Secreto

Advertencias: Blasfemias.

~•~

—¿De verdad estás bien?— Akutagawa trató de entablar una conversación con el muchacho que temblaba ligeramente.

—Si, solo fue una pesadilla— bebió el té con rapidez antes de salir por la puerta evitando toda conversación de aquello. Ser abrazado en su propia parálisis del sueño le dió dos principales sensaciones, miedo, y gusto.

Cerca de la iglesia había un árbol donde colgaba una soga atada a una llanta, buscando un rato de paz se subió en ella para dar un par de vueltas y olvidarse de la noche anterior. El muchacho era algo asustadizo, pero fantasmas no eran su principal miedo, Nakahara pensaba que si bien no todo tenía una explicación, no existía ese plano astral dónde decides ser un hijo de puta y asustar a otros.

—Deberías volver a dentro— Hirotsu le habló con aquella voz ronca—. El sol es fuerte, te dará un golpe de calor.

—Gracias— en cuanto respondió casi salió corriendo, quería llamar nuevamente a su madre. Buscó al de ojos grises pero no logro hallarlo, con simpleza fue hasta el estudio de Ōgai por teléfono fijo y marco el número de casa.

—Hola— era la voz de Kyoka.

—Me alegra oír tu voz, pequeña— hizo enfasís en esa palabra.

Chuchu, te extraño muchísimo— la de ojos azules estaba necesariamente feliz—. ¿Cómo te va con los raros?.

—Oye, no lo digas así, son peculiares, pero han sido amables— tarareó examinando levemente el cuatro—. El tío Mori no es desagradable, incluso puedo decir que es divertido.

—No confío en los padres, ni en las iglesias— murmuró la menor—. ¿Adivina qué?.

—Soy malo con las adivinanzas— soltó una risa que solo frustró más a la pequeña.

—Estoy tratando de convencer a mamá para que vaya por ti antes— chilló emocionada—. No solo es porque estás en un lugar donde no conoces a nadie.

—Lo sé, así mueren todos los personajes en las películas de terror— cantó haciendo reír a su hermanita—. Los extraño, trataré de portarme bien para irme antes.

—Yo también haré lo posible para que regreses antes— suspiró profundamente—. Te quiero Chuchu, estos días son eternos...

—No seas floja, y come bien, seguramente estás comiendo pura mierda— su tono acusatorio fue lo que orilló a Kyoka para despedirse antes.

—Adiós, no te escucho— soltó una carcajada antes de colgar.

—Que divertida— giró sobre sus talones para caminar hasta la puerta y abrir, pero la cerradura estaba atascada—. Mierda...

Aunque un espasmo recorrió su espalda, Chuuya pensó con la cabeza fría. "La casa es vieja, seguramente necesita mantenimiento real". Se convenció de eso, gritar era inútil en especial porque no sabía dónde estaba Akutagawa, y Hirotsu seguramente estaría en el jardín trasero. Sin ánimos de nada se recostó en la alfombra roja, a lo lejos pudo distinguir que no había ni una imagen religiosa, tal vez porque era un espacio más privado para su tío.

~Chuchu~ un susurro lo hizo voltear. Al no ver nada volvió su vista al frente—. Chuchu~

Eso fue más cómo un gemido, se obligó a sentarse en la alfombra para estar más alerta, dios, lejos de estar asustado sentía la sangre hervir por esos extraños ruidos.

~Chuchu~ logró distinguir que se trataban del apodo dicho por su hermana, sus pensamientos se nublaron por el terror, colgó la llamada y además de ella, nadie me decía así.

—Dios— trató de ponerse de pie, pero un peso lo mantuvo sus caderas quietas—. ¿Otra puta pesadilla?.

Los sonidos cesaron, y rápidamente fueron cambiados a sollozos—. Eres tan malo.

Esa voz lo hizo darse cuenta que en realidad estaba muy cerca del responsable. Frente a él la imagen del muchacho castaño con pequeños cuernos apareció y se hizo más clara. Estaba en su regazo, su ropa consistía en un una tela roja rodeando sus caderas.

—Santa mierda— pataleó, pero su peso era exagerado para la talla que aparentaba.

—¡Traté de llamarte así porque parecías feliz!— otro chillido salió de su boca mientras limpiaba lágrimas—. Eres tan malo...

Padre...santificado sea...sea— estaba temblando.

—No te sabes la oración correctamente— pausó sus lamentos para verlo a la cara—. Para ser tan bonito, eres un tonto.

—Padre...— su voz era apenas un hilo.

—Te ayudaré. Padre, santificado sea tu nombre; venga tu reino; danos cada día el pan que necesitamos; perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos ofende; y no nos dejes caer en la tentación— ronroneó bajando la espalda de Chuuya haciendo que chocará con el suelo.

—No quiero morir— susurró imaginando que se lo comerían en su propia alucinación.

—¿Por qué te mataría?— lamió sus labios antes de quedar recostado en Chuuya—. Eres la persona que me libero.

—Por favor...yo no he vivido— al escuchar sus palabras tan suaves solo pensó que era una pesadilla, pero su cuerpo no reaccionaba.

—Ciertamente me hirió que me consideres una pesadilla, yo me esfuerzo tanto para verte— hizo un puchero, la diferencia de estaturas era aún más visible—. Ya sé, un beso te hará sentir mejor.

Nakahara solo fue consciente de sus labios siendo succionados por los del castaño, quien se negaba a dejarlo respirar apropiadamente.

—¿Qué eres?— habló en cuanto se alejó un poco de sus labios.

Un incubo— alzó las manos mostrando obviedad—. ¿No has oído hablar de ellos?.

—No...

—Que chico tan tonto. Los incubos son entres que se meten en tus sueños, básicamente extraen tu energía gracias al semen, eso es en términos sencillos.

Ya no le parecía tan peligroso, pero seguía asustado—. ¿Por eso baje de peso?.

—En parte, estabas deprimido y quise animarte— frotó su mejilla con la de Chuuya—. Me lastimó que pienses en mi cómo una pesadilla, soy un sueño hecho realidad.

—¡Akutagawa!— comenzó a gritar para ser despertado, estaba seguro que seguía dormido.

—Él no me gusta, cómo tú me liberaste, ahora estoy contigo.

—¿Liberarte?— estaba tan confundido y aún más cuando el castaño movió su cadera sobre su miembro.

Ese día en mi prisión llegaste tú y rompiste el sello. Tenía tanto tiempo sin ver a un humano, y que fueras lindo solo es suerte— canturreo con viva alegría.

—¡Ayuda!— siguió intentando.

—Que ruidoso, por eso me gustas más cuando eres tranquilo— se acomodó para quedar a horcajadas—. Te veré esta noche.

La puerta se abrió dejando ver a Nakahara sentado en el piso, sudando y totalmente sonrojado. ¿Tenía una erección?.


Ayuda, me dan miedo estás mierdas y decidí hacer un fic de eso jajaja'nt

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