Capítulo Dos

La alarma sonó y mis ojos me pesaban, no logré dormir más que una o dos horas en toda la noche. Me sentía ansiosa pero me sentía muy cansada por no dormir. El sol empezó a salir y el primer rayo en salir, justo me dio en la cara, me gire para no verlo y seguir durmiendo pero tocan la puerta haciéndome quejar y cubrirme la cabeza con las sábanas.

— ¿Sigues durmiendo? — dijo Shuri mientras le respondía con un quejido — Vamos, arriba — me sacudió en la cama para hacer que me levantará.

— Solo unos minutos más — chillé mientras me aferraba a las sábanas.

— Vamos, ¡arriba! — vuelve a decir mientras comienza a jalar las sábanas — ¡Serena, vámonos! — termina por quitarlas, acto seguido me tapó la cara con la almohada mientras me hago bolita.

— No quiero, ¡es muy temprano! — vuelvo a quejarme mientras termino por quitarme las almohadas de la cara dejando salir un suspiro — No pude dormir nada. Me siento muy ansiosa — volteo a ver a Shuri mientras ella se sienta en la cama.

— ¿Por el chico o por el código? — levanta las cejas burlándose.

— Olvidemos que existe el chico. Me la pase pensando en que podría contener ese códice, tal vez... Pueda ser un poco más de historia sobre Kukulkán — Me levanté de la cama para buscar en el closet la ropa que me pondré.

— ¿Kukulkan? — esta vez solo levantó una ceja confundida — ¿Qué es Kukulkán o en donde se ubica? — vuelve a preguntar.

— No es que, sino quien. De acuerdo a la mitología maya, era el Dios Serpiente Emplumada. Se le consideraba como un Dios creador y también lo relacionaban con el viento y la lluvia — le voy contando mientras término de vestirme y reviso mi maleta para verificar que nada se me este olvidando.

— Entonces, ¿qué podría tener ese códice si conoces su historia? — cruza los brazos aún más confundida.

— No conozco toda la historia, pero por lo que me dijo aquel chico, tiene la teoría de que podría estar contando la historia de la pelea que hubo entre Kukulkán y Hanub Ku — chillé emocionada.

— ¿Qué clase de pelea? — camina frente a mí mientras salimos del cuarto.

— Nadie lo sabe, hay muchas partes de la historia de Kukulkán que siguen sin ser descubiertas — levantó los hombros.

— Estas loca, Serena — suelta una pequeña risa después de mirarme como bicho raro.

— Por algo somos grandes amigas — empiezo a reír junto a ella.

[...]

Antes de subir a la nave, nos despedimos de T'Challa y de la Reina Ramonda; Shuri fue la última en despedirse, los tres se dieron un fuerte y largo abrazo; no pude evitar sentirme nostálgica en ese momento, me hizo extrañar a mi familia.

Una vez en la nave Griot nos avisó que el viaje sería un poco largo; Shuri volteo a verme y me dijo que descansará un poco, lo necesitaba después de no dormir en toda la noche.

Poco a poco mis ojos se fueron sintiendo pesados mientras veía a Okoye estar en el asiento del pilotó hasta que todo se puso negro.

— Debes correr... — eran varias voces las que se repetían una y otra vez — ¡CORRE! — sin pensarlo dos veces, comencé a hacerlo.

Sentía una presión en mi pecho, tenía la sensación de que no podía respirar y comencé a tener miedo. Frente a mí, solo veía un camino eterno en la selva, no sabía porque estaba ahí y menos porque debía de correr; de pronto, deje de hacerlo. Comencé a caminar muy lentamente, mis manos empezaron a sentirse pesadas, como si llevará cargando algo pero no veía nada en ellas; las voces ya habían desaparecido y solo había un silencio tan pesado e incomodo, sabía que algo malo estaba por pasar.

Unas pisadas se escucharon tras de mí, gire bruscamente para saber quién o qué era lo que se acercaba a mí, en eso un dolor se hace presente en mi abdomen, puse mis manos sobre la zona donde sentía ese dolor pero al quitarlas, estás estaban llenas de sangre, levante la vista en busca de ayuda pero frente a mí había una sombra que cada vez se acercaba más y más a mí. El miedo comenzó a apoderarse de mí y en vez de correr, me quede completamente inmóvil, la sombra estaba a pocos centímetros de mí, y el silencio fue sustituido por una respiración pesada que provenía de la sombra; la escuché inhalar al mismo tiempo que levantaba su brazo y con fuerza lo bajo hacía a mí.
Desperté de golpe, mi respiración era rápida y mi corazón palpitaba tan fuerte como si se fuera a salir de mi pecho. Volteé a todos lados y me di cuenta de que seguía en la nave; Shuri estaba durmiendo y Okoye continuaba con la mirada al frente mientras aún conducía la nave. Comencé a respirar en pausas y lentamente para controlar mi respiración; todo fue una pesadilla sin sentido, posiblemente.

— Nos acercamos a la base de la Ciudad de México, princesa — nos da el aviso Griot.

— ¡Al fin! — dice Shuri, mientras se estira en su asiento — Creí que jamás ibamos a llegar — voltea a verme.

— ¿Qué? — le sonrió confundida.

— No, nada — sonríe — Okoye, ¿lista para probar la comida de México? — gira su cabeza en dirección a Okoye.

— Solo espero que sea tan buena como la describe Serena — contesta sin dejar de ver hacía enfrente.

Dejo salir un suspiro mientras bajo la mirada hacía mis manos, empecé a jugar con mis dedos; la pesadilla que tuve me empezó a mortificar. ¿Era una simple pesadilla?, ¿podría ser una advertencia o... Acaso era una visión? Apreté mis manos con fuerza, tenía miedo de que algo malo fuese a pasar.

[...]

La nave aterrizó en una base que los Vengadores tenían en México, ahí nos hospedaríamos durante nuestra visita; quería ofrecerles la casa de mis padres pero por la seguridad de Shuri, Okoye prefirió que fuera en la base y aún así no se siente segura en ella. Un agente nos recibió y nos llevo a nuestros cuartos para instalarnos y descansar y poder ir mañana a la exposición del códice.

Decidí salir de la base e ir hacía la casa de mis padres, tenía que verlos antes de Okoye dijera cualquier excusa para regresar a Wakanda. Entonces, salí de la base sin decirle a nadie, tome el transporte público y después de una hora, llegue a mi destino. Toque el timbre y gritaron la típica pregunta "¿Quién?".

— Soy yo, Serena — hubo un largo silencio antes de que se escuchará el sonido de las llaves que quitaban el seguro de la puerta.

Se abrió lentame la puerta y la cara de una mujer con el ceño fruncido se asomó; sus ojos se abrieron como plato por la sorpresa, pero al mismo tiempo se cristalizaron y comenzaron a brotar lagrimas de ellos.

— Hola mami — sonreí mientras mi vista se hizo borrosa por las lágrimas.

— Hija, al fin regresaste — abrió la puerta por completo para pasar y poder abrazarme.

Estuvimos abrazadas por unos segundos, mi mamá se separó de mí, me hizo pasar y cerro la puerta una vez estando adentro. Pasamos a la sala y ahí estaban mi papá y mi hermano, ambos gritaron y se abalanzaron hacía mí, nos abrazamos los cuatro; no pude pronunciar ni una sola palabra, un nudo se había hecho en mi garganta.

Después de una larga sesión de abrazos y llanto, pasamos a la cocina y empezamos a comer. Mi mamá había hecho enchiladas verdes con pollo y crema, mis favoritas.

— ¿Cómo te ha ido? — pregunto mi hermano — ¿Ya conociste a Los Vengadores? — sonrió emocionado.

— En vez de que le preguntes de cómo esta ella, preferiste preguntarle por Los Vengadores — regaña a mi hermano mientras le da un golpe en el brazo.

— No te preocupes, mamá. Y si, hermanito, ya conocí a Los Vengadores — le aviento una bolita que hice con la servilleta.

— ¿Ya te hiciste novia de alguno de ellos? — me avienta de regreso la servilleta.

— ¡Mira, mamá! Dile a tu hijo que deje de molestarme — Volteo a ver a mi mamá.

— Ya estense quietos — nos regaña mi papá.

— Lo siento, papá — le sonrió apenada — Bueno, el chiste es que me esta yendo bien. Estoy trabajando con la princesa de Wakanda, soy parte de su equipo de investigación — les sonrió emocionada.

— ¿Son buenos contigo? — pregunta mi mamá algo preocupada.

— Si mamá, todos son buenos conmigo — suspiro — Gracias a ellos les he podido mandar dinero a ustedes. Espero les este sirviendo.

— Te agradecemos la ayuda, hija. Nos ayudas bastante con los gastos de la casa — pronuncia mi papá avergonzado.

— Pa, no tienes porque avergonzarte. Ustedes me ayudaron mucho con mis estudios y quiero ayudarles de la misma forma con los gastos de la casa — me levantó de mi lugar para abrazarlo.

— Pues si hija, pero es tu dinero — vuelve a decir apenado.

— Exacto, es mi dinero y yo decidí usarlo con ustedes. Además, no se preocupen, yo también llevo dinero conmigo. No voy a andar sin dinero por ahí — dejo salir una risa para después continuar comiendo.

Mientras seguimos comiendo, les sigo contando lo que he aprendido en mi estancia en Wakanda, les pregunte como les ha ido y como se han sentido de salud.

Pasa el tiempo y llega la hora de regresar a la base. Me despido de mis papás y de mi hermano con un fuerte abrazo y un beso. Pido un taxi con una aplicación para no llegar tan tarde.

[...]

Una vez en la base; entro tranquilamente y mientras voy caminando veo a Shuri entrar al comedor, dudo en entrar pues ya había comido bastante en la casa de mis papás.

— ¿En donde estabas? — me sobresalto al escuchar a Okoye detrás de mí.

— ¡No hagas eso! — pongo mi mano sobre mi pecho.

— Te hemos estado buscando. No puedes irte así sin avisar — levanta la voz molesta. Sabía que a pesar de estar enojada, estaba preocupada.

— Creí que no había necesidad de avisar — levanté los hombros.

— Vienes con nosotras, al menos pudiste avisar que ibas a salir — suspira molesta.

— Lo lamento. Quería ver a mis padres antes de que tomaran la decisión de regresar a Wakanda — bajo la mirada.

— Tranquila, ya estas aquí — Dice Shuri detrás de mí — ¿Te fue bien? — di media vuelta para verla directamente.

— Si, todo bien — aclaró mi garganta — Se que debí llevarlas, pero estaban cansadas y... — suspire avergonzada.

— No hay problema — me toma por los hombros — En la próxima, solo avisa que saldrás para no estar tan preocupadas — ríe levemente.

Me sentía mal por no poder contarles todo lo que hable con mis papás, pero era mejor así, por ahora.

[...]

Al día siguiente, me levanté temprano para arreglarme y poder ir a la exposición. Baje a la planta baja para encontrarme con Shuri y Okoye listas.

Subimos a una camioneta, la cual nos llevaría al Museo de Antropología; mientras veía el camino a través de la ventana, cada vez me sentía más nerviosa y emocionada.

Cuando llegamos al museo, había reporteros por todo el lugar, había incluso paparazzis los cuales fueron atraídos por la presencia de Shuri; todos querían saber la razón de su visita, pero no tuvieron éxito.

Mientras caminábamos hacía la sala de Arqueología, gritaron mi nombre; aquel chico que había conocido en aquel museo, estaba caminando hacía nosotras.

— ¡Viniste! — me muestra una amplía sonrisa de oreja a oreja mientras me toma de la mano.

— No podía perderme este momento — volteo a ver a Shuri y a Okoye — Oh, mis modales. Princesa Shuri, General Okoye les presento a... — paré en seco al recordar que no sabía el nombre del chico.

— Carlos, es un honor Princesa y General — pronunció haciendo una reverencia con la cabeza.

Un silencio incómodo se hizo presente, a pesar de que había mucho ruido a nuestro alrededor.

— ¿Les parece si continuamos? La exposición esta por comenzar — levanta su mano en dirección a la sala de Arqueología.

Al entrar a la sala, está se encontraba llena por todo tipo de personas. Logré visualizar a varios arqueólogos famosos, representantes de algunos países y celebridades amantes de la historia. Sin embargó, justo al frente de todo, se podía observar una cortina negra; ahí se encontraba el códice.

— ¿Lista? — se escucha una voz de hombre, Carlos.

— ¿Ya viste que es lo que contiene el códice? — aún apenada, trato de evitar su mirada.

— No, solo sé lo mismo que tú. Ven, hay que ir al frente — siento como posa una de sus manos sobre mi cintura y me lleva con él.

— Damas y Caballeros. Sean bienvenidos a esta gran exposición sobre nuestra historia — mencionó el arqueólogo — Como todos saben... Se les informó que este códice descubierto por mi equipo, habla sobre Kukulkan, el Dios Serpiente Emplumada — comienza a acercarse a una cuerda — Con el paso de los años y gracias a las nuevas tecnologías, hemos podido saber más sobre nuestros antepasados y justo hoy, todos conocerán una parte de la historia pérdida de Kukulkan — el hombre jala de la cuerda y la cortina negra cae por completo al suelo.

El códice por fin se da a conocer, los flash de las cámaras comienzan a iluminar la sala y todo el público comienza a aplaudir. En ese momento, me percató que la mano que se posaba sobre mi cintura ahora era parte de los aplausos; Carlos giro la cabeza para mostrarme una amplía sonrisa a la cual le respondo como una igual. Mi mirada vuelve a concentrarse en el códice, observó con detalle y cuidado cada zona. Al fin podía ver lo que contenía.

Mi teoría era cierta, Kukulkan se muestra a lado de Hunab ku en una pelea; a su alrededor los cuatro elementos eran utilizados como armas pero había un elemento adicional, vibramum, éste elemento se encontraba no solo representado como un elemento más, si no, también estaba plasmado en la lanza de Kukulkan la cual atravesaba el abdomen de Hunab Ku.

— ¡Serena! — la voz de Carlos me sacó de mis pensamientos — Lo estas viendo, tenías razón, es la pelea de los dos Dioses — sonríe mientras me toma por los hombros.

— Ojalá tuviera la oportunidad de verlo sin tanta gente y luces al rededor — suspire mientras volvía mi mirada hacía el códice.

— ¡Claro que puedes! Ese hombre es Alberto Ruiz y es mi padre — suelta una leve carcajada.

— Entonces... — volteé emocionada.

— ¡Sí! Yo me encargo, hablaré con él para que mañana te deje entrar y puedas verlo con mayor precisión — me toma de las manos mientras me sigue sonriendo.

— Gracias... — quité mis manos y acto seguido toque una de mis mejillas bajando la mirada, estaba sonrojada.

Antes de ir a buscar a Shuri y a Okoye, estuve conversando por un largo rato e intercambie números con Carlos para poder contactarme con él y así saber si tendré la oportunidad de ver el códice. Ya había oscurecido para cuando terminamos nuestra conversación.

Me despedí y comencé a caminar por la sala buscando con la mirada a Shuri y a Okoye. Al girar la vista hacía una de las salidas de la sala, me percate de una silueta justo afuera, no alcancé a ver su rostro pero lo que me llamo aún más la atención fue lo que llevaba en el cuello, era de una tonalidad dorada y brillaba con la luz del atardecer; entonces, decidí acercarme para saber quién era pero a unos cuando pasos antes de llegar choque con alguien, lo que provocó que desviará la mirada un par de segundos, y al recobrar el equilibrio volví a levantar la mirada para encontrarme con la silueta pero ya no estaba; frunci el ceño confundida, no sabía si era algo real o simplemente era mi imaginación. Al poco tiempo, mientras seguía perdida en mis pensamientos con la mirada aún hacía el mismo lugar donde se encontraba la silueta minutos antes, escuche mi nombre a un lado de mí, era Shuri y detrás de ella estaba Okoye.

— Creo que es hora de irnos — dijo Shuri mientras sonreía.

— Lo se, solo que... aún no podemos regresar a Wakanda — apreté mis labios ansiosa.

— ¿Por qué no? — pregunto Okoye, un poco molesta.

— Tranquila — levanté mis manos — Tal vez mañana pueda ver el códice. Carlos hablará con su papá para que me de la oportunidad de hacerlo — dejé salir una risa nerviosa.

— ¿Tal vez? Niña, si no estas segura, no nos hagas perder tiempo — se acercó a mí aún más molesta.

— Tranquila, Okoye — Shuri la tomó por el brazo — ¿Estás segura de que te dejarán? — levantó sus cejas.

— Carlos prometió conseguir la oportunidad, me dio su número para poder asegurarme — suspire algo desanimada — Sólo... confíen, por favor.

— Muy bien, solo mañana y no más. Debemos regresar pronto o la Reina se preocupará — se inclinó un poco hacía a mí.

— Fuerte y claro, General — dije bromeando y Shuri río junto conmigo.

Después de unos minutos viendo la sala las tres juntas, nos retiramos y caminamos directo a la camioneta; antes de subir, tuve la sensación de que algo o alguien nos observaba, gire mi cabeza pero no había nadie.

Llegamos a la base, me despedí de Shuri y Okoye; entre a mi cuarto, me cambie y caí rendida en la cama.

Al día siguiente; Shuri fue a levantarme, había dormido durante varias horas más de lo habitual y estaba preocupada de que me hubiera enfermado, pero solo era el cansancio. Me avergoncé al ver que había una bandeja en la mesita de noche, Shuri me había traído el desayuno.

— No debiste de hacerlo — baje la mirada avergonzada.

— Lo se, pero quise hacerlo. ¿Segura que te sientes bien? — toco mi frente.

— Totalmente, llevaba tiempo sin dormir así de bien — le sonreí.

— Bueno, entonces a desayunar — tomo la bandeja y la puso sobre la cama — Termina y cambiante. Carlos te ha estado llamando y dijo que no le contestas las llamadas — voltea a ver mi teléfono — Viene en dos horas, su padre acepto que vieras el códice.

— ¿De verdad? — me sobre salté y casi tiro la bandeja — Es increible... ¿Vas conmigo? — hice un puchero.

— ¿A mí de que me sirve ver un códice? — preguntó confunfida mientras cruza los brazos.

— No estoy segura si vi bien el códice, pero parece que ellos también tenían vibranum — tome un poco de jugo.

— Entonces si debo de ir contigo. Es posible que esa sea la razón por la cual había representantes de varios países en la exposición — desvía la mirada mientras piensa las cosas, da media vuelta y sale del cuarto.

Después de un rato, terminé de desayunar y me alisté, al poco tiempo llegó Carlos en una camioneta negra, logré marcarle un poco antes para explicarle el porque iba a ir Shuri con nosotros y que necesitábamos un auto más grande por su seguridad. Además, Okoye no nos iba a dejar solas, así que Carlos no tuvo más remedio que aceptar y llevarnos al museo. Una vez en el lugar, nos condujo a una sala cerrada donde se encontraba el códice.

— Bueno, lo mejor será que yo me retiré y las deje solas — hizo una reverencia hacía Shuri.

— Muchas gracias, Carlos — le sonríe y me contesto de la misma forma.

— Bien, y...¿qué es tan interesante en éste códice? — cruzo los brazos Okoye mientras le prestaba atención a las pinturas del códice.

Me acerqué al códice y pude confirmar mis sospechas, si es vibranium lo que se describía en él.

— Si es vibranium — volteé a verlas.

— Pero...¿cómo pudo llegar hasta México? — se acerco Shuri.

— Creo que el meteorito que cayó en Wakanda, fue el mismo que impacto en Yucatán — me alejé un poco del código para poder descifrar todo lo plasmado.

— ¿Qué es lo que dice, Serena? — pregunta Okoye.

— El Dios Kukulkan, se enfrenta a Hunab Ku. Según el códice menciona que Hunab Ku y sus hijos habían creado ciertos lugares para los humanos; paraísos únicos y llenos de tierra fértil para su pueblo, pero Hunab Ku se corrompió por el poder y la envidia. Al ver que sus hijos estaban creando lugares más hermosos que los que él creaba — me detuve unos segundos para entender lo que continuaba, estaba un poco desgastada la pintura y me estaba costando leer esa parte — No estoy segura, pero al parecer empezó a atacar a todos los Dioses, uno por uno. Kukulkan se alió con Itzamná, el hijo mayor de Hunab Ku para poder derrotarlo, y es aquí, cuando Kukulkan uso el vibranium para crear una lanza capaz de derrotar a cualquier ser — jadeo al leer la última parte.

— ¿Qué sucede? — se acerca Shuri a mí.

— La pelea duro varios días y tuvo bajas importantes, hasta que Kukulkan logró atravesar a Hunab Ku y lo derrotó, pero la lanza parece estar perdida. Itzamná tomó el lugar de su padre y acordó no luchar contra Kukulkan y con ningún otro Dios — suspire un poco decepcionada.

— ¿Qué hay del vibranium? — pregunta Okoye tras de mí.

— No... no lo se, esa parte esta demasiado dañada y lo que paso con Kukulkan y su lanza tampoco esta claro — baje la mirada.

Shuri poso una de sus manos sobre mi hombro, volteé a verla con una media sonrisa; abrió la boca para preguntar algo pero es interrumpida por el llamado de sus perlas. Tomo la llamada, se alejo un poco pero paró en seco y giro bruscamente para mirarnos.

— Es...T'Challa — escuche como su voz se quebró.

— ¿Qué le sucede al Rey? — jadeo Okoye a mi lado.

— Debemos regresar a Wakanda — las lágrimas de Shuri comenzaron a brotar.

Okoye y yo nos volteamos a ver preocupadas; salimos corriendo las tres de la sala y del museo para darnos prisa y llegar rápido a la base y subir a la nave para no tardar en llegar a Wakanda.
Al salir tan rápido del museo, no pude despedirme de Carlos, le mande un mensaje despidiéndome y deseando que pronto nos volviéramos a reunir.

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