El Precio


Lo miraba intensamente, sólo quería verlo despertar, sólo quería disculparse con él por el error que había cometido. –¡Disparos!– escuchó Blaze a una de las enfermeras gritar –Llamen a seguridad– dijo aquella asistente de la salud para que después las alarmas sonaran estrepitosamente. Blaze vio a través de la ventana de la habitación reconociendo al erizo azul quien se encontraba abrazando fuertemente a una eriza rosa, frente a él un equidna rojo quien poseía un arma consigo, seguramente él había causado aquellos disparos. Blaze no sabía si salir a ayudar o quedarse en donde estaba, al final de cuentas, ella no estaba en peligro, ni Silver.

–¡No!, por fa--- – escuchó gritar a una enfermera y luego un silencio sepulcral. De nuevo muchas más de ellas gritaron. Blaze vio aquella enfermera, quien había curado amablemente sus muñecas por la puerta con una expresión de horror –¡Llamen a--- – un sonido sordo se escuchó para luego ver cómo su cuerpo caí abruptamente al suelo, y cómo un pequeño río de sangre empezaba a brotar de su cabeza. Blaze sintió de nuevo el horror recorrer su cuerpo y cuando pensó que nada podía ser peor vio a una sombra entrar al lugar, no tardó mucho en reconocerlo... era aquel erizo negro, el erizo que llamaban Shadow. Shadow entró con aquella mirada fría y asesina.

–...Traidor– habló viendo a Silver yacer inconsciente en cama. Levantó su arma apuntándola a la cabeza de aquel individuo, no merecía vivir después de lo que había hecho.

–¡NO!– escuchó gritar y una llamarada de fuego lo hizo refugiarse detrás de la pared de la entrada de la habitación. La presa parecía seguir con ellos, no se había percatado de su presencia por buscar al erizo plateado.

Shadow sacó de su bolsillo una brillante gema verde sonriendo maliciosamente. –¡Chaos Control!– gritó y con un destello apareció detrás de aquella gata lila, quien al sentir su arma en su espalda se congeló. –Da un solo movimiento y te mató aquí mismo– amenazó, pero su amenaza pareció ser en vano, ya que vio como el cuerpo de aquella chica empezaba a cubrirse por las llamas, si no hacía algo él sería consumido por las mismas.

La golpeó con fuerza justamente detrás de la cabeza haciendo que el cuerpo de la chica cayera fuera de la habitación por el impacto. Shadow se asomó al pasillo para cerciorarse que no se moviera más, y efectivamente, la gata había perdido el conocimiento. Shadow volteó a ver a Silver esbozando una sonrisa maliciosa 

–El día que más temiste ha llegado– habló macabro con aquella sonrisa pintada en su rostro. 

Escuchó disparos provenientes fuera del hospital, algo que hizo que su atención se desviara del erizo plateado; Shadow se acercó a la ventana de la habitación y logró divisar a Sonic con aquellos policías, lo había encontrado.

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Sonic la abrazó con fuerza sin poderlo evitar; tenía tan presente aquel día, a pesar de los años aún recordaba aquellas miradas sin vida de su familia. La sensación de impotencia, de saber que no podía hacer nada para remediar la situación.

–Amy– la llamó nuevamente en un intento de quebrarse.

–...Vete– la escuchó susurrar, aún estaba con vida.

–¡Aléjate de ella!– gritó el equidna disparando de nuevo.

Esta vez no contó con la misma suerte, logró evadir el disparo sin dificultad. Saltó a un lado aún con aquella eriza rosa en sus manos. Sonic estaba molesto, realmente molesto, por primera vez aquel deseo ferviente de matar con dolor y sin compasión se apoderaron de él; sintió tanta energía recorrer su cuerpo, sabía que matar al equidna no le tomaría nada de tiempo –"Será divertido– se dijo por sus adentros. Pero cuando decidió dejar a la eriza rosa en el suelo para ir con el equidna sintió una mirada intensa a sus espaldas, vio de reojo hacia el edificio blanco y ver a Shadow en una ventana. Los había encontrado y ya tenía a Blaze y a Silver, o eso asumió ya que estaba en la habitación de él. Notó como fijó su vista en la eriza rosa que él aún sostenía con empeño esbozando una sonrisa maliciosa, si no hacía algo se las vengaría con ella, él conocía a Shadow, si algo le gustaba era ver como los demás sufrían antes de eliminarlos. Amy pagaría las consecuencias de su error, a menos que la sacará de allí lo más pronto posible. En cuestión de segundos salió a toda velocidad de allí, necesitaba encontrar un lugar seguro para ambos, y más que nada, un lugar donde pudiera ayudarla.

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Le había disparado a su pareja por equivocación, nunca imaginó que Amy se interpondría entre él y un criminal. Esto era culpa del maldito erizo azul, Knuckles lo vio iracundo apuntando nuevamente hasta que él erizo hizo algo extraño. Tomó a Amy con gentileza abrazándola con gentileza ¿por qué hacía algo como eso? No podía apuntarle correctamente si no quería volver a lastimar a Amy. Knuckles cerró un ojo para apuntarle directamente en la cabeza cuando notó algo extraño, el color del erizo azul cambió abruptamente de un azul, se tornó en un negro incandescente, y por primera vez vio una mirada llena de maldad, una mirada que realmente lo asustó –"¿Qué le pasó?"– pensó confundido retrocediendo un par de pasos a la expectativa. Y cuando pensó que lo atacaría algo pareció llamarle la atención. El erizo azul vio de reojo a sus espaldas y aquel color oscuro empezó a desaparecer. Knuckles fijó su vista hacia la dirección de la de él y vio al erizo con el que había peleado antes, el erizo negro que casi lo mataba a golpes. Sonic tomó a Amy en los brazos para luego sólo ver un rayo azul a él marcharse del lugar

–¡AMY!– exclamó corriendo detrás de aquel rastro azul, pero fue inútil, como aquella vez, no pudo alcanzarlo.

–¡Knuckles!– escuchó a Rouge llamarlo, quien llegaba al escuchar la pelea.

–...Rayos– musitó resignando ante su perdía, y de pronto recordó otro peligro inminente –El erizo negro– dijo para sí.

–¿Qué?

–¡El erizo negro!– gritó corriendo de regresó al hospital.

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Abrió sus ojos con pesadez, el frío que había sentido antes había desaparecido casi por completo, pero no así el dolor de aquel disparo. Silver se sintió desorientado al ver en donde estaba ¿cómo había llegado allí? 

Se sentó con dificultad para distinguir a un erizo familiar. Unos ojos carmesí lo observaban con detenimiento y un escalofrío recorrió su ser, pocos seres lo intimidaban tanto como él lo hacía.

–Veo que despertaste– dijo Shadow recostado en la pared.

–Sha-Shadow...– habló Silver con cierto miedo en su voz.

–Tú sabes mejor que nadie que no le tengo paciencia a muchas cosas, pero generalmente las paso de largo... Pero hay algo que no puedo ignorar– explicó acercándose a él.

–Escucha, por lo que pasó en...–Un golpe en su mandíbula lo hizo callar.

Silver cayó al suelo abruptamente, sintiendo como aquella herida de bala se abría nuevamente haciéndolo exclamar un grito de dolor. 

–Eres tan sólo un traidor– murmuró Shadow molesto.  

Silver intentó levantarse, pero le era muy difícil por sus múltiples heridas, cuando algo lo alzó del suelo.

–En otras circunstancias te hubiera matado sin compasión, un disparo hubiera sido más que suficiente.

–¿Y por qué no lo hiciste?– retó Silver viéndolo desafiante. El erizo negro sonrió con malicia, acercándose lo suficiente para sentir su cálido aliento en su oreja.

–Porque la tengo a ella...– le susurró divertido.

Silver abrió sus ojos por completo y en su mente la imagen de Blaze se grabó con fuerza. Lo empujó telepáticamente haciendo que el erizo negro chocara contra la pared de metal; Silver cayó con una rodilla en el suelo aún se débil por la herida en su espalda, pero no le importaba, no permitiría que la lastimara. Alzó su mano con la intención de generar otro ataque pero la voz de él lo detuvo.

–¿Quieres liberarla?– preguntó Shadow viéndolo con frialdad, poniéndose se pie algo torpe.

–¿Qué?

Shadow tenía su atención, eso era lo que quería. Lo miró fijamente sonriéndole con maldad.

–¿Realmente crees que si logras matarme la salvarás?

–Nada pierdo con intentarlo– dijo con sus ojos brillantes y estirando su manos nuevamente.

–No sabes dónde está y no sabes qué pasará si yo no regreso.

Silver bajó su mano lentamente ante sus palabras. Él tenía razón, no tenía idea dónde podía encontrarse ella, o qué pasaría si él no regresaba, podría morir de hambre o incluso de algo peor. Apretó sus puños con fuerza mordiendo su labio inferior hasta ocasionar una herida superficial.

–¿Dónde está?– preguntó resignado.

–La pregunta no es dónde está, la pregunta es: ¿Qué harás para asegurarte que siga donde está?

–¡No te lo perdonaré!– vociferó acercándose al erizo negro y tomándolo por el cuello. –¡No te perdonaré si le tocas un sólo cabello!

Shadow se libró de su agarre fácilmente golpeándolo fuertemente en el estómago haciendo que él cayera de rodillas y escupiera sangre por la boca

–No te equivoques, no te tengo miedo y si así lo deseo, puedo matarte sin problemas... y eso tú lo sabes. No creerás que tus malditos poderes te dan una ventaja sobre mí, ¿o sí?

El erizo plateado empuño sus manos con fuerza, sabía que Shadow tenía razón, no existía una ventaja para él, ni tampoco para Shadow, se podría decir que tenían el mismo nivel sólo que se especializaban en diferentes áreas; pero había un problema, Shadow poseía algo que a él le importaba mucho y eso de por sí, ya era una desventaja, sin contar su herida de bala.

–¿Qué es lo debo de hacer?– preguntó entre dientes.

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La lluvia empezó a caer, y lo que era una pequeña brisa pronto se convirtió en una tormenta. El cielo se volvió gris y las calles solitarias. Sonic llegó a aquel barrio desolado tocando aquella puerta de color rojo con cierto apuro, no tenía tiempo que perder. Escuchó como quitaban el cerrojo de la puerta y la abrían con cuidado.

–Necesito tu ayuda– dijo el erizo azul.

–¿Sonic?– llamó ella un poco perpleja por verlo en su puerta –¿Qué fue lo que te pasó? y ¿Ella quién es?– preguntó desconcertada.

–Por favor... Tikal, te necesito.

Tikal observó aquella mirada de suplica y sin hacer más preguntas asintió con la cabeza.

–De acuerdo, pasa.

Entró al lugar apresuradamente, sintiendo como la temperatura del cuerpo de ella empezaba a descender. 

–Ponla allí en el sillón– dijo la equidna. 

Sonic asintió con la cabeza mientras Tikal se introducía a una de las habitaciones rápidamente, buscando algo. Caminó hacía aquel sillón y la recostó con suavidad. Tomó su mano por un momento y sintió cómo ésta se enfriaba con rapidez.

–Hazte a un lado– ordenó ella llegando –¿Qué le pasó?– preguntó viendo la sangre que brotaba de su pecho.

–Un disparo.

–¡¿Un disparo?! Sonic, esto es una situación delicada ¿Por qué no la llevas a un Hosp....

–¡Porque allí le dispararon!– exclamó frustrado –Por favor... eres mi única esperanza.

–Bien– dijo con suspiro –Haré lo que pueda, pero tendrás que buscar unas cosas para mí.

–Sí, lo que sea.

–Necesito morfina o algo que sirva para aliviar el dolor y pinzas, tú sabes, las de hospital para poder sacar la bala.

–Bien, no me tardaré nada– dijo yendo a la puerta.

–Sonic... No sé si pueda salvarla– habló la equidna con cierta tristeza para observar a la eriza frente a ella.

–Tienes que intentarlo...

Sonic salió de la casa yendo directamente a un centro médico, no tenía tiempo que perder.

Sonic conocía a Tikal hacía un tiempo atrás, él la había salvado sin querer. Tenía que matar a una persona en particular, un enemigo de Eggman; lo buscó en su residencia terminado el trabajo en un par de minutos. Cuando terminó su trabajo y pensaba en irse escuchó a alguien en una habitación continua –"Sin testigos"– le dijo Eggman con gran énfasis, y eso era lo que él planeaba hacer. Sonic llegó a la habitación donde provenía el ruido, pero cuando intentó entrar en la recámara se dio cuenta que estaba muy bien asegurada; sonrió ante la idea de que pensaban que eso podría detenerlo. Rompió la puerta en dos y allí fue cuando la vio, una equidna roja con sus ropas medias puesta y llorando sin consuelo. Sonic no entendió nada, hasta que vio cómo ella se abalanzó contra él y lo abrazó fuertemente –"¡Gracias!, ¡Gracias por salvarme!"– gritó ella. Después de que ella se calmara y él notara que no era una amenaza potencial ofreció llevarla a casa, no muy convencido con la idea. En el caminó ella le explicó que llevaba un mes secuestrada en esa casa y ya que no tenía familia, nadie sabía que ella había desaparecido, excepto por sus Chaos. Él no emitió palabra alguna mientras ella contaba la historia de lo que había vivido, no le interesó del todo hasta que escuchó algo que lo hizo detenerse y dudar de su decisión de 'Salvarla' –"Sé que eres un asesino..."– le dijo. Ahora sí debía de deshacerse de ella "...No te preocupes, yo no diré nada. Te debo mi vida y un día te pagaré lo que has hecho por mí"– aclaró con una gran sonrisa. Él estuvo de acuerdo, pero nunca le comentó a nadie de ella. A veces, cuando estaba herido iba con ella y ella lo ayudaba, eran raras las ocasiones, pero lo hacía. Se podría decir que eran casi amigos.

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Abrió sus ojos rápidamente, sintiéndose desubicada. Blaze colocó una mano en la parte trasera de su cabeza sintiendo un fuerte dolor de cabeza y al hacerlo escuchó un tintineo, se vio de nuevo las muñecas y notó unas cadenas, éstas le sujetaban las muñecas, las cuales estaban pegadas en el suelo. Intentó liberarse de ellas pero no pudo, ni siquiera pudo hacer una pequeña llama.

–¿Por qué?– se dijo así misma. Luego los vio, aquellos brazaletes brillantes pero estos eran nuevos. –¿Cómo...

–Has sido un verdadera molestia desde que te conocí– escuchó decir.

Volteó a ver a todos lados. Vio que estaba en una celda con barrotes y detrás de ella se encontraba el erizo negro, aquel erizo que la había golpeado fuertemente detrás de la cabeza. Shadow la vio con aires de superioridad, como siempre lo hacía. Blaze vio de nuevo hacia los lados y notó que Silver no se encontraba en ningún lado, algo que la hizo asustarse como nunca ¿Él le habría hecho algo a él?

–¡¿Dónde está él?!– gritó acerándose tanto como sus cadenas se lo permitieron.

–¿Preocupada?

–¡¿Qué le has hecho?!

–Realmente te preocupas por él ¿No es así?

–¿Eh?– replicó confundida –...Yo, no, yo sólo... yo sólo le debo mucho. Sólo quiero saber que estará bien– respondió Blaze desviando la mirada.

–Bien, te propongo algo: Puedes salir de aquí, dime que es eso lo que quieres y yo mismo te quitaré aquellas esposas– dijo enseñando aquella llave que tenía en su cuello.

–¿Qué?– preguntó incrédula –Pero, por...

–¡O!– dijo rápidamente –Puedes elegir salvar su vida– dijo con una sonrisa maliciosa.

–¿De qué hablas?

–Puedes escoger salir de aquí y jamás volvernos a ver para regresar a tu vida normal– indicó Shadow con una expresión de aburrimiento –O puedes salvarlo a él. Es su vida o la tuya. Si escoges la de él, nada malo le pasará, pero tú no verás de nuevo la luz del sol, y ten por seguro que tendrás una muerte lenta y dolorosa– explicó esbozando una sonrisa de maldad –Es tu elección, tu vida o la de él, elige.

Nunca se había preocupado por nadie más que no fuera ella, nunca había tenido qué, siempre había sido sólo ella, era realmente muy sencillo vivir de esa manera; pero por primera vez se preocupaba por alguien, por su bienestar. ¿Qué debía de hacer? ¿Irse y olvidar todo? o ¿escogerlo a él y morir allí lentamente?

–Yo...

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Caminó por los jardines para encontrar a Dalia y a Knuckles y después de dar vueltas sin sentido logró divisarlos. Dalia estaba sentada con su vista perdida. Tenía su brazo izquierdo con yeso y el otro con vendas. También tenía una venda que cubría su frente y varios hematomas en su cuerpo y algunos en su cara. Amy logró divisar a Rouge quien hablaba con Knuckles, todos se miraban serios.

–¡Knuckles!– llamó ella llegando al lugar.

–Vaya Agente Rose, veo que encontró un espacio en su agenda para verme– dijo con sarcasmo la gata gris.

–Amy, ¿Dónde has estado todo este tiempo?– preguntó el equidna un poco molesto.

–Lo siento, pero me tarde en venir porque...

–Me refiero a dónde has estado desde aquella noche. Se supone que eres mi compañera y yo tuve que ir solo a revisar que Dalia estuviera bien, tuve que revisar este caso sin tu ayuda ¡¿Qué rayos pasa contigo?!, ¡Somos un equipo!

–Lo sé, lo siento, yo sólo he estado viendo otras cosas y...

–Como a Sonic the hedgehog– interrumpió la gata gris.

–¿Qué?– preguntó Knuckles. –¿De qué hablas?

–¿Acaso no te ha contado nada? La razón por la cual ha estado tan ocupada es porque se ha visto con ese erizo azul.

–¡Eso no es cierto!- mintió la eriza.

–"Te propongo un juego... Encuéntrame si puedes"– citó Dalia –¿Te resulta familiar esa frase?

–¿Cómo...

–La leí– interrumpió –Al igual que él, es más, yo estaba con él en el momento que él fue a verte.

–¡Amy qué demonios pasa contigo!– regañó Knuckles –¡Te estás viendo con el asesino!

–¡¿Y si es así qué?! ¡Es mi vida!

–¡Y es nuestro caso! ¡Él es el responsable de la situación de Vector y de las muertes de saber ni cuantos más!

–Lo sé... pero, tal vez él está...

–¡Es un asesino sin corazón! ¡Él te está utilizando! ¿No lo ves? No le importas, sólo te usa a su conveniencia y cuando sientas te matará a ti también.

–No, él...

–¡Reacciona Amy!

Ya no dijo nada más, es posible que él tuviera razón pero ella no lo dejaría solo, ella quería ayudarlo, ella quería confiar en que él estaba equivocado. Se dio la media vuelta y se fue muy molesta de allí, no quería seguir escuchando aquellas palabras.

–¡Espera, Amy!– lo escuchó llamarla.

No quiso detenerse, prefirió seguir con su camino, estaba muy molesta por todas aquellas palabras. Mientras caminaba de regreso al edificio lo vio, parado allí viéndola. Amy fue hacia donde estaba él, quería saber qué era lo que él hacía allí. Pero antes de que él le diera una respuesta clara vio a Knuckles a las espaldas de él. Había rodeado el jardín para poder alcanzarla, luego lo vio sacar su arma y cargarla. 

Knuckles odiaba a Sonic por lo que le había hecho a Vector, y ahora lo mataría sin dudar.

–¡NO LO LASTIMES!– gritó y luego...

*BANG*

Abrió sus ojos de golpe al recordar el dolor y la sensación de ardor en su pecho. Intentó levantarse pero le dolía demasiado el pecho para siquiera sentarse. 

–No te levantes, aún se está cerrando tu herida, si lo haces puedes abrirla– le dijo una equidna roja. Amy observó una equidna con una expresión amable guardando un par de cosas. Observó a su alrededor y notó que estaba en una casa pequeña, posiblemente la de ella. –¡Ya despertó!– la escuchó gritar a la nada. 

No entendía a quién le gritaba, hasta que lo vio entrar a la sala, era él, era Sonic.

–Bien, los dejaré solos- dijo ella por último saliendo de allí.

–¿Dónde estoy?– preguntó Amy confundida.

–Estamos en la casa de Tikal.

–¿Qué hago aquí? ¿Dónde está Knuckles?

–No está aquí– respondió Sonic seriamente.

"¿Me secuestró?"– pensó de pronto –¿Soy tu prisionera?- inquirió Amy desviando la mirada.

–¿Por qué te secuestraría?

–No lo sé, dímelo tú.

–No seas ridícula, sin la orden yo no puedo hacer eso– explicó sin interés.

–Entonces trabajas bajo las órdenes de alguien más– habló Amy con un tono de alegría en su voz –No es realmente como si fuera tu culpa.

Sonic arqueó una ceja, no entendía a qué se refería con "su culpa" y por qué se miraba tan contenta porque él trabajara para Eggman, él no le encontraba nada de bueno, no para ella en todo caso.

–¿Mi culpa? ¿De qué estás hablando?

–Es decir, tú no quería matar a esa gente ¿cierto? Tú sólo seguías órdenes ¿cierto?

Aquella mirada tan inocente lo hizo sentir un poco incómodo. Él jamás obedeció órdenes porque no tuviera otra opción, sino porque a él le parecía divertido todos aquellos retos. 

–Para ser policía eres muy ingenua– dijo sin interés. 

Su mirada cambió con ese comentario, entristeciéndola. Sonic resopló molesto alejándose de ella.

–Olvida eso quieres, yo quiero saber algo ¿Por qué salvaste mi vida?– preguntó Sonic sin darle la cara en ningún momento.

–No lo sé– respondió desviando la mirada –"Knuckles tenía razón... él sólo es un asesino, no hace las cosas porque no tiene opción, sino porque quiere" – pensó cabizbaja.

Amy sintió como sus lágrimas empezaban a acumularse ¿Por qué le afectaba tanto eso?

–A qué te refieres a que no...– calló al notar algo en el rostro de ella –¡Espera! ¡¿Por qué estás llorando?!– preguntó alarmado.

– "Entonces debo de arrestarlo y tratarlo como cualquier criminal"– pensó con pesarNo, por nada – respondió aún derramando lágrimas.

–No, espera –dijo acercándose a ella –No llores más.

–¿Por qué te importa?– preguntó Amy secando aquellas lágrimas con brusquedad.

–N-No, no es que me importe, es... ah... bueno, es sólo que no me gusta ver a los demás llorar.

–¿Nunca viste a alguna de tus víctimas llorar?– preguntó ella con unos ojos tristes y serenos.

Calló en ese momento. Claro que había visto a sus víctimas llorar, pedir compasión o perdón, pero jamás le habían importado. Sonic nunca tuvo mucha empatía, siendo un asesino no podía tenerla, pero con ella... con ella todo era diferente, él sólo no quería verla triste.

–"¡Oh no!, ¡Me estoy convirtiendo en alguien como Silver!"– pensó alarmado alejándose de ella –No, no puede ser– dijo asustado. La eriza rosa lo observó con confusión, por qué se mira tan alarmado y asustado –¡Sabes algo, no me importa si lloras o no!– vociferó –Ni tampoco me interesan los motivos por el que lloras, has lo que quieras, no es como que me afecte o algo.

Sonic salió de la sala muy molesto consigo mismo, ignorando la presencia de ella. No le gustaba en lo absoluto la idea de que alguien le podía importar. 

–¿Por qué le mientes?– escuchó decir en el comedor. 

Sonic fijó su vista en otra de las habitaciones de aquella casa y caminó hacia ésta; en ella vio a Tikal tomando una taza de té.

–¿Ah?

–¿Por qué le mientes?– repitió ella.

–Yo no le mentí– aseveró con un dejo de mentira en su voz.

–Si realmente no te importara no hubieras acudido a mí para ayudarla, no hubieras hecho hasta lo imposible para conseguir lo que te pedí y no te hubiera importado en lo más mínimo si hubiera muerto.

–Sólo quería preguntarle algo y muerta no me servía.

–¿A sí? Y se puede saber que podía ser tan importante, si es que en serio existía una pregunta.

–¡Claro que existe una pregunta!– replicó molesto –¡Quería saber por qué rayos salvó mi vida!

–Ella... ¿Salvó tu vida?– preguntó asombrada.

Sonic le desvió la mirada sintiendo sus mejillas sonrojar, había dicho demasiado. Tikal lo vio con cierta dulzura, no podía creer que por fin aquel corazón tan frío se estuviera descongelando. Cuando Sonic la había salvado aquella noche, ella sabía que nunca había sido su intención. En algunas oportunidades había hablado con él y sobre de lo que pensaba acerca de su "trabajo" y él siempre sonreía y le decía lo mismo: –No hay nada más emocionante que esto– Existieron un par de veces en las cuales intentó persuadirlo para que dejará aquella vida criminal, pero él jamás le dio importancia a sus palabras –Yo sólo me preocupo por mí y nadie más– le decía con orgullo. Tikal terminó pensando que jamás nadie lograría acercarse lo suficiente a él.

–Saldré– dijo Sonic yendo a la puerta.

–¿Adónde vas?

–¡No es tu problema!– exclamó cerrando la puerta fuertemente detrás de él.

Tikal suspiró en señal de frustración. Era obvio que estaba de mal humor. Fue con la eriza que descansaba en aquel sillón para notar aquella mirada triste en sus ojos.

–¿Necesitas algo?– preguntó Tikal con una gran sonrisa. La eriza rosa sólo movió la cabeza a los lados, en señal de negación sin verla directamente. –Él es alguien especial para ti, ¿verdad?

–¡Ah!, ¡no, para nada!– negó rápidamente moviendo sus brazos de un lado a otro. –¡Es sólo un criminal que debo de capturar!

–¿Eres policía?

–Sí...

–¿Y por qué le salvaste la vida?

–Yo sólo... yo sólo quiero ayudarlo– respondió haciendo que sus mejillas se ruborizaran. Tikal rió por lo bajo captando su atención, no entendía lo gracioso.

–No puedo creer que te hayas enamorado de un asesino- dijo con una sonrisa.

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