10. Peculiar.

Leonardo era un chico peculiar recién empezaba la universidad y ya estaba metido en problemas, ahora se encontraba encerrado en uno de los cubículos de aquel sucio baño del instituto junto a otros compañero, ambos escuchando en silencio y terror los ruidos que venían del otro lado. Era obvio que esa puerta y ni las paredes detendrían a aquel ser paranormal de atacarlos o jugarles alguna broma.

Ambos chicos estaban llenos de pánico, Leo apretando las piernas para evitar orinarse del miedo mientras su compañero apretaba las nalgas para no cagarse del susto. Si bien, ni uno de los dos creyó en qué de verdad existiera un ente poderoso en los baños ahora se arrepentía de su estúpida osadía.

-Leonardo, si alguno de los dos logra salir debemos buscar ayuda.- propuso el compañero.

-Dipper eres un pendejo.- insultó Leo mientras miraba hacía el techo, rezandole al de arriba por ayuda.- no puedo creer esto, me niego a creer que moriré así.

-no moriremos, si dejas de mover tus piernas así me ayudarías...- Dipper fue interrumpido por el brusco movimiento de Leo a la hora de resbalarse con un poco de agua, y aunque el no se cayó si logro que el otro se resbalara soltando el teléfono y dejándolo caer en el escusado.- mucho...- terminó de decir mientras veía su teléfono flotar en el agua de la taza del baño.- Leonardo, el pendejo eres tú.

Ambos miraron el teléfono flotar en el agua, los dos tenía unas inmensas ganas de llorar del coraje, ahora sí estaban perdidos, las clases habían acabado y las conserjes tardarían horas en volver.

-Dame tu teléfono.- pidió Dipper mientras acomodaba su gorra y recordaba el número de su hermana.

Leo se lo dió y Dipper marcó rápido el número de su hermana.

-Mabel.- nombró mientras escuchaba el alegre contestar de su hermana.- regresa por mi a la escuela, estamos encerrados en los baños de mujeres.

Leo observaba preocupado los gestos de su amigo, por lo visto la gemela estaba negándose.

-¡Por un demonio Mabel, quedé atrapado con un espectro en los baños con el idiota de Leonardo, ven a salvarnos!.- pidió desesperado Dipper mientras veía como el moreno se ponía pálido, mientras abría y cerraba la boca con miedo.

El de gorra volteo a ver lentamente encontrándose en la puerta del baño el rostros deformado de una mujer, la cual parecía mirarles con sus ojos huecos, la sonrisa del espectro se ensanchó dejando a Leonardo petrificado del miedo.

-¡Ahhhhhhhhhhh!.- gritó Dipper de la manera menos varonil del mundo mientras intentaba alejarse de la puerta, bajando la tapa del inodoro para subirse en ella mientras gritaba y sujetaba con fuerza a Leo.- ¡AYUDAAAAA!.

Leo entre los gritos de Dipper y la ahora carcajada de la mujer en la puerta, solo tomó de las manos a su amigo para que lo soltará, no gritaba sólo porque temía a orinarse. Cuando Dipper se ahogo en su llanto la mujer desapareció solo para abrir y cerrar las puertas de los demás cubículos, mientras ellos escuchaban gritos desesperados que venían de aquel espectro. Leonardo se soltó de Dipper e intentó cerrar la puerta del cubículo en el que estaban mientras le gritaba a su amigo.

-¡DIPPER AYUDAME A CERRAR LA PUERTA, MALDITA SES CONTIGO!.- gritó desesperado mientras veía como Dipper intentaba bajar del inodoro.- ¡Apúrate, maldito puto de mierda!- siguió insultando a su amigo mientras la puerta seguía moviéndose de forma grotesca, moviendo los brazos de Leo de igual forma.

Con toda su fuerza Leo intentó mantenerla cerrada, cuando creyó que ya estaba por cerrar intentó ponerle seguro pero la puerta fue abierta con una fuerza descomunal  mandando al chico hacía fuera del baño, Dipper reaccionó y saltó del inodoro al piso creyendo que caería sobre Leonardo pero la puerta fue cerrada de nuevo, haciendo que el chico chocará con ella.

Leo observo todo con miedo y ahora la mujer se apareció frente a él, el moreno se levantó con un gran terror mientras intentaba correr pero la mano de la chica se posó en su antebrazo, sujetandolo con fuerza. La mujer lo soltó cómo si el toque con la piel del muchacho le quemará, el espectro asustada se alejó, tomando una forma más humana, en su rostro se veía el terror.

Leonardo vio su brazo dejando ver dos marcas, una era la que la mujer enfrente suya había dejando pero está se veía como una mano de una chica normal, la marca de sus dedos no ardía pero la otra marca parecía ser de una mano con garras como parecía se la marca del ataque de una bestia, Leo tocó su brazo con miedo y el espectro enfrente suyo lloró con pena cómo si Leo fuera un miserable niño de la calle con alguna enfermedad terminal.

Dipper cayó de golpe al suelo cuando las puertas fueron abiertas de nuevo, Leo si acercó y la puerta principal del baño fue abierta dejando ver a Mabel la cual traía consigo un espejo pequeño de plata. El espectro al verlo gritó de manera desgarradora mientras era absorbida por el espejo.

-Saca a Dipper de aquí, yo me encargare de esto.- dijo la muchacha mientras mostraba el espejo y se iba, al darse la vuelta dejo ver qué traía dos mochilas consigo, la de su hermano y la de ella.

-Dipper, vámonos.- ordenó Leo mientras le ayudaba a levantarse, extendiendo el brazo herido hacía el otro, Dipper lo tomó con sus dos manos tocando sin cuidado la herida del otro.

-¡Leo, tu brazo!.- gritó Dipper asustado al ver las marcas en él brazo contrario, soltandolo rápidamente.- ¿Te lo hizo el fantasma?.

-No, idiota. Me lo hizo la llorona.- bromeó mientras veía su herida, frunció el ceño y sin más escupió en su brazo para luego tallarlo.

-¡NO HAGAS ESO, PUERCO!.- gritó con asco Dipper al ver el acto contrario.

-Ni chilles, que por tu culpa terminamos así.- le recordó Leo mientras terminaba de "curar" su herida.

-¡Vamonos chicos!.- gritó Mabel con una de sus sonrisas características mientras le extendía su mochila a Leo.- Me tomé la molestia de pasar primero por sus cosas, me sorprendió que me llamarán pidiendo ayuda, ya saben cómo la mayoría del tiempo prefieren excluirme de sus aventuras.

-No se de qué hablas, Mabel.- dijo Leo con una sonrisa mientras tomaba su mochila.- pero empiezo a preferir tu compañía que la de tu hermano, es un imán de problemas.

-Si, claro.- bufó molesto Dipper mientras le hacía un gesto a Mabel para que le entregará su mochila.- Hay que irnos, no se nos valla a aparecer otro ente del más allá.

-Vamonos que aquí espantan.- dijo Leo mientras salia corriendo dejando a los gemelos atrás.

(...)

La noche llegó y era obvio que el trío de chicos acabaría en el lujoso departamento de soltero de Leo, aún ni uno de los gemelos se creía que el chico de verdad venía de una familia con ese poder económico, después de todo el moreno estaba estudiando base a una beca, nadie se esperaría algo así.

Leonardo había explicado varias veces, que sus padres eran unos codos pero no le creyeron gracias al hermoso departamento que tenía.

-¿Enserio puedes exorcizar fantasmas con este hechizo?.- preguntó Leo mientras leía el diario que traían consigo los gemelos.

-Si, después de lo que viste no puedo creer que sigas incrédulo.- bufó Mabel mientras le quitaba el libro.- es más, no deberías ni verlo, quítate los ojos. No quiero que nos veas.

-Ay, por favor.- dijo Dipper molesto mientras hacía un gesto de fastidió en su rostro.- Leo, no le hagas caso.

-¿Ustedes que son? ¿Cazafantasmas?.- preguntó Leo mientras miraba con cierta burla a los gemelos.

-Algo por el estilo.- dijo Mabel mientras guardaba el diario.- es normal que con los conocimientos que tenemos en lo paranormal tengamos la necesidad de que no se salga de control.

-Lo dices cómo si el mundo dependiera de eso.- Leo rodó los ojos y sin más, se levantó para pasar una jarra de agua fría en la mesita de centro.- Creo que todo lo que nos pasó hoy fue porque nosotros lo llamamos.

-¿Cuál nosotros?.- preguntó Mabel mientras sujetaba a su hermano de los hombros y lo sacudía.- Ustedes lo llamaron, a mí no me metan.

Los Pines eran misteriosos y eso no se lo negaría nadie, sabían demasiado para ser solo dos aficionados a lo paranormal y Leo encontraba todo demasiado fascinante, le daba una peculiar sensación en el pecho cada que leía el diario de Dipper o cuando hablaban de cualquier caso relacionado al mundo del más allá; los gemelos mencionaban que todo lo que sabían y veían no era de este mundo y negaban que estuviera relacionado con el mundo espiritual.

Si bien, Leo notaba que todo lo que los Pines decían eran hipótesis acertadas, también veía la diferencia que habían entre los casos de su país y el de los gemelos, quizás los eventos paranormales variaban por región, algo que para Leo era extraño y hasta cierto punto curioso.

Al parecer meterse en el mundo de lo sobrenatural, era estudiar la universidad por cada región que visitaba, las materias variaban y muy pocas veces se encontraba una respuesta para todo, ya que en cada lugar los eventos y casos paranormales tenían un origen diferente.

El diario que Leo llevaba consigo, hablaba de dos culturas parecidas y diferentes a la vez, entendía que todo lo que ocurría en la tierra era parte de dos mundos, en México todo estaba relacionado a los dioses prehispánicos y el inframundo pero si hablaba de la cultura del príncipe luna, todo estaba relacionado al mundo celestial, todo era parte de una visión divina, los dioses eran celosos con el poder que resguardaban y varias veces habían compartido con los humanos.

Para Leo todo estaba fuertemente relacionado, puede que no todo tenga el mismo origen pero si tenían varias similitudes, dando a entender que había alguien o algo más poderoso que le daba un papel a cada cosa, persona, animal o alma.

La verdad todo era demasiado confuso y Leo era demasiado flojo como para anotarlo y llevar un control de sus descubrimientos después de todo ¿Qué importancia tenía descubrir todo eso? ¿Habrían algún motivo por el cual debería hacerlo? Eso realmente no quería saberlo, así que fue olvidando el tema de apoco y los gemelos Pines tampoco le obligaban a hablar de ello así que todo estaba bien.

Su amistad con los Pines era difícil de explicar pero era algo que los tres podrían disfrutar, no era un secreto para nadie que eran raritos, no eran nerds, quizás Dipper si, pero los otros dos eran solo raritos.

Su rutina era esa, ir a la universidad, meterse en líos extraordinarios con sus dos mejores amigos y terminar del día en el humilde hogar del Takachiho, consumiendo miles de chucherías mientras trataban de hacer sus tareas o prendían la televisión para ver en YouTube casos misteriosos.

Ese día era un Viernes cualquiera, le tocaba elegir a Mabel algo para ver, mientras los otros dos preparaban algo para comer, al paso que iban terminarían gordos por siempre.

Leo estaba más distraído que de costumbre, los gemelos lo notaron pero decidieron darle su espacio a su amigo. La cabeza de Leo era todo un revoltijo, después de todo, involucrarse con lo sobrenatural dejaba un gran desgaste, para él era mental, por algún motivo que aún no lograba comprender, tenía sueños extraños, varias veces se había levantado asustado intentando ignorar cada cara que aparecía en su cabeza. Aveces no siquiera dormía, su cabeza parecía estar en otro lado, algo le provocaba ansiedad así que se la pasaba toda la noche comiéndose las uñas pensando en todo lo que le mostraba tan abruptamente su cerebro.

Esa noche intento, de verdad intento, convivir bien con sus amigos, prestar atención a lo que veía y escuchaba pero al final había terminado tendido en su sofá. Esa noche su mente dejo de perturbarlo y al despertar se encontró con que los Pines igual habían quedado dormidos en el sofá.

Leo se levantó y fue a preparar algo para que sus amigos desayunaran antes de regresar a casa así que puso manos a la obra, pero al ir por platos para el cereal vió que su cuaderno de cuentos favoritos estaba sobre la barra.

-Si esos dos lo leyeron me muero.- murmuró Leo mientras sentía sus cara enrojecer de la pena y coraje, porque se supone que ese cuaderno era su lectura privada, no era nada malo pero era algo que deseaba mantener solo para el y para Fernanda, la cual le había llamado hace poco preguntando por el libro, no por él, por él libro.

Sin más le dio una hojeada, sabía que sus amigos tenían la fea maña de rayar los cuadernos de todos, hasta los libros, si algo que estaba escrito les parecía demasiado exagerado, como los consejos en el diario de Dipper incluso en el libro de Mabel sobre consejos de belleza. Leonardo apesar de ser un desmadre andante era demasiado receloso con la lectura, los libros eran sagrados y quién tuviera la osadía de rayar sus cosas lo pagaría caro.

Leonardo se fijó en una hoja que estaba doblada, incluso dio un grito que reprimió para no despertar a los "culpables" de tal atrocidad, pero la hoja doblaba era de las que se suponía estaban en blanco, así que suspiró aliviado pero la curiosidad le ganó, así que la desdobló, encontrándose con una anotación que se notaba reciente, era obvio que había sido escrito con los lápices de brillos de Mabel por lo que se asusto de nuevo, se giro para ver al par, se acerco mientras leía, tarde se dio cuenta de que lo que estaba ahí escrito estaba en chino, el entendía chino gracias a su padre pero era consciente de que sus amigos no.

Detuvo su andar al leer lo último de la anotación, una firma, una firma que conocía bien, estaba en todo el jodido cuaderno. Con el Jesús en la boca, intentó darle una respuesta a aquel caso, lo que estaba escrito era obvio que era algo que sólo el podría leer, sus amigos no pudieron haber sido, entonces recordó la brillante armadura con la que había tenido un crush toda su vida.

—¡Ahhhhhhhh!.— gritó mientras corría a su cuarto para esconder el libro.

Los Pines se levantaron de golpe al oír el gritó para nada varonil de Leonardo, lo buscaron por toda la casa hasta que lo encontraron en el cuarto tirado boca abajo mientras gritaba emocionado con una almohada en su rostro y daba patadas en la cama.

—¡¿Qué demonios de te pasa!?.— preguntó asustado Dipper mientras veía al chico ahogarse de la emoción.

Cuando Leonardo pudo tranquilizarse vio a los dos chicos y con una sonrisa que ni uno de los dos había visto jamás en el rostro moreno, intento explicar o por lo menos excusarse.

Pellizcame, creo que estoy soñando.—

Mabel tomó la almohada más pesada que encontró y comenzó a llorar mientras le daba de almohadazos al moreno.

—¡Eres un idiota, nos asustaste!.— comenzó a reclamar ella mientras lloraba del coraje.

—¡Ayudame!.— pidió Leo a Dipper mientras intentaba defenderse de la chica.

Dipper no dijo nada, tomo otra almohada y ayudo a su hermana en si misión de darle une lección al moreno.

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Io no estaba morida, estaba de parranda.

Espero les haya gustado el capítulo, creo que es el que menos me ha costado (?) Pero me parece que quedó bien (?)

Ay no sé,jajskksks.

#MeDaHuevaVivir

Pero equis somos chavos 🤡

Atte: Clown.

ah no es cierto.

Atte: Yumila.

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