Capítulo 1: Verdad perdida
Encendió su séptimo cigarrillo de la noche, tomando de este una larga calada; aguantó la respiración permitiendo a la esencia toxica impregnarse en sus pulmones, con venenosa libertad.
Lizzy siempre insistió en que dejara el tabaco, decía que fumar desde las 8 de la mañana era como ajustarse uno mismo la soga al cuello; sin embargo hacía ya tiempo desde que lo reprendió por última vez. Solo la muerte pudo silenciar sus súplicas, mucho más pronto de lo que un alma tan bondadosa como ella pudo merecer.
Parecía salido de una lúgubre tragicomedia el que su madre y hermana hubiesen fallecido de cáncer antes que él; no hubo señales u advertencias, siempre habían sido extremadamente saludables y prudentes. De la nada, aquella detestable enfermedad se esparció como fuego en líquido inflamable, deteriorando sus cuerpos y devorándolas a ambas en el transcurso de medio año.
Si existía un dios en el cielo, le encantaba reír mientras tiraba los dados y veía a quien le correspondía la parca esta vez. Luego de perder a su familia en tan breve período, se convenció que el buen creador que profesaban los feligreses, y Satán probablemente era la misma perversa cosa.
—"De 15 a 18 meses como máximo"—Repitió el dictamen dicho por su médico especialista hace pocas semanas—Conmigo si decidiste ir sin prisas, ¿Verdad, hijo de puta?—-Murmuró escupiendo el humo y recostando su nuca contra el espaldar de su asiento—He estado listo desde hace mucho.
Exhausto de sus propios pensamientos, prendió la radio del Renault y vagó de emisora en emisora, buscando algo que no empeorara su humor. Repentinamente sus dedos frenaron cuando del artefacto, escapó una chirriante interferencia.
—Joder¡—Gruñó brincando en el asiento y apagando con su puño la maldita cosa—Eso me pasa por rentar un coche a precio bajo—Rezongó—Da igual...el silencio es mejor de todas maneras.
Aquel vocablo inevitablemente le hizo reparar de nuevo en su presente.
—Silent Hill...
Retornando su vista al camino, tomó el desvió de la primera gasolinera que veía en kilómetros. Necesitaba tanquear si quería llegar más lejos, además en parte había sido su culpa; el remolino descontrolado en que ahora los pensamientos se agitaban dentro de la tierra desértica que una vez fue su cabeza, le privó de inmutarse en el bombillo rojo titilando desde que abandonó el aeropuerto.
Se ubicó lentamente en el carril correspondiente y dio el dinero al chico encargado de recargar el combustible.
La apariencia simple, roída y mal cuidada del lugar, difería en gran medida de las que usualmente concurría en Londres, algo no del todo desagradable. De hecho, casaba perfectamente en su difícil y vergonzosa situación; con los momentos lejanos, invisibles ante sus abstraídos ojos pensativos.
Sin ser completamente consciente de ello, su mano rebuscó en su chaqueta hasta palpar el teléfono celular. Tragó saliva desbloqueando la pantalla y aunque sus latidos aumentaban frenéticamente con cada tecleo, dio con la bandeja de entrada y en consecuencia con el mensaje que le hizo abandonar su hogar en Inglaterra, dejar atrás a la mujer con quien compartía techo sin siquiera un aviso y embarcarse en un avión a las 10:30 de la noche sin meditación alguna.
Un ensordecedor zumbido le penetró de oreja a oreja estrepitosamente. Sus ojos se aguaron debiendo apretarse las cienes con fuerza; mientras, su tráquea se secó atragantándose con un amargo sabor a cenizas.
Newt parpadeó compulsivamente, con rápidos retratos reproduciéndose frenéticamente, como inentendibles chillidos en la oscuridad. Su mente perturbada solo pudo concentrarse en uno de ellos. Luego de más de 15 inviernos, la silueta entrecortada de esa sonrisa pueril le atravesó el corazón como mil flechas ardientes.
Era él...
"Estaremos Juntos". Habló una voz inofensiva.
—Oiga¡.
El berrido del joven golpeando la ventanilla del auto, cortó de tajo su fragmentada reminiscencia.
—¿Qué?¡—Exclamó evidentemente molesto.
—Solo decía que a lo mejor debería bajar mientras lo lleno...por cuestiones de seguridad—El otro se encogió en su posición, apenado—Tiene colillas dentro del vehículo y sería mejor evitar un accidente.
La cortina oscura que descubrió alarmado, inexplicable encerró su pasado por más tiempo del que podía evocar, comenzaba a retraerse dolorosamente revelando algo que jamás debió descuidar.
"Thomas".
Abruptamente todos los demonios internos que pacientemente aguardaron, cayeron sobre él amordazándolo en un odio consigo mismo, aplastando su cuerpo y devolviéndole la sensibilidad a su fría e inmóvil alma; comprendiendo del todo que llevaba más de 15 años sin verlo o saber de él.
"¿Por qué mi mente desea olvidarte?...
"¿Si viese tu rostro ahora, podría reconocerte?...
"Si todas las cosas que dices son ciertas, todo lo que vivimos...¿No deberías ser alguien que desde siempre conocí y conoceré?"...
Sus ojos se flagelaban en finas gotas, ante el hecho de que el menor lo estuvo extrañando y esperando; cargando el solo por las umbrías calles de Silent Hill, con el peso muerto de lo que fueron sobre su espalda. Todo mientras él hizo su vida al otro lado del océano.
—Ni siquiera...ni siquiera puedo acordarme de porque me fui—Masculló aporreando con su puño la guantera—Pero sé que sufrí...sufrí demasiado—Balbuceó ansiosamente renuente a aceptar los cientos de huecos que lo rodeaban al pretender volver hacia atrás; que una parte de él escogió protegerse a sí misma, olvidándolo cegada por el dolor.
Tan real como la enfermedad propagándose por sus vías respiratorias, Newt recordó la necesidad de aferrarse a él cuando temblaba ante lo desconocido; el calor del cuerpo del azabache al abrazarlo bajo las mantas en sus muchas cuando podía dormir en la casa ajena; sus reproches por las mañanas al ignorar el despertador, y la voz que cándidamente le llamó por el sobrenombre que solo a él le permitió usar.
—Lo suprimí todo...Te dejé en Silent Hill...¿Cómo pude hacerlo?...
Al contrario de sus épocas pueriles, cuando Thomas le protegió de horrores tales como el hombre del saco o el hada de los dientes, esta vez nada pudo hacer contra un enemigo que resultó peor y más despiadado que todos los monstros de su infancia...el olvido.
Dejó que sus memorias fueran engullidas pieza a pieza; todos los sueños y la parte de su corazón que le pertenecía a su mejor amigo...
"No...él fue mucho más que eso". Caviló, pegando su frente contra el volante. "Aún lo es".
—Tommy—Siseó el rubio cubriéndose el rostro con una de sus palmas—¿Qué demonios es lo que he hecho con mi vida?.
https://youtu.be/x7aHo8C3LfE
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En tus ojos pensativos
Vive un recuerdo difícil de encontrar
Cegado por la tristeza
Y su voz fría canta una melodía
Escúchale cantar,
"Cae la helada lluvia infernal"
Él no puede oír tu voz
Él no puede oír tu llamada
Te has ganado tu elección
Si tú estás aquí...
¿puedes demostrar que realmente estás aquí?
Hay un momento en la vida
Cuando todas las cartas que has jugado se reparten
Sientes la temperatura descender
Y todos tus demonios internos vienen a través estrellándose
Todo está mal
Este no es mi hogar, ¿verdad?
¿Conozco tu rostro?
¿Acaso mi mente desea olvidarlo?
Un brindis por las almas solitarias
Quienes nunca pudieron tomar control de su vida
Y todo lo perdido que amamos
Espero que la oscuridad que encuentren les dé luz
En tus ojos pensativos
Vive un recuerdo difícil de encontrar
Cegado por el dolor
Y una voz fría canta una melodía
Escúchala cantar,
"Helada lluvia infernal"
Nuestros corazones protegidos sintiendo el peligro
Verdad perdida congelada en mentiras
¿Es tu familia sólo un recuerdo?
Una vez más,
"Cae la helada lluvia infernal"
De entre todas estas piezas de sueños rotos
Hay una que me asusta y confunde
Si todas estas cosas que dices son ciertas
Tú deberías de ser alguien que desde siempre conocí
Nuestros corazones protegidos sintiendo el peligro
Verdad perdida congelada en mentiras
Todos tus seres queridos
¿Son sólo un recuerdo quemado en dolor?
Cae la helada lluvia infernal
La vida es fría aquí
En esta desierta tierra sagrada de mi cabeza
Cae la lluvia teñida de sangre.
Hell Frozen Rain – Akira Yamaoka
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