🎇Capítulo 21🎇
El detective Park no era un chef, eso era seguro, y aunque su más reciente platillo le valió un par de cortes y quemaduras en las manos, se sintió muy satisfecho por la obra que se alzaba frente a sus ojos.
Descansando en el interior de un bowl se hallaba la pequeña arma de destrucción masiva a la que cariñosamente llamó "caldo de pollo a la Jimin". Una obra maestra de dudoso color y desconfiada apariencia.
Todo en ella apuntaba a que parecía haber salido de la cloaca, con ese inmundo color a agua sucia y pedazos no identificados de vegetales y pollo flotando a su libre albedrío, cualquiera con un poco de criterio y sentido común estaría seguro de eso. Pero él está feliz, y eso era lo único que importaba en realidad.
Con mucho cuidado de no tumbar nada, se encaminó con bandeja en mano hasta el cuarto donde Yoongi seguía durmiendo, le daba pena tener que sacarlo de su mundo feliz, pero debía comer algo si no quería morir de inanición.
Bien, quizás estaba exagerando un poco (mucho), pero no era saludable bajo ningún aspecto mantenerse con el estómago vacío por tiempo prolongado.
Depositando la bandeja sobre la mesa de noche, Jimin se sentó al borde de la cama, justo en el hueco que la figura de Yoongi dejaba al estar acostado en posición fetal. Su mano se estiró hasta el borde de las mantas para ir jalándolas lentamente.
No obstante, los reflejos de gato de Yoongi actuaron antes de que Jimin pudiese llegar a destapar su rostro, su pálida y venosa mano atrapó abruptamente su muñeca.
—Shhh, tranquilo, soy yo. —dijo con voz suave, ejerciendo presión sobre la mano ajena para poder soltarse.
Los ojos tímidos y llorosos de Yoongi aparecieron de detrás de la manta para asegurarse de que en efecto se trataba de su compañero, y luego de un exhaustivo intercambio de silenciosas y firmes miradas, finalmente cedió su agarre hasta volverlo inexistente. Jimin se contuvo de suspirar ante lo derrotado que su compañero se veía.
—Te hice algo para comer, no es algo gourmet y ni siquiera estoy seguro que sea apto para consumo humano, pero que sepas, incluso en tu lecho de muerte por intoxicación, que puse todo de mi en esto. —dijo con un poco de humor en su tono de voz.
Yoongi quiso decirle que no tenía hambre, que su estómago estaba tan retorcido como un trapo que quizá comer no sería una buena idea, pero, al contemplar las heridas de guerra en las pequeñas manos de Jimin, no tuvo el corazón para negarse.
Sin mediar palabra se incorporó hasta quedar sentado contra el respaldo de su cama. Jimin aprovechó su nueva postura para dejar la bandeja sobre su regazo y dejar que juzgara por sí mismo su sabor, o lo que fuera que debía juzgar.
Los apagados ojos de su compañero escrutaron con intensidad el platillo que se le fue ofrecido, y Jimin no sabía si su gesto fruncido es porque no se atrevía a probarlo o porque el apetito que pudo haber tenido hubiese decidido dejar el barco. La verdad, y con la mano en el corazón, era que Yoongi no pensaba en nada sobre el plato, más bien eran las intenciones detrás de él lo que hacía trabajar su cabeza.
Intentaba entender cómo es que Jimin podía mantener la calma de tal manera que podía bromear con algo tan tonto como la comida, mientras que él, en cambio, era un manojo de nervios y frustración que sentía tan injusto lo que estaba pasando, tan grande era su pesar que le dieron ganas de llorar otra vez.
Y a eso, tenía que sumarle la culpa de dejar a Jimin cargar con todo. Hoseok era parte de su familia, y no dudaba ni por un instante en que para él también estaba siendo una completa mierda. Pero, a diferencia suya, no reprochaba ni lloraba por tales injusticias, sólo se quedaba allí, siendo fuerte por ambos y eso, lo destruía un poquito más.
Al ver que el silencio se prolongó más y más con el correr de los minutos, Jimin pensó que era mejor dejar a Yoongi seguir descansado, la comida podía esperar otro par de horas. Y así, con esa decisión en mente, intentó tomar la bandeja, siendo detenido por Yoongi que la cazó al vuelo.
—¿Qué haces? —preguntó frunciéndole la cara.
—¿No quieres que lo quite para seguir descansando? No pareces tener hambre, y no pretendo que te esfuerces.
La suavidad y la comprensión con la cual Jimin se dirigió a él provocó un sutil estremecimiento en su cuerpo, no de manera negativa por supuesto, sino más bien acogedora y cálida. Negó con la cabeza y se dispuso a comer, no le importó para nada si no tenía sabor o si el pollo estaba crudo por dentro, y los vegetales pasados, él se llevó cucharada tras cucharada a la boca hasta acabarse el plato entero.
Jimin no pudo evitar quedársele viendo expectante, a la espera de algún efecto colateral de la ingesta de esa sopa.
—No me voy a morir si eso es lo que estás pensando —Yoongi viró sus ojos ante la exageración de su compañero—, además —prosiguió—, no estaba tan mal. Quizá y hasta obtenga algún poder radiactivo y me convierta en algún superhéroe como Hulk.
—Ojalá que sean dos cabezas y cuatro brazos —contestó Jimin más relajado.
Que su compañero estuviese bromeando otra vez era una muy buena señal.
—¿Y para qué quieres tú que tenga dos cabezas? —La pregunta estaba hecha para ser de doble sentido, y Jimin fue muy consciente de eso, razón por la que se dobló a la mitad muerto de risa.
—No lo sé, pero puedo ponerme muy creativo cuando quiero. —argumentó con suspicacia. Yoongi sabía jugar el juego y Jimin seguirlo, no era para nada inhibido en esos temas, creía ya haberlo dejado en claro cuando hablaron de los roles de sum y dom tiempo atrás.
El teléfono sonaba constante sobre el suelo de madera, el nombre de su madre titilaba al ritmo del sonido personalizado que había colocado de manera preventiva cuando se marchó de su hogar. No tenía planeado contestar por error a sus llamadas y lo más inteligente que se le había ocurrido era haber cambiado los tonos de sus padres.
Hoseok no se sentía bien anímicamente, en busca de algo que hacer en la ausencia de Jimin, había bajado a la biblioteca en busca de algo que lo distrajera. No sabiendo que ir hasta ahí, iba a ser una mala idea hasta que se topó con los libros que su primo estuvo leyendo.
Dejándolo en un prolongado estado de shock, entendió repentinamente la urgencia de Yoongi de querer irse de allí.
—¿Qué has hecho? —preguntó afligido a la persona que seguía intentando comunicarse con él.
Después de días de confusión y lagunas mentales, las cosas por primera vez estaban siendo claras para él. Y lo peor de todo, es que no le cabía dudas sobre quien era responsable de que él, actualmente, estuviese en sus dos piernas.
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