Capítulo 8
La botella se detuvo delante de Kirishima quién se agarró la cabeza y miro hacía Kaminari con verdadero miedo.
— ¿Verdad o reto? —preguntó el estudiante de música con una sonrisa divertida en su rostro.
Sero se pregunto cómo habían llegado a aquel escenario macabro. La noche inicio normal, después de la cena, fue con sus dos amigos hasta el dormitorio que compartían y en el cuál él estaría por aquella noche. Acomodaron la colchoneta que dijo el pelirrojo en el suelo con almohadas y cobijas para que pudiera dormir bien y se la pasaron conversando un rato en el piso, ya que no querían irse a dormir tan temprano.
En eso, el rubio propuso que jugarán verdad o reto y ellos, ingenuamente, aceptaron.
De haber sabido de a quién se enfrentaban no lo habrían hecho
Uno de los retos por parte del rubio consistió en un pelirrojo yendo a las puertas de las femeninas, tocando puerta por puerta, obligado a decirles a todas "hola, soy gay, solo quería que lo supieran" para después retirarse con el rostro rojo cual tomate cuando las chicas le decían cosas como "te apoyo", "gracias por decirlo", "estamos de tu lado".
Lo peor de todo fue que Yaoyarozou y Jiro le confesaron que se sentían inseguras de su sexualidad —la primera se consideraba bi, la segunda lesbiana— así que le pidieron ciertos consejos...que de ojos rojos no supo cómo dar, así que les mintió diciendo que consultó todo en internet.
Mañana ni podría ver a las femeninas a la cara.
Después, otro reto del rubio que en esta ocasión fue para el azabache se trató de que debía ir la lavandería —que quedaba en el subsuelo— la cual estaba completamente oscura e intercambiar las ropas de los chicos las unas por las otras.
Nuevamente, cuando llegará el nuevo día, el estudiante de artes se escondería en algún sitio recóndito de Yuei para no sufrir la ira de sus compañeros.
Volviendo al juego, el azabache negó con la cabeza mirando hacía el pelirrojo, las preguntas del rubio sobre verdad podrían ser vergonzosas —demasiado explícitas e íntimas para su gusto— pero eran mejores que seguir con aquellos retos que los meterían en problemas.
Pero el de dientes puntiguados decidió que debía comportarse de forma masculina y aceptar lo que proponga el de ojos dorados.
—Reto —sentenció.
El de ojos ónix soltó un suspiro resignado en lo que veía la sonrisa del rubio expandirse por su rostro.
—Ve a robarle sus revistas a Mineta.
Bakugou sintió unos toques en su hombro y volteo la cabeza, encontrándose con los ojos esmeralda de Midoriya que le miraban atentamente en medio de la oscuridad de su dormitorio.
— ¿Qué quieres, Deku? —le pregunto somnoliento.
—No puedo dormir...—murmuró el pecoso con cierta pena — ¿Me acompañas a la sala? Me voy a preparar algo en la cocina.
— ¿Tienes seis años que debo acompañarte? —alzó una ceja el cenizo dándose la vuelta en la cama — ¡Ve solo!
— ¡Por favor, Kacchan! ¡Por favor! ¡Está muy oscuro en la sala!
Luego de un ruegos más, un enfuruñado cenizo se levantó de la cama para acompañar al de pecas a hacerse su merienda nocturna. Estaban yendo por el pasillo, hasta el elevador cuando notaron que esté estaba en uso y que se abrieron las puertas justo cuando llegaron.
Revelando a Kirishima y Sero llevando entre sus manos varias revistas pornográficas.
Hubo un tenso silencio en que los hermanastros vieron a las mujeres desnudas en las portadas, a sus compañeros de clase y devuelta, a las revistas.
El pecoso se sonrojo hasta las orejas y el cenizo chasqueo la lengua, también ligeramente sonrojado, pero en menor medida.
—Existe el internet...—murmuró el de pecas aturdido —Ya nadie tiene revistas.
—Salgan de una puta vez del elevador, par de pervertidos —demandó el de ojos rojo sin querer saber nada de lo que estaba presenciando.
—B-Bakugou, Midoriya, no es lo que parece —intento excusarse el de dientes puntiguados —No son n-nuestras, ¡se los juro!
El azabache ni intento negarlo, estaba demasiado avergonzado y con deseos de golpear a Kaminari por el estúpido reto al cual el pelirrojo lo arrastró. Porque no quería ir solo a cometer el hurto contra Mineta, quien muy posiblemente cuando despierte en unas horas haría un escándalo por sus revistas desaparecidas.
Maldita sea, podía sentir los ojos rojos de su compañero de dormitorio encima suyo y eso le ponían todavía más incómodo de lo que ya estaba.
—Kirishima-kun, no es necesario dar explicaciones, es normal a nuestra edad ver ese tipo de cosas —sonrió amablemente el de ojos esmeralda pero se escondía detrás de su hermanastro —Sí, sí, muy normal.
— ¡Tus acciones se contradicen con tus palabras, Midoriya! —lloriqueo el de dientes puntiguados.
— ¡Ya salgan del puto elevador, que quiero volver a mí maldita cama! —se metió el estudiante gastronomía y saco a ambos chicos del lugar para entrar junto con el de pecas, después, agrego con sorna —Disfruten su noche, par de asquerosos.
— ¡Baku...!
Eijirou no termino de llamar al otro para cuando las puertas del elevador se cerraron. Izuku les dio a ambos una última sonrisa llena de incomodidad y Katsuki una mirada con desagrado.
Hanta solo podía pensar que si había hecho algún progreso con el cenizo en cuanto a su relación, con lo que acababa de pasar, se fue todo al caño.
—Volvamos al dormitorio, Kirishima —suspiro el azabache completamente agotado después de aquel encuentro —Con suerte, mañana sabrán que las revistas eran de Mineta y que nosotros solamente se las fuimos a quitar.
—Pero...—hizo un mohín pero camino con el más alto hasta su dormitorio —Bien, supongo que tienes razón. Te tomas las cosas con mucha calma, Sero. Yo me pongo muy nervioso con facilidad.
—Lo heredé de mis padres. Los dos son muy tranquilos y relajados —arrugó el ceño el azabache —A veces, demasiado para mí gusto.
El pelirrojo quiso preguntar a qué se refería con lo que último pero justamente en ese momento el de ojos ónix abrió la puerta y reveló la figura de Denki durmiendo plácidamente en la colchoneta que debía ser para el invitado en el dormitorio.
Los dos tiraron las revistas en el piso. Tanto esfuerzo para nada, porque el rubio se quedó dormido antes de ver su reto cumplido.
Encima, había usurpado la improvisada cama del azabache.
—Kirishima, tengo un par de marcadores permanentes —menciono el de ojos ónix sacando los mismos de sus bolsillos — ¿Quieres?
— ¿Para qué los tenías? —cuestiono el de dientes puntiguados tomando uno de los marcadores de color rosado y caminando hasta el dormido rubio.
—He estado en pijamadas con mis primos pequeños. Desde que me desperté como una "obra de arte" de cuerpo entero —hizo comillas con los dedos, causando una risa en el contrario —Los llevo conmigo para vengarme de ellos. Es una costumbre, no pensaba usarlos con ustedes.
—Por algún motivo, lo dudo —se rió el pelirrojo destapando el marcador de un rosado fluorescente —Pero como no soy yo quien está por ser grafiteado, no me importa.
El azabache sonrió y procedieron a dibujar en el rostro de su amigo que, para su suerte, tenía el sueño pesado.
— ¡¿Y mí remera rosada brillante?!
— ¡Falta mí pantalón!
— ¡Mis calcetines! ¡¿Quién se llevó mí calcetines?!
Sero murmuró un "lo siento" en lo que salía de la lavandería de los dormitorios mientras escuchaba los gritos de sus compañeros buscando sus respectivas ropas. Tuvo la precaución de no meterse con la ropa de Todoroki, Shoji y Bakugou, ya que no quería recibir una paliza injustificada si alguno de los tres —que se veían bastante capaces de golpearlo— se enteraba de que él fue el causante de tal desastre.
El azabache subió rápidamente las escaleras, solamente para cruzar el pasillo hasta la cocina y ver cómo Ashido reía a carcajadas delante de un sonrojado Kirishima que estaba de rodillas pidiendo perdón a unas avergonzadas Yaoyarozou y Jiro.
Era realmente una mañana animada en los dormitorios de la clase A.
Muy animada para su gusto.
— ¡Realmente lo siento! ¡Lo siento mucho! —repetía el pelirrojo — ¡Estuvo muy mal de mí parte!
—Kirishima-san, está bien, pónganse de pie por favor —insistió la azabache de cabello largo.
—No te atrevas a decir ni una palabra de lo que te dijimos Yaoyarozou y yo —amenazó la más baja —O te haré puré.
Pobre Kirishima.
El más alto paso de largo el dramático momento para irse a hacer un desayuno liviano pero en lo que estaba en eso, los gritos, risas y demás ruidos le llamaron la atención, haciendo que volteara para ver llegar a Kaminari a la cocina, con el cabello despeinado y la cara mojada.
El rostro molesto de la femenina más baja cambio de inmediato al verlo y rompió en carcajadas. La de cola de caballo tampoco pudo evitar taparse la boca para no reírse de lo que estaban viendo.
— ¡No se quita! ¡Sero, Kirishima! ¡¿Qué han hecho para que no se quiete está maldita tinta?! —lloriqueo el rubio a sus amigos — ¡No importa cuánta agua o jabón use, no se quita!
El rubio tenia en la frente escrito en rosado "se alquila el espacio a bajo precio", en los párpados unos ojitos dibujados, unos bigotes de gato sobre los labios y en las mejillas tenía un juego con círculos y cruces a medio terminar. Era de esperarse que todos se estuvieran riendo al verlo porque aún con la cara toda mojada y espuma en los alrededores, no pudo quitarse el grafiteado que le habían hecho anoche sus amigos.
—Podrías intentar con pasta de dientes, Kaminari —sugirió Kyoka a modo de broma pero supo que no fue una buena idea cuando noto el brillo de entusiasmo en los ojos dorados del contrario —Espera no...
— ¡Gracias, Jiro! ¡Lo haré!
Y como había llegado, rápido como un rayo en medio de una tormenta, el rubio se fue y el más alto empezó a preparar su café, ignorando los gritos de sus compañeros.
Realmente, debió levantarse más temprano. Pero quedarse con Denki y Eijirou tenía sus consecuencias, no hubiera podido levantarse antes ni siquiera queriendo. Era imposible.
Que ruidosos son.
A Hanta no le molestaba particularmente el ruido, más que nada porque el ambiente era alegre. Pero eran las siete de la mañana, debía desayunar en menos de veinte minutos antes de ir a el edificio de clases y durmió únicamente unas cinco horas.
No estaba todavía de buen humor como para soportar el nivel de energía que tenían sus compañeros de clase.
Unos toques en su hombro hicieron que se separara de su café y viera hacía su costado, encontrándose con la sonrisa de saludo de Ochako.
— ¿Podrías moverte, Sero-kun? —pidió la castaña con amabilidad —Necesito usar la cafetera.
— ¿Eh? Ah, sí, lo lamento —se movió del lugar para dejar a su compañera usar el electrodoméstico que estaba bloqueando —Estoy medio dormido todavía. El café está muy bueno, ¿sabes quién lo hizo?
—Fue Bakugou-kun —respondió la de ojos chocolate.
El azabache se mordió los labios y quiso golpearse por, de alguna forma, halagar a alguien que le seguía sin caer del todo bien.
—Lo hizo temprano en la mañana para él y Deku-kun, lo sé porque justo me levanté y los ví —continuó hablando la castaña —Estaba yendo al baño pero antes los fui a saludar. Bakugou-kun parece ser del tipo madrugador, se le veía tan fresco. En cambio, Deku-kun y yo estábamos como zombies.
El más alto intento imaginar aquella escena, no fue difícil, porque le había visto el día de ayer. A Katsuki cocinando de forma relajada mientras Izuku dormía sobre una mesada, solo debía remplazar a Mina por la castaña y listo, imagen completa.
Aunque, por alguna razón, intuía que el ambiente no debía ser el mismo de ayer. Que el cenizo hacía el desayuno para el pecoso y él con la cabeza enfocada en su padre, haciendo así que su postura fuera rígida y probando que el pecoso le mirará con preocupación desde su asiento. Tal vez, la llegada de la castaña causó que ambos pudieran distraerse, por un minuto.
Pero seguramente no fue suficiente para que alguno se sintiera mejor.
— ¿Ellos...sabes qué hacían despiertos tan temprano? —cuestiono, preguntándose si la femenina sabía lo mismo que él o no.
—Deku-kun me dijo que tenía una reunión con el director por lo que pasó con Monoma-kun —contestó la de ojos chocolate —Nada más, ¿por qué?
El estudiante de artes negó con la cabeza y se alejo de la femenina que continuo con su desayuno. Lavo su taza y fue hasta el pelirrojo que paso de disculparse con las femeninas a desayunar con ellas. Al parecer, Momo y Tohru se sentían mal por él —y el reto que tuvo que llevar a cabo— que le dieron parte de su desayuno, la de cabello rosado le hizo un té especial para que se calmará.
Cuando cruzó miradas con el de dientes puntiguados, le sonrió y menciono que iría a buscar su bolso en su dormitorio para que se fueran juntos al edificio. El pelirrojo estuvo de acuerdo.
Sero no puede negar que se sintió muy tranquilo al entrar al ascensor y quedar asilado del ruido que había en el primer piso de los dormitorios. Otra vez, no es que odiará ese ambiente, le agradaba que sus compañeros fueran tan animados. Pero él jamás podría ser así iniciando el día, que le dieran tiempo para despertarse y ya estaría mejor.
Dejó escapar un suspiro en lo que llegaba hasta la puerta de su dormitorio y la abría con la llave electromagnética, lo primero que sintió fue un leve viento entrando por la ventana y lo segundo fue que vio que estaba todo en orden. Impecable.
Pero ya había más rastros de su compañero en el lugar, el libro en el escritorio que no estaba el otro día o el cargador de celular a un lado de la cama. También noto que había un par de fotos pegadas en su pared, mostrando a dos mujeres sonrientes junto a un par de niños risueños.
Ahora se notaba que no era el único habitante de aquel lugar.
El de ojos ónix intento no mirar las fotos con atención pero le fue imposible, se acercó para verlas, notando que Bakugou y Midoriya eran idénticos a sus madres. Aunque el primero tenía unos ojos rojos más amenazantes y el segundo pecas que su progenitora no tenía.
Hanta dejo las fotos cuando supo que ya se le estaba haciendo tarde y que sus amigos debían estarlo esperando, pero tuvo la sensación que apenas volviera al dormitorio, las vería nuevamente con atención.
Incomodidad.
Una incomodidad que resultaba angustiante.
Ese sentimiento abarcaba todo sus cuerpos. En Midoriya, hacía que se pusiera nervioso, que agachara la cabeza y jugará con sus manos. En Bakugou, lo ponía a la defensiva, con los puños apretados a los costados y que otorgará una mirada molesta a toda aquel que se atreviera a verlo a los ojos.
Monoma, en serio, que lamento haberse metido solito en aquella situación.
— ¿Su papá? No se le parece.
—No, no de Midoriya. Es el de Bakugou.
— ¿El ex-esposo de la diseñadora Mitsuki? Bakugou no saco nada de él.
—A lo mejor le fue infiel desde el principio, como dicen los rumores.
—Pero en vez de con Inko Midoriya, con un hombre.
El cenizo dirigió una mirada hostil a los estudiantes que caminaban por los pasillos, logrando así espantarlos y se pregunto porqué mierda la oficina de dirección tenía que estar en el primer piso, justo en la cercanía con la puta entrada del edificio principal de la academia.
— ¿No deberías ir a clases?
El de ojos rojos alzó la cabeza, sin poder ocultar su sorpresa de porque Masaru hubiera decidido hablarle, cuando parecía tan seguro de jugar al mudo desde que llegó a Yuei. El hombre, por primera vez, le miraba a los ojos, con aquella mirada café que parecía tan amable y mansa.
"Es un buen hombre". "Se bueno". Las palabras de Mitsuki se repitieron en su cabeza pero no pudo seguirlas.
Los impulsos hostiles hacia aquel hombre eran más fuertes.
—Yo puedo hacer mejor de tutor de Deku que tú. Me quedo aquí —sentenció.
Neito trago saliva, retrocedió dos pasos y odio el hecho de que sus padres hubieran entrado primero a hablar con el director, dejándole a él solo en tal situación. Por otro lado, Izuku solo meneo la cabeza con cansancio y tiró de la mano del cenizo, como si con eso fuera a calmarlo.
Masaru no volvió a hablar.
Los susurros se siguieron escuchando.
Y el de ojos rojos sintió un dolor de cabeza insoportable por no poder golpear a todos y cada uno de esos imbéciles que querían meterse en una vida que no era la suya y de la cual no tenían una puta idea.
Cinco minutos de incomodidad insoportable después, la puerta del director se abrió y fue su turno de entrar.
La oficina era grande, con bibliotecas en las paredes y dos ventanas que daban una buena iluminación. En la parte central, estaba el escritorio, donde Aizawa con el cabello atado pulcramente hacía atrás pero con la ropa negra igualmente, les daba la bienvenida y alzaba una ceja ante el cenizo.
—Bakugou Katsuki —nombró el azabache —No deberías estar aquí.
—Izuku es mí hermano menor —respondió el cenizo, conteniendo su lengua para no decir nada indebido —Quiero quedarme, director.
—Entiendo tus motivos pero la respuesta es no. Debo hablar solamente con Midoriya y su tutor —negó el director —Ve a clases. Ahora.
Katsuki abrió la boca para protestar pero el de ojos esmeralda le dio un pequeño golpecito y le miró fijamente, para transmitirle que todo estaría bien. Eso le hizo callarse, darse la vuelta e irse del lugar.
Pese a que odiaba dejar al pecoso solo en aquel momento.
Sero se distrajo apenas empezó la clase de inglés, Yamada era un profesor muy animado, pero no lograba captar su interés y en vez de tomar nota de las cosas que decía, estaba dibujando en los bordes de sus hojas pequeños triángulos y cuadrados, mientras discretamente miraba hacía Bakugou.
Llego diez minutos tarde pero el profesor rubio no le había dicho nada. Su malhumor podía sentirse con facilidad en el aire y cuando se sentó en su pupitre, noto la tensión en sus hombros, como si hubiera tenido que estar parado derecho —en contra de su voluntad— por un periodo muy largo de tiempo.
Podía adivinar porqué era. Los rumores de Yuei se movían con rapidez. Masaru Bakugou, el abogado mejor pagado en todo Tokio, estaba en Yuei como el tutor de Midoriya.
El azabache solo podía imaginar lo incómodo que debía ser aquello para el cenizo. Lo molesto e irritante que podía ser estar en boca de todos sin que nadie supiera lo que realmente le estaba sucediendo.
—Psst, Sero, Sero —lo llamo el rubio de ojos dorados que se sentaba a su lado —Seroooooo.
El más alto parpadeo confundido y el profesor grito un "silence" que le hizo saltar en su asiento pero que solamente causó risas en el rubio. Le dirigió una mirada de intriga y su amigo solo señaló el papelito que tenía en el pupitre.
¿Vamos a jugar con los conejos, otra vez? ¡Kirishima y Ashido tienen que verlos!
Hanta pensó que sería una buena idea y estaba escribiendo un "sí" en la hoja, pero cuando escucho la voz del profesor mencionando un "anuncio importante" se detuvo.
—Childrens, se les harán pruebas en conjunto, a partir de la siguiente semana —informó el rubio —El lunes serán los exámenes de artes, martes de ciencias sociales, miércoles de gastronomía y jueves de ciencias naturales. Al final del día, se les será anunciando de forma concreta de qué trataran estás evaluaciones. Pero sepan que deberán hacerlas con sus compañeros de dormitorio. Espero que se estén llevando bien para poder llevarlas a cabo con éxito.
El azabache solo pudo mirar hacía Katsuki quien giro la cabeza en su dirección y frunció el ceño al verlo, en su cara era casi obvio que se preguntaba "¿por qué mierda debo hacer una prueba contigo?". Pues bien, él se hacía esa misma pregunta.
Y es más, ya se veía reprobando aquellas malditas pruebas.
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