The Right Thing


Caminaba sin realmente ningún rumbo, pensativo. Conforme caminaba por las calles vio a numerosas patrullas de policías en una casa del vecindario, sin prestarles atención hasta que escuchó algo –Es una lastima lo de esta pobre equidna– Knuckles fijó su mirada a los policías del lugar. Se acercó sigilosamente a aquel lugar viendo cómo con una camilla sacaban a una bolsa negra –Un cuerpo...– dijo para sí. Habían matado a alguien. Siguió caminando, ya esa no era su responsabilidad. Siguió por aquel lugar ignorando todo lo que se encontraba en su alrededor. Knuckles siguió su camino, sintiéndose como un fracaso. No había podido ayudar a nadie. Suspiró derrotado según seguía su curso cuando escuchó una voz familiar.

¡Sáquenme de aquí!- escuchó gritar.

–¿Qué rayos es eso?

¡Auxilio!, ¡Por favor!– escuchó proveniente de un edificio abandonado de las cercanías.

–¿Amy?– llamó. Corrió hacia aquel lugar y escuchó de nuevo pedir por ayuda. –¿Amy?– dijo poniendo su oído pegado a la puerta.

–¿Knuckles?... ¡Sácame de aquí!–

Knuckles asintió con la cabeza y retrocedió un par de pasos. –¡Aléjate de la puerta!– dijo levantando su puño y golpeando fuertemente aquella puerta de metal ya oxidado. La puerta se partió en pedazos levantando una nube de polvo. Escuchó a Amy tosiendo por el polvo que se había levantado. –¿Amy?– dijo al verla sin ninguna herida, exceptuando por aquella que él había causado en su pecho.

–Knuckles... ¡Knuckles!– gritó corriendo hacia él y abrazándolo con fuerza, se sentía aliviada al verlo, después de todo él era su compañero. Knuckles por su parte no le devolvió aquel gesto de cariño, a penas si podía verla a los ojos después de lo que le hizo.

–¿Estás bien?– preguntó el equidna seriamente.

–Sí, Sonic me ayudó– respondió –¡Oh, rayos, Sonic!, Debo de encontrarlo, él... - vio hacia ambos lados y notó que no había nadie. Amy llevaba varias horas allí y él jamás regresó por ella –Sonic– murmuró sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas.

–Amy, deberías de estar en el hospital.

–Estoy bien... sólo necesito descansar– respondió con una expresión triste y lágrimas brotando de sus ojos.

–Él realmente es importante para ti ¿Verdad?

–Debes de ayudarme a encontrarlo... – suplicó.

–Amy, yo...

–¡POR FAVOR!– gritó con desesperación. –Necesito saber que nada malo le pasó, necesito encontrarlo a toda costa. Te lo ruego...

Knuckles la vio con aquella mirada llena de desesperación y tristeza. Suspiró resignado asintiendo con la cabeza.

–Te ayudaré.

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Estaba esposado de manos y pies, todo le dolía. Estaba en una habitación oscura, una habitación que se le hacía familiar; cuando él era un niño, Eggman lo había encerrado en esa habitación muchas veces. Confinamiento solitario, así lo llamaba Eggman. Era un castigo que se le asignaba cuando él desobedecía alguna de las órdenes que Eggman le daba, por consiguiente había pasado mucho tiempo ahí... solo.

–Veo que por fin has despertado Sonic– escuchó decir. Había perdido la conciencia en algún momento cuando Silver lo traía a las instalaciones de Eggman. No podía ver absolutamente nada, la oscuridad era total.

–Vaya doctor, pensé que me asignaría un castigo más original– dijo hablando a la oscuridad con un amago de sonrisa.

–¿Por qué? Este siempre funcionó. Además...– dijo entrando a aquella oscura habitación, haciendo que una luz intensa cegara al erizo –Para mí siempre serás aquel niño que corría a mí llorando después de un duro entrenamiento.

Sonic gruñó molesto apretando sus puños con fuerza –Ya no soy un niño indefenso– espetó molesto.

–Pero actúas como tal. No te entiendo Sonic– dijo acercándose al lastimado erizo –¿Por qué me traicionaste? De todos pensé que tú me serías el más leal.

No emitió palabra alguna. Sonic le desvió la mirada sin volver a pronunciar palabra alguna. Eggman dio un suspiro de decepción caminando hacia la salida –Espero que unos días aquí te hagan un poco más disciplinado– dijo por último saliendo de aquel lugar y de nuevo, la oscuridad.

–Lamento no haber podido ir por ti– susurró Sonic en aquella oscuridad.

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No podía creer lo que había hecho, había traicionado al único ser que había creído en su loca idea. En el camino de regreso Sonic no le había dirigido palabra alguna, ni siquiera una mirada, nada; estaba decepcionado de que lo traicionara y que casi lo hubiera matado. A pesar de que su misión era esa, no entendía por qué Shadow había cambiado de idea, no es que se quejara mucho al respecto, pero algo no parecía tener sentido. Silver se recostó sobre la pared de aquella habitación de metal y vio con tristeza al suelo, por más preocupado que estuviera por su amigo, nada se comparaba por la preocupación que sentía por Blaze.

–Blaze, perdóname.

Miles de pensamientos venía a su mente, tal vez si él le hubiera dicho que no a Eggman y a su tonta misión, o tal vez sí la hubiera dejado ir antes.–Si no me hubiese tardado tanto– murmuró con un dejo de tristeza en su voz. Entonces una idea peculiar vino a su mente ¿Cómo Shadow había podido capturarla?, No recordaba mucho, por no decir que no recordaba nada, pero sí recordaba haber dejado a Blaze en un edificio abandonado antes de perder el conocimiento, estaba seguro que ella había tenido tiempo suficiente para poder salir de ahí antes de que Shadow llegara, entonces... ¿Por qué la había capturado? Exclamó un grito de desesperación. No sabía dónde estaba, o si se encontraba bien, lo único que quería era verla una última vez, aunque sea para despedirse de ella, lo que fuera.

–¿Dónde estás Blaze?

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–Lo escojo a él- respondió ella con seguridad.

–Bien, como desees– dijo el erizo negro con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

Blaze no sabía qué sería de ella ahora, sólo sabía que no volvería a salir de allí, pero no le importaba, pues al menos él estaría bien y eso le era suficiente.

–...Silver– susurró al viento.

Dalia, quien se encontraba observándolo todo, no entendía muy bien de lo que estaban hablando, pero tenía una leve idea de que era lo que podía ser.

–Eres realmente un ser sin corazón ¿No es así?– habló la gata gris.

Shadow, quien estaba caminado hacia la salida, supo de inmediato que hablaba de él; no le tomó mucha importancia a su comentario siguiendo con su camino.

–Ya veo, pero me pregunto una cosa... ¿Qué pensaría María al respecto?, ¿En serio crees que le gustaría tu nueva actitud?– preguntó Dalia con una sonrisa en su rostro.

Shadow se detuvo en ese momento, ¿Cómo rayos ella sabía sobre María? Se volteó rápidamente viéndola con intensidad provocando en ella un escalofrío que se distinguió a distancia.

–¿Qué dijiste?– preguntó Shadow yendo a la celda de ella.

–Entonces ella sí es importante para ti, ¿Verdad?

–¡¿Sabes algo sobre ella?!– gritó golpeando los barrotes.

–Recolecto información, y por un buen precio la vendo– dijo Dalia con una sonrisa triunfante.

–¿Y cuál es tu precio?- preguntó frunciendo el ceño de mala gana.

–Mi libertad. Sácame de aquí y te diré todo lo que sé.

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–¡Amy!, ¡Espera!, ¡¿Adónde vamos?!– gritó Knuckles corriendo detrás de ella.

–¡Sólo existe alguien que puede ayudarnos a encontrarlo!

Amy corrió a toda velocidad, rogando que pudieran ayudarla. La herida en su pecho hacía que su respiración fuera difícil, pero no le importaba, sabía que él era más importante que una herida de bala. Después de varias cuadras logró llegar a aquella casa grande y algo desgastada.

–...¿Qué hacemos aquí?– preguntó Knuckles. Amy sonrió y vio el cartel que colgaba del segundo nivel de aquella casa de color amarillo "Equipo Chaotix, Agencia de Detectives"

–Ellos lo encontraron la última vez, estoy segura que podrán hacerlo de nuevo– sonrió corriendo a la entrada.

–¡Amy, espera!– dijo en un vano intentó para detenerla.

Corrió a la puerta y la abrió casi al instante, pero al entrar se encontró con una sorpresa haciéndola parar y borrar esa sonrisa de su rostro. Knuckles llegó detrás de ella y al igual que su compañera un aire de tristeza se apoderó de él. Vieron tanto a Espio como a Charmy vestidos de negro con lágrimas brotar de sus ojos y una gran imagen de su gran amigo Vector con varias velas encendidas en el fondo de la habitación; eso sólo podía significar algo.

–Oh, lo siento tanto... Espio, Charmy– dijo Amy intentando no llorar.

–¿Cuándo pasó?– preguntó el equidna con su mirada en penumbra.

–Esta tarde... Vector no logró sobrevivir– explicó Espio con su voz quebrantada.

–¡Demonios!– gritó frustrado el equidna, pegándole fuertemente a la pared. –¡¿Y quieres ayudar a su asesino?!

Amy se quedó perpleja al escuchar esas duras palabras; ella no podía defender a Sonic por su acción. Amy sabía lo que él había hecho, sabía que era su culpa el que Vector hubiera muerto, pero aún así... –"Confía en mí..."– recordaba aquella frase, ella confiaba en él... pero no debía ¿o sí?. ¿Qué debía hacer?, ¿Capturarlo o ayudarlo?

–Yo...

–¿Piensas ayudar al responsable de la muerte de Vector?– preguntó Espio de una manera macabra.

–Yo... Yo sólo quiero...

–¡Reacciona Amy!– gritó Knuckles.

Cerró sus ojos con fuerza. Por más que quería olvidar el hecho de que él era un asesino no podía, ella sabía su historia, su pasado, pero eso no justificaba nada, nada de eso borraría lo que él hizo. Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos sin poderlo ella evitar. –¡No sé que hacer!– gritó con desesperación. Cayó al suelo de rodillas y el llanto prosiguió sin consuelo alguno.

–¿Quieres saber qué debes hacer?– preguntó Knuckles poniendo una rodilla en el piso para ponerse a su nivel.

Amy abrió sus ojos viéndolo con tristeza asintiendo con la cabeza. Knuckles puso una mano sobre su hombro y la vio intensamente a los ojos.

–Debes de hacer justicia. Debes de encerrar a Sonic the Hedgehog o matarlo de una buena vez por todas. Venga a aquellos que han muerto por su culpa.

Amy fijó su mirada en el suelo y vio aquellas lágrimas empezaban a caer al piso de madera y que poco a poco empezaban a formar un charco, haciendo que pudiera ver su reflejo en él. Aún llevaba el uniforme de policía, ella como oficial tenía un deber que cumplir, y ese era capturar al asesino y hacer que pagara por lo que había hecho.

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Lo pensó por un momento, no estaba seguro si confiar en ella o no, pues todo apuntaba a que no lo hiciese, pero si se trataba de María, todo era diferente. Shadow asintió con la cabeza y vio como ella esbozaba una sonrisa. Había obtenido lo que ella quería, salir de allí.

–Pero espero que tengas muy en cuenta que si la información que me das no me es útil o me estás mintiendo...– dijo abriendo aquella reja –Te mataré en ese mismo momento– amenazó.

Dalia sonrió ante su amenaza –Créeme, te interesa.

Blaze los vio caminar hacia la salida. No podía creer que hubiera podido convencer al erizo negro a sacarla de allí, pero si él debí de hacer lo que ella le dijera ella bien podría sacarla de ahí también.

–¡Espera!– gritó, haciendo que ambos pararan. No le gustaba pedir ayuda, pero si lograba salir de allí podría ir en busca de Silver. –Pensé que querías ayudarme a salir de aquí– dijo Blaze.

–Hmph, pensé que no habías pedido ayuda– le contestó la gata gris siguiendo con su camino.

Ayudarla a salir de allí no tendría ningún beneficio, así que optó por ignorarla. Una vez fuera Dalia sintió la mirada incesante del erizo negro; estaba realmente impaciente para conseguir aquella información, parecía ser realmente algo importante para él.

–¿Qué es lo que sabes?– preguntó Shadow impaciente.

–Tranquilo, recuerda, la paciencia es una virtud– respondió sin interés.

Enfureció ante ese comentario, él no era alguien con quien ella podía jugar como se le diera en gana. La tomó fuertemente del cuello llevándola contra una de las paredes del lugar, cortando el aire que entraba a su cuerpo. La gata gris intentó librarse de su agarre, pero con su fuerza y un brazo fracturado le fue imposible.

–Esa no es mi virtud. Habla– ordenó con enfado.

–Está... Está bi—en– dijo con dificultad.

–¿Qué es lo que sabes?– preguntó soltándola.

–...Necesito... una computadora– respondió con su respiración acelerada.

–¿Para qué?

–La información que tengo, la tengo aquí– dijo sacando aquel teléfono de su bolsillo – Necesito pasar la información a un CD. No creerás que sólo tengo información respecto a ti ¿Verdad?

Resopló molesto rodando los ojos en señal de exasperación, y luego asintió con la cabeza, al final de cuentas, esa era una "Tienda de computadoras". Empezaron a caminar en busca de un lugar donde pudieran descargar la información, pero antes de poder encontrar cualquier máquina una llamada a través de aquel comunicador que poseía el erizo negro lo hizo detenerse.

Shadow, necesito que vengas.

–¿Ahora?- preguntó de mala gana.

¡Por supuesto que ahora!

–Bien... Voy para allá- dijo por último guardando aquel comunicador.

–Veo que tu jefe te necesita– dijo la gata gris sonriendo –No te preocupes por mí, yo puedo encontrar una computadora por mi cuenta y darte la información luego– dijo empezando a caminar.

Shadow la tomó del brazo y la acercó hacia él –Estás mal si crees que te dejaré vagar por ahí por tu cuenta.

–¿Entonces piensas llevar a tu reunión?– preguntó triunfante.

–Si tengo que dejarte encerrada en el cuarto del conserje, lo haré.

–¡¿Qué?!

–No confió en ti- puntualizó el erizo negro –Vendrás conmigo.

Shadow la llevó arrastras hacia una habitación. Dalia intentó resistirse, pero fue en vano, su fuerza era abrumadora. Abrió una puerta de metal y la lanzó con brusquedad al suelo –Cuídala hasta que yo regrese– ordenó el erizo negro, cosa que ella no entendió a quién iba dirigido. La puerta de metal se cerró y ella quedó atrapada adentro. Se levantó del piso y se acercó a la puerta en un intentó en vano por abrirla.

–Maldito erizo...– musitó. Dio un suspiro pesado y recostó su cabeza sobre la puerta. –Atrapada... de nuevo...

–Lamento lo de tu brazo– escuchó decir.

Dalia se sobresaltó al escuchar dando media vuelta, al hacerlo reconoció al erizo plateado que la había atacado antes. –¿Ahora eres mi cuidador?– preguntó al recordar las palabras que el erizo negro había dicho al encerrarla. El erizo no respondió.

–Lo había olvidado– dijo Dalia con una sonrisa. –Tú eres el erizo que está enamorado de la gata lila ¿Verdad?

Pareció sobresaltarse un poco al escuchar eso, pero no dijo nada ante aquella suposición. Dalia no era alguien que se identificaba con los sentimientos ajenos o que pudiera distinguir algo más de enojo o felicidad en las expresiones de los demás, pero podía notar a simple vista, la mirada triste en los ojos de aquel erizo plateado, parecía, al igual que ella, un prisionero en aquel lugar; entonces recordó –"Lo escojo a él"– Parecía que el erizo negro estaba jugando con ambos. Se quedó pensativa un momento, estaba intentado unir todas aquellas piezas para que tuvieran sentido alguno, pero un ruido a sus espaldas la hizo distraerse de sus pensamientos, la puerta de metal se estaba abriendo nuevamente y pronto tuvo el camino libre para irse de aquella habitación.

–Pero qué...

–Vete- dijo el erizo plateado.

–¿Cómo abriste...

–Eso no es importante, vete.

–No creo que a tu amigo le vaya a parecer la idea de que me dejes ir. Tendrás graves problemas.

–Lo sé.

–Entonces ¿Por qué lo haces?– preguntó Dalia con una expresión de confusión en su rostro.

No quería lastimar más a los demás, aún no lograba perdonarse por lo que le había hecho a Sonic y era posible que jamás lo hiciese; sabía que Shadow se molestaría, pero por una vez, quería sentir que hacía lo correcto, quería sentirse bien consigo mismo. Silver no respondió aquella pregunta, tenía sus razones, además, sentía que se lo debía después de haberla casi matado cuando ella intentaba ayudarlo a liberar a Blaze. La gata gris asintió con la cabeza y puso un pie en la salida. –Gracias– musitó en el marco de la puerta. Vio el pasillo enfrente de ella, pero por alguna razón no podía caminar fuera de aquel lugar. Dalia observó de al erizo plateado de reojo y dio un suspiro. –No puedo irme sin darte algo a cambio– dijo con pesadez; a Dalia no le gustaba ayudar a los demás, pero tampoco le gustaba sentir que le debía algo a alguien.

–La gata lil... Blaze– corrigió ella –Se encuentra en unos calabozos en el último piso de este lugar, allí podrás encontrarla. Se encuentra a salvo, el erizo negro no le ha hecho nada– dijo sin darle la cara en ningún momento –Bien, no te debo nada– dijo por último empezando a salir de allí.

–¡Espera!– detuvo él –Gracias.

–Hmph, ve, antes de que piense que te has olvidado de ella– dijo saliendo del lugar por fin.

Sonrió por primera vez en mucho tiempo y sin perder tiempo corrió hacia aquel lugar. Por fin podría ver a Blaze, por fin podría rescatarla.

–Blaze, espérame, no tardaré.


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