Capítulo 1
Min YoonGi aparcó su auto al borde de la acera y lo apagó. Él bajó del vehículo, colocando el seguro antes de encaminarse hasta la casa a solo unos metros de él.
La casa era de dos plantas, no demasiado grande, con una cerca de metal y un pequeño jardín de flores. La misma tenía un rustico pero atractivo diseño de ladrillo en la parte frontal y había unos cuantos escalones que le llevaban a la puerta principal.
YoonGi empujó la puertecilla de metal de la cerca y se encaminó a través del corto camino de grava hasta los cinco escalones que le llevaban a la puerta principal. Subiendo, él se paró frente a la oscura puerta y tocó el timbre.
El viento sopló y YoonGi se encogió sobre sus hombros cuando un escalofrío escaló por su espina dorsal. El sonido del timbre murió e inconsciente, YoonGi miró los alrededores del inusual silencioso vecindario.
Eran de hecho, poco más de las ocho de la noche, hacía tiempo que el sol se había ocultado; sin embargo, era habitual que el vecindario se mostrara bastante animado aún a esas horas. Los gritos de los niños y uno que otro vecino paseando por las calles eran fácilmente vistos todavía cuando pasabas cerca de los diez de la noche.
Entonces, la desolación y el silencio era demasiado extraño como para que YoonGi lo pasara por alto. Arrugando el ceño, se preguntó qué estaba pasando; una extraña inquietud y aprensión invadió su pecho de repente.
—Padre Min —llamaron a su espalda y YoonGi se estremeció de la sorpresa. Nunca escuchó cuando la puerta se abrió.
—Señora Park —saludó con una afable sonrisa una vez le encaró—. Bueno verla.
—Es lo mismo —ella murmuró, mirando los alrededores con nerviosismo mal disimulado.
En realidad, si se fijaban bien, podrían ver los ojos enrojecidos de la mujer y las profundas ojeras bajo estos, que parecían acentuarse increíblemente contra la anormal palidez de todo su rostro.
—Señora Park, ¿se encuentra bien? ¿Está enferma? —No pudo evitar preguntar, alcanzando una de las manos de la mujer.
Los ojos de la señora Park parecieron desenfocados por un largo momento, antes de que apartara su mano y negara con la cabeza. —Por favor, entre primero, padre —ella instó, abriendo la puerta en su totalidad y haciéndose a un lado.
YoonGi dudó ante la negativa de la mujer, pues realmente se veía demacrada; sin embargo, tampoco podía forzarla a hablar, por lo que se limitó a entrar musitando un suave "con su permiso".
Adentro, la temperatura de la casa era tan baja que se sintió como un choque en la piel de YoonGi, su vello se erizó y un escalofrío le recorrió la columna vertebral una vez más. YoonGi entendía que ese año, agosto estaba siendo especialmente caluroso, pero aún así, dado el semblante enfermizo de la mujer, no creía prudente que mantuviera la temperatura del aire acondicionado tan baja.
—¿No es demasiado frío? Tal vez sería mejor para usted si subiera la temperatura, señora Park. Disculpe que me entrometa, sé que dijo que estaba bien, pero realmente parece algo resfriada —comentó con tono cuidadoso una vez la mujer cerró la puerta y le alcanzó en el vestíbulo.
Ella lució aún más nerviosa cuando habló. —No hay... ello no —titubeó—, el aire acondicionado no está encendido.
—¿No?
—No. —Hubo un desconcertante tono cortante en su respuesta—. Por favor acompáñeme, padre, necesito... tiene que ver esto. —Antes de que YoonGi pudiera comentar nada más, la señora Park le arrastró a través de la casa y hasta la puerta del que conocía como el estudio de su esposo, quien por cierto, se encontraba parado frente a este, mirando nerviosamente alrededor.
—¡Padre! —Este llamó con aparente alegría, precipitándose para alcanzar su mano. YoonGi se dio cuenta de que el semblante del hombre no era mucho mejor que el de su esposa—. Es un alivio que finalmente este aquí, estábamos tan asustados y desesperados. Oh, es un alivio, es un alivio —el hombre repitió una y otra vez.
El hombre se mostró tan ansioso, que YoonGi tuvo que alzar su mano restante para alcanzarle.
—Está bien, señor Park —calmó, palmeando el hombro de este con suavidad—. Me disculpo por haber tardado tanto, pero cuando me llamaron, estaba fuera de la ciudad; he venido en cuanto regresé.
—Está bien, no se preocupe, padre, ahora está aquí, eso es lo importante. Es un alivio. —El señor Park negó con la cabeza, todavía luciendo ansioso.
—Entonces, ¿qué es lo que pasa? —Preguntó un momento después y miró curioso hacia el pasillo—. ¿Qué hay del pequeño JiMin? Es raro que no haya venido a saludar, ¿no está en casa?
Ante la mención de su hijo, la pareja se miró entre sí y su semblante pareció agraviarse aún más. Esta vez la preocupación invadió el pecho de YoonGi.
—¿Qué es? ¿Qué está pasando? ¿Sucedió algo malo con JiMin?
—Él es la razón por la que le hemos llamado —fue la señora Park quien respondió—. Nuestro JiMin, mi pequeño, algo está mal con él, él... no es él; no es él mismo, algo maligno lo ha poseído, hay... yo... —Las palabras de la mujer se vieron cortadas cuando esta se echó a llorar. Ella gimió con dolor y angustia.
El señor Park e acercó a sostenerla, aunque este mismo tenía los ojos húmedos, mas la mujer se sacudió el agarre y se abalanzó sobre YoonGi, sosteniéndose de sus brazos; apretando dolorosamente sus dedos alrededor de la carne de YoonGi mientras suplicaba.
—Por favor, padre, tiene que ayudar a nuestro JiMin, tiene que ayudar a mi niño. Tiene que liberarlo del mal que lo atormenta, padre, se lo suplico. Se lo suplico, padre. —El llanto de la mujer se volvió más ruidoso y angustiado, abrumándole por un momento.
—Cariño, tranquilízate, vamos. —Su marido le apartó, pero la mujer negó obstinadamente con la cabeza.
—Tú lo viste, tú mismo lo viste. Mi niño, mi niño, pobre de él, siendo atormentado. —La voz de la señora Park era ronca, con una ansiedad y desesperación tan explícita en ella, que provocó un vuelco en el corazón de YoonGi—. Un alma tan joven. ¡Oh, señor, ayúdanos!
—Señora Park, está bien, guarde la calma, vamos ayudar a JiMin en lo que sea que necesite, tranquilícese por favor. —YoonGi trató de apaciguar a la colapsada mujer, quien se derrumbó contra su esposo, cubriéndose la cara con las manos en un vago intento de contener su desesperado llanto.
—Discúlpenos padre, permítanos un momento, por favor —el hombre dijo. YoonGi negó.
—No hay problema, encarguémonos de ella primero y luego por favor explíqueme qué sucede.
El hombre le miró con pestañas humedecidas. —Gracias, padre. Gracias por venir.
—Mi deber con Dios —YoonGi murmuró.
Al final, la señora Park terminó desmayándose, tal vez sucumbiendo ante el estrés y el cansancio.
El señor Park la acostó sobre el sofá y le cubrió con una manta que buscó en una de las habitaciones. Una vez esto hecho, se sentó junto a YoonGi y entre lágrimas que no pudieron ser contenidas, le contó todo lo sucedido.
Al parecer, todo había comenzado seis días atrás, en la madrugada del lunes. Los señores Park habían despertado por los gritos aterrados de JiMin y cuando fueron a su habitación, le encontraron retorciéndose y gritando por ayuda sobre la cama.
Sus ojos se mantenían cerrados, sus extremidades abiertas y estiradas como si hubieran estado amarradas a las esquinas de la cama, rogando desesperado. Ellos intentaron despertarle, pero el niño solo se había alarmado aún más.
Estuvieron muy asustados, ¿qué pesadilla tan terrible podría tener su hijo como para tener que incluso aclamar a Dios por misericordia y ayuda?
Les tomó unos buenos minutos hacer que su hijo reaccionara, mas cuando abrió los ojos, estos carecían de iris; eran blanquecinos cuando les miró con morbo, su voz se volviéndose ronca y profunda cuando recitó algo en lo que pareció latín.
—¿Puede recordar las palabras que dijo? —YoonGi preguntó con semblante ensombrecido. Agraviado cuando las sospechas rozaron su mente.
—No estoy seguro, creo que fue algo como "impii", también "debitaua", "filii regis inferni" y "anima non est eius" —el señor Park recitó con mucha dificultad—. Creo que había más cosas, pero sinceramente no puedo recordarlo, lo siento, padre.
Había algunas palabras que fueron mal pronunciadas, por lo que a YoonGi le costó encontrarles algún sentido, mas cuando fue capaz de unir cabos y enhebrar lo que el hombre dijo, su rostro perdió todo color.
"Impío", "deuda", "hijos del rey del infierno" y "su alma no es suya".
YoonGi guardó silencio y meditó, no atreviéndose a precipitarse y decirle al hombre lo que su hijo había dicho.
—¿Qué pasó después de eso? —Preguntó en cambio.
—Volvió a dormirse —el hombre contestó nervioso—. Lo despertamos otra vez, pero parecía ser el JiMin de siempre y dijo que no recordaba haber soñado con nada en particular. Dudamos de qué hacer, pero no queríamos asustar a JiMin, así que lo dejamos dormir y le vigilamos el resto de la noche, pero nada volvió a pasar.
—¿Por qué no me llamaron entonces?
—Era demasiado tarde, lo dejamos para la mañana, pero nunca nos contestó.
El ceño de YoonGi se frunció, porque él estaba muy seguro de que no había recibido ninguna llamada de los señores Park hasta hace dos días.
—¿Está seguro? No recibí esa llamada —YoonGi dijo lentamente, el hombre palideció.
—Lo llamamos varias veces, puedo comprobarlo, el registro debe estar en mi celular.
El hombre se puso de pie y desapareció por el pasillo antes de que YoonGi pudiera preguntar nada más, cuando regresó unos minutos después con el dispositivo en su mano, su rostro parecía imposiblemente más pálido que antes.
—N-No hay registro —pronunció tembloroso—. Pero yo llamé varias veces, se lo juro, padre, lo hice.
Cuando el cuerpo del hombre comenzó a sacudirse en nerviosismo y sus piernas parecieron doblarse bajo su propio peso, YoonGi se levantó de un salto y lo sostuvo antes de que este fuera a dar al suelo, guiándolo hasta el sofá para posteriormente ayudarle a tomar asiento.
—Padre, yo lo llamé, ¿p-porqué no hay registros? ¿Lo borré? Pero, no recuerdo haberlo hecho —él siguió afirmando entre balbuceos.
—Está bien, hijo, está bien. Te creo, tranquilo —pidió.
Al hombre le tomó unos minutos volver a recomponerse. YoonGi tuvo que buscarle algo de tomar e incluso ayudarle a hacerlo, cuando el agua comenzó a derramarse del vaso ante los temblores en las manos de este.
—¿Mejor?
—Sí, sí, gracias —respondió, dejando el vaso medio vacío sobre la mesita de centro.
—Entonces, ¿puede seguir contándome? ¿Qué pasó con JiMin en los días posteriores?
—En la mañana del lunes y el martes parecía estar bien, de hecho, actuó como lo hacía normalmente. El problema era en las noches, seguía teniendo pesadillas y cuando despertaba y le preguntábamos, nunca recordaba nada; fue el miércoles por la tarde cuando comenzó a actuar extraño.
—¿Extraño cómo? —Insistió con voz tensa.
—Sacó todas las cosas religiosas de su habitación y las tiró a la basura, murmuraba palabras en latín con una voz que no era suya, se sentaba en una esquina y se mecía mirando a la nada. A veces sus ojos perdían su iris y otras veces se volvían totalmente negros. —El señor Park se estremeció—. Nos maldecía, nos llamaba pecadores. Luego comenzó a auto lesionarse, golpeaba su cabeza contra el suelo, se golpeaba la boca hasta provocar sangre. Nosotros... no sabíamos qué hacer, estábamos tan asustados, padre.
El hombre finalmente volvió a romperse y las lágrimas se desbordaron como ríos por sus mejillas.
—Nuestro pobre hijo, padre, nuestro pequeño JiMin ha sido poseído por algún ente maligno que no quiere dejarle ir. Oh, pobre de él, nuestro pequeño —el señor Park lamentó entre el llanto, el corazón de YoonGi dio un doloroso vuelco, mientras le consolaba.
Más tarde, cuando el señor Park volvió a calmarse y pudo terminar de contarle los detalles de los últimos días, YoonGi le pidió ser llevado ante JiMin. Para entonces, la señora Park había recuperado la consciencia, por lo que insistió en acompañarles.
YoonGi fue llevado hasta el estudio del señor Park, quien abrió la puerta para él, entrando primero y encendiendo la luz antes de que él pudiera hacerlo.
YoonGi dio un paso dentro y se paró en seco inmediatamente después, sus ojos se abriéndose en su totalidad, pávido ante la escena frente a él.
—¿Por qué está atado a la silla? —Preguntó con alarma.
—No queríamos que siguiera haciéndose daño —la mujer se apuró a explicar—. Seguía golpeándose y tirando cosas, no sabíamos qué más hacer para detenerlo. —Ella miró al niño con lágrimas en los ojos por un momento, antes de mirar a YoonGi—. Pero hemos usado tela suave, no queremos hacerle daño, solo detenerlo.
YoonGi se acercó al niño y le miró de cerca, percatándose entonces de las heridas que parecían haber sido tratadas en su rostro y nudillos. JiMin estaba dormido, su cabeza inclinada hacia atrás en el respaldo; él respiraba con calma.
El infante vestía un suave pijama azul pastel, que le hacía lucir frágil; su piel lucía un tono entre blanquecino y amarillento bastante enfermizo, y había ojeras en forma de bolsas bajo sus ojos hinchados.
—Luce terrible —YoonGi murmuró, lamentándose para sí mismo, pero fue escuchado por los padres del niño, porque el señor contestó.
—Lo es, ¿verdad? Ni siquiera ha comido nada desde el miércoles en la mañana, se niega a hacerlo y vomitaba todo lo que lográbamos hacerle ingerir. Tuvimos rendirnos, creíamos que era peor para él —comentó.
Una gran pena se asentó sobre YoonGi.
Él recordaba al enérgico niño, tan resplandeciente como el sol, que siempre sonreía y saludaba a todos con su animada voz infantil. JiMin era muy juicioso, bastante educado, iba a misa cada domingo, tomaba la eucaristía y confesaba sus infantiles pecados cada pocas semanas.
Ver al niño en este estado provocaba un profundo dolor en su corazón.
Inclinándose y levantando la mano, YoonGi apartó con suavidad el cabello de la frente del niño y acarició cuidadosamente la lastimada mejilla con las yemas de sus dedos.
Los ojos de JiMin se abrieron de repente, sobresaltando a YoonGi, quien, por auto reflejo, se alejó un par de pasos.
—¿JiMin? —YoonGi llamó.
Unos ojos completamente ennegrecidos le devolvieron la mirada, ojos no humanos que le hicieron estremecer. Entonces, la boca del niño se abrió y su rostro se deformó cuando gritó con una voz retumbante e infernal.
—¡Bastardos hijos del pecado! ¡Hermanos infernales! ¡Pecador de las tinieblas que finge mientras mora en la luz! ¡Tú, Min YoonGi, ¿cómo te atreves a pararte en mi presencia?!
Y
así comenzamos, jeje.
Bien cortito, porque la verdad, más que un capítulo, yo lo veo como una rápida introducción al meollo del asunto.
Nos vemos en la próxima actualización, besotes 😘😘😘
Stars_Saturn.
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