Capítulo Once
NEGRITAS = Hablan en Maya.
NEGRITAS CURSIVA = Hablan en Náhuatl.
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Narra Serena:
La gente a nuestro alrededor corría despavorida y gritaban por el miedo. Shuri, Okoye y Carlos nos estaban apuntando con sus lanzas, más bien... apuntaban hacía Namor.
Cuando menos me lo hubiera esperado, Carlos se abalanzó contra Namor para atacarlo, todo sucedió tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos, Carlos se encontraba en el suelo con una lanza atravesando uno de sus costados.
— ¡Carlos! — grité horrorizada y me arrodillé a su lado rápidamente — ¡Hey, Carlos! — toqué su rostro, pero no respondía, estaba inconsciente y la sangre comenzaba a machar más y más su ropa.
— Serena... — Namor dio un paso al frente pero lo detuve al levantar mi mano.
— No te acerques — mi voz se había quebrado por miedo a que Carlos no fuese a despertar. Volteé de nuevo a ver a Carlos, pero esté seguía en el mismo estado.
Levanté a Carlos en mis brazos con mucho cuidado, evitando que la lanza se hundiera aún más.
— Acalan, lleva a un par de tus hombres y mujeres para que busquen a los médicos — le ordené a aquel hombre. Después aclaré mi garganta, pues mi voz seguía quebrada por lo sucedido — Tupoc, lleva contigo a otro grupo para salvaguardar a las personas — le pedi a otro de mis hombres. Volteé a ver a Shuri y a Okoye, quienes me miraban confundidas por lo que estaba sucediendo — Iyali... conduce a nuestras invitados a la biblioteca, también lleva a nuestro invitado con ellas, y que tu grupo no les quité el ojo de encima — le ordené por último a una de mis mujeres.
Miré una vez más a Carlos pero seguía igual, tense mi mandíbula para así evitar hablar y decir algo de lo que pudiera arrepentirme. Comencé a elevarme con mucho cuidado para no lastimar a Carlos y avancé con rapidez hacía el palacio. Al llegar, ya había dos médicos esperando, entramos rápido al quirófano que se construyó para Aztlán; en este momento teníamos que salvaguardar la vida de un forastero, de mi amigo.
Narra Shuri:
Habíamos creado un plan en caso de que Namor no quisiera decirnos nada respecto a Serena. Creímos en él y confiamos en su palabra, pero nosotros teníamos el beneficio de la duda.
Después de que Namor nos dijera lo de la carta de Serena, activé uno de mis drones para que lo siguiera y así poder vigilarlo de cerca. Al conocer su ubicación, inmediatamente viajamos hacía el lugar; dejamos la nave lo suficientemente lejos para que Namor no se percatará de nuestra presencia y así poder ver cada uno de sus movimientos. Logramos obtener la imagen de como entraba por una cueva para después desaparecer en ella; al acercarnos, nos percatamos de que no había ninguna entrada pero en la roca había el dibujo de un águila que me resultaba familiar y para mi mala suerte, no recordaba donde la había visto.
Estábamos agotados y seguíamos sin hallar la entrada a la cueva, pensamos en todas las formas para entrar pero no tuvimos éxito. Regresamos a la nave para poder descansar y recuperar nuestras energías para seguir intentando encontrar la entrada. Al día siguiente, adoloridos por el mal sueño y con muy poca hambre, desayunabamos y hablábamos de la forma de mover la roca o abrir la entrada a la cueva; sabía que era un mecanismo parecido al de Wakanda ya qué, había vibranium en ese dibujo del águila.
Volvimos a intentar pero no tuvimos éxito nuevamente; el día ya se estaba acabando y yo estaba desesperada, la cabeza me dolía y seguía preguntándome sobre la imagen del águila; en ese momento, como si el caminó se estuviera iluminando frente a mí, una idea tonta se presentó en mi mente.
— Esperen... — levanté mis manos para que dejaran de golpear la roca, esto había sido la última alternativa que se nos había ocurrido.
— ¿Qué sucede?, ¿viste algo? — preguntó Okoye, levantando su lanza y volteando a todas partes.
— No se muevan — les ordené. Mire a los lados buscando una fuente de agua y por fortuna, cerca de nosotros había un pequeño riachuelo. Me acerqué y con una hoja forme un cuenco para extraer el agua, regresé a donde Okoye y Carlos se encontraban, éstos me miraban completamente confundidos.
— Eh... Ya tomamos agua hace unos momentos, no es... — no alcanzó a terminar.
— Shhh... — lo interrumpí y me acerqué a la roca donde se encontraba el dibujo tallado del águila
Dejé caer el agua sobre la imagen, nos quedamos en completo silencio esperando una señal de que mi idea había funcionado. Estaba a punto de decepcionarme cuando se escuchó temblar a la roca y esta poco a poco fue dejando al descubierto la entrada de la cueva. Festejamos que al fin habíamos logrado encontrar el camino y sin pensarlo un segundo más entramos al lugar; ya era de noche y estar dentro de la cueva no ayudaba nada. Unos minutos después, encontramos la salida y una vez afuera, frente a nosotros se presentaba una vista sumamente asombrosa.
A lo lejos, se escuchaba lo que podrían ser tambores y flautas, también de escuchaban unos gritos de celebración; todos nos volteamos a ver y asentimos con la cabeza para dirigirnod al lugar que más se iluminaba del lugar. Active mi traje y comenzamos a movernos, teniendo cuidado de no alertar a los guardias que pasaban por las zonas en la que nos encontrábamos.
El ruido cada vez más y más fuerte, al llegar, nadie se había percatado de nuestra presencia; pudimos ver lo que parecía ser un baile y ahí estaba Namor con Serena, el baile había terminado y todos los presentes gritaron y aplaudieron. Cuando regrese la mirada hacía los dos conocidos, Namor estaba muy cerca de Serena, estaban vestidos de blanco y él se iba acercando más a su rostro; la irá comenzó a esparcirse por mi cuerpo y no tenía otra opción más que evitar lo que estaba a punto de suceder.
— ¡Eres un maldito mentiroso! — grité con todas mis fuerzas. Okoye y Carlos se colocaron a mis lados mientras apuntaban con las lanzas.
— ¡Serena, ¿estas bien?! — Okoye se dirigió a Serena para asegurarnos de que estuviera bien, pero no recibimos una respuesta.
— ¡Cobarde! — esta vez era Carlos quien gritaba — ¡Maldito traidor! — pude sentir lo que estaba a punto de ocurrir, estaba a punto de tomarlo del hombro pero fue más rápido que yo y ya se encontraba abalanzándose contra Namor, un hombre a la derecha atacó primero y atravesó una lanza en el costado de Carlos.
La gente comenzó a gritar y a correr despavorida, Serena del mismo modo corrió hacía Carlos. Okoye mira atenta de que no nos hicieran nada y yo quede paralizada; Serena levantó en sus brazos a Carlos sin problemas, comenzó a dar ordenes a las mujeres y hombres con armaduras, después se elevó frente a nosotras y se perdió en la oscuridad. Estaba volando frente a nosotras, no estaba segura de si todo era real, no sabía cómo o por qué, pero Serena había volado frente a nosotras.
Todas las personas que nos rodeaban, comenzaron a romper la formación para dirigirse inmediatamente a donde Serena les había ordena. Aquella mujer, Iyali, se acercó a nosotras y nos hizo señas para que la siguiéramos, no sin antes quitarnos nuestras armas. Mientras caminábamos, en el recorrido había guardias pasando por las casas para asegurarse de que nada raro estuviera sucediendo y aquellos con armaduras que nos rodeaban, hablaban entre ellos, se preguntaban el por qué les dieron las ordenes de escoltarnos y no de matarnos; todo lo podía escuchar gracias a las perlas Kimoyo, Okoye también se había percatado de que Griot nos estaba traduciendo todo.
Llegamos a un gran edificio, la fachada estaba hecha de piedra y estaba rodeada de plantas, cruzamos un puente y en la entrada había más guardias montando guardia; nos llevaron por un jardín y en ese momento se gritaron que ya habían llegado un par de médicos y los llevarán al quirófano. Cruzamos el jardín por el que habíamos pasado, pasamos unas escaleras y nos condujeron a una biblioteca, parte del grupo de los guardias que nos acompañaban se quedaron fuera del estudio, los otros se posicionaron en la puerta y en el balcón dentro del estudio.
Todo estaba en completo silencio, Okoye y yo nos lanzábamos varías miradas mientras estudiábamos el lugar y también los movimientos de Namor, esté de vez en cuando caminaba desinteresado por el lugar, tomaba un libro y lo "leía" un par de segundos para terminar regresándolo a su lugar, después iba a sentarse a una de las sillas del estudio y pasar las manos por su cabello; en uno de sus intentos por distraerse, se acercó al balcón y los guardias cruzaron sus lanzas para evitar que continuará caminando.
— Por favor. Dejame salir al balcón — Namor le suplicó a uno de los guardias.
— Debe quedarse aquí y no insista, por favor — le respondió una de las mujeres que nos acompañaban. Namor término por suspirar irritado y regreso a sentarse contra el librero frente a nosotras.
— No debiste mentirnos — reclamé.
— Shuri... — Okoye posó una mano sobre mi hombro.
— No, Okoye — volteé a verla, ella comprendió y quitó su mano — ¿Por qué nos mentiste? — insistí.
— No les mentí — habló sin una pizca de remordimiento.
— Ah, claaaro — dije burlándome — Pero sabías donde estaba Serena y aún así te hiciste ¡el loco! — hice hincapié en esto último.
— Ya te dije, no les mentí — pasó las manos por su rostro, exasperado — Les dije la verdad, ¡Serena no quería que la buscaran! — levantó la voz y esta vez yo suspire irritada.
— ¡Pero tú si podías buscarla. Tú si podías venir a verla! — mencioné mientras me acercaba lentamente hacía él. En eso, Okoye volvió a tomarme del hombro y se puso frente a mí para alejarme de Namor.
— Si, si la busqué después de aquella carta. Tú me lo pediste y yo te lo prometí — se puso de pie y dio dos pasos al frente; Okoye al ver esta acción, me empujó hacía atrás para protegerme — Pero también le prometí a ella que no diría nada — levantó las manos en señal de paz para que Okoye no fuese a atacarlo.
Volvimos a quedar en completo silencio, cada quién en su lado a excepción de Okoye y de mí, ambas nos manteníamos juntas.
Pasaron tal vez dos o tres horas, cuatro horas si exageraba; habíamos cedido ante el cansancio y ahora dormíamos en el suelo o contra algo para recargarnos. Escuchamos como las puertas del estudio se abrieron, automáticamente nos alerto y provocó que nos levantáramos bruscamente de donde estábamos "descansando"; frente a nosotros estaba Serena, ya no llevaba el vestido blanco con el que la había visto al inició, ahora llevaba puesto un vestido negro bordado con flores de colores.
— Serena... — Namor y yo dijimos al unísono, nos volteamos por instinto.
— Deben descansar — mencionó Serena con una voz cansada, esto me alertó inmediatamente.
— ¿Carlos está...? — hice una pausa esperando a que Serena me respondiera instintivamente.
— Esta bien y ahora esta descansando — todos los presentes suspiramos con alivio al escuchar la noticias — Ustedes deberían hacer lo mismo... Todos deberán hacerlo — volvió a insistir.
— Serena, espera un momento. Yo no... — apenas logré decir.
— Ahora no, Shuri — me interrumpió - De verdad, vayan a descansar. Después de esto... es necesario — dijo molesta. Después le ordenó a dos mujeres que la acompañaban, que nos guiarán a nuestros cuartos para descansar. Por fortuna, Okoye y yo nos quedaríamos en el mismo cuarto.
El lugar era grande, había dos camas en el cuarto, también varias decoraciones y muebles para llenar el cuarto. Okoye y yo hablamos tal vez una o dos horas sobre todo lo que estaba sucediendo y lo que haríamos cuando amaneciera.
Nos preparamos para dormir, al inicio me costaba conciliar el sueño pero después de un rato, el cansancio logro vencerme y caí rendida.
A la mañana siguiente, tocaron a a la puerta, Okoye se levantó primero y se acercó a ella; nuevamente Griot nos tradujo las cosas, nos pidieron usar unas ropas adornadas y así, bajar al comedor y poder desayunar. Al bajar, nos encontramos a Namor usando una tela en forma de capa, nos miró y asintió con la cabeza en señal de saludo, tanto Okoye cómo yo, lo ignoramos. Al poco tiempo, llegó Serena y al igual que nosotras, venía usando un vestido adornado de color blanco, miró a Namor y luego pasó su mirada a nosotras.
— Por favor... — Serena estiró sus manos señalando las sillas de la gran mesa — Tomen asiento — Okoye y yo nos volteamos a ver y después nos acercamos para acomodarnos en uno de los lados de la mesa.
— Serena... — Namor pronunció, pero esté fue interrumpido con la presencia de tres mujeres con bandejas que se acercaban a la mesa; cada una con un platillo diferente.
— Gracias — dijeron Serena y Namor al unísono. Nosotras seguíamos desconfiadas ante tal suceso. Por alguna razón, sentía que Serena ya tenía la mente manipulada por Namor, ¿por qué tendrían que mirarse el uno al otro como si estuvieran ocultando algo?
Estábamos en completo silencio, Serena y Namor estaban comiendo aparte de lanzarse miradas y desviarlas de vez en cuanto. Me sentía tensa, molesta y aún preocupada por saber de Carlos; llegó el momento en que no pude más y azoté las manos contra la mesa haciendo saltar a los cubiertos y provocando que hicieran un sonido estruendoso.
— ¡Ya basta! — dije levantándome de la silla mientras la empujaba — ¡Estamos aquí, comiendo como si nada hubiese pasado!
— Shuri... — Serena me habló en un tono tranquilo.
— ¡No! - volví a golpear la mesa — ¡No vayas a pedir que me calme y menos cuando ayer te vi cargando a un hombre más pesado que tú y salieras volando como si nada! — Serena estaba completamente rígida en su lugar, podia ver que le costaba respirar.
— Deberías calmarte — esta vez habló Namor, provocando que mi sangre hirviera aún más por el rencor que ya sentía por él.
— ¡Tú, callate! — empuje con fuerza la silla en la que me estaba sentando y me acerque a él — ¡Tú nos vas a venir a decirme que hacer o que no hacer, cuando nos mentiste! — Serena se encontraba a mi lado tomándome de la muñeca, pues había sujetado a Namor por el cuello de la tela.
— Necesito que te tranquilices — volvió a repetir Serena pero entre dientes. Después soltó mi muñeca y dio un paso atrás — Vengan conmigo.
Serena dio media vuelta y se dirigió hacía la puerta por donde habíamos llegado, cruzamos por un lado del jardín que había en el centro del lugar y entramos a otra gran sala, solo que está parecia la de un hospital; había gente siendo atendida, pequeñas zonas de espera y cuartos compartidos o individuales; en ese momento sentía una sensación muy extraña en el estómago. Caminamos durante unos segundos hasta que nos detuvimos frente a una puerta, está se encontraba cerrada y no se veía nada del interior; en ese momento, Serena tocó la puerta y después la abrió lo suficiente para poder inclinarse y meter su torso, volvió a salir y volteó a vernos.
— Entren — dijo abriendo la puerta de par en par. Se hizo a un lado y nos permitió la entrada.
Al entrar, el cuarto estaba un poco a oscuras y en una de las paredes se encontraba una cama, en ella estaba Carlos. Abrió sus ojos lentamente y nos sonrió; apenas nos vio, levantó su mano derecha para saludarnos pero no pudo separarla de la cama.
— Hola — Carlos apenas pudo pronunciar. Okoye y yo nos acercamos a él.
— ¿Cómo te sientes, niño? — dijo Okoye con un tono serio.
— Como si... me hubieran... apuñalado — bromeó y terminó por toser un poco.
— Trata de no hablar mucho — mencionó Serena, mientras cerraba la puerta una vez que Namor entro al cuarto.
— Lamento lo que te sucedió — le dije a Carlos mientras bajaba la mirada hacía la zona donde se encontraba el vendaje; Carlos solo pudo negar con el sonido de la garganta.
— Él está bien — Serena volvió a hablar — Por fortuna, la lanza no atravesó ningún órgano vital. Te estarás recuperando en un par de días — se acercó a la cama y lo tomo de la mano, dejando salir un suspiró — Lamento todo esto — su voz se entrecortaba.
— Serena... — me acerque a ella y la tomé del hombro.
— No — Namor me interrumpió. Todos volteamos a verlo — La culpa es mía. Yo les mentí cuando lo que necesitaban era una señal de Serena.
— Sí, porque yo te lo pedí — esta vez Serena lo interrumpía, volvió a supirar y ahora su mirada iba de Carlos a Okoye y a mí — No quería preocuparlos. Desaparecí de la manera más tonta, sin avisarles, actuando tan extraño; generando un miedo y una confusión inexplicable — bajo la mirada y mostrar sus manos.
— ¿Por qué...? — sentí un nudo en la garganta que me impidió continuar hablando.
— Se los contaré todo, pero no ahora — volvió a mirar a Carlos — Necesitas descansar y recuperarte — luego volvió a vernos a Okoye y a mí — Y ustedes necesitan descansar correctamente.
— No necesitó descansar — rezongue.
— Si lo necesitas y es lo último que diré — se alejó de la cama y me rodeó para caminar hacía Namor, esté la miraba con tanto detenimiento; como si tuviera la necesidad de protegerla hasta de la más pequeña brisa — Los dejáremos para que hablen. Nos veremos después — posó su mano sobre el hombro de Namor en señal para que saliera.
— ¿Serena? — volteó a verme antes de salir del cuarto.
— ¿Si? — levantó sus cejas levemente.
— ¿Nos contarás todo, cierto? — insistí, ella me miró dubitativa por un instante y después me asintió con la cabeza. Suspire y le sonreí — Gracias...
Serena volvió a asentir con la cabeza, regalándome una sonrisa para después salir del cuarto y cerrar la puerta tras de ella. El cuarto quedo en completo silencio, solo se podía escuchar el monitor conectado a Carlos y su respiración pesada y débil; volteé a verlo y él me miraba preocupado.
— ¿Crees qué...? — alcanzó a decir muy débil antes de ser interrumpido por un pequeño apretón de parte de Okoye.
— No estoy segura — afirme — Pero tampoco nos quedaremos con la duda.
— Shuri, debes actuar con la cabeza fría — Okoye me miró preocupada — Pudimos perder a Carlos por los impulsos y no podemos volver a arriesgarnos.
— Lo sé, Okoye. Pero hay algo que no cuadra en esta situación — mencioné mientras volteaba a ver la puerta por donde Serena y Namor habían salido momentos antes.
Narra Namor:
Acabábamos de salir del cuarto donde se encontraba Carlos, caminamos un poco antes de que a Serena le pidieran ayuda con unas cosas, después quedo libre y continuamos caminando en silencio.
Serena iba sus brazos en la espalda y con la mirada perdida, se veía tan linda pero me preocupaba más lo que le estaba cruzando por la mente.
— Serena — le hablé pero continuó sumergida en sus pensamientos — Serena — esta vez hablé más fuerte para poder sacarla de sus pensamientos.
— ¿Hmmm? — volteó a verme levantando sus cejas.
— ¿Qué sucede? — me acerqué a ella — ¿Qué te está mortificando? — incliné levemente mi cabeza para acercarme a ella, me miró fijamente y después se giró bruscamente.
— Yo... — suspiró, ahora su mirada daba hacía el suelo — Debo pensar en qué les diré... — nuevamente me acerqué a ella y pose mis manos sobre sus hombros; el tacto de nuestra piel provocó como una descarga de electricidad, puesto qué, su piel se había erizado.
— Creo que deberás decir la verdad — le afirme — Creo que es lo justo para todos.
— Supongo que sí — término por decir, pero no me convencía aún por su estadio de ánimo. Ella comenzó a caminar, alejándose unos cuantos pasos de mí.
— Se que te preocupan — caminé un poco más rápido para estar a su lado — Pero después de todo, vinieron a buscarte. No dejaron de buscarte — mencioné haciendo énfasis en esto último.
— Y no sabes lo mucho que aprecio eso, pero... — hizo una pausa larga.
— ¿Pero...? — insistí para que continuará hablando.
— Pero gracias a eso, ¡Carlos está con una perforación de una lanza por tratar de atacarte! — levantó la voz molesta. Di un paso atrás para darle su espacio — Perdón, no es contigo — se disculpó mientras dejaba caer sus brazos a sus costados — Si hubiera tomado las mejores decisiones, tal vez Carlos no estaría en ese estado y Shuri no estaría tan histérica.
— Tal vez tienes razón — admití. Seremos me volteó a ver un poco molesta, internamente me reí por su reacción — Pero no podías saberlo, y mucho menos podías saber que Carlos iba a intentar atacarme y aún menos que uno de tus hombres lo atacaría por defenderme.
— Es que... — restregó sus manos sobre su rostro — No debió de atacarlo.
Nuevamente estabamos en completo silencio, el sonido del aire moviendo las hojas de las plantas y de los árboles se escuchaba perfectamente, a lo lejos se escuchaba el sonido del pueblo que se encontraba despierto continuando con sus actividades.
Serena tenía su rostro aún entre sus manos, sin hacer ningún otro movimiento y sin tratar de articular alguna alguna palabra para romper el hielo; después se incorporó y continuó caminando por el puente que conectaba al pueblo con el palacio.
En ese momento, debía pensar en algo para ayudarla a olvidar todas sus preocupaciones por un momento y mantenerla distraída del posible ruido que habría en su cabeza en estos instantes
— Ven conmigo a Talokan — solté sin dudar, ella paró en seco y giró para verme.
— No puedo — me miró decepcionanda.
— ¿Por qué? — volví a insistir, dando un paso al frente.
— No puedo dejar a mi pueblo — suspiró y giró nuevamente en su lugar para ver la hermosa vista que teníamos de Aztlán.
— No lo dejarás — mencioné, ella volteó a verme levantando una ceja — Solo será por una tarde y al término, volveremos a Aztlán — la miré fijamente y después estiré mi brazo hacía ella para que pudiera tomarme de la mano — Tenemos trajes, así no te ahogaras — bromee para romper la tensión del momento. Serena comenzó a reír y me uní a ella.
— Sólo por una tarde — repitió y tomó mi mano. Ese pequeño contacto de nuestra piel, volvió a causar esa descarga eléctrica; ahora era mi piel. La que se erizada por completo.
Comenzamos a elevarnos lentamente sobre el aire y antes de irnos, hicimos una parada donde Iyali, una de sus guerras, para informarle que Serena estaría ausente el resto de la tardé y regresaría durante la noche. Iyali nos miró un tanto confundida, sonrió y aceptó sin protestar.
Nuevamente nos encontrábamos volando y en ningún momento nos habíamos soltado la mano, al menos hasta que empezamos a hacer una competencia de velocidad para ver quién llegaba primero a Yucatán. Serena reía durante nuestra competencia; me sentía aliviado al ver que a pesar de todo lo que estaba sucediendo, ella podía seguir riendo y bromeando para olvidar durante un rato todo el dolor y preocupación que la rodean desde que Shuri había llegado a Aztlán y por el estado de salud de Carlos.
Teníamos un camino largo por delante, debíamos llegar a Yucatán y visitar primero a María, puesto que, Serena quería verla para disculparse por como había actuado antes de su desaparición y a la vez, disculparse con todo el pequeño pueblo por el posible mal momento que les hizo pasar durante su última visita, pues se había comparto muy irrespetuosa, me contó y se avergonzaba de ello y por cual, quería disculparse.
El paso uno ya estaba casi completo y llevarlo a cabo era lo pendiente, pero faltaba llevar a cabo uno de los pasos más difíciles; llegar a Talokan con una desconocida para que pudiera conocer a todo el pueblo y que puedan aceptarla tal cuál es.
En Talokan no era el problema más grande, tal vez la aceptarían de inmediato; el problema era Namora, la última que hablamos, no fue algo tan alegre y desde que deje a Talokan en sus manos, ella se veía molesta por mi interacción con Serena, siendo que está última, no tiene el conocimiento sobre el plan que quiero llevarla cabo donde nuestros pueblos puedan ser uno solo, donde Talokanies y Aztlanos se sientan protegidos por sus protectores, contra los colonizadores.
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