Capítulo 15🎇

El telón se cerró, y el actor principal de la obra se bajó del escenario.
Sus ojos estaban abiertos de par en par, el sudor frío recorría su cuerpo y el palpitar desbocado de su corazón anunciaba que acaba de despertar de una pesadilla. Tembloroso como una hoja en medio de un huracán se deslizó fuera de su cama ¿qué fue lo terriblemente aterrador como para dejarlo en ese estado? Echó un vistazo a través de las persianas de su habitación, el cielo tenía una combinación de azules, morados, naranjas y amarillo, colores que anunciaban que pronto iba a amanecer.

Tomó la toalla que había dejado colgada en la silla junto al escritorio la noche anterior, quizás un baño de agua caliente lo ayudaría a relajarse. Todavía era muy temprano, así que dudaba seriamente que su primo o el detective Min estuviesen despiertos.

El silencio lo recibió cuando llegó al desolado pasillo de la casa, ni la doncella ni los demás espíritus que residían allí se encontraban merodeando como usualmente lo hacían. Inhaló y exhaló lentamente, y prosiguió su camino hasta el baño común. Este era de tamaño mediano con el suelo decorado con baldosas verde turquesa y la pared unos tonos más claros que la losa.
También contaba con un espejo grande con un marco de madera tallada colgando de una de las paredes, un estante de madera igualmente tallado que contenía un botiquín y los artículos personales de los tres hombres que ahora habitaban la casa y el sencillo lavamanos de porcelana blanca con un gabinete inferior también hecho de madera.

Luego estaba el escusado y más allá, pegada contra la pared contraria se encontraba la ducha siendo protegida por dos cristales, lo cual agradecía bastante ya que en su casa solo tenía aquella molesta tela floreada que se le pegaba a la piel como lapa, era horrible sentirla fría contra su piel, había insistido varias veces a su madre en cambiarlas, pero ella siempre tenía una rotunda negativa para darle.

Él se tomó un buen tiempo ahí dentro, el agua caliente recorría los tensos músculos de sus hombros aliviándolo de su dolor, la amarga sensación que estuvo instalada en su pecho desde que despertó todavía no se había ido, pero a comparación de los minutos anteriores, se sentía un poco mejor.

Cerró la llave, salió de la ducha y se secó, agradecía ser tolerante al fresco de la mañana porque tontamente había olvidado llevar su ropa. Con un bufido desganado se envolvió la toalla por la cintura y se marchó a su habitación. Tomó unos bóxer limpios del cajón y tomó de su armario un pantalón suelto verde caqui y una camiseta de mangas largas color beige.

Su mañana había empezado oficialmente. Salió de su habitación con camino a la cocina donde cargó agua en la vieja tetera de metal y sacó una de las tazas y un saquito del estante, partió una rodaja de un limón que encontró por ahí y partió tres láminas pequeñas del jengibre que estaba dentro del refrigerador.

Cuando terminó de poner los tres ingredientes juntos, detuvo toda acción y dejó su mirada fija en la taza, él no bebía té con alguna otra cosa que no fuese azúcar y leche, el limón le desagradaba caliente y el jengibre le parecía una especia picante al paladar, algo no apto para él, siempre había sido así, entonces ¿por qué?

¿Qué clase de mezcla es esa? ¿No puedes tomar un té como las personas normales?

Esa voz... ¿quién era? No fue capaz de distinguirla por estar distorsionada. ¿Por qué parecía ser un deja vú? De pronto su cabeza le dolió, obligándole a cerrar sus ojos, con sus manos atrapó los costados de su cráneo como si este fuese a salirse de su cuello a causa del dolor. Su pecho se tensó y el aire abandonó sus pulmones, su cuerpo se deslizó hasta caer sentado contra la cocina, el dolor persistió y un grito salió de su garganta.

Pasos apresurados se acercaron hasta la cocina, deteniéndose abruptamente al encontrar a Hoseok gruñendo y gritando en el suelo.

—¡Hobi hyung! —exclama Jimin corriendo hasta él para socorrerlo—. Hyung, hyung soy yo, Hoseok abre los ojos —exigió tomándolo por sus brazos—, estoy aquí, estoy aquí, sea lo que sea ya pasó—dijo intentando mantener la calma al ver que no iba a solucionar nada con sus demandas. Era cuestión de tiempo que Hoseok saliera de su crisis y volviera a la realidad.

Yoongi suspiró aliviado de saber que Jimin estaba ahí para tener la situación bajo control, se había asustado como el infierno cuando escuchó los gritos de Hoseok, al principio creyó que había sido un ladrón que estúpidamente había irrumpido en una casa plagada de fantasmas, y si bien Hoseok en medio de un ataque de pánico no era una situación mejor, algo era algo.

La tetera chilló furiosa sobresaltando a los detectives.

—¿Puedes apagarla? —Pidió Jimin que todavía permanecía junto a su primo.

Yoongi asintió y tras apagar el fuego terminó de preparar el té de Hoseok, quizás eso sirviera para tranquilizarlo. Y fue cuando vertió el agua en la taza que algo captó su atención. En el fondo de la taza descansaba la rodaja de limón y el jengibre. Su corazón se detuvo lo que fue un instante, como toda acción que estuvo a punto de realizar.

—¿Yoongi? —llamó Jimin al verlo congelado en su lugar—. ¿Pasa algo?

—No...no es nada —contestó volviendo en sí.

Él se sintió un poco tonto al sentirse afectado por algo tan simple como un té con limón. Muchas personas preparaban sus infusiones de esa manera, no tenía nada de especial ni era nada exclusivo de...él. Terminó de verter el agua y con cuidado de no quemar a nadie se acercó a su compañero.

—¿Limón y jengibre? —preguntó Jimin cuando el fuerte aroma del cítrico y del jengibre golpearon su nariz.

Con extrañeza observó a su primo, quien estaba todavía perdido en algún tipo de dolor, con su cuerpo tieso como un tablón de madera entre sus brazos. Hasta donde él sabía, Hoseok nunca había sido fan de las "cosas extrañas" en sus bebidas, por esa razón sentía raro que estuviera a punto de beber algo como eso.

Pasados unos minutos, Hoseok finalmente pudo volver a sus cinco sentidos, aflojando su cuerpo, perdido en su totalidad de lo que pasó con él.

—¿Jimin? ¿qué fue lo que pasó? —preguntó Hoseok al percatarse de las dos presencias que estaban junto a él.

—¿Qué es lo que recuerdas exactamente? —respondió Jimin con otra pregunta ayudándolo a ponerse de pie.

—Yo...recuerdo haber estado parado aquí esperando a que el agua hirviera...luego...luego la cabeza me dio vueltas y cuando me di cuenta ya estábamos aquí los tres —explicó aceptando su taza de té que Yoongi le extendió.

—¿No recuerdas el ataque que te dio? Estuviste gritando un buen rato y después fue como si te hubieses apagado.

Jimin estaba preocupado ¿Habría sido otra fuga por estrés? Su tía le había mencionado tiempo atrás que había momentos en donde Hoseok parecía sumergido en un ataque de pánico, el cual los médicos atribuyeron a que era una secuela postraumática de su largo periodo en coma. Nada que un poco de terapia no hubiese solucionado, pero Hoseok se había negado a ir, alegando que no era nada y que podía manejarlo.

Hoseok negó con la cabeza, no recordaba nada de lo que pudo haber sucedido en medio de su ataque, ni tampoco que pudo haberlo iniciado, todo estaba borroso y confuso en su cabeza.

—Sólo hay dos razones muy poderosas en este mundo para que estés quieto en un lugar y sin moverte; a) te has convertido en una planta y estás en medio de tu fotosíntesis o b) te quedaste pensando en lo que ocurrió con Hoseok. —Yoongi se acercó a su compañero que descansaba en el jardín trasero luego de asegurarse de que su primo estaría bien.

Todavía en pijama y milagrosamente sin su gorrito, Jimin estaba tirado en el pasto de cara al sol. Verlo con esas fachas era como apreciar a un caballero sin su armadura dorada.

—Hay veces en las que deseo ser una planta en mi siguiente vida —murmuró con voz laxa y sus ojos cerrados, disfrutando la cálida caricia de los rayos del sol sobre su piel—, pero luego pienso en la cantidad de veces que los perros podrían orinarme encima y se me pasa. No quiero ser una planta llena de pipí de perro.

Yoongi se permitió tirarse a su lado con una sonrisa plasmada en su rostro, pocas veces, por no decir ninguna, podían estar así de tranquilos por la mañana. Tirados contra el fresco césped, recibiendo vitamina D por parte del sol, sin Choi Minki merodeando a su alrededor cual mosquito una noche de verano, sí, un momento como ese era como haber ganado el premio mayor de la lotería.

—Estuve pensando —hablo de nueva cuenta Jimin—, no creo que los ataques de pánico de Hobi hyung tengan algo que ver con el estrés postraumático del coma. La mente, los recuerdos que hay en nuestras cabezas, son algo tan grande y profundo como los océanos, nunca sabremos adónde terminan o que tan infinitos pueden ser. La amnesia temporal o permanente de recuerdos luego de un suceso traumático, son un mecanismo de defensa del cuerpo y se da de manera involuntaria. Quizás estas pequeñas fugas son el indicador de que es momento de que recuerde lo que tiene escondido.

—¿Tú qué crees que pueda ser?

—Ni idea, pero la mejor pista que tenemos por el momento es su taza de té.

Yoongi lo miró confundido ¿qué había motivado a su compañero a pensar que una simple taza de té tendría relación alguna con Hoseok o con lo que sea que estaban investigando?

Por su parte, en lugar de brindarle una respuesta inmediata explicando las razones de sus pensamientos, Jimin formó una sonrisa al sentir la mirada ajena sobre él. Le gustaba mantener el suspenso de la situación.

—Hoseok hyung no bebe su té con limón o cosas como el jengibre, cosas como esas son algo que han estado fuera de su liga desde siempre —explicó el detective Park sentándose y adquiriendo un tono más serio—. De hecho, no es algo que haría sin saber que lo está haciendo realmente, entonces, me pregunto si ese té está relacionado directamente con la crisis que le dio.

—¿Y si sólo es una coincidencia? Puede que en algún momento lo intentó y ahora le gusta. —Se aventuró a sugerir Yoongi con inseguridad.

Yoongi quería ser lógico con sus teorías, él deseaba aferrarse a cualquier explicación posible sobre el tema, ser lógico era creer en la posibilidad de las coincidencias, no obstante, pero había una verdad cruda y dura que no podía ignorar. Cuando se trataba de ellos y en lo que ahora sabía, las coincidencias, habían dejado de existir.

—Además, otro indicador de que puede que tenga razón eres tú. La forma en que te quedaste viendo la taza, fue porque viste algo familiar en ella ¿o me equivoco? 

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