Aliados
Abrió sus ojos con dificultad, tenía un dolor punzante en su costado y otro mayor en el hombro. Hizo un pequeño sonido de dolor al intentar levantarse, pero éste se hizo mayor cuando sintió cómo la herida del costado volvía a abrirse al intentar sentarse; sintiendo cómo su piel volvía a desgarrarse por dentro haciendo que la sangre volviera a brotar.
–¡Demonios!– gritó Blaze con fuerza, arqueando su espalda por el dolor.
Puso ambas manos encima de su costado para así detener la hemorragia. Sintió de nuevo un dolor punzante en el hombro, haciendo que se mordiera el labio inferior para no gritar nuevamente. Los dos disparos de bala la matarían poco a poco si no se curaba las heridas adecuadamente.
–Veo que despertaste.
Blaze elevó su cabeza y vio al erizo plateado, el que había llegado al parque sólo para secuestrarla. –¡TE HARÉ CENIZAS!– gritó eufórica. Como pudo quitó de su herida una de sus manos y se preparó para crear una bola de fuego y así carbonizar a su secuestrador, sin embargo, no pudo hacer nada, no pudo lanzar un ataque contra él; lo intentó nuevamente pero le resultó imposible. Blaze vio su mano, manchada con sangre, sin poder entender con exactitud por qué sus poderes no parecían funcionar más.
–No te molestes– habló el erizo plateado acercándose a ella con una caja.
–¿Qué?
–Tienes puestos unos brazaletes especiales, los cuales evitarán que nos vuelvas "cenizas" como tú dices.
Blaze se vio detenidamente las muñecas y notó unos pequeños brazaletes de un color azul verdoso que brillaban paulatinamente. No entendía exactamente cómo algo como eso podía evitar que ella usara sus poderes, pero eso dejó de importarle cuando empezó a sentirse mareada, su hemorragia estaba saliéndose de control y el dolor que ésta le infligía igual. Posó sus manos nuevamente en la herida, intentando no llorar por la agonía que ésta le producía.
Silver se acercó a ella percatándose de lo mucho que sufría por las heridas de bala ocasionadas por su compañero. Abrió la caja que tenía en sus manos y sacó una aguja e hilo de la misma, después de eso sacó una toalla que dobló lo mejor que pudo. La gata lo observó extrañada y algo temerosa.
–Toma– dijo dándole la toalla –Muérdela.
–¿Qué?– preguntó Blaze sin entender
–Esto te va a doler– indicó Silver insertando el hilo adentro de la aguja.
–¡¿Qué piensas hacerme?!
–Si no suturo esas heridas, jamás sanarás, hay que limpiarlas y cerrarlas– habló Silver por último sacando una botella de licor de aquella caja.
–¿Qué?, ¿Piensas embriagarme para que no sienta la aguja?– preguntó Blaze al ver la botella.
–Es lo más parecido al alcohol medicinal que hay por aquí, servirá para limpiar y lavar la herida.
Blaze no emitió palabra alguna, entendió muy pronto que todo el procedimiento para poder curarla se le haría sin un gramo de anestésico, nada que evitara que sintiera el dolor o al menos disminuyera.
–Bien, empecemos.
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–¿Piensas ir en busca de Rouge?– preguntó Amy.
–Sí. Es la mejor roba tesoros que conozco, una misión como esta será pan comido para ella– concordó Knuckles.
–¿Y qué te hace pensar que querrá colaborar con nosotros y nuestra noble causa?– preguntó Amy en forma de sarcasmo.
–Tails dijo que daría algo a cambio de sus servicios, supongo que cuando sepa que ganará algo con todo esto aceptará.
–¿Supones?– inquirió ella arqueando una ceja.
–¿Y exactamente a quién buscarás tú?– preguntó Knuckles ya algo irritado por tantas preguntas.
–Tuve un caso hace un par de meses atrás, era alguien con las aptitudes de Rouge en el robo, sólo que menos discreta.
–¿Y sabes dónde encontrarla?
–Tengo una leve idea de donde puede estar.
–Bien, ya sabes qué hacer. Nos vemos a las seis, y Amy, esta vez no llegues tarde.
–No te prometo nada– respondió la eriza sonriendo.
Amy se metió a su vehículo, saliendo de la estación de policía y yendo al encuentro de aquella ladrona. Knuckles por su parte hizo lo mismo, tomó su motocicleta, se puso su casco negro y salió en busca de Rouge.
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Mordió fuertemente aquella toalla al sentir cómo la aguja atravesaba su herida, que se encontraba en carne viva. Ahogó un grito en la misma y apretó su puño fuertemente.
–Bien, creo que será todo– dijo el erizo plateado cortando el hilo –Intenta no hacer ningún movimiento brusco o las heridas se volverán a abrir.
Blaze dio un leve suspiro intentando no pensar mucho en el dolor que sentía en su costado y en su hombro. Vio de nuevo a aquel erizo, y éste le regresó la mirada, y por un momento ambos se vieron a los ojos detenidamente. Blaze notó que la mirada de él no era como la del erizo negro, no parecía tener una mirada fría y con ansias de sangre.
–...¿Por qué hiciste esto?– preguntó seria.
Silver no dijo nada al respecto. Tomó las cosas que había llevado y las colocó nuevamente en aquella caja –Descansa– dijo por último saliendo de la habitación y cerrándola con llave.
Silver caminó por aquel pasillo y llegar así al comedor. Sacó aquella botella de licor y tomó un trago largo de ella, le hacía falta. Aún no podía creer que la hubiera secuestrado, que la chica que por tanto tiempo él había admirado en secreto estuviera en la otra habitación recuperándose de aquellas dolorosas heridas de bala.
–Veo que matas el tiempo con un poco de licor– dijo Sonic de buen humor.
–Sí...
–Es cambio de turno, ve a descansar un poco a casa, yo la cuido.
–De acuerdo– dijo dirigiendo la mirada a la habitación de ella permaneciendo en silencio.
Sonic suspiró pesadamente, a pesar de que no conocía nada sobre ella, sabía que él sentía algo por ella. Sonic era el único que lo sabía, y por el bien de Silver así debería de ser; si Eggman o, incluso Shadow, se enteraban de los sentimientos que él poseía por ella, le podían hacer algo a ella o peor aún, a Silver.
–No puedo creer que te guste la presa...
–Por favor, no digas nada– dijo el erizo plateado en tono de suplica.
Sonic suspiró desinteresadamente y asintió con la cabeza. Silver le dio una sonrisa en especie de agradecimiento y salió de la casa, esperando que todo estuviera mejor para mañana.
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Llegó a uno de los barrios más problemáticos de la zona, siempre se encontraban chicos problema allí, pero nunca peligrosos para la sociedad. Caminó en busca de aquella chica, que esperaba con todas sus fuerzas que estuviera allí, ya era el quinto lugar que visitaba.
Todos en el lugar la dejaban pasar, su sólo uniforme intimidaba; en eso la vio, recostada contra el paredón viendo todo. Se acercó a ella y se vio reflejada a través de sus goggles. Ella hizo una burbuja con su goma de mascar y luego le sonrió divertidamente
–Agente Rose, tiempo sin verla–habló indiferente. La gata se estiró levemente, y se acomodó nuevamente en su lugar. –¿Qué la trae por aquí?
–Te tengo una propuesta– dijo Amy parando enfrente de ella.
–¿Una propuesta? Eso suena interesante.
–Necesito de tu ayuda para atrapar a unos criminales.
–¿En serio?– preguntó sin interés y haciendo otra burbuja con su goma de mascar –¿Y ganaría yo algo con todo esto?
–Sí, serás recompensada.
–¿Qué puedes tener tú, que yo no pueda robar?– cuestionó divertida.
–Que tal, una Esmeralda Caos.
La gata la vio con más interés que antes. Se quitó los goggles dejándolos caer suavemente en su pecho. Sus ojos lilas observaron con detenimiento a Amy y Amy hizo lo mismo con ella. La gata vio a Amy de pies a cabeza, viendo su uniforme completo. Amy, vestía unas botas negras, una falda de paletones azul y una blusa formal blanca con corbata negra, y claro está, la insignia de policía en ambos lados de la blusa, un uniforme impecable, como siempre. Amy la vio a de pies a cabeza por igual; su pelaje gris, su pelo corto tan sólo con un fleco que casi le tapaba los ojos, parecido al de ella. En su oreja izquierda tenía dos aretes púrpuras, una bufanda bastante larga que le llegaba casi hasta su cintura, una blusa púrpura, que dejaba ver su abdomen, con una dalia negra en el extremo superior izquierdo, unos pantalones del mismo color con una dalia negra al final de la pierna derecha. Vestida para correr, o al menos eso pensaba Amy.
–Me parece que tiene una propuesta interesante Agente Rose.
–¿Cuento contigo... Dalia?
–The Black Dalia– corrigió ella –Yo diría que me has convencido.
–Genial, debemos de ir a la estación de policía– dijo caminando de regreso a su automóvil –Vamos.
–¿En eso?– preguntó Dalia viendo con desprecio el vehículo –No gracias, yo viajo en algo más veloz.
–¿Ah?
–Yo y mi Extreme Gear te seguiremos, o mejor dicho tú puedes seguirnos a nosotros.
–Sólo vamos– respondió ya exasperada.
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Estaba de mal humor, no entendía por qué rayos tenía que ir a ese lugar, la misión había sido de Silver, pero según Eggman todos deberían de colaborar ya que esto era algo diferente, no era un simple asesinato, era el secuestro de una chica con increíbles poderes. No le gustaba tener que cuidar potenciales presas, es más, se había rehusado totalmente, pero decidió ir al final sólo porque Eggman le había dado la autorización de matarla si ella hacía algo que a él no le pareciere; Shadow no se opuso, de esa manera pasaría el día un poco más tranquilo. Se turnarían un día cada uno, así sería menos cansado.
Shadow llegó a aquella vieja casa en el interior de los suburbios y entró dando un suspiro de cansancio, en serio no quería estar ahí. Al entrar vio al erizo azul tirado en el sofá con la cabeza en el suelo y las piernas en el respaldo, tirando un pequeña pelota de goma contra la pared del lugar.
–¿Qué rayos haces?– preguntó Shadow al verlo.
–¡Por fin! Me estoy muriendo del aburrimiento.
–¿Y la chica?
–Sigue en su habitación sin decir palabra alguna, extraño para alguien que ha sido tomada por la fuerza.
–Mmm...
-Como sea, yo ya me largo de aquí. No se te olvide alimentarla.
–¡¿Aún no lo has hecho?!
–¡Nah! Te deje la diversión a ti, hasta luego– dijo Sonic corriendo fuera del lugar.
Hizo una expresión de molestia y se dirigió a la cocina, muy molesto. Sacó algo que parecía casi comestible y lo sirvió en un plato hondo –Con esto al menos no morirá de hambre– dijo Shadow con una sonrisa algo maliciosa. Se dirigió a la habitación de ella y abrió la puerta con algo de precaución, lo último que necesitaba era un intento de escape, con el humor que se traía la mataría sin dudar. Al entrar a la habitación la vio sentada sobre aquel colchón con la vista perdida en aquella ventana con barrotes que se encontraba encima de ella. –Come– ordenó tirando el plato de comida al suelo. La gata lo vio con algo de repulsión, estiró su mano derecha para alcanzarlo, y luego acercárselo a la nariz para poderlo oler. A Shadow en lo personal no le importaba si le parecía apetitoso o no, pero notó algo que sí le llamó la atención; observó detenidamente el brazo de aquella chica y notó que su herida había sido suturada y limpiada, alguien le había curado la herida del brazo. Bajó la mirada y vio que su abdomen estaba igual, se estaba recuperando de los impactos de bala. Empezó a analizar las cosas un poco, y por la manera de la sutura supo que ella jamás hubiera podido hacer algo como eso, no con lo que había en la habitación; sólo alguien del exterior pudo haberla ayudarla. Sonic jamás haría algo como eso, era demasiado impaciente y torpe con las manos, sólo le restaba uno...
–Silver...– dijo con molestia.
La chica levantó la mirada y vio de nuevo los ojos de su perpetrador, tragando pesado al notar que era el erizo que la había herido tan salvajemente. Él no se quedó por más tiempo y salió de la habitación, cerrando la puerta con gran fuerza al salir. Ella no entendía muy bien que había pasado, por qué de repente se había molestado de esa manera al verla, y más aún ¿Quién era Silver?
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Llegó antes de la hora estipulada, pero conociendo a su compañero no le importaría. Silver entró al lugar y todo se miraba muy desolado, como sin nadie estuviera ahí. Le pareció algo bastante extraño; dejó su sudadero encima del sillón y caminó por el lugar sin ver a nadie, la única forma de que Shadow dejara alguna misión era sólo si la víctima o presa, como ellos le decían, hubiera muerto –¡No puede ser!– dijo alarmado. Corrió a la habitación de la chica y entró abruptamente, al hacerlo la vio con los ojos cerrados sobre aquel colchón. Silver corrió hacia ella y la sostuvo entre sus brazos, pensando que sostenía el cadáver de aquella gata de pelaje lila.
–...No puedo creerlo– dijo en un tono un poco triste.
Abrió los ojos y vio unos ojos dorados enfrente de ella, para luego distinguir un rostro, era aquel erizo plateado quien tenía una mirada triste haciéndola exclamar una grito ahogado. El erizo pareció reaccionar, y asustarse a su vez al escucharla y verla moverse, soltándola en ese momento. –¡Estás con vida!– gritó él alejándose de ella. Blaze agradeció que había caído sobre el colchón, no quería más heridas. Blaze lo vio algo asustada, no entendía a qué se refería ¿no debería de seguir con vida? Se quedó muy confundida, hasta que vio aquel plato a medio comer.
–...Tenía veneno– dijo viendo aquel plato –No puede ser, ¡Me envenenaron!– gritó poniendo sus dos manos sobre su cuello.
–¿Qué?... No, claro que no.
Blaze exhaló un suspiro de tranquilidad y vio de nuevo al erizo que aún se miraba desconcertado por que ella estuviera respirando.
–Entonces...– dijo ya más tranquila –¿Por qué debería de estar muerta?
–Porque él, es decir, tú no... yo pensé que...
Blaze lo vio muy confundida, no entendía nada de lo que intentaba decirle, y más aún, ¿por qué se miraba preocupado porque ella hubiera muerto? El erizo puso una mano sobre su cabeza en un intento de entender las cosas.
–Sabes que, no importa– dijo saliendo de la habitación y cerrándola tras de sí. Silver se recostó por un momento sobre aquella puerta y dio un suspiro de alivio.
–¿Preocupado?– escuchó preguntar en un rincón oscuro. Silver se levantó precipitadamente viendo salir a Shadow de entre las sombras con unos ojos asesinos.
–...No, no sé de que hablas– respondió desviando la mirada. Shadow tomó a Silver por la camisa levantándolo de la misma y empujándolo fuertemente contra la puerta.
–Te lo pondré de esta manera, una vez que paguen el dinero que pedimos tú la matarás y yo estaré ahí, viendo que lo que hagas– dijo fría y amenazadoramente –Titubea por un momento y yo te daré a ti el tiro de gracia ¿entiendes?– amenazó.
–No entiendo por qué me dices todo esto, tú sabes que...
–¡Tú fuiste quien sanó sus heridas!– interrumpió Shadow exaltado. Shadow le quitó a Silver una de sus manos y la puso en su garganta cortándole la respiración. –La matarás al finalizar esta misión, de lo contrario yo la mataré enfrente de tus ojos, para luego darme el gusto de quitarte la vida por traidor.
Shadow soltó a Silver después de ese comentario y salió de aquella casa, dejando muy en claro sus intenciones. Silver empezó a toser para recuperar el aliento perdido. Se quedó de rodillas viendo al piso fijamente, intentando normalizar su respiración y aún pensando en las palabras de él. Si no hacía lo que él decía los matarían a ambos, pero si lo hacía, tendría que matarla a ella.
Del otro lado de la puerta, Blaze había escuchado todo. La matarían una vez que su padre pagara la recompensa, y rogaba con todas sus fuerzas que no lo hiciera. Necesitaba un plan, necesitaba salir de allí antes de que fuera muy tarde.
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