Capítulo 17
El día martes Bakugou no le dirigió la palabra a Sero ni le miró. Y, obviamente, tampoco durmió en el lugar que le correspondía y a cambio, Shoji y Todoroki fueron recompensados con dos muy buenos almuerzos por parte del cenizo.
Lo que también sucedió en la mañana del día miércoles ya que tampoco estuvo en el dormitorio con el azabache.
Además de sentirse frustrado por esto, el de ojos ónix estaba algo preocupado por su compañero. Le avergonzaba admitir que él recibió más ayuda de su parte respecto al dibujo y que no fue recíproco. Solamente le dio su reto, no le brindo otra ayuda. En cambio, el de ojos rojos le dio inspiración —una que era inesperada pero que terminó usando— y apoyo moral.
Él no hizo nada de eso. Lo más lamentable es que llegó a darse cuenta de ese hecho durante el transcurso escolar, notando cómo en su pupitre el estudiante de gastronomía parecía tachar una y otra vez palabras en su libreta, con una mueca de disgusto en sus labios.
Tal vez seria incorrecto asumir que estaba de esa forma debido a su prueba, el de ojos rojos no parecía del tipo de persona que se pusiera nerviosa. Era demasiado confiado. Pero también perfeccionista.
Y a los perfeccionistas los ponía ansiosos e inquietos todos aquellos detalles que para otros podrían ser irrelevantes. Causando que se angustien y molesten por cosas que no eran tan graves.
Midoriya dijo que le de espacio pero, ¿cómo puedo verlo de esta forma y no querer ayudarlo? Parece muy estresado.
El estudiante de arte dio un suspiro y rebusco en sus bolsillos unos cuantos dulces que Kaminari le dio aquel día, una pequeña compensación por haberle prestado dinero para el almuerzo de ayer. Eran dulces naturales surtidos de naranja, limón y pera. Los primeros eran un poquito ácidos pero le terminaron gustando y pensaba que, tal vez, a el más bajo le vendría bien algo dulce.
El azabache espero pacientemente hasta que la clase termino y el timbre sonó, anunciando que ya todos podían salir al receso. Observó un momento como Kirishima y Ashido se dirigían hasta el pupitre del cenizo, siendo espantados por este que cerró su libreta y grito que no quería salir.
La femenina —igual que él a lo lejos— noto que el cenizo estaba un poco ansioso, así que, tiró del brazo del pelirrojo que le insistía al otro para salir y solo le sonrió a su amigo para irse por la puerta del salón. El rubio de ojos dorados los esperaba ahí y le dirigió una mirada interrogante a él que se había quedado en el salón.
Hanta le hizo una señal a Denki para que le esperara y se paró despacio, para caminar hasta el pupitre de Katsuki que le dio una mirada de reojo. Entonces, noto sutilmente las ojeras bajo sus ojos y que estaba algo pálido, pero que tenía la misma aura imponente de todos los días.
¿Qué rayos hiciste anoche? ¿Acaso Todoroki o Shoji se la pasaron hablando contigo para que tuvieras ese aspecto de cansancio?
Era una escena subrealista de imaginar a aquel trio en medio de una pijamada adolescente. Más que nada, porque ninguno de los tres parecía ser muy sociable.
— ¿Te vas a quedar ahí parado como idiota o vas a decirme algo, maldito cara plana? —alzó una ceja el más bajo harto y fastidiado que el otro simplemente se le halla quedado mirando con una expresión de estúpido —Ya le dije al cabello de mierda que no pienso salir. Vete.
El azabache volvió en sus sentidos al escuchar la voz del contrario y se metió la mano en los bolsillos de su pantalón, sacando la pequeña bolsa con dulces para dejarla sobre el escritorio del cenizo.
Lo vio parpadear con confusión al ver la bolsita.
El gesto era tierno. Muy tierno. Cómo un niño que acaba de ver aparecer de la nada un chocolate que no pidió ni pensaba tener.
—Son de naranja, limón y pera. Comen los que más te gusten, Bakugou —sonrió el de ojos ónix y agrego, un poco titubeante —E intenta no estresarte tanto por la prueba. Seguramente, lo harás bien.
—...Por supuesto que lo haré bien, idiota —murmuro el estudiante de gastronomía tomando un dulce de naranja de la bolsa y llevándoselo a la boca —Son ácidos.
—Ah, sí, no tienes que comerlos si no te gustan...—murmuro nervioso el más alto.
—Me gustan.
Sero se sintió aliviado cuando escucho aquellas palabras salir de la boca del cenizo, por un momento, tuvo miedo que su buen gesto fuera malinterpretado como que quiso molestarlo al darle aquellos caramelos. Era un alivio que tuvieran el mismo gusto.
Mientras Bakugou comía los dulces, no pudo evitar el mirarlo, observar como su ceño fruncido se relajo y la manera que el caramelo ácido aparecía por sus mejillas, haciendo que pudiera ver un circulito. Aunque, hubo un momento en que el de ojos rojos paso su lengua por sus labios lo que le hizo sentir su corazón acelerarse y que, en automático se diera la vuelta.
—Q-Que los disfrutes, ¡iré con los demás!
El estudiante de gastronomía miro de forma curiosa hacía el más alto para luego, encogerse de hombres y tomar otra dulce.
Estaban muy buenos.
—Creo que Katsuki e Izuku tenían los mejores promedios —comentó la ídolo —Ninguno alardeaba de ello como los demás estudiantes destacados. Y tampoco formaban parte de ningún club, por mucho que otros les insistiera. Ah, pero creo que Izuku participo un poco en las competencias de arquería y Katsuki en el club de karate.
Por pedido de Eijirou, Mina estaba contando un par de historias de sus amigos en la secundaria, pese a que ella no asistió a la misma debido a su condición de celebridad. Tuvo varios tutores que la educaron en su casa y debido a eso, estuvo bastante decaída, ya que quería una experiencia colegial normal como toda persona.
Por esa misma razón, Katsuki e Izuku compartieron con ella sus experiencias en el colegio. Logrando hacerla sonreír durante sus pruebas de vestuario.
— ¡Que genial! ¡Blasty sabe karate! —exclamo emocionado el pelirrojo —Mí papá es profesor de boxeo, ¡podríamos comparar ambos deportes!
— ¿Del modo empírico? —cuestiono divertido el de ojos dorados —Terminaras en K.O, hermano.
Hanta se cubrió la boca para no reírse de la broma de Denki, ya que fácilmente podía imaginar a Katsuki enseñándole al pelirrojo de que forma podían comparar el boxeo y el karate en medio de un ring.
La conversación siguió fluyendo con la misma alegría e incluso, Ochako y Tenya se unieron. En un principio, querían preguntar si alguno de ellos sabía del paradero de Izuku, ya que no lo encontraban desde que inicio el receso. Pero al final terminaron metiéndose en la conversación.
—Es verdad, Midoriya-kun es muy humilde respecto a sus conocimientos y es un compañero muy amable —asintió el de lentes —Varios libros de la biblioteca de Yuei están en un inglés muy avanzado para mí. Pero él muy amablemente se ofreció a traducirlos para que pudiera usarlos.
—Bakugou-kun también...es bastante humilde a su manera, ¿no creen? —comentó la de ojos chocolate —Es decir, él afirma ser el mejor en su campo y lo es. Pero no presume de ello a cada momento.
—Es confiado y arrogante con justificación —sonrió el rubio — ¡Pero increíblemente no es molesto como otras personas!
—Sí, incluso creo que es un poco lindo —sonrió la castaña.
—Oh, con que Katsuki te parece lindo, Ochako —le codeo la ídolo con un brazo, haciendo a su amiga sonrojarse —Cierto, cierto. Tohru me contó algo interesante sobre tú y él bailando, ¿no?
— ¡N-No es lo que crees, Mina-chan! —levantó los brazos la castaña para cubrir su rostro que empezaba a sonrojarse — ¡No lo hagas sonar tan sospechoso!
— ¡Aww, te avergonzaste! —se rió la ídolo abrazando a su amiga por los hombros — ¡Que linda!
— ¡A Uraraka le gusta Bakugou! ¡A Uraraka le gusta Bakugou! —gritó el rubio de los ojos dorados — ¡A Uraraka le gusta Bakugou!
— ¡Kaminari-kun basta!
Sero chasqueo la lengua en lo que Iida trataba —inutilmente— de detener a Kaminari que gritaba sobre ello en los pasillos de la preparatoria.
Bakugou le pidió bailar para darme inspiración a mí. No porque le gustará Uraraka.
Kirishima quien estaba al lado del azabache —y pese a ser ajeno a sus pensamientos— supo de inmediato que algo le había molestado y se preocupo, ya que no creía que fuera alguien que se enojará fácilmente.
—Sero, ¿estás bien? —le pregunto el pelirrojo — ¿Qué sucede?
—Nada —gruño el de ojos ónix pero al darse cuenta que estaba siendo grosero con su amigo, carraspeo avergonzado y le miró con culpa —Estoy bien, Kirishima. No es nada.
— ¿Seguro...?
— ¡A Uraraka le gusta Bakugou! ¡A Uraraka le gusta Bakugou!
Los gritos del rubio interrumpieron la voz del pelirrojo, causando de paso que el más alto hiciera una mueca de molestia y agradeciera de todo corazón el timbre sonando que marcaba el fin del receso.
Para cuando volvieron todos al salón, incluido el desaparecido Midoriya que se sentó —con cara de agotamiento— en frente del cenizo y compartió con él, la misma cara de confusión al ser el blanco de las miradas curiosas de toda la clase A.
Debido a que el profesor de esa hora estaba atrasado, Mineta se paro de su asiento para —cual detective— dirigirse hasta el cenizo y darle una mirada de arriba a abajo de modo evaluativo.
De milagro —o tal vez, porque estaba el pecoso presente— el estudiante de gastronomía no lo pateó por eso.
—Bakugou, durante el receso escuchamos algo muy interesante —empezo el pequeño chico haciendo que la mayoría tuviera miedo por su integridad física —Respecto a ti y Uraraka, ¿tienes algo que decir al respecto?
El más alto empezó a rezar —como muchos otros— porque el de cabello purpura no terminara muerto.
—Sí —respondió el de ojos rojos, sonriendo de oreja a oreja, un gesto frío que debía ser cálido e hizo a todos estremecer — ¿Qué carajos les importa a todos a ustedes lo que pase entre la cara redonda y yo?
La clase A tembló —con sus ligeras excepciones, como la ídolo y el pecoso que sabían que el cenizo se mostraba de aquella forma para que le dejarán en paz— ante la amenazante imagen que tenían delante suyo pero el diminuto chico no retrocedió, se mantuvo firme y siguió encarando al cenizo que pensaba cada vez más y más en que tanto se enojaría su hermanastro si lo pateaba.
Cuando Katsuki miro hacía Izuku con aquella interrogante en sus ojos, el pecoso solo asintió con la cabeza, en señal que le parecía bien si pateaba a Minoru si se excedía nuevamente.
—B-Bueno, ¡es solo curiosidad! ¡ustedes parecen cercanos! —tartamudeo el de ojos violetas — ¿Estás seguro que...?
—Bakugou-chan, no le hagas caso a Mineta-chan —intervino la femenina de cabello verde y ojos saltones desde su asiento —Solo está celoso porque escucho que a Ochako-chan le gustas durante el receso.
— ¡Y no es verdad! ¡Es decir, me caes bien Bakugou-kun! —agrego la castaña avergonzada y nerviosa — ¡Pero no me gustas!
—Perdonarle la vida, Bakugou-chan. Hazlo por el favor que te hice el primer día de clases, ¿puedes?
¿El primer día de clases? ¿Por qué Asui y Bakugou se conocerían ese día?
Hanta miro con curiosidad a Tsuyu quien calmadamente le mantenía la mirada al cenizo, hasta que finalmente, este suspiró y le dirigió una mirada llena de enojo al chico que seguía delante de su pupitre.
—Ella te salvo hoy. Pero sigue jodiendo y te encierro en un maldito casillero, enano —advirtió el de ojos rojos —Fuera de mí vista.
—Mineta-kun. Haz lo que Kacchan te dice —dijo el pecoso con una sonrisa amable que parecía menos dulce que antes —O lo ayudaré con eso de encerrarte en un casillero y ni el conserje podrá encontrarte.
El de cabellos purpura ni dudo de volver a su asiento, justo en el momento exacto en que el profesor entro para empezar a dictar la clase.
— ¡Ay, ay, Bakugou! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡No lo volveré a hacer! —se disculpaba el de ojos dorados — ¡Lo siento, lo siento!
Durante el almuerzo, Mina se encargo de poner al corriente a Katsuki e Izuku de lo que pasó en el receso, provocando con eso que el cenizo buscará venganza contra Denki y que el pecoso se pusiera a supervisar, sin intervenir, en lo que hiciera.
Aunque le pidió que el castigo fuera leve. Por piedad.
Así que el estudiante de gastronomía se conformo con tirar del cabello rubio del chico hasta que lo vio sollozar y rogar por su misericordia.
—Ve a disculparte también con la cara redonda —ordenó el de ojos rojos soltando al otro —Y piensa como te hubieras sentido tú de estar en su lugar, donde un jodido idiota grita por toda la escuela que te gusta alguien mientras un montón de imbéciles más se ríen de ello. Pregúntate si te gustaría estar en su maldito lugar.
El rubio bajo la cabeza arrepentido y se dirigió hasta la mesa donde estaba Ochako, para darle su más sinceras disculpas, ya que todavía si fue una broma por su parte, la castaña se sintió avergonzada y muy incómoda por su culpa.
—Iré con Uraraka-san e Iida-kun, ambos parecen estar incómodos debido a que Kaminari-kun está exagerando en su disculpa —se excusó el de ojos esmeralda poniéndose de pie —Gracias por contarnos qué pasó, Ashido-san.
—Por nada, Izuku —sonrió la femenina.
—Ese idiota, no sabe hacer nada bien —murmuro molesto el cenizo —Dile que es suficiente y que vuelva a la mesa de una vez. No sea que se quede sin comer y luego fastidie el resto del día.
El de pecas asintió de forma diligente para luego dejar la mesa. Debido a que estaba entre el cenizo y el azabache, la distancia entre ellos se vio disminuida, lo que generó una ligera tensión cuando sus miradas se encontraron.
Hanta hizo todo lo posible por mostrarse tranquilo, aunque cuando el estudiante de gastronomía extendió su mano hacía él, su rostro dibujo una línea derecha de confusión.
El cenizo bufo al notar eso.
— ¿No te quedan más dulces? —interrogó.
—Oh...no —respondió el azabache viendo al contrario bajar la mano, con un gesto de decepción bastante obvio —Pero tengo esto, puedes probarlo, Bakugou.
El estudiante de artes tenía una caja de almuerzo bastante modesta, no era realmente bueno en la cocina pero podía defenderse gracias a las enseñanzas de sus padres. Podía ser básico y sencillo, pero contaba con todo aquello que le gustaba y le ayudaba a sobrevivir el día escolar.
Entre esas cosas, estaban unas zanahorias agridulces que tomo con sus palillos para extender hacía el cenizo que le miró con una ceja alzada para luego abrir la boca y probarlas.
Mina soltó un pequeño jadeo ante eso, que oculto tras una falsa tos y tomó agua para disimular su desliz. Por otro lado, Eijirou no llego a notar aquel intercambio entre el cenizo y el azabache debido a que estaba comiendo, así que no hizo comentario alguno.
En lo que el más bajo saboreaba la comida, el azabache observaba sus pequeños gestos, buscando algún disgusto o signo de alegría. Pero era difícil leer el rostro de alguien a quien apenas estaba conociendo.
Por lo menos, se conformaba con que no estuviera haciendo una mueca de desagrado.
Bakugou trago la comida y volvió a abrir la boca, en espera de otro bocado. Eso era una señal de que le había gustado y aunque Sero no quería tomar ventaja de esto, el cenizo parecía ser dócil cuando se le alimentaba —como algún tipo de tierno animalito— así que no podía desperdiciar la oportunidad.
—Bakugou, ¿qué tipo de favor te hizo Asui el primer día de clases? —pregunto en un susurro en lo que pasaba al cenizo otro trozo de zanahoria —Si se puede saber, claro.
Los ojos rojos le vieron con un leve brillo de molestia, como si hubieran recordado algo, pero después, todo lo que hizo el más bajo fue cruzarse de brazos y tragar su comida.
—Ella y el bastardo mitad-mitad sacaron mí uniforme que quedó atrapado en un árbol por culpa de cierta persona durante el primer día de clases —enfatizó sus palabras, logrando que el estudiante de arte diera un respingo de nervios —Ese es el favor que me hizo y que le salvó el trasero a esa pequeña mierda que se creyó con el derecho de interrogarme.
—...Comprendo —asintió el azabache, tomando otra zanahoria y pasándola al otro —Ten, come más.
—Ya no quiero —se negó el de ojos rojos.
—Insisto, por favor.
El estudiante de gastronomía bufo pero acepto comer otro trozo, lo que hizo sentir al más alto contento.
Al momento de finalizar el día, el azabache se apresuro en seguir a el cenizo hacía su edificio, aunque ambos sabían que no entraría ahí por nada del mundo. En el trayecto, el de ojos ónix pudo notar como su compañero empezaba a fruncir más y más el ceño, en lo que sus pasos también se volvían todavía más rápidos.
Lo sabía, está muy ansioso por la prueba.
—Bakugou —le llamo, causando un ligero sobresalto en su compañero —Vas a estar bien.
—Por supuesto que lo estaré —gruño el cenizo en respuesta —No digas estupideces.
—Solo te lo estoy recordando —contestó con calma el más alto —Porque me parece que lo estás olvidando.
La mirada enojada que le dirigió el cenizo tras esas palabras carecía de fuerza, lo que le hizo sentir más confiado para volver a hablar.
—Esta bien si estás nervioso y ansioso, no debes sentirte mal por eso. Te estoy recordando lo bueno que eres para que te sientas más seguro —sonrió levemente y con sinceridad —Te lo puedo repetir todo el camino con tal de que con eso tus ánimos al llegar a las cocinas sean mejores. Es lo mínimo que podría hacer como tu compañero, ¿no? Igual que tú lo hiciste conmigo.
Bakugou relajo su expresión y por algún motivo, las palabras del más alto le hicieron sentir un poco bien. Un extraño sentimiento que no podría calificar y debido a eso, le hizo chasquear la lengua.
Extrañamente, eso no le molestó a Sero, empezaba a acostumbrarse a la personalidad del otro y como llegaba a tomar ciertas cosas. Al no poder corresponder lo que se le daba, se mostraba irritado consigo mismo.
Lo cual, era lindo, porque su rostro se sonrojaba levemente aunque su expresión fuera de molestia.
—Sigamos caminando, Bakugou. Que ya casi es la hora —le dio un par de palmadas en la espalda para que continuarán su camino —Te esperaré afuera hasta que termines.
—...No tienes que hacerlo, vete al dormitorio con los demás idiotas.
— ¿Cómo podría hacer eso cuando tú me esperaste a mí el lunes? —negó con la cabeza el más alto —Definitivamente te espero.
—Bien —bufo el de ojos rojos —Haz lo que te de la gana.
Hanta sonrió de lo más feliz y un Katsuki, todavía más avergonzado de ser posible, hizo lo posible porque no le viera el rostro que tenía de un leve tono de rosado.
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