Capítulo Doce: Parte Dos
NEGRITAS = Hablan en Maya.
NEGRITAS CURSIVA = Hablan en Náhuatl.
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Narra Serena:
El cuarto del hospital se encontraba en silencio, los monitores era el único sonido que existía en ese momento. Todos estaban en silencio, no pronunciaban ni una sola palabra, estaban inmersos en sus pensamientos; únicamente, Carlos me miraba fijamente, como si me estuviera pidiendo que siguiera.
— Cuando mi mamá tomó la planta, ella sanó y el pueblo festejó por su salud, pero... ella no sabía que estaba embarazada de mí. Cuando mi mamá se dio cuenta de su estado, lo anunció y todo el pueblo estaba alegre porque, aún después de una guerra, había una nueva esperanza creciendo y dándoles una razón para no caer. Varios meses después, nací yo y rompí la cadena de primogénitos varos — di una pequeña palmada sobre mis muslos — Todos estaban soprendidos al ver que la primera en nacer era una niña y no un niño, pero no importó mucho porque mi padre ordenó que me entrenaran y me educaran para ser la próxima Tlatoani — inhale profundamente y exhale lentamente, sintiendo una gran nostalgia al venir los recuerdos de mi niñez — Al inicio, era un poco difícil educarme con todo el conocimiento que un Tlatoani debía aprender; me escapaba de las clases y de los entrenamientos, me aburría por completo y prefería estar con mi pueblo. Los años pasaban y yo maduraba cada vez, pero no había ni una sola señal o característica particular que dijera que yo era diferente — dije levantando mis hombros.
— Entonces, ¿cómo se dieron cuenta de ello? — preguntó Carlos al parecer cautivado por lo que escuchaba.
— Yo... — dude un poco, pues no era fácil recordar el como surgieron mis poderes — Aún cuando crecía, me seguía escapando — reí para mí — Me iba al bosque y me perdía durante horas y cuando regresaba, mi padre siempre me regañaba... nos regañaba. No me iba sola, siempre iba acompañada de mi mejor amiga — volteé a ver a Shuri quien desvío la mirada, podía sentir que estaba decepcionada — Un día, cuando tenía 15 años, uno de mis profesores me contó de una gran ciudad que era cercana a nosotros y que proveníamos de ella. Le conté ésta historia a mi mejor amiga y nos escapamos juntas para visitar aquel lugar. Yo quede fascinada con lo que veía y mi amiga estaba feliz porque había encontrado un dibujo que ella hizo en su casa, pero no recordaba que fuese en aquella ciudad — tomé una bocanada de aire para después soltarlo y contar lo siguiente — Al regresar, no nos dimos cuenta que dos españoles nos estaban siguiendo; prácticamente los guiamos a Aztlán. Nos separamos y cada quién fue a su casa; yo recibí otro regañó como siempre... pero aún sigo deseando que únicamente hubiese sido eso y no lo pasó — apreté mis manos formando un puño — Ese mismo día por la noche, los españoles llegaron a atacarnos, a mi madre y a mí nos encerraron en el palacio mientras mi padre y todos los soldados luchaban contra los españoles. Daba vueltas en mi cuarto, impotente por no poder hacer nada, pero al ser la única heredera, no podían darse el privilegio de dejarme salir. Lamentablemente unos cuantos españoles entraron al palacio y empezaron a atacar a todos; se escuchaban los gritos desde el balcón de mi cuarto. Los guerreros que custodiaban mi cuarto, me pidieron esconderme y que no hiciera ruido alguno, al poco tiempo escuche como los asesinaban — mi respiración comenzó a agitarse al recordar el miedo que sentía en ese momento cuando estaba escondida en mi cuarto — Derribaron la puerta de mi cuarto y entraron buscando por todas partes, destruyeron las cosas que había en el interior y hasta lo saquearon. A mí jamás me encontraron porque había un escondite que pasaba desapercibido. Me quede ahí un par de minutos, tratando de tranquilizarme hasta que escuche un grito que provenía del cuarto de mi madre... — apreté mis labios tratando de controlar las lágrimas que se acumulaban en mis ojos al recordar el dolor de ese día — Al llegar... mi madre yacía aún con vida en el piso, me deje caer sobre mis rodillas y la tomé entre mis brazos. Yo empecé a llorar desesperada y cuando menos me lo esperé, los españoles ya nos estaban rodando a ambas. Comenzaron a gritarme en su idioma y me apuntaron con sus armas; yo me aferre a mi madre con fuerza, la miré y ella me regaló una sonrisa antes de fallecer. La irá comenzó a apoderarse de mí, yo me aferraba con mas fuerza al cuerpo sin vida de mi madre, pero la gota que derramó el vaso fue cuando uno de los españoles me apuñalo por la espalda con su bayoneta. Fue en ese momento cuando dejé salir con todas mis fuerzas un grito que a su vez fue como una onda expansiva.
— ¿Qué quieres decir? — pregunto Carlos aún confundido.
— El grito que salió de mí tuvo tanta fuerza, que hizo volar por la habitación todos los españoles, terminaron por estrellarse con las paredes e instantáneamente murieron — el cuarto volvió a estar en silencio, era como si el miedo ahora se apoderará de todos — Los dedos de mis manos de tornaron de un color negro; deje a mi madre en el suelo y la cubrí con una tela. Salí del cuarto y fui matando a cada uno de los intrusos que se cruzaran en mi camino y ayudé a los guerreros en una guerra que duro al menos dos años; para cuando término, mi padre me había nombrado "Caudillo" y tomó la decisión de que Aztlán debería de permanecer en completo secreto. Gracias a mi título y al permiso de mi padre, ibamos a rescatar a los pueblos cercanos que sufrían del mismo destino que el de nosotros y a la vez aprovechábamos para deshacernos de los intrusos — dejé salir un suspiro largo, lleno nostalgia — Al cumplir 18 años, mi padre enfermó gracias a la depresión que lo acompañaba desde la muerte de mi madre. En su lecho de muerte, me pidió prometer que cuidaría a Aztlan bajo mi mando, bajo el título de "Tlatoani", después falleció y todo cambio después de ese momento. Con el paso de los años, seguíamos rescatando a las personas personas que sufrían por los colonizadores españoles, pero también con ese pasar de los años me percaté de que había dejado de envejecer; al inició lo vi como un castigó y una maldición, pero después vi en ellos la oportunidad de estudiar, de entrenar y buscar la forma de proteger a Aztlán. Para 1521, ya habíamos logrado un avancé en nuestra tecnología y así vimos cómo las grandes ciudades fueron cayendo poco a poco. Mi gente ya no lo vivió pero entre más pasaran los años, más vi como el país fue cambiando y olvidando sus raíces — terminé por fin de contar y Shuri volvió a hablar.
— ¿Por qué ocultaste todo esto? — su voz era átona, como si no quisiera ser escuchada.
— Tenía miedo de que fuesen a atacar a mi pueblo — expliqué.
— Mi pueblo confió en ti, mi hermano y mi madre confiaron en ti... ¡Yo confíe en ti! — se puso de pie, como si estuviese a punto de atacarme.
— Y agradezco esa confianza, pero no era el momento para confesarles la verdad — me expliqué.
— ¿Entonces cuando? — insistió — ¡¿Cuando yo también estuviera muerta?! — su voz se quebró.
— ¡Claro que no! — ahora yo me había levantado de mi lugar — ¡Sólo estaba buscando el momento oportuno! — di un paso al frente y Shuri por reflejo retrocedió — Iba a hablarlo con tu hermano, pero después sucedió lo del Blip y tuve que irme para saber los daños que mi pueblo estaba teniendo por ese hecho, luego regresé y pasó lo de la enfermedad y muerte de tu hermano. Me quise acercar a ti y a tu madre, pero ambas estaban deprimidas; luego sucedió la muerte de la Reina y lo de Talokan y yo... — Shuri me interrumpió.
— ¡No intentes poner de excusa a todos para evitar contarme esto! — Okoye se puso de pie y la tomó del hombro, pero Shuri empujó su mano instantáneamente.
— ¡No son excusas!. Simplemente los momentos no eran los oportunos — mi voz ahora era la que se quebraba — Aprendí a confiar en ti, pero cada vez me era imposible acercarme más a ti...
— ¡No lo intentaste ni un poco! — me culpó — ¡Llegas con una historia falsa, te haces nuestra "amiga" para que confiemos ciegamente en ti. Después te desapareces y generas un caos por encontrarte, a Namor le pides que nos mienta y justo hieren a Carlos cuando te volvemos a encontrar! — dijo señalándome mientras enlistaba cada hecho — ¡Creí que eras mi amiga! — dejo caer sus brazos por sus costados — ¡Creí que eras mi amiga mientras yo lloraba por la perdida de mi hermano y de mi madre; y resulta que siempre estuve sola!
— ¡No eres la única que se quedo sin familia! — mi paciencia había llegado a mi límite — Yo perdí a mi madre y a mi padre, perdí a mis amigos y a gente de mi pueblo. ¡Llevó más tiempo sola de lo que tú podrías imaginarte! — los papeles se habían invertido, ahora era yo quien la señalaba — ¡Y no voy por el mundo tratando de buscar a un culpable por mis desgracias! — en ese momento, Namor se levanto de su asiento y se acercó a mí para tomarme del hombro, a la vez me di cuenta de lo que había dicho — Shuri, yo no... — me interrumpió.
— Veté... Ambos vayanse — pude ver un par de lagrimas rodar por sus mejillas antes de que desviará la mirada — ¡Qué se larguen! — volteó a vernos con un rostro llenó de rabia y dolor mientras señalaba la puerta. Asentí con la cabeza y salí del cuarto seguida por Namor.
Caminé de prisa por el pasillo para poder huir del lugar; cuando salimos del hospital y justo antes de salir volando, Namor me tomó de la muñeca y me atrajo a su cuerpo para abrazarme. No puse resistencia y correspondí al abrazo, rompí en llanto y escondí mi rostro en su pecho mientras lo abrazaba con fuerza y el hacía lo mismo.
Había herido a la única persona que podría llamar "hermana", ella se había ganado ese lugar durante los últimos 7 años. Sabía que no era con la intención de lastimarla y Namor me lo repetía una y otra vez sin dejar de abrazarme, mi irá y dolor habían hablado en mi lugar después de que Shuri tratará de hacerme sentir mal con todo lo que le estaba sucediendo y no la culpo, pero ella también hablo sin pensar y dijo cosas que no solo pudieron haberme lastimado a mí.
[...]
Pasaron tres días desde la última vez que había ido a visitar a Carlos. Las únicas noticias que recibía de él era gracias a las enfermeras que lo atendían y a veces de Namor, pero esté era raro cuando podía ver a aquel grupo, pues Shuri siempre lo recibía a gritos y lo corría del cuarto de Carlos. Por ahora, solo estamos Namor y yo, hasta que Namor se tuvo que despedir para regresar a Talokan. Ese dia Namor llevaba su característico short verte y el Tilmalt que llevaba puesto la mañama que regresamos de Talokan, yo lucía un largo vestido de manta con decoraciones de oro y jade en la espalda y en hombros, y una tela blanca en forma de capa.
— Tranquila, verás que todo se arreglará — dijo con una voz dulce, mientras posaba una mano sobre mi mejilla. Ese toque estaba lleno de tanta paz y ternura que tranquilizaba mi corazón.
— Iré a disculparme, solo falta que ella quiera escucharme — le sonreí de lado a la vez que tomaba su mano aún sobre mi mejilla.
— Y lo hará — pasó a depositar un beso sobre mi frente. Después, la mano que seguía sobre mi mejilla paso al collar que se encontraban colgando sobre mi clavícula — Me alegra que María te haya dado el collar.
— ¿Por qué? — lo mire fijamente.
— Creó que ella sabía que tu pueblo y el mío podrían hacer una alianza — sonrió.
— ¿Acaso es una...? — levanté una ceja esperando a que completará la pregunta.
— ¿Propuesta de matrimonio? — sonrió — No, la verdad no — sentí una punzada en el estómago — Para que lo sea, yo mismo debo entregarte la joya; al menos así es en Talokan — sonrió.
— En Aztlán, tú ya estás casi comprometido conmigo — baje la mirada hacía las joyas sobre su cuello, tratando de esconder mi sonrojo.
— ¿D-De verdad? — aclaró su garganta.
— Estás en tu derecho a negarte y yo tendría buscar otra pareja — dejé salir una risa nerviosa, acto seguido Namor me tomó de la cintura y me pego a su cuerpo.
— Cometería un error si no aceptó ese "casi" compromiso — bromeó. Después, acercó su rostro al mío y yo me puse de puntitas para acercarme aún más a él y así poder besarnos.
Después de separarnos, Namor hizo una pequeña reverencia y voló hacía la salida de Aztlán.
Aún era temprano y ocuparía el día para continuar con mis tareas y seguir verificando el bienestar de mi pueblo.
[...]
Narra Shuri:
Habían pasado tres días desde la pelea que tuve con Serena, desde entonces no he vuelto a hablar con ella. La parte buena, es que Carlos ya estaba mejorando y podíamos dar pequeños paseos por el hospital o incluso por el jardín que daba la salida. A veces, permanecíamos únicamente en esa zona y otras veces nos atrevíamos a ir más lejos, solo al puente que conecta al palacio con el pueblo.
Me encontraba leyendo los mensajes que M'Baku me había mandado para saber el estado de las cosas de Wakanda cuando Carlos se acercó a mí con prisa en su silla de ruedas.
— Creó que Namor le esta lavando la cabeza a Serena — pude notar que su mano temblaba por apretarla en un puño.
— ¿Qué quieres decir? — acerqué una silla para poder sentarme frente a él.
— Yo... tomé un pequeño paseó por ahí. Durante mi recorrido vi a Namor y a Serena caminando juntos, después de un rato, él y ella... — se quedó callado mientras me miraba nerviosamente.
— ¿Él y ella qué? — pregunté sintiéndome alterada.
— Se estaban besando — la noticia me cayó como un balde de agua fría.
Tal vez Carlos tenía razón, tal vez Namor la estaría convenciendo para crear una alianza entre Talokan y Aztlán; esto sería una ventaja si en algún momento hubiera otra guerra entre Wakanda y Talokan. La irá pudo más conmigo, me puse de pie y caminé rápidamente hacia unos de los guardias para que me llevará con Serena.
El guardia me llevó dentro del palacio, subimos unas escaleras y paramos frente a una puerta que me era conocida; el hombre abrió la puerta y me anunció, inmediatamente escuche la voz de Serena pidiendo que me dejará pasar y a los pocos segundos solo estábamos ella y yo solas en esté gran estudio.
— Shuri... — pronunció mi nombre casi en un susurro.
— No, espera — apreté mis manos en un puño, pero me tomé un par de segundos para controlar mis emociones y mi respiración — Tú y yo, necesitamos hablar urgentemente.
— Estoy de acuerdo — afirmó mientras dejaba un pergamino sobre el escritorio.
— ¿Por qué nos mentiste? — me acerque al escritorio.
— Sólo iba a ser al inicio, pero luego paso lo de "el Blip", y luego lo de T'Challa y... — la interrumpí.
— Y luego lo de Namor — mi voz tomó un poco de fuerza al pronunciar el nombre.
— Si... Intenté contártelo durante "El Blip", pero mi pueblo necesitaba mi ayuda en ese momento. Mi gente estaba aterrada y no comprendían lo que estaba sucediendo y sólo yo podía ayudar — suspiró.
— Desapareciste los 5 años... No sabía nada de ti. ¡Creí que también habías desaparecido! — di un golpe seco a la madera del mueble.
— ¡Y lo lamento! —rodeo el escritorio para acercarse a donde me encontraba — Pero no podía dejar solo a mi pueblo. Lamento si lastimé tus sentimientos, no era mi intención — dio un paso al frente y yo retrocedí instantáneamente.
— La historia que nos contaste al inició, cuando nos conocimos... — mencioné.
— Solo era una coartada y las personas que presente como mi familia... sólo eran mi gente, aquellos que decidieron irse del pueblo para vigilar a los conquistadores — volvió a suspirar, pero esta vez se le veía dolor en su expresión.
— Serena, ¿tú y Namor...? — pregunté con miedo por la respuesta que pudiera darme, pues su cuerpo se tenso y su rostro enrojeció.
— ¿Qué quieres decir? — desvío la mirada y paso un mechón por detrás de su oreja.
— Carlos los vio... besándose — lo mencioné sin ninguna pizca de sensibilidad.
— Shuri... Por favor, dejame explicarte — nuevamente dio un paso al frente.
— ¡Mató a mi madre! — grite con todas mis fuerzas — ¡Mato a mi gente! — volví a golpear el escritorio, pero esta vez le di una patada que lo llevo a estrellarse contra el barandal del balcón. Nos quedamos en completo silencio durante uno o dos minutos hasta que los guardias entraron al estudio casi derribando las puertas.
— ¡No, alto! — con una velocidad tan inimaginable, se puso entre los guardias y yo, levantando sus manos para detenerlos — Yo puedo arreglar esto. Por favor, retirense — varios guardias se regalaron una mirada llena de dudas y después voltearon a ver a Serena para hacer una reverencia y retirarse. Serena volteó a verme y podía notar la gran incomodidad que estaba sintiendo en ese momento — Lo lamento — pronunció sin fuerzas.
— ¿Lo sientes? — apreté mis manos en un puño.
— ¡Si! — me miro fijamente — No sé cómo, pero... sí. Creo que me enamoré y tal vez no de la persona correcta.
— ¿Por qué él? — insistí en el tema.
— Por alguna razón... siento que el me puede ayudar con todos los problemas que se me puedan presentar — me miró fijamente y pude notar en sus ojos, la ilusión.
Ahora mi dilema ya no era haber desconfiado de Namor por ocultarme donde se encontraba Serena, si no, que ahora debía preocuparme por el que intentará ponerla en mi contra y unirse para que ambos atacaran a Wakanda.
Narra Serena:
El cuarto de estudio se encontraba en completo silencio, Shuri ya no pronunció ni una sola palabra, solo tenía la mirada perdida hacía el balcón. Después de un rato, volteó a verme e hizo una pequeña reverencia para después retirarse; esto me dejo confundida, pues yo jamás le había hecho una reverencia para que ella lo hiciera conmigo, era como si algo estuviera cambiando entre nosotras.
Los siguientes días transcurrieron aparentemente "normal", visitaba de manera recurrente a Carlos; cuando estuvo en condiciones para salir, llevé a dar un paseo por el pueblo a las tres visitas. La gente los veía aún con miedo, eran las primeras personas que venían con afán de atacar desde hace siglos y temían que más personas del exterior pudieran llegar con la misma intención.
Aún que pareciera raro, mi pueblo también tenía un consejo, no igual al de Wakanda, pero estaba conformado por médicos, científicos, soldados y profesores. El consejo lo forme con el objetivo de que mi gente sabría a quien elegir como sucesor en caso de que algo me llegase a suceder a mí, y no creí que ahora fuese necesario reunir a todos para hablar sobre nuestros visitantes del exterior.
— Mi señora, no podemos arriesgarnos a que más extraños entren a nuestro pueblo — habló Amoztli, el profesor principal de mi pueblo.
— Podemos usar estas visitas a nuestro favor, mi Tlatoani — habló esta vez Zeltzin, una joven mujer y partera del hospital.
— ¿Qué quieres decir, Zeltzin? — pregunté confundida.
— Podemos intentar que está gente nos ayude a proteger aún más a nuestro pueblo — se explicó.
— ¿Acaso haz perdido la razón? Esta gente tiene vibranium en sus armas y ropas, ¿crees que podemos confiar en ellos sabiendo que nosotros también tenemos vibranium? — dijo Iztli, completamente alterada. Una de mis mejores doctoras.
— ¡Ella tiene razón! No podemos arriesgarnos a que esta gente traté de robarnos el vibranium — Hakan dio un paso al frente mientras volteaba a verme — Mi Tlatoani, no puede seguir permitiéndose las visitas de esta gente.
— ¿Por qué deberían preocuparse tanto por el vibranium? ¡Nuestra Tlatoani es aún más importante! — esta vez habló Tupoc, mi más fiel guerrero.
— ¡Deberían preocuparse por nuestra Tlatoani. El vibranium es bastó y nos puede proteger ahora, pero nuestra Tlatoani es quién realmente nos ha cuidado todo este tiempo! — habló Iyali, mientras se colocaba a un lado de Tupoc.
— ¡Nuestra señora es inmortal! Tenemos la certeza de que ella nos seguirá protegiendo — ahora hablaba Izel, uno de mis mejores científicos y quién más ha ayudado al hospital.
— ¡Ya basta! — interrumpí a todos, provocando el completo silencio del salón — Yo conozco a está gente y confió en ellos. Ninguno sería capaz de... traicionarnos — dije esto último con dificultad, pues recordé la irá que Namor tuvo contra Wakanda.
— Pero usted se enamoró de uno de ellos — ahora hablaba Erandi, mi sacerdotisa. Todos los presentes voltearon a verme, lo que generó que me sonrojara ante tal "acusación".
— Yo... — aclaré mi garganta — Eso no tiene tanta relevancia a comparación de la seguridad de Aztlán — inmediatamente busque cambiar el tema, pero fue en vano.
— Es que es eso, mi Tlatoani — Erandi iba caminando lentamente hacía a mí — Si usted se une con él, creará una alianza lo suficientemente fuerte para proteger ambos pueblos — tal idea me hacía tener una punzada en el pecho, pero no de dolor, sino, de nerviosismo.
— ¡Esa unión puede salir mal! — Ocatlán era quien hablaba ahora.
— ¿Tú que sabes, viejo cascarrabias? — Erandi dijo exasperada.
— Estoy seguro que sé más que tú, anciana — le respondió Ocatlán, moviendo un dedo hacía el cielo.
— ¡Ja!, ¿ahora vendrás a sermonear a nuestra Tlatoani por enamorarse de un hombre apuesto? — Erandi se burlaba.
— Entonces, ¿propones que nuestra señora se una a un desconocido? — Ocatlán cuestionó en un tono algo dramático.
— Anciano tonto, parece que haz olvidado como pedir matrimonio — Erandi cruzó sus brazos sobre su pecho mientras miraba a Ocatlán con un aire victorioso.
— Ese joven tonto no le ha pedido matrimonio a nuestra Tlatoani — dijo Ocatlán para después soltar una carcajada que acabo en una tos seca.
— ¡Anciano distraído! Aquel joven "tonto" como tú le dices, ya le pidió unión a nuestra Tlatoani — Erandi saco un abanico y comenzó a echarse aire con el, aunque podría admitir que era yo quién necesitaba aire tras tal detalle.
— ¡Visitar a la Tlatoani no es pedir matrimonio, vieja loca! — Ocatlán le arrebató de las manos el abanico.
— ¡Podré estar loca! — ahora Erandi le arrebataba el abanico al anciano — ¡Pero no ciega como tú! Aquel joven apuesto, ya bailo en la ceremonia de fertilidad con mi señora y además, ella lleva puesta una de sus joyas y que si recuerdan, eso es una muestra de promesa de matrimonio — dijo señalando a cada uno de los presentes con el abanico; por mi parte, llevé una de mis manos al collar que llevaba en mi cuello.
— Erandi... El collar no me lo dio él — la mujer me miró confundida — Me lo dio una mujer como regaló.
— ¿Y quién nos asegura que aquella mujer no tenía la intención de unirla con aquel joven? — posó sus manos sobre su cintura mientras me regalaba una sonrisa de picardía.
Ahora parecía que todo tomaba sentido con tales palabras. Tal vez Erandi tenía razón y el collar que María me había dado no era un simple regalo, sino, que podría ser un incentivo para que Namor me buscará.
Me encontraba tan confundida por lo que me habían dicho, que me perdí tanto en mis pensamientos sin percatarme que todo el consejo discutía frente a mí y yo no podía salir del trance en el que me encontraba.
Tal vez el consejo tenía razón; unirme a Namor y crear una alianza para unificar a nuestros pueblos y ser más poderosos, pero también estaba Shuri y Wakanda, otro país potencialmente poderoso y que no podía darme el lujo de evitar una alianza con ellos. Debía pensar correctamente en que hacer y evitar principalmente que Shuri se altere con que quiera crear una alianza con ella; podría llegar a imaginarse que Namor me amenazó o algo por el estilo y así tenga una excusa para volver a atacar a Talokan.
Deberé jugar bien mis cartas y saber como acercarme a ambos gobernantes para poder unificar a los tres pueblos y así apoyarnos para evitar cualquier tipo de invasión de los colonizadores.
Ahora me preguntaba quién era más oportuno de visitar primero para poder convencerlo de crear una triple alianza y así beneficiar a nuestros pueblos.
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