- [Capitulo 8] Cobarde
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[Orario]
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Pov: Ais Wallenstein
—Ais-san, ¿estás segura de que este es el camino a la Twilitgh manor?
Volví a escuchar la misma pregunta de hace unos pocos minutos.
Pero no sentí dudas.
Estaba segura, confiada y totalmente concentrada.
Estas calles las conozco apenas hace un año, y en realidad solo recuerdo la ruta de mi hogar al calabozo. Pero no soy ninguna tonta. ¡Este asfalto sin duda lo he visto antes!
—Estamos perdidas!!!
Cerré oídos a las negativas de esta chica deaconfiada y entrelace mis dedos tiernamente con los suyos.
Al comienzo, el rostro de Lefiya fue el de una niña feliz.
Luego la lance al cielo.
Mientras la veía perderse y me ponía en posición para atraparla. Rebusqué en mi vestido un objeto que se me había sido otorgado hace tiempo.
Desde que nací nunca fui buena para orientarme.
Eso no cambió en mil años.
Por eso, Riveria tejió bolsillos en mi vestido, para que jamás me perdiera esto.
—Norte — Era el lugar al que apuntaba la aguja de mi brújula.
«En ese lugar siempre estará tu hogar»
Era algo que Riveria repetía constantemente.
Quizás parte de su "Terapia" para manipularme..
Aunque también puede ser porque soy bastante cabeza dura.
Una vez, en un pequeño despiste, confundí el norte con el sur y terminé entrando por error a la puerta principal de Folkvangr, el hogar de los elegidos de Freya.
La Diosa, claramente contrariada, me recibió con una mezcla de reproches amenazantes y quejas super intimidantes. Sin embargo, al final solo me acompañó en la entrada mientras esperábamos que Loki viniera a recogerme.
No puedo decir que la experiencia fuera desagradable; de hecho, descubrí que la Diosa me agrada más de lo que esperaba
Aunque cuenta una versión muy distinta de esta historia que involucra secuestro y extorsión.
Jajaja.
Espera...
Creo que me estoy olvidando de algo importante
—WAAAAAAAAAAAH!!!! — Atrapé a Lefiya de forma perfecta y la dejé tranquilita a mi lado. —....... — Estaba calladita y despeinadita, pero todavía conservaba, de alguna forma extraña, lo perfecto de su atuendo rosa.
—¡AIS-SAN! — Arreglándose el cabello con una tecnica de primera clase, Lefiya me gritó.
La miré ligeramente incomoda, no me gusta ser regañada por alguien mas pequeña que yo.
Pero la seriedad en su rostro me tensó y solo me quedó fruncir el ceño.
—Realmente creo que estamos yendo mal.. — dijo ella, pareciendo un patito herido.
Su desconfianza es dolorosa.
¿Tal ves vio algo entre el humo?
No, incluso si fuera así, ¡yo tengo algo mas poderoso!
—Mira — Le enseñé mi precioso con una sonrisa.
Lefiya lo analizó un par de segundos.
—Ah, tienes una brújula.. ¡¡Entonces si tenías un plan!! LO SIENTO TANTO
Lefiya se disculpo conmigo de todo corazón, se inclinó, se arrodillo, lloró y me bailó.
Solo le faltó hacer el famoso dogeza de mi papá.
Nunca funcionó con mamá, pero creo que si con otras chicas.
Como sea-
Por fin, sin mas dudas, retomamos nuestra travesía.
A partir de este momento.
Lefiya nunca volvió a desconfiar de mí.
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[Cobarde]
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«Ais-san, ¿ya estamos cerca?»
¿Haz visitado a Gareth?
Gareth Landrock fue mi primer amigo.
No es que no tuviera amigos antes. Pero luego de mil años, ya no queda nada de ellos.
Quizás por eso me agradó el enano.
Me recordaba a los amigos de papá, que siempre se lo llevaban hasta altas horas de la noche y luego lo devolvían hecho un monigote.
Recuerdo que huían despavoridos cuando mamá salía.
¿Es así como deben ser los buenos amigos, verdad?
Bebedor y holgazán. Despreocupado y capaces de dar consejos que nunca seguirá.
Gareth Landrock.
Fue real.
La única persona que me trato como si fuera real.
Riveria debía disciplinarme, no había cabida para interactuar con cariño.
Finn tenia demasiados a su cargo, sus frases recicladas jamás llegaron a mí .
En cambio Gareth estuvo siempre al pendiente de mí.
Era la nueva.
La niña linda.
La mas enana de la familia.
Algo eso activo algo en su cerebro que le hizo creer que debía encargarse de que yo fuera feliz.
Como una extraña en un lugar extraño. Extrañé a mi mamá he hice un gran berrinche. Pasé cinco días sin pegar bocado.
Hasta que una mañana Gareth derrumbo mi puerta con un plato de comida en su mano.
Sin embargo, en lugar de dármela, se la comió en mi cara.
Desde ese día entendí que debía comer o se comerían mi comida.
Al día siguiente derrumbó mi ventana con una jarra y un vaso. El proceso fue similar. Se tomo el jugo en mi cara.
Entonces, entendí que debía tomar agua o se la tomarían.
Pequeños pasos, casi absurdos, pero que me ayudaron a integrarme al hogar.
Y por el miedo a que le hiciera otro hueco a mi cuarto, deje de cerrar la puerta con llave y comencé a salir mas afuera.
Desde ese día deje de encerrarme.
Pero los problemas continuaron. Mis peleas con Riveria, mis combates con Finn, las preguntas innecesarias de la familia, que por alguna razón querían saber si había dormido bien.
Parecía que nunca iba a terminar.
Me pregunte si lo podría soportar.
Y en algún momento me acostumbre.
Sin darme cuenta, deje de darle tanta importancia, y bueno, solo seguí viviendo.
Nada era realmente tan malo.
Respuestas vacías y algunas con algo mas de carisma. Pues descubrí que, en realidad, nadie estaba realmente interesado en mí. Todo era mera cortesía, un acto bien ensayado para mantener el buen humor en la mesa.
Entonces, todo se volvió simple.
Tutores, maestros, idioma, lenguaje, entrenamiento, consciencia, empatía y diversos temas como sentido común, se me fueron enseñados y yo reprobé todos menos el manejo de la espada.
En mis recuerdos estaba grabado el poder de papá.
Lo imite, y eventualmente, rompí el récord del ascenso de nivel mas rápido.
No sentí que fuera la gran cosa.
Estaba imitando a papá, el hombre mas fuerte de todo el universo. Entonces, debía ser lógico que yo superara cualquier expectativa.
Era fuerte.
Comencé a sanar.
Entonces, un día, algo ocurrió.
No hubo una causa.
No tuvo un porqué.
Simplemente, como si el tiempo se hubiera acabado, regresaron.
Aquellos gritos.
Ese horror.
Tanto dolor.
Y sus colmillos masticando los huesos de alguien que tanto amé.
Tuve mi primera pesadilla.
Me hizo llorar igual que cuando lo viví.
Riveria dijo que era exceso de azúcar, Finn argumento que era por el exceso de violencia y me prohibieron ir al calabozo durante un tiempo.
Esta ultima decisión retrasó mi meta de volverme fuerte y eso me aterro.
Es por eso que nunca les conté.
Nunca le dije a nadie que, luego de esa pesadilla, había una pequeña Ais a mi lado.
Una pequeña Ais que nadie mas que yo podía ver.
Quizás mi mente se daño.
Tal vez la violencia me rompió.
Puede que el exceso de dulce realmente fuera el problema.
No lo sé.
No podía saberlo.
Aprendí a vivir con ella, susurrando a mi oido, y despertándome con pesadillas.
Nadie pudo ayudarme.
O eso es lo que pensé.
Una de esas noches Gareth derribó mi pared y me secuestro.
Dijo que una Diosa había descendido recientemente y se ganaba la vida con un puesto de frituras.
Al principio no entendí que tenían de especial.
Luego comí una y comprendí el significado de mi vida.
Yo debía comer jagamarukun.
Las pesadillas nunca se detuvieron.
Pero se volvieron tolerables.
Luego de lavarme la cara con agua fría para quitarme las legañas y el sueño, seguí con mi día, llevando un nuevo malestar y un nuevo buen humor.
¿Haz visitado a Gareth?
Pasaron los meses.
Deje de ser una extraña y me volví parte de la familia.
Me acostumbre a la comodidad, aprecie el silencio y quise quedarme un poco mas en el comedor que ir a entrenar.
Me volví distinta.
En tan solo unos meses.
Me atreví a olvidar a mis padres.
Pero, un día, vi el cadaver de mi padre sobre mi cama, y desperté.
Entendí con horror todo el tiempo que perdí y tuve la necesidad de recuperarlo.
Robe monstruos.
Rompí la formación.
Me lance de cabeza al enemigo.
Algo me estaba pasando.
La obsesión.
El miedo.
Deje de crecer como quería. Necesitaba crecer como debía.
Y me escape para ir en solitario al calabozo.
Algo sucedió.
No en la primera ni en la segunda noche, fue cuando lo había hecho tantas veces que ya se había formado un habito.
Descuidada.
Gareth.
Infant dragon.
Su mandibula y él.. él que salió de la nada, y como si hubiera visto todo desde el principio, saltó frente a mí
Quise detener mi espada.
Pero la fuerza de todo mi cuerpo estaba en ella.
Ni con un milagro habría podido detenerme.
Ayuda.
—¿Haz visitado a Gareth?
Él estaba demasiado cerca.
—¿Haz visitado a Gareth?
¿Como podría parar?
—Wallenstein, ¿estas escuchandome?
Todavía lo recuerdo bien.
El capitán, del escuadrón secundario de la familia Loki, nunca me aceptó.
La preferencia que se me otorgó.
El talento con el que crecí.
El cargo que en un futuro ostentaría.
Todo le molestaba. Todo de mí. Todo lo que era. Todo lo que sería. Lo irritaba con tan fulgor que en cada entrenamiento parecía querer matarme.
Pero no me molestaba,
Pues es gracias a ese odio.
Que pudo decirme la verdad.
—Gareth no perdió el brazo por la mordida del infant dragón
—Tu se lo cortaste
He perdido noción total de lo que sucedió después.
En esos pasillos que de repente se tornaron tan oscuros.
Exactamente, ¿que sucedió?
Tal vez no fue la gran cosa.
Quizás volví a encerrarme
Al final, la persona que mas me odió, fue la única que no me mintió.
<●>
«Ais-san, ¿ya estamos cerca?»
Finn deimne es un hombre especial.
Me adiestro para controlar mi poder.
No el de mi cuerpo ni el de mi espada.
Si no el de mi habilidad, avenger.
La sobrecarga que exigía para mi cuerpo era tan grande como la que terminaba por volver polvo mis espadas.
Quedé en sus manos.
Moretones.
Cortes.
Cicatrices.
Mi espada cayo mil veces, pero jamás logre tocarlo.
Él me pidió que canalizara mi odio, que lo viera a él como un monstruo y activara mi habilidad.
Pero, aunque quise arrancarle esa sonrisa de mil y un formas, no pude. Los monstruos que yo conozco no son tan pequeños.
El monstruo que yo pretendo no es un hobbit.
Orgulloso.
Presumido.
Arrogante.
En mi mente lo insulte en todas las formas que se me ocurrieron.
Pero había un hecho innegable.
Finn Deimne es el mas fuerte
Mas allá del poder destructivo de Riveria o la fuerza inconmensurable de Gareth.
Él poseía una virtual que tomaba las dos y les daba equilibrio.
Cada movimiento era calculado, traicionero y letal.
No pude evitar admirarlo por ello. Pero también lo envidie.
No se cual fue mas fuerte. O quizás si, pues soy una niña muy mala.
Ampute el brazo de mi único amigo y no pude disculparme.
Ser una envidiosa es el menor de mis defectos.
Afortunadamente, Finn me puso en mi sitió.
Y a través de la fuerza de su lanza, rompiendo mi guardia y tirandome al suelo, pude sentir su enojo.
Era mi castigo.
Y aunque su mano siempre me ayudo a levantarme y su rostro jamás me revelo nada mas que una agradable sonrisa.
Yo sabia.
Que me odiaba.
Lo sabia.
Debía ser así.
No podía ser de otra forma.
El me odia.
Todos me odian.
Y eso esta bien.
Porque yo también lo hago.
¡FSSS! ¡FSSS! ¡FSSS!
Entonces, mientras me perdía en mi propia realidad y la distorsionaba para no escuchar, el viento negro nació.
No se si fue mi habilidad o si se trató de una evolución en mi magia, pero logre hacer retroceder a Finn, y aunque fuera solo por un segundo, lo sentí como una victoria.
Victoria que nunca mas se repitió.
Ese viento negro.
Es demasiado complejo, y mi habilidad avenger, demasiado inestable.
Casi no valía la pena usarla en batalla.
Necesitaba entrenar mas.
Mis sentimientos cada vez mas rotos.
¿Qué opción tengo?
Lo estuve pensando desde aquella noche que Riveria me golpeó.
El sufrimiento de Gareth.
La desconfianza de Riveria.
El enojo de Finn.
De alguna manera, luego de meditarlo varias horas, logre encontrar una salida.
Algo que podría solucionarlo todo.
Como si yo jamás hubiera existido.
Como si mi ingreso a la familia Loki, nunca hubiera sucedido.
—Ais-san, ¿ya estamos..? — Lefiya, unos pasos detrás de mí, quiso preguntarme algo, pero calló de repente.
Me gire para verla.
Había pasado un tiempo.
Quizás demasiado.
—Ais-san... ¿Nunca vamos a llegar, verdad? — Ella dio un paso atrás.
Sus grandes ojos azules me miraron confundidos y mi rostro quizas reflejó una emoción similar.
No la entendí y sonreí en respuesta.
Esta reacción tan alejada de mí, tal vez fue la última pista que Lefiya necesitaba.
Y a un segundo del pánico, dio un paso atrás.
—Tu quieres huir.. ¿verdad? — Lefiya...
Intente entenderla.
Ver mas allá de lo que sus ilogicas palabras intentaban decirme.
Sali de sus ojos y mire al cielo.
A partir de ahí comencé a distinguir edificios, tiendas de abarrotes y humo, mucho humo. Seguí su rastro hacia la gran nube negra que en pocos minutos cubriría por completo la torre babel.
Loki va a morir. Y yo... ¿Por qué estoy?.. ¿Tan lejos?
Giré un poco mas a la izquierda y vi una gran arco que contenía las puertas principales de la ciudad.
Carretas volteadas la obstruían, y grandes cargamentos de barriles, sacos de grano y cajas de madera estaban desperdigadas por doquier, incluso por debajo de mis pies.
Mercaderes aterrados lo habían abandonado todo.
Los caballos que alguna vez habrían tirado de las carretas estaban ausentes, dejando solo sus huellas profundas en el lodo endurecido.
Era la salida comercial.
Transitada en su mayoría por comerciantes, pues salir de la ciudad requiere de muchos permisos y esta prohibido para la mayoría de familias.
En si mismo, este lugar no tiene nada de extraño.
La rara soy yo.
Mi existencia aquí es lo que esta mal.
Apreté la brújula en mi mano. Pues su puntero señalizaba una dirección diferente a la que llevo siguiendo hasta ahora.
La salida este de la ciudad.
Completamente alejadas de la Twilight manor y de salvar a mi familia.
—¿Por que? — Lefiya, con su bastón en una posición de confusión, intentó busca respuesta a una pregunta sin solución.
Pues yo no sabía.
El trance que me trajo se había ido.
Yo nunca quise venir aquí.
«¿Verdad?»
Observé mis manos.
Temblando, como cuando quebré la copa preferida de Riveria.
Culpa.
Miedo.
Consecuencias.
Desde que regresé del calabozo tuve un deseo. Y lo anhelaba tanto, que no tuve miedo en gritarlo en frente de toda mi familia.
Quería abandonar Orario.
Pero me había prometido a mi misma pagar mi deuda con ellos antes de hacerlo.
No puedo entenderlo.
No quiero.
No quiero estar aquí.
Pero estoy.
Y ella también.
Mirándome desde los rincones de mi mente. Sin que nadie pueda detenerla, ni siquiera yo.
La pequeña que perdió a sus padres y todavía no es capaz de superarlo.
Duele.
Porque soy yo.
Quema.
Porque por fin entiendo porque mi familia luchó tanto por hacerme olvidar esta parte de mí.
Tan oscura y peligrosa. Necia y con un rostro completamente apático. Soy yo y me asusta serlo.
Me hace preguntar.
¿Por que?
Yo solo.. quería ayudarte
«Jama pedí tu ayuda»
Duele.
Duele.
Duele.
Duele.
Duele.
La niña que acepté.
La parte que mi familia tanto quiso eliminar de mí.
Quizás nunca debí dejarla volver a mí.
«Abandónalo todo»
[Fin del capítulo]
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