Capítulo 5

—Te escogí un traje blanco hermoso, cielo.

Musitó la señora Park y Jimin simplemente rodó los ojos.

Se supone que era su boda, pero no podía evitar sentirse presionado cada que escuchaba algo sobre ello.

Tal vez era porque lo estaban obligando.

—Nada ridículo, por favor.

Musitó cruzado de brazos, parecía niño regañado.

—Para nada, es super sencillo y elegante.

Respondió la señora Park.

—Iremos a las pruebas esta tarde.

Y el rubio frunció el ceño al instante después de escuchar eso.

—¿Y no puedo ponerme cualquier traje que ya tenga?

Bufó mientras se levantaba de aquel sillón en el que se encontraba sentado.

—¿Por qué le prestas tanta atención a los detalles?¡Ni que fuera una boda voluntaria para darle importancia!

La señora Park desvió la mirada mientras se levantaba del sillón.

—Jimin, no me obligues a...

—¿A qué, mamá? Oh, ¿le dirás a mi padre?¡Pues dile para ver si así cancelan esta mierda!

Y Jimin sintió como su mejilla ardió. Su mano subió involuntariamente a su mejilla y su mirada se dirigió a su madre.

Le había dado una bofetada.

—Soy tu madre, me debes respeto.

Fue lo único que dijo antes de darse la vuelta e irse.

Jimin quedó ahí parado sin moverse en una especie de trance, ¿qué había pasado?
Su madre por primera vez lo había abofeteado.

Mordió su labio inferior antes de agarrar sus cosas e irse de ahí, no sabía porqué lo primero que hacía cuando algo pasaba era huir.

Eso no era bueno para él, y mucho menos para su salud, pues al primer lugar que acudía era a un club o a un bar.

Pero no sabía que le había dolido más, si el hecho de que su madre, la cual siempre lo había defendido de su padre, lo había golpeado, o el saber ella no iba a intervenir en el matrimonio forzado.

Jimin caminó cabizbajo tratando de cubrir su rostro con la capucha de su buzo, iba a ir al bar, solo eso tenía en mente.

Necesitaba quitar ese dolor e impotencia que volvía a sentir y el alcohol era su única escapatoria.

[...]

Se bajó de aquel uber y su mirada se posó en la entrada de aquel club. Sus ojos estaban rojos por haber contenido las lágrimas todo el camino.

Tal vez estaba exagerando, ¿no?

Soltó un suspiro silencioso y volvió a morder su labio inferior con inquietud.

Si entraba ahí, ya no había vuelta atrás, probablemente tenga problemas y haya más inconvenientes como los que ya tiene.

A la mierda.

Entró a aquel edificio y lo primero que hizo fue acercarse a la barra.

—Buen día, ¿en qué le puedo servir?

El bartender preguntó amablemente y Jimin alzó levemente la mirada.

—Un whisky, por favor.

Musitó mientras se sentaba en aquella silla.

—No, mejor deme tres, de una vez, y que sea él más fuerte que tenga.

—Enseguida.

Y a los minutos tuvo sus tragos de whisky frente a él. Tomó aquella bebida haciendo una leve mueca al acabar aquellos tragos.

No era suficiente.

Ni siquiera le gustaba el whisky, pero era el que lo mareaba más rápido en situaciones como esa.

—Me podría d-

—¿Jimin?

Una voz lo interrumpió antes de que pudiera hacer su pedido y Jimin volteó.

—¿Qué haces aquí?

Preguntó y Jimin encogió los hombros antes de voltearse e intentar hacer el pedido.

—Oye.

El bartender miró como el hombre se acercó al rubio y simplemente se retiró, regresaría solo si lo necesitaran.

—Jungkook, no estoy de humor.

Dijo aclarando su garganta antes de dirigirle la mirada.

—Pero...vaya, ¿te encuentras bien?

Dijo con un tono preocupado al ver los rojos ojos de Jimin junto a una nariz algo rojiza.

—Si, si, no me molestes aún, solo llevo tres tragos, esperate a los diez y tendremos sexo.

Jungkook frunció el ceño.

—Jimin, será mejor que vayas a casa.

De alguna manera Jungkook se sintió preocupado por la actitud del lindo rubio, estaba extraño.

—No, no quiero ir a casa aún.

Jimin respondió antes de pedirle otro trago al bartender haciéndole señas con sus manos.

—Park, no te veo muy bien que digamos, deberías irte.

Jimin recibió su cuarto trago y no dudó en tomarlo.

—Jeon, déjame en paz, no quiero volver a esa maldita casa por lo menos por unas horas, ahora, cállate.

Dijo molesto antes de volver a hacer la seña para que le traigan otro trago de aquel fuerte whisky.

—Bien...

Musitó mientras veía como se tomaba aquel trago de un bocado.

La conciencia de Jungkook le decía a gritos que saque a Jimin de ahí, claramente no se veía bien, y no quería un cargo de conciencia.

—¿Qué me miras?

Bufó mirando como Jungkook estaba a su lado sin despegar su mirada de preocupación.

—¿Y si tomas algo menos fuerte?

Le aconsejó, el whisky que estaba tomando era un trago algo fuerte, y si la meta de Jimin era terminar desmayado, pues no tardaría en cumplirla.

Aparte de que no quería que le pasara nada.

—¿Y si mejor te callas?

—Muy bien, es hora de irnos.

Dejó unos billetes en la barra y agarró a Jimin del brazo antes de jalarlo hacia la salida.

—¡Ey!¡Suéltame!

Se quejó mientras forcejeaba el agarre del pelinegro en su brazo, pero no pudo zafarse por más que lo había intentado.

—¿Quién te crees?

Se quejó con Jungkook mientras él lo arrastraba hasta su auto.

—Alguien con suficiente sensatez para saber que tú en ese estado ibas a acabar ahogado en alcohol.

Abrió la puerta del copiloto y obligó a Jimin a entrar, quien a regañadientes lo terminó haciendo.

—Ni que fueras mi padre.

Jungkook rodó los ojos al escuchar aquellas palabras y cerró la puerta del auto antes de darse la vuelta y abrir la puerta del asiento de piloto.

—¿Me puedes dejar a una cuadra? Ya sabes, para no tener que caminar tanto al volver.

Dijo Jimin irónico y Jungkook cerró la puerta sin decir ni una sola palabra.

—Te llevaré a tu casa.

—Ya que, tendré que gastar en uber de nuevo.

Jungkook lo miró frunciendo el entrecejo, ¿por qué se portaba así?

—¿Qué te sucede?

Preguntó finalmente.

—No, qué te sucede a tí, no eres nadie para arrastrarme de esa forma.

Jungkook soltó un fuerte suspiro, el rubio ponía a prueba su paciencia.

—¿No me dirás por qué no quieres ir a tu casa?

Preguntó y Jimin simplemente lo ignoró.

—Bien, te llevaré a mi departamento para que pases esos tragos, estás hecho un desastre.

Y Jimin solo se cruzó de brazos.







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