Arco 3: [Prologo] Caminos encontrados
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[Telskyura]
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—¿¡Conseguiste derrotar a Kali!? — Preguntó Haruhime, con sus ojitos llenos de ilusión.
Bajé un poco la cabeza. Las dudas me atacaron. Esa admiración tan linda deseabas que se quedara.
Y podía hacerlo.
Dada la distancia que nos separa, podría mentirle y mantener esa pequeña sonrisa un poco mas... Pero no debo. —Lo siento, no estoy ni cerca
Incluso si quiero mostrarme digno ante ella, no puedo precipitarme. Quiero ser real. Alguien que no necesite de las mentiras para sobresalir.
Y aunque he dado todo de mí, la diferencia de fuerzas parece aumentar en vez de disminuir. No lo sé, durante estos días parece que ya no me quedan movimientos.
Estoy atrapado.
En este mundo rodeado por el mar, mi tiempo de cortesía ha expirado.
El final está cerca.
Y yo todavía sigo al comienzo.
—¡Lo conseguirás! — dijo Haruhime, con una voz tan suave como el susurro del viento, mientras sus ojos parecían atravesarme, leyéndome de pies a cabeza.
A nuestro alrededor, el valle verde se extendía como un manto infinito, salpicado de flores que brillaban bajo la tenue luz de las estrellas. Un río serpenteaba en la distancia, reflejando constelaciones que titilaban en el cielo, como si el universo entero nos estuviera observando.
En aquellas aguas mansas vi su rostro, un borroso y casi ficticio rostro.
Porque, incluso en sueños, la realidad, es que a Sanjouno Haruhime jamas pude verla.
En la oscuridad de aquel barco, solo la fantasía queda.
Y en este espacio, llamado quizás, un placido sueño.
El aire es fresco, casi frío, pero el calor de su presencia es suficiente para mantenerme firme.
En ese instante, con el sonido de las olas lejanas rompiendo contra acantilados invisibles, me di cuenta de algo.
Naturalmente, estoy despertando.
—¿Ganaras? — Sus manos tomaron las mías —No lo sé — Le mostré mis dudas, a aquella que aparecía en cada uno de los pensamientos.
Entonces, ella frunció el ceño y infló sus mejillas. Era un puchero. Sanjouno Haruhime estaba molesta.
Quizás por lo patético que me mostraba.
Tal vez por todas estas dudas que me aterraban.
—Ganaré — Intenté animarla y animarme, pronunciando palabras osadas llenas de una confianza desesperada.
Para mi sorpresa pareció dar resultado, pues Haruhime sonrió. Pero esa sonrisa fue distinta. Mas tranquila, menos radiante. Como un mar sereno, un valle en calma.
Sus ojos, de un color que aún no logro descifrar, me sostuvieron por un instante eterno. Y entonces, con una dulzura que perforó mi orgullo, preguntó
—¿Cómo lo harás con tu brazo roto?
Me quedé mirándola, dejando que sus palabras se repitieran una y otra vez en mi mente.
Entonces, cuando la luz del mundo real comenzó a destruir este hermoso sueño, lo comprendí
—¿Esta roto? — pregunté, observando mi brazo derecho que Haruhime había tomado, con una fractura expuesta y la sangre brotando como un rio.
Fue en ese momento que la luz lo tomó todo.
Y mientras respiraba pasto y escupía tierra, me levanté sosteniendo mi cabeza, y miré el final del acantilado.
—Esta roto — Sin perder más tiempo, arranqué una rama del primer manzano que vi.
La corteza se desprendió bajo mis manos, áspera y viva, la hice pedazos a pisotones. Cada crujido de la madera parecía resonar con el dolor de mi brazo.
Era un palpitar. Sentía como si mis huesos se estuvieran desprendiendo al carne. Amargo. Mi boca se llenó de un sabor amargo que parecía llegar a mis llorosos ojos.
Con una respiración pesada, improvisé una férula, colocando los fragmentos de madera a ambos lados del hueso roto. Mis manos, aun temblando, ataron todo con cuerdas de ropa arrancadas a prisa.
Luego apreté con fuerza.
—AHHH.... GH... Ah...
El roce del material contra mi piel ardió como si estuviera tocando las llamas de una fogata.
Retiré el pedazo de ropa que metí entre mis dientes y escupí la sangre de mis encías.
Mi brazo quedó seguro, o al menos lo suficiente para pensar. Ignoré las punzadas, los recordatorios de mi vulnerabilidad, y miré hacia el único objeto cerca de mí.
Su cabello era dorado.
Y su ropa estaba desgarrada.
No pude ver sus ojos, no quería forzarla a abrirlos.
Estaba dormida. Desmayada. Con sangre cayendo de sus labios y un viento salvaje girando a su alrededor como si intentara mantenerla viva.
Heridas cicatrizadas manchaban todo su cuerpo, pero ese mismo viento las borraba, casi como si luchara por mantenerla perfecta.
Viva y perfecta. Sin duda, una magia con un propósito peculiar.
La persona que la porta no puede ser menos.
Extendí mi mano hacia ella, pero el viento me cortó. La sangre brotó de mis cinco dedos con tal facilidad, que puse que podría habérmelos arrancado si así quisiese.
Comprendo.
He salvado a una niña problemática.
<●>
Intento numero 17 de como tocar a esta niña. ¡NO SUENA RARO!
El viento que la protege es poderoso y extremadamente celoso. No pasa nada si me siento cerca de ella, pero a la mínima intención de tocarla, me expulsa con fuerza bruta.
He rodado tantas veces que mis rodillas duelen. Por no decir que mis manos parecen haber caído en un nido de gatos.
Es gracioso.
Pero tiene que terminar.
—Oye — Hasta ahora he empleado cada uno de los metodos que mi mente ha sido capaz de encontrar para tocarla.
Desde utilizar elementos externos como ramas y musgo, hasta una complicada estrategia que involucraba distraer al viento con una gran piedra y luego tomar a la niña mientras este la detenía.
Estrategia que no sirvió pues dejar caer una piedra gigante sobre la cabeza de una niña es... Demasiado, hasta para mí.
Por eso, mi estrategia numero 17, va a tener un enfoque distinto.
Hablar con el viento.
—Tengo que llevármela
Sosteniendo el poco aire que su viento me dejaba y convirtiéndolo en palabras, dejé caer una realidad inevitable.
Estamos en un acantilado.
Y de quienes hui todavía siguen ahí.
No importa si ella no tiene nada que ver, estas amazonas no son de las que considerarían tales cosas. Simplemente la mataran.
Y ante el filo de una espada, este viento no aguantará.
—La niña morirá. Y no puedes protegerla con necedad, si realmente la amas, en este momento, debes pedir ayuda
Acerqué poco a poco mi mano. Un dolor punzante recorría la articulación de mi codo, pero no le presté atención. Mis ojos sobre ella y los suyos cerrados. Aquel viento que la protegía con recelo.
¿Te alcanzan mis palabras?
—Ha llegado el momento de decidir — Y mi mano sangró, pero el dolor no llegó. Cada vez mas suave, poco a poco menos furioso, el viento retrocedió ante mis cinco dedos.
Y luego de 17 intentos, mi mano finalmente alcanzó la mejilla de esta pequeña en problemas.
Una sonrisa de cansancio escapó de mí, y fue entonces, que volví a sentir dolor. Mi codo. Mi brazo.
Entonces me di cuenta de algo.
En este intento usé el brazo equivocado.
Toqué a la niña con mi brazo roto.
—Tú... ¿Me estás dejando tocarla solo porque me rompí el brazo al salvarla? — Fue una hipotesis que de repente comenzó a volverse cada vez mas certera
—No seas idiota — Fruncí el ceño mientras cargaba sobre mi hombro a la niña dorada.
—Hay personas que entregarían hasta a sus familias para alcanzar sus objetivos. No confíes tan fácilmente
Y luego de regañar al viento, con la mirada mas severa que pude, di un paso al frente y caí de rodillas.
Escupí sangre y vi la hierva mancharse. El dolor punzante de mis heridas todavía estaba presente. Y de repente, cesó.
¡FSS! ¡FSS! ¡FSS!
El viento verdoso de la niña comenzó a rondar mi cuerpo.
Las heridas en mis manos comenzaron a sanar. Mis entumecidas piernas se sentían listas para dar un paso mas, incluso si era tambaleando.
Ya veo.
Parece que acaba de encargárseme una tarea muy tediosa.
Pero salvarla fue mi decisión y no me arrepiento. Si este viento puede ayudarme a completar mi objetivo, a pesar de mi torpeza, entonces, que así sea.
¡Pero sigo sin estar de acuerdo con lo fácil que fue obtener el permiso de influir en la vida de esta niña!
Que magia tan ingenua.
No sabes con que clase de basura te estas involucrando.
—. . . . . . — Espera, ahora que lo pienso, ¿cuanto tiempo estuve desmayado?
Con todo esto de la niña dorada se me pasó verificarlo. Veamos, la posición del sol y.. KYAHHHHHH!!!!
¡Se supone que debería haber estado en el punto de acceso hace mas de 3 horas!
Tiona y Tione, el protocolo dice que, en caso yo desaparezca, asuman lo peor y preparen las embarcaciones para abandonar Telskyura.
Pero cuando se trata de mi vida ellas nunca me hacen caso y por primera vez estoy muy feliz que sea así!!!
Deben estar buscándome.
Y seguirán haciéndolo hasta que encuentren mi cuerpo o yo les diga que me morí.
Pero no puedo decir lo mismo de las demás. Si el rumor de mi muerte de extiende, perderé toda mi influencia y el ejercito que uní se disipará.
Puedo perderlo todo en tan solo un día.
¡A penas te conozco y ya me causas problemas, niña dorada!
CLIN
CLIN
CLIN
Empujé todo mi cuerpo sobre mi pierna derecha, el viento rodeándome y el arete en mi oído me dieron las pistas para esquivar sin necesidad de levantar la mirada.
FSS FSS FSS
Tres flechas surcaron mi cuerpo y el suyo. Perdiéndose detrás, escuché los pasos llegar y apreté las pequeñas piedras en mi mano.
Vi un pie demasiado adelantado, una señal clara de exceso de confianza. Pude imaginar la horrible sonrisa en su rostro incluso sin levantar la mirada.
Sin pensar, lancé mi puño izquierdo hacia arriba, directo a su barbilla. —¡CLIN! —La reacción fue tan instintiva, tan veloz, que mi cabeza todavía no había terminado de alzarse cuando escuché el impacto seco y la caída.
La amazona se desplomó de espaldas, el cuello hundido de una forma antinatural. Calculé mal, ella era mas alta de lo que esperaba y es por eso que su barbilla seguía intacta.
Pero todavía sirve.
Limpié la sangre en mi mejilla, consecuencia de haber esquivado en el último segundo su cuchillo corto, que cayó justo a mis pies.
Todo quedó en silencio por un breve momento, eran dos amazonas contra mí, pero la confianza había desaparecido. Y como si el mundo contuviera la respiración, las respiraciones reinaron, esperando mi próximo movimiento.
Son débiles.
Lo noté, pues un solo golpe en una zona vital fue suficiente.
Nivel dos a lo mucho.
Eso quiere decir que son exploradoras.
Al verme tan herido y con alguien en mi hombro, asumieron que estaba en condiciones nefastas y decidieron llevarse la victoria.
Grave error.
Si hubieran avisado de mi ubicación a las combatientes, esto habría tenido un resultado muy diferente.
¡CRACK!
Escuche los crujidos de las pequeñas rocas en mi mano izquierda. Lastimaban mi piel y la hacían sangrar. Pero a medida que se incrustaban en mi palma, me daban un agarre absoluto, y con él una fuerza superior.
—¡JAJAJA! — Las amazonas notaron mi truco barato y rieron.
Eso fue excelente.
Suspiré —Ahhh — No había espacio para dudas ni debilidad. Debo acabar con ellas de un solo golpe.
Y para eso debo evitar que huyan.
—¡AHK! — Grité de dolor y caí al suelo. Una rodilla en la tierra y la otra preparada a mi derecha.
Vi esas sonrisas nuevamente. CLIN. Las escuché abalanzarse, una mas adelante de la otra, casi a punto de llegar a mí.
Su pie izquierdo llegó a mi campo de visión primero. El eje de su cuerpo se inclinaba hacia ese lado y también su cabeza.
Enterré los dedos de mi pie en la tierra y lancé el cuerpo sobre mi hombro contra la amazona.
Fue como si me hubiera desplomado, la amazona al intentar esquivar el cuerpo de la niña dorada se dejó caer a su izquierda.
Y para cuando sus ojos dejaron de seguir el cuerpo de la niña golpeando la tierra, mi pierna derecha ya me había llevado hasta ella con un solo impulso.
Entonces, clavé mi puño en su cuello y lancé su cuerpo contra la tierra.
—HAYAAAA!!!!! — Un violento grito vino casi al instante. —¡CLIN! ¡CLIN! — Mi campana me avisó, pero ella estaba demasiado cerca.
No podía esquivar y su cuchilla era demasiado para pensar en bloquear.
Las gotas de mi sangre mancharon la tierra. Abrí mi mano y lancé las piedras.
La amazona dio un zarpazo al aire y las alejo de ella, con solo unas pocas golpeando su rostro y haciéndole cerrar ligeramente los ojos.
Esa vaga dificultad.
Tan miserable como estornudar.
Me ayudó a que mi mano llegara lo suficientemente cerca de ella.
—MUE-Uhhhhh.. — Su voz se calló de repente, pues su propio impulso no le había dejado ver que en mi mano sobre su cuello estaba un pequeño cuchillo.
El mismo cuchillo con el que asesiné a la segunda amazona.
El mismo cuchillo con el que la primera amazona cortó mi mejilla.
Realmente creían que las enfrentaría con mis puños, ¿acaso soy un boxeador? Amazonas idiotaaaas.
—Noooo — La tercera amazona se desplomó, y con ella, el cuchillo que clavó sobre mi hombro, se quedó sobre mi hombro.
La hemorragia comenzó tan pronto como su cara golpeó la tierra.
Limpié la herida con saliva, envolví el cuchillo y mi hombro con la ropa de las amazonas, ajustándola bajo mi axila, y recogí a la niña dorada.
Afortunadamente me moví lo suficientemente rápido como para asesinar a esa última amazona antes de que toda su fuerza cayera sobre mi hombro.
Ella pudo haberme arrancado el brazo de ser así.
Esta sangre y este dolor son casi una recompensa, un milagro.
Un poco de hombría y todo estara —¡WAGH! — ¡BIEN!
Apoyé a la niña dorada sobre mi hombro herido y... ¿Debería cambiar de hombro?
No, si me atacan y no tengo brazos con los que defenderme, bien podría terminar usando a la niña dorada como escudo y eso sería horrible.
Hablando de usar como escudo.
—Lancé a tu niña a la tierra, ¿eso no te enoja? — Pregunté al viento, quien de repente paró de curarme.
Pasaron unos pocos segundos.
Y continuó sanando mis heridas a un ritmo lento, pero seguro.
Parece que no le molesta. Al menos no lo suficiente como para dejarme sin esta importantísima curación continua.
—ATRAPENLO!!!! — Una amazona gritó a lo lejos.
Sobre las copas de los arboles venían saltando a gran velocidad.
Pero ya lo esperaba.
Era la misma forma en la que mis amazonas se transportaban.
Me escondí entre las hojas de los bosques y comencé a correr colina abajo.
Los pasos no menguaron.
Aunque tuve la suerte de desmayarme en el rincón mas alejado del área, la realidad, es que luego de tres horas, la gran mayoría de esta zona ya debió ser tomada por las amazonas de Kanah.
¿Quien diablos es Kanah?
Líder del primer anillo.
Antigua aliada, actual enemiga.
Una muestra mas de mi incompetencia en esta rebelión.
—¡TE ATRAPE! — Gritos llegaron desde mi izquierda, donde lance piedras para ver si habían amazonas.
—JAJA TE ENGAÑO — Los mismos gritos llegaron desde la derecha y mucho mas cerca de lo que esperaba.
Clin.
Me arrastré en el barro, respirando antes de enterrar mi cara en este y esperar a que el sonido de sus pasos se alejara.
Se acercan.
En vez de alejarse lo pasos se acercaron.
Son dos grupos que están pasando en paralelo, seguramente alguien ya revisó el centro, piensen así, no vengan hasta aquí.
Comencé a mover mis dedos entre el barro y me aferré a la tierra. Cuando el sonido se alejó lo suficiente, saqué mi cara del barro y volví a arrastrarme entre la hierva alta.
El sonido de la vegetación rosando mi oreja me hacía sentir que estaba haciendo demasiado ruido, pero no era así.
Es lo aceptable.
Solo no dejes de moverte.
Las gotas de mi sudor se combinaban con el barro y, sin sonido alguno, se perdían bajo mis brazos arrastrándose.
Revisé de vez en cuando que la niña dorada siguiera sobre mi hombro, pues, por alguna razón, terminé perdiendo la sensibilidad en esa zona.
Clin.
Cambié de dirección y seguí el patrón.
Clin.
Las pisadas de la izquierda, juraría haberlas oido antes y en un tiempo similar a las anteriores a esas.
Clin.
Un corazonada. Me lancé a la izquierda aún teniendo pasos cerca, y para cuando alcancé las marcas de sus pies, ellas ya se habían retirado.
Clin.
Predije la siguiente rotación y me mantuve pegado al barro que cubría la base del árbol. Apreté los dientes, las manos. Sentí las asperezas de la corteza contra mi espalda, el frío húmedo del lodo que comenzaba a secarse.
No fue una buena señal.
Algo me faltaba.
—Mierda.. — Regresé en mis pasos, rompí el tiempo que había calculado, para recuperar a la niña dorada que dejé caer en el barro.
La acomodé en mi espalda y regresé al arbol.
¡CLIN!
Los pasos no se acercaban, YA ESTABAN AQUI
El tiempo de reacción se había acortado dramáticamente.
Escuche las ramas siendo aplastadas, las hojas levantándose por sus descuidadas pisadas, asimile a su ruido el ritmo de mi respiración, me oculte tanto como mi vida me lo permitió.
Y entonces, con mi peso en mi pierna derecha, di un giro al árbol.
—¿AHG? — Rosé la pierna de una amazona, quien rápidamente cortó la hierva. Un pequeño insecto cayó muerto y la amazona no pensó mas allá de ello.
Y en cuanto eso sucedía, yo seguí de largo por el mismo camino por el que ellas habían venido.
No hay un grupo que pase por aquí en los próximos diez segundos. Es mas que suficiente para salir de su rango de acción y esperar.
No sé si hallan mas grupos cerca. Solo aquí hay mas de 30 amazonas, pero incluso ese numero es insignificante ante las bastas reservas del primer anillo.
Algo no esta bien.
¿Por qué hay barro en un bosque de manzanas?
No ha llovido en toda la semana. E incluso si fuera así, ni siquiera una llovizna habría sido suficiente para empapar la tierra de esta manera.
—Snif.. — ¿Que es...?
Este olor tan familiar.
Como si yo mismo lo hubiera envasado.
No es humedad. Tampoco algún entierro. Es algo más denso, más invasivo.
¿Aceite?
No, esto es... petróleo.
Lo comprendí al instante en que mis dedos rozaron la base del tronco. La textura era demasiado resbaladiza, casi pegajosa, y el olor acre invadió mis sentidos. No pertenecía a este lugar.
El suelo, manchado de negro, parecía deliberado. Esto no era casualidad.
—.... No...
Las amazonas que siguen a Kanah son alérgicas a las manzanas.
Este bosque era su objetivo desde el principio, él que una de mis bases estuviera aquí era mera casualidad.
No, de hecho, considerando que yo busqué esta clase de zonas, resulta lógico que termináramos cruzándonos.
Es por eso que siempre estuve preparado para huir.
Nunca planeé tratarse de sobrevivir aquí.
Hasta que decidí salvarla a ella.
Sin embargo, no es algo malo. Por fin puedo ver la realidad.
Y creo que es bastante justa.
—BELL CRANEL ESTA AHÍ!!! — Una amazona logró verme, pero fue deliberado. Me levanté y eché a correr, pues tenía una corazonada.
El objetivo del petróleo.
El que yo este aquí escondido.
Todo se alineaba perfectamente.
Y si yo fuera esa lunática adicta a los resultados, entonces, lo quemaría todo.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!
Brazo roto, mejilla cortada, hombro sangrando, cuchillo pequeño y cuchillo grande, una niña dorada.
Hice un recuento rápido de mi estado actual, mientras observaba a la distancia un pedazo del bosque arder en rojo.
—E-Esperen. SEGUIMOS AQUI!!!!! — La segunda ración de armadillos llegó y la voz de esta amazona se perdió en el sonido de la explosión.
Los vi caer sobre mí. Tan rápidos y certeros, que no existía forma humana de que los esquivara.
FROOOOOOOOOOOOOOOOOOOW!!!!
Mis pies ardieron.
Mi piel se tiñó de negro.
Sentí como si mis dedos pudieran caerse en cualquier momento.
Corrí entre llamas residuales, pero incluso ese acto tan poco atrevido, me causo un dolor de llanto.
Todo mi cuerpo estaba cubierto por petróleo y ese fue mi mayor error.
Si hubiera comprendido mejor el terreno donde me arrastraba hubiera podido evitarlo, pero ya es demasiado tarde para arrepentimientos.
Rodé por la hierva, intenté apagar mi piel en llamas —CLIN — Pero los armadillos se acercaban y yo no resistiría un impacto directo.
Como una antorcha humana que poco a poco era tragado por la inconsciencia. Tenía que seguir avanzando.
Entonces, lo recordé, ella también estaba aquí.
—AHHH...
No sentí su peso en mi espalda.
Y aún así, estaba seguro de que tampoco la había dejado caer.
Bajé un poco la mirada. Encontré a la niña dorada protegida entre mis brazos. Telskyura me obligó a crecer y eso me preparó para que esta niña no se quemara.
Al menos no por ahora.
Miré hacia adelante. No recordaba el momento exacto en que coloqué a la niña dorada ahí, pero agradecí a mi subconsciente por la decisión. Y sin dudarlo más, corrí tan rápido como me permitieron mis piernas.
El rugido de las explosiones se mezclaba con el susurro de la hierba alta que me rodeaba. El aire ardía, pero seguí avanzando. Y al final, cuando ya no había más terreno, me lancé con los ojos cerrados a una esperanza.
Un rio cristalino.
Lo supe porque lo sentí.
El agua fría apagó mi agonía, pero no mi fatiga. La corriente nos llevó lejos, arrastrándonos sin que fuerzas para resistirla.
Y aunque el peligro inmediato había quedado atrás, una sensación de incertidumbre me atrapó mientras flotaba sin rumbo.
Por primera vez desde que llegue a Telskyura, no tengo el control de nada.
¿Qué va a pasarnos?
<●>
—¡Encuéntralo!
Tuve un mal despertar.
Mi campana no dejaba de sonar como loca y mis brazos pesados me hacían sentir que me había hundido en las aguas.
Entonces, mientras todavía no era capaz ni siquiera de respirar, escuché el sonido de algo siendo arrastrado.
No estaba lejos, quizá a tres pasos, pero se alejaba con cada segundo. Un pensamiento fugaz cruzó mi mente: Si no me muevo ahora, no la alcanzaré.
¿Alcanzarla?
De repente, una rabia primitiva se encendió en mí, una ira tan intensa y abrasadora que me obligó a levantarme, a ignorar el dolor y a enfocarme en una sola cosa.
Pensar.
Es lo que siempre he hecho y en lo único que he podido apoyarme. E incluso si la adrenalina me impulsa, jamás dejaré de hacerlo.
Arranqué el cuchillo grande de mi hombro y recogí de las piedras del rio el cuchillo pequeño.
Analicé el terreno. Cuencas, ríos, corrientes fuertes, amazonas, ni un solo árbol cerca, pero pequeñas zonas rocosas por todos lados.
Me escabullí, mientras mis pensamientos todavía intentaban entenderse entre ellos.
"¡Encuentralo!" — Fue lo que gritó aquella amazona.
Singular, masculino, estaba hablando de mí. Pero yo no estoy solo. Y es imposible que estas amazonas exploradoras no hayan notado a una niña dorada en medio del rio.
Sin embargo, no lo entiendo. ¿Por qué la secuestrarían?
Estas amazonas no tienen razones para dejar con vida a nadie de mi grupo. Y tomar rehenes no es una estrategia que gusten de implementar, menos cuando llevan la delantera.
A no ser que, no sea un rehen.. —El viento.. — La magia no es normal en Telskyura. Así que, es posible que incluso ellas hallaran valiosa a una maga.
Si es así, entonces, al menos por ahora su vida no corre peligro.
Pero no existe una forma de recuperarla sin ponerla en peligro.
—Espero no me odies — Quebré los restos de madera de mi brazo roto y amarré con saliva y tirones los retazos de ropa al mango del cuchillo grande.
La niña dorada estaba siendo arrastrada. Seis amazonas la rodeaban, y contando a la que la arrastra, seis amazonas.
No existe manera de pelear en un espacio tan abierto.
Lo cual no explica como es posible que yo no este ahí. ¿Como es que no me vieron junto a la niña...?
La niña dorada resplandece.
Y es por ese mismo brillo que quizás, inconscientemente, ocultó mi presencia.
No es una mala jugada.
Me salvaste.
Te lo debo.
Ahora todo depende de que tanto pueda resistir mi cuerpo.
¿Estaré a la altura?
He hecho bastante cardio durante estos días, así que, quizás muera antes de quedarme sin lento.
Tengo una ganas increíbles de huir ahora mismo.
¡Pero me niego a ser como mi madre!
Yo no abandonaré a una niña a su suerte.
¡CLIN!
¡CLIN!
¡CLIN!
—TE ESCUCHE IMBECIL!!! — gritó una amazona, apuñalando el lugar donde resonó el campaneo de mi arete. Sus sentidos afilados por el miedo de no encontrarme sin duda le ayudó a ubicar tal insignificante sonido.
Fue increíble. Aunque predecible.
Es una lastima que por eso yo no esté ahí.
Y mientras esa amazona encontraba mi arete que lancé en su dirección, rebané los cuellos de dos de las seis amazonas que se distrajeron con ella.
Regresé al suelo rápidamente y me lancé hacia el rio en medio del grupo. Dos lanzas surcaron el filo de mi cabello con una precisión perfecta.
¿Lanzas?
Noté este detalle y apreté los dientes. Esas dos, las mas alejadas del circulo, no son exploradoras.
¡SON GUERRERAS!
Detuve mi cuerpo con mi pierna dominante y, en el borde del rio, giré hacia el primer cuchillo. —¡NO LO ENFRENTES! — Una de las guerreras advirtió a su exploradora, pero ya era demasiado tarde.
Esquivé y dejé que su cuchillo resbalara sobre mi hombro, giré tomando con fuerza su brazo y la lancé contra las corrientes del rio.
Con agilidad, mostré convenientemente mi cuchilla grande y les dejé ver el objetivo de mi lanzamiento. Las amazonas guerreras, mas experimentadas, guardaron distancia para una quedarse con mi arma y la otra asestarme un golpe letal con su gran cuchilla.
Pero en el último segundo cambié el dirección de mi tiro, y sintiendo mi brazo derecho tronar, lancé la cuchilla.
¡CRUNCH! — Mi cuchilla penetró la tersa y blanca piel sin resistencia alguna. Y con un chillido ahogado del viento, mi mundo se ralentizó.
Vi a la niña dorada escupir sangre, y luego, tiré de ella hacia mí. Mi jalón fue perfecto, gracias al ángulo que escogí mi cuchillo con se cayó de su brazo, y ella pudo llegar hasta mis pies.
Su brazo atravesado por mi cuchilla dejó un rastros de sangre. Todas las amazonas quedaron petrificadas, menos las guerreras, quienes solo sintieron vergüenza por no deducir mi estrategia aún estando tan cerca de la niña dorada.
Entonces, la amazona que arrojé comenzó a moverse. Pateé su cabeza y me aferré con mi mano izquierda a su muñeca.
Y cuando el rio quiso llevársela, nos arrastró con ella.
—MALDI... CUAJOH!! — La fuerza del agua alejándonos velozmente del grupo me dio unos segundos de ventaja.
La amazona intentó cortarme el cuello, pero predije temerariamente su acción y mordí su navaja, para luego escupirla lejos.
Intenté apuñalar su cuello con el cuchillo pequeño, pero al contacto, la hoja desgastada apenas logró un rasguño superficial. Frustrado, miré el cuchillo grande en mi otra mano. Era inútil en un espacio tan estrecho y resbaladizo.
Entonces decidí cambiar de estrategia.
Aproveché la posición ventajosa que me daba estar encima de ella, y con todas mis fuerzas, empujé su cabeza bajo el agua.
Su cuerpo reaccionó con una violencia desesperada. Sus uñas se clavaron en mis muñecas, desgarrando carne mientras intentaba liberarse. El dolor era agudo, pero no me detuvo. Por el contrario, alimentó mi determinación de asesinarla.
Mi pulgar se hundió en su tráquea, buscando cortar su respiración de una vez por todas. Sus movimientos se hicieron más frenéticos, y por un momento, el agua parecía teñirse de rojo mientras su resistencia comenzaba a debilitarse.
Vi su rostro romperse bajo el agua. Un punzante dolor atravesó mi espalda. Perdí fuerza, pero ya no hacia falta mas. —¡SPLASH! — Con un giro violento, la corriente se quebró, lanzándonos en direcciones opuestas.
Rodé cayendo en el borde de otro rio, jadeando, sintiendo el ardor de cada herida. Pero antes de que pudiera recuperar el aliento, mis ojos buscaron instintivamente una figura.
La niña dorada estaba aquí a mi lado. El cuchillo en su brazo nos mantuvo unidos. Lo cual es bastante afortunado y a su vez poco moral, pero por hoy no importa.
Por el otro lado, en el otro extremo del rio, estaba la amazona, muerta por asfixia.
Con las dos mujeres ubicadas, llevé mis manos a mi espalda y con un gruñido ahogado, arranqué flecha tras flecha, hasta que solo quedaron tres puntas rojas en la hierva.
Agradecí la munición.
Levanté mi rostro hacia lo alto del a colina.
Su figura, que brillaba bajo el sol, jamás podría confundirla.
La atrapé y fruncí el ceño hacia quien me la lanzó.
—Ponte eso, de lo contrario, ¡esto será muy aburrido! — Dijo una de las guerreras, con su lanza preparada.
Lo que me había lanzado era mi arete.
En una ocasional normal, lo hubiera considerado un milagro de la estupidez amazonica, y me lo habría colocado sin dudarlo.
Pero algo fue distinto esta vez.
—¿Sientes lastima de mi? — Por algún motivo pregunté algo que era obvio.
Estas emociones dentro de mí, ¿que son?
—Bell Cranel, hasta ahora solo te he visto sacrificar personas sin importarte sus vidas. Pero esta vez intentas proteger a alguien. Valoro eso y Kanah-sama también lo haría
La razón por la que perdí el apoyo de Kanah-san fue porque cada uno de mis resultados traían mas perdidas que ganancias.
Pero para ganar una guerra las perdidas son necesarias.
Y hoy, por supuesto que voy a sacrificar a alguien.
Voy a sacrificarte a ti.
—Acabemos — Me coloqué el arete. —¡CLIN! — Y el campaneo instantáneo me avisó de la lanza silbando hacia mi cabeza.
Al mismo tiempo que la veía, la segunda guerrera ya había descendido hasta la base de la montaña, con su cuchilla en alto, calculando el momento exacto en que esquivaría la lanza para degollarme.
Un ataque perfectamente sincronizado.
En mi mundo ralentizado, pude admirar la precisión de su estrategia.
Luego agarré la lanza y me dejé llevar por ella.
—¿¡QUE!? — Gritó la amazona, lanzándose directo hacia mí.
Su velocidad era increíble. Tal vez estaba a punto de escalar mas allá del nivel tres.
Por eso, fue una fortuna que no se diera cuenta que en esta pelea somos dos contra ella.
Y con pinchazos que ardían como hierro hirviendo, levanté de nuevo mi brazo roto y con él, también a la niña dorada.
El viento girando a su alrededor se acumuló en un punto. La amazona notó la magia, se preparó para enfrentarla, y tardo demasiado en darse cuenta que solo era una distracción.
En el lapso antes de que volteara nuevamente hacia mí. Su espalda golpeó mi pecho.
Y rasgué su cuello con mi cuchilla.
Mi mundo regresó a la normalidad, y el impulso de la lanza nos alejó, mientras la amazona caía sobre el rio agarrando su garganta.
La primera amazona me vio perderme a lo lejos.
Y luego arrancó a correr hacia mí.
La lanza comenzó a perder fuerza, en una parábola comenzamos a caer, y mientras sucedía, acomodé a la niña dorada en mi espalda, y recuperé mi cuchilla de su brazo.
Prometí cerrar sus heridas después.
Y aunque su viento me sacudí el cabello con enojo.
Creo que los dos entendemos que no es momento de juzgar mis métodos.
¡CLIN!
La amazona guerrera se deslizó en zig zag, pasando de un rio a otro con gran velocidad, su cuchilla cambiaba de mano en mano, quizás, intentando evitar que prediga su ataque.
Nuestra caída fue inevitable.
Y en la boca de un rio todavía mayor, la amazona me alcanzó y yo, blandí mi cuchilla hacia una de sus tres posibles movimientos.
No, en realidad, este es el único movimiento factible.
¡CLANK!
Nuestras cuchillas chocaron a centímetros del cuello de la niña dorada.
Mi predicción fue correcta.
—Estas molesta. — El impulso me arrojó hacia atrás. Aproveché esto para lanzar la niña dorada lejos y caer rodando para reducir el daño.
—Quieres hacerme sentir dolor, incluso si eso significa asesinar a una inocente. — Mi voz salió cargada de desafío, las palabras punzantes y directas, tan afiladas como las cuchillas que empuñábamos.
La vi fruncir el ceño, su rostro encendido por la furia. Y no pude evitar sonreír.
—Eres una hipócrita. — Solté, regocijándome en su contradicción.
Luego los dos cargamos hacia adelante.
¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN!
Mi campana me advirtió que había una gran diferencia en nuestras capacidades físicas, pero eso solo era el pan de cada día.
Esquivé su golpe por la izquierda e intercepté su cuchilla por la derecha. Volví a girar para usar su fuerza en su contra, pero ella tomó distancia.
Saltamos de nuevo.
Nuestras hojas chocaron y yo giré.
Con mi pierna dominante como eje, me impulsé y lancé un segundo corte, mas certero, hacia sus tobillos.
¡CLIN!
Mi arete mi aviso de un ataque descendente, así que cambié de curso, y usé el impulso de mi ataque para deslizarme entre sus piernas. Un segundo después. La tierra estalló detrás de mí.
Con solo su puño la amazona había deformado el campo de batalla y las grietas se extendieron hasta la planta de mis pies.
—Nivel cuatro.. — Mis posibilidades de sobrevivir se esfumaron en un chispazo.
¡FROW!
De mis bolsillos tiré ceniza de los arboles, alta en carbono, golpeé con rapidez las puntas metálicas de las flechas y prendí fuego en la hierva.
¡FROW!
La llama se expandió rápidamente por la tercera flecha —Jajaja — La amazona, quien salió de su propio destrozo, rio, y me apuntó con su cuchilla.
Giré la flecha y la presioné contra mi hombro sangrando. El fuego carcomió mi piel y cicatrizó mi herida abierta, al menos, de forma temporal.
Preparé mi cuchilla y.. —Por los movimientos que haces no me di cuenta, pero tu brazo esta roto, ¿verdad?
La amazona miró fijamente mi brazo derecho. El temblor y el dolor no pude ocultarlo mas. Y sin querer, dejé caer mi cuchilla al suelo.
—¿¡COMO PERMITISTE UNA HERIDA ASÍ!? — Me regañó la amazona, abalanzándose sobre mí tan rápido que sin mi arete me habría embestido de lleno
¡CLIN!
Me agaché y —¡CRUNCH! — Carne aplastada.
Protegí mi cabeza con lo mas inútil que tenía, mi brazo roto —CRACK.. — la pobre unión entre mis huesos se hizo añicos y todo mi cuerpo estalló contra la tierra. Pero mi mano libre estaba preparada. Y mientras la sangre salpicaba, me deslicé nuevamente entre sus piernas.
Derrapando contra le suelo, apreté mis dientes, contuve el grito que quería soltar desde que desperté, y tiré, con mi mano izquierda, la cuerda de ropa unida a mi cuchilla.
La amazona giró hacia mí, y en ese momento, mi cuchilla clavada en la tierra saltó, cortando la pierna de la amazona.
Eso no la detuvo.
Preparó su puño y yo me lancé hacia él. Antes de que lo lanzara lo intervine con mi mano izquierda y detuve el impacto a mitad de camino.
La amazona abrió sus ojos sorprendida.
¡CLIN!
Me agaché y esquive su cuchilla que buscaba partirme en dos.
¡CLIN!
Me levanté lanzando mi cuerpo a la derecha y su ataque descendente rosó mi cabello.
¡CLIN!
Bloqueé su puño de la misma forma.
¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN!
Retrocediendo calmadamente bloqueé y esquive cada uno de sus ataques a gran velocidad. Eran golpes rectos, sencillos y cada uno con el poder de arrancarme la cabeza.
Pero mis manos son resistentes al dolor.
Y mi musculatura, aunque infantil, ha sido desarrollada para aguantar el tiempo suficiente.
Enterré los dedos de mis pies en la tierra. Sentí la energía recorrer cada musculo de mi tren inferior y, agachando una última vez, embestí a la amazona.
Fui lo suficientemente veloz como para que su cuchilla no me alcanzara. La tomé por la cintura y la lancé contra el piso.
—AHGH!! QUEMA!!!! — Gritó la amazona, mientras sacudía violentamente su cuerpo, restregándose el fuego del cuerpo.
La llama que encendí ya ha tomado gran porción del valle.
Y es por eso que el lugar a donde ella saltó también estaba en llamas
—¡AY! ¡AY! ¡AY! — Con prisa siguió saltando, mirando al suelo, buscando un lugar donde sus pies no se quemaran.
Y ese lugar era el rio.
La esperé ahí, con mi cuchilla lista para —Ay, esto no es nada divertido — La amazona se detuvo en seco. Sus pies se quemaban, pero, al mismo tiempo, no.
El fuego no le afectaba como debería.
Era anormal, inhumano, era su bendición.
—Ya mejor te mato — dijo, y sin mirarme, giró su cuerpo y su puño en revés golpeó mi mandíbula apretada.
Sentí el impacto, reverbero en todo mi cuerpo, como una honda que parecía destrozar cada uno de mis órganos, a pesar de ni siquiera haber sido ahí el lugar del impacto.
En mi mundo ralentizado vi el cielo, toqué con mi lengua mis dientes y encontré dos a punto de salirse.
Maldije mi mala suerte. El dolor de muelas es horrible!!!!
Pero bueno. Verifiqué la dirección a la que la amazona me arrojó y me di cuenta que era la correcta.
Entonces, suspiré.
Que bien que todo salió como esperaba..
Caí cerca de la inconsciente niña dorada. Fingiendo no poder levantarme, le robé algo de su parte baja, y luego, giré con dicho objeto perpendicular a mi pecho.
La amazona, quien se abalanzó sobre mí con la intención de asesinarme rápidamente, no pudo detenerse, pero si bloquear.
Bloqueó de forma perfecta la espada de la niña dorada.
Pero ese bloqueo falló, cuando su cuchilla de clase alta, simplemente fue atravesada como una brocheta, y lo siguiente en el camino, fue su vientre al descubierto.
Apreté el mango con toda mi fuerza, la amazona hizo lo mismo con mi cabeza.
Entonces, obligué a la espada a ascender, mientras ella me aplastaba el craneo.
—AHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!
Hubo un grito. Tan profundo y eufórico que, yo, simplemente negué que fuera mio. Y para cuando terminó, frente a mí había una fuente roja y una amazona partida en dos.
La sangre bañó mi cuerpo.
Mis brazos cansados no pudieron resistir el peso de la espada y la hoja se desplomó, al igual que yo, sobre la tierra mojada.
—Ves... — Te lo dije, amazona-san...
Tu serías el sacrificio.
—He ganado — dije, hacia la última amazona que quedó en pie.
Esta amazona fue la que me dio la victoria al caer en mi trampa del arete y distraer a todas. La primera, y cómicamente, también la última.
—¿Que harás? — Pregunté, levantándome con la espada de la niña dorada en mi mano izquierda.
—Y-Yo.. — La pequeña exploradora tambaleó. —No me mates, por favor — Viendo a las mas fuertes muertas, rogó por su vida, sin darse cuenta, que no puedo dar un solo paso mas.
—¿Cuál es tu nombre?
—C-Cami
—Es un nombre demasiado lindo para morir tan joven
La amazona tembló de miedo, y dejó caer todas sus armas, cuando le dije que se acercara.
Este es el momento de mayor tensión en mi vida.
No puedo permitir que ella se de cuenta que estoy acabado.
Debo mostrarme fuerte.
¡Carismático!
Absurdo.
—Quiero contarte una historia — La amazona se sentó frente mio, y yo, me acomodé al lado de la niña dorada, esperando que su viento apresurara en algo mi recuperación.
Para recuperarme correctamente necesito cerrar los ojos y desconectarme de todo. Pero dejar escapar a esta exploradora sería firmar nuestra sentencia de muerte.
Por eso, voy a sacrificar mi recuperación mental y me conformaré con la física.
Entonces, ¿que diablos debería contar?
¿Por qué elegí un cuento para empezar?
Bueno, no es que no tenga algunas historias interesantes.
—A-Asesinaste a todas mis amigas... JODETE!!!... ¿De que se trata el cuento?
No lo sé.
Déjame pensar.
Debe ser algo que conozca bien, para que no parezca que me estoy desmayando.
Quizás.
Si, eso puede ser.
De hecho, no hay otra opción.
El tema será...
—Como comprendí que debía escapar de mi madre
<●>
El campamento esta en calma.
Mientras el bosque arde y las exploradoras supervisan la zona, los hogares de las refugiadas, civiles de otros anillos rescatadas por Kanah-san, se mantienen calidos con el fuego de las hogueras.
Son muchas.
Quizas demasiadas.
Era una prueba del exceso de corazón de Kanah, quien es incapaz de ver a su gente morir, incluso si es con una razón.
Eso la hace una buena persona.
Y al mismo tiempo, una terrible lider.
Pues en este espacio tan abierto, albergando tal cantidad de números, cualquier psicópata puede infiltrarse.
—Ahhh.. — Luego de tantos enfrentamientos, mi cuerpo no pudo recuperarse. El daño acumulado me acompañará el resto del camino.
Pero mi estamina esta renovada, al menos lo suficiente.
Gracias a eso pude volver a cargar a la niña dorada, solo que, esta vez, sobre mi hombro izquierdo.
Esto me imposibilitó cualquier reacción a un ataque enemigo. Pero no era importante
Al final, yo ya no puedo pelear mas.
Sin embargo, eso solo significa que, a partir de ahora, mis metodos serán inhumanos e imperdonables.
Puedo sentir.
Como la parte de esa mujer latente en mí se esfuerza por vivir.
Y mi mente comienza a maquinar, trabajando arduamente por un plan que nos salve. Me aterra. Pues estoy viendo una luz.
Me da asco.
Pues estas cuerdas en mis manos no son para mantener quietos mis huesos rotos.
—Por favor... — Mientras ataba sus manos, la mujer mayor forcejeó, pero no con la fuerza que esperaba.
Tal vez sabía que cualquier movimiento brusco podría hacerme perder la paciencia. O tal vez había visto mi estado. Un hombre a punto de desmoronarse, que no dudaría en apuñalar lo primero que le moleste.
—No va a tomar mucho tiempo, se los prometo — dije, sin siquiera mirarla a los ojos. Mis palabras sonaban huecas, como si las dijera para convencerme a mí mismo más que a ellas.
Además de la mujer, aquí habían tres niñas. Todas amazonas, con manos y pies demasiados pequeños como para confrontarme.
Se encontraban atadas, en el mismo armario donde estoy por meter a la amazona mayor. El lugar donde decidí infiltrarme fue un albergue de niños.
Supuse que me daría menos problemas.
Desafortunadamente, estuve en lo cierto.
¡Clin!
—NO — grité, quizas demasiado fuerte, a una de las niñas, que intentaba cortar la soga con un pedazo de vidrio. Quizas un vaso que rompieron en la mañana y que ocultar aquí para no ser castigadas.
No importa. —¿Acaso quieres matarlos a todos? — dije, mirando a la niña. La severidad en mí, hizo enrojecer sus ojos que comenzaron a llorar.
—No se muevan... por favor. Tampoco intenten liberarse —dije mientras recogía los pedazos de vidrio y acomodaba a la pequeña escapista en una esquina.
Ella tenía los ojos hinchados de lágrimas, pero no decía nada. Solo me observaba, como si intentara entender por qué alguien como yo había irrumpido en su casa en medio de la noche.
Era cruel. Y mi propio corazón me lo hizo saber deteniéndose por un segundo. Pero no pude hacerle caso. En este punto, ya no puedo detenerme.
—Esto no te salvará — La amazona mayor habló por primera vez. Su voz era baja, pero su mirada afilada como una daga. Parecía que me conocía, o por lo menos, las circunstancias en las que me movía.
Me detuve, con las manos temblorosas sobre el último nudo. Me obligué a mirarla, a responder. No tenía tiempo para explicarle nada, y es por eso, que lo reduje al primer sentimiento que encontré.
—No me interesa salvarme — respondí, incapaz de saber si lo que dije era verdad, y luego, amarré con fuerza el último nudo.
Sentí cómo mi sangre se mezclaba con la cuerda, cómo el dolor subía por mi brazo, pero lo ignoré.
Me puse de pie con dificultad, la respiración pesada y la visión un poco borrosa. Mis piernas temblaban, pero el peso en mi pecho no era físico. Miré a la madre, a las hijas, todas inmóviles, todas atrapadas por cuerdas que lo mismo les coloqué.
—Ríndanse.. solo por ahora. Esto no es el final.
Salí cojeando del gran armario, cada paso un recordatorio de mi propia fragilidad. Sosteniendo la puerta giré para verlas una última vez.
—Vivirán — Sonreí —Es lo único que importa, ¿verdad? — y cerré el armario con el mismo candado que la amazona mayor, quizás la dueña del albergue, usaba para trancar las puertas.
Es una lastima que hoy no lo haya hecho.
—Esto no tuvo que suceder — Me quejé, dirigiéndome hacia la cocina poco iluminada. En la mesa había preparado alcohol de barril, agua caliente, aguja de cocer, tijeras e hilos.
Era momento de cocer mis heridas.
Mientras tanto, con este paño en la boca, puedo ir rememorando. Perdiéndome un poco en mis recuerdos.
Creo que es obvio.
Pero me infiltré en este albergue y secuestre a todos dentro.
Me sorprendió que no hubieran mas niños, pero luego recordé que es difícil sobrevivir en una guerra.
Como sea. La razón por la que estoy aquí, es porque no hay otra forma de cruzar.
Mi territorio queda de la puerta hacia adelante. Y eso significa que debo atravesar todo este territorio que, en tan solo unas horas, fue tomado por Kanah.
Es imposible que Tiona y Tione lleguen hasta aquí.
Me gustaría haber podido tomar otra ruta, pero nos rodean acantilados.
No existe otra forma que seguir adelante.
Y además de eso... Quizás no debí arrojar a la niña dorada al rio. Lo digo porque, bueno, se enfermó.
Su fiebre es alta y su viento esta girando como loco.
Ella necesitaba un descanso. Necesitaba este lugar. Aunque solo sea por unas horas, voy a dejarla aquí mientras preparo el terreno.
El cuerpo pequeño y frágil de la niña dorada reposaba en el colchón viejo que encontré al fondo del cuarto. La había envuelto con una manta y todo lo que pude improvisar para que no sintiera el frío.
Su respiración era suave, pero su piel seguía pálida. Ella era mi única excusa, mi única justificación para lo que estaba haciendo ahora.
¿Acaso soy su héroe?
No, claro que no.
Solo soy un digno hijo de madre.
—No despiertes— Me despedí de ella, caminando paso firme hacia la puerta de salida.
Con tranquilidad me infiltré en las amazonas, quienes giraron ocasionalmente a mirarme mientras murmuraban cosas.
Respiré hondo.
Agudicé mi voz.
—¡AH! Es la amazona pálida!!! — Una de ellas gritó y mi alter ego se vio al descubierto.
Si, soy yo la amazona palida, Bell Cranel.
Mi alter ego de mujer, uno que utilicé para aliarme con Kanah en el pasado y así quemar el templo de Kali, me sirvió de nuevo, para infiltrarme en el corazón de Kanah, su base de refugiados.
Como pensé, siempre es bueno tener una que otra identidad distinta dispersa por ahí.
—¡Bebe ¡Bebe! ¡Bebe! — Coreaban las amazonas, sus voces resonando como tambores en medio del bullicio del bar al aire libre.
Nos encontrábamos en alguna parte cerca de las cercas que cerraban esta área civil. Las amazonas que me reconocieron me trajeron como si toros furiosos y, por alguna razón, amazonas de otros circulos se unieron.
Parece que todas quieren un motivo para reir.
El piso de piedra quebrada y los pilares de madera que sostienen una gran losa de piedra como techo, fueron quienes se juntaron para que, en esta larga mesa de roble, una copa se alzara sostenida por mis dedos.
Habían mas de diez barriles detrás de la mesa y todas esperaban poder abalanzarse hacia ellos cuanto antes.
Pero la primera en tomar seré yo.
Es una formalidad de estas tierras que la "celebre" celebre primero.
Mecí el líquido en su interior, ámbar y espeso, reflejaba las luces parpadeantes de antorchas y braseros.
Giré la copa lentamente, observando cómo las sombras bailaban en la superficie de la bebida, ignorando por un momento los gritos de las mujeres alrededor.
No duró mucho.
—YA BEBE!!! ¡Y Cuéntanos de donde vienes!
—¿Dónde te metiste luego de la fiesta de esa noche?
—¿Estabas en el campamento de Bell Cranel, verdad?
—¡Felicidades por huir!
—Es que se cae a pique
—Ese hombre es un fraude
—Aja aja
—Sin salvación
—¡Volver con Kali es lo mejor!
Sonreí a sus risas exageradas y, luego de dar una última ojeada a los barriles sellados y al que había contenido mi trago, suspiré.
Estas amazonas afirman que el regimen dictatorial de Kaki es mejor que rebelarse ante ella.
No es que pueda negarlo. No he vivido lo que ellas si, y mi perspectiva, sin duda esta influenciada por mi propio interés.
Pero eso no quiere decir que tengan razón.
Cuando las cosas comenzaron a ir mal ellas fueron las primeras en traicionarme. Les faltó convicción. Y por eso ahora retroceder les parece tan tentador.
Conformistas. Son el peor enemigo de los que intentamos crear algo nuevo.
Por que, por favor, todas aquí son tan debiles que a estas alturas Kali ya las habría matado en su coliseo.
No lo entiendo.
Pero es mejor no hacerlo.
Las venció el miedo.
Cobardes.
—Ughaaa!!!! — En medio de la felicidad, una amazona se encorbó, vomitó un trago y la sangre fluyó de sus dientes al suelo de madera.
Todas la miraron estupefactas.
Y mientras esta amazona vomitona caía al suelo, su copa se rompió y, algunas, casi presintiendo lo que había sucedido, retrocedieron cuando el liquido se expandió.
Algunas intentaron socorrerlas.
Otros lo evitaron.
Las dudas y las miradas abundaron. Sn saber que hacer, reaccionaron tarde, y para cuando una decidió tocar el liquido para asegurarse, la amazona vomitona ya se había recompuesto lo suficiente.
Y a voz de jarra gritó.
—Manzanaaaa!!!! — Mientras gritaba, la amazona vomitona se dio cuenta de lo tonto que sonaba y se avergonzó, pero luego, cuando el miedo circundante arrancó gritos, ella se sintió mejor.
Esta amazona vomitona soy yo.
En serio.
¿Por qué tienen que ser manzanas?
—Eh, manzanas, espera, pálida, no me digas que-
—Estos barriles están infestados con jugo de manzana!!!!???
—CALLATE, no ves que vas a asustar a todas!!!
—P-Pero, no puede ser... Vienen directamente del primer anillo!!! DE KANAH-SAMA!!!
—Si, es cierto, no puede ser, seguro que esto es una confusión no, Pali-
—OYE, la niña se esta muriendo. ES OBVIO QUE HAY ALGO MALO AHI!!!
Las peleas y diferencia de opiniones comenzaron.
Esperé a que el fuego creciera, y mientras tanto, rosé con mis dedos las heridas y las burbujas en mi boca.
Eran convincentes.
—¿Kanah quiere matarnos? — Pregunté, mirando directamente a la única amazona que intentaba defender a Kanah con todas sus fuerzas
—¿¡Que!? — Ella se alteró. Me miró tiradas, sucia, con los síntomas claros de la alergia, y no pudo decir nada.
Ese momento de silencio.
Entregó todo.
—¿Kanah-sama hizo esto?
—Si no fuera por la amazona pálida todas habríamos tomado y estaríamos muertas!!!
—Que es esto. ¿¡ESA PERRA QUIERE MATARNOS!?
—No, alto, calmenese, por favor. ¿¡Por qué Kanah haría algo como eso!?
—¿No quiere ella regresar con Kali? — dije, pero esta vez ignoré la mirada de la defensora y miré a la que insultó a Kanah.
Vi mi propio reflejo demacrado en sus ojos. Y la ira hizo estallar venas en su frente.
—Espera palida, ¿que tiene eso que ver con-. — intentó replicar la defensora —¡AH! YA SE, NOS VA A ENTREGAR COMO SACRIFICIO!!! — La estupidez amazonica se lo impidio.
—AHHHH??? — La defensora y muchas otras la miraron extrañadas. A simple vista no tenía sentido.
Y siendo honesto, yo tampoco se lo encuentro. A leguas se ve que es una mentira.
Pero hay personas para las que no será tan obvio.
Eso es lo importante.
—SABIA QUE NO PODIAMOS CONFIAR EN KANAH!!!
—Espera, que tu la odies no quiere decir que-.
—Callate, ¡tu solo la defiendes!
—P-Pero, ¿¡que razón tendría Kanah para asesinarnos!? PARA EMPEZAR, COMO SABES QUE LA HIDROMIEL ESTA REALMENTE ENVENENADA
Escupí sangre.
Escupí dientes.
Escupí, incluso, pedazos de mi propia piel.
Y entonces, entre tosidos que parecían desgarrar mi garganta, alguien habló.
—ERES IMBECIL, SOLO MIRALA!!!
La amazona defensora se quedó callada. Al no ser yo su enemiga, sino la victima, fue incapaz de acusarme teniendo todas la pruebas al frente.
Claro que, ella misma podría tocar las gotas en el piso y así descubrir cual es la verdad.
Sin embargo, nunca lo hará.
Porque es una cobarde.
—Kanah es alergica. Kali odia a las alergicas. Pero si le entrega una cantidad considerable de su gente entonces, Kali podría hacer una excepción
—ESPERA, PALIDA IDIOTA, NO... NO ES ASÍ!!
La defensora exclamo con todas sus fuerzas, pero muchas la miraron con dudas, y quienes no pudieron oir todo y tenían miedo, solo querían hallar un culpable.
Kanah.
—IMPOSIBLE — La última chance que tendría la defensora de defender era esta, y comenzó con un gran grito que calló todo ruido.
—¡Kanah jamas sacrificaría a su pueblo! Y nosotras, las alérgicas, lo somos!!! — Grito, exclamó, purificó su propia alma llenándose de sus firmes creencias, y gracias a ello, supe donde atacar.
—¿Es Kanah-sama realmente una alérgica?
Planté una duda absurda que, dado el miedo y el descontrol, resonó por cada pescuezo desnudo como un horrible susurro.
Pensé que, ademas de los susurros, nadie tendría la voluntad para hablar en voz alta.
Me equivoqué. —¿Por qué dirías algo como eso? — La defensora comenzó a encontrar extrañas mis acusaciones. Que reacción tan natural.
Podría decir que hasta me sorprendió. En lugar del argumento, vio a la persona. Aunque bueno, llevo mirándola fijamente todo este tiempo para lograr eso.
Se puede decir que en toda esta confusión nos hemos vuelto "intimas"
Sonreí un poco y con el ceño fruncido ella se acercó a mí.
Vi la ira en sus ojos, parece que, aunque no lo entiende del todo, ha sido capaz de sentir lo que estoy haciendo.
Bajé la cabeza y esperé.
Entonces. —¿¡QUE MIERDA HACES!? — La mano de la defensora fue detenida por una enojada amazonas. Era la amazona agresiva, quien se paró frente a mí con su puño cerrado.
También la miré a ella. También tengo un vinculo con ella. Solo que este es mas rebelde.
—La proteges. ESTAN COMPINCHADAS
—NO SE QUE ES ESOOOOO!!!!
Las chicas comenzaron a pelear. Amazonas civiles intentaron detenerlas, pero retrocedieron al ver las pequeñas gotas de mi copa.
El temor ya esta infundido.
Solo necesitó ser paciente.
Ella sola llegará.
—¿Que significa esto? —. Me incorporé a medida que una voz confundida, pero dominante, se aproximaba desde la calle aledaña.
El piso resonaba a su alrededor. Era su propia fuerza y la de sus compañeras de elite siguiéndola.
Una guardia de cinco niveles 4 que, incluso en mis mejores condiciones, preferiría no desafiar.
—¡KANAH-SAMA! Exigimos explicaciones
—Por favor, digamos, ¿¡usted es de verdad alergica!?
Sutilmente el miedo de las amazonas por el contenido de mi copa, había cambiado a uno mas atroz, el miedo de que su líder sea una traidora.
Fue algo natural.
Y cuando la líder me tuvo en mira, evité confrontar a sus ojos y me limité a mostrar mi boca.
—Imposible — Kanah, quien se ha vuelto aguda con cada muerte de sus amigas, entendió la situación rápidamente y golpeó la tierra con su lanza.
—¡NO SE QUIEN ENVENENO LA HIDROMIEL! PERO LO HARÉ PAGAR UNA VEZ DEMUESTRE MI INOCENCIA — Declaró, haciendo que todo mi cuerpo se estremezca.
Ella es tan fuerte que incluso Tione, el mejor ejemplar de mi ejercito, no podría derrotarla sin Tiona.
Si algo sale mal, en este momento, moriré.
¿De verdad será ese el caso?
¿Hoy será el día de mi muerte?
¿Por fin alguien podrá matarme?
¿La suerte se ha acabado?
¿Sentirás algo al ver mi cadaver, madre?
Pensé y seguí pensando, divagando, observando como lentamente Kanah tomaba la copa con su gran mano y con la otra se servía del mismo barril que yo.
Gota por gota, mililitro por mililitro. Mi corazón latió al sonar de la hidromiel fluyendo. Y cuando la copa estuvo llena, tanto como para que nadie tuviera quejas, Kanah la levantó en lo alto y la volteo sobre sus labios separados.
BA-DUM
BA-DUM
BA-DUM
BA-DUM
BA-DUM
BA-DUM
BA-DUM
BA-DUM
BA-DUM..
Gané.
Pude sentir la excitación de mi corazón deteniéndose un instante. Me deleite, observando el rostro confundido de Kanah, quien luego de terminar su hidromiel, no sintió efecto alguno.
Entonces, mientras nuestros ojos se encontraban por primera vez.
¡Mientras su mente comenzaba a entender una ínfima parte de lo que realmente estaba pasando!
Una amazona lanzó la primera piedra.
—KANAH NO ES ALERGICA!!! — Gritó, y a esa voz se unieron diez, y a las diez se unieron veinte, pero del lado contrario.
Para cuando Kanah dio el primer paso hacia mí, con sus ojos distinguiendo mis ojos rojos bajo m cabello, ya estaba rodeada, ella y todas sus fuerzas.
Este maravilloso escenario de amazonas rebelándose contra ellas mismas, solo pudo lograrse gracias al cambio de perspectiva.
Si el asunto fuera, "¿La hidromiel esta realmente envenenada?" Yo habría perdido.
Pero gracias al miedo, gracias a su estupidez, gracias a la fe que tenían en una vieja amiga "YO", LOGRÉ QUE LA HIDROMIEL ENVENENADA FUERA UN HECHO Y NO PERMITÍ QUE EL TEMA SE CUESTIONARA.
Gracias a eso Kanah, desde que llegaste y creíste entenderlo todo, caíste en mi trampa.
¿Qué te parece, madre?
Todavía no tendrás la dicha de verme muerto.
Di la vuelta con una sonrisa. La violencia unilateral me ayudó a escabullirme y, pronto, Kanah me perdió de vista y yo a ella.
Pero esta violencia no duraría para siempre, en cuanto Kanah abandone su decisión de no matar y asesine a un par de las que se rebelaron, todo se calmara.
No puedo permitir eso.
¡FROW!
Con la ceniza de los arboles quemados, las flechas que conservé y mi fuerza bruta, prendí una llama.
¡FROW!
Y otra.
¡FROW!
Y otra mas.
¡FROW!
Y..
¡FROW!
¡FROW!
¡FROW!
¡FROW!
¡FROW!
¡FROW!
¡FROW!
¡FROW!
¡FROW!
¡FROW!
¡FROW!
¡FROW!
¡FROW!
¡FROW!
¡PAM! — Pateé con fuerza las puertas del albergue.
Llené mi boca con agua y escupí los restos de sangre que quedaban. Luego me limpié con uno de los secadores y lo dejé sobre la mesa.
Observé el pasillo, y luego, escuché golpes en un armario.
—. . . . . — Estas heridas en mi boca, que simulan una alergia fatal, no son de alergia. Son del puñetazo que me dio la amazona guerrera en la boca.
Lo mismo con los dientes y, bueno, la piel de mis mejillas la arranqué yo mismo.
Antes no estaba tan inflamado, pero ahora realmente parece una reacción alérgica extrema.
Gracias, señorita guerrera.
¿No te dije que serías un sacrificio?
Ahhh, siendo honesto, me alegro que todo terminara tan bien.
Al principio me pareció descabellado, pero, de alguna manera lo logré.
Quiero decir, colocar jugo de manzana en un barril sellado sería demasiado complicado. Fingir que estaba envenenado y jugar con su miedo a la muerte me pareció mas sencillo.
La rebelión en su propio campamento inició con un ¡BOOM!
Me gustaría ver la cara que tiene ahora, pero supongo que debo marcharme.
—Hola — Pateé la puerta del armario y la hice pedazos.
La amazona mayor y las dos niñas se exaltaron, pero no importó.
Observé sus cuerdas, ninguna estaba rota o con intentos de romperla. Quizas la amazona mayor decidió que era mejor no enloquecer a un loco.
¡Sabia mujer!
Con razón llegó a ser tan vieja en un país como este.
—Son libres — Me despedí de ellas para siempre y cerré lentamente el armario.
Me aseguré de que el fuego no llegara hasta aquí, así que en algún momento alguien las encontrará.
Conforme con mi decisión subí las escaleras hacia la habitación donde dejé a la niña dorada.
Cada paso que di rechinó.
Cada segundo que transcurrió hizo hervir mi sangre.
Cerré los puños.
Apreté los dientes.
No lo hagas — Rogué, mirando hacia un futuro incierto.
Por favor, no lo hagas — Imploré, para que ella fuera igual de cobarde que el resto.
Pero en un mundo de cobardes esta niña tenía que ser la única valiente.
No eran dos niñas amazonas las que encerré ahí. Eran tres. La que dejé en la esquina no estaba.
Pero sé donde esta.
Escucho su respiración.
Puedo predecir con exactitud su ubicación y lo que tiene en su mano.
Cargo conmigo un cuchillo grande atado a retazos de ropa. En este momento. Si fuera menos humano. Podría lanzarlo directo a su cuello y arrancarle la cabeza antes de que ocurra una desgracia.
Pero no puedes evitar desgracias con mas desgracias.
Esto no es juego.
Esta es una vida.
—Eres increíble — dije, y empujé la puerta, reconociendo en el proceso, a la única mujer que me ha vencido.
Una pequeña niña amazona de coletas que, con un cuchillo pequeño en el cuello de la niña dorada, acaba de asestarme un jaque mate.
La miré, con solo la vela del velador iluminando tenuemente nuestra tensa situación.
¿El viento de la niña dorada podrá contra eso?
Observé el arma que tenía la niña. Era grande y pesada. Debió tomarle mucho tiempo traerla hasta aquí. Creo haber visto sangre en las escaleras. Debió caerse muchas veces por el peso de la misma arma.
Eso significa que su determinación no cederá sin importar que le diga.
Maldita sea.
¿Que debo hacer?
No puedo perder demasiado tiempo aquí. Tarde o temprano Kanah me encontrara y ese será el fin de todo.
Pero abandonar a la niña dorada no es una opción. La traje hasta aquí y mi orgullo me obliga llevarla hasta un lugar seguro.
Pero no puedo matar a la niña amazona.
¡Simplemente no puedo!
—No puedo — dijo una voz, juraría que había salido de mi cabeza, pero vino desde el extremo opuesto a mí.
La niña amazona, con enojo y los brazos cansados, comenzó a llorar.
—Aunque vine hasta aquí para salvarlos a todos de ti, NO PUEDO!!!! — gritó, desahogando con su voz infantil todo el trauma que le obligué a vivir.
Y mirando con una ira que jamás debió pertenecer a una niña, me dijo —No puedo matar a una niña inocente...
La gran cuchilla en sus manos cayó al suelo, resonando con fuerza y mostrándome, por segunda vez, a una mujer que merece toda mi admiración.
La niña cerró los ojos y apretó los dientes.
Temblando, pareció enfrentar su destino. Pero tal cosa no llegó. Tal horror jamás llegaría a su vida.
—Este lugar no tiene salvación. — Di un paso hacia ella.
—Todas se han rendido a aceptar a Kali. Son cobarde, faltas de codicia, carentes de ambición. — Di un segundo paso hacia ella.
—¿¡REALMENTE PUEDES LLAMAR VIDA A ESTO!? ¿ESTAS CONFORME CON ACEPTAR LO QUE LA MAYORIA DECIDE? — Di un tercer y último paso. Colocándome justo frente a ella.
—No te prometo un dulce presente — Le extendí mi mano, y dije —Pero si un futuro.
Cuando terminé tuve muchos arrepentimientos. Sentí en lo mas profundo de mí que pude haber dicho un discurso mejor, que pude haberle dado mas sentimiento, mas corazón.
Pero el cansancio el dolor me redujeron a eso.
Y con los ojos en el piso, no tuve el coraje de afrontar mi presente, a pesar de hablar del futuro.
Entonces. —Snif... — Escuché un lloriqueo. Detrás de él no había una niña. Sin miles de recuerdos y dolores que han atormentado su vida desde el momento en que nació.
Y la rodeé con mis brazos. El hombre que la secuestro la abrazó, y esta niña, tan rota estaba, que me devolvió el abrazo y lloró.
Poco a poco lo sentí.
Mi historia en este mundo se esta tiñendo de algo mas.
Al principio quería conquistar este mundo y luego usar su poder para alcanzar a Haruhime, y enfrentar a madre.
Que mundano.
He conocido tanto.
He vivido tanto.
He visto tanto.
Que me es imposible seguir pensando así.
Este mundo no es mi tablero de ajederez. Sus niños, sus mujeres, sus guerreras, sus lideres e incluso su Diosa, no son mis piezas.
Todos están sufriendo.
Y yo no puedo permitir tanto dolor.
Sin darme cuenta, este día, comencé a tomar una pesada carga que traería consigo un horrible desenlace. Pero dependiendo del punto de vista, quizás sería lo justo para el mundo.
Nunca he sido una buena persona.
Pero, quizás, no sea tarde para empezar a serlo. Y sosteniendo en mi corazón un deseo, salí caminando del campamento enemigo.
Con cuatro niñas y una amazona mayor.
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[Final del camino]
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Un camino de fogatas apagadas desvela nuestro camino.
Intenté hacerlas no tan notorias, ocultar su rastro con tierra y hojas. Pero no existe forma de ocultar el humo rondando por nuestras cabezas.
Están cerca.
Nos rastrean.
Y no podemos ir mas rápido.
La niña dorada esta enferma. Su piel pálida y falta de sangre lo evidencian. Leí sobre esos síntomas cuando estudié medicina humana en los barrios de Rakia.
Agotamiento magico.
Por alguna razón y contra algún temible adversario, ella utilizó su mente mucho mas allá de su capacidad, y ahora, su cuerpo estaba pagando el precio de exceder los limites.
Pero jamás vi un caso tan grave.
Su corazón late tan rapido y feroz que parece estar a punto de explotar. Y no estoy hablando metafóricamente. Explotara de verdad.
No comprendo como una niña tan pequeña pudo utilizar tanta mente. Sé supone que el cuerpo limita dicha capacidad para no matarse a si mismo.
Debe de tener algo de especial.
Algo en su sangre, en su alma, que le permite romper ese límite con gran facilidad. Juzgando todas las razas que hay, me inclino a pensar que puede tratarse de un espíritu.
Pero su cuerpo sigue siendo humano. La raza menos avanzada y que peor maneja la magia. Este gran limitador la hace tan imperfecta que es casi cómico.
Le dieron el mejor poder mágico, pero si lo usa morirá.
—Hermoso — Un limitador tan hermoso que me hace sentir como un niño afortunado.
No obstante, quizás haya una forma de arreglarlo. Si el defecto de esta chica es ser humano, entonces, solo debe perder esa parte.
Volverse por completo un espíritu y vivir eternamente.
Aunque, irónicamente, eso le arrebataría lo bello a su existencia.
—¡JEFE! — Una voz, vino desde lo alto de una colina. Era amigable, casi demasiado. —¡ES EL JEFE! — Y a ella se unieron otras mas, que me saludaron agitando sus manos.
Reconocí esa forma tan icónico de llamarme. Y mi cuerpo perdió toda su fuerza. Por fin, luego de tanto había regresado a casa.
Cansado, no pude hacer otra cosa que dejar a la niña dorada en el suelo y esperar pacientemente a que mis amazonas descendieran.
Las niñas parecieron alegres, menos la que sigue dormida dormidita.
Incluso la señora mayor se alegró.
¿Por fin tendrán un techo, verdad? Me alegro de verlas tan esperanzadas.
Pero, no deberían confiar tan rápidamente.
Arrodillado, comencé a preparar mis fuerzas. Reuní energía de donde pude y respiré hondo.
Malditas bastardas.
Como se atrevieron a creer.
Que no reconocería a mis propias amazonas.
—RECUERDO CADA UNO DE SUS ROSTROS! — De las decenas de miles que me siguen, no hay una sola que no pueda reconocer.
Porque si están dispuestas a morir por mí, alguien debe recordarlas.
—NO IMPORTA QUE HAYAN DESCUBIERTO SUS MANIAS Y LAS IMITEN, JAMAS SERÁN COMO ELLAS — E incluso si mi fragil mente llegara a olvidar a alguna de ellas. No importaría. Pues ninguna de estas puede suplantarlas.
—LES FALTA VALOR
Corrí colina arriba con la espada de la niña dorada desenvainada y oculta tras mi cuerpo.
Vi a las amazonas descender en zig-zag hacia mí. La velocidad les arrebató estabilidad, pero ellas ni siquiera lo notaron.
Me planté a la colina con mi pierna dominante y lancé mi cuerpo hacia adelante. Tres amazonas en mi línea se abalanzaron con sus cuchilla en filo a mi cabeza.
¡CLIN!
Di un giro y salí de su objetivo, entonces, mi espada, delicadamente y sin necesidad de fuerza, rosó el abdomen de la primera amazona.
Y lo partió en dos.
La segunda cayó por su propio ataque, y nuevamente, sin necesidad de fuerza, coloqué el filo en sus piernas y estas abandonaron su torso, volando lejos de aquí.
La tercera intentó detenerse. Protegerse de mi espada, como si eso fuera lo único que pudiera matarla.
Le lancé mi cuchilla con lazo y su cuello quedó derramando sangre en el suelo.
¡CLIN!
Una cuarta estaba sobre mi cabeza, con sus piernas separadas y sus cuchillas en punta, planeaba caer sobre mí, pero la gravedad la hizo quedar en el rango perfecto.
Hice una rotación vertical de 360 grados con mi espada.
Y mientras yo continuaba avanzando, la cuarta amazona se desparramó sobre la colina partida a a la mitad.
—AY MAMA, AHORA SI SE ENOJO!!!
—QUE DEMONIOS FUE ESO!!
—NO QUE ESTABA CANSADO!????
Escuche los arcos tensarse.
Vi las flechas y mi arete me avisó.
¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN!
Moví consecutivamente mi cuello de un lado a otro y las flechas rosaron mi cabello, para luego perderse en la colina.
Seguí subiendo.
Un tajo vertical le arrebató la vida a la quinta amazona.
Me dejé caer, esquivando así el ataque impertinente de una sexta, y luego me impulse hacia adelante, partiéndola en dos con suma facilidad.
La séptima, octava y novena me rodearon. Lo vi al instante. Querían pasar de mí para ir a por las niñas.
Nuevamente me deje caer.
Giré en el aire para mirarla, y luego, lancé mi daga hacia la primera.
Se protegió con su brazo, la cuchilla se incrustó y tiré de ella.
Pero la amazona era mas fuerte, me obligó a ir hacia ella. La vi sonreír, orgullosa de ganarme en fuerza.
Luego la decapité.
Lancé mi daga a la octava. Ella la esquivó, pero eso acabo con su estabilidad y rodó cuesta abajo.
Recuperé mi cuchilla y esta vez la lancé contra la tierra. Tiré de ella y me lancé contra las dos.
La novena, quien seguía estable, giró e intentó contarme en el aire —¡CLIN! — Bloqueé su espada con la mía, y la vi caerse en pedazos.
Al segundo siguiente alcancé a la octava y rompí su cuello con las rocas de la colina.
Levanté esas mismas rocas con mi pie y las pateé contra las temblorosas piernas de la novena.
Ella cayó.
Directo hacia mi espada.
Y su sangre bañó la colina.
—Q-Que es esto.. — Una de las amazonas arqueras, todavía en la cima de la colina, me miró aturdida.
—M-Mis flechas no lo alcanzan — Dijo otra, dejando caer su arco y retrocediendo. Durante todo este combate ellas han estado disparando sin cesar.
Sin embargo, lamentablemente para ellas.
Con mi arete aquí, no existe un proyectil que pueda alcanzarme.
—YO NO VINE PARA ESTO!? NO SABIA QUE SERIA ASI!!!!
—A DONDE DIABLOS VAS?? TENEMOS AL LIDER DE LAS REBELDES JUSTO EN NUESTRAS NARICES!!!
—SOMO EXPLORADORAS, EL NOS VA A MATARA TODAS!!!!
Exploradoras.
Ciertamente, todas son demasiado débiles. Incluso con esta espada que corta todo como mantequilla, si ellas fueran guerreras de nivel tres, yo no podría ganar tan facil.
Pero todas son nivel dos.
¿Dónde esta su fuerza principal?
¿Por qué no vinieron a tomar la cabeza del vil Bell Cranel?
No tiene sentido.
A no ser que no puedan.
Porque están lidiando con un oponente mayor.
—Este es mi territorio — Lo entendí y sonreí.
Las fogatas que hice para calentar a la niña dorada no solo llamaron al ejercito de Kanah, sino también al mío.
Las gemelas Hiryute se han unido a mi infierno.
¡QUE GRAN CONSUELO!
Tomé una postura de carrera. Si me lo proponía podía alcanzar a estas amazonas antes de que lanzaran las siguiente ronda de flechas.
—SEÑOR BEL CRANEL — Pero escuché una voz, tan desesperada, que me hizo detenerme de inmediato.
Desconcertado giré hacia la base de la colina. En ella estaban las niñas y la amazona mayor. Rodeadas por un charco de sangre.
—¿Por que? — Pregunté. Solo pregunté.
¿Por qué están las niñas cubiertas por flechas?
No lo entendí. Mi mente estaba tan cansada, mi cuerpo estaba tan demacrado, que solo lo pasé por alto.
Todas y cada una de las flechas que esquivé siguieron su camino hacia el final de la colina.
Todas y cada una de las flechas que esquivé golpearon a las mujeres que supuestamente debía proteger.
Me dejé guiar por mi odio.
Perdí los estribos y no analicé el terreno.
Violencia pura. Nunca nada me ha salido bien cuando la ejerzo, y aún así, volví a hacerlo.
No puedo creerlo.
Inmovil en medio de la colina. Sin tiempo para bajar y mucho menos para subir, me quedé pensando en una forma de salir de esto.
La sangre que salía de las niñas era vasta. Morirían en minutos sin tratamiento adecuado. Una sola flecha mas sería fatal.
Yo.. No puedo moverme.
Me encontré bloqueado. Y mientras escuchaba los arcos tensarse y dudar, rogué para que su miedo les obligara a no disparar.
Sin embargo, hay un rasgo de los cobardes que es de temer.
Siempre encuentran el momento adecuado cuando jugar sucio.
—........ — Y una amazona estiró su cuello.
Y emanó una gran sonrisa.
—MATENLO
Como si su voz pesara mas que cualquier otra cosa, los arcos dispararon. Sus patrones inciertos me confundieron. —¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN! — Y mientras intentaba descifrar su movimiento caótico, la verdad me golpeó.
No lo lograría a tiempo.
Mis ojos se desviaron hacia la niña dorada, su silueta temblorosa bajo la sombra de la amenaza. Pasé por mucho para traerla hasta aquí.
No podía abandonarla.
Mi orgullo.
Mi dignidad.
Mi egoismo.
No me permitían perderla.
Cerré los ojos, apretándolos con fuerza, como si así pudiera negar lo inevitable.
Temblé, por primera vez en mucho tiempo, temblé de miedo.
—¡CLANK! ¡CLANK! ¡CLANK! ¡CLANK!
El hierro desgarró mi piel, perforó mi carne y quebró mis huesos. Cada impacto resonó como un tambor de guerra dentro de mí. La sangre, cálida y densa, brotó en torrentes desde siete heridas abiertas en mi espalda, empapando la tierra con mi debilidad.
Mi respiración se quebró, ahogada, y un vacío oscuro llenó mis pulmones.
El daño acumulado, el daño crítico, todo se unió en una ola imparable que me sacudió hasta la médula. Quise caer.
Mi cuerpo se tambaleó, ansioso por ceder, por rendirse.
Pero no podía.
No debía.
Si me retiro, todas morirán.
Apreté los dientes, forcé mis manos a volverse puños para que mi sangre tuviera un lugar a donde ir. No podía permitirme desmayarme.
Debía resistir.
Incluso si era por solo unos segundos mas.
—¡FUEGO!
El grito de la amazona sonriente esta vez fue diferente.
Y con mi cuerpo tenso, creí oler el característico olor del azufre.
¡FROW! ¡FROW! ¡FROW!
El fuego se desató. Flechas ardientes. Mi piel, mi cabello, mi ropa desgarrada, todo fue consumido por las llamas que parecían gritar con un dolor más agudo que el mío. Cada fibra de mi ser clamaba por tirarme al suelo y gritar, por rendirme de una vez.
Pero no debía.
No quería.
Es la primera vez que soy tan necio. No quiero morir. Pero tampoco quiero que ellas mueran.
No sé porque.
Es irracional.
Debería quitarme y correr.
Huir para tener una segunda oportunidad de luchar.
Hacerles unas malditas tumbas y enterrar cualquier culpa.
Pero no puedo hacerlo. Si en este momento dejo morir a esas niñas, entonces, yo seré basura.
El desprecio que siento por mi madre jamás podrá volver a ser justificado.
Seré un monstruo. Un bastardo. Así como ella quería.
¡Me niego!
Me niego a verlas morir.
Me niego a ser como mi madre.
Me niego a sucumbir al dolor.
En esta hora, yo, Bell Cranel, voy a encontrar una manera de sobrevivir sin huir.
Y las salvaré a todas, no importa cuanto dolor o cuanta de mi sangre deba derramar.
Por favor, cuerpo mío, soporta un poco mas.
¡Hoy voy renaceré!
PORQUE NO ME MOVERE.
Ba-dum.
Ba-dum.
Ba-dum.
Ba-dum.
Ba-dum.
Ba-dum.
Ba-dum.
Ba-dum.
Ba-dum.
Ba-dum.
Ba-dum.
¡Ba-dum!
Un silencio. En la oscuridad creciendo y la muerte inminente. Vi una pequeña luz. Un diagrama de puntos brillantes.
Tan brillantes como su cabello dorado, aún cubierto por la sangre. Sentí la energía volver, mi mente agudizarse con el tiempo, mi cuerpo deslizarse en el viento.
Esta terminado.
YA DESCUBRÍ EL INTERVALO DE SUS DISPAROS.
Pateé la tierra en el momento exacto. Las observé, con borrones de sangre por doquier, pero lo suficientemente nítido como para ver que, coordinadas, todas estaban recargando.
Golpeé la tierra con mi pierna dominante —OI-. — Y antes de que la amazona gritara. ME LANCE HACIA ADELANTE.
Rompí la tierra, quebré los dedos de mi pie izquierdo. Sentí en plenitud mi cuerpo, un último respiro.
—FUEGO!!!!!
Vi las flechas volar hacia mí, mi arete me avisó, mi vista se agudizó y comencé.
¡CLANK!
Con mi cuchilla con lazo detengo los disparos de la izquierda.
¡CLANK!
Con la espada de la niña dorada detengo los disparos de la derecha.
¡CLANK!
Con mi cuerpo detengo los que llegan de frente
¡CLANK!
Y con mi arete, esquivo los que van a mi cuello.
¡CLANK!
Continué corriendo a pesar de la sangre. Y cuando comenzaron a recargar, dejé en el aire mis armas y busqué en mi cinturon. Rápidamente, saque las dos flechas con las que prendí tantos infiernos y las disparé con toda la fuerza que me quedaba.
Una arquera cayó muerta.
La otra solo tuvo daño superficial, pues mi brazo roto no fue capaz de sacar todo de si.
Apreté los dientes.
Atrape mis armas nuevamente y seguí hacia adelante.
¡CLANK!
Me agaché y metí mi mano a mi bolsillo.
La ceniza de los arboles, la lancé hacia adelante creando una nube lo suficientemente densa como para poder avanzar sin el peso de una de mis armas.
Aceleré. Abandonando mi cuchilla con lazo.
Aceleré tanto que, el peso de la espada de la niña me quiso hacer caer, pero resistí por lo entrenado que estaba mi tren inferior.
¡CLANK!
Mordí una flecha y salté. La cima de la colina estaba frente a mis ojos.
—MATENLO!!! — Giré y la espada de la niña dorada hizo su trabajo. Tres arqueras cayeron muertas y ni siquiera necesité forzar mi cuerpo.
¡BA-DUM!
Un profundo dolor me atravesó. Una flecha había rasgado mi cuello y la sangre brotaba peligrosamente.
Contuve la herida con mi mano. Pero mi brazo roto ya no se movía. Solo una mano ocupada. La espada de la niña dorada cayó inevitablemente al suelo.
Quedan tres.
Las vi tomar distancia y levantar sus arcos. Eran tan cobardes que ni siquiera acabarían conmigo en un combate cuerpo a cuerpo.
Abrí en grande mi mandíbula.
¡CLIN! ¡CLIN! ¡CLIN!
Esquivé dos disparos y atrapé el tercero con mis dientes. Me dejé caer hacia adelante, como desmayándome, y luego subí de golpe. Rasgué el cuello de la amazona con su propia flecha y me abalancé hacia la siguiente.
¡CLANK!
Mi piernas fueron atravesadas por sus flechas. Sentí un ardor. Mi cintura se prendió en fuego y las llamas me derribaron.
Me aferré a la tierra. Las escuché recargar. Y luego lancé la tierra a sus arcos tensos. Las flechas rosaron mi rostro, la tierra empañó sus ojos, a tropezones me acerqué lo suficiente y rasgué el cuello de la segunda.
La punta de mi flecha se quedó incrustada en su cuello.
Escupí la flecha rota y miré a la última. Ella lanzó su arco al piso y desenvaino un cuchillo corto.
Cerré mis ojos.
Tanto dolor me hizo ver rojo por todas partes. Pero la calma regresó. La concentración. La necesidad de ganar.
Predije su movimiento. Iba a lanzar sus cuchillo. ¡CLIN!
Saqué mi mano de mi cuello. Comencé a desangrarme, pero atrapé su cuchillo en el aire. Lo sostuve con fuerza y me lancé hacia ella —AHHHHHHHHHHHH!!!!
Alcancé su cuello y lo atravesé, con todo el peso de mi cuerpo la derribé y ella cayó, aterrada y temblando. Nunca tuvo las cualidades para ser una guerrera.
—Ahh... Ahggh.... — Tapé nuevamente la herida en mi cuello, pero esta ya había dejado de sangrar.
No era tan profunda.
Por fin, tengo suerte...
Caí al suelo respirando mi propia sangre.
Había ganado.
Un descanso era todo lo que necesitaba. Con mis amazonas tan cerca, es imposible que el enemigo tenga todavía fuerzas para atacarme.
Solo un respiro.
Si recupero un poco mas de fuerzas podré bajar y subir a todas las niñas.
Lo conseguí.
¡Realmente lo hice!
BA-DUM.
Vaya... Parece que no puedo respirar.
Una flecha debió perforar mis pulmones.
Quizás mas de una.
Bueno..
Esta bien.
Mis amazonas las encontrarán. Las cuidarán. Por lo menos mejor de lo que yo lo he hecho.
Me frustra un poco no poder verla ir a casa. La niña dorada... ¿de que color serán sus ojos?
Supongo que nunca lo sabré.
Pero, esta bien. Nunca tuve nada en la vida. No me molesta perder también el momento de verla despertar.
Seguro que enloquecerá al verse rodeada de amazonas. Su rostro será... — Cof..Cof..— muy... gracioso...
Esta bien.
No duele.
Desde que nací me estuve preparando para esto. Este resultado no es nada mas que la culminación de todas mis maldades.
El mundo hoy se ha deshecho de un monstruo.
Todos deberían estar felices.
Incluida tu, madre..
Porque.. Yo...
Estoy satisfecho.
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[Fin del prólogo]
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