Capítulo 12
Por primera vez, el sonido de dos alarmas se escuchó en el dormitorio y aunque ambos jóvenes creyeron que eran sus cabezas que todavía no despertaban del todo jugándoles algún tipo de broma, pronto descubrieron que era así.
Más que nada porque el tono de sus alarmas eran distintos.
Por un lado, estaba Fell Invisible de Skillet y por otro, Grateful de Neffex. Las dos canciones demasiado altas que fueron silenciadas por el cenizo y el azabache antes de que terminarán despertando a todos en los dormitorios.
Bakugou se levantó de la cama, bostezando y viendo hacía Sero que se quedó mirando el techo, con los ojos ónix levemente abiertos y el celular en la mano derecha colgando de la cama, rozando el piso.
— ¿No es demasiado temprano para ti? —pregunto con la voz ronca y estirándose en el proceso.
—Sí —gruño el más alto irritado debido al sueño y luego, agrego — ¿Puedo tener vidas ilimitadas por dos horas, Bakugou? Porque no tengo el mejor humor de todos a esta hora y no quiero morirme por eso.
El de ojos rojos encontró aquel pedido gracioso y sin darle mucha importancia, asintió con la cabeza, causando un suspiro de alivio en el contrario que se levantó de la cama con paso desganado y salió del dormitorio. Posiblemente, para ir hasta el baño.
Pudo escuchar el centenar de maldiciones que soltaba por el pasillo juntos con sus pausados pasos.
El malhumor del azabache al despertar le causó bastante gracia y se cambió tranquilamente, para cuando había vuelto él ya estaba vestido y fue su turno de salir para ir hasta a asearse. Luego de que termino bajo hasta el primer piso para hacerse le desayuno.
Si Midoriya no estuviera suspendido, pasaría a buscarlo para aquel cotidiano momento. El pecoso tenía la mala costumbre de aguantar el hambre que sentía hasta la hora del almuerzo y él debía impedir eso o de lo contrario, toda la clase A escucharía los ruiditos del estómago de su hermanastro a mitad de clases.
Sin embargo, cuando el ascensor abrió sus puertas en el primer piso, lo que noto el cenizo fue a una persona acostada en el sofá, con ropa de piyama todavía puesta y una leve sonrisa somnolienta.
—Buenos días, Kacchan —lo saludo el de pecas — ¿Dormiste bien?
El mayor miro al contrario con el ceño fruncido, viendo que tenía un par de sábanas encima, su celular y una almohada a su alrededor. No tenía que ser un genio para saber que la razón porque la que el de ojos esmeralda estaba ahí era debido a su compañero de dormitorio.
Lo que le era difícil deducir era si Monona le hizo algo de nuevo o no.
—No es lo que parece, Kacchan —dijo el de pecas sabiendo bien a dónde se desviaron los pensamientos de su hermanastro —Me siento incómodo con Monoma-kun y no tenía deseos de otra pelea por lo de la prueba de la siguiente semana.
—Pensé que irías a tu dormitorio cuando subiste al elevador conmigo, me engañaste —acusó el estudiante de gastronomía.
—Lo siento.
Katsuki bufo pero paso una mano por los verdes del menor en señal de que lo perdonaba y se dirigió hasta la cocina, para prepararse su desayuno a ambos como estaba acostumbrado. De fondo, escucho a Izuku acomodar las cosas que le sirvieron para su improvisada cama y el ruido del elevador en uso.
Por un efímero segundo, pensó que vería cabello azabache despeinado, una mueca molesta y ojos ónix a medio abrir y aunque los rasgos eran parecidos, la diferencia entre ambos géneros le hizo darse cuenta que no era quien él esperaba.
Momo le sonrió con educada amabilidad, vestida prolijamente con su uniforme pero sin su cabello atado como era usual y acompañada de Tenya que sostenía entre sus manos lo que parecía ser el periódico escolar.
—Buenos días, Bakugou-san, parece que será una costumbre compartir el desayuno entre nosotros —sonrió la azabache — ¿Le molesta si pongo las noticias en el televisor?
—Ya te dije ayer que no, cola de cabello —gruño el de ojos rojos volviendo su atención al desayuno que estaba preparando.
—Bakugou-kun, tengo que volver a insistirte que llamas a otros como corresponde —regaño el de lentes —No con apodos.
—Si te molesta, lárgate, cuatro ojos.
En que los chicos comenzaban una disputa mañanera, la azabache fue a prender el televisor y saludo de paso al pecoso quien se sentía avergonzado de seguir en piyama ante la femenina. Pero después, se enfocó en detener la pequeña disputaba que se estaba formando entre su amigo y hermanastro, no deseaba que llegara a mayores cuando todos estaban llevándose tan bien.
Ya el día de ayer, donde se vieron obligados a madrugar por la llegada de Masaru a Yuei —aunque debido a eso mismo ninguno durmió mucho— los hermanastros descubrieron del horario de actividades de sus delegados de clase. Los dos eran extremadamente madrugadores pero bajaban a las cocinas recién a las seis con quince para desayunar y pasar un tiempo amistosa en la sala, discutiendo de sus deberes como delegados.
El pecoso y el cenizo sabían que les pesaba mucha aquella tarea, podría ser que la azabache fuera algo más relajada que el de lentes al respecto, pero ambos sentían la carga y durante su corto desayuno, los escucharon susurrar en la sala sobre las cosas qué les inquietaban y preocupaban acerca de la clase A
Claro, ellos estaban ocupados con el tema del castaño, pero eso ya había pasado y podían ser más atentos respecto a sus compañeros de clase aquel día. O al menos, ser una compañía agradable para ellos durante el desayuno.
Aunque el de ojos rojos no podía dejar de lado su personalidad por mucho que se lo pidiera el pecoso.
Finalmente, con la intervención del más bajo de todos, el desayuno prosiguió en calma. El estudiante de gastronomía hizo un excelente café y tostadas con mermelada de naranja para él y su hermanastro. En cambio, el más alto preparo dos tés con un olor frutal para compartir con la de ojos ónix y saco una caja de galletitas de una gaveta, las sirvió en un pequeño platito blanco para posteriormente poner todo junto en una bandeja.
Los hermanastros estaban en los banquillos de la cocina y los delegados en la sala acomodados en los sillones, viendo uno de ellos el televisor y el otro leyendo el periódico. Tenían un total de treinta a cuarenta y cinco minutos antes de que los demás aparecieran buscando un café rápido o una tostada para después salir corriendo al edificio principal. Así que, disfrutaban de aquella tranquilidad que les dejaba la soledad y el sentimiento de no tener que hablarse para pasar un tiempo ameno.
Cuando las puertas del ascensor volvieron a escucharse, el pecoso alzo la cabeza con curiosidad, preguntándose quién sería y encontrándose con la expresión, enfurruñada, de Hanta.
—Bakugou, ¿mí maldita alarma sonó, verdad? —cuestiono el azabache de buenas a primeras yendo hasta la cocina y sirviéndose café en lo que iba por unas galletas sin sal de forma brusca, casi causando que se cayeran —Mierda.
El de ojos esmeralda por medio segundo tuvo miedo de la reacción que podría tener el cenizo ante el comportamiento tan irritado del otro, no era poseedor de una gran paciencia para con otras personas. Por eso, se vio sorprendido cuando le contesto con tanta calma al más alto.
—Sí —sonrió el de ojos rojos con algo de burla — ¿Acaso volviste a quedarte dormido, idiota?
—Y con el uniforme puesto —gruño el azabache molesto —Ni sé cómo volví a despertarme y...ah, perdón, buenos días Midoriya y a los demás.
Sero parpadeó intentando enfocar su vista en todos los presentes del primer piso y no únicamente en su compañero de habitación que le miraba con burla detrás de la taza de café. Los delegados le saludaron desde sus asientos y el pecoso le sonrió abiertamente. Después de eso, se dio la vuelta para terminar de hacerse su modesto desayuno y se sentó en las banquetas junto a Bakugou.
—Pareces un puto zombie —señalo el estudiante de gastronomía — ¿A qué hora te terminaste durmiendo, eh?
El azabache reprimió un gruñido ante el tono acusatorio y bebió de su té, disfrutando el líquido caliente pasando por su garganta y el ligero vapor del agua en su rostro que espantaba algo del sueño que tenía. Luego, dejo la taza en la mesa y apoyó su codo sobre la misma, para mirar de lado al cenizo.
¿Era su idea o se sentó demasiado cerca de él? ¿La banqueta se habría corrido de más cuándo la movió? Bueno, al otro no parecía importarle, así que daba igual.
Además, le daba la oportunidad de enfocarse en los detalles de su rostro —aunque estuviera medio dormido todavía como para recordarlos todos— que no pudo plasmar en sus dibujos de práctica de anoche.
—Cerca de las dos. Perdí la noción del tiempo —admitió con un deje de vergüenza y adoptó una postura avergonzado — ¿Realmente no te molesto la lámpara encendida? ¿O hice mucho ruido?
Bakugou negó con la cabeza y llevo hasta su boca una tostada, al morderla, la mermelada de un traslúcido color naranja quedó pegada en los bordes de sus rosados labios. Eran pequeños, el inferior más ancho, dándole un aspecto dulce si no tuviera el ceño fruncido permanentemente. Y su color era rosado pálido, tenían también leves mariquitas que parecían ser producto de mordidas de tonos rojizos o blancos si eran lastimaduras.
El azabache siguió repasando los demás detalles del rostro del contrario que no le quedaron claros durante el baile —en su defensa, estaba algo lejos como para verlos— como las líneas en su frente al hacer distintas expresiones, sus...pestañas largas, sumamente largas de un color cenizo más claro que el de su cabello y el hecho de que no tenía ninguna mancha en la piel o lunar, simplemente, una superficie blanca y pura.
Estaba inmerso en todos esos detalles que no se percató que los ojos rojos del más bajo le empezaron a mirar con duda.
Y que Midoriya se empezaba a sentir algo incómodo al no entender la atmósfera entre ellos.
— ¿Te puedes quedar dormido con los ojos abiertos? —cuestionó el estudiante de gastronomía dándole un pequeño golpe al otro en la frente que lo hizo chasquear la lengua —Termina tu desayuno, antes que se enfríe.
—Este té se puede beber frío —se rió por lo bajo el más alto.
—Ya está volviendo tu humor de idiota usual —bufó el cenizo.
Izuku se sintió todavía más incómodo y fuera de lugar con la conversación, sabía cuando a su hermanastro le caía bien alguien y aunque Hanta tenía varias amonestaciones —y de él también, no le gustó nada que tirará el uniforme del cenizo por la ventana— estaba convencido que era el tipo de persona que consideraba agradable. Pero había algo más en aquel momento que lo tenía con ganas de irse con Momo y Tenya, que metidos en las noticias económicas, no prestaban atención a su alrededor.
Las palabras iban y venían en un tono sarcástico, burlón e irritado por ambos, pero no podía sentir a alguno molesto con el otro ni tampoco que estuvieran bromeando. Se le hacía extraño, ya que creyó que ambos se la pasarían ignorando la presencia del otro cuando se sentaron juntos.
Y Katsuki estaba tranquilo, desde el inicio y no era solamente porque él estuviera presente.
Era debido a que el azabache no le molestaba.
Tal vez Kacchan se lleve mejor con Sero-kun de lo que esperaba. Bueno, al menos uno de los dos tuvo suerte con su compañero de dormitorio.
El de ojos esmeralda sonrió ligeramente y siguió con su desayuno.
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— ¿Un...juicio? ¿Cómo funciona eso?
Kaminari, Kirishima, Yaoyarozou y Jiro le estaban explicando a Sero sus respectivos retos respecto a la prueba durante su hora de estudios libres. Y él solo podía preguntarse como la prueba de a dos paso a ser de cuatro.
¿Eso sería válido?
Su único consuelo era que Bakugou, sentado a un lado del pelirrojo en los pupitres —porque no importaba dónde se sentarán en una hora libre— se veía igualmente confundido. Aunque la única señal de eso era que su ceño se frunció un milisegundo antes de volver a la normalidad.
— ¡Sencillo, mí amigo! —lo abrazo el rubio, haciendo que casi su hombro se saliera de su lugar al inclinarse violentamente hacía abajo —Kirishima debe enfrentar a Yaoyarozou en un juicio falso con dos versiones, en una gana ella y en otra él, los profesores verán las dos.
— ¿Y por qué eso sería un desafío? No lo entiendo —se rasco la cabeza confundió el azabache.
—Yaoyarozou tendrá solo un par minutos para hablar en el juicio, al tener un tiempo limitado, deberá pensar en el mejor argumento que le permita ganar el caso —explicó la estudiante de artes mirando hacía su compañera —El reto es que Yaoyarozou siempre está pensando en distintos escenarios y decidiendo en cual moverse, por la pérdida de tiempo, tendrá que hacer sus jugadas rápido y sin arrepentirse.
—Lo último será lo más difícil —rió nerviosa la estudiante de ciencias sociales.
—Para Kirishima será un desafío por el simple hecho de que será en público —agrego divertido el rubio —Deberá manejar sus nervios, ¡y defender mí pellejo!
— ¿El tuyo? —alzó una ceja el cenizo — ¿Qué mierda harás en el juicio?
—Ser el acusado, dah —le saco la lengua el de ojos dorados y por poco, un cuaderno le da en la cabeza — ¡Bien, bien! Es parte de mí prueba y la de Jiro, nunca hicimos actuación.
Kyoka asintió, con un ligero sonrojo por la atención recibida de los demás pero —gracias al cielo— está pronto volvió hacia Denki.
—No veo como actuar será un desafío para ti, Kaminari —opinó el azabache —Te desenvuelves muy fácilmente.
—Awww, me halagas, me halagas —el rubio le dio un beso en la mejilla, causando en el mas alto un sonrojo y se rió fuertemente.
Katsuki rodó los ojos y miro hacía otro lado, no sabía porque pero le había molestado ver a aquel par tan juntos y más que nada, el beso del rubio a Hanta.
Eijirou quien estaba a su lado malinterpreto esa señal como que se estaba aburriendo e irritando con la conversación, así que le llamo la atención con lo siguiente.
—Para Kaminari será un desafío porque tiene que ser mudo en los dos escenarios —respondió el pelirrojo —No encontré nada más desafiante para él que esté dos horas sin hablar.
Momo se movió hacía la izquierda cuando, gracias a la mala puntería del rubio, casi es víctima de una lapicera voladora. En cambio, la azabache más baja, devolvió la aventada de útiles escolares lanzado una goma de borrar a la nariz del de ojos dorados.
El azabache no sabe cuándo exactamente reventó todo, si fue debido a la cartuchera de pequeños tiburones arrojada —propiedad del pelirrojo— hacía la ventana por culpa del rubio o cuando, sin quererlo, la libreta del cenizo salió disparada al fondo del salón.
Solo es consciente que Bakugou estalló con un "¡mueran todos!" colérico que le hizo refugiarse bajo su pupitre en lo que el salón de la clase A se volvía un campo de batalla sin cuartel, todos los unos contra los otros.
Desde su escondite —porque él no pensaba participar y salir sin un ojo debido a algún lápiz con mucha punta— podía ver volando las lapiceras rosadas de Ashido, las carpetas horriblemente brillantes de Aoyama siendo pisadas en el suelo, la cartuchera con forma de panda de Koda y el monedero de rana que pertenecía a Asui golpeando a todos sin causarles dolor debido a que eran blanditos. Iida pareció rendirse con poner orden cuando Mineta lanzó el manual de reglas escolares —el cual siempre estaba sobre el escritorio del profesor y juntaba polvo debido a que ni los profesores lo tocaban— por la ventana y se unió a la batalla junto con Uraraka, lanzando sus lápices numerados a el pequeño chico de cabello violeta que era su único y predilecto blanco.
"Yuei es una academia a dónde asisten los adolescentes más maduros e inteligentes sobre la tierra". Ja, debería mandarle foto de esto a algún noticiero. Me volviera millonario.
Sero se recargo hacía atrás, huyendo de las pasos frenéticos del cenizo en busca de su siguiente víctima y en lo que hacía eso, su mano rozó un libro. En un inicio, pensó que sería uno más de los tantos arrojados, pero reconoció la portada y lo abrió con curiosidad.
Como lo esperaba, la primera página marcaba con letras muy delicadas que pertenecía a "Katsuki Bakugou".
El azabache primero pensó en dejarla ahí en el piso —no quería ser acusado de chismoso— pero un impulso mayor lo llevo a guardarla en su chaqueta. Igualmente, le tenía que pedir al de ojos rojos una charla para hablar de su reto y podía usar la libreta como una excusa para hacerlo cuánto antes.
Sin embargo, no estaba tan seguro de querer pasar tiempo a solas con él después de verlo corriendo como todo un loco detrás de los demás.
Aunque, bien, debía reconocer que era muy divertido y lo estaba disfrutando.
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