Capítulo 19
Era fácil dejarse llevar cuando se sentía seguridad, cuando unos brazos trasmitían más que caricias y las miradas hacían conectar a dos personas más allá de lo que físicamente podían lograr. Los dos estaban seguros de que querían dar ese paso, no sabían si llamarlo ya amor, pero los sentimientos entre ambos fueron gestándose lentamente a través de del tiempo.
Tal cual le prometió, Namjoon le había estado dando una buena experiencia al menor desde el momento en que sus labios se unieron por primera vez. No era un problema en sí, mas Jimin podría haberse obsesionado con su forma de besar. Rieron cuando el mayor intentó colocarlo suavemente en la cama, puesto que el castaño no lo quiso soltar y terminaron tropezando, enredándose con sus propios pies. Como resultado, sus dientes dañaron un poco el interior de sus labios cuando sus bocas colisionaron con demasiada fuerza.
El menor no supo de cuántas formas disculparse, pero todo lo que hacía Namjoon era reiterarle que todo estaba bien, que esas cosas pasaban y reírse mientras lo llenaba de besos. Ese fue el punto débil del castaño, los besos.
Entre besos se llevaron a la cima mientras se desvestían mutuamente. Ya había visto a Namjoon sin camisa más de una vez, echó un ojo cuando en sus pantalones de chandal grises se notaba todo aquello que llevaba escondido, pero jamás lo vio desnudo. Aparte de él, solo se vio a sí mismo desnudo y a Yoongi tres veces, cada una de esta sin querer. A los dieciséis cuando entró al baño sin querer. Una vez que entró a su cuarto para preguntarle algo y estaba durmiendo como Dios lo trajo al mundo y otra cuando entró al baño de la primera planta y lo notó sentado en el retrete.
Cada una de esas veces fueron breves miradas, ahora por primera vez admiraba un cuerpo desnudo frente a él. Primera vez que notaba otro miembro que no fuera el suyo con detenimiento. Lo detalló, y Namjoon se lo permitió, incluso se acarició para permitirle una mejor vista. Entrelazando sus manos, llevó la del menor a la boca para besarla, luego la colocó en su pechó y la guió por cada rincón hasta que se hizo con su erección. Sus dedos no pudieron encerrarla en su totalidad en la base, pero la parte más alta de la extensión sí.
Pudo ver la humedad que esta desprendía, pudo sentirla completamente ensimismado. Tragó saliva un poco nervioso y maravillado, buscando la mirada de un peligris que le sonreía. Namjoon retiró su mano para darle acceso libre a su cuerpo, dejó que este acunara sus testículos en un modo tan dulce, inocente y excitante que le hizo cerrar sus ojos varios segundos para controlarse.
Detalló sus tatuajes, notando que tenía dos idénticos a Yoongi. Uno simulaba como una bandera vertical, un rectángulo negro con una cruz en medio de casi cinco centímetros en su pecho derecho, pegado a su hombro. El otro como una brújula o estrella de ocho puntas y en el medio de este, una "I". Según lo que le explicó Namjoon, el primero representaba a la Familia, algo sagrado.
El segundo representaba Indigo, el símbolo era una rosa de los vientos, mostrando todas las direcciones por las que ellos podían ir o conquistar, todos los puntos cardinales.
El resto de sus tatuajes no los investigó, sabían que debían ser cosas personales que las personas no tendrían un por qué revelar. No obstante, los recorrió, delineó cada músculo, cada centímetro de piel con esos dedos que ganaban confianza a cada segundo hasta que volvió a atrapar sus labios.
Jimin dejó que el peligris lo despojara de toda prenda de vestir también, se sintió tan expuesto como libre. Solo por un segundo se sintió avergonzado, pero pudo ver la mirada del mayor, no necesitaba palabras para expresar su adoración. Jimin se sintió hermoso bajo esos ojos, deseado. Pocas o más bien nunca se sintió admirado de ese modo. Namjoon siempre le supo esconder muy bien su sentir, en ese momento sin embargo, era totalmente transparente.
— Ahora voy a descender por tu cuello. — El peligris narraba los caminos por los cuales transitaría a continuación mientras que sus dedos los iban mostrando seguidos de besos. Sí, eso quería Jimin, un millón de besos. — Me detendré para admirar tu pecho y dejaré que mi boca se pose aquí. — Acarició el pezón izquierdo con el pulgar. — Luego aquí. — Acarició su pecho hasta hacerse con el otro pezón, presionándolo esta vez.
— M-Me gusta eso. — Admitió alto sin notarlo, arrancando una sonrisa del contrario que comenzó a descender todo el camino para besarlo por las zonas antes mencionada.
— Luego perderé mi lengua aquí. — Mencionó acariciando su ombligo. — Descenderé más hasta tus ingles y luego disfrutaré tu sabor, te escucharé gemir hasta casi correrte en mi boca. — El menor exhaló alto. — Solo entonces pasaré a besar este lugar, te quebraré de la forma más hermosa hasta poder entonces empezar a prepararte correctamente para hacerte el amor por primera vez.
Jodidas palabras que revolucionaron una vez más todo en el menor, tirando de él para volver a unir sus labios. Solo por ahora, Namjoon lo dejaría salirse con la suya, brindándole lo que quería en el instante que lo deseaba. Cuando sus besos se volvieron sosegados, quedando en leves chasquidos y aliento, el peligris buscó su mirada. El momento impulsaba a Jimin a querer decirle miles de cosas que no sabía cómo decir o si era correcta decirlas, tampoco si eran reales porque tenía una mezclas de sentimientos desconocidas burbujeando en él.
Al inicio, no sintió nada en sus pezones, la sensibilidad de esos fue acumulándose de a poco. El mayor tuvo toda la paciencia del mundo para alternarse entre uno y otro hasta que notó la espalda del contrario separarse del colchón. Ahí estuvo complacido, extendiendo ese juego un poco más, notando como el contrario se movía contra su muslo buscando fricción.
Solo entonteces prosiguió por el camino antes narrado, haciendo cada cosa dicha. En su maldita vida, el peligris olvidaría la expresión o los sonidos de esa hermosa criatura cuando su lengua definió su erección y su boca se apropió de ella. El menor tampoco olvidaría la sensación de una boca ahí por primera vez, la de un supuesto mafioso que frente a él era el hombre más dulce del mundo. No era temerario, no lo asustaba, por momento seriamente dudaba de su profesión.
Como su lengua lo envolvió, como lo succionó, todo lo que hacía y los resultados de esto en él. En verdad quiso evitarlo, Namjoon también lo notó, mas cuando quiso alejarse, las piernas de Jimin por iniciativa propia se afianzaron a su cuello del mismo modo que sus manos en esa cabellera gris. Fue demasiado intenso como para lograr controlar su primer orgasmo de mano de otra persona.
— Lo siento... — Murmuró casi entrando en pánico, mirando al contrario que le sonreía.
— Eso fue cincuenta por ciento hermoso y cincuenta sexy, cien por ciento maravilloso. — Se acercó para acariciar sus cabellos, darle tiempo a que se recuperara porque ahora aunque su cuerpo estuviera más relajado después del orgasmo, su parte trasera sin lugar a dudas se había estrechado más. — Tengo sabor a ti en estos momentos. — Advirtió cuando Jimin volvió a tirar de él para un beso, no obstante, el menor se limitó a encogerse de hombros restándole importancia.
Hubo otra gran sesión de besos y pláticas triviales sobre sus cuerpos o el momento antes de que Kim abriera las piernas entre las que su ubicó para llevar su boca a esa zona arrugada y atrincada. Con su lengua plana lamió tranquilamente, presionaba y pasaba de largo. A veces empujaba la punta, cada vez que hacía esto, Jimin se deshacía. De hecho, incluso protestó cuando lo vio caminar hacia al baño para regresar con una botella de lubricante y condones.
— Esto es para facilitar mi entrada en ti. — Habló como si el menor no supiera eso, no había tenido sexo antes, pero definitivamente manejaba esa información, con solo una mirada y sonrisa se lo dejó saber. — Estos son los condones, no por ti, sino por mí, me cuido en exceso y llevo un buen tiempo sin tener sexo, pero quiero que estés seguro y no pienses en nada.
— No los uses. — Namjoon negó mas el menor insistió. No obstante, los condones se quedaron bien cerca del peligris que haría uso de ellos cuando fuera necesario.
Reanudó sus actividades, saboreando ese manjar que por el momento era todo suyo, hermoso y oloroso. No le importaba lo que dijeran las personas o él mismo cuando decía que ningún culo era hermoso. Se retractaba, eso fue porque jamás había visto el de Jimin, ese era precioso.
Se tomó su tiempo para prepararlo, fue considerado en las cantidades de ese líquido que facilitaría todo. Quizás por su excitación, la ayuda del lubricante o el hecho de que ya había intentado esto por su cuenta, pero aunque se tensó debido a la antelación e inesperada intrusión, aquello no dolió, solamente le propició incomodidad. Fueron minutos con un solo dígito, cuando agregó un segundo fue porque el menor ya movía su cuerpo en busca de más.
Con estos dos inició la búsqueda del tesoro y encontrarlo fue una genuina y grata experiencia para ambos. Maldición si ese brinco acompañado de un grito no fue lo mejor que Namjoon había presenciado en su vida. Si esos ojitos que se perdían al cerrarse y esos labios temblorosos que no sabían si mantenerse abiertos o cerrados eran la cosa más hermosa.
Fue cuidadoso, no sabía qué tan sensible podría ser su próstata y quería evitarle un dolor, no obstante, esta parecía entrar entre las más normales. No quería que volviera a venirse sin que él pudiese entrar en su interior, por lo que buscó su boca para besarlo y distraerlo mientras se embadurnaba su erección con lubricante para comenzar a entrar en él.
Tal cual lo esperó, todo el castaño se tensó y apretó sus piernas impidiéndole el paso en cuando la presentó e hizo el primer intento de empujar. Sosteniendo su miembro, acarició esa zona como si este fuera un pincel que actuaba sobre su lienzo.
— Te va a doler un poco, precioso, al principio será algo doloroso y molesto, pero debes relajarte. De lo contrario, no podré entrar en ti, inclusive, podrías lastimarnos. Prometo que seré gentil y que dentro de unos minutos, tu dolor le dará paso al deseo. — El menor asintió pidiendo tácitamente por sus labios, haciendo lo que el mayor que acariciaba sutilmente su cuerpo le dijo.
Mierda, ese fue más que algo doloroso o molesto, la circunferencia del mayor no era juego, su extensión tampoco. Creyó que jamás terminaría de entrar porque la expansión de sus paredes fue casi brutal. Sus ojos se aguaron, pero las lágrimas desaparecieron entre los besos, las caricias y las palabras hermosas de ese supuesto mafioso. El mayor permaneció quieto por un buen rato, sus intentos iniciales por moverse fueron parsimoniosos hasta que pudo lograr crear un ritmo perfecto para ambos.
Namjoon podía escuchar una voz en la parte posterior de su cabeza, quejándose, diciéndole que se detuviera en una clara advertencia.
Su ritmo vaciló un poco y tragó saliva mientras sus ojos se abrían, solo para gemir débilmente cuando su vista captó la mirada desenfrenada en la cara de Jimin. Sonrojado y rindiéndose mientras se derretía con su toque, rebotando contra su cuerpo.
Tenía que cerciorarse de no estaba soñando, ese hermoso cuerpo junto al suyo era real. Esos ojos que siempre se encontraba mirando Yoongi ahora lo estaban viendo a él. No recordaba la última que realmente tuvo algún tipo de conexión en la cama por muy buen amante que fuese su acompañante. Ese deseo mezclado con cierto temor y cautela porque temía no satisfacer o causarle algún daño a quien lo acompañaba. La última vez que su cuerpo fue tocado con anhelo, pero sin lujuria burda o tras la búsqueda sofocante de solo hacerlo venir, sin intentar conectar más allá.
Se estremeció, presionando sus labios aún más profundamente en los contrarios, engatusando su cuerpo caliente aún más cerca del suyo, como impulsado por un espíritu, poseído y deseoso por tenerlo grabado en su propia piel.
Kim conocía los peligros de hacer eso, no era un tonto. Sabía que su jefe pediría su cabeza si se enterara. Estaba consciente de que sería arrojado al infierno y regresaría por eso solo para hacerlo pagar nuevamente. Todo lo que estaba arriesgando por arrojarse a esa cama de emociones puras y placeres era conocido. Más importante aún, reconocía que el corazón de Jimin no era suyo, todavía no. Quizás nunca, a pesar de que tenía su cuerpo en ese momento. Él estuvo consciente de eso y todo lo demás.
Sin embargo, el sonido del jadeo de Jimin, el sonido de él susurrando su nombre una y otra vez mientras sus dedos se clavaban en su cabello para tirar por puro instinto, como se ceñían a sus hombros o espalda, solo podían forzar su mente lógica a la hibernación.
Él sería capaz de soportar cualquier cosa, si eso significaba tener a Jimin en sus brazos, sonriendo, tranquilo, retorciéndose y suplicando por lo que le estaba brindando. Cualquier otro pensamiento podría esperar. Tenía un amante en sus brazos que necesitaba su amor total aunque este no fuera exactamente ese que esperó durante nueve largos años.
— Namjoon... — Jimin murmuró en una neblina mientras se aferraba a sus brazos una vez más, acercándolo a él cuando el mayor retrocedía un poco. — Por favor.
Rogó con tanta bondad, pero a la vez con tanta seguridad, que solo por un breve segundo, Namjoon sintió una dualidad peligrosa en el menor. Solo por un minuto pensó en que, ese pequeño ángel que tenía en sus brazos cuando curara sus alas volaría muy alto y muy posiblemente, pudiese sufrir metamorfosis, un día ángel y al otro diablo.
El peligris gruñó con una sonrisa de satisfacción en su rostro mientras empujaba más fuerte y más profundamente en él, provocando un gemido sensual y sin aliento en su amante más joven. No quería dejarlo ir...
— ¿Por favor, qué? — Preguntó descaradamente mientras alejaba la parte superior del cuerpo contrario a propósito.
Sabía exactamente lo que quería. Lo hacía, porque a pesar de nunca haber tenido intimidad con Jimin antes de esa noche, las últimas horas fueron suficientes para que aprendiera exactamente lo que le encendía, aquello que le encantaba. Jimin era un monstruo besando. Podía seguir y seguir, siempre que Namjoon le diera a sus labios mucho amor y atención. Al que por supuesto, él usó para su ventaja.
— Bésame. — Susurró contra sus labios, luchando por acercarse cuando bromeó con sus labios solo con la punta de la lengua, sus dedos presionados contra su garganta para que le resultara más difícil llegar a él. — Por favor, Namjoon. — Sus dedos se clavaron en su antebrazo, tratando de liberarse del agarre del mayor.
Pero él nunca ganaría contra Kim, no con fuerza, no cuando este estaba decidido a no rendirse. Lo sostuvo firmemente donde quiso que estuviera, escuchándolo soltar ese hermoso gemido, jadeando cuando el peligris se estrelló contra él con más fuerza.
— Ruega. — Murmuró contra su piel mientras besaba su cuello, estudiando siempre sus reacciones para no pasarse, asegurándose de que el menor siguiera cómodo y disfrutando. — Ruégame y tal vez lo haga.
Estaba siendo deliberadamente dominante con el castaño. Nunca pensó sentir la inclinación de ser así con él, no cuando tenía una debilidad por él tan mala y peligrosa en todos los demás aspectos. Namjoon había pensado hasta el momento en que entró en él que sería un amante amable con el menor, presentándole lentamente al mundo de los adultos. Quería ir despacio, enseñarle a ser amado, enseñarle a amar a otro en el dormitorio.
Cuando vio lo rebelde, pero también sumiso que estaba dispuesto a ser cuando tenían intimidad, lo bien que le seguía la corriente y el trote, como lo desafiaba con la mirada, cómo su cuerpo se adaptaba al suyo, quiso seguir empujando sus límites. Deseaba saber cuánto estaba Jimin dispuesto a darle. Qué tan suyo era al menos en ese instante.
Por el momento, estaba muy contento de saber que cuando el menor estaba comprometido con él, estaba allí a todo segundo para coincidir con su persona, de todo corazón. No hubo duda en sus ojos una vez que se sintió cómodo con él. No pensaba en nadie más, no pensaba solo en sí mismo tampoco. Daba todo lo que recibía y un poco más.
Él era todo lo que Kim quería. Por ese quizás se comportaba un poco brusco e imbécil, probando, presionándolo para ver si seguiría respondiendo de la manera que amaba, de la forma en que lo necesitaba. A cada paso que el mayor daba, el contrario no dejaba de sorprenderlo. Solo le hizo querer castigarlo, para poder también recompensarlo de la forma más dulce que merecía. Jimin gimió en voz alta, pudo ver las lágrimas acumulándose en sus ojos mientras lo miraba suplicante.
— Namjoon ... — Sus ojos se abrieron más cuando se enterró completamente dentro de él, cansado de jugar en el borde para atormentarlo. Su boca se abrió y sus ojos se cerraron. Gimió ahogado, sus manos temblaron sosteniendo el brazo ajeno.
Con esa vista en particular que tenía del menor, Namjoon sonrió. Le encantó esa mirada impotente en él, cuando dejaba de retarlo y cedía por completo a su atención, a sus cuidados. Por eso se esmeraba en hacerlo olvidar que él era virgen antes de eso, que no tenía experiencia alguna en este asunto. Aunque no se lo demostraba del todo, le hacía sentir que estaba en control de la situación sin importar lo que el mayor estuviese haciendo. Quería que Jimin tomara confianza y no dudara de sí mismo.
— Vamos, ruega, Jimin. — Lo instó mientras besaba su mejilla, riéndose cuando trató de voltear el rostro hacia sus labios.— No seas tramposo, hermoso, suplícame primero. — Lo sostuvo sobre la cama, sosteniendo sus muñecas con una mano, con la otra presionando sobre su pecho. — Vamos Jimin, no tengo todo el día. — Contempló su estado excitado. — Tú no tienes todo el día para decir lo que deseas, lo que te molesta, lo que quieras o sientas, dímelo. Tu voz tiene que ser escuchada. — Estaba llegando a su clímax, era solo cuestión de tiempo antes de que explotara.
— ¡Beso! — Parpadeó en su dirección con una mirada vulnerable en su rostro. — Por favor, Namjoon, por favor. Solo... por favor, bésame. Bésame. — Se lamió los labios con avidez. — Por favor, yo ... Por favor. — Una lágrima se deslizó por el rabillo de su ojo izquierdo y se mordió los labios. —Por favor, te lo ruego, Namjoon.
Como había estado pensando, Jimin nunca dejaba de sorprenderlo. Eso era exactamente lo que quería en un amante. Hubo muchos antes, que pretendieron que podrían ser sumisos a sus necesidades en el dormitorio cuando así lo deseaba, pero se dio cuenta de que todos actuaban. Podía reconocer el orgullo amenazando con brillar en sus ojos mientras fingían con él. Sabía que sus orgullos estaban lastimados, sabía que no se soltaban por completo en el momento que compartían cama. Conocía cada gemido y cada súplica era calculada. Esos momentos planeados mataban todo su deseo.
Pero ahí, tenía a Jimin, su mente y su cuerpo listos para cumplir su voluntad en el momento en que se lo pedía, sin dudarlo, sin miedo, sin orgullo. Advertencia, no es que él quisiera un sumiso como pareja, ni que siempre adoptara este rol en la intimidad porque le gustaba la variedad, mas amaba la forma en que Jimin podía entregarse sinceramente, una dualidad hermosa que en su momento vería florecer en todo su esplendor.
Justo como en ese momento en que estaba ahí, reaccionando a él. Era todo lo que necesitaba. Necesitaba pasión, reacción genuina, no necesitaba cálculos, ni actuaciones fingidas. Solo necesitaba a su amante, a su hombre y lo había encontrado, ahí estaba. Todo esto mientras este estuviera al alcance, pero siempre se le escapa porque no le pertenecía. Porque sus ojos siempre seguían a alguien más.
A Namjoon se le puso la piel de gallina en los brazos a pesar de estar sudoroso y acalorado por el ejercicio en el que ambos estaban involucrados. Sintió la emoción de tenerlo a su merced y solo para él. Oh, cómo la realidad superaba con creces las fantasías que tuvo con Jimin. Daría un brazo y más para hacer eso de nuevo, para hacerlo toda su vida.
— Dime otra vez, Jimin. ¿Qué quieres? — Gruñó mientras arremetía contra él a una velocidad que sabía que el castaño amaba.
Gimió ruidosamente, arqueando la espalda mientras clavaba los talones en la cama para poder levantar las caderas y encontrar su ritmo. Maldición, al peligris le encantó y su palpitante miembro junto a todos su cuerpo lo podían confirmar. Su corazón... Dios, amaba a Jimin.
— Por favor, bésame, te lo ruego, Namjoon. — Se las arregló para decir entre jadeos antes de que este le sonriera satisfecho, descendiendo sobre su presa como si fuera un depredador experto.
Fue rápido para capturar sus labios con los suyos, masajeándolos tan fervientemente que pudo sentir el ardor de las partes sensibles de sus labios. El mejor de los escozores, del tipo al que Kim podría volverse adicto. Su castigo fue suplicar, ahora, él disfrutaría de su recompensa.
La reacción de Jimin fue maravillosa cuando gimió sin contención contra los gruesos labios acanelados, el contrario pudo sentirlo apretarse a su alrededor. Su espalda arqueada se elevó aún más hasta que su pecho estuvo contra el tatuado. Namjoon sentía sus pezones erigidos frotándose contra los suyos mientras continuaba bombeando en él.
El segundo botón de Jimin para presionar con éxito, también se percató de esto, eran sus pezones, en un principio creyó que no, pero estos eran altamente sensibles. Si le presta atención a sus labios y sus pezones, tendría un desorden humano impotente a sus órdenes. Triunfó ante el poder que tuvo a su alcance y en la punta de su lengua.
Jimin ni siquiera pensaba, su mente, cuerpo y alma estaban ahí, pero él no podía descifrar qué estaba sintiendo. Solo podía estar seguro de que disfrutó todo desde el primer beso, amaba todo, la parte más dulce y la más ruda.
Namjoon gimió también abiertamente, sintiendo que estaba a punto de alcanzar el clímax, sabía que el suyo estaba a punto de igualar el de Jimin. Es en los muchos orgasmos que fueron compartiendo juntos esa noche había notado cuán compatibles sus cuerpos eran, cuando podían alcanzar el orgasmo casi al mismo tiempo.
El peligris evidentemente hacía mucho que no era virgen. Tuvo su porción de momentos íntimos, mas nunca había tenido el placer de estar tan en sintonía con otra persona como lo estaba con Jimin. Un orgasmo compartido era una coincidencia, dos, una sorpresa, pero ahora había perdido la cuenta de cuántos compartieron durante esa larga noche. Eso solo podía atribuírsele a su compatibilidad. Sentían en ese momento como si estuvieran viviendo y respirando junto al otro. Como si fueran uno.
Namjoon quería reírse de sus propios pensamientos empalagosos y cursis. Pero la verdad era que nunca antes había logrado una conexión como esa.
Sintió el familiar pellizco de un nervio sensible en su cuerpo sacudirse y gruñó ruidosamente contra la boca de Jimin, dejándole saber lo mucho que lo disfrutaba. Jimin soltó sus labios con un grito, su cabeza golpeándose contra la cama mientras temblaba en su orgasmo, justo en ese momento, el mayor derramó el suyo sobre él. Exactamente como Namjoon pensaba, compatibilidad.
No pude evitar la sonrisa en su rostro.
Redujo la velocidad hasta detenerse, permitiéndose inclinar sobre su nuevo amante con sus codos, jadeando con él mientras lo miraba a los ojos. Había una sonrisa tímida en ese precioso rostro cuando se lamió los labios, con los ojos entrecerrados y las mejillas tan enrojecidas que parecía ebrio de alcohol.
— Beso. — Exhaló con tanta ternura cuando tocó la cara de ese hombre que le había hecho tocar parte del cielo y parte del infierno en la tierra de la forma más exquisita. — Namjoon. — Llamó en voz baja.
El contrario se dio cuenta de que estaba demasiado lejos en la bruma de su orgasmo. Le encantaba cómo podía rendirse por completo a las sensaciones de su cuerpo sin ningún otro pensamiento. Adoraba cómo podía darlo todo, confiando en que no se aprovecharía de él. Amaba cada momento que había pasado entre ellos esa noche.
No entendía el doloroso tirón en su pecho o la sensación en el fondo de su garganta como si necesitara llorar. No entendía por qué la mirada en los ojos de Jimin mientras acariciaba cariñosamente su mejilla con su pulgar hizo que su corazón se acelerara una vez más.
Todo lo que sabía era que el hombre en sus brazos estaba completamente enredado, él había tenido la honra y el placer de desenredarlo así. Una vez más, deseó poder repetir la noche, una y otra vez. No quería dejarlo ir. No quería pensar qué vendría después, cuando llegase la mañana. No quería nada más en el mundo, si eso significaba que podía estar ahí, con Jimin, solo respirando a su lado, mirándolo a los ojos sinceros, amándolo.
— Jimin. — Respiró, dejando caer su frente contra la contraria. — Jimin.
Hoy estuve escribiendo para actualizar BW y cuando vine a darme cuenta, era tardísimo. Perdón por sacarles este capítulo tan tarde, seguramente lo verán al despertar. Espero que les haya gustado.
LORED
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