Sobre sangre (Final)

Advertencias: Ninguna, lean las notas del final.

~•~

Chuuya pasó horas buscando algo que tuviera relación con Dazai, de vez en cuando volteaba a ver al incubo, y este le regresaba los gestos con cierta melancolía.

Osamu era un lienzo en blanco, no tenía recuerdos humanos salvo el de su piel ardiendo y cayendo hasta que dejó de sentir; el dolor fue transformado en un estado de catarsis del cual fue sacado por Chuuya.

Un muchacho de hermosos ojos azules al cual el mundo le debía tanto, era genuinamente amable y tristemente se conocieron en las peores condiciones. Pero no importaba, Dazai jamás admitiría un sentimiento por un ser humano.

—No hay nada— murmuró Chuuya—. Lo siento.

—Babosa tonta, no es tu culpa— respondió el incubo tapando las cajas con una manta vieja—. Tengo hambre.

—¿Estás bromeando? ¡Lo hicimos hoy!— sus orejas se tiñeron de rojo—. Eres desagradable, vamos, le diremos a mi tío que no encontramos nada. Tal vez él tuvo suerte.

Una vez se reunieron con el cura les compartió sus hallazgos, o la falta de ellos. Ambos muchachos intercambiaron una mirada indescifrable ante el cura que parecía juzgarlos, nunca hubo tiempo para decirse lo que necesitaban, ni lo que sentían.

—Chuuya, ¿puedes llamar a Akutagawa-kun y preguntarle cómo están?— prácticamente lo obligó a decir que sí—. Gracias.

Esperaba ser seguido por el incubo pero este se quedó de pie frente a Mori, de haber tenido los ánimos suficientes lo habría arrastrado con él para evitar un conflicto, pero ciertamente estaba triste. Cuando cerró la puerta el de ojos avellana sonrió cínicamente.

—Ve al punto, sé que quieres decir algo— clamó Dazai.

—No sé del todo tus intenciones con mi sobrino, he de admitir que no le has hecho daño significativo y estoy seguro que se encaprichó contigo pero esto se trata de tí. No lo harás feliz, tu naturaleza lo impide además que es inaceptable.

—¿Me harás daño? ¿Vas a torturarme hasta que puedas deshacerte de mí?— cuestionó el castaño.

—No, yo no puedo hacerlo y mi mensaje fue recibido por un alto mando de la catedral más cercana y su respuesta fue un tanto decepcionante, no vendrán porque no existe la posesión de un cuerpo material— explicó el mayor—. Así que no podemos librarnos de tí, tendré que buscar un medio propio.

—¿Por qué me dices todo esto?— parecía un poco sorprendido, pero eso lo mantenía alerta.

—Porque lastimarás a Chuuya, es un buen chico...yo he visto en él al hijo que no pude concebir, es rebelde sin necesariamente ser vulgar, quiero su seguridad y siendo francos que estés de pie aquí es todo lo contrario— su expresión era tan calmada como siempre.

—Eres muy gracioso, ¿por qué te haría caso?— Dazai puso ambas manos en su cintura con aires de superioridad.

—Porque de lo contrario haré que Chuuya sea internado por demencia, ¿Te dijo que quiere ser abogado? tiene un gran futuro y personas que lo quieren...

—Para ser un cura eres sumamente diligente— murmuró entre dientes.

—Haré lo necesario para cuidar de él, tiene una hermana preciosa ¿crees qué él te pondrá antes que a ella, o de su madre?— alzó los hombros indiferente—. Los demonios no pueden amar, del mismo modo nunca serán amados.

El incubo no respondió solo lo miraba con desdén. Era cierto, jamás haría feliz a nadie, ni siquiera a él mismo, así que solo podía negarse a la idea de darle satisfacción al cura y por ello sonrió.

—Creo que te ha quedado claro— el de ojos morados suspiró, se puso de pie y salió sin mirarlo nuevamente.

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—Akutagawa está bien, dijo que te cuidará mientras él está afuera por tus encargos— el pelinaranja intercambió una suave mirada con el mayor—. Me toca hacer la cena solo...

—Chuuya, deberías llamar a tu madre— "antes de que yo lo haga" era lo siguiente en su oración pero no pudo decirlo—. Saludala y también a tu hermana, seguramente deben esperar escucharte.

El de ojos azules se sorprendió por lo tranquilo que era en el fondo, nunca conoció bien a su tío y ciertamente las revelaciones de Dazai lo pusieron incómodo. Pero debía reconocer que su persona era pacífica. Subió con la esperanza de cruzarse con la cabellera castaña pero esta ya no era visible por ningún lado.

Hizo lo que su tío propuso, llamó a casa y para su sorpresa contestó su madre—. Yo también te extraño, así que no llores...

El muchacho con pequeños cuernos lo escuchaba desde atrás de la puerta.

—Ya sé, cuando vuelva a casa les contaré todo lo que hice...si mamá, ese niño pálido es mi amigo— una bella risa se escapó cuando escuchó a su hermana colarse en la conversación—. No dejes que Koyka coma tantos dulces, no tiene autocontrol.

¿Tenía sentimientos por ese joven? Si, recién lo descubrió. Su vida le fue arrebatada, ya no era humano pero comprendía parte de las emociones humanas que Chuuya sentía; amaba a su familia y se iría con ellos, lo dejaría solo sin importar lo mucho que le profesaba su amor.


El de cabellos naranjas abrió los ojos por el molesto brillo del sol asomarse en su habitación, volteó a todas direcciones buscando a cierta figura alta que desde ayer no lo molestaba, o siquiera tenía contacto con él.

Pensó que todo lo de la redención lo abrumó, así que solo bajó al sótano al primer descuido de Mori, llevaba una linterna con él. Para su sorpresa su tío había investigado minuciosamente y no encontró mucho que le fuera útil. El ruido de algunos objetos caerse lo hizo sonreír.

—Hasta que te apareces— dijo con falsa indignación antes de escuchar la puerta azotarse—. Podríamos buscar en otro lado, hasta debajo de la tierra si es necesario.

Al no escuchar respuesta volteó encontrando a una figura femenina viéndolo curiosa.

—Carajo— murmuró sintiendo sus piernas temblar.

La mujer señaló su brazo y después un pedazo de espejo en alguno de los estantes, al no hacerle caso ella misma avanzó por el objeto mientras algunas lágrimas se filtraban en las pestañas de Chuuya.

La azabache se acercó al joven inmóvil cortando parte de su antebrazo pasando su yema por la herida.

—¡Ayuda!— gritó pues sabía que la puerta solo se abría desde el exterior.

La de ojos ámbar negó en repetidas ocasiones apuntando su linterna hacía el suelo y cuando tuvo una reacción se agachó para escribir una letra con la sangre, señaló nuevamente su brazo lo cual fue comprendido por el otro de inmediato.

—¿Para qué quieres mi sangre?— interrogó a la mujer que ya le parecía menos temerosa.

—Nombre— fue lo único que dijo por temor a ser escuchada en el mundo espiritual por Fyodor.

—¿Tuyo?— prefirió esperar otra palabras pero la muchacha pasó su dedo por la herida escribiendo dos letras más. Repitió lo anterior hasta tener la palabras "Shuuji", el pelinaranja sentía el corazón en la garganta—. Ese es el nombre de...

—Más sangre— dijo sin mirarlo a la cara.

El proceso de tomar unas gotas de sangre del brazo del joven se repitió hasta que un apellido podía leerse "Tsushima", Chuuya le tomó una fotografía con su teléfono sin entender qué relación tenía la mujer con Dazai.

—Es el único gesto amable que hice por él— murmuró poniéndose de pie para perderse entre las sombras del sótano dejando al joven casi al borde del infarto.

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El de caballos castaños observaba el cuchillo de la cocina, si atravesaba el corazón de Mori podría robar el de Chuuya sin más interrupciones.

"Maldito vendado" se escuchó en un grito y se puso a buscar al joven con desesperación, si bien el cura no era un problema, quizá Fyodor si.

Sus nervios bajaron cuando lo vieron entrar sonriendo—. Jodete, idiota Dazai.

—¿Joderme?— preguntó ingenuo—. Yo no puedo hacerlo, lo haces tú...

—Tu nombre es este— mostró el celular con rapidez—. No me preguntes, ni yo sé qué pasó.

Osamu parpadeó varias veces pues sí tenía el recuerdo de ser llamado "Shuuji"; fue justo antes de morir que la mujer a su lado gritaba "No le hagan eso a Shuuji, es todo lo que tengo".

—No, y ya deja de molestar— gruñó apartando la vista del dispositivo y dando la vuelta para no ser visto.

—¡Hijo de perra! Te ayudé y así lo agradeces— tomó su hombro con fuerza para gritarle hasta que notó que lloraba—. Oye tú...

—Ya te dije que dejes de molestar— "porque no quiero separarme de tí" pensó pero no fue capaz de pronunciarlo.

La playa, te llevaré a la playa si haces esto— el más bajo lo abrazó por detrás para no avergonzarlo más—. Haré lo posible para que te mudes conmigo a la universidad, podrás sentir el sabor de las comidas, y prepararé de todo tipo.

No sabía lo que significaba la verdadera redención del alma, pero esas palabras hicieron que Dazai apretara los labios y se curvaran en una sonrisa—. No creo que cocines bien.

—Te sorprenderá que si— subió una de sus manos hasta el pecho de Dazai—. No debes pagar una condena de algo que no fue tu culpa...tendrás una oportunidad y podemos hacerlo juntos.

Los pasos del cura los hicieron separarse—. Te esperaba para hablar de algo importante, Chuuya...

—Recuerdo mi vida como humano, viejo tonto— quiso hacer un chiste pero Nakahara pellizcó su brazo.

—¿De verdad?— arqueó las cejas curioso pues pensaba que todo ese tema era caso perdido y el incubo entendió su lugar.

Soy Shuuji Tsushima, he fornicado con muchas personas, sodomise a varias y...

—Solo bastan tus pecados como hombre— interrumpió el mayor.

—Soy Shuuji Tsushima y nací— exclamó con vergüenza—. Nací del pecado entre una mujer y un incubo.

—¿Eso era todo?— ni Chuuya pudo disimular su emoción.

—Aún falta algo— dijo el de ojos violetas—. No lo estás haciendo desde el corazón.

—¡Porque no tengo uno!— él también parecía impaciente pero suspiró y volvió a decirlo con más calma.

Nada pasaba, hasta que Chuuya apretó su mano y esta comenzó a desaparecer—. ¡Mierda, mierda, ¿Qué pasa?!.

—Resultó ser más puro en sus días como humano, aún si era el mal retratado dios le ha permitido olvidar esa naturaleza— y Mori se lamentaba por no tener evidencia de aquello.

—¡Espera!— mordió su labio inferior—. ¡No te vas a ir!.

Dazai observó con fascinación como poco a poco perdía visibilidad su cuerpo—. Es extraño, mira chibi, es como si estuviera muriendo...

—¡Cállate idiota!— las lágrimas no tardaron en rodar por sus mejillas—. Detén esto, por favor, dios no te he pedido nada por mí...así que...

Pero estoy alegre por esto, seré una buena influencia para la babosa y me llevarás a la playa— sonrió apretando su cuerpo en un abrazo para susurrar algo en su odio—. Te amo, Chuuya.

Los segundos le robaron la respuesta que Dazai anhelaba pues se perdió en la eternidad de la muerte, de un abismo que lo separó de lo único que tenía. Chuuya de repente abrazaba a la nada frente a Mori quien entendía el porqué de sus lágrimas y solo dió una palmada en su hombro antes de alejarse para darle su espacio.

—¡No me lo quites!— suplicaba una y otra vez a todo lo que pudiera oírlo, a cualquier deidad que fue tan cruel de hacerle eso.

Akutagawa volvió al día siguiente pero no fue recibido por el muchacho. Chuuya pasó las últimas semanas en cama deprimido por lo sucedido; en realidad nunca fue buen cocinero pero estaba dispuesto a tomar clases para darle todas las comidas exóticas de las que fue privado por años. Habría convencido a sus padres de tomar un año sabático para trabajar y pagar un lugar más grande donde vivieran ambos.

Era una pena que Dazai no estuviera con él cuando fuera a la playa con Kyoka a escondidas de sus padres. Era él con quien le hubiera dado la bienvenida a la muerte.

Un día antes de que su madre fuera por él decidió ir al pueblo por recuerdos y de paso un regalo para Akutagawa. Volvió con algún dulce tradicional y conservas de sabores para su hermana; dejó las cosas en su encimera y fue directo a la habitación del muchacho pálido.

—Esto es para tí— era su propio teléfono con solo un contacto—. Le diré a mamá que lo tiré al agua y cuando compre otro, lo agendaré para poder llamarte sin tener que molestar a mi tío.

—¿De quién es el número?— preguntó curioso.

Un niño que atiende una heladería, o algo así— sonrió de lado antes de volver a dormir en la cama en donde conoció a Dazai, donde tuvieron intimidad a su modo: uno que otro beso, abrazo junto a un insulto.

Mori no dijo nada de ese día, se limitó a enviar el resto de las vasijas a las catedrales cercanas. Cuando llegó el día de su despedida, Chuuya le dió un abrazo y la promesa de volver las próximas vacaciones.

Chuuya era muy joven, algunas de sus promesas no eran cumplidas, pero fue cada periodo vacacional, con o sin Kyoka. Le sorprendió enterarse que Akutagawa desertó del camino de "dios" para estudiar la carrera de arquitectura, claro que siendo totalmente apoyado por Mori, quien ya era su tutor legal.

Toda su vida tuvo el sentimiento de que algo pudo ser distinto, tal vez fue una relación poco saludable, o podía ser que jamás tuvieron una. Pero dolía y pensaba a menudo en el incubo que liberó por accidente y del que se enamoró.

"Adamavit incubus tanta devotione religiosa, ut cor eius calore compleretur".

Si es posible la redención, es posible la reencarnación, eso es seguro. Un amor tan extraño merecía otra oportunidad para florecer.


Notas de la autora:

Traducción: El incubo se enamoró con tal devoción religiosa que su corazón fue invadido con calidez.

Este es el final, pero tranquilos porque el epílogo se sube mañana temprano y el especial después.

La verdad es que en mi "primer final" Dazai asesinaba a todos y secuestraba a Chuuya pero dado que me pareció que tenían interacciones muy dulces me dije "wey, haz un final bien lindo y empalagoso".

Si ven faltas de ortografía avísenme, esto no está totalmente corregido porque estoy llorando mientras leo esto.

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