, al mismo instante que él comenzaba a liberarse. Sonrió cabalgando su orgasmo, temblando completamente agitado y satisfecho. Segundos más tarde, el grito escandaloso de Jimin resonó en la habitación.
— Trágatelo. — Mandó el menor firme. — Todo. — Namjoon obedeció y esto hizo el corazón de Jimin dar un vuelco. — Mierda, ven aquí, necesito besarte.
¿Qué les pareció? 🙈
¿Notaron la referencia?
LORED
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