•Jungkook•
En algún lugar entre Busan y Seúl, lo conocí.
Dolor y felicidad, eso fue lo que percibí al sus ojos mezclarse con los míos por breves segundos, efímeros, pero más que suficientes para descubrir la profundidad de lo intangible que me mostró.
Su cabello de un color castaño con bucles descuidados caían por su frente de manera delicada, haciendo un contraste perfecto con la palidez alarmante de su tez. La curva de sus labios podría considerarse un descomedimiento para las demás personas que hacen vida en este decadente planeta, al entrelazarse de manera sublime con todos sus demás rasgos delicados que fueron pincelados por los mejores artistas. Era hermoso, hermoso de una manera que sorprende, de esa que con solo mirarlo una vez, sabes que no habrá otra persona en la faz de este mundo que se pueda acercar a siquiera rozar ese puesto que inconscientemente comenzó a ocupar desde ese momento.
Por más que quise no pensarlo, se me hizo una tontería el ignorar querer acariciarlo para cerciorarme que su existencia en este plano terrenal era real. Un elfo. Tontamente, me recordó a estas criaturas de fantasía con deslumbrante belleza que logran cautivar a más de un individuo en las series o juegos en las que hacen su aparición.
Él sencillamente era hipnotizante.
A pesar de que quise hablar en el transcurso de la primera hora de viaje, se me hizo imposible el romper el silencio perfecto que envolvía el lugar dado a la tranquilidad que transmitía su respiración. Inhala... Exhala... Lo recuerdo tan perfectamente, tranquilo, sereno. Todas las sensaciones que este chico desprendía con su sola existencia, aún me hace recordarlo en los días en los cuales la lluvia decide caer de los cielos.
Nunca podría arrepentirme de subirme a ese autobús con destino a Seúl, nunca podría decir que fue lo suficientemente malo el escapar de casa en busca de algo más que un puesto en una farmacia pequeña que siempre era visitada por las mismas personas de ese diminuto pueblo.
Por ejemplo, el Sr. Lee compraría sus pastillas para la tensión alta, en busca de no poseer el mismo camino de su hermano que murió a causa de ello a temprana edad. La Sra. Choi adquiriría todos los jueves los mismos broncodilatadores para su hijo asmático de siete años que solo anhela poder correr por los caminos de tierra sin sentir que su pecho quema. Alguna de las muchas ancianas que habitan allí, visitarían el lugar para poseer pastillas para el dolor muscular, y una que otra muchacha que ha emprendido el camino en la sexualidad de forma irresponsable, estará interesada en una prueba de embarazo.
Siempre lo mismo, todos los días desde que tengo memoria, era de ese modo. Entonces un día, uno de esos en los que eres consciente que con diecinueve años ya te sientes cansado y sin ganas de siquiera levantarte de la cama para seguir con tu vida, simplemente sollocé y me volví una pequeña bola sobre la cama. Y lo hice, al no encontrarle verdadero sentido a la vida que tenía. No había oportunidades de avanzar más allá de la secundaria, y los trabajos a los que podía aplicar eran demasiado... Nada.
Crecí sin verdaderos sueños o metas al estar rodeado de personas conformistas que no cambiaban la tranquilidad de un lugar por el avanzar y mejorar entre caminos desconocidos. Mamá odiaba a papá por buscar la grandeza en Seúl y dejarnos atrás. Él prometió volver con grandes cosas, pero jamás lo hizo. Quizás no pudo lograrlo, quizás tenía demasiada vergüenza de volver a un pueblo donde tildan a las persona como traidores sólo por desear cosas fuera de su lugar de nacimiento.
En realidad no puedo culpar a mi padre, ¿Cómo juzgarlo? Él solo quería lo mejor para nosotros, él hizo lo que creyó conveniente. Mi madre siempre criticó mi manera simple de apreciar las cosas que ella cataloga como importante, ¿Es malo que prefiriera que papá viviera a su gusto, incluso, si nosotros éramos dejados atrás? Escuché en alguna oportunidad a un viajero decir que la muerte está tan segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja.
Si nuestra vida es solo un soplo de aire, ¿Por qué ignorar lo que anhelas de esa manera?
Por eso, en aquella mañana que copos de nieve caían a través de mi vieja ventana de cristal, llegué a mi límite. Apenas pude juntar algunas prendas de ropa e introducirlas en ese morral viejo de la escuela, tomar el dinero que llevaba ahorrando desde hace años, escribir torpemente una carta de despedida para mamá y correr... Correr como solo lo haría un lunático bajo la nieve que se volvía espesa con el pasar de los minutos.
Quizás lloré... Quizás sollozaba con demasiada fuerza entre las solitarias calles de mi pueblo. Dolor y felicidad. Eso era lo que sentía mientras me alejaba cada vez más de la que fue mi casa, MinGyu, mi único amigo, tal vez me extrañaría. Susy, la cachorra del vecino, puede que esperó por más de un día que le trajera algún bocadillo de la tienda que está al lado de la farmacia. JiEun, la tierna chica a la cual jamás le pude confesar mi amor, posiblemente se extrañó que el chico silencioso que la observaba haya desaparecido.
Aún me pregunto si ellos me echan de menos aunque sea un poco, incluso, después de dos años de haber dejar todo atrás y vivir por mi cuenta a 329 km de distancia.
Perdí el verdadero motivo de sentarme a reflexionar en mi único tiempo libre del trabajo... El chico, ese de presencia hermosa que conocía en algún lugar entre Busan y Seúl. Puedo recordar con claridad que sus ojos no se despegaron de la ventana ni por un momento en esa primera hora de viaje, era como si mi presencia no fuera nada. Y cabe destacar que un chico de diecinueve años que en ese momento todavía poseía los ojos hinchados por llorar y la nariz goteando por el frío, no pasaba completamente desapercibido. Al menos eso pensé.
Tal vez... Solo me ignoraba por ser demasiado joven y tonto, que no podía escapar de casa sin terminar llorando por el miedo a lo desconocido. Efectivamente, una vez llegué al terminal caí en cuenta que no tenía ningún lugar al cual llegar en la ciudad, que posiblemente el dinero que me quedaba no sería suficiente para pagar la comida y que estaba en el peor invierno. Vaya, realmente era un tonto en aquel tiempo.
—Las líneas—fue lo primero que susurró el chico con la vista fija en la carretera por la cual transitamos. No supe cómo interpretarlo, literalmente eran las primeras palabras que salían de su boca desde que ocupamos el mismo espacio en el autobús—, las puedo contar...
—¿Las líneas?—ladee la cabeza sin poder comprender, logrando perderme en su tono de voz tan realmente profundo y lindo.
Sus ojos me miraron por primera vez, y puedo jurar que mi existencia se volvió tan diminuta, tan... Insignificante frente lo que ellos reflejaron. Lo intangible.
—Sí, las líneas de la carretera—específica—. Las puedo contar debido a la velocidad tan mínima que lleva el chófer, ello me llena de verdadera ansiedad por querer llegar a mi destino, ¿A ti no te sucede?—indagó con interés.
¿Cómo podía decirle que la lentitud del viaje era lo que más deseaba?
—N-No lo sé—fue lo único que pude mascullar.
Mi garganta dolía por el esfuerzo de no llorar, tenía tanto miedo y me sentía tan frustrado de haber aceptado que había sido tan impulsivo en mi decisión. Lo que más deseaba en ese momento era volver al cuidado de mamá y reconocer que me equivoqué... Pero... Retroceder no era una opción.
En ese momento entendí más a papá.
—Un día que no sea hoy, comprenderás la ansiedad de que el camino se haga eterno. Por ahora, puedes evitarlo... Y no sabes la suerte que posees al no tener que experimentar esta sensación.
Y lloré.
En retrospectiva, debería sentirme avergonzado por haber llorado por mucho tiempo frente el chico más hermoso del mundo. Pero incluso si lo hice, él solo permaneció en silencio mirándome con su rostro totalmente neutro.
Taehyung, Kim Taehyung fue el nombre que me dijo una vez nuestros destinos tuvieron que separarse. Fue... Dramático. Al menos, de esa forma lo sentí. Aún lo siento. Fue de esos momentos en que sabes que nunca más en tu vida volverás a ver a esa persona, pero que en serio no deseas que eso suceda, que solo anhelas poder conversar más, saber más.... Y justo ahora que debería de estar pensando en una buena excusa por alargar mi descanso, en lo único que puedo enfocarme es en las inmensas ganas de darle la razón.
De decirle que por fin entiendo lo que dijo ese día, que he podido experimentar lo que significa el que el camino se haga eterno y que sientas que no posees el tiempo suficiente para perder. Asfixiante, es como si no pudieses detenerte a respirar porque sabes que pierdes segundos importantes que pueden ser utilizados en otras actividades que muy posiblemente no te hagan feliz.
Ahora que poseo un trabajo y un lugar donde dormir luego de dos años en esta jungla de concreto, mi interés por la clase de persona que sería Kim Taehyung ha ido aflorando. No debería interesarme en él o esperar que en cualquier día pueda encontrarlo por la calle; porque mi sentido común sabe que no sucederá, ya que una persona tan hermosa como él, quizás esté en cualquier lugar haciendo que el mundo de alguien más sea brillante y lindo.
Puede que esté en otra ciudad, otro país... No lo sé, realmente desconozco su paradero, de lo único que puedo estar seguro en este momento, es que gracias a su amabilidad al no juzgar mi miedo a lo desconocido, puedo decir con gran confianza que he conseguido más de lo que tal vez pude imaginar, cosas buenas, cosas malas, frustraciones, sueños, anhelos... Anhelo por volver a verlo, y poder ser capaz de decirle mi nombre.
Ese, que en ningún momento durante el viaje fui capaz de pronunciar.
Jeon Jungkook.
Si lo hubiese dicho, puede ser que él aún lo recordaría., ¿Quién sabe? Imaginar o soñar, como mejor parezca, no cuesta demasiado. Solo espero que en donde sea que se encuentre, sea feliz. Que la belleza nunca sea borrada de su rostro por más años que transcurran, y que la ansiedad de contar las líneas de la carretera desaparezca, que disfrute el viaje y pueda servir de apoyo silencioso a alguna otra persona.
Aunque sé que quizás no lo haga, espero encontrarte nuevamente en algún lugar Kim Taehyung.
Esto lo escribí mientras viajaba y la melancolía me hacía de compañía.
-Hany
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