El Secuestro


Vio su objetivo detenidamente. Del otro lado de la calle caminaba descuidado, cómo sus muchas víctimas –...Será fácil– musitó para sí mismo. La noche era oscura y silenciosa, las estrellas parecían ocultarse al saber del horrendo crimen que se cometería en ese lugar.

El hombre caminó por aquella calle desolada, algo paranoico por lo tarde que era ya. Escuchó un ruido en la calle y se alteró un poco, pero se tranquilizó al ver alguien con gabardina caminando en dirección contraría a la suya. Pasó a la par de él sin contratiempo hasta que escuchó algo:

–Lo siento– escuchó decir de quien pasaba a la par de él. Se detuvo confundido y lo volteó a ver algo extrañado –Pero debo de matarte– completó.

Sintió cómo empezaba a sudar frió y perdía todo color de su rostro. Se dio la vuelta rápidamente, pero al hacerlo sintió cómo algo lo haló de regreso. Un cuchillo en la garganta le impidió decir palabra alguna, pero fue el sentir cómo su piel se desgarraba lentamente y su sangre tibia y espesa bajaba por su garganta, lo que le hizo imposible emitir sonido alguno.

Lo sostuvo entre sus brazos hasta que sintió que dejó de hacer movimientos en un intento de librarse de su agarre. Observó cómo caía pesadamente manchando la acera de un color rojo carmesí.

–Rayos... Manché mi gabardina– dijo molesto –Espero que estés feliz.

Se alejó de aquel cuerpo que yacía sin vida en el pavimento. Llegó a su apartamento, se quitó la gabardina dejándola encima del sofá. Se adentró a la cocina dirigiéndose al refrigerador para tomar una agua gaseosa fría. Salió de la cocina y fijó su mirada al gran ventanal en donde los primeros rayos de luz empezaban a adentrarse en su humilde morada. La tranquilidad reinaba en lugar, hasta que un sonido lo perturbó. El teléfono.

–¿Sí?

Shadow, buen trabajo. ¿Ya viste las noticias? Estás en todas ellas.

–Jamás miro las noticias– respondió sin interés.

Cierto, lo había olvidado. Bien, descansa por hoy, tu nueva misión se te dará más tarde.

Colgó el teléfono desinteresado y decidió ir a descansar.

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La vio caminando en el parque como todas las tardes. No podía evitarlo, era una de las chicas más lindas y ricas del lugar. Hace tiempo que deseaba poder entablar una conversación con ella, pero no tenía nada de que conversar con ella, nada de lo que él quisiera hablar al menos. Dio un suspiro de resignación y se quedó viendo fijamente al cielo.

–Debes de olvidarla de una vez por todas– se dijo a sí mismo con un dejo de tristeza en su voz.

–Si sigues hablando solo empezaré a preocuparme.

–¡¿Sonic?!– exclamó asustado –¿Qué rayos haces aquí?

–Descansando ¿Y tú?, no, espera, déjame adivinar, viniste a ver a esa chica nuevamente.

–¿De qué hablas?– preguntó Silver desviando la mirada.

–Silver, te conozco, la vienes a ver desde hace algún tiempo.

–No puedo evitarlo– admitió desanimado.

–Entonces ¿Por qué no le hablas?

–Y qué se supone que le diga. 'Hola, soy Silver, ¡Ah! Y por cierto, soy un asesino en serie, pero espero que eso no afecte nuestra relación'.

Sonic río estruendosamente divertido provocando en su amigo una mirada molesta –A mí me convenciste– habló Sonic secando una lágrima sobresaliente de sus ojos.

–Ja, ja, ja muy gracioso.

–Bien, ya es tarde. Vamos, que debemos recibir nuevas instrucciones, y esta vez no pienso perderme la diversión.

–Ok, vamos.

Se levantó de aquella banca y empezó a caminar, pero no sin antes verla por última vez.

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Escuchó un sonido fuerte, eso lo hizo despertar de su sueño. Abrió los ojos abruptamente y con un bostezo de pereza se levantó de su cama. Escuchó de nuevo tocar la puerta escandalosamente y rodó sus ojos en forma de exasperación; odiaba que lo fueran a visitar en su apartamento, pero lo que más odiaba, era que fueran ellos quienes lo visitaban. Abrió la puerta de mala gana y los vio parados enfrente de ella.

–¿Qué hay, Shadow?– preguntó a modo de saludo el erizo azul.

–¿Estabas durmiendo?– preguntó el plateado.

–¿Y ahora qué rayos quieren?

–No seas cascarrabias, vinimos por la nueva misión ¿recuerdas?– señaló el erizo azul.

–Como sea.

Shadow se alejó de la puerta y se dirigió a la cocina por una taza de café y una aspira contra el dolor de cabeza.

–Escuché que te fue bien en la misión de anoche– dijo Sonic cerrando la puerta tras de sí.

–Como siempre– respondió Shadow con una sonrisa presuntuosa.

–Espero que esta vez me toque a mí, quiero algo de diversión.

–¿Y yo qué? Estoy pintando o qué, yo llevo tiempo sin recibir nada– reclamó Silver.

–¿Qué te puedo decir?, Sólo los mejores tenemos....

El teléfono sonó en ese momento, acallando la pelea entre los dos erizos. Shadow se acercó a él y lo puso en alta voz para que así todos pudieran escuchar.

Shadow, ¿Se encuentran todos allí?

–Por supuesto Egg– habló Sonic con una sonrisa.

Bien, me alegro. Tengo una nueva misión, sólo que será algo diferente a lo que están acostumbrados.

–¿A qué se refiere Doctor?– preguntó el erizo negro.

Esta vez, lo que tengo en mente es un secuestro.

–¡Wow! Espera un momento ¿Te refieres a dejar a la presa viva?

–Sí Sonic, a eso se refieren con secuestro– habló Shadow sarcásticamente.

–Eso le quita toda la diversión a lo que hacemos.

¡Pues esto no es para que te diviertas! Además, lo que obtengamos de esto será muy beneficioso para todos.

–No cuente conmigo para esto Doctor, yo soy asesino, no niñero.

–Estoy de acuerdo con Shadow– apoyó Sonic.

Los conozco a todos, y por eso creo que Silver es el más capacitado para esta misión. Silver la misión es tuya.

–¡¿Qué?!, ¡¿Por qué yo?!

–Fuiste el único que no dijo nada– puntualizó el erizo azul.

–Eggman, por el amor de las Esmeraldas Caos, estás más loco de lo que pensé si crees que yo haré algo como eso. Prefiero las cosas rápidas, que lo haga nuestro energético amigo Sonic– dijo señalando al erizo azul.

–No, yo no pienso secuestrar a nadie, es muy aburrido, que lo haga Shadow.

–Estás demente si crees...

¡Silencio! No les estoy preguntando si quieren. Silver, tú lo harás y punto. Shadow y Sonic te acompañarán por si necesitas de ayuda.

–¿Cree que el chico plateado no puede manejar un simple secuestro?– preguntó Shadow seriamente.

Esto es un poco más complicado de lo que parece. En fin, Silver, tu objetivo es una chica, su nombre es Blaze, Blaze the Cat.

–¡¿Qué?!– exclamó alarmado.

–¿Algún problema?

Shadow y Sonic lo observaron detenidamente, asombrados por la reacción de él al escuchar el nombre de aquella chica. Silver recobró la compostura y movió la cabeza hacia los lados.

–...No

Bien. Lo que tienes que hacer es secuestrarla y ocultarla en donde mejor te parezca. Yo me encargare del resto.

–¿Y luego?– preguntó Silver curioso.

La matas.

–¡A eso es a lo que me refiero!– dijo emocionado el erizo azul.

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Salió corriendo de nuevo. Estaba cansada de que todos la juzgaran por ser alguien diferente, no podía evitar ser lo que era, no podía controlarse por más que lo intentara. Ahora su familia había decidió llevarla a un internado lejos de todo –Es por tu bien– dijo su padre, pero ella sabía que era porque la querían lejos, lejos de todos y de todo.

Llegó al parque nuevamente, últimamente había sido el mejor lugar para desahogar sus penas. Cuando se sentía triste llegaba allí y se dedicaba a ver las nubes pasar desinteresadamente, era algo relajante, y aunque fuera por un sólo momento, la hacían olvidar de su cruda realidad. Secó sus lágrimas y vio al cielo, y por un momento envidió a las nubes que seguían su curso sin problemas.

La felina escuchó un ruido que la hizo estremecer. Se volteó y vio a un erizo plateado detrás de ella, quien la miraba seriamente. Blaze se sintió un poco intimidad por su mirada y empezó a caminar un poco para alejarse de él, pero al hacerlo vio a un erizo azul delante de ella con una sonrisa burlona, retrocedió un par de pasos y al hacerlo sintió cómo se topaba con alguien a sus espaldas, se dio la vuelta y vio de nuevo al erizo plateado.

–Tú vienes conmigo– le susurró.

Blaze sintió cómo la tomaba fuertemente del brazo e intentó liberarse, pero le fue imposible, él era muy fuerte.

–¡Suéltame!– ordenó ella, pero él no obedeció.

Silver tenía que dejarla inconsciente para que ella callara y no llamara más la atención de lo necesario, pero sabía que sólo podría si le hacía daño, y no quería eso. –¡Silver qué rayos esperas!, ¡Hazlo de una vez!– dijo el erizo azul impacientado, haciendo que Silver regresara a la realidad. Levantó su mano para darle un certero golpe detrás de la cabeza, y poderla sacar de allí de una vez por todas.

Blaze vio que lo que estaba pasando no era una broma, pensaban llevársela. –Suéltame...– comandó por último Blaze, pero con el resultado de la vez anterior. –Como quieras– Sus ojos adquirieron cierto brillo especial, dejando al erizo plateado atónito al ver lo que sucedía enfrente de él. Una gran explosión hizo que él la soltara y saliera volando varios metros de distancia. Blaze lanzó otra bola de fuego hacia donde estaba el erizo azul, pero él logró evadirla rápidamente, haciendo que ella lanzará innumerables bolas de fuego en un intento por alcanzar al erizo azul.

Silver abrió los ojos pesadamente y vio a aquella chica con sus manos en fuego, quemando todo sin control alguno. No creía lo que veía, sus poderes eran asombrosos y peligrosos. –¡Algo de ayuda no me caería mal!– gritó el erizo azul que, por el fuego que se estaba ocasionando, le era cada vez más difícil escapar de su atacante. Silver reaccionó elevándose y volando justo hacia donde ella estaba. Se acercó intentando evadir el humo que por periodos lograba cegarlo. La vio enfrente de él, pero ella rápidamente hizo una onda de fuego, que de no ser por un campo telequinetico que él creó en el momento justo, lo hubiera calcinado. A pesar de eso, la onda expansiva fue bastante fuerte cómo para alejarlo nuevamente de ella a varios metros de distancia. Silver volvió a caer al suelo pesadamente, lastimado por el impacto. Sonic, al igual que él, tuvo que alejarse para no ser consumido por las llamas.

Blaze cayó con una rodilla en el suelo, había usado en gran cantidad sus poderes, y ya estaba exhausta. Vio el fuego a su alrededor y empezó a pensar en algo para poder salir de allí sin verse afectada por el humo y demás. Blaze corrió a toda velocidad de aquel lugar, evadiendo las llamas con gran agilidad; pronto dejó las llamas atrás y vio que sus atacantes se habían quedado muy por detrás de ella, desubicados por las llamas y el humo. Hizo una sonrisa al ver detrás de ella –Que ingenuos...– musitó para sí con orgullo mientras continuaba con su carrera hasta que algo la hizo caer. Un disparo se escuchó en el lugar. Blaze sintió cómo algo le atravesaba la carne por atrás del costado derecho hasta atravesarla por completo y salir de su cuerpo. Cayó bruscamente sin poder evitar poner ambas manos en su herida, que ahora empezaba a sangrar.

–Q-Qué rayos....

Vio a un erizo negro acercándose a ella. Blaze intentó levantar una mano para poder lanzar una bola de fuego, pero al hacerlo él dio otro disparo atravesando su hombro, provocando que exclamara un grito de dolor. Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, no podía mover su brazo, y la herida de bala hacía que su sudadero lila empezara a cambiar a un color rojo sangre rápidamente. El erizo negro empezó a acercarse a ella nuevamente. Blaze levantó la mirada, la cual se encontraba algo empañada por las lágrimas que seguían brotando. Lo vio a los ojos, los ojos fríos y despiadados que sólo un asesino poseía.

Shadow vio a la gata tirada en el suelo, con una mano en su costado y con la otra inmóvil a sus pies. De nuevo volvió a apuntarle con el arma, pensaba en hacer un disparo más, tal vez en una pierna, de esa manera ella no podría correr y con la hemorragia que se produciría, perdería el conocimiento rápidamente. Cerró un ojo y apuntó a su pierna derecha, empezó por halar del gatillo cuando escuchó algo que hizo que se detuviera –¡Shadow, detente!– La voz de Silver hizo que bajara el arma. Vio al erizo plateado aterrizando enfrente de él rogando por no hacerle más daño a la chica que yacía en el suelo a punto de perder la conciencia. Shadow se hincó enfrente de la gata viéndola a los ojos una última vez, y con la culata del arma le dio un fuerte golpe en la cabeza haciendo que perdiera la conciencia definitivamente.

–A la próxima no tendré compasión– dijo viendo al erizo seriamente –Y te aconsejo que tu mates la tuya, no nos pagan por hacerles un favor a las presas.

Guardó su arma y caminó de ahí desinteresadamente. Silver vio a la chica que se encontraba sangrando en el suelo; a lo lejos escuchaba la sirena de los camiones de bomberos llegando al lugar. Tomó a la chica entre sus brazos y se elevó para alejarse de todos y buscar un lugar donde poder albergarla.

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Llegó corriendo esa mañana, se había quedado dormida, de nuevo. Tomó una dona del escritorio de su compañero y se la metió a la boca.

–¡Buenos días Agente Rose!

Escuchó decir a un policía del lugar. Amy saludó con una de sus manos y siguió su carrera para llegar a su escritorio antes de que su jefe se diera cuenta de que había llegado tarde. Vio en la oficina del Jefe de policías y vio que no habían rastros de él. Mordió su dona con tranquilidad y regresó a su escritorio.

–Llegas tarde– escuchó decir al tomar asiento.

–¡Tails! Me asustaste.

–Amy, ¿Cuántas veces debo de decírtelo? Tu horario de entrada es a las 8:30 am. en punto, no más tarde.

–Lo siento, es que mi despertador no sonó– se excusó con una dulce sonrisa.

–Ya da igual. Ven, que te tengo un nuevo caso– dijo Tails regresando a su oficina –Y de una vez llama a tu compañero.

–Sí jefe– dijo Amy con un saludo militar.

Amy se paró y empezó a buscar con la mirada a su compañero, quien parecía no estar en ningún lado. –¿Dónde se habrá metido?– se preguntó mientras lo buscaba con la mirada. Siguió así hasta que lo vio en la máquina dispensadora de café.

–Allí está– dijo para sí –¡Knuckles!

Knuckles vio a Amy haciéndole gestos con las manos del otro lado y una expresión de cansancio se posó en su rostro. Caminó para allá con lentitud, hasta llegar a donde estaba ella.

–¿Te cuesta mucho caminar al otro lado y hablarme como la gente normal?

–Deja de quejarte. Ven, que el jefe tiene una nueva misión para nosotros.

–Por fin algo de acción.

Caminaron hacia la oficina de Tails, entrando al mismo y tomar asiento.

–Bien, el día de hoy nos vino un nuevo caso, es el secuestro de la hija de uno de los más ricos empresarios del país.

–Bien, y quieres que la encontremos, pan comido– dijo Amy.

–No será tan fácil.

–¿A qué te refieres Tails?– cuestionó el equidna.

–Ella fue secuestrada por una organización de asesinos que trabaja en esta área.

–¿Te refieres a los que han estado asesinando gente los últimos años?– preguntó Amy.

–Sí, nos ha sido imposible conseguir información sobre ellos. Son calculadores, metódicos y nunca dejan nada atrás.

–Suena un caso difícil.

–Lo es, por eso, necesito que conseguían ayuda extra.

–¿A qué te refieres?

–Necesitamos gente que trabaje de la misma manera que ellos, de esa manera el juego estará igual.

–Creo saber quien puede cooperar– dijo el equidna.

–Mmm... Yo creo que puedo conseguir a alguien también– agregó Amy.

–Excelente, entre más mejor. Agentes, ya saben qué hacer, atrápenlos, cueste lo que cueste.

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