- [Capitulo 10] ¡Enrabietarse!

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[Enrabietarse]

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—Su majestad, por favor

Los escombros cedieron, las armas enterradas se elevaron y el fragor de las pisadas comenzó a extenderse.

Quienes ya habían recuperado la consciencia ayudaban a los todavía inconscientes a salir del agujero que antes eran los terrenos de la Twilight Manor.

Una de esas personas era Riveria, quien era levantada por dos de sus elfas de combate, mientras una tercera daba ánimos.

—Cof.. — Sus labios estaban secos y su cuerpo obligado a encobarse no le daba el aire que necesitaba. 

Riveria se apoyó en su bastón y miró a sus dependientes.

Todos estaban muy alterados.

Y muchos de los rostros que Riveria buscaba, ya jamás los encontraría.

Pero entre todos los nombres que Riveria podía recordar, había uno que resaltaba por su ausencia, y una vez dio una vuelta completa, supo que no estaba aquí.

Respirando cenizas quiso gritar, pero alguien cayó sobre ella.

—¡Reagrúpense! — Con voz de mando, Finn llamó a su familia desde el extremo contrario. Sus dependientes de reunieron, y pronto, una muchedumbre lo reunió.

Gareth vigiló que no hubiera nadie aproximandose, mientras Finn contaba en silencio las peridas.

—Bien — Cerrando con el fuego de su antorcha la herida abierta en su abdomen, clavó su lanza sobre la tierra, miró a su familia y escuchó la muerte opacando el cielo.

Los pilares continuaban.

Nada había terminado.

Y ellos estaban en el medio de todo, completamente desorientados.

Sin embargo, incluso si lo primordial era buscar a su Diosa, Finn Deimne pensó en otra cosa.

En una persona.

Alguien que, con cada uno de sus problemas, se había asegurado un lugar en cada uno de sus pensamientos.

Falta Ais

Las alarmas se encendieron en el capitán.

Y el viento arrastrando su cabello y vendajes hacia atrás, no le dieron otra opción mas que preguntar.

—¿Dónde esta Ais? — Su pregunta fue hacia Lefiya.

La chica que habían encontrado y a quien le habían encargado cuidar de Ais debía saber dónde estaba o, al menos, en qué momento había desaparecido.

Sin embargo, la elfa apenas podía hablar. Sostenía su garganta con desesperación mientras se aferraba a la falda de Riveria. 

Pequeñas gotas de sangre se deslizaban por sus encías, tiñendo el aire de un silencio inquietante.

Finn quedó perplejo por un instante. Ver a la pequeña, a quien habían aceptado como parte de su familia, sufrir de esa manera le robó tres segundos de su tiempo.

Fue demasiado.

Y para cuando las cabezas de la familia llegaron a una conclusión, ya era tarde.

—¡Esa imprudente! — Riveria se preocupó.

—No de nuevo — Gareth tomo su arma.

Finn miro al horizonte.

Él no pudo sentir nada.

No era un sensor.

La razón fue simple intuición.

Y cuando su pulgar se retorció, el mundo gritó.

FSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS!!!!

Un tornado negro ascendió y cada superviviente en Orario pudo verlo.

El humo fue consumido.

El aire comenzó a escasear.

Cada estructura a su alcance fue convertida en polvo.

Su centro de gravedad inhabilito aventureros de clase alta con extrema facilidad. La presión que advertía no entrometerse, fue ignorada por los mas fuertes de la familia Loki.

Riveria ubicó con precisión 

Los mas fuertes tuvieron que proteger a los fuertes, y en el centro de aquel desastre, que emanaba la magia mas densa posible —AAAAIS!!! — Riveria observó, el dorado teñirse de negro.

Un espíritu corrupto al 50%

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH — La princesa gritó.

Alfia entrecerró sus ojos y se cruzó de brazos.

Dash.

En un instante su larga falda negra revoloteó, la figura dorada la había rodeado y sus imágenes residuales se sobreponían como los aros del tornado.

Alfia no la siguió.

Había un peligro potencial mas preocupante, y con sus dedos en pinza, evitó que su falda de levantara.

En ese momento —LIL RAFAGA — Una voz, y una concentración absoluta de viento se desató en el centro de su espalda.

Ais miro atentamente todo.

Su hoja había atravesado a la mujer frente a ella. Sin embargo, algo no se sentía bien.

No hubo resistencia. Ni de la tela, ni de la carne. 

Por un instante, el silencio que la rodeaba se volvió escalofriante.

—Ajam — Ais, incapaz de retirar su espada, desvió sus ojos a su derecha, y encontró dos dedos levantados y a una mujer mirándola con desdén.

Su velocidad era inigualable.

Y aunque Ais estaba a tan solo unas milésimas de salir volando por el impulso de su propia fuerza, la absurda mujer, con un movimiento casual, posó dos dedos sobre la frente de Ais y, con una fuerza descomunal, la lanzó de regreso por donde vino.

PAM.

En línea recta Orario fue quebrantado.

El cuerpo inconsciente de Ais atravesó la ciudad hasta impactar con las murallas mas cercanas.

Su piel se raspó, sus huesos crujieron y sus órganos parecieron retorcerse dentro de ella. Con cada muro que atravesaba, un nuevo número de hematomas y lesiones internas se acumulaban en su cuerpo. 

La sangre que brotaba de su nariz y oídos no era más que un síntoma superficial de las mil anomalías desgarrando su interior.

¡CRACK!

Finalmente, su vuelo terminó al estrellarse contra una imponente muralla.

Primero, la muralla se agrietó con un sonido aterrador. Y después, la onda del impacto, potenciada por el viento que intentaba amortiguar lo que su niña no podría soportar, se extendió como un rugido implacable, haciendo que cientos de edificios en los alrededores estallaran en pedazos, dejando un caos absoluto tras de sí.

—Ahg... — Ais vómito sangre.

Teñido con el sabor amargo de la derrota, su rostro de muñeca se quebró en un asco casi cómico. Pero muy doloroso.

Sus ojos cerrados le impidieron ver que tan alto estaba.

Intentó sacar sus brazos de la muralla, pero la fuerza de impacto la había enterrado demasiado.

—Ah... — Doblada y aterrada, en su debil estado, Ais solo pudo pensar en una palabra.

Y como si fuera lo último que le quedaba, se aferró a ella con todas sus fuerzas.

—Aahhr..

A kilometros de distancia, Alfia, que había tenido un breve interés, levantó una ceja a la niña, y luego, recibió a su familia.

Primero, magia congelante violento el terreno y un torrente de fuego lo derritió todo.

Alfia recibió el impacto de lleno. Pero como si la magia no pudiera tocarla, ni siquiera se movió. Finn, con su lanza y de Gareth con un torpe intento por encararla, terminaron con sus cuellos abiertos de dos sencillos movimientos.

Había una diferencia abismal.

Pero, por fortuna, no se lo estaba tomando en serio.

Alfia se cruzó de brazos con sangre ajena cayendo de sus uñas, y luego, esperó a que sanaran a los dos hombres mas fuertes de Loki, antes de derrotarlos otra vez.

Esto pudo repetirse hasta la eternidad.

Pero ocurrió algo.

Alfia se irritó.

No por el poder de su enemigo, ni por alguna estrategia que la hiciera retroceder. Si no por el molesto ruido que hacia Riveria y su ejercito de elfas.

Entonces, mientras Finn se levantaba y Gareth se impulsaba con un solo brazo, Alfia pasó en medio de los dos.

Y atravesó el vientre de Riveria.

El sonido de quien esta muriendo—Aaahh.. Puede resonar dos veces —AhggAAAAAAARIEL!!!

Las murallas estallaron, los kilómetros se volvieron insignificantes, y los dedos de Alfia, tuvieron que sostener una espada.

No hubo esfuerzo ni resistencia.

La espada frenó en seco.

El viento se perdió en una ondeada de su cabello.

—AAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!! — Venas se marcaron en el cuello de Ais.

Incluso si solo era un poco.

Ais deseaba cortarla.

Hacer sangrar a la mujer que puso en duda su parentesco con su amado padre.

Pero no consiguió nada. Alfia le arrebató su espada, la derribó con su propio mango y luego enterró la hoja en su pierna.

El viento de Ais intentó intervenir, pero Alfia lo alejó sacudiendo su mano.

—Si gritas de nuevo te parto el cuello

La clave para sobrevivir a Alfia era no hacerla enojar. Las niñas gritonas y las madres que cantan son su punto de quiebre.

Lanza y hacha.

Alfia retrocedió y la combinación de dos estilos, uno rápido y el otro violento, pasaron surcando entre sus cabellos plateados.

Mientras la sangre corría y pintaba el suelo frente a sus ojos dorados, Ais, tomó su espada y la arrancó de su pierna.

Esta no era la forma correcta —Fue lo que ella entendió.

El dolor le había devuelto un poco de racionalidad.

En ese arrebato había perdido su personalidad.

No era consciente de sus acciones.

La fuerza bruta no serviría contra alguien que domina dicho estado.

Ella debía ser salvaje, pero sin perder los estribos.

Evolucionar.

—Ariel — Sostuve mi espada frente a mí y dejé que mi viento la tomara.

Entre manchas negras mi mundo comenzó a aclararse, y la invencible mujer, por fin decidió mirarme.

—¿Que? ¿Algo cambió? — Alfia me preguntó, con Finn y Gareth a sus pies.

El brazo faltante de Gareth intentaba tomar su hacha, pero era inutil.

Yo se lo había cortado.

El que debe resistir mas que nadie cae al mismo tiempo que Finn.

Es mi culpa.

Yo lo debilite.

Yo debo hacer algo.

Estiré mis piernas. La superficie agrietada sumió bajo la suela de mis botas. Cada segundo que pasara pensando sería un desperdicio, tal y como dijo Freya, no existe forma de ganar.

Pero no es necesario.

Solo debo.

Solo necesito.

HACERLA SANG-

Ba-dum.

Una luz rompió mis pensamientos. Dejé de sentir ira, comencé a temblar de miedo.

Ba-dum.

En la punta de su dedo reapareció aquella luz vibrante y solo pude recordar como la Twilight manor fue aniquilada.

Ba-dum.

No pensé.

Ba-dum.

Me lancé hacia adelante con el viento negro en la punta de mi lanza y choque contra la luz.

Fue estupido. Incluso yo se que la luz no puede ser tocada.

Quizás por eso me aterrorice, cuando la luz empujó mi hoja.

—Ariel

La llamé, pues en ese breve instante donde nuestros ojos se encontraron, entendí que-

—Ariel

Yo estaba a punto de morir.

—¡ARIEL!

FSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS!!!!!

Choqué magias con Alfia del silencio.

Si algo amaba de mamá era su tenacidad.

Si algo caracteriza a mi magia es su alta durabilidad.

Entonces, por favor.

No te rindas.

Y el viento se rebeló, giró y danzó con una gracia caótica, ideando mil y un maniobras más para mantenerse firme frente a su magia. Pero cada segundo que pasaba, el hechizo avanzaba, acercándose más y más el momento de mi muerte.

FSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS!!!!!

Dejé de respirar.

No quedaba un solo pedazo de aire a mi alrededor.

Todo se lo había llevado ese cubo blanco y perfecto, que separaba su dedo índice de mi espada vestida con tornados. Ahora solo quedaba mi ira encarnada en oscuridad que absorbía mi propia vitalidad.

Ya no quedaba rastro de civilización en lo que mi rango de visión me permitía ver.

Miles de silbidos susurraban a nuestro alrededor.

Eran los aullidos de mi viento, rompiendo el limite de velocidad una y otra vez.

Absorbiendo aire de incluso fuera del campo de batalla, solo para no perder este encuentro.

Pasaron los segundos. Sollozaron mis ojos, resecos, dorados y muy furiosos.

El mundo se había tornado blanco.

Era su luz opacando por completo la oscuridad de mi viento.

Alfia del silencio.

Mientras yo apretaba mis dientes y desfiguraba el rostro por el que tanto me han elogiado, ella simplemente me miró, sin cambiar en nada su aburrida expresión.

Poco a poco lo vi.

Sin importar que tanto me esforzara o cuanto lo intentara, mientras sus pies estuvieran en el suelo jamás la movería.

Es inútil.

Pero no me sentí mal.

Ese pequeño bloque de sonido contuvo mi tornado, mi ira, mi dolor y me mostro lo inútil que era.

—¿Te sientes mas tranquila? — Sin habernos movido ni siquiera un centímetro, Alfia me tomó del mentón y levantó mi rostro.

Deje caer mi brazo y con el mi espada se enterró en el suelo.

—......... — «Ariel»

Llamé a mi magia, previamente activada, y la hice recorrer los bordes de mi espada.

Fui sutil.

Tanto como las punzadas en mi cabeza me lo permitieron.

Pero fue inútil.

Alfia se dio cuenta.

Y no le dio importancia.

—Blew.. — Escupí sangre.

Alfia no la esquivó. Su mejilla izquierda quedó manchada y, sus entrecerrados ojos, regresaron a ese molesto sentir con el que me miraron antes.

Pena.

Lastima.

Yo, realmente... Odio a esta mujer.

Tragué aire.

Todo el que mi viento había logrado robar y llené mis pulmones.

—TEMPEST — Mi viento enterrado en la punta de mi espada se desató contra el suelo.

En un instante, la superficie bajo nuestros pies desapareció y solo quedamos las dos, flotando en el aire.

Alfia soltó mis mejillas.

Fuego la rodeó, pero no la tocó.

Ataques simultáneos y a gran velocidad fueron rechazados por la delicadeza de sus dedos.

Aquel hielo absoluto que vi congelar a jefes de piso con gran facilidad, quemó mi piel, congeló el agujero bajo mi espalda, pero a ella ni siquiera la rosó.

La vi desde abajo, a ella quien parecía reacia a caer.

Y entonces, apreté con fuerza el mango de mi espada.

—Si gritas de mato

—AAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!

Lancé mi espada en vertical a su dedo, de nuevo aquel bloque de sonido me detuvo, pero esta vez Alfia no tenía nada en lo que apoyarse.

Si aún así no hubiera podido empujarla, yo habría quedado completamente traumatizada.

Pero no fue así.

Con sus ojos ligeramente abiertos, la mayor reacción que obtuve de ella en esta pelea, arrastré a Alfia del silencio hasta lo mas alto de los cielos

—¡AIS!

Alguien me llamó preocupada.

—¡HAZLA PEDAZOS!

Su irreal forma de pensar me aseguró que era Lefiya.

Y su estallido de hielo golpeando mi espalda, me impulsó mas allá de lo que mi viento podría conseguir por cuenta propia.

Cientos y cientos de metros, pero no era suficiente. Kilometros, pero no era suficiente.

Ese bloque de sonido ni siquiera había comenzado a quebrarse.

—AAAAAAAAAAHHHHHHHHH!!!!!!

Mi magia volvió a estallar.

Incontrolable, lastimo mi cuerpo, mi alma y también el mundo a mi alrededor.

No quedó nube a la distancia.

No hubo hogar en la tierra que no temblara.

No era mi poder.

Era el de mi mamá, el último regalo que me dio fue su magia.

Y aunque mi cuerpo nunca fue capaz de soportarlo en su totalidad, hoy, si es tan solo hoy, quizás no deba preocuparme por las consecuencias de mañana.

Incluso si pierdo la capacidad de usar magia para siempre.

Si tan solo pudiera hacer un arañón en la punta de su dedo. Mi odio por ella se disiparía.

Y podría estar un poco mas cerca de papá... Un poco mas cerca de derrotar al dragón negro.

BA-DUM

BA-DUM

BA-DUM

Nuestro ascenso continuó mas allá de la cima de Babel.

Sentí la mirada de Loki, la mira de Freya y de alguien mas. Quizás alguno de los niños de la Diosa. No lo sé. 

Y tampoco me importaba.

Este era mi momento.

Este es... Para usar magia se debe conjurar.

Era una enseñanza tan básica que incluso yo no necesitaría recodarla. Toda magia requiere de un cantico, corto o extremadamente largo.

Lo pasé por alto debido al ruido en exceso.

Pero en este silencio despejado, tan acostumbrada a como estoy a mi propio ruido, puedo escuchar todo claramente.

Y me di cuenta de algo, que ojala hubiera descubierto anmtes.

De haberlo hecho, habría sabido que-

—Gospel

Alfia jamás termino su cantico.

—Satanas Verion

Blanco. Un mundo blanco se abrió ante a mí y yo lo admiré.

Fue hermoso.

Y luego de él, no quedó nada.

No pude hacerle nada.

Ni siquiera un rasguño.

Incluso con el poder de mamá, un espíritu del mas alto grado, no pude tocarla.

Soy débil.

Me frustra.

Pero soy una niña.

Insignificante.

Caprichosa.

Odiosa.

No he hecho nada, no puedo hacer nada.

Ni cuando los perdí, ni para no perderlos ahora.

Mi familia original y mi familia actual. Ambas fui incapaz de cuidar.

Pero, incluso en este vacio, todavía me preocupo.

Quiero saber como están.

¿Pudieron ganar?

¿Escapar?

¿Sobrevivir?

Esta preocupación carcome mi alma y aprieta mi pecho. Duele, duele tanto como el día que me di cuenta que mamá se había ido y que papá no nos salvaría.

Pero esta preocupación... Preocupación... ¿Cómo es posible?

Si ya estoy muerta.

¿No debería de dejar de preocuparme?

¿Es que aún muerta jamás dejaré de ser un fastidio...?

O es que acaso... ¿Sigo viva?

Ba-dum

Moví mi cuerpo, extendí mis brazos, levanté mis piernas. Pero no pude verlas. Todo estaba tan oscuro que quizás realmente estaba muerta.

Toqué todo lo que no vi, golpeé todo lo que parecía ver.

Y cuando me di cuenta que el olor a pasto abundaba, corrí hacia él.

Me caí un par de veces, pero siempre me levanté. Esa tenacidad, tan propia de mamá, me llevó hasta el final de la caverna, donde solo estaba él.

Un niño de cabello blanco sentado de espaldas a mí.

Respiré, lloré y desde ese momento.

Comencé a vivir.

[Fin del arco]

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