Capítulo 2 - Objetivos

Artista Portada: ♧  NIL   /    MHA 切爆中心

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Aizawa obligó a todos a ordenar los asientos y mesas como correspondían. Decidió creer en la historia de Yuudai por los antecedentes que expuso a su estudiante, aunque de igual forma se aseguraría con un examen médico de la identidad del niño.

Ordenó sentarse a todos y Yuudai no se despegó del rubio ceniza, que estaba en el borde de la vergüenza y la rabia al verse involucrado con alguien que decía venir del futuro. El niño se sentó en las piernas de Katsuki, con la vista al frente y en completo silencio, sin quitar esa radiante sonrisa que parecía iluminar con sólo verlo.

- Te quedarás quieto y en silencio hasta el toque - Bakugou daba instrucciones al menor, pero parecía que lo ignoraba - ¿Me escuchaste, Yuudai? - Preguntó con una voz más firme, sin alzar el volumen.

El castaño claro asintió, sin siquiera mirarlo. Katsuki suspiró. Deberá tomar apuntes con el niño entre medio y será más difícil de lo habitual.

- La lección de hoy será de valores y moral - Aizawa empezaba la clase con rapidez, debido al retraso inesperado - ¿Quién puede darme el valor más importante en una situación de emergencia? - Preguntó al aire.

- Justicia -

- Valor -

- Devoción -

Yuudai había cogido un lápiz y comenzó a garabatear un dibujo en el cuaderno del rubio ceniza, quien miraba de reojo lo que hacia y se maravillaba con las aptitudes artísticas. En poco tiempo, sus líneas habían cobrado significado y entendió el mensaje que quería darle. Sonrió orgulloso, mientras seguía escuchando sugerencias que no parecían convencer al profesor.

- El amor - dijo Katsuki, llamando la atención de sus pares, quienes fijaron la vista en él.

- ¿Puedes explicarlo, Bakugou? - Aizawa parecía intrigado.

- Sí, sensei - el niño no levantó la mirada. Sólo seguía dibujando - El amor de padres por sus hijos, el amor de hermanos, el amor por el desconocido desprotegido. El amor es capaz de llamar a la naturaleza y ésta nos dará felicidad - finalizó, dejando el lápiz en la mesa y alzando el dibujo que había hecho - Para ti, mamá - sonrió alegre, entregando la hoja a su progenitor.

Era un dibujo rápido de él tomado de la mano con Katsuki, de espaldas, caminando por la calle con un sol radiante iluminando. Ambos se miraban y sonreían, las sombras estaban bien proyectadas, y no habían líneas fuera de lugar. Era realmente hermoso para ser de un niño de apenas ocho años.

- Muy bien, Yuudai - felicitó el pelinegro - ¿Quién te enseñó eso? -

Aizawa estaba realmente complacido. Era la respuesta que esperaba, y un niño pudo decirlo sin problemas.

- Mamá - dijo - Y usted también. Me lo repetía siempre - mostró sus dientes, con sinceridad - También me lavo los dientes todos los días y duermo mis ocho horas diarias - agregó.

Su presencia era avasalladora. Cuando Yuudai hablaba, todos los chicos y chicas enmudecían. Era como escuchar a un viejo sabio recitar experiencias de vida.

La clase continuó sin muchos contratiempos. El pequeño intervenía en escasas ocasiones, y Katsuki lo acomodaba en sus piernas cada cierto tiempo, para evitar el hormigueo por la falta de circulación. Aún pensaba en la carta, y en que tenía una conversación pendiente con su 'hijo'.

El timbre sonó y la clase terminó. Era media mañana, el momento perfecto para relajarse diez minutos.

- Mamá, tengo hambre - el menor hizo un adorable puchero con sus labios, mientras se bajaba de las piernas de su madre y caminaba hacia la salida.

- Hey, no te vayas solo por ahí - lo alcanzó a paso rápido, aún sufriendo por la falta de circulación que lo hacía caminar raro. Además de las muecas incómodas típicas del hormigueo. Le tomó de la mano, saliendo del aula - Debes decirme qué viniste a hacer acá - le regañó con el ceño fruncido.

- Quiero un snack de cereales. Y un té - Yuudai lo ignoró y arrastraba al rubio cenizo directo a una máquina expendedora que había cerca.

- Yuu, no abuses de tu suerte - advirtió Katsuki - Eso no es sano para ti -

El menor por fin giró la cabeza, con un semblante triste. Comenzó a dolerle la cabeza, un síntoma que advertía el enojo real de su progenitor - No te enfades, por favor. Me duele la cabeza - murmuró dolido.

- No seas gruñón, Baku. Dale lo que quiere - Kirishima los había seguido de cerca, preocupado por su amigo y el niño que decía ser su hijo. Quiso acercarse hasta el infante, pero éste rehusó cualquier contacto físico con el pelirrojo.

- No. No podemos tocarnos. Lo siento - se disculpó rápidamente, escondiéndose detrás de una pierna del rubio ceniza - Mamá dijo que no podía acercarme a... a... Eijirō-san - explicó raudo.

El pecho del pelirrojo se contrajo. La opresión dolía, tanto que su eterna sonrisa desapareció, dando paso a otra muy forzada y triste - No te preocupes, entiendo - dijo, con la melancolía a flor de piel.

- No esté triste, por favor. Hace que me duela - sus ojitos rojos brillaron con fuerza. Apretó su manito izquierda al pecho y sus cejas se levantaron con profunda tristeza.

Kirishima estaba conmovido. Realmente quería hacer feliz a ese niño, aunque no pudiera tocarlo. Se golpeó las mejillas con sus palmas y cambió su semblante por uno más amable y cariñoso - ¿Mejor así? -

Yuudai sintió aquella opresión irse. Aunque estaba acostumbrado, no dejaba de sorprenderle - Si, gracias - cerró sus ojitos, sintiendo una calma inmensa.

- Había leído de los niños índigo-cristal, pero no creía que fueras uno de ellos realmente - admitió el rubio ceniza.

- ¿Qué es eso? - Curioso, el pelirrojo preguntó. Los acompañó mientras seguían caminando hacia la máquina.

- Somos sensibles a las emociones y tenemos otra visión del mundo. Mamá dice que soy un caso poco común, porque tengo un poco de los dos - Yuudai apuntó a lo que quería, mientras que Katsuki sacaba unas monedas de su bolsillo para pagar.

- ¿Eh? -

- Realmente eres idiota, pelo mierda - Bakugou mayor suspiró resignado, sacando lo que había pagado además de algo para él - Yuudai tiene habilidades extra sensoriales. No es un quirk, pero también es una particularidad poco común - abrió el envoltorio de la barrita de cereales y se la dio al niño. Con dos dedos abrió la lata de té que escogió su hijo.

- ¿Cómo sabes eso? Recién lo conocemos - se refirió al de cabellos castaños.

- Lo leí de Internet, idiota - le lanzó una lata de café negro al pelirrojo.

- Uh, gracias -

- Al Eijirō-san que conozco también le cuesta entenderlo - rió sin maldad el menor.

- ¿Por qué lo llamas por su nombre? - Katsuki había sacado un refresco para él y lo iba bebiendo mientras los tres caminaban de vuelta al salón de clases.

- ¿No debería? - Cuestionó inocente - ¿Le molesta, Kirishima-san? -

- No. No. Para nada - sonrió nervioso el aludido - Por mi nombre está bien. No te preocupes -

- ¡Genial! -

Llegaron al salón unos segundos antes que tocara el fin del receso. Se acercaron hasta sus puestos mientras esperaban al siguiente profesor. Sin embargo, se encontraron con varios de los adultos que llegaban juntos.

Yuudai se sintió incómodo. Las miradas severas que recibía provocaban frío en su espalda.

- Mamá... - le llamó compungido, apretando el pantalón del rubio ceniza.

- Jovencito... - All Might estaba en su forma musculosa, por precaución.

- ¿Tío Toshinori? - Yuudai seguía escondido detrás de Katsuki, apenas sacando la cabeza para mirarlo - ¿Está enojado? Me he portado bien, y no hago mal uso de mi kōsei - se excusó rápidamente.

- Te lo dije. Viene del futuro - Aizawa habló con el héroe número uno.

Pocos sabían el nombre y apellido real de All Might. Y que un simple niño lo supiera, le daba mayor poder a la historia que contaba.

- Yuudai, ¿Cierto? - Recovery Girl se acercó hasta él, con una sonrisa - ¿Te molestaría mostrarnos tu habilidad? -

- Mamá dice que no debo hacerlo hasta que sea adulto - miró a Katsuki, como pidiendo permiso.

- Tranquilo, sólo queremos comprobar algo - la anciana era muy amable, y relajaba al menor con su actitud.

- ¿Puedo? - Preguntó al rubio ceniza.

- Depende. ¿Puedes controlarlo? -

- Normalmente, tío Shouto se encarga del fuego - miró al bicolor que estaba cerca, en un asiento cercano.

Los adultos miraron al de orbes heterocromáticas. Todoroki entendió que pedían su ayuda, y asintió con la cabeza, en silencio. Se acercó hasta ellos, activando sus dos particularidades.

Yuudai juntó sus manitas y se concentró unos segundos. Apenas sintió un poco del sudor, liberó la energía y una fuerte explosión se formó entre sus manos, como un proyectil de alta potencia. Con rapidez, Todoroki alzó su mitad de fuego y controló las llamas. Luego, con escarcha de hielo, la fue controlando hasta dejar el piso completamente mojado por el vapor condensado.

- ¡Eso fue asombroso, niño! - Present Mic parecía realmente sorprendido por aquella potencia.

- Duele... - se quejó Yuudai, mirando sus pequeñas manos con algunas quemaduras y lasceraciones. Se concentró un poco y sacó un poco de sudor para poder menguar el dolor. Sorprendentemente, la sustancia se endureció y formó una fina capa protectora que cerró algunas llagas abiertas, pero aún tenía enrrojecida la piel.

- Yo me encargo - la enfermera tomó sus manitos y las besó, para así sanar las heridas.

- ¿Qué hiciste recién, Yuudai? - Katsuki estaba sorprendido por aquel extraño uso al final de la demostración.

- Oh... - el menor no sabía donde esconderse. Sabía que había cometido un error, y tendría que decir la verdad - Es parte de la habilidad de papá... - admitió.

Todoroki entendió de inmediato al escucharlo, igual que los otros adultos - ¿Tienes dos habilidades? - Cuestionó el bicolor.

- Sí... - murmuró apenado. Su mamá lo regañaría si estuviera ahí.

- Si piensas en que te voy a regañar ahora o a futuro, te equivocas - el rubio ceniza le habló con voz suave - Te lastimaste y es normal querer curarse. Quita esa cara - le pellizcó una mejilla de forma sutil, cosa que Yuudai agradeció con una sonrisa. Su mamá de ahora realmente es su mamá.

- Jovencito - All Might se arrodilló para quedar a su altura - ¿Qué te trajo hasta acá? - Estaba curioso de saber su motivo.

- Tengo que evitar que hieran a mamá - respondió - Papá fue a una misión y murió. Mamá estaba esperando a mi hermanito o hermanita, pero la pena lo hizo perderlo. Y no quiero que eso pase - juntó sus manitas y las apretó sin mucha fuerza - Mamá no quería que hiciera este viaje, pero entendió que no era decisión mía - tomó un poco de aire para continuar - El villano Shigaraki Tomura se llevó a papá para siempre -

- ¿Quién te obligó a venir al pasado? - El héroe número uno seguía el interrogatorio, siendo que todos estaban pendientes de aquella para nada privada conversación.

- Nadie - negó suave con su cabeza - Yo le pedí a la Luna que me ayudara. Me concedió este único deseo -

- ¿La... Luna? - Se sorprendió el adulto.

- Sí. Ella me dijo el día que haría este viaje, pero me advirtió que no cambiara mucho el pasado o yo no existiría - suspiró, cansado. Bostezó levemente, tapando su boca - Lo siento. Me dio sueño -

- Ven acá - Katsuki lo tomó en brazos y lo acunó en su hombro derecho - Descansa - Le acarició la espalda de forma suave, poco común en él.

- Llévalo a la enfermería para que pueda dormir - Recovery Girl ofreció su lugar de trabajo de forma amable.

- Me quedaré con él - avisó el rubio ceniza. Miró a su profesor pelinegro, quien le autorizó en silencio.

Los tres dejaron el aula, mientras el resto los veía irse.

- Esto será complicado - Aizawa se rascó la nuca, estresado.

- Probablemente el joven Bakugou ya se dio cuenta de quién es el padre - All Might parecía preocupado.

- ¿Ya lo saben? - Kirishima estaba sorprendido.

- ¿No te diste cuenta, Kirishima-kun? - Midoriya parecía sudar de los nervios.

- ¿Eh? ¿Tú también, Midoriya? -

- Kirishima - Todoroki le tomó del hombro, con su cara seria - Él puede endurecer su cuerpo - dijo, como gran pista.

Sus otros compañeros que vieron la demostración también habían caído en cuenta.

- Tú eres su papá - sentenció el peliverde.

- ¿Eh? ¿Y-Yo? - Tartamudeó.

- Tiene tu sonrisa, Kiri - Ashido también agregó algo.

- Vino a salvarte, hermano - incluso Denki había captado.

- No puede ser... - murmuró incrédulo el pelirrojo - Pero... Baku es... -

- Es un doncel. Supongo que ese era el secreto mejor guardado de Kacchan -

- Dentro de unos meses, tú y Bakugou harán a ese niño - Tsuyu acercó una silla para que su compañero pudiera sentarse.

Agradeció el gesto, dado que sus piernas flaquearon. La noticia no podía ser más sorprendente. Estaba feliz, porque quería decir que su amor era correspondido. Pero todo esto podía cambiar el futuro de aquel niño que resultó ser su hijo. Estuvo unos minutos pensando en todo. Los profesores ya se habían ido y quedaron a la espera del siguiente maestro.

- Tengo... Tengo que hablar con Bakugou - Se puso de pie y corrió hasta la puerta.

Nadie lo detuvo en su carrera hasta la enfermería. Cruzó algunos pasillos, y dobló en una esquina hasta llegar frente a la puerta de su destino. Iba a abrir la puerta, pero se detuvo al tomar la manilla. ¿Qué iba a decirle exactamente? ¿Qué buscaba lograr con ese viaje inesperado?

Tenía muchas dudas. Aún así, deslizó la puerta y caminó hasta adentro. La anciana lo vio y suspiró.

- Iré a la dirección. Vengo en unos minutos - anunció, y salió cerrando la puerta tras ella.

En una cama al final de la habitación estaba el rubio ceniza, sentado a un costado de la cama donde dormía Yuudai, aferrado a la mano del mayor.

- Ya te dijeron, supongo - Katsuki inició la conversación, con un tono bajo para no despertar al niño.

- ¿Lo sabías? -

- Desde que me dijo "mamá", lo supe - no miraba al pelirrojo. Sólo se dedicaba a acariciar los cabellos suaves de su hijo - Soy un doncel, y al único que le permitiría tocarme serías tú. Luego vi su sonrisa, cuando no dejó que lo tocaras y al final de la demostración. Es obvio que eres el padre - suspiró resignado.

- Pero... Tú... Yo... - No sabía cómo o por donde empezar. Se llenó de valor con una gran inhalación - Me gustas, Baku -

Katsuki sonrió. Levantó la mirada y giró la cabeza para poder ver al otro - Tú también me gustas - admitió sin mucha vergüenza, aunque sí apenado por tener que revelar sus más profundos e íntimos secretos.

- Me haré responsable de él. De ti. Juro no les faltará nada - Se acercó hasta el rubio ceniza y se hincó frente a él - Los protegeré, con mi vida -

- Eso vino a evitar, idiota - lo regañó sin molestarse - No mueras. No lo soportaré. Parece que no podré vivir sin ti si eso pasa -

- ¿Tanto me quieres? - Preguntó, sintiendo esa calidez en su pecho.

- Ni lo imaginas - torció sus labios en una mueca - Los donceles por lo general somos fieles y monógamos. Una vez nos enamoramos, nos quedamos con esa persona para siempre - dejó su tarea de ordenar los mechones castaños de su hijo para dejar su mano en el pelo rojo de su compañero - ¿Quieres tocarlo? - Se refería al niño que ahora descansaba.

- Él no quería -

- Porque no debías saber por su propia boca. Y si se tocaban, no iba a resistir querer abrazarte - excusó al menor por su actitud anterior - Seguro que quiere abrazar a su papá -
Katsuki se recostó a un lado del niño, dejando que su costado derecho quedara sobre la cama. Eijiro rodeó la cama y se acostó del otro lado. Sólo sonrió cuando sus ojos se encontraron con los del rubio ceniza. Ambos abrazaron a Yuudai y éste no pudo sentirse más cómodo en sus sueños, protegido y amado.

Recovery Girl llegó después de veinte minutos. Sólo pudo suspirar y sentarse en silencio en la silla de su escritorio, feliz de ver a esos tres dormir abrazados como una familia. La edad le hacía derramar algunas lágrimas con mayor facilidad que antes.

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