Como un castillo
Advertencias: Homofobia interiorizada, medio triste.
Feliz mes del orgullo para la comunidad LGBTQ+
~•~
—Creo que no estás del todo contento aquí— comentó el de ojos violetas—. Te ofrezco una disculpa si te llegamos a presionar, no era nuestra intención abrumarte.
Chuuya negó—. No han hecho nada que me ofendiera, esté lugar es un poco extraño, pero no me desagrada.
"Encontré algo con que entretenerme".
—¿De verdad?— suspiró aliviado, pues en el fondo quería conectar con más de su familia—. Deberías ir con Akutagawa-kun al centro del pueblo, pasar tiempo libre haciendo cosas de jóvenes.
Así fué como terminaron ellos solos. Nakahara volteó en dirección a la camioneta de Hirotsu, buscaría cosas para reparar el tejado.
—¿Te mandó a buscar algo?.
—Velas, e incienso— dijo el menor empezando su camino.
—¿Quieres un helado?— señaló un pequeño local—. Tengo un poco de dinero.
Asintió y así abrieron la puerta. El muchacho que atendía era un poco similar.
—B-buenas tardes— casi era un tomate después de ver a Ryunosuke.
"Es el muchacho de la iglesia" pensó—. Buenas tardes, yo quiero un helado de fresa, ¿Y tú?.
—De menta— vaciló un poco hasta recibir el cono.
—¿Podemos comerlos aquí adentro? Hace mucho calor afuera— habló el pelinaranja estirando el dinero.
—C-claro— respondió el de boina.
Ambos tomaron asiento en una pequeña mesa junto a la ventana.
—¿Venderán porciones más grandes? Quiero llevar para todos— el pelinegro no escuchaba nada, solo observaba al joven detrás del mostrador—. ¿Por qué no le hablas?.
—¿A quién?— murmuró—. No estoy viendo a nadie.
—Como quieras— buscó su celular encontrando que tenía mejor señal ahí.
"Por fin puedo mandarte mensaje, han pasado muchas cosas y la mayoría creo que las soñé" para Higuchi.
"¿El sacerdote fuma marihuana?" Era la respuesta de la muchacha.
"Ojalá, éstos días son largos como el infierno".
"Follate al sacerdote en el altar, lo hará más ameno".
"Es mi tío, mierda, das asco".
"¿Y es guapo?, Porque estoy soltera".
"No tienen permitido hacer eso".
Abrió el chat de Kyoka y le envío una foto de sus pies con una vaga descripción "Las próximas vacaciones, vienes tú".
Sonrió antes de alzar la mirada para distinguir un pequeño sonrojo en Akutagawa.
—De acuerdo, podemos decir que nadie te gusta— hizo énfasis en "nadie"—. ¿Quieres darle mi número para que hable contigo?.
—No es eso— agachó la cabeza—. ¿Podemos irnos?.
—¿No quieres preguntarle cómo se llama?.
No hubo respuesta, el de ojos grises se puso de pie y salió corriendo. Chuuya lo hizo detrás de él. Le costó trabajo pero cuando lo encontró tenía los ojos llorosos y una bolsa con las cosas solicitadas.
Justo cuando quería entablar una conversación, el anciano llegó por ellos.
—¡De prisa, no tengo todo el día!— les gritó desde su asiento hasta que subieron.
Nadie dijo nada durante el regreso, y Akutagawa solo miraba el camino sin emoción alguna. Entraron a la casa donde Mori limpiaba los cristales.
—¿Cómo les fue?— al ver el semblante serio de Akutagawa dedujo que algo no estaba bien—. ¿Quieren contarme algo? Puedo escucharlos.
El joven más alto negó, acomodó las cosas y subió a su habitación.
—¿Podrías intentar? Te podría ir mejor que a mí— sugirió el cura—. A veces no lo entiendo, supongo que debe ser difícil estar rodeado de viejos pero me preocupa.
—No tendré más suerte que tú.
Se tomó su tiempo para ir a verlo. Tocó la puerta hasta que la abrió de mala gana.
—No me gusta que me interrumpan mientras estudio.
—¿Podemos hablar? Mi tío espera que lo haga y en realidad quiero hacerlo.
El más alto de apartó para hacerle espacio y así entró.
—¿Dije algo que no debía?— su nariz se arrugó—. Perdón, no era mi intención hacerte sentir incómodo.
El de puntas blancas abrió la boca, pero no emitió sonido alguno, así fueron muchos intentos hasta que su garganta produjo un sonido—. No estaba enojado contigo, es que...yo no...
Chuuya no habló, solo escuchó atentamente.
—No puede atraerme un hombre— era apenas audible—. Está mal, sé que está mal.
Comenzó a llorar, su llanto era como el de un niño que es abandonado.
—¿Quién dice que está mal?— por fin habló el pelinaranja.
—Dios dice que...
—Que ames a tus semejantes, o algo así, no leo la biblia— no se atrevió a mencionar todos sus pensamientos. "Fue escrito hace mucho tiempo".
—No quiero que me odie, no quiero ir al infierno— sollozó Akutagawa.
—No podría odiarte— sus ojos también se nublaron—. Eres un buen chico, haces cosas buenas y eres agradecido, alguien así no merece odio.
Asintió sorbiendo su nariz—. No le digas a nadie, por favor.
—No lo haré, lo prometo— le regaló media sonrisa—. Si quieres hablar...
—No, por ahora no quiero hablar— limpió sus ojos lo mejor que pudo.
—Cuando quieras hacerlo, puedes buscarme, vivo en la misma casa.
Ambos soltaron una risita.
.
.
.
Ya eran casi las diez y el de ojos azules no podía dormir, más bien, estaba impaciente.
—Oye, tengo una pregunta— la voz del incubo lo hizo saltar.
—Mierda, solo eras tú— suspiró—. Por favor que no sean idioteces.
—¿Te gusta ese niño?— sus ojos eran diferentes a otras noches.
—¿Akutagawa?— frunció el ceño—, Carajo, no.
"Lo miras con delicadeza que no me dedicas" pensó—. Que mal, esperaba la oportunidad de hacer un trío.
—Cerdo hijo de puta— se acomodó dándole la espalda—. ¿Vienes por comida? Dijiste que podías durar hasta dos semanas sin alimento.
—Al menos prestas atención— se metió en la sábanas junto al joven.
—No puedo hacerlo hoy, espera hasta mañana— declaró casi avergonzado, pero en realidad seguía un tanto triste, de ahí el negarse.
—¿Dije que sacarás tu pene? No, entonces cállate— sus manos terminaron en la cintura de Chuuya—. Escuché algo de tu plática con ese niño.
—Fisgón— se movió tratando de apartarlo, pero al notar que se trataba de caricias sin otras intenciones, decidió dejarlo.
—¿Cree que dios lo odiará por amar a otro hombre?, Dios no hace esas cosas, los hombres dicen que las hace.
El de ojos azules giró su cuerpo para quedar de frente al incubo—. ¿Existe un infierno?.
—Si, es complicado de explicar— sonrió de lado por el repentino interés de Chuuya.
—¿Qué clase de personas van al infierno?— su expresión estaba repleta de angustia.
—De todo tipo— suspiró profundamente—. Hay niños nacidos del pecado que son manchados con él.
—¿Las personas que son como yo van al infierno?— murmuró Chuuya—. Es que yo le dije a Ryunosuke que no iría solo porque le gustará un hombre.
—No, el amar a otras personas no es un pecado, hacer cosas malas por ellos si lo es— su mano subió hasta la mejilla de Chuuya—. Pero dios puede darles redención, y hasta la reencarnación.
—¿Es real?— tenía miles de preguntas.
—Claro, tu vida en otro tiempo y espacio, es solo eso— quitó algunos de los mechones de su cara—. Eres muy joven para preocuparte por eso.
—A las personas normales nos da miedo saber que moriremos un día al azar, y pagaremos pecados. No era muy creyente de dios, pero después de verte empiezo a dudar— cerró los ojos con una tranquilidad extraña.
—¿Por qué si soy un demonio debe existir dios?— dijo con ironía.
—Si, pero también me parece fascinante que no quieras llevarte mi alma— se acurrucó contra su pecho—. Qué tonto soy, y tú eres un demonio guapo, vaya equipo...
El castaño quiso decir algo con esa astuta lengua, pero no pudo, no tenía comentarios que soltar. Resignado lo abrazó con más firmeza y lo arrulló toda la noche.
No necesitaba dormir, ni siquiera descansar, pero era muy tranquilo estar ahí con Chuuya. Era distinto a estar solo en la oscuridad de la vasija, era mejor.
Unos ojos amatista veían todo desde la oscuridad del cuarto. El ente desapareció cuando Dazai comenzó a sentirlo, solo para regresar a su naturaleza cargando a una mujer de cabellos negros.
—Parece que ha crecido— murmuró con gracia.
—Es más guapo ¿Cierto?— preguntó la joven de ojos ámbar.
—Si, pero sigue siendo débil, tu hijo es inexperto.
—Todos somos débiles junto a tí, demonio Fyodor— respondió con amargura—. No es solo mí hijo. Es una lástima que no recuerde el nombre que le dí con tanto esmero.
—Un incubo no conoce afectos, tal vez creas que eres mejor a mí por tu vida humana, pero miranos, incapaces de sentir amor por el niño que concebimos— sonrió caminando por un pasillo que parecía nunca tener fin—. Vamos, Tane, tengo hambre.
Resumen de la vida del incubo Dazai Osamu.
Así es, Fyodor es el demonio que embarazó a la madre de Dazai (El verdadero nombre del autor era Shuuji).
Después de darlo a luz la gente se enteró de lo que pasó y quemaron al niño junto a su madre. De ahí Dazai regresó con la naturaleza de su progenitor, y vivió poco tiempo con incubo hasta que lo sellaron.
Alaverga, está historia estaba pensada para tener poquito trasfondo y más sexo, pero lo equilibre perfectamente para tener un final feliz. Es porno con trama 😌
Si tienen dudas déjenmelas y gracias por leer.
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