Capítulo 19

Ver al director Aizawa a primera hora del lunes fue un indicio de que algo andaba mal para la clase A.

Yaoyarozou e Iida intentaron hacer un repaso de todas las fechorías que sus compañeros pudieron haber hecho en la semana y de las cuales el director se pudo haber enterado. Desde la más inocente como que Koda tomó —o robó— un conejo que estaba al cuidado de los estudiantes de ciencias naturales hasta las más grave como Mineta espiando en los baños a las chicas que iban a hacer natación por la tarde.

Pero como diligentemente se habían hecho cargo de todo, no tenían idea de cuál motivo podría tener su director para una visita a esa hora. Exceptuando que se trataran de algo relacionado a las pruebas de la semana pasada.

—Buenos días director —saludó la delegada e indicó a todos los demás que hicieran lo mismo.

—Buenos días, pueden sentarse —permitió el azabache que quería ser rápido y directo con sus estudiantes —Estoy acortando su clase de historia de hoy con el motivo de hablar acerca de sus pruebas. Les diré desde ya que, en varios casos, fueron un desastre.

Los menores tragaron saliva pero la expresión de Aizawa no era mala, no parecía estar enojado, en el peor de los casos, se veía tan cansado como todos los días de la semana y eso debería suponer algo bueno, ¿verdad?

O al menos, eso esperaban.

—Pero no puedo decir que esperaba un gran porcentaje de éxito considerando que apenas se cumplen dos semanas desde que todos se conocen. Aún así, hay cosas que no puedo pasar por alto —miró seriamente a cada uno de sus estudiantes —Faltar a una prueba está mal y no cooperar con su compañero también. No diré nombres, cada uno sabe bienquiénes son. Valoro más el hecho de que varios lo intentaron y tuvieron éxito, como el caso del grupo conformado por Yaoyarozou, Jiro, Kirishima y Kaminari. Hicieron un muy buen trabajo, merecen un aplauso.

El pelirrojo y el rubio se chocaron las manos con entusiasmo al ser halagados por el mayor, una de las azabaches resopló por su actitud infantil pero tenía una sutil sonrisa y la otra solo agradeció los aplausos de sus compañeros.

—Pese a que omitieron la parte en que la prueba era de a dos y no cuatro, su creatividad es admirable y pusieron todo su empeño. Los felicito —agrego el director —Tambien, aquellos que sobresalieron en sus pruebas de campo fueron Bakugou y Sero. Los dos parecieron entenderse muy bien el uno al otro en cuanto sus retos, sus profesores estaban muy contentos con sus desempeños.

Al escuchar eso, el cenizo sonrió de forma engreída y el azabache se sonrojo un poco, recordando su dibujo sobre su compañero bailando con Uraraka. Pero debía admitir que estaba feliz que los dos hubieran salido bien de sus pruebas.

No que hubiera dudado de las capacidades culinarias de Bakugou —eso jamás paso por su cabeza— pero sí tuvo miedo de que su dibujo no fuera del nivel que esperaban sus profesores.

Sero estaba aliviado de haberse equivocado.

—Dicho esto, los demás también hicieron un esfuerzo notable pero no alcanzo para darles una nota decente. Así que, en vez de que esta prueba quedé registrada en sus expedientes, lo dejaremos como un calentamiento para lo que les espera los siguientes tres años —continuo el director —Fue mí error hacer este tipo de evaluación con el poco tiempo que llevaban en Yuei. No obstante, espero les halla servido de ejemplo. La siguiente prueba será a finales del segundo cuatrimestre, es decir, en seis meses. Tendrán bastante tiempo para convivir entonces. Y, se prohíbe hacer la prueba de a cuatro, lo de esta vez fue una ligera excepción, ¿entendido?

La clase A exclamó un "sí" al unísono, varios dispuestos a intentarlo con más empeño la siguiente ocasión y otros a gusto con la idea de un tiempo favorable que les ayudaría a limar asperezas para el momento de su siguiente prueba.

Kaminari no tardó en llamar la atención del azabache para decirle que debían encontrar la forma de celebrar este hecho y el más alto noto que, a lo lejos, Kirishima intentaba —mediante señas— hacer lo mismo con el cenizo que fruncia el ceño, acompañado de un divertido Midoriya que no parecía estar en lo más mínimo afectado por lo que dijo el director.

Sin dejar de ver al molesto estudiante de gastronomía, el de ojos ónix asintió hacía cualquier tontería que le hubiera dicho el rubio.

Muy pronto se arrepentirá de eso.

Yuei al ser un internado quedaba algo lejos de la ciudad pero no tanto. Un máximo de veinte minutos o veinticinco dependiendo del tráfico. Los estudiantes de segundo y tercer año tenían permitido ir a la ciudad bajo su propia responsabilidad pero los de primero debían contar con una escolta para su protección.

El azabache y el rubio no estaban cumpliendo con eso en ese preciso momento.

—Todavía no puedo creer que el guardia se halla dejado sobornar —mencionó el de ojos ónix — ¿Y si nos pasa algo? ¿Iría preso?

— ¡Tal vez! —se rió el rubio para después golpear al otro en el hombro —Pero nada nos pasará, Sero. Compraremos unas cervezas y volveremos como si nada. Tranquilo.

—...Dijiste que querías comprar el juego de naranja que se te había acabado en el dormitorio —dijo el azabache empezando a sentir que seguir al rubio estaba siendo una muy mala idea.

— ¿Ah, sí? —ladeó la cabeza el más bajo, fingiendo confusión y llevándose una mano hacía el mentón —Estoy muy seguro de haberte dicho que quería comprar cerveza. Tal vez no me escuchaste por estar viendo cómo todo un bobo a Bakubro.

— ¡Y-Yo no estaba haciendo eso! —exclamó el azabache con la punta de las orejas roja — ¡¿Por qué haría eso?!

— ¿Por qué? Hay varios motivos —sonrió perversamente el más bajo —Porque Bakubro es guapo, porque nadie te estaba prestando atención y era una buena oportunidad para hacerlo, porque te gus...

— ¡Kaminari, ya para! ¡Detente!

Hanta cubrió la boca del rubio antes de que otra frase dejará sus burlones labios. Podía sentir que su rostro estaba caliente por la vergüenza y varias personas lo miraban por la calle, lo que le hizo sentirse el doble de avergonzado. Todo lo contrario a Denki quien reía descontrolo tras la palma de su mano.

—Bien, bien, bien —repitió el más bajo, alejándose de su amigo avergonzado con las manos en alto —Me callaré la boca. Pero que sepas, que si sigues siento tan obvio, Bakugou podría darse cuenta.

— ¡Tomaré ese consejo en cuenta, gracias! —grito molesto el azabache.

—De nada —le guiño el ojo el rubio —Para más consejos, solo pregúntame.

El más alto no continúo con la conversación, estaba convencido de que el otro no le escucharía, así que solamente lo siguió hasta la tienda y espero a que comprará las bebidas alcohólicas. Una vez las consiguió, fueron juntos hasta Yuei, volvieron a pagarle al guardia y se metieron en los dormitorios.

— ¡Bienvenidos de vuelta! ¿Consiguieron las cosas?

Mina los recibió en la puerta, tenía puesta un piyama rosado que hacía resaltar su tez morena y estaba descalza. Junto con ella en la sala, estaban presentes Kyoka, Momo, Eijirou y un molesto Katsuki.

— ¡Sí, mí señora! —respondió el rubio colocando las bolsas con latas sobre la mesa, haciendo un sonido metálico en el proceso —La vendedora no quiso venderme más de seis. Así que será una para cada uno.

— ¡Está bien, es mejor empezar despacio! ¿No chicas? —cuestiono la ídolo a las femeninas que se veían algo cautas.

—Aún me sigue pareciendo una mala idea, Ashido-san —murmuro la delegada de la clase —Estoy aquí porque menciono que sería una pequeña celebración entre nosotros por nuestras notas. No incluyó la parte del alcohol hasta ahora.

—Además, hay una alta posibilidad de que Kaminari haga alguna estupidez —acuso la azabache bajita con el ceño fruncido —Nos meterá en problemas.

—No lo haré —hizo un puchero el de ojos dorados.

—Yo me hago responsable de Kaminari si hace una tonterías —aseguró el pelirrojo y agrego con una sonrisa confiada —Por algo soy su compañero.

—Kirishima...—le brillaron los ojos al estudiante de arte — ¡Ah! ¡¿Qué hice para merecer un compañero tan masculino y genial como tú?!

Sero se alejo del melodramático momento que compartían sus amigos y se sentó en el sillón junto con el cenizo, que en silencio y sin decir nada, abrió una de las latas de cerveza, provocando con el sonido que la mayoría de las miradas se enfocarán en él.

Pero sin presentarles la menor antes, simplemente, apoyo el borde de la lata en sus labios y bebió.

El más alto noto que más que hacerlo por presumir, Bakugou realmente estaba curioso por el sabor de la cerveza, porque arrugó el ceño con disgustó y luego, se limpio los labios con el dorso de la mano.

—Es malditamente amargo —dio su veredicto antes los callados adolescentes — ¿Acaso compraron la más barata que había o qué?

—Es una buena marca —respondió en automático el de ojos ónix, para luego tomar una lata y también probarla —Hm, sí, muy amargo. Pero no está tan mal, Bakugou.

—Es horrible, ¿cómo usan esto para cocinar? —batió con la mano la lata —No sé me ocurre qué sabor le daría a mí comida.

Ashido sonrió al notar el ambiente tan calmado y tranquilo que formaban —sin darse cuenta— el azabache y el cenizo, el cual incluso llego a Yaoyarozou y Jiro que al ver que la cerveza no causaba grandes estragos en los primeros, tomaron por su cuenta las latas de cerveza. La primera bebió un sorbo con delicadeza, dejando un rato la lata sobre su regazo para saborear el gusto amargo en su boca. La segunda, hizo un ruidito ahogado al beber y posteriormente, agarró un par de dulces, abandonando la lata en la mesa.

Después de ellas, Kirishima y Kaminari intentaron beber sus cervezas de una sola vez, sintiendo que sus estómagos estaban llenos de burbujas en el proceso. La última en tomar fue la ídolo, quien se rió de las expresiones de sus amigos antes de tomar y sentir su cara caliente en el proceso.

—No estuvo tan mal, ¿a qué no, Jiro? —sonrió el rubio orgulloso de sí mismo — ¡Y mírame! ¡Estoy como siempre!

—Esperemos unos minutos, a que el alcohol haga efecto y hablamos —bufó la azabache, sosteniendo la lata de la cerveza otra vez y bebiendo un sorbo — ¿El sabor mejora cuando estás acostumbrado?

—Tal vez —murmuró la ídolo no muy convencida en sus respuestas —La mayoría lo hace sonar como algo sorprendente. Me siento estafada, ¡Kaminari, debiste traer más!

— ¡¿Y ahora es mí culpa?!

Tal vez si fuéramos más personas sería divertido, pero como solo somos nosotros seis está todo en calma. Aún con los gritos de Kaminari.

El azabache tomo otro sorbo de su cerveza, observando a su lado cómo estaría el cenizo que no era muy hablador, al parecer. Pero, cuando noto su estado, se dio cuenta que eso se debía...al alcohol.

El estudiante de gastronomía estaba sonrojado levemente en las mejillas, con la espalda en el respaldo y la cabeza inclinada hacia su lado, las rodillas juntas y una expresión pérdida. No creía que estuviera ebrio —habían tomado una muy pequeña cantidad— pero podría ser posible que la cerveza le halla afectado más rápido que al resto. Hay personas más sensibles al alcohol que otras.

—Bakugou, ¿comiste antes de esto, cierto? —cuestiono preocupado por su compañero — ¿Tu almuerzo? ¿Algún refrigerio?

—...No tenía apetito. A diferencia de la estupidez que dicen, a los cocineros no nos gusta comer a cada momento —respondió con un pequeño deje de molestia el de ojos rojos —Hay más días en las que no tengo hambre que los que sí.

—Es bueno saberlo, lo tendré en consideración para poder darte un regaño más adelante —tocó con su mano la frente caliente del otro —La cerveza te cayó mal, ¿no quieres darte un baño o algo? En unos momentos podría ponerse peor.

El cenizo gruñó y se refugio en el tacto del otro, tenía las manos frías junto con un ligero olor a pintura que le era agradable. Sí, definitivamente, se empezaba a sentir mal, su estómago se sentía pesado y su vista se estaba nublado. Incluso podía jurar que cuando se levantará apenas podría sostenerse, por eso, en primer lugar se quedó sentado en el sillón.

Todos los demás estaban distraídos, a nadie le importaría si se iba, o preguntarían porqué le hacía caso al azabache en primer lugar.

Mí cabeza duele.

—...Iré al dormitorio a acostarme —se frotó la cabeza con una mueca de dolor.

El estudiante de arte asintió y ayudo al contrario a ponerse de pie, su rostro se veía descompuesto en lo que se dirigía al ascensor y como nadie le estaba prestando atención —el pequeño grupo hablaba sobre la obra y como fue hecha para que aprobarán— tuvo la oportunidad de meterse en las cocinas. Aquel día, como todos los demás, bajo un rato después de que termino la hora de la cena, así que no sabía qué habían hecho. Pero vio sobras de carne asada, ensalada de tomate y un par de frutillas con crema que debieron ser un postre.

Tomando en cuenta la tardía hora que era —ya que decidieron tener su pequeña celebración cuando nadie usará la sala, para mayor privacidad y evitar que alguien más supiera de las cervezas metidas de contrabando— no podía preparar para el de ojos rojos una cena, pero sí un pequeño refrigerio. Así que el más alto corto algo de pan y puso un par de trozos de carne junto con el tomate encima, tomo una copita aparte donde coloco dos frutillas con crema y puso todo en una bandeja.

Recordando las burlas de Denki acerca de que le gustaba su compañero de dormitorio —lo cual no era para nada cierto— Hanta tuvo cuidado de que nadie lo viera ir hasta el ascensor con la bandeja. Aunque, de todos modos, parecía que había iniciado una pequeña batalla en la sala sobre gustos musicales entre Denki y Kyoka, de la cual eran partícipes unos silenciosos Eijirou, Momo y Mina que parecían no tener la menor idea de cómo o si deberían detenerlos.

Lo último que le pareció escuchar fue a la azabache gritándole al rubio que el reggaeton no debería considerarse un género musical, si no un insulto a la propia música.

El de ojos ónix no se sintió mal por abandonar la sala tan rápido, quizás porque estaba preocupado por el estado de embriaguez de Katsuki o debido a que no se sentía tan cómodo con las azabaches como los otros. Posiblemente estuviera siendo quisquilloso pero no era su culpa cuando no podía evitarlo. Sus demás amigos parecían ser muy sociables y aunque él mismo disfrutará de la compañía de otras personas, tenía problemas para ser quien se acercará primero. Podía ser cortes y amable al conocer a alguien, pero no lograría —por su propia cuenta— establecer una relación.

En realidad, había una pequeña posibilidad que quisiera ser lo más amable posible con el cenizo porque deseaba entablar una relación con él. Una más amistosa, para borrar lo que pasó en el primer día de clases que era cada vez más y más lejano.

Estando algo perdido en sus pensamientos, las puertas del ascensor abriéndose tomaron por sorpresa al de ojos ónix que se bajó del mismo sacudiendo su cabeza para aclarar sus pensamientos. Después, con pasos firmes, fue hasta la puerta de su dormitorio y la abrió despacito, las luces estaban encendidas y desde el lado izquierdo se escuchaba cierto ruido.

Era Katsuki, que estaba acostado de costado con un brazo sobre el rostro y el otro acomodado en su pecho. Al escucharlo entrar, le dirigió una mirada de reojo, viendo hacía la bandeja y luego, a él.

El azabache hizo su mejor esfuerzo en sonreírle con cordialidad pero no pudo evitar cierto nerviosismo que no tenía idea de dónde aparecía tan repentinamente.

—Te traje un pequeño bocadillo junto con un postre, Bakugou —explico acercándose hasta la cama y dejando la bandeja a un lado de la mesita que tenía el cenizo —Hará que la cerveza dejé de hacerte tanto efecto.

El estudiante de gastronomía se levantó de la cama con cuidado, parecía bastante mareado y acalorado, por lo que el de ojos ónix se apresuro en abrir la ventana. La noche no era muy fresca, debido a que estaban entrando en el clima veraniego, pero el cenizo se vio mejor.

Después de eso, aunque parecía muy osado de su parte, el más alto se sentó en la esquina de la cama del otro y lo vio comer con cuidado, sin ser echado, ni ver el más mínimo signo de protesta. En un cómodo silencio, tuvo la oportunidad de ver de cerca su dibujo colgado en la pared del cenizo junto con sus fotos y sentirse igual de avergonzado que cuando las vio por primera vez. Nunca pensó que le gustaría tanto el dibujo como para colgarlo en un lugar tan visible, eso le hacía sentir muy feliz.

En lo que el más bajo comía, la tranquilidad fue palpable dentro del dormitorio y por primera vez, los dos compartieron un mismo sentimiento, el cual les decía que estar ahí juntos no era tan malo.

Bakugou ya no se sentía incómodo con el azabache. Y Sero no tenía razones para molestarse con él por su actitud, empezando a entender su carácter y simpatizar con sus circunstancias.

Una vez el de ojos rojos acabo su comida, suspiro satisfecho y le dio una mirada suave al otro, la cual también se veía algo opaca por el sueño.

— ¿No deberías estar con los demás idiotas? —le cuestiono con curiosidad.

—Estaba muy animado para mí gusto —soltó una pequeña risa y agrego en un suave susurro —Además, me preocupaba que te estuvieras sintiendo mal acá arriba.

—Una maldita cerveza no es nada —gruño el de ojos rojos —Únicamente me cayó de la mierda por tener el estómago vacío.

—Lo sé, por eso con esta comida ya deberías ponerte mejor —se puso de pie el más alto y bostezo —Ya me voy a acostar, ¿quieres otra cosa, antes que me acueste?

El estudiante de gastronomía negó con la cabeza y se recostó en la cama, dándole la espalda al otro para que se pudiera cambiar tranquilo. Luego de unos minutos, el azabache apagó las luces de la habitación y se acostó en su cama.

—Buenas noches, Bakugou —lo despidió con una sonrisa cansada, viendo en la penumbra la silueta del otro.

—...Buenas noches, idiota.

Todavía con el apodo —innecesariamente agregado— el de ojos ónix sonrió y cerro los ojos, para finalmente entregarse a un sueño agradable.

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