Capítulo 42
— ¡Muchas felicitaciones, muchachos! ¡Son increíbles!
La voz de Yoru se escuchaba genuinamente alegre por ellos, lo que los llevo a sonreír y seguir escuchando las palabras que ella les diría sobre lo mucho que se esforzaron en el año y que tenían muy merecidas sus notas.
Bakugou y Midoriya habían pasado, con éxito, al tercer año de la preparatoria y la primera persona en enterarse de esto, fue la azabache. Ella se volvió muy protectora con ellos después del secuestro, siempre yendo a visitarlos a la escuela o estando presente cuando iban a casa de sus madres. Lejos de ser fastidioso y hostigante, les hizo sentir bien contar con ella y poder conocerla mejor. Por eso eligieron decírselo primero.
Igualmente, Mitsuki e Inko ya deberían dar por sentado que aprobaron —y con grandiosas notas— mientras que a Masaru no le importaría mucho enterarse por su pareja de la buena noticia. Incluso, podían apostar que le encantaría verla contando con orgullo sus logros.
—Les daré un buen regalo de Navidad como recompensa, me siento muy orgullosa de ustedes dos —celebró la mayor —Ah, cierto, ¿sus madres ya les contaron sobre sus planes de vacaciones?
—Si es la parte donde tú y el viejo están incluidos, entonces sí —respondió el cenizo.
—Kacchan, no lo digas así —reprochó el de pecas.
—Sí, eso —se rió la azabache —Pero quería saber si también les dijeron que invitaron a Mina-chan y Hanta-kun.
Los adolescentes se quedaron callados al escuchar eso, lo que hizo a la mayor suspirar y agregar.
—Me supuse que Mitsuki-san no diría nada porque sería más divertido pero me sorprende que Inko hubiera estado de acuerdo. Oh, bueno, prefiero que estén preparados si ellos vienen —se volvió a reír la azabache —Ya saben, las vacaciones es un buen momento para "relajarse y experimentar".
— ¡Y-Yoru-san! —reclamo avergonzado el de pecas.
—Me tengo que ir, ¡nos vemos!
Yoru cortó antes de que pudieran sacarle más información respecto a las vacaciones que les esperaban.
Aunque tenían bien en claro a qué se refirió con la "preparación".
Esa mujer era mucho más perceptiva que todos sus padres juntos.
Pero bien, ese no era precisamente el mayor problema de los hermanastros ahora.
— ¡¿Por qué no me lo dijiste, maldita sea?!
Sero tuvo la prevención de alejar el celular de su oreja antes de que su novio le dejara sin poder oír.
—Porque era una sorpresa, hermoso —se explicó el azabache con el celular devuelta dónde debía estar —Mitsuki-san me lo propuso hace poco y yo lo discutí con mis papás. Me dijeron que si sacaba ocho y nueve en mis exámenes era libre de hacer lo que quisiera.
—Eso explica porque estudiabas tanto, maldito —reconoció el cenizo para luego agregar en un tono de reproché —Pudiste habérmelo dicho y te ayudaba.
—Pero entonces no sería sorpresa y...quería esforzarme en conseguirlo por mí cuenta, aunque fuiste una muy buena motivación —soltó una risa nerviosa el más alto —Cuando pensaba que podría estar por dos semanas enteras contigo me sentía muy feliz. Y no digas que es lo mismo que si estuviéramos en el dormitorio, no lo es.
—Como tú digas, idiota romántico —bufo el de ojos rojos para luego agregar con un poco de preocupación — ¿A tus padres realmente no les importa?
—Bueno, la verdad es que no creyeron que pudiera conseguir esas notas, no sé si me dejan ir porque están impresionados o porque quieren cumplir su palabra.
Hanta todavía recuerda las caras de Ai y Natsuhiko cuando les mostró su boleta de notas llena de ochos, nueves e incluso diez —en su orientación— estaban tan asombrados que sus mandíbulas cayeron de forma cómica unos centímetros y balbucearon que podía ir al viaje. El único que se mostró realmente contento por él fue Seven.
Sus papás todavía mantenían el asombro en sus miradas cada vez que lo veían.
—De todos modos, no cambia el hecho de que iré y estaré contigo mucho tiempo —siguió hablando el azabache —No puedo esperar.
Hubo un pequeño silencio al otro lado de la línea que inquieto al más alto.
¿Acaso dijo algo malo? ¿Estaba siendo muy empalagoso respecto a unas vacaciones con su novio? Sabía que estaría su familia incluida pero se llevaba bien con ellos y estaba seguro que a ninguno les molestaría dejarlo solos, ¿estaba siendo demasiado apegado a él?
—...Hanta.
— ¿S-Sí? —titubeo nervioso el azabache.
—Le pediré a Deku que cambie mí habitación por la tuya. Mí familia puede estar de acuerdo con que vengas pero tampoco son tan malditamente permisivos como para dejar que durmamos juntos —explicó el estudiante de gastronomía —Así que le pediré ese cambio y en uno de esos días...
El azabache trago saliva, adelantando lo que le diría su novio, pero todavía sin poder creerlo y mucho menos procesarlo.
Se sentía como si lo hubiera esperado desde hacía mucho tiempo aunque era algo que apenas últimamente habían hablado.
—Tengamos sexo.
Una habitación pequeña, no muy femenina, con las cosas básicas que un adolescente necesita. Las paredes de un lindo color blanco, la ventana con cortinas azules, un póster de una cantante en la pared al lado de la cama.
Un cuarto simple y sencillo como la persona que lo habitaba.
Ashido se sintió culpable por el solo hecho de estar en el dormitorio de Uraraka dentro de la casa de sus padres que tanto quería. Por haber dicho que venía como amiga, cuando era todo menos eso, ni siquiera pudo probar el té de canela que la castaña amablemente le había traído por las náuseas que sentía por lo que estaba por hacer.
Pero ya no podía seguir fingiendo. Ya no lo toleraba. No sé toleraba a sí misma.
Por lo tanto, si eso de que la verdad te hacía libre era cierto, ella quería probarlo.
—Mina-chan, perdona la demora, no encontraba las galletitas de limón —se disculpo la castaña ingresando al cuarto con una bandeja —Oh, no has tocado el té, ¿está feo?
—O-Oh, no —balbuceo la de cabello rosado —No es eso.
—Que alivio, mamá es algo distraída y a veces se olvida que el té no está en buen estado —suspiro la de ojos chocolate pero luego su expresión se volvió más serio — ¿Te sientes mal? Estás muy pálida, ¿quieres que abra la ventana?
Mina negó con la cabeza pero igualmente Ochako abrió la puerta para ventilar la habitación. El aire frío del invierno hizo que se sintiera más despierta y que tuviera una excusa para mover sus manos alrededor de sus hombros, apretándolos en el proceso en un intento de darse fuerza en lo que fingía tener frío.
Tengo que decirle. Debo decirle. Debo hacerlo.
La castaña era su amiga. Era agradable, linda y genial, una persona que adoraba. Sincera, honesta y fuerte, con habilidades increíbles en artes marciales.
Había visto lo muy enamorada que estuvo de Izuku durante todo el primer año de preparatoria. Por eso, debía decirle cómo se sentía y pedirle perdón por eso.
—Dijiste que tenías algo para contarme, ¿es muy grave, Mina-chan? —cuestiono preocupada la de ojos chocolate —Prometo ayudarte si lo necesitas. Puedes contar conmigo.
Esas palabras fueron dolorosas de escuchar. Realmente. Porque eran sinceras.
La ídolo tomo aire, apretó los puños sobre la mesa y vio a su amiga a los ojos.
Entonces, saco aquello que le pesaba tanto en el interior de su corazón.
—Me gusta Izuku. Pienso decírselo en unos días, su mamá me invitó a pasar las vacaciones con ellos —confesó con la cabeza gacha —Yo lo quiero, Ochako. Y lo...lo lamento mucho pero si él también me quiere, aunque sea un poquito, voy a estar con él.
El sonido de una de las galletitas rompiéndose fue todo lo que se escuchó, hasta que el ruido de la castaña arrastrándose hacía un lado de la femenina y tomando su mano hizo aparición. Se veía muy tranquila e incluso sonreía.
— ¿E-Es mucho pedir que no me odies? —balbuceo la de cabello rosado con las lágrimas cayendo por su rostro al ver a la otra siendo tan amable cuando ella no lo merecía. No merecía aquel consuelo —Sé l-lo mucho que t-te gustaba pero a-aún así yo...whuu...
— ¡Oh, Mina-chan! ¡No llores!
Uraraka arrastró a su amiga a un abrazo, uno que la femenina no sentía merecer pero que igual se dejó llevar y lo devolvió. Cuando el llanto se fue calmando, la castaña le dio palmaditas en la espalda y fue en busca de pañuelos para que pudiera limpiarse la nariz.
Con Ashido más calmada y tranquila, la conversación pudo proseguir.
—Mina-chan, no voy a odiarte porque que salgas con Deku-kun. Eres mí amiga y él también. He hecho la paz con eso —sonrió la castaña —Además, ehm, como que hace tiempo lo superé.
— ¿En serio? —pregunto insegura la de cabello rosado.
—En serio. Aunque gustar de Deku-kun me ayudó a definir que tipo de chicos me gustan —jugó con un mechón de su cabello y se sonrojo ligeramente —Los que son...ya sabes, ¡lindos y enérgicos! Deku-kun puede ser introvertido pero es amable, divertido y tiene esa vibra que te lleva. Me gustan los chicos así. También que me hagan reír y últimamente...bueno, cuando estoy con Kirishima-kun me río mucho. Es bastante gracioso y lindo.
La ídolo abrió la boca sin creerlo pese a que mientras más roja se ponía su amiga, más confirmaba aquella verdad que le acababa de decir.
— ¡No puedo creerlo! —golpeo con sus manos la mesa — ¡Te gusta nuestro Ei! ¡Nuestro solecito! ¡Quieres llevarte a nuestro solecito!
— ¡Pensé que Kaminari-kun era su solecito! —reclamo la de ojos chocolate cuyo sonrojo ya cubría todo su rostro.
— ¡Tenemos muchos solecitos en nuestro grupo! —se defendió la femenina para después sentarse nuevamente en el piso y suspirar —Dios, ¿Ei? No es que este en contra ni nada, Ochako, ¡pero él es mil veces más denso que Izuku! ¡vas a tener que besarlo para que se de cuenta que le gustas!
—No es una mala idea —opinó la castaña divertida —Además, estoy acostumbrado a lidiar con personas densas. Soy amiga de Deku-kun, Todoroki-kun e Iida-kun y todos sabemos que ellos tres son incapaces de reconocer las indirectas más directas. Kirishima-kun no será un desafío.
—Como me gustaría tener tu confianza, Ochako —suspiro la de cabello rosado —Pese a que ya lo decidí, estoy muerta de miedo con la sola idea de decirle a Izuku que me gusta.
Ochako sonrió compresiva y tomo la mano de su amiga entre las suyas. Tenía deseos de decirle que sus miedos eran infundados, ya que en el último año escolar, puede recordar muy bien a Izuku estando atento en todo momento a la de cabello rosado. Se notaba en sus ojos esmeralda una luz tierna cuando la miraba a la distancia y él siempre se veía relajado cuando estaba con ella, como si estuviera a gusto con su sola presencia.
Estaba feliz de no tener envidia o celos de eso. Ni un poquito.
Todo lo contrario, si ellos llegaban a pasar por las puertas del aula del tercer año de la clase A tomados de la mano, sería la primera en pararse y celebrarlo.
—Hablemos de otra cosa, Mina-chan, ¡arriba ese ánimo! —cambio de tema para recuperar a su amiga alegre y espontánea —Iida-kun me pidió un favor y eres la persona indicada para ayudarme.
— ¿Un favor de Iida? —parpadeo confundida la femenina — ¿Qué tendría yo que ver en eso?
Mina no tenía idea de qué cosa que pudiera hacer ayudaría a uno de los chicos más capaces e inteligentes de la clase A.
La castaña se quedó unos momentos en silencio, para darle dramatismo a la situación, hasta su amiga hizo pucheros e insistió con que hablara de una vez.
—Iida-kun quiere saber si a Kaminari-kun le gustaría tener una cita con él.
Mitsuki disfrutaba las actividades al aire libre. Masaru e Inko eran personas de interiores. Yoru había hecho en su vida un par de actividades de alto riesgo. Con un grupo tan diverso de adultos, los adolescentes no estaban realmente seguros a qué destino los llevarían de vacaciones.
Tal vez, por eso les impacto bastante que eligieran Italia.
—Combina la mayoría de pasatiempos que compartimos. Artes, comida e historia —explicó el castaño a los menores cuando estuvieron en el agitado aeropuerto —Planeamos varias excursiones, así como también días de campo y ocio.
—Tambien los dejaremos salir solos cuando gusten —sonrió la de cabello verde —Pero deben volver a cierto horario al hotel donde nos hospedamos.
—Mina-chan, te conseguimos una habitación con baño propio —guiño un ojo la rubia a la ídolo —Espero que eso compense el hecho de que sea tan pequeña. Lo mismo aplica con Hanta-kun.
—E-Esta bien, ya es mucho que me hubiera dejado venir con ustedes, Bakugou-san —tartamudeo nervioso el azabache.
— ¡Para mí también! —exclamo la femenina —Pudieron haberme asignado un clóset y ni me hubiera quejado.
Los adultos rieron pese a saber que la adolescente iba en serio. Luego, hicieron que los niños juntaran sus equipajes de mano para abordar el avión que los llevaría a su destino. Ninguno se mostró nervioso ya que habían estado en aviones antes, lo único que les preocupaba era cómo pasarían el tiempo sin aburrirse.
A Mina e Izuku les tocaron asientos junto a Yoru, Masaru e Inko, el pecoso le cedió la ventanilla a la de cabello rosado y se quedó sentado junto con la azabache. Después, por propuesta de su madre —que sabía de los sentimientos de los adolescentes— puso para él y la femenina una película en su tablet. Lo que los obligó a acercarse mucho para poder ver la pequeña pantalla y usar los audífonos.
De más está decir que no pudieron concentrarse en la película.
Por otro lado, a Mitsuki, Hanta y Katsuki se les asignó a fila opuesta a dónde estaban los demás, pero estaban agradecidos de no tener que estar en medio del avión. Luego de lo que fue una pequeña disputa madre-hijo por la ventanilla de su fila, la mayor decidió dormir un rato, lo que hizo que los adolescentes se hablarán en voz baja para no molestarla.
El azabache había notado casi de inmediato que su pareja miraba constantemente hacía los asientos de su hermanastro y amiga.
—Katsuki, déjalos ser —pidió viendo la mueca de insatisfacción en su rostro —No los presiones.
—Me molesta los obvios que son, ¿por qué no salen de una vez? —se quejo apoyando su cabeza en el hombro de su novio —No quiero seguir aguantando esa puta incomodidad cada vez que estamos juntos.
—En su defensa, Midoriya menciono que también se sentía incómodo cuando desayunaba con nosotros, ¿no?
El de ojos rojos bufo, no era su culpa que el malhumor del azabache solamente se le fuera mientras lo abrazaba y bebía litros de cafeína. Ya le había advertido a el de pecas que podía bajar media hora después o tolerarlo si quería que él le hiciera el maldito desayuno en los dormitorios.
Y en vista de que el de ojos esmeralda prefería tragarse su incomodidad junto con sus fantásticos panqueques, el cenizo no creía que tuviera derecho a quejarse.
—Ya harán algo al respecto. Dales tiempo —paso un brazo por los hombros del más bajo para acomodarse —Dentro de poco tendrás una maravillosa cuñada.
Bakugou sonrió levemente, ya que realmente le gustaba la idea de que Ashido se volviera parte de su familia. Podría parecer todo lo opuesto a Midoriya pero, en realidad, no tenía dudas de que podrían tener una relación increíble. Los dos tenían interés por las humanidades, eran amables y tenían una energía inagotable para hacer varias actividades a la vez. Nunca se cansarían el uno del otro y harían el esfuerzo en comprenderse cuando hubiera dificultades.
Podrían parecer muy incompatibles pero eran el uno para el otro.
Como yo y este idiota.
El cenizo alzó levemente la cabeza y en un pequeño impulso, beso la mejilla de Sero, causándole un leve sonrojo y que le mirará confundido.
— ¿Y eso por qué fue? —quiso saber el de ojos ónix.
—Porque quería —se encogió de hombros el más bajo, volviendo a acomodarse en su lugar y soltando un bostezo —Voy a intentar dormir hasta que lleguemos.
—Te acompaño —sonrió el azabache, abrazando más fuerte a su pareja y acomodándose en su cabeza.
Pese a que fue incómodo dormir de esa manera y que los asientos no eran los más adecuados del mundo para usarse durante varias horas, la pareja se encontró en paz todo lo que duro su viaje.
Ni siquiera fueron conscientes de que Mitsuki les tomo fotos que luego compartió con los demás. Llenas de stickers de besitos y caritas enamoradas.
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