Capítulo 26

Katsuki se despertó relativamente temprano, a las nueve de la mañana, un horario que tenía debido a que salía a correr con Mina. Se levantó de la cama, viendo que la remera holgada de color azul que le había dado Hanta la noche anterior le colgaba más de lo que creyó y que el sol brillaba bastante por la ventana.

Por un momento, deseo poder quedarse un poco más en la casa, hacerle compañía al azabache que, aunque no lo dijera, debería sentirse solo ante la ausencia de sus padres. Pero se le acabaron los motivos, aparte que debía hablar con Izuku y llamar a su madre, a la cual no contacto ayer debido a que quería meditar todo lo que le dijo Masaru.

El cenizo suspiro y se cambió a las ropas que traía ayer, ordenó la cama donde Hiku ya no estaba y abrió la ventana para que entrara un poco de viento. Después, en silencio, bajo las escaleras hasta la sala, encontrándose con que el más alto babeaba sobre una almohada junto con Five recostado a su lado. Se rió al ver la posición extraña en la cual dormía, con un brazo sobre el pastor alemán y el otro doblado hacía atrás, las piernas recogidas y el cabello desparramado por todos lados.

Ah, ¿realmente me gusta este tonto?

El de ojos rojos se agachó y paso una mano por el flequillo del azabache, provocando con eso que Five despertará e intentará lamerlo. Pero todo lo que consiguió fue lamer la nariz del más alto y provocar una carcajada en el cenizo.

—Five, otra vez, no. En la cara no —se quejo el de ojos ónix con un ligero malhumor que siempre tenía al despertar y alejando al cachorro de su cara, para ver hacía el otro que se reía de él —Buenos días, Bakugou, ¿dormiste bien?

—Buenos días —correspondió el saludo, jugando todavía con un mechón azabache entre sus dedos —Sí. Y ya me voy.

— ¿No quieres desayunar antes? —interrogó el estudiante de artes que quería persuadir al contrario que se quedará un poco más.

—Otro día, cara plana.

Sero se decepcionó un poco al escuchar eso pero cuando leyó entre líneas —porque con el más bajo había que hacerlo bastante seguido para comprender qué quería— se dio cuenta que, implícitamente, el estudiante de gastronomía decía que lo harían "otro día". O sea, que podría venir a su casa devuelta, quedarse a dormir y desayunar al día siguiente. Solo que eso no se daría hoy.

Bakugou chasqueo la lengua al ver al más alto sonreír de oreja a oreja y se alejo de él, yendo hasta la entrada de la casa. Sin embargo, el azabache lo alcanzó rápidamente para poder despedirse de él, junto con el pastor alemán.

—Iré al parque mañana. Y cuando quieras volver a mí casa, avísame y tendré lo adecuado para recibirte —dijo sin dejar de ver al contrario —Tal vez podríamos acampar en el patio. Es divertido.

—Si tengo tiempo vendré —bufo el de ojos rojos pero, la verdad, era que le gustó mucho lo último sobre acampar —Hasta luego, Sero.

—Hasta luego.

El más bajo salió hacía la calle y el de ojos ónix se quedó en la entrada, viéndolo hasta que se volvió un punto al final de la calle y luego, desapareció de su alcance.

Una vez supo que no lo vería, exhaló una gran cantidad de aire y cayó de rodillas en el piso, Five le vio con su cabeza inclinada por sus acciones.

—Me gusta Bakugou Katsuki —declaró en voz alta sintiendo el peso de sus palabras — ¿El director ahora sí me va a cambiar de dormitorio, para conservar mí cordura mental, Five?

Por toda respuesta, el cachorro volvió a lamer su nariz, sacándole una pequeña risa.

Midoriya pareció aliviado. Sus hombros bajaron, sus ojos se vieron opacos por un segundo y luego, sonrió de forma pequeña, tomando su mano.

Bakugou se sintió mal por no darse cuenta que tanto le afectaba a el pecoso eso de la infidelidad hasta que vio esa reacción de puro alivio en su persona. Debió decírselo antes, en vez de estar con Sero. Pero tampoco podía encontrar aunque sea una pequeña parte de él que tuviera remordimientos por eso.

Aún así, considero que era adecuado disculparse.

—Lo lamento —susurro captando la atención de los ojos esmeralda.

— ¿Por qué la disculpa, Kacchan? Ah...claro, te sientes mal por no decirlo antes, ¿cierto? —soltó una pequeña risa el más bajo —No ocurre nada. Ayer fue un día agotador para ti.

—Pero sabía que debía decírtelo lo más pronto posible —dijo el de ojos rojos enojandose consigo mismo por su comportamiento.

— ¿Y qué estás haciendo ahora, eh? No dejaste pasar mucho tiempo. Esta bien —aseguro el de pecas —Más importante, ¿cómo la pasaste en la casa de Sero-kun? ¿te ayudo a distraerte?

—Tiene un huerto y tres gatos.

El pecoso interpretó eso como que sí la paso bien y se distrajo, lo cual le hizo feliz, se recordaría de darle las gracias al azabache apenas lo viera.

— ¡Katsuki, Izuku! ¡Vengan!

El llamado de Ashido desde la cocina los hizo sentirse confundidos pero cuando fueron hasta el lugar, vieron que ella les tenía en la mesa dos tazones de helado de vainilla y chocolate.

—Veamos una película. Hace mucho calor para salir del departamento —propuso la ídolo —Será un día de ocio.

Katsuki y Mina no eran perezosos, todavía de vacaciones, preferían actividades que pudieran hacer al aire libre o los mantuviera en movimiento. Al contrario, Izuku sí era bastante ocioso, prefería entretenerse con su celular o computadora antes que salir a quemarse bajo los rayos del sol.

Por ende, que ella sugiera eso quería decir que estaba preocupada por ambos y que si deseaban sacrificar un día donde podrían ir al parque, la playa o algún centro comercial, para meditar todavía sobre lo que se habían enterado recientemente, estaba de acuerdo.

Los hermanastros se sintieron conmovidos.

—Me eligió el lado izquierdo del sillón —aviso el cenizo.

—Iré a buscar unas almohadas para acostarme en el piso —fue en busca de sus cosas el pecoso.

— ¡En la noche que Katsuki haga palomitas!

El estudiante de gastronomía rodó los ojos ante el pedido de la femenina pero sabía que terminaría por cumplirlo. Fue a acomodarse en el sillón, con el tazón de helado entre sus piernas y viendo cómo el de ojos esmeralda tiraba un montón de cojines y almohadas en el piso para hacerse una improvisada cama. La cual tuvo que ser más grande de lo que creyó debido a que la ídolo se le sumó.

En lo que discutían por la película, saco su celular, viendo su último conversación con su madre y su promesa de explicarle todo cuando estuviera devuelta en Japón. Optó por pasar de esa conversación e ir hasta la del azabache, sin saber precisamente porqué le mando una foto del pecoso y la femenina tirados en el piso viendo una película. Habían puesto Juego de Gemelas.

Hanta le respondió en menos de dos segundos.

Esa película es muy vieja, ¿quien la eligió?

El de ojos rojos supuso que la ídolo pero no estaba seguro ya que no presto atención cuando la pusieron. Por lo que, su respuesta fue que la habían puesto antes de que llegara a la sala.

Nuevamente, la respuesta del estudiante de artes le llegó en unos segundos.

¿Tendrán un día de películas?

El más bajo respondió con una afirmación y se acomodo en el sillón, recostado de lado, con el celular delante de la cara y una manta en la cintura porque el aire acondicionado era malditamente frío y le rozaba en los hombros.

Podría sugerirte algunas, Bakugou. Cómo, no , ¿has visto Maze Runner? ¿o el señor de los anillos?

A el pecoso le encantaba todo lo fantasioso y distópico, así que sí, se vio desde Harry Potter hasta los Juegos del Hambre. Después, por su parte, le encantaba el mundo de Marvel y DC y le partiría la cara a quien dijera que eso lo hacía un mocoso virgen e inmaduro.

En lo que tardaba en contestar, le llegó otro mensaje.

Bueno, un par de mensajes.

También podrías ver algo de terror, aunque no creo que nada te asusté. No, mejor veamos una película de terror juntos. Así si te asustas podré verlo y burlarme.

Era "juntos" de todo el grupo. Kirishima, Ashido y Kaminari. No solo tú y yo. A no ser que quieras. Claro.

Lo de burlarme iba en serio.

El cenizo bufo ante los mensajes, pensando si el más alto se habría puesto nervioso por lo de ver una película ellos solos y por eso lo aclaro. O si solamente creyó que no aceptaría si eran ellos nada más en una salida.

No podría culparlo si era lo último.

—Katsuki, usar el teléfono en el cine está prohibido —le reprochó la femenina que desde hacía rato escuchaba el zumbido del aparato — ¿Con quien hablas tanto?

El de ojos esmeralda también se volteo para verlo, una mirada curiosa y una ceja alzada fue todo lo que necesito para hacer al estudiante de gastronomía chasquear la lengua y confesar.

—Con el cara plana —admitió a regañadientes —No molesten.

—Ah, con Sero —sonrió la de ojos amarillos de oreja a oreja — ¿De qué...?

—Ashido-san, mira, están por jugar a las cartas.

Midoriya distrajo hábilmente a la femenina, dándole una sonrisa al cenizo que le dio un asentimiento de cabeza a modo de agradecimiento. Luego, se acomodo de nuevo junto con Ashido para seguir viendo la película.

Mientras tanto, Bakugou siguió hablando con Sero.

Las vacaciones terminaron pasando bastante rápido para Sero una vez volvieron sus padre. Por supuesto, se alegro muchísimo de verlos, recibió un montón de obsequios de su parte y escucho de sus aventuras, porque aparte de dar conferencias sobre los derechos de los animales en distintas partes del mundo, sus padres habían aprovechado para hacer turismo. Pasaron tres días en casa, hablando, ordenando el huerto a gusto de su madre y comprando madera para una casa nueva para Lucky junto con su padre. Estaba muy feliz. No se dio cuenta que los había extrañado tanto hasta que estuvieron juntos.

Pero cuando le dieron la noticia de que sus planes de vacaciones habían cambiado de ser una semana a todo lo que quedaba de su tiempo, no se sintió contento. Porque, para empezar, eso significa que ya no vería a Bakugou en el parque para jugar con Five y que luego, Ashido no lo invitaría al departamento a tomar algo y vería a Midoriya en el sillón, pidiéndole que se quede a ver alguna serie. Y después de eso, cuando fuera muy tarde, el cenizo lo acompañaría la mitad del camino hasta su casa, hablando vagamente sobre lo que cambio respecto a su relación con su padre y él lo escucharía en silencio.

No deseaba irse por esas cosas. Así como también por el hecho que había prometido ir a visitar a Kaminari en Kyoto e ir a buscar a Kirishima al aeropuerto cuándo volviera al país. O su promesa a una vecina anciana de ayudarla a pintar parte de su habitación y seguir jugando con su amado perro que no veía desde hacía mucho tiempo en el patio con la manguera de agua.

Sin embargo, el estudiante de arte no era bueno para expresarse cuando estaba en desacuerdo con algo. Mucho menos bajo esas circunstancias, con sus padres de vuelta en casa luego de una larga ausencia, ¿y si creían que ya no deseaba pasar tiempo con ellos? Los lastimaría, eran muy sentimentales. Y él no se sentiría bien con eso. Tal vez, si no se hubieran ido por tanto tiempo, si no estuvieran intentando compensar aquella ausencia con unas vacaciones familiares, podría decirles que era feliz de quedarse en casa cerca de sus amigos.

Cómo ese no era escenario, durante la cena familiar, acepto las vacaciones con una sonrisa y en la noche, le mando un mensaje a Katsuki.

Le puso que se iría por lo que quedaban de las vacaciones que, posiblemente, su celular no funcionaría correctamente a dónde sea que lo llevarán sus padres —ya que quisieron dejarlo como una "sorpresa"— y le pregunto si él estaba listo para conversar con su madre, ya que le había dicho que estaría en Japón dentro de dos días. El mismo tiempo en que se iría.

Ni que me fuera a decir que mato a alguien, cara plana. Estaré bien.

El azabache sonrió ligeramente ante esa respuesta. No, Mitsuki Bakugou seguro le contaría a su hijo una historia muy íntima de su persona, una que se guardo para sí misma mucho tiempo. En realidad, pensaba que ella estaría mucho más nerviosa que el cenizo, pero aún así le era inevitable preocuparse.

Lo sé. Pero deja que igual me preocupe. Midoriya y Ashido seguramente también lo están.

Era fácil suponer eso, si con cada día que pasaba, la ídolo parecía más nerviosa y el pecoso más inquieto. La última vez que fue al departamento, la primera estaba mirando el calendario en su celular de forma constante y el segundo no dejaba de cambiar el canal en la televisión, aunque no estuviera viendo nada.

Ni si te ocurra llegar al nivel de esos dos. Carajo, son insufribles.

Pese a poner eso, para Hanta era casi obvio que el cenizo debía tener una sonrisa en los labios.

Porque aunque nunca lo dijera en voz alta, Katsuki adoraba a Mina e Izuku.

El estudiante de artes bostezo en ese momento, debían ser las dos de la madrugada, le había dicho al de ojos rojos que salía en su viaje a las ocho de la mañana. Pero, en realidad era a las cinco. O bueno, cuatro, considerando que sus padres se levanten a desayunar o saquen a los perros al baño, ya que no pensaban dejarlos otra vez con sus amigos.

Por lo tanto, podía dormir dos o tres horas.

O seguir hablando con el cenizo.

¿Era muy obvio que opción ganaba?

—Kacchan, buenos días.

Izuku estaba bastante sorprendido cuando vio al cenizo salir de su habitación, bostezando y frotándose los ojos con cansancio. Él se encontraba en la cocina, sentado en un banco, tomando un yogurt de frutilla. Y como no vio a Mina en el departamento, supuso que Katsuki salió a correr con ella como todos los días.

Lo contrario le resultó extremadamente raro aunque logro disimularlo.

—Buen día —correspondió el saludo el mayor — ¿Qué hora es?

—Las doce del mediodía. No es tan tarde.

Todavía con la respuesta del pecoso, el de ojos rojos frunció el ceño y se sentó a su lado, con una taza de leche chocolatada fría. La bebió de a poco, con una mirada que demostraba que no estaba —todavía— del todo despierto.

El más bajo sintió curiosidad casi de inmediato y uso a su favor que, sin importar lo que hiciera, el cenizo jamás podría hacerle más daño que un pequeño golpe.

— ¿Estuviste hablando con Sero-kun anoche?

Si el hecho de que el mayor se hubiera ahogado con la mención de Hanta era una respuesta afirmativa, el de pecas la tomo como válida y sonrió divertido cuando el otro le miró con enojo.

— ¿Cómo mierda lo sabes? —interrogó el de ojos rojos.

—No lo sabía, lo supuse y tú me lo acabas de confirmar —sonrió con inocencia el pecoso —Aparte, no se me ocurrió nadie más por quien hablarías hasta tan tarde cuando siempre te duermes temprano.

—Lo hice porque quería —bufo el cenizo —No por el cara plana.

—Kacchan, no seas necio —suspiro el más bajo —Admítelo. Te gusta Sero-kun.

—Nunca —fue la respuesta que recibió.

Midoriya soltó otro suspiro de resignación, sintiendo algo de pena por el azabache que la tendría tan difícil con su hermanastro. Pero, bueno, debía demostrar ser digno de Bakugou, ¿no?

Tendría que mostrar una gran —gigante— determinación y perseverancia hacía él si quería lograr algo.

Con tal de cambiar de tema para no molestar —avergonzar— más al cenizo, el pecoso hablo de la llegada de sus madres en dos días, que coincidía con el tiempo que había decidido pasar en la casa de Todoroki. Además que Ashido también iría unos días a visitar a Uraraka y Asui, quedándose en la casa de la primera para así no te que volver en tren hasta el edificio de departamentos.

Por otro lado, el cenizo había optado por quedarse a cuidar del lugar, secretamente, pensando que podría invitar a Sero una noche ya que no estarían los chismosos de su hermanastro y la ídolo merodeando por el departamento. Pero como eso no pasaría, se sentía algo desilusionado y aunque nunca lo fuera a decir, extrañaría al azabache el tiempo que no lo viera.

Esperaba que pasar tiempo con Mitsuki e Inko aclarando su historia familiar bastará para tenerlo distraído.

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