Capítulo 25
Definitivamente, Jimin amaba eso. Despertarse enredado en las sábanas, junto a Namjoon. Esa mañana despertó igual, pero tenía su mano aún sujetando la del peligris en una neblina borrosa. Su corazón latía con fuerza y se dio cuenta de que se había despertado de golpe. ¿Había tenido un mal sueño?
— Jimin. — El mencionado parpadeó antes de abrir los ojos por completo. El sueño todavía lo dominaba, tuvo que luchar para que su cuerpo funcionara como debería. — Te lo dije la última vez, si alguna vez dejabas que Kim volviera a tocarte, yo... — El castaño gritó.
Gritó el tono más alto que jamás había logrado porque Yoongi, estaba parado al pie de la cama de Namjoon. La furia en su cara era notable, fue en ese preciso instante que recordó todo lo que el pelinegro había dicho
"Mataré a Namjoon y te follaré, te encadenaré..." Bueno, podía estar un poco mezclado en su mente, pero algo así fue su frase. Lo más importante era la parte donde mataba a Kim, por supuesto.
— ¡Qué demonios, Yoongi! ¿Cómo entraste?
— Tiene el código de acceso a mi casa, Jimin. — Explicaba el mayor mientras sus ojos calculaban absolutamente todo, listo para actuar mientras veía que Min se acercaba a Jimin.
— ¿Y no pensaste en cambiarlo? — Sus ojos se abrieron incrédulamente. — ¡O al menos decírmelo para no sufrir un ataque al corazón cuando solo aparece de la nada! ¿Qué demonios pensabas Namjoon?
— Ven aquí, Jimin. — Min ordenó.
— No. De ninguna manera. ¡Fuera de la casa! ¡Fuera! — Cuando sus manos salieron disparadas para atraparlo, los nervios de Jimin lo hicieron reír. — ¿Qué, Yoongi? ¿Vas a matar a Namjoon o vas a follarme en su cama primero? — Alejó las manos contrarias de su cuerpo.
Namjoon intentó incorporarse para vestirse y sacarlo de la habitación, pero Yoongi lo tenía inmovilizado donde estaba, solo con su mirada, el peligris se quedó torpemente al otro lado de la cama. Jimin pudo ver la mirada de Min observando la pila de paquetes de condones sin abrir y lubricante junto a la cama de ellos. No tuvieron que usarlos la noche anterior, pero suponía que en la mente de Min había un resultado diferente. Le dio una patada a Yoongi cuando este tiró de las sábanas de su pecho mientras lo arrastraba fuera la cama.
— Oh, espera. Fue solo un beso, fin de la historia. Ya yo comprendí todo, no te estoy pidiendo que te enamores de mí o tengas una relación conmigo. No volveré a tener un pensamiento como ese, así que vete, ¿de acuerdo? — El pelinegro estaba reacio a irse, la tensión de esos tres podías sentirse en el aire. — Estás siendo dramático. ¡Vete!
— No. Ven aquí.
— No tengo una etiqueta que diga "hecho en Min Yoongi" por ende, no te pertenezco. Ya terminé de escuchar cada palabra que dices como una marioneta. Dejé de hacer las cosas como quieres que se hagan. Ya he terminado contigo. Me quedaré aquí con Namjoon y no puedes hacer una mierda al respecto.
Le dio una mirada penetrante y bastante despiadada que los otros dos vieron por primera vez. Podía todavía tener miedo de muchas cosas, toda una vida actuando y siendo de una forma, no cambiaba en un mes, un amor de nueve años tampoco desaparecía tan rápido, todos lo sabían, pero aunque a pasos cortos, el menor continuada avanzando por su camino, emancipándose de él mismo. Los dos lo notaban, los mayores lo hacían.
— Ambos sabemos que no me follarás en su cama, incluso si tuviéramos sexo frente a ti ahora. Entonces puedes retractar esa amenaza, Yoongi. No me asustas. — Estrechó sus ojos hacia él. — Y si levantas una mano en contra de Namjoon, que Dios me ayude o te ayude a ti, Min Yoongi, te exterminaré de la faz de esta tierra. No me importa cómo, no me importa si eres un tipo mafioso y no me importa si voy a la cárcel o me matan el segundo siguiente. ¡Te destrozaré con mis propias manos, hijo de puta!
Gritó cuando el pelinegro le arrancó las mantas obligándolo a cubrirse con las manos. Namjoon movió su mano para alcanzar el arma escondida en el respaldo de su cama, mas Min negó apuntándole con otra pistola. Hasta donde conocía a su jefe, este seguramente lo mataría a él, pero evitaría matar a Jimin y este era su prioridad. Por un instante, se hizo el silencio, todos habían dejado de hablar y lo único que se escuchaba eran sus respiraciones.
Cuando con una advertencia, el pelinegro guardó su arma para llevar sus manos y así agarrar las muñecas del menor, este le dio una patada en el estómago. Gruñó, pero siguió después de eso como si ni siquiera eso acabara de suceder mientras clavaba el cuerpo muy desnudo de Jimin en la cama.
— No me pongas a prueba, Jimin, porque no estoy en mi mejor momento de serenidad y es peligroso.
— ¡Adivina qué estúpido, me importa mil testículos! No me pruebes tú a mí, Min Yoongi. — Dejando de luchar y lo miró. —Si no correspondes mis sentimientos y no quieres tener intimidad conmigo, no tienes derecho a decidir con quién quiero estar porque te aviso, aunque hubiésemos follado, te reitero tus palabras, seguimos sin ser nada tú y yo. —El líder de Indigo le miró en silencio, respirando tan fuerte en su cara que Jimin pensó que iba a explotar de alguna manera.
— Entonces muéstrame.
— ¿Qué?
— Muéstrame, enséñame lo que te gusta hacer con Kim. — Él solo no podía hacerse a la idea, por mucho que se lo imaginó, nunca le gustaba lo que aparecía en su mente. La única forma de enfrentar las cosas, era encarándolas sin huir.
— ¿Estás loco? — El menor de todos miró al peligris, que tenía los ojos tan abiertos que creyó que se le saldrían, aún en su mismo sitio. — Ahora resulta, no, loco pervertido, no sé qué mierda te traes en tu cabeza, pero ¡vete! — Le dio otra patada, mas esta vez fue atrapado el tobillo. El menor aprovechó la oportunidad para girar su cuerpo, ya que, ya no tenía los brazos inmovilizados, extendiendo la mano hacia Namjoon. —¿Un poco de ayuda aquí?
Con cautela, Namjon se acercó a Jimin para agarrarlo de las manos y alejarlo de Min, entrando los dos a un tira y afloja con sus extremidades mientras se miraban fijamente y sus mandíbulas crujían. Estupendo, eso era todo lo que le faltaba a Jimin esa jodida mañana.
— ¡Estoy completamente desnudo, Yoongi! ¿Podrías dejarme ir? — Trató de patear sus piernas para liberarlas, pero su otra mano decidió agarrarle la rodilla. El castaño jadeó ante la sensación de sus manos tan cerca de su región inferior, haciendo que su núcleo se apretara. —¡Yoongi!
— Jefe, creo que deberías... — Yoongi soltó tan repentinamente al menor, que este chocó contra el cuerpo del peligris. Kim lo ayudó a levantarse, pasándole una de sus camisas que agradecidamente se puso sobre la cabeza.
— No te vistas todavía. Muéstrame. — Min insistió.
— Eso es asqueroso, Yoongi. No voy a hacer un espectáculo para ti.
Buscando su ropa interior que estaba en la cama, más cerca de Yoongi que de él, Park desistió de alcanzarla. Los brazos de Namjoon se colocaron alrededor de su cintura inmediatamente cuando el pelinegro se acercó a ellos.
— Jefe... — Ese llamado fue una advertencia mientras traía más a su hombrecito hacia él y este no pudo evitar sentirse seguro en sus brazos. No era el momento, mas Jimin sabía lo que quería ahora. Un beso, de ese hombre que él quería y le podría dar todo lo que Yoongi jamás le daría.
— ¿Qué te pasa, Yoongi, qué quieres? ¡Si solo tienes curiosidad, ve a ver porno! — Exclamó, inclinándose en el cuerpo de Namjoon mientras el pelinegro continuaba acercándose a ellos, quedando arrinconados. Jimin se cubrió cuando sintió que su cuerpo reaccionaba a la mirada de su mejor amigo porque algo en toda esa mierda lo estaba confundiendo.
— Estoy esperando que hagamos algo, que me muestren.
Un porno no le mostraría a Jimin, él solo necesitaba saber cómo era que funcionaban las cosas con Jimin, necesitaba verlo y escucharlo únicamente a él. Si siquiera se estaba sopesando la idea de ver a dos hombres o llegar a estar con uno, era única y exclusivamente por Park Jimin, el resto de los hombres en el mundo carecían de importancia.
Los ojos de Min viajaron hacia su hombre de confianza, comunicándose sin necesidad de verbalizar, algo adquirido en todo el tiempo que trabajaron juntos. ¿Alguno de los dos estaba totalmente feliz de tener al otro cerca?
Ni en el próximo siglo eso sería así, Namjoon seguía molesto por el actuar de su jefe, le molestaba que fuera testigo de Jimin en esas circunstancias, que lo viera desnudo, acabado de despertar o del modo en que se perdía cuando se entregaba en cuerpo y alma. Para Min no era diferente, odiaba la presencia de Kim, porque este lo desobedeció directamente, cosa que jamás hizo. No quería a su mejor amigo en manos de otro hombre y saber lo que hasta el momento habían hecho, no le daba calma.
No obstante, ambos eran capaces de hacer sacrificios si de Park Jimin se trataba. La existencia de ese castaño, era lo único que evitaba que se enfrentaran a un duelo de muerte, a pesar de que fue justamente él la causa para que ellos por primera vez tuvieran problema como jefe y subordinado.
— No te atrevas... — Advirtió Jimin con su boca mientras miraba a Namjoon con su respiración acelerada, relamiéndose y mordiéndose los labios. El peligris primero se aseguró de que ese "no", fuera o no realmente uno, luego, una de sus manos se enroscó sobre el eje del castaño haciéndolo chillar, temblar incluso. — Namjoon...— Bajó una mano para detenerlo, pero cuando Kim le apretó sus testículos le debilitó hasta las rodillas.
No entendía, pero de repente todo Jimin se sentía muy sensible a todo lo que le rodeaba y su estómago se encogió al saber que Yoongi los estaba mirando muy atentamente. Cada movimiento, cada reacción, Min estaba al tanto de cada detalle. Antes de que pudiera decir otra palabra, Namjoon apretó sus dientes y lengua alrededor de sus orejas mientras trabajaba en su miembro. El castaño no pudo evitar el gemido cuando sus ojos revolotearon ligeramente por la exquisita sensación.
— N-No. — Susurró, empujando inútilmente las manos del peligris de su extensión. — ¡Detente! — Kim se detuvo mirándolo, perdiéndose en su mirada.
— ¿Me detengo? Sabes que si realmente quieres que me detenga lo haré, eres tú el único dueño de tu cuerpo, quien decide lo que desea que suceda con él y yo siempre respetaré eso. Me detendré si no quieres que haga nada. —Jimin en verdad estaba un poco reacio a que se detuviera, le gustaba todo lo que experimentaba con Kim, algo en lo que ocurría lo tenía extrañamente excitado desde mucho antes de que este agarrase su extensión, pero sabía que eso no estaba bien.
Todo iba a terminar mal y él iba a estar justo en el medio. No podía responderle porque quería y a la vez no, temía por ellos dos, por él. De Namjoon, miró de soslayo al otro, captando como la mirada de Yoongi estaba concentrada en los movimientos autorizados por el silencio que él otorgó haciendo que lentamente Kim reanudara la faena. El pelinegro apartó la mirada de las manos de su mano derecha para mirar al menor a la cara y este lo maldijo entre dientes cuando vio a su mejor amigo lamerse los labios.
Min lo sentía, como su cuerpo volvía a reaccionar con solo mirar a quien por años se mantuvo a su lado. Su rostro, su cuerpo y las pocas reacciones que había atestiguado hasta ese momento hicieron que su pene reaccionara. Eso era algo que últimamente no había logrado, ni siquiera con tres mujeres solo para él dándole un fabuloso espectáculo, nada le funcionó. Ahora, como por arte de Jimin, volvía a sentir.
— Le gustan sus pezones lamidos, jefe. — Habló en voz baja justo al lado del oído de un Jimin que se congeló ante lo que estaba sugiriendo.
— P-Para. — Sus ojos se abrieron cuando vio a Yoongi dudar por un momento, antes de caminar hacia ellos, con una mirada depredadora en sus ojos, mientras parecía concentrarse en la camisa que tenía puesta.
El menor ya sabía que sus pezones se habían endurecido por la anticipación despertada. Su cabeza le decía que eso era una mala idea, que todo estaba mal. Pero cada otra parte de su cuerpo le gritaba que sí.
Ganaba la mayoría de votos, así que solo quedaba ver hasta dónde llegaba eso. Al menos el corazón acelerado del castaño definitivamente quería más. Esa fue la primera vez que Yoongi expresó abiertamente un interés íntimo por él. Cuando lo tuvo frente a él, extendió la mano para detenerlo mientras se acercaba.
—A-Ambos. Necesito detenerme. — Empujó débilmente el pecho de ese felino que lo miraba.
Todo tan inútil. Cuando el pelinegro dio un paso atrás, Jimin metió sus dedos en la ropa de su mejor amigo porque en ese preciso instante, Namjoon había succionado su cuello y acariciaba sus testículos. Dejó de pensar por un par de segundos, tiempo suficiente para que Min pusiera las manos en el cuello de la camisa del menor, rasgándola por su pecho con un movimiento rápido.
— Puedes irte muy a la mierda. — Maldijo por lo bajo, retrocediendo aún más contra Namjoon, hasta que quedaron inmovilizados contra la pared detrás de ellos.
No obstante, Yoongi no se detuvo allí. Todo eso era muy diferente para él, no estaba acostumbrado a un hombre, menos a dos en un espacio tan íntimo, con un extra que realmente no le interesaba. Su objetivo era Jimin, mas sabía que no podría llegarle en esos momentos si no era con ayuda del sujeto a quien él quería matar.
Cuando sus ojos se posaron en los pezones del castaño, él mismo gimió en voz alta. Jimin era jodidamente sensual, era atractivo, masculino, pero aun así demasiado delicado, lindo. Su piel era suave, sus expresiones reales, ese castaño no estaba temiendo hacer algo que molestara al líder, no quería darle la mejor actuación, él solamente estaba sintiendo, entregándose a sus emociones a pesar de todo lo ocurrido.
Odiaba que Jimin lo hiciera sentir tan miserable por su comportamiento cuando él hacía muchos años había dejado su conciencia dormida. Sin hacer mucho, el menor lo perdía en un abismo de pensamientos desorganizados, justo como en ese instante. Se habían sostenido la mirada por un segundo, antes de que la cabeza de Min se hundiera y se aferrara a su pezón, con una lengua que giraba expertamente. Jimin brincó en su lugar contra Namjoon, golpeando la nuca contra su clavícula.
— No. — Jadeó esto, pero sus manos los instaba a continuar. Jimin podía sentir la erección de Namjoon presionando contra su trasero, provocando que todo el cuerpo del castaño se calentara aún más. Se apretó más contra él cuando los dedos de Yoongi atendieron a su otro pezón. — Ah, por favor... No. — Suspiró. — Sí... —Min separó su boca del pecho que devoraba.
— Si me quieres, Jimin... — Habló tan cerca de su pezón que el nombrado se estremeció cuando su respiración provocó su sensible protuberancia. —Si me deseas, tienes que mostrármelo. — De acuerdo, la mente del menor quedó en blanco mientras miraba fijamente a los ojos determinados de Yoongi.
— ¿Q-Qué?
— Bésalo jefe. Si les prestas atención a sus pezones y labios, tú ganas. — Namjoon instruyó desde atrás. Ellos estaban tratando de ignorar la presencia del otro aunque no pudieran hacerlo del todo cuando veían todo lo que pasaba ahí.
— E-Espera. — Soltó el menor un grito ahogado, aferrándose al brazo del peligris y al hombro de Yoongi desesperadamente. — Espera. ¿Qué está pasando?
—Shh — Kim besó el costado de su cabeza. — No luches, solo confía en nosotros. No te haremos daño. — Agregó alejando el brazo de Jimin del hombro del líder que los observaba, sosteniendo el brazo ahora detrás de la espalda del menor.
Entonces, Jimin vio como su mejor amigo le miraba los labios, deseoso, ansioso. Provocándolo solo un poco, los lamió.
— Esto está mal. — Susurró cuando Min enderezó su espalda para pegarse a él, sosteniendo la parte posterior de su cuello e inclinando la cabeza hacia él. — Y-Yoongi.
— Yo decidiré lo que está bien o mal. — El pelinegro murmuró contra sus labios, mirando más allá del menor, dándole una mirada a Namjoon que Park no pudo descifrar, antes de que se inclinara para capturar esos carnosos y hermosos labios con los suyos.
Delicados, dulces, abultados y entregados... Min Yoongi tuvo que cerrar sus ojos, se sentía demasiado bien, como en su recuerdo e incluso más. Esos labios estaban hechizados, nadie podía decirle lo contrario, pero no le importaba. Namjoon cerró sus ojos también, moviendo su cabeza hacia al lado a otra parte de la habitación sin decir nada. Todo era por Jimin, por él, podía tragarse su orgullo y su miedo si del bien de Park se trataba.
El menor gimió, torciendo las muñecas mientras intentaba zafarse de Kim. Perdió cada control que le quedaba al sentir los calientes labios de Min contra los suyos. Fue completamente diferente al primero que compartieron. Se estaba tomando su tiempo para saborear sus labios, chupando y lamiendo el interior de su boca como si quisiera conocerlo a través de esta.
Lo habían conseguido, un Jimin derretido y vencido. Dejó de luchar contra el agarre de Namjoon, apenas se estaba dando cuenta de que le había soltado las muñecas y que era él quien estaba agarrado a la cintura de Yoongi.
Tenían calor y estaban apasionados desde la perspectiva de Park. Las manos estaban en todas partes. Las respiraciones eran fuertes y los gemidos sexy. Se aferraba a alguno, lo acariciaban, él tocaba, rogaba. No tardó mucho en llegar a ese punto donde ya nada importaba. Estaba allí, experimentando una locura. Él solo se dijo mentalmente que podía confiar en Min y Namjoon para que hicieran lo que quisieran con él.
— Necesita estar bien preparado primero. — Musitó Namjoon al notar las intenciones del pelinegro, tragándose la extraña incomodidad que sentía. No es que nunca hubiese participado en tríos o sexo múltiple, pero nunca lo hizo con alguien que verdaderamente le gustara, con alguien que amaba. Era difícil ver al hombre que amaba entregándose a los toques y el placer brindado de alguien más. — Naturalmente, no lubrica como las mujeres. — Agregó sobre la bruma de la lujuria del hombre que continuaba recostado a su pecho.
Las manos de Min le agarraron la cintura a Jimin para alejarlo de Namjoon y colocarlo de rodillas. La cabeza del menor giró por un momento, presionó su cara contra las sábanas frías para tratar de enderezarse mientras el pelinegro alcanzaba el frasco de lubricante. Era odioso que alguien le estuviese diciendo qué hacer cuando era él quien casi siempre mandaba en todo. Pero todo fuera por el bien de Park Jimin. Debía quererlo demasiado para estar aceptando y haciendo todo eso.
— Exprime mucho, está bien manchar las sábanas, es mejor que lastimarlo. — Jimin sabía que quien hablaba era Namjoon, pero solo pudo concentrarse en las manos que estaban en su trasero, tocándole y admirándolo con curiosidad.
Es que esa era una vista nueva para Min, ver aquello colgando entre sus piernas era raro. Cuando ponía a una mujer en cuatro, admiraba sus orificios, sus labios, el hermoso trasero, todo era muy diferente ahora. No le disgustó como pensó que ocurriría, mas aún se estaba adaptando. El precioso trasero de Jimin sin lugar a dudas le facilitaba mucho las cosas, era perfecto, tan firme como sus muslos. Jimin no se ejercitaba físicamente que él recordase, pero estaba perfectamente firme, marcado por músculos que comenzaba a ver atractivos. Ahí puso toda su atención, en esa zona.
No obstante, los pezones de Jimin jamás fueron abandonados por completo, seguían teniendo dedos estimulándolos. Por momentos las vibraciones de su cuerpo eran tantas que terminaba empujándose hacia arriba, pero una mano presionaba cada vez sus omóplatos para mantenerlo abajo.
— Eso es, solo trabaja dentro y fuera así, agrega un dedo cuando sientas que se relaja. Él no peleará contigo. — Estaba perdido, qué estaban haciendo esos hombres con él. Escuchó una respiración y trató de alcanzar el cuerpo más cercano a él de nuevo. — Es un amante generoso.
Yoongi estaba fascinado, el menor realmente lo era. Amaba como su dedo tenía que luchar por no ser succionado, su estrechez, su calidez y la humedad dada por el lubricante.
— Deja que te la mame. — Espetó el pelinegro que deseaba ver esa actividad que él tanto disfrutaba, el sexo oral.
Jimin escuchó las palabras y como si estuviera en modo piloto automático, pudo sentir que su boca comenzaba a anhelar a Namjoon, se obligó a abrir los ojos correctamente y concentrarse. El peligris estaba justo enfrente de él, podía verlo de rodillas mientras instruía a Yoongi que se encontraba detrás de él, encargándose de prepararlo.
Extendiendo la mano para sostener a Namjoon, todo el pecho de Jimin se calentó cuando lo vio sonriéndole mientras se quedaba estático, solo observando cómo Park procuraba colocar su boca sobre él. Por ese hermoso hombre podía hacer cualquier cosa, incluso aquella locura. Acarició su rostro mientras arrugaba el ceño a medida que su erección era tomada.
Jimin gimió contra su miembro, chupándolo, succionándolo y haciendo girar su lengua como le había enseñado y sabía que a Kim le encantaba. Le prestaba especial atención a la punta de su pene, especialmente en la parte inferior del glande. Otro gemido se escapó del menor, pero este fue acompañado por el mayor de todos cuando esas grandes manos se afianzaron a su cabello con fuerza.
— Está empezando a empujar contra tus dedos, está listo.— Namjoon continuaba hablando aún en medio de su placer, el menor podía sentir las vibraciones de las palabras en sus labios mientras lo tragaba por completo. — Mmmm, ve despacio. Tal vez tú quieras empujar hasta el final, pero debes ser paciente, ahora mismo no te dirá si le duele. Tienes que vigilar su cuerpo y su rostro. Es normal que contenga la respiración, tiene ese mal hábito. A veces también le gusta que lo ahoguen.
¿Cómo era que ellos dos ya se conocían tan bien íntimamente? Él sabía lo que le gustaba a Namjoon y este, era especialista en lo que le gustaba a él. Era tan fascinante como excitante ver como explicaba cosas de él de las cuales jamás se percató. Gimió contra su pene una vez más para dejarle saber que estaba de acuerdo con él.
Porque era cierto, algunas veces, él hizo que el mayor lo estrangulara aunque nunca al borde de hacerle daño. Era un buen tipo de mezcla entre el dolor y la asfixia, no supo por qué o cómo, pero le gustaba, aunque hasta ese momento no lo interiorizaba del todo.
Esa emoción que lo recorría de arriba abajo, ese miedo mezclado con nerviosismo y excitación, le recordaba a Min de la primera vez que tuvo que coger un arma para dispararle a alguien. Cuando regresó a su casa lo primero que hizo fue buscar a Jimin para ver una película porque sabía que el menor se abrazaría a él y eso era justo lo que necesitaba, un abrazo que no sabía cómo pedir.
Ahora, cuando sostenía su miembro para alinearse detrás del menor, se encontraba deseando algo parecido, que este lo recibiera y abrazara en su interior. Mordió todo su labio inferior y arrugó los dedos de sus pies cuando comenzó a entrar. Mierda, realmente se sentía muy bien. ¿Era eso lo que Namjoon había estado sintiendo todo ese tiempo?
Lo buscó con la mirada un segundo, viendo lo bien que Jimin trataba a su miembro, había aprendido demasiado rápido si solo llevaban un mes, debieron haber estado acostándose a cada jodido segundo libre que podían.
Park se atragantó contra la punta del miembro del peligris cuando sintió que Yoongi, su mejor amigo y amor por nueve años, empujaba contra su entrada. Podía influir el nivel de excitación que tenía, pero sentía que le estiraba increíblemente bien su ano, le gustaba. Tosió cuando Namjoon se apartó de él, sus dedos acariciaron y luego rodearon su cabeza para colocarla de modo que se acostara en la cama con la cabeza ladeada.
— Respira, Jimin. Esta es una orden. — El nombrado respiró aunque muy poco, cortos segundos después su aliento se enganchaba mientras apretaba las sábanas. Esta vez, Min se estaba alejando de él y pudo sentir su cuerpo moverse ligeramente hacia atrás con el impulso. — Empuja un poco más profundo. — Fue él quien buscó los ojos de Min esta vez, dejando de mirar la forma en que entraba en su hombrecito. — Él puede soportarlo.
— Mis p-pezones, Nam. — Exhaló. — Por favor.
Jimin estiró la mano hacia atrás para acariciar a Yoongi en el muslo, para dejarle saber que estaba listo. Estaban sincronizados, como siempre, Namjoon respondía rápido su pedido pellizcándole los pezones con especial fuerza, arrancándole un grito agudo. El menor buscó soporte en sus brazos de inmediato.
— Lo estás lastimando. — La mandíbula de Min se tensó tanto como la del peligris. ¿Qué demonios sabía él de Jimin en ese ámbito?
— No. A él le gusta que le pellizquen los pezones cuando estás entrando en él. Le quita el dolor de la espalda. — Procuró calmarse, explicándole, torturando esas hermosas protuberancias entre las yemas de sus dedos. Sin tenerlo que pedir, Namjoon volvió a pellizcárselos en cuanto vio a Min con intenciones de penetrarlo otra vez. — Él puede recibirte hasta el final, jefe. Confía en mí, solo ve despacio por ahora y podrás llevarlo al ritmo que quieras una vez que pida besos.
— Quiero probarte. — Susurró Jimin, sus manos extendiéndose para envolver la erección de un Namjoon que giró sus caderas hacia él inmediatamente.
Esto le hizo preguntarse a Jimin, desde cuándo el peligris se había vuelto tan complaciente en la cama. Por lo general, le hacía rogar, lo retorcía antes de dejarle tener lo que quería. Pero antes de que pudiera cerrar la boca sobre él, sintió que este tiraba de su cabello, para mantenerme alejado.
— Las palabras mágicas, Jimin. Cuando quieres algo, ¿tú ...?
—Ruego... — Lloriqueó satisfecho, ese era el Namjoon que conocía. Ese que podría hacer que su cerebro se convirtiera en huevos revueltos cuando quería. Él tenía control total sobre el menor y este confiaba en él. — Por favor. Por favor Namjoon, déjame probar tu pene. Por favor, déjame chuparte.
Aún concentrado en lo que hacía, el castaño pudo escuchar a Yoongi maldecir en voz alta antes de penetrarlo particularmente fuerte y profundo, haciéndolo gemir en voz alta, su cara presionando contra el miembro del mayor, dejando salir su lengua para lamerlo un poco.
Escuchar a Jimin hablar así, verlo en ese estado con sus propios ojos habían jodido más de lo que ya estaba el cerebro del pelinegro. Min no estuvo preparado para eso y fue tan jodidamente inesperado como enloquecedor.
— Si un día te descuidas será capaz de voltearte para someterte, pero si lo quieres, él puede ser un perfecto sumiso, jefe. — Namjoon explicó antes de mirarlo, relajando el agarre en el cabello castaño. — Te veo entretenido, chupa, Jimin. — Le ordenó.
Park hizo lo que se le pidió con una sonrisa aturdida adornando su rostro, Yoongi estaba comenzando a volverse implacable, apuntando cada vez mejor. Apenas logró concentrarse dos segundos antes de sentir que su mente se alejaba flotando con la sensación de ser bombeado en empujes regulares y profundos detrás de él, dedos en sus pezones y su boca llena de namjoon. Si pensaba que el sexo solo con Kim era intenso, claramente tendría que hacer una nueva definición ahora que por momentos lo hacían incluso perderse en un subespacio.
— Cualquier ritmo y tan profundo como quieras, jefe. — Avisó el peligris que veía una mirada en su jefe hasta ahora no vista. — Si vas demasiado rápido o demasiado profundo, te lo diré. Él solo te brinda algunos comentarios. Es como leer a alguien en un juego de póker. — Él explicaba llevándolo unos segundos a los negocios para que el pelinegro captara bien el mensaje. — Jimin no es el mejor con las caras de póquer en la cama.
La risa de Yoongi resonó en el lugar, eso era extraño, Min riendo tan genuina y libremente, fue algo que los otros dos notaron. Reía feliz contemplando como su miembro se perdía en el interior de un hombre, uno hermoso y con un trasero de muerte. La silueta que dibujaba su estrecha cintura, era espectacular. No sabía que los hombres también pudiesen tener siluetas tan perfectas, que Jimin la tuviese.
— Lo quiero boca arriba. Dijiste que disfruta los besos y que le laman los pezones.
Namjoon se alejó asintiendo de Jimin obviando las quejas de este para voltearlo lentamente. Lo escucharon dejar escapar un largo suspiro debido a que su interior se retorcía porque Yoongi todavía estaba enterrado profundamente dentro de él mientras lo giraban.
— ¡Yoon! — Gimió cuando tuvieron contacto visual. Se sentía latir dolorosamente en su entrepierna, por eso bajó una mano para tocarse, pero otra la golpeó.
— Kim te besará y no te tocarás hasta que yo lo diga.
Aquellos que trabajaban juntos compartieron una mirada seria, centrándose acto y seguido en lo único que importaba esa noche, Jimin, hacerlo sentir bien y bueno, permitir que Yoongi presenciara directamente cómo funcionaba la intimidad entre dos hombres. Jimin sabía que estaban esperando para que él dijera alguna cosa, mas su voz no salía. Alzó sus brazos hacia un Namjoon que los tomó solo para inmovilizarlos a ambos lados de la cabeza del menor.
— Ruega, Jimin. Ruega por los besos que anhelas. — La voz ronca y profunda del peligris resonó. El menor se mordió los labios, demasiado perdido en su deseo como para sentir timidez por algo.
— Por favor, bésame, Namjoon... — Pidió. — Por favor, bésame.... Te lo ruego.
— Buen chico.
Namjoon se inclinó para besarlo en modo demandante, para que no se olvidara que él también estaba ahí junto con su jefe. Entrelazó sus lenguas, lo succionó y mordisqueó tragándose todos sus gemidos. Tantas estimulaciones ya tenían al menor al borde de un orgasmo monumental y los dos lo sabían.
El castaño intentaba retorcerse, gritaba aunque sus gritos fuesen amortiguados, pasando a besar a Namjoon desesperado. Sus caderas iban al encuentro de Yoongi mientras temblaba de placer con sus pezones totalmente sometidos. Su próstata no paraba de ser encontrada. Su mente viajando entre su amor de nueve años y ese hombre que tanto lo amaba también. Dos mafiosos que estaban tan vueltos nada como él.
Supuestamente, él era al sumiso, el sometido en ese momento aunque en realidad, eran los otros dos quienes estaban entregados ciegamente a él, quienes gemían buscando complacerlo. Él era el rey en ese lugar y, aún con todo el dominio que exudaban, ellos eran sus peones, quienes hacían todo por él y le gustaba esa sensación de poder en donde podía dejarse ir tranquilo.
Cuando lo vieron tensarse, los mayores compartieron una mirada, Namjoon ya no tenía que sostener sus muñecas, por lo que se movió a un costado de su cuerpo sin dejar de besarlo y toquetear uno de sus pezones para comenzar a masturbarse ferozmente. Los envites de Min también se agudizaron, más potentes, veloces, mientras le agarraba con una mano la cadera y con la otra se encargaba de su pezón libre.
El menor lo apretó en el instante que su orgasmo empezó a explotar y esto solo adelantó el de Yoongi que llegó un poco después, gruñendo perdido en esas sensaciones. A pesar de haber levantado quizás una hora atrás, Jimin cayó dormido poco después de que los mayores le dieran un beso. Prácticamente se quedó dormido entre los labios de Min.
Subespacio: es un estado mental alterado que algunas personas logran durante una sesión de sexo muy intensa
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Tienes teorías sobre lo que se avecina en esta historia?
LORED
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