Venganza


Escuchó las alarmas sonar y vio como luces de color rojo empezaban a encenderse por todo el pasillo y a brillar con gran intensidad –Rayos... Me descubrieron– dijo al escuchar por los altoparlantes sobre los intrusos. Rouge alzó vuelo y empezó por buscar una salida. Cruzó por varios pasillos y en uno de ellos chocó contra alguien que iba, al igual que ella, con gran prisa por salir de ahí. Cayó al suelo algo adolorida, había sido un fuerte impacto por la velocidad que ambos traían.

–¡Quítate de mi camino!– escuchó gritar.

–¡Tú fuis-... ¿Dalia?– dijo Rouge al reconocer a la gata en el suelo –Por fin te encuentro, he estado vagando aquí hace bastante tiempo en busca tuya.

–Vaya, la chica murciélago hace su aparición– dijo con diversión –Si no te conociera pensaría que te importo.

–Me alegro que me conozcas.

Ambas sonrieron. Después de todo ningún ladrón de tesoros podría importarle alguien que no fuese el mismo, o al menos eso intentaban aparentar sin importar qué.

–Me sorprende de ti Rouge, activando alarmas; pareces una principiante.

–No vegas a echarme la culpa querida, pues si no mal recuerdo tú parecías estar buscando una salida también.

¡Alerta, intrusos en el sector 5!, ¡Alerta!– sonó por todos los pasillos.

–¿Sector 5?– dijeron ambas al unísono.

Dalia vio hacia los lados y pegado a una de las paredes vio un cartel que tenía un pequeño mapa del nivel y tenía por título 'Sector 2' dándose cuenta que ni ella ni Rouge habían sido las causantes de aquella alarma.

–Estos es el sector dos... parece que no arruinaste nada– habló con una sonrisa la gata gris.

–Vamos, tenemos que salir de aquí– ordenó Rouge alzando vuelo nuevamente.

Con ayuda de ese mapa lograron encontrar la salida sin problemas. Una vez llegaron al primer nivel encontraron el lugar hecho pedazos. Escombros de tabla yeso, concreto, vidrio y demás yacía esparcido por todo el suelo. Las luces del techo titilaban intermitentemente pues una o más balas perdidas habían impactado con el sistema eléctrico.

–¿Qué rayos pasó aquí?– se cuestionó la gata gris al ver los restos de computadoras por el suelo, al igual que los agujeros de balas por doquier. Habían varios hombres en el suelo, algunos eran sólo cuerpos sin vida, otros parecían sólo estar inconscientes.

–¿Qué es todo esto?– preguntó Rouge viendo hacia los lados. Empezaron a caminar en aquellos escombros y entonces escucharon a alguien sollozar, era una eriza rosa y parecía abrazar algo con fuerza.

–¿Amy?– cuestionó Dalia al reconocerla. –¿Qué tienes ahí?

–Él tenía razón­– murmuró abrazándolo con fuerza.

Conforme se acercaron pudieron distinguir mejor qué era lo que ella sostenía con fuerza. Dalia se quedó asombrada al ver al equidna rojo en sus brazos. Se acercó corriendo a ella dándole una vista rápida al oficial caído cuando algo llamó su atención, un agujero de bala en su cabeza había terminado con su vida. –Falleció– musitó la gata gris al ver la sangre que corría por cada púa del equidad. Amy lo abrazó con más fuerza, llorando sin control sobre el cadáver de su amigo y pareja.

Rouge vio a la eriza en la distancia y luego lo distinguió a él. –Knuckles– llamó con un nudo en su garganta. La eriza rosa calmó su llanto al escuchar el susurro de su voz en el aire. Amy la vio de reojo notando aquella mirada que poco a poco se apagaba; fija en el equidna sin vida entre sus manos. Rouge cayó de rodillas al suelo, sin importarle el dolor de los pedazos de vidrio incrustarse en ese momento en sus rodillas por el impacto. Una lágrima fugitiva rodó por su mejilla y no dijo nada más

–Rouge... Lo siento– susurró Amy sin poder verla ni un minuto más, a lo cual ella no respondió. Las lágrimas empezaron a bañar sus mejillas sucias, sin expresar nada en aquel rostro perfectamente maquillado.

–Será mejor llamar a Tails– indicó Dalia sin con su mirada fija en el suelo a sus pies. Ocultando aquellos sentimientos que gritaban por salir.

–...Sí– asintió Amy viendo a su amigo en sus brazos.

Dalia sacó aquel teléfono de su bolsillo marcando el número de Tails.

¿Dalia?

–Tails... algo pasó– dijo casi inaudible.

Amy seguía sujetando a Knuckles, no podía soltarlo, no quería hacerlo, pero algo la obligó a hacerlo; vio de nuevo a aquella murciélaga que tenía la mirada perdida en el suelo, no parecía procesar todo lo que acaba de pasar en ese momento. Amy dejó suavemente a su amigo en el suelo y caminó hacia donde se encontraba Rouge.

–Rouge... vamos– dijo estirando una mano. –Debemos de enterrarlo y darle una sepultura digna.

–No– respondió la murciélaga apretando sus puños con fuerza.

–¿Qué?, ¿Por qué no?– cuestionó sorprendida.

–¡Porque jamás iré al velorio de alguien que muere tan patéticamente!– gritó con fuerza.

–Rouge...

–¡Él sólo fue un tonto cabeza de nudillo!– gritó mientras las lágrimas brotaban de sus ojos –No merece que yo esté allí...

Rouge estiró sus alas y alzó vuelo saliendo de ahí sin decir nada más, dejando aquel edifico atrás.

Voló a toda prisa, mientras las lágrimas que brotaban de sus ojos le impedían ver claramente el camino. Cerró sus ojos y en ese momento recordó como es que ellos dos se habían conocido.

Inicio del Flash Back

Otro trabajo bien hecho, o al menos eso era lo que pensaba ella, ya que como siempre había podido escabullirse de la seguridad de aquel museo que poseía una gema invalorable. Eggman la había llamado para conseguir aquella gema, él la llamaba Esmeralda Caos, a ella no le importaba el nombre, sólo que era muy valiosa.

Rouge ¿Tienes la esmeralda?– escuchó decir de su comunicador

–Sí, llegaré pronto– respondió ella

No la pierdas por nada-–dijo él por último.

–No se preocupe, la gema está segura.

Siguió con su vuelo y conforme avanzaba por los aires sintió un gran ardor en una de sus alas, algo que la obligó a bajar a uno de los techos cercanos; terminó en la azotea de un edificio abandonado que por las máquinas a los alrededores, parecían que iban a demoler muy pronto.

–¡Te tengo!– escuchó un grito a sus espaldas, un equidna de color rojo la apuntaba con un arma, el responsable de la herida de su ala.

–Bien, bien, bien, mira lo que trajo el gato. Asumo que eres un policía o algo así– dijo sin interés.

–Así es, Policía de Station Square, quedas arrestada por el hurto del museo nacional.

–Eres demasiado serio, tómalo más bien como un préstamo.

–¿Un préstamo?

–Sí, un préstamo que no pienso devolver– dijo atacándolo con una patada voladora, provocando que él arma que él llevaba se perdiera.

–¿Crees que en serio necesito eso para vencerte?– preguntó con una sonrisa.

–Enséñame que tienes– retó ella.

Empezó la pelea, pero debido a la herida de bala que su ala tenía, eso le daba una sería desventaja contra su oponente, quien no dudaba en darle un golpe certero cuando tenía la oportunidad, lastimándola gravemente. En un punto de la pelea ella no pudo levantarse, después de recibir dos puñetazos del equidna, resumiendo al ganador.

–Así tratas a las damas– dijo poniendo sus manos sobre su abdomen.

–Yo no veo a ninguna dama– dijo acercándose con un par de esposas –Quedas arrestada bajo...– Un golpe en el estomago que lo lanzó al borde del edificio hizo que callara.

–Yo te enseñaré a respetar un poco– dijo Rouge poniéndose ella de pie con algo de dificultad, pero antes de cualquier pudiera seguir con aquella pelea un temblor los hizo quedarse inmóviles. –¿Qué demonios...–murmuró Rouge desconcertada, hasta que vio que la obra de demolición había empezado. Su ala no estaba en condiciones para volar, pero sí para al menos saltar a otro tejado sin problemas o un vuelo corto. –Bien, ha sido un placer pero tengo una cita con alguien más– dijo ella alzando vuelo dejando el suelo inestable.

El edificio empezó a derrumbarse de diferentes partes, y un grito proveniente de aquel lugar hizo que las máquinas se detuvieran; los constructores vieron a un equidna intentando sujetarse con fuerza de una de las áreas derrumbadas. Aquel equidna rojo había logrado sujetarse de un hierro de aquel edificio, ya que por estar al borde de la azotea había sido arrastrado con los pedazos de concreto que habían empezado a ceder debido a las máquinas demoledoras. Knuckles intentaba subir con todas sus fuerzas, pero le era imposible; al tocar cualquier parte de concreto ésta se desmoronaba, hasta que por fin el hierro de donde se sujetaba cedió. Cayó del último nivel de aquel edificio al vacío.

Knuckles vio el suelo concurrido y cerró sus ojos esperando el impacto cuando sintió algo sostenerlo por los brazos –Te tengo– escuchó decir. Elevó la mirada y la vio a ella volando con cierta dificultad a un techo cercano para poner a ambos a salvo.

Rouge intentaba disminuir la turbulencia del vuelo, pero le costaba mucho debido a su herida, debido a esto la esmeralda que yacía en su bolsillo cayó del mismo cayendo a las concurridas calles –¡No, mi esmeralda!– gritó al verla caer, pero si iba por ella, debía de soltar al equidna.

Knuckles vio aquella gema caer, subiendo la mirada al instante aterrado. Puedo observar una expresión molesta grabada en el rostro de la murciélago, pero en ningún momento titubeó en si soltarlo o ir por aquella gema, lo había escogido a él.

Llegaron a un techo cercano y por fin ella pudo descansar de aquel viaje agotador, soltándolo con cierta brusquedad.

–Pesas demasiado– dijo Rouge recuperando parte de el aire perdido –Sabes algo, eso de que los policías sólo comen donas es un cliché de los medios, no es necesario que lo imites– se burló ella.

–Tú... tú me salvaste– habló Rouge incrédulo.

–¿Salvarte?– replicó sorprendida –Hmph, claro que no, es que tú tenías algo que yo deseo quitarte y que ya lo hice.

–¿Quitarme? ¿Qué cosa?

–Tu orgullo de policía. ¿Qué puede ser más humillante que saber que una dama y por cierto excelente ladrona te salvará la vida?

–¡¿Qué fue lo que dijiste?!

–Bueno, lamento irme tan pronto, pero tengo que verme con alguien más– dijo estirando sus alas nuevamente – lamento decepcionarte, pero no eres el único en vida. Te veré luego– dijo alzando vuelo.

–¡Ven acá y repite eso!- gritó enfurecido el equidna.

Fin del Flash Back

Después de eso Eggman la echó del equipo por haber perdido aquella gema, pero a ella no le interesó mucho realmente. Luego de aquel día tuvieron varios encuentros más y conforme pasaba el tiempo desarrollaron una relación, muchas veces de odio y amor, pero tendían a llevarse bien al final del día, de una manera extraña y a veces algo retorcida.

Terminó por llegar al lugar donde se habían conocido, para ese entonces estaban construyendo un nuevo edificio, por ahora sólo tenía la infraestructura hecha sólo con vigas de acero. Aterrizó sobre aquella estructura y se sentó sobre una de aquellas vigas, sin poder evitar seguir derramando lágrimas.

–Al final de cuentas... terminaste siendo el único.

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–¿Hacia dónde?– preguntó la gata lila.

–Será mejor ir a la parte trasera, si los intrusos están en el sector 5 iremos al lado contrario– respondió el erizo plateado.

–Yo sólo te seguiré– dijo ella sin entender muy bien.

–Bien, deberé cargarte, porque ahora eres muy lento para caminar– citó el erizo plateado a su amigo mal herido.

–Es la primera vez que me dicen algo como eso.

Silver cargó a su amigo en su espalda y empezó a correr con la compañía de Blaze. Salieron por la parte trasera de aquel edificio sin ser vistos por nadie ni ver a nadie tampoco, algo que le pareció extraño a Silver, ya que la mayoría de los agentes de seguridad habían bajado para acabar con los intrusos. Una vez afuera necesitaban ir a un lugar en donde el erizo azul pudiera recuperarse.

–¿Adónde planeas llevarlo?, ¿A un hospital?– preguntó Blaze.

–No, ahí nos encontraron la última vez– interrumpió Sonic a baja voz.

–Entonces, ¿adónde podríamos...

–Tikal– indicó el erizo azul por lo bajo.

–¿Quién es Tikal?- preguntó Silver confundido.

–¿Recuerdas dónde me encontraste?

–...Sí– respondió desviando la mirada al recordar aquel suceso.

–Ve hacia allá.

Debieron correr hasta allá, ya que Silver no podía volar con Sonic y Blaze, era demasiado peso para él, a pesar de eso no les tomó mucho tiempo llegar, no estaba tan lejos de aquel lugar. Muy pronto llegaron al lugar donde él había encontrado al erizo azul, las marcas de la pelea aún estaban por todo el lugar, trayéndole malos recuerdos.

–Llegamos– musitó el erizo plateado.

–¿Qué demonios pasó aquí?– preguntó la gata al ver los enormes cráteres en el pavimento y edificios cercanos.

–Una pelea...– susurró Silver.

–Busca la casa con el número 067– habló Sonic sin energía.

Silver no tardó mucho en encontrar la cuadra que correspondía a la numeración sesenta, pero conforme caminaba el lugar se le hacía cada vez más conocido y un escalofrió recorrió su cuerpo.

–¿Pasa algo?– preguntó Blaze al ver aquella actitud extraña. –No, nada.

Siguió caminando hasta que por fin la vio, una casa de ladrillos de tres niveles, una casa que él conocía.

–¿Es este lugar?- preguntó Silver temiendo la respuesta.

–Sí, sólo...

–¡¿Estás seguro?!– preguntó exaltado el erizo plateado.

–Sí, es la casa de Tikal– contestó Sonic sin entender el porqué la pregunta.

–Sonic... tu amiga...– habló Silver con pesar desviando la mirada –Shadow, él...

Las pupilas de Sonic se dilataron al ver esa expresión en la cara de Silver, sabía lo que significaba. Se bajó de la espalda de su amigo y como pudo caminó a la entrada de aquella casa, en donde pudo observar a la distancia aquella típica cinta amarilla que muchas veces consideró banderas de triunfo de sus hazañas. Corrió torpemente al pórtico viendo como la cinta yacía pegada sobre la puerta y la leyenda: "Policía, no pasar" se marcaba por la misma.

–¡Demonios!– gritó con fuerza golpeando la puerta fuertemente; la única a la que él acudía en casos como esos había sido asesinada por Shadow. –Tikal... lo siento– musito el erizo azul con pesar.

Su mirada empezó por hacerse borrosa y por alguna razón había empezado a perder todo equilibrio, su cuerpo ya no resistía más. Sonic cayó al suelo inconsciente.

–¡Sonic!– gritó corriendo hacia donde estaba su amigo –Demonios... necesitas ver a un médico de inmediato.

–...Yo sé a donde podemos ir– dijo la gata lila.

–¿Adónde?

–Es un médico algo excéntrico, pero es el médico más confiado por mi familia.

–¿Dirá algo?

–No.

–Entonces iremos allá.

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Buscó por todo el lugar, pero tal y como se lo había dicho la gata gris que le había dado aquel CD, él ya no estaba. Toda su vida había confiado ciegamente él, toda su vida había pensado que él quería ayudarlo, ayudarlo para descubrir el responsable de la muerte de Maria, pero se había equivocado.

Inicio del Flash Back

Abrió el documento que estaba en el disco y empezó a leer la información en él.

He encontrado al último integrante de mi escuadrón de asesinos, es un erizo que tiene mucho parecido a Sonic the Hedgehog, pero no parecen tener relación alguna; su nombre: Shadow the Hedgehog. Es un ser frío y calculador, su velocidad y fuerza son descomunales y parece tener más habilidades, entre ellas el uso del Chaos Control; para este entonces llevó observándolo dos años y lograr convencerlo que se una a mi equipo será más difícil de lo que pensé.

-.-.-.-.-.-

Parece que el erizo Shadow se ha vuelto muy unido con una niña llamada Maria, está siempre donde ella se encuentra y tiene un sentido de protección hacia ella. El día de hoy logré observarlos y por las últimas observaciones que he hecho sobre él diría que esa niña será muy útil para mis planes.

-.-.-.-.-.-

El día de hoy la niña Maria ha salido a la gran ciudad a comprar un regalo para el erizo, tuve que usar a uno de mis robots guía para así acabar con su vida, a pesar de todo la niña no murió al instante, Shadow fue capaz de encontrar con vida, sin embargo, murió momentos después. Pasado mañana será su funeral en el cual me presentaré por primera vez, ofreciéndole un trato que no podrá ser capaz de rechazar.

Todo el tiempo que había estado con Eggman solamente había querido poder encontrar al asesino de Maria, sin saber que todo ese tiempo había trabajado bajo sus órdenes. Salió con una ira incontenible, quería encontrar a Eggman y despedazarlo en ese momento, pero en su lugar encontró a Silver y a la presa –Entrégame la llave; si no lo haces, te la quitaré a la fuerza–, al escuchar eso se la dio inmediatamente, no tenía intenciones de seguir ayudando a Eggman en ningún punto y de ninguna manera, ahora Eggman se las vería con él y mataría a cualquiera que se metiera en su camino.

Fin del Flash Back

Shadow corrió escaleras abajo y mientras lo hacía la alarma de intrusos empezó a sonar; parecía que habían invadido las instalaciones. Shadow no le tomó importancia y siguió con su camino, tenía que encontrar a Eggman, en eso lo vio a la lejanía, algo le obstruiría la salida.

–...Demonios– musitó. Sacó su arma y con un disparo certero en la cabeza vio como caía el cuerpo al suelo –Perfecto– sonrió arrogante. Siguió con su camino sin mayor apuro hasta que una voz hizo que se detuviera brevemente –¡No!, ¡Sonic!–, escuchó decir pero no le tomó importancia, por el momento tenía cosa más importantes que hacer.

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Era un día gris, parecía que muy pronto iba a llover. Todo el panorama era lúgubre y deprimente; se podía ver a muchos que llegaban en sus automóviles, todos vestidos de negro para la ocasión, para una última despedida. El ataúd de madera oscura descendió lentamente hasta tocar el fondo de aquel hoyo cavado con anterioridad; ella se encontraba ahí, en primera fila, viendo como su amigo era enterrado. En su mano una rosa blanca y en sus ojos lágrimas que expresaban la tristeza de su alma. Los amigos más cercanos de aquel equidna estaban reunidos y entre ellos el Equipo Chaotix, el cual contaba con un miembro menos debido a circunstancias parecidas.

El funeral pareció terminar pronto y poco a poco todo el mundo empezó a marcharse, todos a excepción de Amy, quien seguía ahí, con una rosa blanca en su mano y una mirada estoica.

–Amy– llamó Tails –, es hora de irnos.

–Sólo quiero... quedarme unos minutos más– musitó taciturna.

–Al igual que tú, lamento que él ya no esté, pero...

–¡No! ¡Tú no entiendes!– exclamó molesta, regresando a la vida –Si yo lo hubiera escuchado, hoy no estaríamos aquí...– se reprochó recordando las advertencias de su amigo –, pero estaba tan obsesionada con él... tan obsesionada con aquella frase– confesó recordando las palabras de Sonic "Confía en mí".

Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, dirigiendo su vista al ataúd que yacía a distancia; dejó caer aquella rosa blanca que llevaba en su mano, la cual se unió a muchas otras más del mismo color, dejadas ahí por aquellos a quienes él era alguien importante. Tails abrazó a Amy y al igual que ella no pudo evitar que algunas lágrimas mojaran su rostro.

–Ella no vino– habló sin reaccionar ante la cálida muestra de afecto.

–¿Quién?– preguntó el zorro separándose de ella.

–Rouge– aclaró –, pensé que vendría.

Tails suspiró pesadamente, fijando su mirada al cielo grisáceo –Tal vez... aún no esté lista para afrontarlo– murmuró con un dejo de decepción en su voz –Andando.

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La lluvia empezó a caer y muy pronto el suelo empezó a mojarse con las gotas que caían del cielo. Caminó lentamente por los verdes pastos, mojándose por la llovizna que no tardaría en convertirse en tormenta. Vio el fondo de la tumba que llevaba su nombre, sobre el ataúd estaba cubierto por rosas blancas, a penas si podían verse rastros de la madera que conformaba aquella caja.

–Nunca pensé que te irías antes que yo– habló con seriedad –Siempre el primero en todo... ¿Verdad?

–Veo que viniste.

Aquella voz la desconcertó. Rouge vio hacia diferentes direcciones buscando al responsable del comentario, hasta que cerca de aquella tumba en roble cercano logró distinguir en las ramas de aquel árbol a alguien, quien parecía estar cómodamente sentando. Su pelaje gris resaltaba entre el follaje verde. Sus ojos púrpuras se fijaron en ella intensamente, reconociendo a la gata gris al instante. No emitió palabra alguna, ignorando su presencia.

–A mí tampoco me gustan las multitudes– habló Dalia saltando de aquella rama y cayendo con una rodilla en el suelo –Por eso preferí esperar hasta que todos se fueran– se explicó sacudiendo desinteresadamente su ropa.

Dalia observó a la murciélaga de reojo, quien se encontraba con una expresión estoica. Un provocativo vestido negro la vestía, en su mano una rosa color carmesí resaltaba entre el lúgubre panorama. Dalia suspiró profundamente, fijando su mirada en el ataúd cubierto de rosas blancas.

–Supongo que lo correcto para decir en estos momentos sería algo como lamento tu perdida o algo así– espetó sin interés.

La murciélaga levantó la mirada y vio a la gata gris, quien se encontraba del otro lado de aquella tumba. Su atuendo era el mismo que de costumbre, una blusa púrpura enseñando su vientre con aquella flor negra bordad que tenía ella por nombre en el extremo superior izquierdo de su blusa y aquellos pantalones acampanados con una dalia al final de su pierna izquierda, pero esta vez tenía algo diferente, llevaba una flor en la mano, una dalia negra.

–Eso se le dice a los familiares del fallecido– habló Rouge al fin –O en todo caso a quienes sufren por una muerte que ti no te afecta– pausó fijando su vista nuevamente en la dalia que yacía en la mano de la gata –, pero por la flor que tienes en tu mano asumo que sí lo hace.– puntualizó fría. –Lamento tu perdida también.

Dalia no respondió su comentario, no era como si se fuera a ponerse a llorar por la trágica muerte del equidna; nunca había significado tanto, sin embargo, él la había ayudado después del incidente en la casa de los secuestradores, por lo mismo sentía que debía de estar ahí.

–Veo que por fin te quitaron el yeso– habló Rouge nuevamente, aún con su mirada fija en la tumba frente a ella.

–Umm– afirmó asintiendo con la cabeza –¿Qué piensas hacer ahora?

–Seguir con mi vida– espetó fría.

Rouge lanzó aquella rosa carmesí haciendo que ésta cayera en un mar de flores blancas, dio media vuelta, sin más que decir, despidiéndose de él. Dalia vio como aquella murciélago se alejaba de la tumba de Knuckles bajo la lluvia que empezaba a incrementarse, y al igual que ella, lanzó aquella dalia negra a la tumba, era hora de ella para irse también.

–Hasta la otra vida... Knuckles– se despidió Dalia por último, marchándose de aquel lugar.

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Lo llamaron a su teléfono personal, una línea privada que sólo podía ser usada en casos extremos; contestó de inmediato, aunque le pareció extraño que el número no apareciera en la pantalla de su celular.

–¿Cuál es el problema?– contestó

Dr. Eggman... Tenemos un problema.

–Vaya, parece que por fin estás en funcionamiento– dijo con una sonrisa –Dime, ¿Cuál es el problema M-76642, o debería de llamarte Metal Sonic?

El erizo bajo el nombre de Shadow the Hedgehog, lo sabe. El erizo ya no es más alguien de confiar.

–¿Estás seguro?

Afirmativo, hallé un disco con la información del Proyecto SSS.

Demonios– masculló Eggman.

Eggman yacía en una de su bases secretas, revisando alguno de los proyectos que tenía pendiente; ahora, con esa nueva información, debía de encontrar al responsable de esa fuga de información, ya que lo ponía a él en grave peligro. Entonces alguien vino a su mente, la única que podría haber hecho algo como eso

–Dalia– dijo entre dientes. –Tu siguiente misión es eliminar a Dalia de Cat.

Afirmativo.

–Eso es todo por ahora.

Metal Sonic, fuera.

La comunicación se cortó en ese momento. No podía perdonar la traición, y ahora, gracias a ella él debía de pensar qué hacer con Shadow, ya que su vida corría un serio peligro. Ya no podía regresar.

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La puerta se abrió con fuerza, provocando que la casa se estremeciera por el golpe. Voltearon a ver a la entrada principal y al hacerlo vieron a Amy parada en el marco de la puerta; no entendían qué era lo que ella hacía en ese lugar. La eriza rosa se miraba con una actitud seria y la determinación la acompañaba.

–¿Qué quieres aquí?– cuestionó Espio tosco.

–Quiero encontrar a Sonic the Hedgehog.

–No te ayudaremos a....

–Y vengar lo que le hizo a Knuckles– interrumpió –Ustedes encuéntrenlo por mí y yo me

encargaré de vengar la muerte de Vector y Knuckles... gota por gota.

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