13. Desapariciones extrañas

Estaba vacía. Desilusionador. La carpeta, que con tanto método y riesgos consiguió de ese edificio oculto siniestro, no contenía nada. El recelo de su padre la caló hasta los huesos y gracias  a que esa hora tenía una reunión, se salvó de un interrogatorio.

Hasta ahora la única proeza que había podido desempeñar era la búsqueda de tres chicos especiales que todavía les costaba adaptarse al nuevo sistema.

Como una incógnita en prácticas no estaba resultando muy útil para la Compañía y se culpaba por eso. Experimentaban tiempos precarios. Los ataques repentinos habían destrozado varias zonas y el personal no tenía los ánimos muy altos. Selene se carcomía la cabeza para poder ayudar, pero ya no se le ocurría nada más. Tal vez, se estaba exigiendo mucho.

La pelirroja se dejó caer en la cama exhausta y decepcionada cuando llegó al dormitorio que compartía con Gwen. La morena estaba garrapateando unos trazos un en cuaderno, solo con una luz proporcionada de una lámpara roja de mesa. El dormitorio compartido estaba en penumbra.

Fue hasta el interruptor y después se dirigió a  la cama.
—Estaba en el  exterior. Aunque este día no fue muy interesante… —comentó la pelirroja, debido a que su amiga se mostraba reacia a hacerle alguna pregunta que pudiera considerarse invasiva.

—Ah, ya veo —respondió circunspecta.

Incluso sus relaciones interpersonales no eran muy cuantiosas. Pero debía admitir que no estaba tan mal comparado con años pasados, en el que se encontraba completamente sin amigos.

La pelirroja lanzó la carpeta hacia una esquina de la cama. Se acostó y rodó hasta sujetar  el control remoto que estaba encima de la mesita de noche. Encendió el televisor para informarse de las noticias de la población de Londres.

Se sintonizó el canal de noticias.

«En el día de ayer, el metro subterráneo Kross sufrió una avería y estuvo inactivo por más de media hora mientras sus pasajeros…»

Un pensamiento le punzó la consciencia, pero aunque luchaba por surgir en su mente, solo le generó confusión e interés por lo que acababa de escuchar.

Alzó el volumen.

«De incidente a catástrofe resultó ser la rotura, pues muchos ciudadanos han expresado gran preocupación a las autoridades dado que algunos familiares que viajaban en el tren, han desaparecido, incluyendo menores de edad…»

—¿Eh? ¿En un túnel y dentro de un tren con las puertas cerradas?

Sus pensamientos en voz alta despertaron la curiosidad de Carter, que se sentó junto a ella, ahuecando el colchón de la cama.

«Pocos testimonios se recogieron debido a la conmoción colectiva que sufrieron los pasajeros. No recuerdan nada del incidente, puesto que cuando recuperaron la consciencia estaban todos tumbados en el suelo»

—¿Se desmayaron? —inquirió Gwen, más como pregunta retórica. Se llevó una mano a los labios, ocultando su estupefacción.

La pelirroja estaba ausente a su alrededor, no sentía ni pensaba nada. Su campo visual se reducía a esa fatídica pantalla que le proporcionó un atisbo de esperanza. Si todo seguía desarrollándose de forma tan sobrenatural solo indicaba un hecho. Y sabía que aprovecharía la oportunidad para redimir sus errores y sentirse digna del uniforme que portaba todos los días.

«Estamos transmitiendo en directo desde el lugar del incidente…»

La conductora de prensa era una mujer agraciada, aunque enjuta. Se movía con cuidado entre los pasajeros que recibían atención médica por golpes en la cabeza y debilidad. Sin embargo,  la mayoría solo era víctima del pánico.

Mientras se adentraban en el tren subterráneo, las exhalaciones fueron haciéndose más profundas en Selene. Lo que se podía encontrar dentro, podría no ser extraordinario o perentorio; pero le resultaba de vital importancia por alguna razón.  Era una corazonada.

Franquearon la cinta amarilla de restricción que envolvía la entrada. Todo parecía estar en su lugar, nada de vidrios rotos ni daños materiales.

La conductora llevaba una sonrisa diplomática, hasta que gimió. Incluso la cámara se tambaleó un poco, aunque imperceptible, pues el panorama delante  no era reconfortante. Un policía le propinó una mirada de amonestación, no parecía muy contento con que la prensa se metiera en esos asuntos.

La mujer se quedó sin palabras.

«Lo que enfoca la cámara…»

Pocos segundos después de que se visualizó el contenido de la pared metálica, el policía los trasladó con cautela hacia el exterior.

¿Por qué lo ocultaban? ¿Era algo que las autoridades querían mantener en secreto o tenían miedo a una conmoción general porque la población no obtendría una explicación, ya que ni ellos mismos se enteraban de nada?

Selene percibió de soslayo que su amiga había capturado la escena con su móvil. Y lo oteaba con gran concentración mientras lo dejaba descansar en su regazo.

La pelirroja se acercó y quiso ser partícipe también del análisis.

En la pared metálica de ese vagón estaba plasmado con un líquido rojo unos números en posiciones extrañas, que parecían haber sido escritos por un poseso.

La morena se precipitó hacia el escritorio seguida de Selene. Apartó sus dibujos y trazó el contenido de la foto sobre el papel.

(Dibujo de Gwen)

Los números tenían una dimensión que parecía ser intencionada, ya que además de alargados y dispuestos de forma horizontal,  los extremos que sobresalían de su estructura central eran cortos.  El cero se repetía mucho, y era especialmente pequeño con respecto a los otros.

—Muy extraño… Parece algún tipo de código. Eso es… —Señaló hacia la foto sin poder creerlo todavía.

—Sangre… —completó Gwen en voz baja, para después destinar su concentración hacia la hoja. La morena se acomodó sus gafas de pasta cuadrada que eran de mucha ayuda para conseguir los detalles de sus dibujos, y agrandaba y deslizaba la imagen con sus dedos llenos de grafito. No había nada más que apuntar.

Las sienes de la pelirroja empezaron a latir. Tenía la sensación de tener una idea en mente para solucionar el problema, pero que aun así no emergía de su subconsciente. El dolor era molesto.

—Cada fragmento de números debe estar ligado a una sola cosa por separado. Dado que se repiten los siete, hasta que da paso a los seis y así sucesivamente. Los ceros siguen una misma estructura pequeña… Ya eso es una pista… ¿Selene?

—¿Qué?

Gwen soltó el lápiz.

—Estás sangrando…

Abrió los ojos y arrugó la frente mostrándose desconcertada por el comentario, hasta que sintió como algo caliente corría por debajo de su nariz hasta saborearlo con los labios y caer sobre el pantalón.

—Oh, no…

***
¡Holis! Estoy de regreso  :D

¿Qué les parece este nuevo elemento detectivesco en la novela?

Espero que les parezca bien, porque seguirán y los cuatro chicos (sí, como dije ;) ) tendrán que desentrañar el misterio, muchas veces utilizando sus peculiaridades para defenderse de los obstáculos.

En el próximo capítulo tendrán mucha más noción nuestras dos chicas de lo que dice el mensaje sangriento…

Un beso :3

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