Capítulo Ocho
NEGRITAS = Hablan en Maya.
NEGRITAS CURSIVA = Hablan en Náhuatl.
≪•◦ ❈ ◦•≫ ── ≪ ꧁꧂ ≫ ── ≪•◦ ❈ ◦•≫
Cuando era niño, mi madre me habló de un lugar al que conocían como Aztlán; ese lugar es el pueblo de donde son originarias varias tribus de México. Me contó que algunas de esas tribus comenzaron a pelear para gobernar el lugar y hacerse de los recursos. Está división creo a siete tribus: los Xochimilcas, los Chalas, los Tepanecas, los Culhuas, los Tlalhuicas, los Tlaxcaltecas y los Mexicas o Aztecas; éstos últimos fueron los fundadores de una de la ciudades más grandes del mundo prehispánico, ellos fundaron "La Gran Tenochtítlan". La tribu mexica, creó varios métodos de comercio, de traslado y de política. Todo esto era tan importante para su pueblo, que su gobernante debía saber de todo; es decir, medicina, matemáticas, astronomía, historia, agricultura, escritura, etc. Su gobernante tenía que ser como un Dios para que su pueblo lo respetará y apoyará en los momentos más difíciles.
Me era tan curioso que esto me viniera a la mente, pues tanto Talokan como Wakanda tenían las mismas creencias y leyes para que el pueblo saliera adelante. Me preguntaba si esto tenía alguna relevancia con el hecho de Serena eligiera a Aztlán para esconder su mapa en esos libros y no me resultaba difícil entender porque le era tan fiel a Shuri y a Wakanda.
Llegué a la ubicación que estaba marcada en el mapa que Serena escondió; era un bosque tan cercano a la civilización pero muy bien escondido para la misma. Las instrucciones que estaban escritas en el mapa no tenían sentido para encontrar el lugar marcado en él, eran más como para abrir un pasaje entré un lugar a otro. Me fue confuso al inició, pues su ubicación era tan obvia para mí que por eso me fue tan facil llegar a éste bosque, pero tan escondida para la gente de la superficie, creía que nuevamente era un mensaje con un significado diferente.
El bosque se encontraba en lo que hoy llaman "Valle de Bravo". Desde el cielo pude ver como el poblado era tan grande y a la vez tan pequeño y a su costado, había un gran lago, del cual podría obtener mi fuerza si fuese necesaria.
Descendí lentamente hasta la zona que Serena había marcado en el mapa, estaba rodeado de árboles y plantas. Caminé por el lugar hasta encontrarme con la base de un alto barranco; iba a continuar caminando pero me percaté de que había algo tallado en las rocas incrustadas, hice a un lado las plantas que las cubrían y pude ver que lo que estaba tallado era un águila; imediatamente revisé el mapa y el dibujo en él coincidía con el de las rocas.
---------------
"Deja que la gran águila emprenda el vuelo, pues de la tierra va al cielo y del cielo ha de volver; es el alma de los campos que los hace florecer"
---------------
Un acertijo era el primer punto para abrir el pasaje. Serena parecía ser alguien inteligente y cautelosa por como Shuri hablaba de ella y no iba a dejar el mensaje tan claro si el mapa caía en manos equivocadas.
Me agache para tomar un puño de tierra pensando que sería la respuesta, pues está se elevaba si el águila emprendía el vuelo y regresaba al suelo por la gravedad, además, es el campo donde todo crece y ha de florecer, pero no tuve éxito, nada sucedió.
Me puse a pensar en todas las cosas que hacen florecer a las plantas; comencé a caminar y me alejé un poco de la gran estructura. En eso, escuché cómo el agua fluía por un pequeño riachuelo y fue en ese momento cuando la respuesta vino a mi mente; el agua se evapora de la tierra y sube al cielo para formar las nubes y así volver una vez más al suelo, y es vital para que el campo pueda florecer. Tomé una hoja grande y forme un tipo de cuenco para poder transportar el agua en ella, me acerque a las rocas y dejé caer lentamente el agua en el dibujo tallado; pasaron unos segundos, suspire decepcionado creyendo que me había equivocado de nuevo; después, empezó a caer un poco de tierra y la estructura del barranco comenzó a temblar hasta formarse un gran arco y dejar pasó a lo que parecía una cueva.
Estaba sorprendido con lo que acababa de suceder, no pensé que pudiera encontrarme con tecnología tan sofisticada en un momento así.
Entré a la cueva y al poco tiempo la entrada comenzó a cerrarse, comencé a caminar estando alerta por si algo o alguien pudiera atacarme, mi vista ya también se estaba acostumbrando a la oscuridad. Un par de minutos después, vi una luz al fondo del largo pasillo; levanté mi lanza.listo para atacar y al doblar la esquina no había nadie, solo una antorcha. Aproveché el momento para leer el siguiente acertijo que había preparado Serena.
---------------
"Así cómo el ave Fénix que renace de sus propias cenizas; esté mapa te permitirá ver renacer al pueblo que alguna vez se convirtió en leyenda"
---------------
Este acertijo era el último, era más fácil que el anterior, pero ¿ver renacer al pueblo que se convirtió en leyenda?. Tal vez solo era para dar un toque más místico al acertijo.
Miré el mapa atentamente, el acertijo lo decía, debía de quemar el papel hasta que se volviera cenizas y así encontrar a Serena pero me preocupaba aún más el hecho de que al regresar con Shuri y Carlos, ya no podría entregarles el mapa porque lo habré destruido.
Mire al suelo y vi un tipo de vasija, era pequeña pero lo suficientemente amplia para dejar el mapa ahí, regrese por la antorcha y le prendí fuego, puse la antorcha en su lugar y me senté frente a la vasija esperando a que el papel se convirtiera en cenizas. Volvieron a pasar un par de minutos más cuando el sonido de una roca rozando a otra se empezo a escuchar, poco a poco la sala fue iluminándose con lo que parecía la luz del exterior, me llevé una de mis manos a los ojos para evitar que la luz me lastimará más; cuando la roca se había deslizado por completo y mis ojos volvieron a acostumbrarse a la luz, tomé valor para salir de la cueva y así poder sorprenderme con lo que estaba a punto de ver.
Estaba en lo alto y podía apreciar todo lo que había en el lugar. Una gran cascada y un río conectados, pequeños huertos a punto de cosechar, chozas, gente caminado de un lado a otro y niños jugando y riendo. Sentía que mi corazón se iba a salir de la emoción y me costaba respirar, pues este pueblo era parecido a Talokan. Pensé en volar pero esto podría asustar a la gente, entonces mire a los lados y vi unos escalones; bajé poco a poco, mi cuerpo temblaba por la emoción y el nerviosismo. Al bajar el último escalón, unos niños estaban corriendo por el lugar, uno de ellos chocó conmigo, lo ayudé a ponerse de pie; cuando volteó a verme su expresion paso de la felicidad al miedo y sin haberme dado cuenta las risas de los niños habían desaparecido.
- ¡Nantli! - gritó el niño sin dejar de mirarme, después junto con los demás niños, se echaron a correr para resguardarse con algunos adultos que estaban cerca. Éstos al verme se asustaron y comenzaron a gritar y a correr, lo cual alertó a todo el pueblo.
A lo lejos se escuchó el sonido de varios caracoles al unísono y a los pocos segundos, empezaron a rodearme algunos soldados armados con lanzas, arcos y flechas y hachaz.
- ¿Aquinti? - preguntó un hombre alto y corpulento, era el único que no me apuntaba. Inmediatamente reconocí la lengua en la que hablaban.
- Por favor, no se alarmen - dejé caer mi lanza y levante mis brazos, esto no los convenció puesto que dieron un paso al frente sin dejar de apuntarme.
- ¿Cómo llegaste aquí? - volvió a preguntar el mismo hombre.
- Serena dejó... - no pude acabar cuando uno de los soldados tras de mí, golpeó mi pierna haciéndo que me arrodillará.
- Hablarás con respetó hacía mi señora - dijo el soldado que me hizo arrodillarme ahora apuntándome a la nuca con la lanza.
- ¡Basta! - se escuchó la voz de una mujer. Ninguno de los soldados se inmutó, seguían apuntándome mientras que aquel hombre corpulento, dio media vuelta, hizo una señal con sus manos que no pude ver bien y una reverencia con la cabeza - Acalan, ¿qué sucede? - preguntó mientras cruzaba sus manos cerca del pecho.
La mujer llevaba una armadura hecha de vibranium al igual que los soldados. Llevaba puesto un tipo de casco con la forma de la cabeza de un águila adornado con plumas hermosas, el cuál cubría gran parte de su rosto.
- Mi Tlatoani - se dirigió a la mujer, lo cual me dejo confundido, pues sabía que el título "Tlatoani" solo lo llevan los hombres que gobernaban al pueblo mexica - Éste hombre logró entrar a Aztlán y estamos averiguando cómo lo hizo - la mujer lo tomó del hombro y le asintió levemente, fue en ese momento que me percaté de los dedos de sus manos, eran completamente negros.
- Tú... - intente hablar, pero el soldado que apuntaba a mi nuca con la lanza, la acercó más a mí ejerciendo un poco de presión sobre ella.
- Tupoc, yo me encargó - la mujer había caminado hacía nosotros, y al estar cerca, puso su mano sobre la lanza e hizo que la alejará de mí. Todos los soldados dejaron de apuntarme.
La mujer volteó a verme mientras seguía arrodillado, se sorprendió al ver de quién se trataba y pude notar que sus ojos expresaban miedo y angustia.
- Hola, Serena - le mostré una sonrisa desdeñosa. Ella por el contrario, dio un paso atrás.
- ¿Cómo llegaste hasta aquí? - frunció el ceño molesta.
- Encontré tu mapa - levanté una ceja mostrando orgullo. Serena volteó a ver a sus soldados y les hizo una señal para que se retiraran.
- Ven conmigo - habló esta vez en español.
[...]
Caminamos en silencio a lo que parecía ser un palacio con las características de una pirámide en la fachada, pero sin ser una pirámide. Para llegar a tal lugar, debíamos cruzar gran parte del pueblo y las miradas de los curiosos no tardaron en aparecer; algunos niños que jugaban por el camino, se alejaban rápidamente cuando sus padres les gritaban para que lo hicieran, en algunos puestos de trabajo dejaban de hacer sus actividades al vernos pasar y permanecían en completo silencio.
Al llegar al palacio, entramos y me condujo a lo que parecía ser una biblioteca, se quitó el casco y lo dejo sobre una mesa. La escuché tranquilizar su respiración y volteo a verme.
- ¿Cómo fue que llegaste hasta aquí? - volvió a preguntar.
- Ya te lo dije, encontré tu mapa - empecé a caminar por el lugar para ver todo más de cerca.
- ¿Amenazaste a Carlos para que te diera el mapa? - pude notar una pizca de irá en el tono de su voz.
- Claro que no. Ambos trabajamos juntos para encontrar una pista sobre tu paradero y encontramos tu mapa - crucé los brazos - ¿Sabes lo preocupados que están tus amigos? - dije en un tono firme.
- Lo sé, es solo que... - inhaló profundamente, hizo una pausa y exhaló en un sólo suspiro - No quería preocuparlos - levantó sus manos para mostrar sus dedos.
Me acerque a ella y la tomé con cuidado de las manos, las observé detalladamente y toque sus dedos para verificar si había dolor o señal de dañó.
- Tranquilo, no están dañados ni gangrenados - dejó salir una risa nerviosa para después quitarme sus manos y caminar hacía el balcón que tenía la biblioteca. Pasó las manos por su cabello mientras bufaba con irritación.
- ¿Puedo ayudarte con algo? - pregunté mientras aún me daba la espalda. Comenzó a agitar su cabeza negándose y después volteó a verme. Apreto sus labios e iba a hablar pero en ese momento, un niño de aproximadamente 10 años, entró a la biblioteca.
- ¡Tlatoani! Mi... - el niño dejó de hablar al verme.
- ¿Qué pasa, Akatzin? - Serena caminó hacía el niño, éste seguía sin apartar la vista de mí - No te preocupes por él. ¿Vienes por tu nantli? - se puso en cuclillas frente al él.
- Tiene dolores, mi nantli va a tener a mi hermanita - Serena se puso de pie y volteó a verme.
- Perdoname, debo de ir - habló de nuevo en español.
- No hay problema, te acompañó - me miro sorprendida, después asintió con la cabeza y cargo al niño.
- Llegaremos más rápido si volamos - salió al balcón.
- Claro. Sólo traten de no moverse mucho - me acerque a ambos y tomé a Serena por la cintura.
- ¿Qué intentas? - se apartó bruscamente. Mire al niño que se iba acomodando en la espalda de Serena y después la miré a ella.
- Los llevaré a ambos. Sabes que puedo volar - estiré mi mano hacía ella para que se acercará, en vez de eso, bajo la mirada mientras se reía. Volvió a levantar la mirada para verme y empezó a flotar a pocos centímetros de suelo.
- Hay que llegar rápido. Me necesitan - volvió a hablar en Náhuatl y se elevó cada vez más alto mientras más se alejaba. Me quedé unos segundos procesando lo que acababa de ocurrir, agité la cabeza para regresar a la realidad y me elevé rápidamente para alcanzarlos.
Ahora estaba aún más confundido de lo que ya estaba y ahora tenía más preguntas que respuestas.
Mientras volábamos a nuestro destino, pude apreciar aún mucho mejor al pueblo y volví a sentir esa misma emoción que cuando llegué, era un lugar hermoso y tal vez su gobernante era la mujer que llevaba a un niño en su espalda.
Comenzamos a descender hasta llegar frente a un pequeño grupo de personas. Al ver a Serena, todos cruzaron sus manos cerca del pecho e hicieron una reverencia con la cabeza.
- ¡Tahtli, tahtli! - el niño bajo de la espalda de Serena y corrió entrando a la casa frente a la que estábamos; está estaba hecha de rocas y lodo. Serena siguió al niño y yo la seguí a ella; al entrar, había una mujer embarazada recostada en el suelo, se quejaba de dolor.
- ¿Dónde te duele, mi niña? - Serena se arrodilló a lado de la mujer y acarició su cabeza.
- Yo... - la mujer giró levemente sobre su espalda y tomó con fuerza la mano de Serena por el dolor - No... puedo - dijo sollozando.
- Si puedes. Yo te ayudaré, mi niña - continuó acariciando la cabeza de la mujer. Levantó la mirada hacía un hombre el cuál a su vez estaba mirándome; Serena se puso de pie y me tomó del brazo para sacarme del lugar - Perdoname otra vez, pero sólo el padre, el médico y las parteras pueden estar con ella - levantó sus cejas mientras me explicaba - Estaré contigo al terminar.
- Lo entiendo - le asentí con la cabeza y ella me dio una pequeña palmada en el hombro y entró de nuevo a la casa.
El parto llevó su tiempo. Mientras esperaba afuera, podía escuchar como las personas a mi alrededor hablaban de lo preocupadas que estaban por la mujer que paria y alguno que otro murmullo sobre mí; ¿quién es ese hombre?, ¿es amigo de la Tlatoani?, ¿creen que quiera hacerle daño a la Tlatoani?, eran las preguntas que alcancé a escuchar. Después de un par de horas, se escuchó el llanto de un bebé, a los pocos minutos Serena salió anunciando que una niña había nacido sana y salva; las personas celebraron con aplausos, felicitaciones y agradecimientos hacía Serena, ella solo se limitaba a sonreír y a estrechar las manos de todos. Cuando terminaron de felicitarla, noté que Serena me buscaba con la mirada y al encontrarme suspiró al parecer aliviada; comenzó a acercarse pero el niño que había llevado en su espalda la tomó de la mano y la detuvo.
- ¿Qué sucede, Akatzin? - Serena se acuchilló frente al niño para quedar a su altura. Él niño no la miraba a la cara, parecía apenado, unos segundos se abalanzó para abrazar a Serena, haciéndola perder el equilibrio.
- Gracias, Tlatoani - dijo el niño con su rostro escondido en el cuello de Serena.
- No hay nada que agradecer - puso su mano sobre la espalda del niño y a los segundos nuevamente el niño se separó - Ahora que tienes una hermanita, debes cuidarla. Creeme, puedes convertirte en su héroe - le sonrió al niño mientras tomaba su mano, y éste le regreso la sonrisa. Serena le hizo una señal con la cabeza para que entrará y él sin pensarlo dos veces corrió hacía su casa.
Me acerqué a ella y le ayudé a ponerse de pie, se sacudió la tierra que tenía encima y empezó a caminar, no sin antes hacerme una señal con la cabeza para que la siguiera.
Estaba anocheciendo y empezamos a volar, nuevamente tenía a la vista el pueblo pero esta vez de noche y con luces encendidas; llegamos de nuevo a la entrada del palacio, los soldados que estaban ahí nos recibieron haciendo la misma seña con las manos que ya había visto.
- Tal vez sea tonto preguntar, pero... - mencionó Serena mientras pasábamos por un jardín en el interior del palacio - ¿Debes estar bajo el agua para dormir? - volteó a verme, esperando mi respuesta. Sin poder evitarlo comencé a reír.
- Claro que no. Puedo estar en la superficie y dormir sin problemas - poco a poco fui dejando de reír.
- Bien, entonces... sígueme de nuevo - continuamos caminando y subimos al piso donde se encontraba la biblioteca; Serena se acerco a una de las puertas que se encontraban ahí, la abrió y entramos juntos - Éste será tu cuarto, puedes pasear por él, entrar a la biblioteca o estar en el jardín si se te dificulta dormir. Avisaré para que no haya malentendidos - se acercó a la puerta nuevamente - En aquella mesa hay un vasija con fruta. No puedo ofrecerte más, puesto que las personas que ayudan con la comida ya están en sus casas descansando.
- No te preocupes y... gracias. ¿Te veo mañana? - pregunté antes de que saliera de la habitación, me asintió con la cabeza y salió cerrando la puerta tras de ella.
Caminé por la habitación para explorarla más a detalle; había un balcón y me acerqué a él, esté daba hacía el jardín. Pude ver a Serena caminar por el lugar y a acercarse a aquel hombre corpulento, Acalan, con el que me encontré a mi llegada, imaginó que debió avisarle que no me ataquen en caso de que me vean vagando por el castillo; al poco tiempo ella regresó por donde había llegado y la perdí de vista.
Me alejé del balcón y volví a ver toda la habitación, me acerqué a la cama y me senté, creí que sería una superficie dura pero era completamente suave incluyendo las telas que había en ella. Me acosté, cerré los ojos y poco a poco comencé a quedarme dormido, la poca iluminación que había en la habitación no interfirió para conseguir el sueño rápidamente.
A la mañana siguiente, la habitación era iluminada parcialmente por la luz natural que entraba por el balcón. Me levanté y vi que había una vasija con agua y una tela de algodón a lado de la fruta; me acerqué y lavé mi rostro y poder quitarme el sueño que aún sentía sobre mi rostro.
Salí de la habitación para dirigirme a la biblioteca pero me crucé con una mujer un poco baja y delgada, está quedó completamente helada al verme.
- Tranquila, no voy a hacerte daño - levanté mis manos para mostrar que estaba desarmado. La.mujer dios un pasó atrás al mismo tiempo, creyendo que iba a atacarla - Buscó a Sere... Busco a tu señora - logré explicarle y ella asintió aún con temor.
- Sígame, por favor - dios media vuelta y me condujo a la planta baja y me llevó a lo que parece ser un comedor, en él se encontraba Serena desayunando; al verme entrar, se puso de pie inmediatamente.
- Mi Tlatoani, su... invitado la buscaba - se acercó a Serena y después volteo a verme - ¿Puedo traerle algo de desayunar?
- Fruta. Sólo fruta, por favor - le sonreí amablemente. La mujer hizo una reverencia con la cabeza y cruzó por una puerta dejándonos solos a Serena y a mí - Por favor, toma asiento - señalé com mi mano para que Serena continuará desayunando.
- ¿Pudiste dormir bien? - me preguntó volviendo a hablar en español.
- Si, claro que si. La cama... era muy suave. Creí que... - Serena me interrumpió.
- ¿Dormíamos sobre piedras? - me sonrió - Hace años lo hacíamos, pero cuando visité a los pueblos colonizados, conocí los "colchones" y decidí traerlos a Aztlán - me explicó.
- Yo hice lo mismo con Talokan - le sonreí, en eso la mujer de hace un rato, regresó con un plato con fruta picada, me lo entregó y volvió a retirarse - Tengo muchas preguntas que hacer - insistí mientras me llevaba un pedazo de sandía a la boca.
- Sé que las tienes, y las responderé con el tiempo. Pero antes... - hizo una pausa - Necesitó saber cuanto tiempo te quedarás en Aztlán.
- Si me lo permites, quisiera quedarme uno o dos días más - la mire fijamente.
- ¿Por qué? - volvió a cuestionarme.
- Quiero saber más de tu pueblo y de tu gente; quiero saber como consiguieron el vibranium y... - suspire - Y saber que les diré a tus amigos - pude notar la tristeza en su rostro antes de que desviará la mirada. Permanecimos en silenció durante el rato en el que desayunábamos.
- ¿Terminaste? - me sobresalté al escucharla, pues me había perdido en mis pensamientos. Le asentí inmediatamente - Bien, conocerás a mi pueblo. Pero antes... - se quedó mirando a un punto específico, me gire para ver de que se trataba y vi a la misma mujer de hace unos momentos. Llevaba en los brazos unas telas, se acerco a Serena para entregárselas y después volvió a retirarse - Deberás usar esto.
Se acercó a mí y me mostró la tela, está tenía detalles con hilos bordados y pinturas, la tomé y la desdoble; era una capa o un Tilmatl cómo me mencionó Serena, me ayudó a ponérmelo y me explicó que esa prenda la usaban únicamente los de la realeza. Ella había cambiado también de vestimenta, ya no llevaba su armadura, si no, una falda llamada Cueitl y un Quechquemitl, parecido a un huipil pequeño; ambas prendas tenían bordados hermoso de flores de varios colores. Me explicó que no siempre se viste así, por lo regular usa un huipil mediado o pequeño para visitar a su gente y poderse mover libremente.
Salimos del palacio caminando y no volando como lo hicimos el día de ayer. Sinceramente fue la mejor decisión que pudimos tomar porque así pude ver como se relacionaba y convivía con su gente. No voy a negar que a pesar de ir a su lado, la gente seguía teniéndome miedo; Serena me explicó que esa reacción era porque temían que fueran a tratar de conquistarlos, porque tratará de hacerle daño a ella, además de qué no había visitantes extranjeros desde hace ya un largo tiempo. Por otro lado, había personas que nos saludaban a ambos, algunos niños también se acercaban a saludar e incluso nos seguían durante el recorrido hasta que se aburrían y se iban a jugar.
Hacíamos paradas repentinas, pues Serena pasaba no solo a saludar, si no que, también pasaba a verificar la salud de su gente y ayudarla en caso de ser necesario, también me explicó que esto lo hacía ya que al ser la Tlatoani de Aztlán, ella sabía de medicina y así poder brindarles servicio de salud a su pueblo.
Todo el recorrido iba en aumento, pasaba de ser bueno a extraordinario. Aún me sorprendía que un pueblo antiguo, siguiera sobreviviendo y estuviera tan bien escondido de la vista de aquellos que trataban de obtener vibranium o de aquellos que trataban de conquistar a los pueblos con grandes recursos.
- ¿Cómo lograron estar escondidos tanto tiempo? - pregunté emocionado.
- Tenemos científicos - comenzó a reír alegremente - Ellos aprovecharon el vibranium para crear nuestras armas y tecnología, y así también poder obtener electricidad - me iba explicando mientras subíamos por unas escaleras.
- ¿Cómo lograron ocultarse? Las personas de la superficie, tienen máquinas para encontrar y extraer vibranium del la tierra y del mar - volví a cuestionar. Dejamos de caminar, nos encontrábamos en un tipo de puente o balcón en lo más alto del pueblo, desdé ahí se podía observar completamente a Aztlán.
- Al inició no fue tan fácil. Mi pueblo había migrado de Aztlán para salvaguardar sus recursos, hasta llegar a lo que sería nuestro nuevo pueblo, Tenochtitlan - su voz paso de estar en un tono alegré a uno con nostalgia - Habían elegido a su gobernante y el pueblo Azteca iba en ascenso. Un tiempo después llegaron los primeros hombres que trataron de conquistar a Tenochtitlan y el pueblo volvió a dividirse - sus manos se volvieron puños y estos temblaban por la fuerza que era ejercida en ellos y los nudillos empezaban a tomar ese color blanco - Una guerra contra los extranjeros comenzó y los guerreros Aztecas pudieron detenerlos, pero el pueblo quedo sensible y lleno de miedo, no querían que ocurriera de nuevo. Unos decidieron quedarse en Tenochtitlan y otros regresaron a Aztlán, fue en ese momento cuando se comenzó a trabajar con el vibranium y se crearon las armas y armaduras para los guerreros - suspiró con tristeza y decepción, cerro sus ojos unos segundos y volvió a abrirlos ahora para mirarme a mí - Pero llegaron los españoles y... lo demás es historia. No ibamos a permitir que ocurriera de nuevo, se crearon planes y con algunos infiltrados que salían de Aztlán, traían consigo a nuestros hermanos de los cuales pudimos aprender la lengua que les habían impuesto, conocimos sus creencias y supimos como esos países iban evolucionando hasta el día de hoy. Con eso se logró crear el camuflaje para nuestro pueblo, es parecido al que tiene Wakanda - recargo sus codos sobre el muro del puente y regreso su mirada a la vista que teníamos del pueblo - Creo que ahora puedes imaginar porque fui a Wakanda.
No comente nada, y como ella lo acababa de mencionar, ahora entendía porque había ido a Wakanda, también quería a un aliado para su pueblo; quiere proteger a su gente. Somos tres pueblos parecidos, tenemos casi los mismos problemas y convicciones; ahora entiendo porque María le entregó el collar a Serena, ella sabía que había un aliado en el cual Talokan podría confiar y apoyarse. Ahora mi misión era lograr convencer a Serena de crear una nueva alianza entre los tres pueblos más poderosos del mundo.
≪•◦ ❈ ◦•≫ ── ≪ ꧁꧂ ≫ ── ≪•◦ ❈ ◦•≫
Nota:
Para ciertas partes de este capítulo, use un diccionario en Náhuatl, para hacerlo un poco más "real". Pido una disculpa si la traducción o el uso de las palabras esta mal, pues como lo mencioné en el apartado de las "Aclaraciones", yo no sé hablar Maya ni Náhuatl, pero si me dedicó a investigar para poder brindar una historia atrayente.
P.D. Es posible que en capítulos siguientes muestre diseños de el pueblo de Aztlán a como yo lo imaginó, esto con el fin de que puedan tener una idea más clara sobre como es Aztlán.
Significados:
Nantli = Mamá/Madre
Tahtli = Papá/Padre
¿Aquin-ti? / ¿Aquinti? = ¿Quién eres?
Vestimenta:
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top