Para empezar
Te encuentras en una habitación con poca iluminación, sentado en la cama y con pocas ganas de vivir.
Tus ojos se llenan de lágrimas, te duele la cabeza y vives con la esperanza de que mañana será un mejor día.
— ¿Un mejor día? — Dices sabiendo lo absurdas que son tus palabras.
Te cobijas hasta la cabeza y comienzas a llorar hasta quedarte dormido.
— Liam... Liam — Dice la voz de una mujer que intenta despertarte.
Confundido te levantas de la cama y te das cuenta que es de día y el brillante sol entra por la ventana.
— ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? — Te preguntas confundido y diriges la mirada hacia la mujer de la voz.
— ¿Dormiste bien, hija? — Te dice con una linda sonrisa entre sus labios.
Estás realmente ... ¿Confundida?
— Te dejo, tu padre te espera para desayunar — La mujer se retira.
Te levantas de la cama y te paras frente al espejo, ahora eres una chica de cabello ondulado y rubio, con unos hermosos ojos celestes, piel suave y blanca como la porcelana.
Tu habitación es bastante grande, es de estilo clásico y de color blanca con finos detalles en los murales.
Tienes un armario enorme... Aunque la ropa no es muy de tu estilo, es anticuada y muy insípida.
Usas un vestido de color blanco hueso que te llega a los tobillos con detalles florales en colores cálidos y unas molestas zapatillas de correa color blanco.
Tratas de buscar el comedor pero la casa es tan inmensa que parece un laberinto.
Por fin llegas a la sala y encuentras a tu supuesto padre en una larga mesa con mucha comida en ella.
— Tan hermosa como siempre, hija — El hombre se levanta de su silla y camina hasta llegar a ti.
El hombre es un tipo alto de cabello lacio y canoso, y con un característico bigote bien definido, usa un smoking color cafe y guantes blancos.
Abre una de las sillas del comedor y te ofrece sentarte, aceptas cordialmente su invitación y una de las sirvientas te sirve un poco sopa de verduras.
— Gracias — Le sonries a la mujer de mandil blanco.
Y te das cuenta de que estas viviendo una vida que no te corresponde... ¿Acaso es una especie de sueño? ¿Que ha pasado con tu cuerpo anterior?
— ¿Cómo has dormido, Liam? — Pregunta tu padre volviendo a su asiento.
— Bien.... Supongo — Contestas nerviosa tratando de comportarte lo mejor posible, parece una familia refinada.
— Bueno ¿Qué tal ayer la escuela? — Pregunta tu madre.
¿Aún vas a la escuela? Al parecer sí, tratas de disimular una sonrisa para ocultar tu nerviosismo.
— Excelente — Respondes viendo con asco la sopa de verduras.
— Lilith... ¿Quieres darme el periódico del día? — Le ordena a una de las mujeres de vestido azul y mandil blanco.
Un silencio tranquilo y a la vez incómodo se forma cuando no hay nada más de que hablar, pero al parecer es completamente normal.
— Aquí tiene, Señor — Habla la mujer, entregando un periódico de hojas amarillentas, parece muy antiguo.
— ¿Viste ésto? Parece interesante... Al fin firmarán el Tratado de Londres — Dice el hombre mientras le muestra el periódico a su esposa.
Tus clases de historia al parecer no fueron en vano... Pero si apenas se firmaría el tratado de Londres... Entonces ... ¡¿Estás viviendo en 1913?!
— Lamento interrumpir su desayuno, Señorita Brown, pero usted tiene cita con la joven Brown en casa de sus abuelos — Dice la señora.
— Está bien — Contestas abandonado tu asiento.
— ¿Quiere que la ayude a vestirse? —
¿Vestirte... De nuevo? Solo puedes asentir para no ser grosera.
La señora hace una reverencia ante tus padres y te lleva a tu alcoba.
— ¿Quiere usar el vestido azul o el amarillo — Te pregunta sacando los dos vestidos del armario.
Pero te quedas absorta en tus pensamientos ¿Qué le habrá pasado a tu cuerpo? ¿Moriste? Ó ¿Todo esto es un buen sueño? Por lo menos es mucho mejor que tú vida anterior.
— Ó ¿Prefiere el verde? — Te dice para que reacciones.
Te sobresaltas un poco, y pones atención a las palabras de la mucama y recuerdas que tenías un teléfono, que no servirá de mucho ahora, pero es bueno tener algo de tu tiempo junto a tí.
— El amarillo está bien, creo que es buena opción — Dices con una sonrisa de servicio al cliente.
— Buena elección —
El vestido tiene más detalles de flores de tela, las mangas de llegan hasta los codos y el corte de la falda llega hasta la pantorrilla.
— Se le ve increíble — Habla la mucama acomodando el vestido.
Alguien llama a la puerta y tu madre entra con una espléndida sonrisa.
— Te vez hermosa, hija — Te dice poniéndose detrás de ti y acomoda una peineta en tu cabello, haciendo una media cola de caballo. — Es lo último que te falta, que te diviertas, cielo — Se despide besándote la mejilla.
— Su madre es muy dulce, Señorita Brown — Vuelve a hablar colocándote unas zapatillas color beige. — Es hora de irnos —
— Está bien, iré abajo en unos minutos, solo necesito buscar algo — Dices nerviosa.
— ¿Quiere que lo busque por usted? —
— N-no... No hará falta — Contestas tartamudeando.
— Está bien, le diré al chófer que este listo para cuando usted baje —
Cuando la mucama sale de la habitación, buscas en tu ropa de pijama para ver si todavía tienes tu teléfono, afortunadamente ahí está, intacto y con el 89% de batería... No quieres desperdiciarlo así que lo apagas.
Bajas a la entrada de la casa y todo parece tan antiguo, es extraño vivir en una época que no te corresponde... Todo parece perfecto, pero por alguna extraña razón, el miedo se apodera de tu pecho y se te hace un nudo en la garganta.
— Es hora de irnos, Señorita Brown — Te dice un hombre de Smoking negro y una lentilla en el ojo izquierdo, le sonríes y subes a uno de los primeros autos de la historia.
Te sientes afortunada de poder conocer todo esto, puedes observar todo el paisaje que en el futuro es casi inexistente, como los días brillantes, las personas saludando y todo el mundo siendo feliz.
— Hoy se ve muy feliz, señorita — Te dice el hombre de Smoking.
Te sobresaltas y diriges la mirada hacia el hombre de la lentilla.
— Es bueno verla tan contenta y radiante, es poco común en usted... Aunque no puedo entenderla ¿Qué le ha pasado? No podía ver esa sonrisa desde hace 2 años — Te sonríe dulcemente y su sonrisa te contagia.
— ¿Enserio? Hoy es especialmente particular — Dices con alegría.
— Espero verla sonreír así más seguido... Al parecer llegamos — Habla viendo hacia la inmensa mansión del bosque.
La casa tenía más de tres pisos, tenía pilares color blanco de más de dos metros de altura y muchas ventanas de madera en color azul oscuro y tejas del mismo color así como detalles mínimos en color mostaza.
Una chica pelirroja y de ojos verdes está en la entrada con una brillante sonrisa, usa un vestido color verde y zapatillas negras.
— ¡Liam! — Dice tu nombre mientras hace una seña para saludarte.
Aún piensas que tú nombre es de chico y se escucha bastante extraño en una chica.
— ¿Cómo has estado? — Te pregunta tomando tus dos manos, es incómodo no poder saludar ya que no conoces su nombre y solo puedes sonreír.
— Leia, deja a tu prima... — Dice un hombre mayor bastante parecido a tu padre solo que con más canas.
— No hay problema, está siendo amable... Además no nos vemos desde hace tiempo — Dices sin siquiera saber que decir.
— Jajajaj.. ¿Hace tiempo? ¿3 días te parecen demasiado? — Se burla el anciano.
Te ruborizas, ya que no sabes que está pasando... Eres nueva en todo esto... No tienes idea de quiénes son o quién eres.
— Vamos a tomar el té, querida — Te toma del hombro y te invita a pasar al interior de la casa.
Es realmente grande por dentro, demasiadas habitaciones y muebles a tu alrededor.
En tu antiguo departamento solo tenías una cama y un viejo armario, un pequeño baño, una cocina y una pequeña 'oficina' no necesitabas más... Pero tampoco estaba mal todo esto.
— Vamos al jardín de atrás, Liam... Hannah ya tiene todo preparado —
Un buen rato después tratas de disimular que sabes todo lo que has vivido junto a esta chica, Leia... Es bastante incómodo no saber todo lo que ha vivido Liam y tener que decir mentiras.
— Hola, señoritas — Saluda un chico apuesto y alto, de cabello medio y ojos verdes.
Un profundo miedo se apodera de tu pecho y las náuseas te invaden de tan solo verlo, sabes que arruinó tu felicidad con tan sólo su presencia.
— ¿Qué? ¿No me recuerdas, Liam? — Te pregunta acercándose a tí, frente a frente.
— ¡Spencer! ¿Qué haces aquí? — Pregunta gustoso el anciano de ver al chico. — Que gusto tenerte en casa...¿A qué se debe tu visita? —
— No es nada, Sr. Brown... Solo que me informaron que una bella dama se encontraba en esta residencia — Le sonríe al hombre mayor y luego vuelve la mirada hacia tí.
— Que gusto es que mi nieta tenga un pretendiente cómo usted — Se acerca el hombre mayor y abraza a Spencer.
— Además que mi padre necesita que le firme unos documentos — Cambia de tema apartando la mirada de tu rostro.
El joven y el anciano se retiran hablando de cosas que te parecen poco interesantes, así que regresas la mirada a la chica pelirroja.
Te asustas un poco por qué en cuanto la miras ella tiene una perversa y juguetona sonrisa en su rostro.
— Que envidia un hombre guapo, adinerado y que te adora está detrás de ti — Te dice un poco apagada.
Pero tú crees que la idea de que un hombre no puede cambiarte la vida y que tú puedes formar tu camino sin la ayuda de un ser del género opuesto.
— Agh, Leia... Tener un hombre a tu lado no es todo en la vida, por algo estoy estudiando, y si me permites voy al tocador — Te retiras de la mesa enojada y no tienes idea de a dónde ir... Estás perdida en la casa.
Cuando por fin encuentres el baño usas el seguro de la puerta y de sientas en el suelo, reposando la espalda en la puerta.
— ¿Qué diablos estoy haciendo aquí? — Te levantas y te miras al espejo. — Yo no pertenezco aquí... Yo no soy está persona —
Enciendes el teléfono que traías en el bolsillo de mano y como estás en el pasado no hay internet, ni mucho menos señal... Así que usas las viejas fotografías de tu vida pasada para no olvidar de dónde vienes.
— No se que estoy haciendo... Es inútil hablar conmigo misma...— Te sigues diciendo mientras vez fijamente tus ojos.
Alguien llama a la puerta y te habla.
— ¿Todo bien, señorita? — Al parecer es el hombre que te trajo a la casa.
— Si, estoy bien... Saldré en un momento —
— De acuerdo, no demore demasiado, nos tenemos que retirar — Te dice mientras escuchas los pasos alejándose.
Te quitas las lágrimas de los ojos y vuelves a mirar al espejo.
— Es inútil querer volver a dónde no pertenezco... ¿Qué haría en dónde nadie me quiere? .... Yo ya no soy esa persona... Yo soy Liam Brown, de aquí en adelante — Dices decidida y guardas el teléfono en la cartera.
Te despides de tu abuelo, de Leia y del hombre de ojos verdes que aún te da asco verlo.
— Hasta pronto... Liam — Dice tú nombre con tanta elegancia que puedes sonrojarte y sales de la casa.
Subes al auto y te encaminas a casa viendo el mismo paisaje solo que ahora tiene un hermoso atardecer y sabes que perteneces aquí... Era buena hora para terminar lo que no era bueno para tí.
El chófer sale corriendo y vuelves la mirada en dirección a la casa, y te tapas la boca con las dos manos al ver la escena.
— ¡Rápido! ¡Apaguen el fuego! — Dice un hombre con una cubeta llena de agua para apagar el fuego que invadió toda la casa.
— ¡Todavía hay personas adentro! — No reconoces la voz de la persona pero corres hacia la casa.
— ¡No puede entrar Señorita Brown — No haces caso al hombre de la lentilla y te quitas los estorbosos tacones para poder correr.
El humo es bastante espeso y cubres tu nariz y tu boca con la tela del vestido.
— ¡Papá! ¡Mamá! — Gritas para poder escucharlos pero no oyes nada.
— ¡Liam! ¡Liam! — Los desgarradores gritos de una mujer se escuchan arriba.
Tratas de subir las escaleras y se te desgarra el vestido con una madera quemada, lo que te da más libertad de moverte.
— ¡Mamá! — Encuentras a la mujer atrapada entre las llamas inmóvil, y con tu padre inconsciente o lo peor... Muerto entre las piernas de tu madre.
Ya no hay salida, unas maderas incendiadas bloquean la entrada y es demasiado alto para saltar por la ventana.
Pero nada de eso importa corres hacia tu madre y haces que se apoye en tus hombros para que se levante.
— No podemos dejar a tu padre — Te dice entre lágrimas y pone una mano en tu mejilla. — Te quiero mucho hija, estoy segura de que nos espera un mejor lugar — Te agradece mientras te das cuenta que te empuja hacia la ventana — Tú se feliz, hija... Nosotros estaremos contigo todo el tiempo —
— ¡Mamá! ¡No! — Afortunadamente caes en una carreta de paja que amortigua tu caída y escuchas los horribles gritos de dolor de tu madre.
— ¡Señorita Brown! — Grita el hombre de la lentilla corriendo hacia tí.
Lloras repentinamente y aunque solo los conocieras por unos breves momentos, el dolor es inmenso...No pudiste salvarlos.
— No pude salvarlos... Estaban frente a mí y no hice nada — Susurras entre lágrimas.
— Te lo dije... Tú no sabes el dolor que es morir entre las llamas... Pero está ni ninguna otra vez se va a quedar así — Un voz femenina te susurra al oído y para cuando te das cuenta... No hay nadie.
— ¿Señorita Brown? ¿Se encuentra bien? — Habla el hombre de la lentilla para que reacciones.
— No, no estoy bien... Estoy hecha pedazos... —
— La casa de su abuelo será su nuevo hogar... No le puedo prometer nada bueno... Pero es mejor sonreír ante las adversidades... Sé que usted puede con esto, usted es valiente y fuerte — Te dice para que te sientas un poco mejor.
Lo abrazas con rapidez y fuerza... Esas palabras son lo más hermoso que te han dicho en estas dos vidas.
Si tan solo hubiera más personas en este mundo como esté hombre tal vez tú otra vida hubiera tenido un poco más de sentido.
— Gracias — Le dices entre lágrimas mientras lo abrazas con toda tu fuerza.
— No es nada, Señorita Brown... Y mi nombre es Alfred si es que ya lo olvidó — Se ríe un poco mientras corresponde tu abrazo. — Espero que no lo olvide está vez —
— Ja... No lo haré —
Si tan solo en tu vida pasada te hubieran dicho ésto... Tal vez y solo tal vez, no hubieras temido a nada y serías un poco más valiente... Pero para empezar... Nadie lo estuvo.
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