Capítulo 11
Bakugou se quedó mirando como el azabache salió corriendo, a una velocidad realmente impresionante, del lugar y entre reírse o preocuparse —un poco, tampoco mucho— eligió simplemente quedarse en silencio y recostarse en el piso del escenario.
Uraraka le miró con curiosidad. Hagakure parecía debatir entre si ir a pedirle perdón o no a Sero por ponerlo tan incómodo.
— ¿No deberías ir con él, Bakugou-kun? —le cuestiono la castaña.
— ¿Acaso soy su niñera? —bufo el de ojos rojos recostado en el suelo con una mueca de fastidio —Aparte, ese idiota prefiere la compañía de los otros dos babosos a la mía.
— ¿Babosos? Oh, Kaminari-kun y Kirishima-kun —comprendió la castaña — ¿Tan mal se llevan?
—No parecía ser el caso —opinó la otra que, finalmente, optó por no ir detrás del azabache —Es decir, sí, no se hablan mucho. Pero podrían ser amigos, ¿no?
—No vine a esta maldita academia a hacer amigos —se dio la vuelta el cenizo, para ignorar a las otras dos —Vuelvan a lo que estaba haciendo y déjenme en paz.
—Hmmm, no, la conversación es interesante —se rió la de ojos chocolate que disfrutó ver el ceño fruncido del contrario —Aparte tú bajaste a molestarnos primero.
—Ahora debes atenerte a las consecuencias —agregó la femenina.
Katsuki gruño pero no se fue del lugar, cuando tenía la opción de hacerlo, lo que las femeninas tomaron como una invitación a seguirle hablando.
— ¿No quieres llevarte bien con Sero-kun? —interrogó la castaña —A diferencia de otros años, por la medida del director Aizawa, no podremos tener otro compañero de dormitorio hasta que terminemos Yuei.
Las palabras de Ochako hicieron al cenizo abrir los ojos con molestia. Ya sabía eso, Iida Tenya, repitió esa misma mierda desde el primer día de clases. Y sí, se había preguntado cómo haría para aguantar con su compañero del departamento de artes durante tanto tiempo.
Desgraciadamente, todavía no se le ocurría nada más que dividir las noches que dormía en la frontera con una o dos veces que fuera a invadir el dormitorio de Shoto y Menzo. Estaba convencido de que ambos le darían felizmente la bienvenida a cambio de su comida.
Pero era un fastidio el únicamente pensarlo. El dormitorio de ambos era muy antinatural, la parte del bicolor era al estilo japonés tradicional y la del albino minimalista, literalmente, solo estaba su cama y un armario.
Había espacio para que él durmiera pero no se sentía a gusto.
—Sero-kun parece ser un buen compañero, es calmado y amable —comentó Tohru —No debería ser tan difícil que se llevarán bien.
—Es molesto —susurro el de ojos rojos, llamando la atención de las chicas ya que creyeron que se quedaría en un completo silencio durante la charla —Se mete en cosas que no le importan y su actitud es muy molesta cuando hace eso.
—Quizás sea porque le preocupas —dijo la castaña —No se conocen mucho, ninguno de nosotros lo hace, pero si intentas comprender un poco de su personalidad sabrás que si te pregunta algo no es con mala intención.
Tohru concordó con las palabras dichas por su amiga y el estudiante de gastronomía se quedó en silencio. Desde el inicio, Hanta le molestaba y cuando empezaron a tratarse, ese sentimiento incremento. Recordaba su expresión desconfiada cuando hablaron de los horarios en las escaleras de los dormitorios, el modo en que su voz enojada le preguntaba dónde estuvo y que pudo haberlo delatado en la administración al día siguiente a eso, después como intentaba ignorarlo cuando estaban en un mismo espacio con los demás —como paso al ser arrastrado al almuerzo por el pelirrojo— y como no, estaba el hecho de que el maldito tuvo el descaro de en el primer día de clases arrojar su uniforme por la puta ventana.
Pero a su mente también llego la imagen del azabache en el invernadero, viendo las plantas, con una mirada distante y melancólica. O en el salón hace unos momentos, abrazando su mochila como si fuera un niño a la espera del regaño de su madre, con una actitud defensiva y sarcástica que le recordó un poco a la suya.
Tal vez, las femeninas tuvieran algo de razón en sus argumentos.
Tal vez.
Sin embargo, todavía las cosas malas superaban con creces su simpatía —si es que estaba desarrollando alguna— por su compañero de dormitorio.
Sero choco su cabeza contra la mesa repleta de papeles de distintos bocetos de Bakugou bailando junto con Uraraka. Por supuesto, que lo más vistoso y detallado del dibujo era solamente uno de los bailarines.
Empecé a dibujar para desestresarme y termine mucho más estresado de lo que ya estaba.
El azabache sentía ganas de llorar. Cuando subió al cuarto piso del edificio de artes, lo primero que se le ocurrió fue escuchar musica y calmar sus nervios alterados. Pero su cuerpo no le obedeció, se sentó en una silla y saco su lápiz junto con su cuaderno, para dibujar lo que acababa de ver.
Al menos, logro ponerse sus auriculares con las canciones de Neffex a máximo volumen antes de comenzar, ayudó a que su mano no temblará al momento de dibujar.
Pero ahora más lúcido y controlado solo podía ver que tenía miles de bocetos incompletos del cenizo bailando con la castaña, donde la chica siempre estaba de espaldas o solamente se veía una pequeña parte de su rostro. Y en cambio, el chico dibujado se apreciaba claramente, la sonrisa soberbia de medio lado o con los labios fruncidos en concentración, los ojos rojos que se veían menos hostiles por la falta de luz del escenario, las piernas rígidas que se movían al compás de su compañera, todos esos detalles, en distintas hojas que el de ojos ónix creo en dos horas.
Estaba agotado. Ni siquiera sabía si era físicamente o mentalmente, pero estaba muy cansado. Tenía deseos de echarse en su cama para dormir hasta la mañana siguiente y quizás lo hiciera. De todos modos, pidió que nadie le hiciera la cena.
¿Por qué? Fácil, era el único vegetariano entre veinte estudiantes. No quería ser una molestia para aquellos que les tocaba hacer la cena —los cuales eran cambiados todos los días— y prefería prepararla él un rato después que los demás.
Yaoyarozou e Iida protestaron un poco al inicio pero cuando él pregunto quién más tendría una idea de cómo hacer comida vegetariana, se quedaron callados. Sato pese a ser de gastronomía nunca hizo nada de ese estilo, Yosetsu estaba ya muy incómodo con estar en el edificio de la clase A como para sumarle que le preparará especialmente la comida a uno de ellos como si fuera una especie de sirviente y Bakugou no entraba en discusión.
Así que podía saltarse la cena. Nadie más que él mismo y su estómago se darían cuenta de eso.
Feliz con su resolución, el de ojos ónix guardo sus cosas, se puso de pie y apagó las luces antes de irse. Se pregunto por un momento si el cenizo estaría todavía en el edificio y si debería ir a buscarlo para que se fueran juntos a el dormitorio. Pero no tenía el valor para eso, así que, se retiró solo.
Una vez llego hasta el dormitorio, se encontró con Midoriya y Monoma, en ropas comunes, limpiando la sala. Parecían mucho más cansados que él.
—El castigo de la limpieza debe ser duro —dijo con una mirada de compasión hacía ambos muchachos — ¿Ya casi terminan?
El rubio de la clase B le ignoro para irse a la cocina a servirse agua. En cambio, el de ojos esmeralda se le acercó, con una sonrisa amable en el rostro.
—Solamente nos falta tirar la basura y será todo, por hoy —suspiro el pecoso —Eres el primero en llegar, Sero-kun, ¿cómo estuvieron las clases? ¿y Kacchan?
El más alto tembló ante la mención del estudiante de gastronomía y el pecoso lo noto, pero no lo dijo. Se le quedó viendo, evaluando sus reacciones y cuando determinó que fue más por nerviosismo su reacción —que porque su hermanastro hubiera hecho algo— decidió esperar hasta que el de ojos ónix le hablará nuevamente.
—Tenemos una prueba en conjunto la semana que viene —contó el azabache lo más relevante de todo y lo que creía debía contarle al de ojos esmeralda que estuvo ausente ese día y se puso pálido al saberlo —A artes le toca el día lunes y a ciencias sociales el martes. El director Aizawa nos dio la consigna que debía ser un "reto" que nuestro compañero debía elegir, ¿estarás bien con Monoma, Midoriya?
—No lo creo...—se mordió los labios el más bajo — ¿La prueba ira con nota?
—Sí, también se anotará en nuestros expedientes.
Izuku ni siquiera logro cubrir la mueca de agotamiento que se mostró en su rostro. Hanta se sintió muy mal por él, Neito no era un buen compañero para el pecoso y ya lo había demostrado con aquella pelea en la biblioteca de Yuei.
No veía que pudieran remediar eso en tan pocos días.
—Gracias por decírmelo, Sero-kun —agradeció el de pecas para luego volver a preguntar — ¿Donde está Kacchan? ¿Estuvieron hablando por lo de la prueba? ¿Se pelearon?
El azabache no diría que fue una pelea, tuvo un ataque de pánico al no saber cómo explicar que en vez de dibujar a una chica hermosa bailando, dibujará a un chico engreído con un aire malditamente atrayente en el cual quedó atrapado. No sabría cómo explicarle al de pecas que huyó al no saber cómo tratar con la situación, dejando a su compañero solo en el edificio de artes.
Katsuki no podría enfadarse por eso, ¿verdad? A lo sumo, quizás, aparte de considerarlo un pervertido le adjuntara el adjetivo de "raro". Pero no debería pasar de eso.
¿O si?
—No peleamos —fue lo primero que contesto y no pareció convencer en nada al otro —Solamente...es...yo me fui —balbuceo revolviendo su cabello sin tener idea como podría explicarse y comenzando a enojarse consigo mismo por eso —No sé dónde está Bakugou pero te juro que no peleamos, Midoriya.
La declaración le salió muy abrupta pero el de ojos esmeralda, para su sorpresa, termino asintiendo y con tensión en el aire, el más alto recordó que estaba delante la única persona —porque dudaba que otra lo supiera— que podría darle alguna idea de qué sería un reto para el cenizo.
—Por cierto, ¿podrías ayudarme con algo, Midoriya? —interrogó el más alto y el contrario asintió — ¿Sabes qué podría ser un reto para Bakugou? Porque no se me ocurre nada. Él parece ser jodidamente bueno en todo.
—Esa es una exageración, Kacchan solo hace su mejor esfuerzo en todo lo que hace —se rió el de pecas y pensó en la pregunta por unos segundos —Un reto que se me ocurre para él relacionado a su campo sería que hiciera algún platillo con pocos condimentos. Le encanta la cocina de México, la India y Corea, cuya comida es muy picante. Dile que debe hacer lo contrario, será un reto para él.
—Es una idea estupenda, muchas gracias Midoriya —sonrió felizmente el azabache —Me iré a mí dormitorio. Buena suerte para terminar la limpieza.
Sero fue hasta el elevador con un par de ideas ya en mente, podría proponerle a Bakugou que hiciera comida árabe, la cual era aromática —es decir, se usaban varias especias, lo cual le daba mucho olor que a veces era picante pero los platillos no tenían ese gusto— y contenía muchos vegetales que podrían reemplazar la carne.
Es decir, quería que su compañero tuviera una buena nota, pero no deseaba ser él quien tuviera que decidir si usaba carne o no en su prueba.
Bien, la palabra final en eso la tendría el cenizo, pero daría aquella sugerencia.
Katsuki meditó seriamente si debía o no ir aquella noche a su dormitorio. No tenía ganas de ir a la frontera y honestamente, anhelaba volver a dormir en su cama en paz. Además, que quería saber si Hanta consiguió alguna maldita inspiración del baile de Ochako.
Había terminado de cenar, Izuku discutió con Neito por la prueba —ni idea quien se lo dijo, pensaba hacerlo él pero otra persona se le adelantó— así que estaba sentado a su lado con la cabeza gacha. Pero el de ojos rojos tenía el presentimiento que debía haber algo más que lo estaba molestando y no tenía nada que ver con el irritante rubio de ojos claros que se marchó indignado apenas terminó de comer.
Todavía no habían tocado el tema de Masaru o de qué hablaron en la reunión. O después de ella, si es que el castaño permaneció más tiempo en Yuei del que debía.
Y él realmente no quería hablar de eso pero el pecoso parecía estarse ahogando en un vaso de agua y no soportaba verlo de aquella forma por más tiempo.
—Deku, salgamos al patio —se puso de pie y le susurro sin llamar la atención de los demás —Quiero que me cuentes como te fue con el viejo.
El pecoso se congeló un momento pero después asintió y se puso de pie. Los que quedaron conversando en la mesa les miraron con curiosidad pero ninguno les dijo nada y rápidamente salieron hasta el patio. La noche era cálida, sin viento y la luna no estaba a la vista por ninguna parte.
Bakugou se quedó de pie en la puerta y Midoriya se sentó en los escalones, viendo hacía el cielo oscuro como si con sus brillantes ojos esmeralda pudieran encontrar las estrellas que se escondían detrás de la contaminación lumínica de Tokyo.
El silencio siempre fue agradable entre ellos, desde que eran niños, el de pecas adoraba hablar pero tenía sus momentos de apreciación por el silencio y por supuesto, él los compartía. Si no tenía nada que decir, prefería el silencio y la tranquilidad que esté le otorgaba.
Pero este no era uno de esos agradables momentos.
—Deku, ¿qué te sucede? —demando saber —Y ni se te ocurra darme un puto "nada" como respuesta, que te conozco nerd.
El pecoso se rió, una risa baja que no se podría escuchar a no ser que se estuviera atento a ella y luego, giro la cabeza para verlo, sus ojos esmeralda estaban llenos de un sentimiento de remordimiento. A el cenizo le recordaron a las pocas veces que el menor rompió algo —una taza, un vaso, algún plato— e intento ocultarlo de su progenitora y Mitsuki, para después soltarlo con facilidad en medio de lágrimas de arrepentimiento por mentirles.
Pero tuvo el presentimiento que en esta ocasión sería algo más grave lo que le tenía de esa forma.
—Kacchan...si mí mamá realmente hubiera seducido a Mitsuki-san y por su culpa el matrimonio entre ella y Bakugou-san se hubiera terminado, ¿tú...?
Izuku no termino la pregunta, la garganta se le cerró impidiendo que siguiera hablando y podía escuchar el latido de su corazón en sus oídos. Se arrepintió de haber abierto la boca, de no haberle mentido al de ojos rojos sobre como estaba. Porque debía lidiar solo con sus sentimientos y no abrumar a Katsuki con ellos como siempre hacía.
Por una vez, tenía que intentar afrontar aquella situación solo.
¿Por qué debía ser tan inútil como para no poder cumplir eso?
Hubo un periodo dónde el silencio paso de ser ligero a tenso e incómodo, el pecoso pudo escuchar los pasos del mayor acercarse pero no tuvo el valor de levantar la cabeza hasta que escucho la voz demandante del otro ordenando que lo hiciera y se topo de frente con aquel par de rubíes que conocía desde que era niño y pertenecían a sus dos personas favoritas en el mundo entero, aparte de su madre.
Mitsuki Bakugou y Katsuki Bakugou.
—Si Inko-san tuvo algo que ver en el matrimonio de mis viejos, no me importa —declaró el cenizo —Ella es mí familia y tú también, idiota. Lo que ellos hallan hecho nuestros padres en el pasado no afectará nuestra relación, Deku. No te voy a odiar por nada.
El más bajo sintió una sensación de alivio indescriptible que lleno sus ojos esmeralda de lágrimas sin derramar, que el mayor miro con fastidio pero que lo llevo a abrazarlo y hacer que dejará que se apoyará sobre su hombro. Lo dejo llorar por un rato hasta que se calmo y luego, simplemente, le acaricio el cabello suavemente.
Y él le contó de su día, con la voz algo jocosa por el llanto, pero de manera entendible.
—La reunión termino bien, el director pidió que un incidente así no volviera a repetirse y se lo prometimos. Después de eso, cuando estábamos saliendo de su oficina, le pedí a Bakugou-san si podía hablar conmigo camino a los dormitorios y accedió —suspiro el de pecas —Tenía solo una pregunta para él que al final no me anime a hacerle. Sobre si mamá hizo algo para meterse en su matrimonio o no. Quizás tenga que ver con el viaje devuelta a Japón, pero me siento muy abrumado por todo y la situación en la biblioteca desatada por Monoma-kun solo empeoró mí comportamiento.
—Esta bien, alguna vez tenías ser tú quien causará problemas y no yo —se burlo el de ojos rojos.
El pecoso le dedicó una mirada hostil que únicamente causó una risa en el cenizo. Le dio un leve golpe en su hombro y continuo hablando.
—Quería hablar con él pero no tuvo el valor para enfrentar lo que sea que me diría y me siento completamente horrible por eso —confesó el más bajo —Me da miedo escuchar lo que tenga que decir.
El cenizo asintió con una ligera compresión. A él y a el de pecas le pesaban distintas cosas respecto a Masaru Bakugou.
A él su ausencia durante su crecimiento. Todavía si todo había terminado con Mitsuki, él seguía siendo el hijo de Masaru y quería —necesitaba— de su atención la cual nunca volvió a tener desde que se separó de su madre.
A el de ojos esmeralda el hecho de ser el hijo de quién arruinó supuestamente un matrimonio y la vida de un hombre.
Era complicado. Muy complicado.
Por eso, la compresión se volvía una necesidad para que pudieran seguir adelante.
—Si quieres saberlo, adelante, pregúntale. Pero Deku, si él te dice algo recuerda que es su versión y que si la escuchas, tal vez tengas también que escuchar la de mí vieja e Inko-san —indicó el mayor sintiendo como el otro se tensó ligeramente —Para saber toda la historia completa y dejar de sentirte agobiado por idiotas como ese rubio oxigenado o los demás estúpidos sin vida social que susurran en los pasillos.
—Creo que me deje llevar por el momento. Me prepararé mejor para la próxima vez, si decido hablar con Bakugou-san —prometió el más bajo —Gracias por escucharme, Kacchan y lamento haberte preocupado.
Bakugou se encogió de hombros en señal que no le importaba y Midoriya se separó de él, con un mejor aspecto que antes y sintiendo el sueño haciéndose presente en su cuerpo, bostezo.
—Deberías irte a dormir —sonrió el de pecas notando el cansancio en su hermanastro —En tu dormitorio.
El cenizo rodó los ojos pero supo —por el tono de voz— que el pecoso no estaba jugando y que, seriamente, deseaba que fuera a dormir a su dormitorio y no a otro lugar. Únicamente porque estaba cansado, le hizo caso y se dirigió a la puerta con él detrás, se metieron juntos en el elevador y bajo en su piso, dándole las buenas noches.
En el dormitorio que pertenecía a Kaminari y Kirishima se escuchaba algo de ruido pero, todo el resto del pasillo estaba en silencio y cuando el estudiante de gastronomía abrió la puerta de su dormitorio, lo primero que noto fue la leve iluminación que tenía el lugar.
Seguido de eso, vio la figura de Sero, en la cama con una lámpara de mano y cubierto de papeles. Tenía la cabeza hacía abajo, concentrado en lo que sea que estuviera dibujando y llevado por la curiosidad, se acercó para verlo.
Pero el azabache se percató de su presencia y asustado, se llevó su cuaderno al pecho y lo vio con los ojos muy abiertos.
—B-Bakugou —tartamudeo debido al miedo —No pensé que vendrías.
—Es mí dormitorio también, cara plana —respondió tajante queriendo echar un vistazo a lo que ocultaba el otro — ¿Estabas dibujando a la cara redonda?
— ¿Qué tienes con los apodos? —mascullo el de ojos ónix —Además, ¿no se te puede ocurrir otro para mí o Uraraka que no tenga que ver con nuestras caras?
—Claro, para ti tengo "pervertido de las revistas". Pero es demasiado largo.
El más alto rodó los ojos causando una risa burlona en el cenizo que se dirigió hasta su cama y se empezó a quitar el uniforme para ponerse su pijama. Sin darse cuenta que, detrás suyo, el azabache se había tapado los ojos para no verlo hasta que escucho que se acostó.
Hanta miro hacía su lámpara con duda sobre si debería apagarla o no por respeto al contrario que se estaba yendo a dormir.
Eran apenas las once y quería quedarse dibujando un poco más antes de irse a dormir, otra vez, ya que tomo una siesta en la tarde. Había decidido dejar el tema del reto del estudiante de gastronomía para mañana, para que pudieran hablarlo con tranquilidad. Por eso, se estaba enfocando en sus dibujos y no deseaba parar cuando la inspiración estaba tan fresca en su ser.
—Bakugou, ¿te molesta si mantengo la lámpara prendida un poco más? —decidió preguntarle directamente al chico que le daba la espalda en su cama —Será solo por una hora.
—Haz lo que querías.
Era la forma que tenía Katsuki de decirle que le daba igual, ya que de todas formas, la luz de la lámpara no iluminaba donde estaba durmiendo y encontraba el sonido del lápiz contra la hoja que causaba el estudiante de arte al dibujar relajante.
—De acuerdo, buenas noches —deseó el de ojos ónix volviendo a lo suyo y escuchando como, poco a poco, el cenizo se entregaba al sueño.
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