I Need You
Llevaban ya dos días ahí, esperando a que Sonic se recuperara, cosa que parecía que nunca pasaría; y en medio de la espera que parecía eterna, se encontraba ella, siempre a su lado; muchas veces en silencio, otras veces hablaban amenamente hasta que el silencio reinaba de nuevo. No estaba seguro por qué ella muchas veces no decía nada, pero sí sabía por qué él muchas veces prefería callar; cada vez que Blaze hablaba, cada vez que lo miraba, y en las pocas oportunidades en las que le sonreía, hacía que su corazón latiera a toda prisa, que un suspiro fuera robado de su ser y que su garganta se cerrara al recordar que nunca podría estar con ella.
Ambos había terminado yendo con el doctor de la familia, su nombre era Big, era un fanático de la pesca y como mascota tenía una rana llamada Froggy, parecía ser su único amigo. Cuando llegaron pareció asombrarse al verla, después de todo, Blaze llevaba dos meses desaparecida. Pidieron ayuda para salvar la vida del erizo azul y le pidieron explícitamente que no le mencionara a nadie que ella se encontraba ahí. Big no pareció estar de acuerdo, pero aceptó las condiciones de la chica y al momento se puso a trabajar.
Silver y Blaze se encontraban en la sala de espera de aquel consultorio, habían tenido que dormir ahí desde su llegada, ya que no habían habitaciones en donde pudieran descansar. Ya era su segundo día en el recinto y el erizo plateado se mantenía viendo fijamente la ventana, muy pensativo, mientras que Blaze se mantenía viendo un reloj de pared en el fondo de la habitación, sólo viendo pasar los segundos, como siempre, en silencio.
–¿Puedo preguntarte algo?– rompió el erizo plateado el silencio.
–¿Uh?– exclamó ella quitando su vista del reloj de pared –¿Qué cosa?
–¿Por qué le pediste a ese doctor que no le dijera a tu familia que te encuentras bien?– preguntó Silver sin quitar su vista de la ventana en ningún momento –Deben de estar muy preocupados por ti...
Bufó molesta frunciendo el ceño –...Supongo– contestó sin interés.
–¿No te importa?– preguntó viéndola al fin.
–Si me esperaron dos meses, dos días más no los mataran– respondió con frialdad.
–¡¿De qué hablas?!– exclamó exaltado –¡Dos días para una familia que pasa un secuestro es una eternidad!– indicó con el ceño fruncido causando en que ella refunfuñara en señal de molestia –¡Blaze!, ¡Deberías de hablar con ellos, al menos hacerles saber que estás bien!
–Esa es mi decisión, no la tuya.
–Pero...
–Es mi decisión, déjalo así Silver.
Fijó su mirada en el reloj de pared irritada por su insistencia. No era de su incumbencia si ella hablaba o no con su familia; además, no importara cuanto los quisiera, nunca antes se había sentido más libre que en el momento en el cual la habían aprisionado en aquella casa.
Por primera vez en su vida se sentía con la libertad de hacer lo que ella quisiera, y de alguna manera todo se lo debía a él. Blaze vio de reojo al erizo plateado, quien soltaba un suspiro pesado ante su terquedad, parecía frustrado. Blaze sabía que quería ayudarla, pero por el momento prefería seguir a su lado un poco más de tiempo. Ella sabía que en algún punto el erizo azul despertaría y mejoraría, y después de eso...
–Se irán– susurró la gata por lo bajo –, cuando él esté bien.– empezó a hablar para sí misma.
–¿Dijiste algo?– inquirió el erizo plateado al escuchar balbucear.
–Es sólo que...– murmuró sintiendo un rubor cubrir sus blancas mejías –¿Cuando él esté bien, qué harán?– preguntó sin verlo en ningún momento.
–Mmm... No estoy seguro.
–¿Regresarán con él?
–¿Con quién?
–Sí, con aquel hombre que te daba órdenes– explicó –Tu jefe.
–"Eggman"– pensó –No creo que Sonic lo haga.
–¿Y tú?– preguntó Blaze con una mirada de suplica –¿Regresaras a matar para él?
–Bueno, yo...
–Su amigo parece que ha despertado– interrumpió Big la charla –Pueden pasarlo a verlo si así lo desean.
Sin pensarlo dos veces Silver fue a donde se encontraba su amigo descansando, casi huyendo de la pregunta acechadora de Blaze. En todo ese tiempo él no había pensado qué era lo que haría cuando ella ya no estuviera y Sonic estuvieran bien, sin embargo, sí sabía algo, regresar ya no era una opción, ahora era un traidor, y allá, no había espacio para los traidores. Entró a aquella habitación de color blanco y olor a medicamentos en donde pudo distinguir al erizo azul recostado en la cama, quien hacía movimientos de estiramiento para comprobar si sus músculos y huesos estaban en buena forma, o al menos si podía seguir usándolos.
–Por fin despertaste, ya empezaba a preocuparme– habló Silver esbozando una sonrisa.
–Bromeas, sólo fueron un par de rasguños– dijo moviendo uno de sus brazos –Por cierto ¿Dónde estamos?, ¿Qué es esté lugar?– preguntó recorriendo la habitación con la mirada.
–Es un médico, eso es lo importante.
–Sí, pero...
El sonido del timbre los obligó a callar. Ambos escucharon voces a la lejanía –Hemos venido por ti– escucharon decir. Silver permaneció en silencio, confundido, hasta que ella vino a su mente –¡Blaze!– exclamó alarmado. Su primer impulso fue ir hacia donde estaba ella, pero una mano sobre su brazo lo hizo detenerse. Silver volteó a ver a su amigo, quien yacía con una mirada entristecida.
–...No puedes ir– murmuró Sonic en suave voz.
–¡Pero ella...
–Si lo haces te descubrirás, y tú mejor que nadie sabes que no podemos ser descubiertos... No sólo su familia te cazará hasta matarte, sino que Eggman sabrá nuestra ubicación.
–Pero yo...
–¡No pienso ir con ustedes!– escucharon en la habitación continua.
–¡Bla...
–Silver, no puedes intervenir– interrumpió Sonic intentando ser lo más silencioso posible –Ella pertenece a ese mundo, y tú lo sabes.
–A un mundo donde requieren que sea una prisionera– indicó molesto.
–Sí, y eso es algo que no puedes cambiar. Ese será un lugar seguro para ella, mejor que a manos de Shadow– le recordó –Silver, tú no perteneces a ese mundo.
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Vio aquel edificio y como era de esperarse varios camiones con diferentes materiales de construcción y renovación estaban a sus alrededores. Se acercó caminando muy tranquilamente, como si sólo fuera una persona curiosa, a pesar de que ella había estado ahí cuando todo había pasado. Rouge entró a aquel lugar y vio que aún habían rastros de las computadoras destruidas en el suelo, y que los impactos de bala en las paredes aún eran visibles, sin embargo, los trabajadores no perdían tiempo en borrar su existencia, y mientras ella caminaba por el bullicioso recuerdos indeseados venía a ella como si pudiera volver a revivir aquel suceso; por un instante pudo ver a Amy abrazando fuertemente el cuerpo de Knuckles mientras sollozaba su muerte, y tal cual esa imagen apareció ante sus ojos, se desvaneció. Aquel vago recuerdo que aún rondaba su mente, haciéndola derramar una lágrima de vez en cuando. Rouge caminó hasta llegar a aquel lugar aún manchado con su sangre, y con la palma de su mano tocó el último lugar donde había estado él, y una expresión de tristeza se aposentó en su rostro.
–Disculpe, pero no puede estar aquí– dijo un trabajador.
–Dígame algo– habló Rouge sin prestarle atención a su previo aviso –¿Sabe qué pasó aquí?
–Por lo que nos dijeron parece que unos maleantes entraron hace un par de noches o algo por el estilo.
–Ya veo... ¿Alguien resultó herido?– preguntó, como si desconociera lo sucedido.
–Creo que un policía resultó herido de gravedad, si no mal recuerdo murió. Lo sacaron en las noticias.
–¿Sabe quién lo mató?
–Mmm, no– negó con la cabeza –Asumo que fueron los maleantes que entraron aquí.
–Bien, gracias– dijo por último.
Rouge salió de aquel lugar dirigiendo su mirada al cielo. Amy le había dicho que el responsable de la muerte de Knuckles había sido Sonic the Hedgehog, pero había algo en ella que le decía que eso no era así; aún recordaba la espantosa muerte que había tenido aquel cocodrilo, el erizo lo había casi partido en dos, de ser así, por qué a Knuckles sólo le había dado un disparo certero en la parte de atrás de la cabeza, ¿por qué no había matado a Amy junto con Knuckles? Habían cosas que no encajaban en lo absoluto. Ella creía que alguien más había sido el responsable de su muerte, de ser así ella se encargaría de encontrar al culpable y hacer que pagará, después de todo, ella era la mejor ladrona de tesoros y más aún, recolectar y robar información era lo suyo; sólo debía de hacer algo para poder descifrar el misterio detrás de la muerte del equidna.
–Debo de hallar a Eggman.
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Silver no respondió a su pregunta, provocando en ella un pesado suspiro. Por alguna razón ella no quería irse de su lado, se sentía tan cómoda, tan segura; sentía que si en algún punto ella perdía el control de sus poderes, algo muy común en ella, él estaría allí, siempre con esa aura protectora, siempre con ella. Blaze movió su cabeza ligeramente hacia los lados, intentando persuadirse ella misma de esas ideas –Siempre sola– se dijo por último. Ella jamás se podía permitir sentimientos por nadie, ya que al final de cuentas todos terminarían traicionándola.
–Siempre ha sido así...– dijo viendo a través de la ventana –Desde muy pequeña, desde que descubrí esta maldición.
Inicio del Flash Back
Era su primer día de clases, una de las más costosas instituciones de la ciudad. Entró al aula y como era de acostumbrarse la maestra la presentó ante todos sus compañeros, y éstos le sonrieron y saludaron con mucha energía, ella también –¡Hola a todos!– saludo la gata lila muy emocionada. Era parte de su personalidad, ser espontánea, extrovertida y alguien muy carismática, algo que puede llevarte a la popularidad rápidamente y así pasó. La primera en su clase, en gimnasia, en todo lo que se proponía, una niña única y muy especial, así la llamaban sus maestros; siempre con una sonrisa en su rostro y con intenciones de ayudar a todos.
(Hasta que un día... todo cambió)
Por fin pasaba a cuarto grado y como siempre, un grupo de sus compañeros se reunieron alrededor de ella para hablar, hasta que alguien interrumpió aquel círculo social –Eres tan sólo una gata presumida, una hija de papi– escuchó decir y eso la hizo enojar. Aquel círculo se abrió distinguiendo una nueva estudiante en éste; un chica con una mirada prepotente y una postura de seguridad. Su plumaje era de color lila, al igual que el pelaje de ella, pero a diferencia de Blaze, ella no parecía ser una persona muy simpática.
–¿Quién se supone que eres tú?– preguntó Blaze con cierta prepotencia.
–Soy Wave the Swallow, y soy una gran conocedora de seres como tú.
–¿Cómo yo?– cuestionó.
–Sí, los hijos de papi y mami, niños ricos que creen que porque tienen dinero pueden hacer lo que quieran.
–No es mi culpa el lugar donde nací.
–Sólo es ser una niña mimada, ¿no es cierto?
–¡Sí tienes algún problema arreglémoslo de una vez por todas!
Era la mejor el la clase de defensa personal, a pesar de ser tan pequeña era muy fuerte; ella se encargaría de hacerla pagar por aquellos insultos. Salieron a la hora de receso y todos se juntaron en el área de juegos, Blaze y Wave eran rodeadas por una multitud de estudiantes y mientras ellos incitaban a la pelea, ambas se vieron a los ojos; muy pronto aquella pelea entre niñas pequeñas empezó. Blaze sabía los movimientos de las artes marciales, con todo y sus reglas, pero Wave, sabía los movimientos de las peleas de la calle, ella no obedecía reglas, mientras parecía que Blaze exhibía movimientos muy hermosos y con gracia en la pelea, Wave sólo daba golpe certeros, sus estilos eran por mucho muy diferentes y no pasó mucho antes de que Blaze fuera golpeada fuertemente para así derribarla y quedar tirada en el suelo casi inmóvil por uno de los golpes de aquella ave, después de todo su cuerpo no estaba acostumbrado a pelear, y así, la pelea pareció llegar a su fin. Wave había ganado, el problema era, que ella no sabía cuando detenerse, después de todo, ella no seguía las reglas; se acercó a la gata que limpiaba su labio inferior, pues uno de los golpes lo había hecho sangrar levemente y cuando menos sintió otro golpe la hizo caer al suelo bruscamente –Eres tan débil...– escuchó decir a su contrincante, intentó levantarse, pero otro golpe la hizo caer, parecía que no pararía. Todos los estudiantes no se acercaron, sólo se dedicaron a observar la pelea. Cada vez parecía que cada golpe era más fuerte y certero, el dolor se intensifica, sólo quería que todo acabara –Detente...– suplicó en débil voz mientras los golpes en su abdomen hacían que sangre se acumulara en su boca, pero ella no escuchó –Detente– dijo con un tono más elevado, pero con el mismo resultado de antes.
–¡DETENTE!– gritó con todas sus fuerzas y de pronto sintió una energía de calor recorrer su cuerpo, era agradable, pero a la vez incontenible, pronto vio que ella estaba en llamas, pero no se quemaba, no lo podía entender, y luego la vio a ella, a Wave, haciendo que una explosión de ira viniera a su ser, y con eso una explosión de fuego, ella y todos los estudiantes en los alrededores fueron alejados bruscamente por la onda de fuego, y como empezó, terminó. Blaze cayó al suelo casi sin energía alguna, sus ojos empezaron a cerrarse, se sentía muy cansada. Pudo ver como los árboles en los alrededores se incendiaban y todos sus compañeros al igual que ella estaba en el suelo, inconscientes.
(Después de eso... Mi vida fue un verdadero infierno)
Despertó poco tiempo después confundida y amarrada a la cama de un hospital, ahí, inmovilizada, pudo escuchar a una Doctora hablar con su padre –Ella lo causó todo, no sabemos cómo, pero lo hizo–. Entonces recordó, la flamas en su interior, aquella energía que la había rodeado ¿Había lastimado?, ¿Había matado a alguien?
–¿Cómo está la chica pájaro?
–Sólo len quedará una cicatriz en la frente, pero nada que un sombrero no pueda tapar.
–¿Y los demás?
–Están bien, sólo algo desconcertados por lo que pasó.
–"Todos están bien, que bueno"– pensó aliviada.
–Gracias– escuchó decir a su padre, quien entró después de esa frase –Blaze, tenemos que hablar.
–Lo siento tanto, no sé que pasó– dijo arrepentida.
–No te preocupes, todo está bien... ahora, sólo deberemos cuidarte más.
Sonrió aliviada, sin saber lo que eso significaba realmente.
Después de lo sucedido, nadie le hablaba, todos le temían, incluso sus más íntimos amigos la despreciaban, no tardó mucho en convertirse en el centro de burlas de todos y el objetivo de muchas bromas, de las cuales jamás pudo defenderse, estaba advertida por su padre. Su sonrisa se desvaneció con el tiempo, su carisma murió gracias a ellos y aquella preocupación que nacía de ella por ayudar a otros de pronto... desapareció, dejando aquella niña risueña como un recuerdo.
Fin del Flash Back
El timbre sonó de pronto, ahogando el recuerdo. Se dirigió a la puerta ya que parecía que el Doctor no estaba y no esperaba realmente que Silver o su amigo mal herido abrieran. Llegó a la puerta y al hacerlo se asombró al ver a unos hombre vestidos con unos trajes metálicos, cosa que le llamó mucho la atención.
–Hemos venido por ti.
Los observó confusa, sin entender qué estaba pasando hasta que los vio acercarse. Ellos pretendían llevársela de regreso a casa; no entendía cómo su padre había dado con su ubicación, pero no tenía intenciones de ir con ellos, aún recordaba la razón por la cual ella había ido al parque el día de su secuestro, él quería mandarla lejos de allí, lejos de todo.
–¡No pienso ir con ustedes!– dijo autoritaria.
–No es una opción.
Aquel hombre la tomó del brazo, en un intentó por sacarla de allí –¡NO PIENSO IRME!– gritó y como aquella vez, su cuerpo se cubrió de fuego generando una onda fuego que hizo a los hombres alejarse de ella y a varias ventanas explotar a la vez. Cayó de rodillas en el suelo, exhausta por el ataque, intentando recuperar fuerzas, ya que ese ataque siempre consumía gran parte de su fuerza dejándola muy débil para caminar o incluso moverse. Blaze buscó con la mirada a Silver, pero no lo vio llegar a ella, extrañándose, sin embargo, el sonido de alguien moverse la hizo regresar su atención a los hombres que antes intentaron capturarla, para verlos levantarse sin un rasguño. No entendió cómo era posible hasta que comprendió que aquellos trajes relucientes, eran aprueba de fuego, en ese caso sus ataques eran inservibles y ahora sin energía alguna, era una presa fácil. –Tú vienes con nosotros– dijo aquel hombre tomándola del brazo en contra de su voluntad, intentó crear una flama, pero ésta era muy débil para hacer algo –No...– replicó sin energía para pelear. Ella no quería irse, no quería dejarlo.
–¡Suéltala!– ordenó el erizo plateado. Sus ojos brillaron con intensidad alejando a aquellos opresores contra las paredes de aquel pasillo sacudiendo el lugar.
–¡Silver!– exclamó Blaze al verlo llegar con la sombra de una sonrisa en su rostro.
–¿Estás bien?– preguntó corriendo hacia donde estaba ella.
–Sí... sólo un poco cansada– respondió con aquella expresión seria nuevamente.
–Tenemos que sacarte de aquí– dijo mientras miraba como aquellos hombres empezaban a levantarse.
–Pero tu amigo, él...
–Lo más importante eres tú– interrumpió Silver con autoridad tomándola de la mano de regreso al consultorio del doctor.
Silver azotó la inestable puerta esperando que les diera algo de tiempo antes de que aquellos extraños lograran ponerse en pie. Corrió hacia donde yacían pedazos de vidrio colgando de los marcos de donde alguna vez habían estado las ventanas de cristal reluciente. Silver observó al horizonte, sabiendo que debería de llevársela volando de ahí si quería tener alguna oportunidad.
–Pensé que querías que regresara con mi familia– habló la gata lila al notar sus intenciones. Silver suavizó la mirada asintiendo con la cabeza.
–Sólo si tú lo deseas– musitó sin verla –, nadie ha de obligarte a hacer algo que no deseas– completó –Ahora, puedo llevarte a...– Silver calló al sentir como ella agarraba su mano con más fuerza.
–...No– murmuró al viento con sus ojos en penumbra.
–¿Qué?, ¿De qué hablas?– preguntó sin entender volteándola a ver.
–Si me voy contigo ahora ellos sabrán que fuiste tú quien me secuestro, y mi padre....– silenció con pesar.
–"Su familia te cazará hasta matarte"– recordó las palabras de aquel erizo azul mientras ella hablaba. –Pero tú...
Blaze dirigió su mirada a los ojos ámbar de él, con unos ojos sumidos en tristeza; Silver no entendía qué era lo que estaba pasando, no entendía porque de repente todo había cambiado. Ella sabía que si se quedaba con él su padre no descansaría hasta marlo. Debía de protegerlo, y para eso debía de evitar que su padre se enterará de su existencia.
–"Si eso significa que debo de dejarte ir, lo haré"– pensó resignada, sintiendo sus ojos humedecer.
–¿Blaze?– llamó. Ella levantó la mirada y como aquella primera vez que sus ojos se cruzaron, no pudo evitar quedarse sumergida en los ojos de él.
–Yo creo... que no he sido sincera del todo– habló a suave voz.
Golpes en la puerta desconcentraron la atención del erizo plateado, haciendo que su atención se volcará hacia ésta, él sabía que aquellas personas no tardarían en entrar al lugar. Blaze tomó su rostro delicadamente, obligándolo a verla –Yo creo que...– murmuró con su mirada fija sobre él, provocando que su corazón empezara a latir a prisa y su boca se secara. Blaze esbozó una sonrisa casi imperceptible sonrojándose suavemente, Silver le desvió la mirada, ruborizándose al sentirla tan cerca de él –...Yo creo que me enamore de ti también– susurró la gata lila, provocando que él abriera sus ojos de golpe para verla con incredulidad. Blaze le sonrió con dulzura acercándose a él, poniéndose de puntillas para luego darle un cálido beso en los labios, provocando que él se sonrojara con intensidad al sentir los tibios labios de ella sobre los de él.
–Y por eso... debo irme– dijo ella suavemente al separarse de él.
La puerta de madera terminó por quebrarse en dos y ella, con una bola de fuego certera, logró hacer retroceder a aquellos individuos. Blaze corrió hacia la puerta y saltó por encima de aquellos hombres aún un poco torpe por la falta de energía –¿Quieren que vaya con ustedes? Entonces, atrápenme si pueden– retó con una sonrisa arrogante. Lanzó un par de bolas de fuego con a penas la suficiente fuerza para hacer algún rasguño, dándole la oportunidad perfecta de huir. Vio de reojo fugazmente según como se alejaba del consultorio de Big seguida por los perseguidores, despidiéndose en el silencio de él, sabiendo que nunca podrían estar juntos.
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Silver no pudo reaccionar ante la secuencia de sucesos que acababan de acontecer. La sensación de sus labios sobre los de él aún quemaba su alma. Escuchó los débiles estallidos de aquellas bolas de fuego, para luego escuchar varios pases alejarse. Silver corrió a la salida, siendo interrumpido por Sonic, quien obstruía su paso.
–¡¿Qué haces?! ¡Quítate de mi camino!– ordenó con desespere.
Sonic suspiró con pesadez negando con la cabeza –Si lo hago...– murmuró –, lo más importante para ella estará en peligro, y entonces, seremos dos los perseguidos, tú por su padre y yo por ella– habló el erizo azul esbozando una sonrisa.
En ese momento, con aquellas palabras, él entendió; si él iba tras ella lo único que haría sería poner en peligro su vida e incluso la de ella. Silver empuño sus manos con fuerza mordiendo su labio inferior con fuerza en un intento de no quebrarse.
–Esto no es justo...– refunfuño el erizo plateado con su voz casi ahogada.
–Es la vida que escogiste... y estás son sus consecuencias.
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Tuvieron que quedarse en aquel consultorio para que Sonic pudiera recuperarse por completo, dejando que los días pasaran. Sonic se recuperó casi por completo, sus heridas habían sanado y él estaba más que listo para irse de ahí.
Desde el día que Blaze se había ido Silver no había dejado su lado, pero que su cuerpo estuviera con él no significaba que su mente también; cada vez que lo miraba Silver siempre tenía esa mirada perdida y pensativa, casi ausente de sí mismo. Le preocupaba su amigo, pero sabía que lo que necesitaba era tiempo, además, él tenía sus propios problemas. Afuera había una eriza rosa que debía de encontrar. No sabía qué había pasado con ella después de aquel día y para ese entonces ya había pasado bastante tiempo.
Sonic sintió la brisa fresca rozar su rostro por primera vez en mucho tiempo, casi como una cálida caricia. Vio de reojo a Silver, quien yacía con su mirada perdida en las nubes que transitaban indistintamente en aquel cielo mañanero.
–Debo de encontrar a alguien...– habló Sonic fijando su vista al cielo por igual.
–A la eriza rosa, ¿No?– cuestionó estoico.
–Umm– asintió con la cabeza.
–Dime, ¿Qué es ella para ti?
Permaneció en silencio con su mirada fija en el horizonte, y sin duda en su voz respondió:
–Todo.
Nadie le había importado desde que su familia había muerto, pues nadie se lo había ganado; ese era el problema con los asesinos, terminaban viviendo vidas muy solitarias, en donde su mundo terminaba siendo sólo muerte, odio y tristeza; sentimientos a los cuales era fácil acostumbrarse y proyectar sobre las presas a las cuales debían de matar, pero cuando alguien traía ese sentimiento de cariño a sus vidas... era cuando se sabía que su carrera había terminado, cuando se sabía que su mundo muy pronto se volvería ese alguien que había podido abrirles el corazón con una mirada, con una sonrisa. Ese era el caso de ambos, él daría su vida si así fuera necesario para salvar a Amy, pues ella había ya hecho lo mismo por él, y Silver debía de dejar al ser más importante para él, tan sólo para asegurarse de que estuviera bien. No era una gran vida, pero era la que ellos habían escogido vivir, y debían de afrontarla.
–En ese caso, cuenta conmigo– habló el erizo plateado esbozando una sonrisa a penas perceptible.
–¿Seguro que podrás seguirme el paso?– sonrió divertido el erizo azul.
–Sólo hay una forma de averiguarlo ¿No es así?– habló Silver ampliando su sonrisa para verlo al fin.
Sonic le sonrió de regreso para verlo elevarse por las aires, alejándose de la azotea; Sonic bajó en un rayo azul corriendo lejos de la misma. Era hora de encontrarla.
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