Capítulo 1🎇
¡Finalmente el capítulo uno! Espero que les guste, no olviden de darle mucho amor! ❤
El sol apenas estaba asomándose entre las pesadas cortinas azules del dormitorio, indicando el inicio de un nuevo día cuando "YMCA" interpretada por los Minions resonó en la oscuridad de la habitación del departamento 903, interrumpiendo la delicada calma que allí reinaba.
Un cuerpo de estatura respetable cayó estrepitosamente al suelo en un mar de mantas y extremidades enredadas entre sí. Una cabellera alborotada hizo acto de aparición, y Dios perdonase a las aves si la confundían con un nido.
Una expresión de ultra tumba se formó en el pálido rostro al ser completamente consciente que la "interesante" alarma, venía acompañada de un mensaje.
"¡Buenos días bello durmiente, es hora de sacar tu flojo trasero de la cama!" Rezaba el texto, y eso fue suficiente y de sobra para saber quién había sido la mente maestra detrás del cambio de alarma de su teléfono, la verdadera incógnita era ¿Cómo demonios había caído en las peligrosas manos de su compañero?
Con la punta de su lengua golpeando el interior de su mejilla, en lugar de responder el mensaje, procedió a llamarlo.
—Sólo una pregunta ¿por qué? —Atinó a decir sin saludar siquiera. Park Jimin no era merecedor de sus buenas mañanas.
—Si te refieres a mi cuenta en Tinder, me interesa mucho el tipo de personas que puedes encontrar allí, como Chung Song, tiene más o menos mi edad y es apicultor nudista ¿puedes creerlo?
Si te refieres a mí, en medio de una larga fila en mi confitería favorita a estas horas de la mañana, es porque me gusta mimar a mi compañero. Pensé en comprarte una deliciosa taza de café y un par de rollos de canela con glaseado...No, espera, esos son para mí. —Se Corrigió a sí mismo soltando una pequeña risa risueña—. Bueno quizá pueda invitarte aunque sea solo uno.
Pero, si en lugar de todo eso te estás refiriendo al porqué de tu nuevo tono de alarma, es porque sabía que te acordarías de mí y me llamarías. Me gusta escuchar tu voz cuando te despiertas, siento que comienzo a tener un fetiche con eso.
Y ahí estaba Park Jimin siendo Park Jimin a las 7:30 de la mañana, tan encantadoramente parlanchín y raro que le daban ganas de cortar la llamada y seguir durmiendo.
—Que sean dos rollos de canela o esta relación se termina. —Amenazó con un tono que distaba mucho de ser serio.
Al diablo todo, que Jimin hiciera el tonto con él a cualquier hora y como quisiera, le gustaba y le hacía comenzar su día con mejor humor.
—¡Hecho! Nos vemos luego, ya me toca. —Y sin pena ni gloria Jimin colgó, dejando a un Yoongi desolado del otro lado de la línea.
Segundos después, el detective Min se encontró haciendo un berrinche, el parloteo sin sentido de Jimin lo había dejado tan tonto que había olvidado la razón por la que lo había llamado en primer lugar, ahora saber como él se había hecho con su teléfono sin que él se diera cuenta sería algo que su compañero posiblemente se llevaría a la tumba.
Han pasado exactamente treinta días del caso de Lee SoRa, treinta días en donde Jimin dedicó su tiempo libre en preparar a Yoongi para lo que pudiese venir más adelante, ya que ahora no era más un simple detective, ahora era alguien que podía ver el delgado velo entre la vida y la muerte, una habilidad que contra todo pronóstico ha podido sobrevivir a los tiempos modernos. En esos treinta días, Yoongi aprendió desde el armado de los pergaminos hasta complejos rituales de todo tipo, y Jimin estaba malditamente orgulloso de él.
Claro que, dentro de todo lo bueno siempre estaba esa pequeña rajadura que no podía ser cubierta tan fácilmente. Luego de lo mencionado por la abuela Park, Yoongi sintió que estaba siendo parte de algo y no se estaba enterando de qué exactamente. Sin embargo, no importó cuánto él y Jimin insistieron, la abuela y Hoseok dejaron la casa a la mañana siguiente sin dejar rastro ni respuesta alguna.
Y si eso no fuera todo, Jimin le había mencionado que no era capaz de contactar con Hoseok, intuyendo rápidamente que la abuela podría estar interviniendo
¿por qué? No lo sabían ¿Qué era aquello que no quería revelar? Ojalá pudieran descubrirlo en algún momento. No obstante, y luego de entender que ninguno de los dos quería ser contactado, fue el mismo Yoongi quien le pidió a Jimin que dejaran el asunto de lado por el momento, el mundo seguía girando y las horas seguían pasando, no podían hacerlo una obsesión mientras había gente allá afuera esperando por su ayuda. No era lo que deseaban, pero era lo mejor que podían hacer hasta encontrar alguna solución.
Así que, por mutuo acuerdo, decidieron tomar las cosas con más calma, aún si sabían que aquella paz no sería eterna. Tarde o temprano se desmoronaría y debían estar preparados para cuando eso ocurriera.
Sí...todo sin presión, ironizó Yoongi en su fuero interno poniéndose de pie listo para comenzar su día.
Tomó una ducha, y luego, como el despreocupado que era, tomó lo que su mano llegó a atrapar en medio de su caótico armario, en este caso; un pantalón de jean azul, una camiseta mangas corta blanca y su vieja campera de cuero.
Se miró al espejo y se dio el lujo de regodearse en su pequeña vanidad. En realidad, Yoongi era el tipo de persona que podía llegar a sonrojarse fácilmente por algún cumplido con respecto a su físico, ya que eso formaba parte de esa parte de su personalidad que era algo tímida y reservada, pero era una realidad que también podía ser una criatura de naturaleza juguetona, por lo que no tenía reparo en fanfarronear sobre su belleza con quien creyera de su total confianza.
Y tras haber terminado ese breve análisis sobre si mismo, tomó las llaves que siempre dejaba en un cuenco de cerámica junto a la entrada, su teléfono y salió del confort de su hogar para dirigirse a su trabajo.
Ya acomodado en el asiento del conductor de su bee, el amago de una sonrisa asomó en las comisuras de sus labios cuando la imagen de su intrépido compañero con gorro de conejo apareció en su mente, era curioso para él ver cómo su relación con Jimin había evolucionado tanto en tan poco tiempo cuando normalmente le costaba mucho acercarse a los demás a ese nivel.
Algo que en realidad no le molestaba siendo honesto, él prefería tener pocos amigos a personas que estuvieran con el por algún tipo de beneficio, y es ese tipo de pensamiento lo que lo llevó a pasearse por un seven-eleven y comprar las botanas que sabe, son las favoritas de Jimin, una pequeña muestra de su afecto hacia él y quizás, también una forma de agradecimiento.
Adelante, júzguenlo por ser un sensible.
—Entonces, YMCA. —Fue lo primero que salió disparado de la boca de Yoongi una vez ingresó a su oficina.
Jimin ya estaba ahí, jugando al gálaga desde la comodidad del suelo mientras que tenía sus piernas apoyadas en el sillón. Una imagen a la que se acostumbró con increíble facilidad.
—¿Puedo preguntar cómo fue que conseguiste la contraseña de mi teléfono? —preguntó en tono curioso en lo que tomaba asiento junto a las inquietas piernas de su compañero.
Jimin movió la paleta que tenía en su boca hacia su costado derecho y luego de pasar el último nivel en absoluto silencio, se dignó a responder.
—Tengo varias teorías al respecto, pero la más acertada es sobre un registro de reconocimiento y asociación. Tu contraseña son los dígitos de tu cumpleaños, que curiosamente también forman parte de los números de tu apartamento, así que desde ahí todo es pan comido. O te gusta la fecha de tu cumpleaños o es más fácil para ti recordar una serie de números que se repiten constantemente gracias a una ayuda visual.
Yoongi quedó fascinado, Jimin parecía ser un tipo despreocupado y desinteresado a simple vista, pero en realidad tenía una gran atención al detalle.
—Te besaría el cerebro, pero creo que hay políticas sobre no abrir la cabeza de tu compañero para hacer ese tipo de cosas bizarras en algún lado.
La mirada de Yoongi recayó con un café humeante y una cajita color gris con tres rollos de canela glaseada en su interior.
—Pfff, al demonio con las leyes, quiero mi beso en el cerebro, me lo merezco. —Alegó Jimin quitándose su gorro de conejo, dejando a su reluciente cabellera azul expuesta en todo su esplendor.
Esa cabellera que Yoongi solo podía apreciar cuando Jimin dormía, porque luego se la cubría con su gorro apenas abría los ojos y no se lo quitaba hasta que tocaba la hora de dormir nuevamente. No es como si él se la pasase observándolo la mayor parte del tiempo, en absoluto. Solo era su pequeño fetiche de cabello azul haciendo un berrinche.
—Creo que ya habíamos dejado en claro que en las horas laborales no. —bromeó Yoongi dándole un sorbo a su café.
—Le quitas lo divertido a la vida, eres tan aburrido. —Se quejó en respuesta Jimin alargando ese tan.
Yoongi, atrapó su cabeza por sus suaves y pecosas mejillas y le dio un rápido y ruidoso beso en su frente, y eso debió ser suficiente para Jimin porque le sonrió de oreja a oreja antes de tomar asiento en su lugar.
—¿Tenemos algo para hoy? —cuestionó Min sentándose frente a él.
—Por el momento nadie parece necesitarnos en ningún lado, excepto Minki él todavía te necesita en su cama. —Una mueca traviesa cruzó por las facciones de Jimin tras su escandaloso comentario.
Yoongi puso sus ojos en blanco, otra cosa que había pasado en esos últimos treinta días fue que, al parecer, Minki había recargado todas sus energías, dispuesto a conquistarlo a como diera lugar. Y, ciertamente sería algo tierno de apreciar si el sargento Choi no fuese tan...
—¿Cómo era que dijiste?
—¿Intimidante como una hiena psicótica?
—Sí, era algo como eso —suspiró Yoongi con derrota.
Jimin se quedó en silencio compadeciendo a su compañero, jamás había visto el modo cazador de hombres de Minki en acción y particularmente pensaba que, para las víctimas, sus métodos de acercamiento eran algo traumatizantes, pero, como no era él el objeto de su lujuria desmedida, Jimin también se encontraba sintiéndose culpable por sentir aquellos momentos lo suficientemente divertidos como para entretenerlo por un rato. Yoongi lo miró por entre sus espesas pestañas negras y dijo;
—Así que Tinder ¿hallaste algo que te haya llamado la atención además de ese apicultor nudista?
Jimin bufó en lo que abría una lata de refresco de uva y un paquete de botanas con formas de panda.
—Nada que pudiera valer más que dos glúteos embadurnados de miel y cubiertos de abejas. Solo algunas proposiciones indecorosas y muchas fotos de...ya sabes...dudo que alguien recibiera tantos hongos como yo en menos de dos horas, podría decirse que estuve a punto de tener una maestría en herbolaria especializada en el reino Fungi.
Yoongi se vio en la obligación de escupir su café, riendo y tosiendo a partes iguales. Definitivamente su compañero era todo un caso.
—Ay Jiminnie, te quiero tanto. — jadeó enjuagándose las lágrimas que se abarrotaron en sus ojos.
Jimin sonrío de costado y respondió;
—¿Por qué no lo harías? —Cuestionó dándole una mordida final a su botana.
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